En el laboratorio principal del Instituto, el objeto dominante era la puerta a través de la cual podía uno pasar a otros tiempos. Era un ingenio enorme, en forma de barril, de cuatro metros de longitud y dos y medio de diámetro, de acero pulimentado en el exterior y forrado por dentro de cobre pulido. Descansaba sobre bloques de cobre que lo sostenían a medio metro del suelo. Gruesos cables eléctricos salían de allí y, dentro del barril, extrañas corrientes hacían que el aire brillase como si fuese agua.
Kokoschka volvió a la puerta a través del tiempo, materializándose en el interior del enorme cilindro. Había hecho varios viajes aquel día, siguiendo a Stefan en tiempos y lugares lejanos, y al fin se había enterado de por qué el traidor estaba obsesionado por rehacer la vida de Laura Shane.
Corrió hacia la escotilla de la puerta y descendió al laboratorio, donde los científicos y tres de sus propios hombres le estaban esperando.
—La niña no tiene nada que ver con los complots del bastardo contra el Gobierno, ni con sus intentos de destruir el proyecto del viaje en el tiempo —dijo Kokoschka—. Es una cuestión completamente independiente, una cruzada personal.
—Así pues, ahora sabemos todo lo que ha hecho y por qué lo ha hecho —intervino uno de los científicos—, y puedes eliminarle.
—Sí —dijo Kokoschka, cruzando la habitación hacia el cuadro principal de programación—. Ahora que hemos descubierto todos los secretos del traidor, podemos matarle.
Al sentarse en el cuadro de programación, con intención de disponer la puerta para que le trasladase a otro tiempo en el que pudiese sorprender al traidor, Kokoschka decidió matar también a Laura. Sería tarea fácil, algo que podría realizar él solo, pues contaría con el factor sorpresa de su parte. De todos modos, siempre que podía prefería trabajar solo; le disgustaba compartir con otros el placer. Laura Shane no representaba ningún peligro para el Gobierno ni para sus planes de reformar el futuro del mundo, pero la mataría en presencia de Stefan simplemente para romper el corazón del traidor antes de perforarlo con una bala. Además, a Kokoschka le gustaba matar.