XI

A tres manzanas de la iglesia, Erich Klietmann arrimó el «Toyota» blanco al bordillo y aparcó en una calle lateral de Palm Canyon Drive, en el principal distrito comercial de Palm Springs. Docenas de personas paseaban por las aceras, mirando los escaparates. Algunas de las mujeres más jóvenes llevaban pantalones cortos y blusas muy escotadas, y Klietmann lo encontró no sólo escandaloso, sino también embarazoso, ya que mostraban tranquilamente sus cuerpos de una manera desconocida en su tiempo. Bajo el régimen de hierro del Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores de der Führer, este comportamiento desvergonzado no habría sido permitido; el triunfo de Hitler crearía un mundo diferente, donde la moral sería severamente impuesta, donde esas mujeres de miembros desnudos y sin sujetadores podrían exhibirse sólo a riesgo de ser encarceladas y reeducadas, donde las criaturas decadentes no serían toleradas. Mientras observaba las oscilantes nalgas bajo los ceñidos pantalones cortos, mientras veía saltar los senos debajo de las finas blusas de manga corta, lo que más le trastornaba a Klietmann era que deseaba desesperadamente acostarse con cada una de aquellas mujeres, aunque representaban las desviadas tendencias de la Humanidad que Hitler aboliría.

Al lado de Klietmann, el cabo Rudy von Manstein había desplegado el mapa de Palm Springs que les había proporcionado el equipo de investigación que había localizado a la mujer y al muchacho.

—¿Dónde vamos a dar el golpe? —dijo.

Klietmann sacó del bolsillo interior de la chaqueta el papel doblado que le había dado el doctor Juttner en el laboratorio. Lo desplegó y leyó en voz alta:

—En la carretera general 111, aproximadamente a diez kilómetros al norte del límite de la ciudad de Palm Springs, la mujer será detenida por un agente de la Policía de Tráfico de California a las once y veinte de la mañana del miércoles 25 de enero. Conducirá un «Buick Riviera» negro. El niño estará con ella y será tomado en custodia protectora. Parece ser que Krieger se encuentra allí, pero no estamos seguros; por lo visto, escapa del agente de Policía, pero no sabemos cómo.

Von Manstein había trazado ya una ruta que les llevaría fuera de Palm Springs y a la carretera 111.

—Tenemos treinta y un minutos —dijo Klietmann, mirando el reloj del tablero.

—Llegaremos fácilmente a tiempo —dijo Von Manstein—. Quince minutos, como máximo.

—Si llegamos temprano —dijo Klietmann—, podremos matar a Krieger antes de que escape del agente de tráfico. En todo caso, tenemos que llegar antes de que la mujer y el niño sean llevados detenidos, pues sería mucho más difícil liquidarlos cuando se encontrasen en la cárcel. —Sé volvió para mirar a Bracher y a Hubatsch en el asiento de atrás—. ¿Comprendido?

Ambos asintieron con la cabeza, pero el sargento Hubatsch dio unas palmadas en el bolsillo superior de su chaqueta y dijo:

—¿Qué hemos de hacer con las gafas de sol, señor?

—¿Qué? —preguntó Klietmann con impaciencia.

—¿Deberíamos ponérnoslas ahora? ¿Nos harían pasar más inadvertidos entre los ciudadanos de esta zona? He estado observando a la gente de la calle, aunque muchos llevan gafas de sol, otros muchos no las llevan.

Klietmann se fijó en los transeúntes, tratando de no distraerse con las mujeres que iban ligeras de ropa, y vio que Hubatsch tenía razón. Y afinando más, se dio cuenta de que ni uno de los hombres que alcanzaba a ver, vestía con la pomposidad preferida por los jóvenes ejecutivos. Tal vez todos los jóvenes ejecutivos se encontrasen en sus despachos a esta hora. Fuese cual fuere la razón de la falta de trajes oscuros y zapatos «Bally» negros, Klietmann sentía que llamaba la atención, aunque él y sus hombres iban dentro del coche. Como muchos transeúntes llevaban gafas de sol, decidió que ponérselas le daría algo en común, con algunos de los ciudadanos.

Cuando el teniente se puso sus «Ray-Ban», hicieron lo propio Von Manstein, Bracher y Hubatsch.

—Está bien, vamos allá —dijo Klietmann.

Sin embargo, antes de que pudiese bajar el freno de mano y poner el coche en marcha, alguien llamó a su ventanilla. Era un policía de tráfico de Palm Springs.