Durante la noche del 7 al 8 de diciembre, y mientras se mantenía la defensa del frente occidental de Tobruk, el Áfrika Korps y el Cuerpo Motorizado italiano se despegaron del enemigo. Elementos del XXI Cuerpo italiano no motorizado y de la 90.ª División Ligera estaban llegando ya a la posición de Gazala. El peligro principal para nosotros residía en el flanco meridional, donde el enemigo hubiera podido rebasarnos sin dificultad. En consecuencia, el Áfrika Korps fue mandado a cubrir todo aquel sector. Sin embargo, el enemigo no realizó tan ambiciosa tentativa, sino que limitóse a lanzar algunos, ataques contra nuestro frente, todos los cuales fueron rechazados. La línea de Sollum —situada ahora a 200 Km. del grueso de las fuerzas— seguía firme, a pesar de no existir ruta terrestre para aprovisionarla.
Una fuerza substancial fue destinada a proteger el punto más débil y peligroso del flanco germanoitaliano, en el pasillo de Agedabia, donde al enemigo le hubiera resultado extremadamente fácil cortar la línea vital de todo el Ejército del Eje.
Retirándose paso a paso, librando acciones aisladas, a veces muy reñidas, todas las tropas alcanzaron la línea de Gazala en 12 de diciembre, sin que el enemigo lograra aislar a ningún destacamento digno de mención o infligir pérdidas graves.
La decisión de Rommel no fue del agrado del Mando italiano, y en la siguiente anotación de su diario muestra una faceta interesante de los acontecimientos:
«He recibido también la visita de Su Excelencia Bastico, en un barranco al sudeste de la bahía de Ain el Gazala, donde establecimos nuestro Cuartel General el 12 de diciembre. Está muy irritado por el modo en que se desarrolla la batalla, y siente preocupación especial por el sector de Agedabia, a donde quiere mandar una división italiana en cuanto sea posible. Discutimos agriamente y le dije, entre otras cosas, que no estaba dispuesto a desprenderme de ninguna división italiana para que la enviara a otro sector. En este caso no me quedaría más remedio que realizar la retirada de Cirenaica sólo con las fuerzas alemanas, dejando a las italianas correr su propia suerte. Añadí que estaba seguro de abrirme paso, pero que, en cambio, los italianos no lo lograrían sin nuestra ayuda. En resumen, declaré que ni un solo soldado de dicha nacionalidad sería retirado de mi mando, tras de lo cual Su Excelencia Bastico se volvió más tratable».
12 diciembre 1941.
Queridísima Lu:
No te preocupes por mí. Todo saldrá perfectamente. Aun no hemos superado la crisis, que proseguirá seguramente durante otras dos semanas. Pero aun tengo esperanzas de mantenerme aquí. Vivo en una casa auténtica, que dispone de un «sótano para héroes» (refugio antiaéreo). Paso los días con los soldados.
Felices Navidades a ti y a Manfred. Espero estar con vosotros poco después de que hayan transcurrido.
El 13 de diciembre un poderoso ataque de la infantería enemiga rompió la línea del XX Cuerpo Motorizado italiano, y sus fuerzas de reconocimiento alcanzaron Bir Temrad, 20 Km. detrás de nuestro frente.
13 diciembre 1941.
Queridísima Lu:
La situación se ha vuelto extremadamente grave, a causa de haber cedido una gran formación italiana. Sin embargo, espero mantener el terreno. Por lo demás, me encuentro bien y en un lugar fijo.
Simultáneamente fuerzas acorazadas enemigas (4.ª Brigada Acorazada) estaban envolviendo las posiciones del Áfrika Korps por el lado del desierto. La penetración frontal adversaria quedó temporalmente contenida, gracias a un vigoroso contraataque, pero podía verse renovada en cualquier momento. Además, resultaba evidente la posibilidad de que las fuerzas acorazadas enemigas pudieran alcanzar el cruce de carreteras de Mechili, interrumpiendo nuestros suministros y cortando nuestra retirada de Cirenaica. No servía de nada ocultar el hecho de que el potencial de las fuerzas del Eje estaba próximo a agotarse, y Rommel informó así al Alto Mando: «Tras cuatro semanas de ininterrumpida y costosa lucha, el poder combativo de las tropas —a pesar de algunos actos individuales que califico de soberbios— muestra signos de flaqueza, y más considerando que el suministro de armas y municiones se ha casi interrumpido por completo. El Ejército intentará mantenerse en la zona de Gazala durante el 16 de diciembre, pero la retirada hasta la línea MechiliDerna será inevitable, a lo más tardar durante la noche del mismo día 16, si queremos escapar a vernos rebasados y destruidos por fuerzas superiores de nuestros enemigos».
El Alto Mando italiano sintióse horrorizado ante aquel plan. El 16 de diciembre el General Cavallero apareció en el Cuartel General del Ejército y celebró diversas conferencias con Rommel. En el diario de éste se lee lo que sigue:
«En mi entrevista, a las tres y cuarto, con el General Cavallero, puse de manifiesto que, teniendo en cuenta el desarrollo de la lucha, sólo me quedaba una posibilidad: la de despegarme del enemigo durante la noche, al sur de Ain el Gazala y en las cercanías de Tmimi, retirando nuestras tropas hacia Mechili y Tmimi, respectivamente. El enemigo había envuelto la totalidad de dicho frente, y nuestro único camino de retirada lo ofrecía una estrecha franja a través de Tmimi. Las tropas italianas carecían de valor combativo. Cavallero no opuso resistencia.
»Sin embargo, a las once de la noche apareció de nuevo en mi Cuartel General, acompañado ahora del Mariscal Kesselring, Su Excelencia Bastico y el General Gambara. Con voz emocionada pidió que fuera revocada la orden. No veía la necesidad de retirarse, y temía dificultades políticas para el Duce si se perdía la Cirenaica. Kesselring lo apoyó enérgicamente, y añadió que de ninguna forma podía abandonarse el aeródromo de Derna. Me mantuve firme y declaré que era demasiado tarde para alterar mi decisión. La orden había sido cursada ya, y en muchos sectores debería estar ejecutándose. A menos que el Grupo Panzer deseara correr el riesgo de una completa destrucción, no tenía más remedio que abrirse camino hacia atrás, a través de las líneas enemigas, durante la noche. Comprendía perfectamente que aquello podía significar la pérdida eventual de Cirenaica, y que se provocarían dificultades de tipo político, pero el dilema al que me enfrentaba era el de permanecer allí sacrificando al Grupo Panzer —y perdiendo Cirenaica y Tripolitania— o iniciar la retirada aquella noche, abriéndome camino hasta Agedabia y defender después Tripolitania. Sólo podía escoger la última de ambas soluciones. Su Excelencia Bastico y Gambara se comportaron de manera tan violenta, que por fin me vi obligado a preguntar a Bastico cuál era su propuesta para salir airosos de la situación, como jefe de las Fuerzas del Norte de África. Bastico evadió la pregunta, declarando que aquello no era de su incumbencia; se reafirmó sólo en que debíamos mantener nuestras fuerzas unidas. Finalmente, la delegación abandonó mi Cuartel General sin haber conseguido nada en concreto». La tarde del 16 de diciembre el Áfrika Korps y el Cuerpo Motorizado italiano, todos bajo el mando del General Cruewell, iniciaron su retirada por el vértice sur de las montañas de Cirenaica, hacia El Abiar, mientras la infantería italiana no motorizada se retiraba a través de Cirenaica (por la franja costera).
Retirada de Cirenaica (diciembre de 1941).
20 diciembre 1941. Queridísima Lu:
Nos retiramos. No nos ha quedado más remedio. Confío en alcanzar la línea escogida. Se nos han estropeado las Navidades.
Me encuentro muy bien. Me las he arreglado para conseguir un baño y una muda, después de haber dormido casi siempre vestido durante las últimas semanas. Han llegado algunos suministros, los primeros desde octubre. De mis ayudantes, los que no han muerto o están heridos, se sienten enfermos.
22 diciembre 1941.
¡Retirada hacia Agedabia! No te puedes imaginar lo que es esto. Espero salvar al grueso de mis fuerzas y poder detenerme en algún sitio. Poca munición y gasolina y ningún apoyo aéreo. Lo contrario de lo que le ocurre al enemigo. Pero basta de este tema…
23 diciembre 1941.
Las operaciones prosiguen satisfactoriamente, hasta donde es posible suponer tan de mañana. Parece ser que hemos conseguido librarnos de ser envueltos y salvar el grueso de las fuerzas. Si lo conseguimos por completo, las Navidades serán magníficas. ¡Qué modestos nos volvemos! No sirve de nada confiarse en el Alto Mando italiano. Hace ya mucho tiempo que se hubiera dejado atrapar con todas sus tropas.
25 diciembre 1941. Ayer por la tarde abrí mi paquete de Navidad, complaciéndome mucho las cartas tuyas y dé Manfred, y los regalos. Algunos de ellos, como la botella de champaña, los llevé en seguida al vehículo de información para compartirlos con el jefe de la misma, el Ia y el Ie. La noche ha transcurrido tranquila. Pero las divisiones italianas nos han causado muchas preocupaciones. Existen notables indicios de desintegración, y las tropas alemanas se ven obligadas a cada instante a acudir en su ayuda. Los ingleses sufrieron una desilusión en Bengasi, al no poder cortar nuestra retirada ni encontrar gasolina ni víveres. Cruewell se ha convertido en General de unidades Panzer. Realmente lo merece. Me llego al frente cada día, reagrupando y reorganizando nuestras fuerzas. Confío en que podamos establecer un frente.
P. D.: No creo haberte contado que Schrápler fue víctima de un accidente mortal, al ser arrollado por el «Mammoth».
El 25 de diciembre la retirada hacia Agedabia había terminado, sin que el enemigo explotara ninguna de las numerosas posibilidades de que dispuso para rebasar el flanco alemán. Las tropas germano-italianas no motorizadas ocuparon líneas de defensa eventuales a cada lado de la ciudad, mientras el África Korps y el Cuerpo Motorizado italiano tomaban posiciones alrededor de Agedabia para una defensa móvil.
Debo registrar una victoria obtenida antes de que la retirada terminase: el 19 de diciembre llegó a Bengasi un convoy naval procedente de Italia, transportando dos compañías Panzer alemanas, piezas de artillería y suministros. Eran aquéllos los primeros barcos portadores de armas que habían arribado desde que se iniciara la ofensiva inglesa a mediados de noviembre. Parte del convoy fue hundido durante la travesía, y dos compañías Panzer y una batería se perdieron.
Sigue constituyendo un misterio el porqué los ingleses no se nos adelantaron por aquel excelente terreno desierto, cortando nuestra retirada en el punto más crítico, es decir, en Agedabia. Afortunadamente para nosotros dicho peligro, del que Rommel se preocupó siempre, no llegó a tomar forma[40].
Aun así, la amenaza de que nuestro flanco fuese ampliamente envuelto a través del desierto seguía pendiente sobre Agedabia, posición muy débil desde el punto de vista operativo. En vista de las condiciones de nuestras tropas —especialmente las italianas— y las deficiencias de nuestro sistema de aprovisionamiento, no parecía aconsejable permanecer mucho tiempo en Agedabia, sino mejor limitarse a retardar desde allí el avance enemigo, y cuando el momento fuese propicio, retirar el grueso de las fuerzas hacia Merse el Brega. Rommel informó en tal sentido cerca del «Commando Supremo», y tras prolongada deliberación, aquél hubo de admitir que permaneciendo en Agedabia podíamos perderlo todo, mientras que retirándonos a Merse el Brega, podríamos conservar Tripolitania. Sin embargo, aun no había llegado el momento de iniciar la marcha.
La defensa de Agedabia se centró sobre el Áfrika Korps. Como la posición era incapaz de rechazar un ataque en gran escala, el único modo de defenderse consistía en contraataques y constante movilidad. Entretanto, el enemigo se había situado muy cerca de nuestra línea, rodeando en parte nuestro flanco del desierto. El 27 de diciembre la 22.ª Brigada Acorazada inglesa, reorganizada y aprovisionada hasta contar de nuevo con todos sus efectivos[41], avanzó por El Haseiat, mientras otras formaciones se lanzaban en ataque frontal contra Agedabia. En tres jornadas de lucha de tanques el enemigo fue rebasado por sus flancos, forzado a combatir en un frente contrario al inicial, y finalmente cercado. Unos treinta de sus carros consiguieron escapar hacia el este; la escasez de combustible nos había impedido obtener un éxito completo. Bajo la impresión de esta derrota, los elementos del Grupo de apoyo y de la Brigada de la Guardia, que realizaron el ataque frontal, se retiraron asimismo hacia el nordeste. El peligro inmediato que se cernía sobre Agedabia acababa de ser eliminado. Inmediatamente, Rommel utilizó aquel respiro para evacuar la posición y retirarse, escalonadamente y sin sufrir hostigamiento enemigo, hacia Merse el Brega. La operación se inició el 2 de enero, con la partida de la infantería italiana. Las formaciones móviles siguieron más tarde, y la totalidad de las tropas quedó dispuesta en la línea de Brega hacia el 12 del mismo mes. Mientras se libraban estas afortunadas acciones, la situación en el frente Halfaya-Bardia, a más de 700 Km. del núcleo principal, era francamente angustiosa, a pesar de la heroica resistencia que sus guarniciones seguían oponiendo. El 30 de diciembre el enemigo lanzó sobre Bardia un ataque decisivo, apoyado por fuerte concentración artillera, así como apoyo naval y aéreo, consiguiendo penetrar profundamente en nuestro dispositivo de defensa. El último de nuestros depósitos de víveres y munición cayó en sus manos, y el jefe del sector —con aprobación de la superioridad— solicitó condiciones para rendirse. La fortaleza fue entregada el 2 de enero.
En la zona de Halfaya, y a pesar de carecer de alimentos, la guarnición se sostuvo hasta el 17, cuando una vez agotados los depósitos y cortado el suministro de agua se vio obligada a capitular. El General italiano De Georgis demostró ser un jefe excelente, durante los dos meses en que las fuerzas germanoitalianas estuvieron bajo su mando.
Como resultado de la caída de las guarniciones fronterizas, las pérdidas de Rommel, que hasta entonces habían sido similares a las inglesas (18.000 hombres), aumentaron mucho más. Unos 4.000 alemanes y 10.000 italianos fueron capturados en Bardia, Sollum y Halfaya.
Los ingleses habían sufrido mayores pérdidas que su oponente, en carros blindados, durante el curso de la batalla, pero mientras se efectuaba la retirada de Rommel, pudieron recuperar y reparar a muchos de ellos, de modo que sus pérdidas totales se elevaron a 278, contra los 300 de Rommel (incluyendo a los italianos).
El combate de tanques de Agedabva (diciembre de 1941).
30 diciembre 1941.
Queridísima Lu:
Ayer sostuvimos dura lucha, con buen resultado. La nueva tentativa inglesa para cercarnos y arrojarnos hacia el mar ha fracasado.
Me encuentro de nuevo en el Cuartel General del Ejército. Kesselring y Gambara llegarán hoy. Luego, Gause irá en vuelo a Roma. Allí no tienen la menor idea de las dificultades con que se tropieza en África, y trabajan o se divierten con la rutina y la tranquilidad de siempre.
Está lloviendo, y las noches son muy frías y ventosas. Me mantengo en forma, durmiendo cuanto puedo. Debes comprender que en estos momentos no existe para mí la menor posibilidad de obtener permiso.
Por hoy, nada más. He de ir a ver al Jefe (de Estado Mayor).
31 diciembre 1941.
Mis pensamientos en este día de fin de año están más que nunca con vosotros, ya que significáis para mí toda la felicidad de este mundo.
Mis valerosas tropas realizan sacrificios sobrehumanos. Las tres últimas jornadas, durante las que hemos atacado sin descanso, han costado al enemigo 111 tanques y 23 vehículos blindados. Las dificultades bajo las que hemos conseguido esta victoria no pueden ser descritas. De todos modos, ha sido un buen final del año 1941, y nos confiere renovadas esperanzas para el 1942.
Me encuentro bien. Un gallo y una gallina han logrado acostumbrarse a esta existencia errante, y corretean en libertad alrededor del camión. Gause es también propietario de ellos.
Os mando mis mejores deseos para el año 1942.
5 enero 1942.
Todo prosigue como había sido planeado. Quizá, a pesar de todo, se nos preparen buenos tiempos. Ayer Gause estuvo visitando al Führer. Me hubiera gustado dejarle pasar quince días con su esposa en Roma. Está muy fatigado, tras todo cuanto ha debido soportar junto a mí. Nuestro Ia (Teniente Coronel Westphal) resiste bien, aunque en medio del conflicto se le ocurrió pescar una ictericia. Kesselring estuvo ayer aquí. Vamos recibiendo progresivamente material. Está realizando una buena tarea, por lo que respecta a Malta.
10 enero 1942
Mi carta de ayer llevaba también la misma fecha. Uno no sabe nunca en qué día vive.
Las operaciones prosiguen de acuerdo con lo planeado. Nuestras minas y la Luftwaffe están haciendo muy difícil la persecución del enemigo. ¡Y pensar que hemos retrocedido 500 Km., hasta una buena línea de resistencia, sin sufrir pérdidas importantes, a pesar de que el grueso de las fuerzas no está motorizado! El que nuestros generales «sin empleo» no cesen de gruñir, es cosa que no me sorprende. La crítica cuesta poco.
Por vez primera desde el 18 de noviembre el Áfrika Korps pasa hoy a segunda línea. La ictericia de Cruewell se ha agravado, y creo difícil que se recupere con facilidad. Pronto voy a ser el único de los jefes alemanes que permanecen aquí, desde el principio. Las noches son muy frías y húmedas. Siempre que puedo permanezco envuelto en mis mantas. Mi estómago sigue bien. Günther procura que mi comida sea digerible. Estoy en movimiento de la mañana a la noche, procurando que las tropas tengan todo lo necesario. Es muy importante. Mis mejores deseos para ti y nuestro hijo.
14 enero 1942.
Todo sigue de acuerdo con lo previsto. Me parece que el choque va a producirse pronto, pero abrigo la mayor confianza respecto al resultado. Kesselring llegará hoy, de modo que no podré partir hacia el frente hasta las nueve y media. Las victorias japonesas son tremendas. Dentro de unas semanas los ingleses habrán sido arrojados del Asia oriental. Ello les conducirá a buscar más victorias en el Norte de África; pero van a sufrir una desilusión. Mis tropas vuelven a estar bien dispuestas para lo que venga.
17 enero 1942.
La situación se inclina a nuestro favor, y estoy fraguando una serie de planes que no me atrevo a confiar a nadie. Me creerían loco.
Pero no lo estoy; simplemente veo algo más lejos que los demás. Ya me conoces. Cada mañana, a primera hora, me dedico a ellos. ¿Cuántas veces, en Francia, hube de ponerlos en práctica, en el transcurso de unas horas? Pues así debe ser, y será, en el futuro.
19 enero 1942.
Al mediodía el sol calienta mucho, igual que un hermoso día de primavera en casa. Los soldados toman baños. Unos días de descanso nos han hecho mucho bien. Gause ha escrito desde Roma. Al parecer, el Führer ha aprobado todo cuanto llevo hecho, y me hizo objeto de alabanzas y admiración. Los suministros han aumentado, así es que ya leerás su influencia en los comunicados de la Wehrmacht de las próximas semanas. Me siento tan complacido ante el nuevo giro que han tomado las cosas, que apenas puedo dormir. Pero ya sabes que siempre ocurre igual, cuando tengo algo en perspectiva.
Me espera mucho que hacer, y las discusiones surgen a cada instante.
20 enero 1942.
Son las seis y media. Como de costumbre, unas líneas para vosotros. Deseo os encontréis tan animados como yo. Los ingleses quizás ataquen hoy, pero estoy dispuesto a recibirlos bien. Comprenderás ahora por qué me siento alegre. Semanas de dureza y ansiedades han quedado atrás, y pronto serán olvidadas…, incluso por las tropas.
Para cuando esta carta llegue a ti, ya te habrás enterado del curso de la batalla por los partes de la Wehrmacht. Los preparativos me ocupan todo el tiempo. Cruewell no está aún repuesto, y me pregunto si podrá permanecer con nosotros mucho tiempo. Lamentaría que tuvieran que ocurrir cambios. Por mi parte, sigo perfectamente.
21 enero 1942. Dentro de dos horas el Ejército lanzará su contaataque. Tras haber sopesado cuidadosamente todas las posibilidades, he decidido correr el riesgo. Tengo una fe absoluta en que Dios tenderá sobre nosotros su mano protectora y nos otorgará la victoria.