XX

Un minuto.

Laura se apretó con Chris contra el «Buick». Sin cambiar de posición, miró primero hacia el Sur, donde sabía que se escondía un hombre, y después hacia el Norte, donde sospechaba que se habían ocultado otros enemigos. Una calma sobrenatural reinaba ahora en el desierto. Al no soplar el viento, el día parecía haber dejado de respirar, como un cadáver. La árida llanura había recibido tanto sol que la tierra parecía tan llena de luz como el cielo; allá a lo lejos y por todos lados, el cielo brillante se confundía con el brillante suelo, de manera que en realidad el horizonte había desaparecido. Aunque la temperatura era solamente de poco más de veinticinco grados, todo —matorrales, rocas, hierbas y arena— parecía haberse soldado por el calor al objeto que tenían más cerca.

Un minuto.

Seguramente sólo faltaba un minuto o menos para que Stefan regresase de 1944, y de alguna manera sería de gran ayuda para ellos, no sólo porque tenía una «Uzi», sino también porque era su guardián. Su guardián. Aunque Laura comprendía ahora sus orígenes, y sabía que no se trataba de un ser sobrenatural, para ella, en cierto modo, seguía siendo un personaje más grande de lo normal, capaz de hacer maravillas.

Ningún movimiento hacia el Sur.

Ningún movimiento hacia el Norte.

—Se acercan —dijo Chris.

—Saldremos de esta, cariño —dijo suavemente ella.

Sin embargo, su corazón no palpitaba únicamente de miedo, sino que además le dolía con una sensación de pérdida, como si supiese, en algún nivel primitivo de su conciencia, que su hijo, el único hijo que podría tener, el hijo que nunca había estado destinado a vivir, ya estuviese muerto, no tanto por su fracaso en protegerle como porque el hecho de que el destino no pudiese ser burlado. No, ¡maldita sea, no! Esta vez derrotaría al destino. Se aferraría a su hijo. No le perdería como había perdido a tantas personas queridas en el curso de los años. Era suyo. No le pertenecía al destino. No le pertenecía al destino. Era suyo. Era suyo.

—No nos pasará nada, cariño.

Sólo medio minuto.

De pronto, vio movimiento hacia el Sur.