XXIV

—Chris, creo que es mejor que te escondas debajo del coche —dijo Laura.

Mientras decía esto, el pistolero que estaba al sudoeste de ella se levantó y corrió por el borde del barranco, torciendo hacia donde ella se encontraba y buscando el débil refugio que le ofrecía una duna baja.

Laura se puso en pie de un salto, confiando en que el «Buick» la resguardaría del hombre del «Toyota», y abrió fuego. Las primeras doce balas levantaron arena y lascas de esquisto detrás del hombre que corría, pero las siguientes le alcanzaron, acribillándole las piernas. Se derrumbó, gritando, y otras le alcanzaron en el suelo. Rodó dos veces y cayó desde el borde del barranco al fondo, a diez metros.

Mientras el pistolero caía, Laura oyó los disparos de un arma automática, pero no provenían del «Toyota», sino de detrás de ella. Antes de que pudiese volverse para repeler el ataque, recibió varias balas en la espalda y cayó de bruces sobre el duro esquisto.