La noche del 1.° al 2 de junio la 90.ª División Ligera y la «Trieste» operaron contra Bir Hacheim, cruzando los campos de minas sin pérdidas graves, y rodeando la fortaleza por el este.
Tras haber sido rechazadas nuestras peticiones de rendición, se lanzó el ataque hacia el mediodía. La «Trieste», desde el nordeste, y la 90.ª Ligera, desde el sudeste, avanzaron contra las fortificaciones, posiciones de campaña y campos de minas de los franceses. Tras nuestra preparación artillera, se inició una batalla extremadamente dura, que duraría diez días completos. Con frecuencia tomé personalmente el mando de las fuerzas atacantes, y he de reconocer que rara vez tuvimos en África unas jornadas más activas. Los franceses se defendían dentro de un bien planeado sistema de posiciones y pequeños nudos de resistencia, junto con blocaos y nidos de ametralladoras y antitanques, todo ello rodeado por densos campos de minas. Esta forma de defensa es extraordinariamente efectiva contra la artillería o los ataques aéreos, ya que incluso los impactos directos ocasionan pocos daños. Se hace necesaria gran cantidad de munición para ocasionar pérdidas reales a un enemigo que haga uso de la misma.
Resultaba especialmente difícil abrirse paso por los sectores minados, bajo el fuego de los franceses. Se llevaron a cabo hazañas sobrehumanas, por parte de los zapadores, que sufrieron muchas bajas. Actuando bajo pantallas de humo y fuego artillero, se vieron con frecuencia obligados a excavar directamente entre las minas. Nuestra victoria se debió en gran parte a sus esfuerzos.
Bajo continuos ataques de la Luftwaffe (desde el 2 de junio hasta el 11, en que se tomaron las últimas posiciones francesas, la Luftwaffe realizó 1.300 salidas contra Bir Hacheim), las posiciones francesas fueron atacadas en el norte por grupos de asalto mixtos, extraídos de varias formaciones, y en el sur por la 90.ª División Ligera. Pero quedaron contenidos por el excelente sistema de defensa inglés.
Durante los primeros días, el grueso de las fuerzas británicas permaneció tranquilo, y su único movimiento consistió en una arremetida, el 2 de junio, contra la «Ariete», que resistió obstinadamente. Tras un contraataque de la 21.ª División Panzer, la situación volvió a estabilizarse. Grupos de combate ingleses hostigaron de continuo nuestro sistema de aprovisionamiento al sur de Bir Hacheim, causándonos grandes molestias. Se colocaron minas en las rutas del desierto y se organizaron ataques contra nuestras columnas, distinguiéndose especialmente el grupo motorizado «August». Nos vimos obligados a utilizar vehículos blindados y cañones a tracción propia, para proteger los convoyes.
El Áfrika Korps aprovechó aquel descanso para proceder a la reparación de parte de su material pesado. El día 2 de junio disponía de sólo 130 tanques utilizables, contra los 320 con que contaba al iniciarse la batalla. Dicho número empezaba a incrementarse lentamente otra vez.
3 junio 1942.
Queridísima Lu:
La batalla prosigue, aunque nuestra situación es tan favorable, que no debemos preocuparnos. Estoy seguro de que saldremos airosos de todo y alcanzaremos nuestros objetivos.
Podíamos observar que algo se estaba preparando. Era evidente que los ingleses lanzarían pronto un ataque, ya en la línea sostenida por nuestros blindados en el norte, ya contra nuestros contingentes enzarzados en Bir Hacheim, al sur[54]. Durante la noche del 4 al 5 de junio situamos a la 15.ª División Panzer en posición al sur de Bir el Harmat, desde donde le sería posible maniobrar hacia el nordeste o sudeste, según la procedencia del ataque inglés. La importancia de tal disposición quedaría plenamente demostrada la mañana del día 5 de junio.
Poco antes de las seis, y tras una hora de fuerte preparación artillera, las brigadas acorazadas inglesas 2.ª y 22.ª, junto con la 10.ª india y la 201.ª de la Guardia, se lanzaron al ataque contra la «Ariete». Con el fin de engañar al adversario, lanzaron cortinas de humo y sometieron a fuerte barrera de artillería a la zona de la 21.ª División Panzer, que enlazaba al norte con la «Ariete». Poco después se iniciaba un ataque en dicho punto por la 4.ª Brigada Acorazada y el 42.° Real Regimiento de Tanques, con objeto de dividir nuestras fuerzas.
Rommel se engaña en varios detalles. El ataque inicial desde el este fue encomendado a la 10.ª Brigada hindú, que, tras haber capturado Aslagh Ridge dejó a la 22.* Brigada Acorazada proseguir la operación, apoyada por la 9.ª Brigada de Infantería. Ambas se encontraron pronto en situación difícil. El ataque convergente del norte fue iniciado por la 32.* Brigada de Tanques, que disponía de dos unidades, el 7.° y el 42.° R.R.T., y parte de la 69.ª Brigada de Infantería. La operación no dio resultado, y no fue hasta más tarde cuando se utilizaron la 2.ª y la 4.ª Brigadas Acorazadas, con el fin de restablecer la situación. Su ataque resultó desconectado y fracasó en su empeño de salvar a la 10.ª Brigada de Infantería india y a cuatro regimientos de artillería, que quedaron aislados y arrollados.
El ataque inglés había sido más fragmentario aún de lo que Rommel imaginaba. En cuanto a sus consecuencias, el propio Auchinleck las revela en su parte: «Este fracasado contraataque ha marcado el punto más crítico de toda la batalla».
En vista de la fuerte presión inglesa —las fuerzas enemigas en este sector eran varias veces superiores a las nuestras— la «Ariete» retrocedió hasta las líneas artilleras, donde el ataque inglés se detuvo, gracias a la fuerte reacción de nuestras piezas. Entretanto, y para aliviar la presión sobre los italianos, el 8.° Regimiento Panzer de la 15.ª División se había abierto camino hasta Bir el Tamar.
Desde estas posiciones, y con su flanco norte asegurado, el Ejército Panzer inició el contraataque. El grupo de combate Woltz, desplegado como reserva 10 Km. al nordeste de Bir Hacheim. avanzó bajo mi mando hasta la retaguardia inglesa en Knightsbridge. La 15.ª División Panzer marchaba a nuestra izquierda. Su tarea consistía en encerrar a los ingleses por el sur. Pronto las piezas de nuestros tanques dispararon desde todas direcciones sobre los ingleses, que se retiraron luchando con extraordinaria tenacidad, según su costumbre, pero con movimientos bastante rígidos. Por la tarde, más de 50 tanques británicos quedaban destruidos sobre el campo de batalla.
El ataque a Bir Hacheim y la contraofensiva inglesa (5 y 6 de junio de 1942).
A las seis de la mañana siguiente, la masa de la 21.ª División Panzer, hasta entonces muy bien contenida por los ingleses, pudo lanzar un ataque hacia el este. Por fin el enemigo empezaba a ceder. El grupo de combate Woltz cerró el Trigh Enver Bei por el oeste, obligando a los británicos a afluir al lugar en el que las fuerzas del Eje prodigaban un fuego destructor. Pronto el grupo Woltz sufrió un fuerte ataque del este, y tras verse rebasado por el sur, hubo de retirarse durante la noche a Bir el Harmat.
Una vez más las fuerzas del Eje habían peleado soberbiamente. Bajo presión de tres lados distintos, los ingleses sufrieron cuantiosas pérdidas. Unos 4,000 soldados, especialmente de la 201.ª Brigada de la Guardia y de la 10.ª hindú, pasaron los días 5 y 6 de junio a nuestros campos de prisioneros. La última de dichas unidades, recién llegada al frente, había quedado eliminada.
Esta derrota ocasionó un gran quebranto a la potencia ofensiva del adversario. Como había pronosticado, el mando inglés no quiso emplear elementos de las dos divisiones de la línea de Gazala, con el fin de formar un segundo sector que presionara sobre la 21.ª División Panzer. Tampoco se emplearon a dicho efecto unidades de la 2.ª sudafricana. En un momento tan decisivo, lo más lógico hubiera sido arrojar a la lucha a todas las tropas disponibles. ¿De qué sirve poseer la superioridad si se permite la destrucción de las fuerzas propias una tras otra, por un enemigo que en cada encuentro concentra una masa superior en el punto decisivo?
Tras esta derrota inglesa, ya no esperamos más ataques sobre nuestras unidades alrededor de Bir Hacheim, y confiamos en que nuestro asalto a la plaza se realizara sin dificultades.
Entretanto, se había originado una pausa en la lucha frente a las posiciones francesas. El día 6 de junio, a las once de la mañana, la 90.ª División Ligera reanudó su ataque contra los soldados del General Koenig. Las puntas de lanza consiguieron aproximarse hasta 800 m. del Ridotta[55] Bir Hacheim, pero una vez allí hubieron de detenerse otra vez. Una granizada de fuego cayó sobre nuestras filas, en aquel terreno rocoso y despejado, y el asalto se aplazó hasta la noche. El dogal alrededor de Bir Hacheim era cada vez más asfixiante. Débiles ataques realizados por la 7.ª Brigada Motorizada inglesa sobre nuestra 9.ª División Ligera fueron rechazados sin dificultad.
La noche del 6 al 7 de junio la 90.ª División Ligera abrió diversos pasos en los campos de minas, y grupos de asalto se aproximaron, amparados por la obscuridad, hasta una distancia conveniente, para iniciar el ataque, que sería apoyado por el grupo de combate Wolf. La mañana del 7 de junio, después de un bombardeo aéreo y de artillería, la infantería se lanzó a la conquista de las posiciones francesas. Sin embargo, y a pesar del ímpetu de nuestros muchachos, también este intento fracasó. Sólo en el norte se señalaron algunas penetraciones. Aquello constituía un gran éxito de los franceses, que se encontraban completamente aislados del resto de sus fuerzas. Con el fin de cansarles, a la noche siguiente se dispararon multitud de bengalas y se sometió a la plaza a un fuego incesante de ametralladora. Pero aun así, cuando las patrullas de asalto reanudaron su actividad por la mañana, los franceses contestaron con irrreductible violencia. Las tropas adversarias se aferraban a sus trincheras, ocultándose perfectamente a nuestra vista.
8 junio 1942.
Queridísima Lu:
Los dos días últimos han sido particularmente agitados, pero también fructíferos. Por los partes de guerra te habrás enterado de cómo marchan las cosas por aquí. La pugna durará otra quincena, pero por aquel entonces confío en que haya transcurrido lo peor.
En medio de las batallas de tanques del 6 de junio (cumpleaños de Frau Rommel) me acordé de ti, confiando en que mi felicitación llegara puntualmente.
El 9 de junio me puse al frente de un nuevo grupo de combate del Áfrika Korps, para que apoyase el ataque a Bir Hacheim. Desde primeras horas de la mañana nuestra infantería se lanzó en oleadas contra las defensas enemigas. Al mediodía, la 90.ª División Ligera, que hasta entonces se había limitado a apoyar con sus armas pesadas al grupo que atacaba en el norte, se unió al asalto desde sus posiciones situadas al sur. Expuestos continuamente al fuego de los franceses, que lucharon denodadamente hasta el fin, nuestros soldados sufrieron numerosas bajas. Sin embargo, a las ocho de la noche se habían abierto camino hasta unos 220 m. del Ridotta Bir Hacheim. Durante la jornada, Ritchie había lanzado un débil ataque de diversión contra las unidades de cobertura de la 90.ª Ligera, al sur de Bir Hacheim, utilizando batallones motorizados y un regimiento acorazado de la 4.ª Brigada. No tropezamos con dificultades para rechazarlo.
Entretanto, habían surgido complicaciones con Kesselring, el cual era objeto de severas críticas por los lentos progresos de nuestro ataque contra los franceses. Lo que más le preocupaba era el tener que emplear continuamente a las formaciones de la Luftwaffe sobre Bir Hacheim, a pesar de las graves pérdidas sufridas. (En un solo día la R.A.F. había derribado a 40 «Siufcas»). Insistía en que se lanzara un inmediato asalto con todas nuestras formaciones blindadas, pero ello resulta imposible, porque los tanques no pueden ser mandados impunemente a través de los campos de minas. Además, Ritchie no hubiera permanecido inactivo en los demás frentes. Semejante operación hubiese resultado catastrófica. Hicimos lo posible para aplacar a Kesselring, quien probablemente tenía una idea muy superficial de las dificultades con que tropezábamos.
Al día siguiente, 10 de junio, el grupo de combate del Áfrika Korps, bajo el mando del Coronel Baade, consiguió, por fin, introducirse en la posición clave del enemigo, al norte de Bir Hacheim. El ataque se desarrolló bajo intenso fuego artillero y bombardeos aéreos, mientras los franceses defendían desesperadamente cada nido de resistencia y sufrían cuantiosas bajas. Después de aquella penetración ya no era posible proseguir la defensa.
Nos pareció probable que el enemigo ayudase a la guarnición francesa, con el fin de animarla a una salida. Parte de la 7.ª Brigada Motorizada, que hasta entonces se había dedicado a hostigar nuestras líneas de aprovisionamiento, había sido señalada, por nuestra observación, en marcha hacia Bir Hacheim. Con el fin de estar prevenido, ordené a la 15.ª División Panzer que se dirigiera a dicho lugar. Al día siguiente obligaríamos a los franceses a cesar en su enconada y terca resistencia.
No obstante, y a pesar de las medidas tomadas, la mayor parte de la guarnición logró escapar durante la noche, bajo el mando de su jefe, el General Koenig, desapareciendo en las tinieblas hacia el oeste, donde se unió a la 7.ª Brigada Motorizada inglesa. Más tarde descubrimos que las instrucciones cursadas para el cierre absoluto del cerco no habían sido cumplidas en el lugar por el que se efectuó la fuga. Una vez más quedaba demostrado que por desesperada que sea una situación, un jefe resuelto puede salir airoso, si sabe aprovechar las circunstancias.
La 90.ª División Ligera ocupó Bir Hacheim a primera hora de la mañana del 11 de junio. Unos 500 soldados franceses cayeron en nuestro poder, la mayoría heridos. Más tarde inspeccioné la fortaleza objeto de tan enconada lucha y cuya caída había esperado con tanta impaciencia[56].
A pesar del valor demostrado por los ingleses en Ualeb y los franceses en Bir Hacheim, Ritchie se había equivocado, si creyó que mis fuerzas flaquearían ante aquellas feroces batallas. Desde luego, habíamos sufrido cuantiosas pérdidas, pero en modo alguno podían compararse a las de los ingleses, porque en los núcleos de resistencia que cercamos, miles de británicos hubieron de rendirse por falta de agua y municiones. El sacrificio de formaciones enteras por motivos psicológicos es generalmente un grave error[57]. Aunque considerables ventajas pueden obtenerse a veces al ordenar a ciertas formaciones que resistan hasta el fin, debe siempre reflexionarse cuidadosamente antes de adoptar tal decisión, porque la confianza del soldado, tan necesaria a su jefe, podría debilitarse. Los hombres dejarán de obedecer las órdenes cuando empiecen a temer que en un momento de crisis se les deje en la estacada.
La tarde del 11 de junio puse en movimiento a las fuerzas empleadas en la conquista de Bir Hacheim, dirigiéndolas al norte, con el fin de forzar una decisión sin mayor retraso.
A última hora de la tarde, la 15.ª Panzer y la 90.ª Ligera, con los Batallones de Reconocimiento 3.° y 33.°, todos bajo mi mando, alcanzaron una zona situada a 10 ó 15 Km. al sudoeste de El Adem. Con el fin de eliminar el peligro que significábamos, Ritchie trasladó a la 2.ª Brigada Acorazada inglesa desde un punto situado al sur de Acroma hasta las inmediaciones de Bir Lefa. Tras encarnizada batalla con la concentración de blindados ingleses, que lucharon apoyados por fuerte masa artillera, conseguimos ocupar los alrededores de El Adem y el sur de Trigh Capuzzo, antes del mediodía del 12 de junio. La 90.ª División Ligera procedió a la conquista de El Adem. Los ingleses sufrieron considerables pérdidas en tanques, y les hicimos 400 prisioneros. La 29.ª Brigada hindú se defendió valientemente en la «caja» de El Adem.
La misma mañana (del 12) un grupo de combate de la 21.ª División Panzer marchó hacia el este, presionando a los blindados ingleses, que, situados entre las dos divisiones Panzer alemanas, carecían ya de libertad de movimientos. En este sector sumamente reducido, Ritchie situó a la 32.ª Brigada de Tanques, sacada de la línea de Gazala. Una continuación del ataque hacia el noroeste, por parte de la 15.ª División Panzer, prometía dar excelentes resultados. La iniciativa se encontraba ahora en nuestras manos.
Por la mañana situé a mi Kampfstafjel en una altura al sudeste de El Adem, desde donde observé el curso de la batalla entre la 90.ª División Ligera y los indios. Incesantes bombardeos aéreos ingleses estaban haciendo pasar muy mal rato a la división. Más tarde quise trasladarme a la 15.ª Panzer, pero nuestros vehículos fueron atacados desde el norte y el sur y obligados a permanecer inmóviles en terreno descubierto, durante varias horas. Por la tarde llegué a la 15.ª División Panzer, a la que pude acompañar en su ataque hacia el oeste. Durante el anochecer fuimos bombardeados por algunos de nuestros «Stukas». Al parecer, eran perseguidos por los cazas ingleses, y a causa de su poca velocidad veíanse obligados a descargar sus explosivos sobre nosotros. Sin embargo, los tres —Bayerlein, el chófer y yo— escapamos sin un rasguño.
Pasé el día siguiente (13 de junio) con el Áfrika Korps, cuya 15.ª División Panzer limpiaba el terreno escarpado hacia el oeste, mientras las divisiones italianas «Trieste» y «Ariete» empujaban a los británicos hacia la zona septentrional del Trigh Capuzzo. La 21.ª División Panzer empezó también a avanzar, a última hora de la tarde, en dirección este, en medio de una furiosa tempestad de arena, que a veces eliminaba toda visibilidad. La destrucción de tanques ingleses prosiguió. Uno tras otro, de los 120 que probablemente poseían, quedaron sobre el campo de batalla. Un fuego infernal se desencadenaba desde diversos lugares sobre las aprestadas formaciones, cuya fuerza disminuyó gradualmente. Sus contraataques eran cada vez menos frecuentes.
Por desgracia, la 90.ª División Ligera estuvo varias horas sin poder cumplir las órdenes recibidas, ya que los ingleses atacaban por todos lados, obligándola a luchar por su supervivencia. Por la tarde pudo despegarse, y tras haber eludido una fuerte columna británica, se dirigió a su posición.
La Brigada de la Guardia evacuó Knightsbridge, aquel día, tras haber sido sometida durante toda la mañana al fuego combinado de cuantas piezas pudimos concentrar. Dicha brigada era un reflejo claro de las virtudes y defectos del soldado inglés: tremendo valor y tenacidad, combinados con una extraordinaria rigidez de movimientos. La mayor parte de las fuerzas acorazadas de que disponía la brigada quedó destruida durante el día o en la retirada de la noche siguiente.
Tenía la intención de concentrar a todas mis fuerzas motorizadas, tanto alemanas como italianas, durante el día siguiente o el otro, con el fin de llegar hasta el mar. Las divisiones inglesas de la línea de Gazala, que empezaban a marchar hacia el este por la ruta de la costa, serían rechazadas y destruidas. Los aparatos de Kesselring atacaban ya a las columnas, y los incendios iluminaban la Vía Balbia.
Combates del 12 y 13 de junio de 1942.
Resultaba claro que la lucha sería encarnizada durante el día siguiente, ya que los ingleses parecían decididos a sostenerse en Acroma, con el fin de mantener abierta la carretera para las tropas que se retiraban de la línea de Gazala. Ritchie sacrificaría hasta el último tanque con el fin de conseguirlo.
Al atardecer del día 13, las fuerzas blindadas inglesas quedaban reducidas a 70 tanques. Aunque Rommel había perdido también muchos, disponía de una superioridad de más de dos contra uno, y al hallarse en posesión del campo de batalla, podía recuperar y reparar los averiados, cosa imposible a Ritchie.
La batalla, que tan mal había empezado para nosotros, estaba adoptando un cariz favorable, gracias al valor de los soldados alemanes e italianos.
Durante la noche del 13, las dos divisiones del Áfrika Korps quedaron desplegadas al oeste de Trigh Bir Hacheim para un ataque hacia el norte. Las divisiones italianas «Ariete» y «Trieste» actuarían de protección para el flanco oriental. La 90.ª División Ligera se desplazó hacia el este, a fin de colocarse en posición para un rápido avance hasta las proximidades de Tobruk.
A la mañana siguiente (día li) las Divisiones Panzer alemanas empezaron a rodar hacia el norte. Se ordenó «a toda marcha», puesto que los vehículos ingleses corrían hacia el este a millares. Yo iba con los tanques, instando a sus jefes a mantener la rapidez de la marcha. De improviso nos encontramos en un amplio cinturón de minas. Ritchie había intentado formar un nuevo frente defensivo, trasladando al mismo a todos sus blindados. El avance se detuvo, y sobre nuestros vehículos cayó una catarata de proyectiles perforantes.
Inmediatamente ordené a los regimientos de reconocimiento abrir pasos en los campos de minas, tarea que se realizó con facilidad, gracias a la violenta tormenta de arena que se desencadenó hacia el mediodía. Entretanto, mandé a nuestros cañones de 170 mm. que abrieran fuego sobre la Vía Balbia. El tronar de nuestras piezas se mezcló al fragor de las demoliciones, ya que ingleses y sudafricanos estaban volando sus depósitos de munición en la línea de Gazala.
Por la tarde, el 115.° Regimiento de Fusileros atacó la cota 187. A pesar de la violenta reacción de los tanques, la artillería y los antitanques ingleses, el ataque ganó terreno. Hacia las cinco los ingleses empezaron a disminuir su fuego, al que durante algunas horas había estado expuesto mi propio vehículo, y la resistencia enemiga se desmoronó. Fuertes contingentes cedieron, con la más negra amargura pintada en sus rostros. Al atardecer, la barrera inglesa quedó perforada. Tras una victoriosa aunque violenta lucha, que podía ser medida por los 45 tanques ingleses que quedaron sobre el terreno, las Divisiones Panzer alemanas llegaron a la zona del este de Acroma. El camino hacia la Vía Balbia quedaba virtualmente abierto.
La 1.ª División Acorazada inglesa no se encontraba en condiciones para actuar, y abandonó el campo de batalla durante la noche.
Sus restantes carros fueron transferidos a la 4.ª Brigada Acorazada (de la 7.ª División Acorazada). Esta brigada, única que quedaba indemne, fue reforzada hasta 60 tanques.
Aquella misma noche, unidades de la 50.ª División inglesa consiguieron abrirse paso a través del 10.° Cuerpo italiano y escapar hacia el sur. Aunque destruímos 400 vehículos y capturamos varios centenares de prisioneros, los efectivos de cerca de una brigada lograron huir. Después, el jefe inglés condujo a sus tropas en pequeñas columnas por nuestra zona de abastecimientos, donde ocasionaron considerables daños. Hubiera resultado favorable a las dos divisiones inglesas escapar por aquel mismo lugar, ya que de este modo hubiesen disfrutado de mejores condiciones que las que reinaban en la Vía Balbia, y las brigadas acorazadas no hubiesen quedado destruidas en la difícil posición de Acroma. Tal como ocurrieron las cosas, la destrucción de los blindados ingleses, cuyos restos dirigíanse a Egipto, representó para Ritchie perder la última oportunidad para contender con eficacia en la Marmárica.
Tras la caída de Got el Ualeb y Bir Hacheim, el mando inglés hubiera hecho mejor en comprender que nada podía esperarse de la zona norte de la línea de Gazala. No había servido de nada sacrificar a la 1.ª Brigada francesa, a menos que el tiempo ganado hubiese permitido llevar a las dos divisiones de Gazala al sector Acroma-Gazala, utilizándolas en una defensa móvil contra el esperado avance de mis unidades motorizadas. Con sus 300 cañones y sus 300 vehículos blindados ligeros y auto ametralladoras hubiesen inclinado la balanza en su favor. Mis divisiones italianas, con sus armas prehistóricas y, peor aún, su carencia de vehículos, no podrían haber sido enviadas al desierto, a menos de contar con un fuerte apoyo motorizado alemán. En las primeras horas del 15 de junio, unidades de la 15.ª División Panzer atravesaron la Vía Balbia en dirección al mar. Sin embargo, y contrariamente a mis instrucciones, el destacamento que debía cerrar la ruta costera era sólo de siete tanques. Los ingleses y sudafricanos no tuvieron dificultad en eliminarlo y superar el obstáculo; de este modo algunas unidades más escaparon hacia el este, muchas de ellas en rápida fuga. Poco después la brecha quedaba finalmente cerrada. Entretanto, se habían unido a la persecución las divisiones italianas y la brigada alemana procedentes de la línea de Gazala.
15 junio 1942.
Queridísima Lu:
Hemos ganado la batalla, y el enemigo está deshecho. Ahora nos dedicamos a eliminar grupos cercados. Excuso decirte lo satisfecho que estoy. Esta vez la limpieza ha sido completa. Desde luego, también nosotros hemos sufrido pérdidas. Gause y Westphal han sido heridos. El primero regresará dentro de tres o cuatro semanas, y el segundo, en un mes o dos. Mi salud sigue buena. He vivido en mi vehículo durante días enteros, sin tiempo para abandonar el campo de batalla ni siquiera al caer la noche. Después de todo, quizás en julio podamos vernos.
La retirada inglesa (15-20 de junio de 1942).
Había retirado ya a la 21.ª División Panzer de Acroma durante la mañana, enviándola al este, a través de El Adem, con la 90.° División Ligera y un grupo de reconocimiento. El ataque sobre la «caja» de El Adem, con sus núcleos fortificados de Batruna y El Hatian, se inició en formación abierta, y un violento intercambio de disparos tuvo lugar bien pronto entre nuestros tanques y los hindúes que defendían la plaza. Aquella noche se tomó al asalto Batruna, capturándose 800 prisioneros, numerosos cañones y mucho material de guerra. A pesar de los ataques de la aviación inglesa, la división alcanzó Sidi Rezegh antes de que transcurriera mucho tiempo, y al cerrar la noche se detuvo provisionalmente el avance, bajo el nutrido fuego de los británicos. La 90.ª División Ligera no consiguió tomar aquel día El Hatian, posición clave de El Adem, a pesar de las numerosas tentativas realizadas.
Entretanto, los restos del 8.° Ejército inglés se habían retirado hasta la zona fronteriza egipcia. Evidentemente, Tobruk y El Hatian desempeñarían el papel de núcleos de contención, mientras se fortificaba convenientemente la frontera.
Estaba convencido de que en Tobruk debía existir una gran desorganización, porque parte de la 2.ª División sudafricana nos había combatido en Acroma. Debíamos, pues, atacar y tomar la ciudad aprovechando la confusión reinante, mientras la moral del adversario acusaba los efectos de nuestra victoria en el desierto. Una vez más, la velocidad resultaba elemento primordial.