El sitio de Tobruk se mantendría o debería ser abandonado, según fuese la suerte del frente de Sollum. En consecuencia, se hacía necesario precisar las tareas de las fuerzas ítalo-germanas en África, de la siguiente manera:
Un primer grupo aseguraría el bloqueo de la fortaleza, impidiendo cualquier salida del enemigo. Un segundo grupo ocuparía la línea de Sollum, aportando, al propio tiempo, una defensa móvil contra cualquier movimiento envolvente por Bir Hacheim, Gazala, Sollum o Sidi Ornar, impidiendo al enemigo operar a retaguardia de nuestras posiciones de Tobruk.
Las tropas no motorizadas, de las que, al contrario de los ingleses, teníamos elevado número, podrían ser empleadas con posibilidades de éxito tan sólo en los siguientes casos:
Mantener el frente de Tobruk.
Defender la línea estática Sollum - Sidi Omar.
En la ocupación de Bardia.
Ello significaba que el peso de la lucha, en caso de producirse un ataque por fuerzas mecanizadas desde el este, recaería sobre nuestras unidades motorizadas. La ocupación de ciertas posiciones fijas tenía por objeto impedir determinadas operaciones al enemigo. No podía asignarse a las fuerzas motorizadas una tarea ulterior, es decir, no era posible mantenerlas en movimiento y emplearlas a la vez en el sitio de Tobruk.
Nuestro propósito consistía en mantener las posiciones fijas indicadas arriba, mediante fuerzas no motorizadas, y disponer de formaciones motorizadas lo suficiente fuertes como para oponerse a cualquier ofensiva enemiga contra nuestro frente de Tobruk o la zona de Sollum. En consecuencia, las tropas motorizadas que se hallaban en línea serían relevadas por unidades corrientes.
A mediados de mayo nuestras previsiones estaban lejos de cumplirse. El frente de Sollum no estaba aún cubierto enteramente por la infantería; en realidad sólo se encontraban allí unos cuantos grupos de combate, sosteniéndose en lo que más bien parecían posiciones avanzadas. Un ataque por sorpresa del destacamento Herff nos había situado en el paso de Halfaya, pero la fortificación del mismo y del paso de Sollum apenas si se habían iniciado.
En tales circunstancias esperábamos, no sin cierta ansiedad, el ataque que los ingleses lanzarían a no tardar contra Sollum.
Con el fin de estar preparados para lo peor, di órdenes para que se construyera una línea en Gazala. Las defensas serían establecidas de manera similar a las de Tobruk, que habían demostrado su gran eficacia ante los métodos de ataque modernos. Sin embargo, constituía un grave problema el modo en que las fuerzas alemanas e italianas serían transportadas hasta dicho punto.
A primeras horas del 15 de mayo los ingleses lanzaron su ataque sobre nuestras fuerzas junto a Sollum. Mientras las posiciones del Paso de Halfaya y a lo largo de la frontera eran asaltadas de frente, unidades motorizadas avanzaron desde el sector de Habata, a lo largo del terreno escarpado, primero hacia el noroeste y luego hacia el norte, en dirección a Capuzzo. Tanto las fuerzas que se sostenían en los puntos principales como las unidades móviles de Herff sufrieron considerables pérdidas, y nuestras tropas se vieron presionadas hacia el norte.
Este ataque fue lanzado por Wavell con la esperanza de sorprender a Rommel antes de la llegada de la 15.ª División Panzer, rechazándolo de nuevo hacia el oeste de Tobruk. La operación se llevó a cabo por el General Gott, con la 7.ª Brigada Acorazada, que comprendía cincuenta y cinco tanques, y la 22.° Brigada de la Guardia.
Mandé en socorro de Herff un batallón Panzer reforzado por piezas antiaéreas, al mando del Teniente Coronel Kramer. Las dos fuerzas, la de Herff y la de Kramer, establecerían contacto durante la noche del 15 al 16 de mayo al oeste de Sidi Azeiz. Nuestro reconocimiento aéreo y el de las unidades que cubrían la línea Sollum-Bardia se habían formado la impresión de que los ingleses intentaban concentrar sus efectivos al sur de Sidi Azeiz, con el fin de desplazar a las tropas de Herff, la mañana del 16 de mayo, deshaciendo después nuestro frente Sollum-Bardia mediante un ataque hacia el norte. Mi intención, al unir las dos fuerzas, no era otra que la de impedir la realización de tal movimiento por parte de los ingleses.
Las tropas de Herff avanzaron al encuentro de las de Kramer durante la noche, con el fin de asegurarse de que el enemigo no las atacara por separado al hacerse de día. Pero las formaciones no se encontraron, y la mañana del 16 Kramer llegó solo a la zona de Sidi Azeiz. Contrariamente a lo esperado, el enemigo había emprendido la retirada hacia el sur, desistiendo, al parecer, de su ataque.
Lo anterior constituye un ejemplo de lo distintas que son las cosas, vistas desde uno u otro lado. La 7.ª Brigada Acorazada inglesa había avanzado hacia Sidi Azeiz, pero fue obligada a regresar al saberse que Capuzzo, que se hallaba en su flanco y hacia atrás, había sido reconquistado por un contraataque alemán, cosa que Rommel no menciona. Desconcertados ante el potencial desplegado por los alemanes, superior a cuanto se pudiera imaginar, el mando inglés decidió retirar a sus fuerzas, dejando tan sólo una guarnición en el Paso de Halfaya. Se estimó más prudente esperar un convoy que Churchill se había empeñado en mandar, a pesar de los riesgos del Mediterráneo, llevando ciento ochenta tanques «Matilda» y cien «Crusadery». Pero cuando éstos llegaron, también se encontraba ya allí la 15.* División Panzer alemana, de modo que la supuesta ventaja habíase desvanecido otra vez.
Durante los días siguientes los ingleses retrocedieron a sus líneas de partida, estabilizándose otra vez la situación. Pero nuestra guarnición del Paso de Halfaya había sido obligada a retirarse, y los ingleses lo ocupaban de nuevo. El 18 de mayo, y con excepción del paso, nos hallábamos en nuestras posiciones anteriores.
Los pasos de Halfaya y Sollum eran puntos de gran importancia estratégica, por tratarse de los dos únicos lugares, entre la costa y Habata, por donde se podía cruzar la escarpadura —de más de 200 m. de altitud— que a partir de Sollum desciende hacia Egipto, en dirección sudeste. Las posiciones de Halfaya dominaban ambos posibles caminos. En cualquier ofensiva desde Egipto la posesión de los pasos resultaría de tremendo valor para el enemigo, por ofrecerle una ruta bastante segura para su aprovisionamiento. Si, por el contrario, intentaba tomar Bardia sin contar con ellos, sería arrojado por una ruta de aprovisionamiento a través de Habata, vulnerable a un ataque de nuestras tropas.
Los ingleses empezaron a fortificar las posiciones conquistadas en Halfaya, después del 17 de mayo, desplegando fuertes grupos de combate, formados por tanques, artillería y antitanques, en el territorio conquistado. Por nuestra parte no estábamos dispuestos a dejar a los ingleses dueños del paso del Halfaya, y di órdenes a Herff para que organizara su reconquista.
23 mayo 1941.
Queridísima Lu:
No he tenido ocasión de escribirte hasta después de mi regreso de Sollum y Bardia, esta tarde. Partimos ayer a las cinco, y desde entonces no hemos cesado de recorrer este paisaje interminable en el «Mammoth», parte por senderos del desierto (cubiertos de arena y desgastados, terriblemente duros para los vehículos) y parte por la Vía Balbia. He regresado del frente muy impresionado. El mando es bueno y tenemos fuerzas de refresco, por si no nos dejan en paz. Durante la noche formamos un laager (cinco vehículos) en pleno desierto. Incluso mis ayudantes montaron la guardia sin que yo lo supiera. Ya ves si estoy bien guardado.
Tres grupos de asalto entraron en posición frente al paso (de Halfaya), la tarde del 26 de mayo, y nuestro ataque empezó la mañana del 27. Los ingleses fueron desalojados en seguida y huyeron, presa de pánico, hacia el este, abandonando en nuestras manos un botín considerable y material de toda clase. Nuestras pérdidas fueron insignificantes.
La reconquista alemana del paso de Halfaya dificultó grandemente la ofensiva inglesa de mediados de junio.
Después de dichas acciones realizamos un tremendo esfuerzo para fortalecer nuestro frente SollurnHalfaya-Bardia. La construcción de las fortificaciones en el paso de Halfaya prosiguió con el máximo vigor, y se erigieron numerosos núcleos de resistencia a lo largo de la frontera egipcia. Durante una inspección de la zona defensiva de Bardia encontré gran cantidad de material, allí donde había sido abandonado por el ejército de Graziani. Dicho material esperaba tan sólo ser puesto otra vez en servicio, y en consecuencia di instrucciones inmediatas para que todos los cañones no reclamados por los italianos se recogieran y pasaran a reforzar el frente Sollum-Halfaya-Sidi Ornar. Un número importante de las mencionadas piezas fue puesto en funcionamiento por un par de nuestros talleres alemanes, y emplazadas luego en los puntos adecuados. Pero el Alto mando italiano no estuvo de acuerdo con la medida, y el General Gariboldi me informó, a través de Heggenreiner, de que los cañones eran propiedad italiana, y sólo debían ser utilizados por italianos. Éstos habían permanecido impasibles mientras aquel material se averiaba, pero en el momento en que empezó a ser utilizable otra vez, gracias a nuestra iniciativa, se dieron cuenta de que podían reclamarlo. Sin embargo, no quise ceder.
Al planear las posiciones de Halfaya y de la cota 208, nuestros zapadores demostraron gran habilidad en emplazar baterías de 88 mm. contra los tanques, haciendo que los cañones, puestos en horizontal, no sobresalieran apenas del suelo. Deposité grandes esperanzas en la efectividad de este sistema.
Todo ello indica de manera significativa que los alemanes no sólo sabían explotar los resultados de una ofensiva en la discutida guerra acorazada, sino que también tenían noción de la defensa contra ella. Rommel fue el primer jefe de unidades Panzer que demostró la versión moderna de la teoría «espada y escudo», y también la del método «defensiva-ofensiva» en las campañas de movimiento. La eficacia de sus ataques se vio incrementada por el modo habilidoso en que supo tender celadas a sus oponentes, por si éstos atacaban a su vez, haciendo que su «espada» diera contra el «escudo» preparado de antemano.
Uno de los problemas principales era el del mantenimiento de nuestras tropas en la línea SollumHalfaya-Bardia. Con la Vía Balbia interrumpida en Tobruk por los ingleses, todos los suministros para las tropas situadas al este de Gambut debían ser transportados por el desierto, rodeando la fortaleza por el sur. Las rutas para camiones, marcadas por las tropas, se habían hecho prácticamente intransitables. Los vehículos ligeros quedaban atascados en el polvo en diversos lugares, y los camiones tropezaban con grandes dificultades para realizar su cometido. El rodear Tobruk en un día resultaba un triunfo para las columnas. En repetidas ocasiones presioné cerca de las autoridades italianas para que construyeran una carretera secundaria, pero, por el momento, sin conseguir resultado alguno. Se daban cuenta de la necesidad de aquella ruta, pero nadie sentíase con ánimos para emprender la tarea.
Otro motivo de preocupaciones para nosotros lo constituía el que los italianos siguieran desembarcando el grueso de los aprovisionamientos en Trípoli, no utilizando casi nunca el puerto de Bengasi. Trípoli se encontraba a 1.600 Km. del frente. Teniendo en cuenta que 1.500 toneladas de suministros, incluyendo víveres y agua, debían ser transportadas diariamente a las líneas, resulta fácil comprender que nuestro sistema no podría soportar mucho tiempo una ruta de semejante longitud. Sin embargo, me resultaba muy difícil conseguir mejora alguna, por carecer de autoridad sobre los responsables de la navegación por el Mediterráneo.
Como resultado de la pérdida del prestigio italiano, después de la derrota de Graziani, algunas tribus árabes habían empezado a dar señales de intranquilidad. A ello no ayudaba ni mucho menos el hecho de que los italianos se tomaban a veces libertades con las mujeres nativas, cosa que resulta intolerable a los árabes. Me vi obligado a mandar una nota urgente al Alto Mando italiano rogándole que tomara las medidas necesarias para que los naturales del país fuesen tratados con el respeto suficiente, a fin de evitar una sublevación armada detrás mismo de nuestro frente.
Por aquel entonces, oficiales y soldados de la División «Trento» se hicieron responsables de varios excesos contra la población, con el resultado de que los nativos mataron a varios soldados italianos y mantuvieron el resto alejado de sus aldeas mediante patrullas armadas. En tal situación, siempre hay personas que se muestran partidarias de las represalias, sino por otros motivos, por los que señalan los trámites reglamentarios. Sin embargo, tal proceder no resulta aconsejable. Lo mejor es ignorar los incidentes, a menos que se pueda dar con el verdadero culpable.
Nuestro principal problema lo seguía constituyendo la difícil situación estratégica creada por la doble tarea de mantener el sitio de Tobruk y estar dispuestos para los ataques procedentes de Egipto. Hubiéramos dado cualquier cosa por arrojar a los ingleses de la fortaleza. Habíamos confiado en que cuando Creta cayese, la Luftwaffe podría establecer tal presión sobre el tráfico inglés hacia Tobruk, que el enemigo se viese obligado a abandonar la plaza. Pero las formaciones aéreas relevadas de Grecia y Creta no fueron mandadas al norte de África.
Solicité el envío al Mediterráneo de submarinos y lanchas torpederas alemanas, con el fin de disponer de una arma contra el tráfico inglés en Tobruk. La Marina italiana era incapaz de realizar semejante tarea. Sus submarinos, de los que antes de la guerra poseían la mayor flota del mundo, estaban tan plagados de defectos técnicos, que resultaban casi inútiles en la guerra. Sus lanchas torpederas, que disponían en Bardia de la excelente base naval construida por Balbo, no reunían las suficientes condiciones marineras.
Un día llegó a nuestro sector el General Gause, del O.K.W.[30] junto con buen número de ayudantes, con el fin de estudiar las posibilidades de empleo de mayores fuerzas en África para una ofensiva contra Egipto, y preparar el terreno a la misma. El General Gause había recibido instrucciones explícitas para no situarse bajo mis órdenes, pero en realidad lo hizo así cuando le hube dicho categóricamente que el Mando de todas las fuerzas de África era de mi exclusiva incumbencia.
Como resultado de sus discusiones con las autoridades italianas, él estaba seguro de que sería muy difícil convencerlas para que dieran su aprobación al envío de más unidades germanas a África del Norte, ya que temían que el elemento alemán consiguiera una preponderancia notoria en aquel teatro de la guerra y se colocara en posición ventajosa frente a ellos.
26 mayo 1941.
Queridísima Lu:
Ayer por la tarde recibí una filípica de Brauchitsch, cuyo motivo no he podido comprender todavía. Al parecer, los informes que he mandado, detallando las condiciones en que nos encontramos, no han sido de su agrado. Como resultado de ello, mantendremos la boca cerrada e informaremos de la forma más breve. Menos mal que disponíamos de tres cuartos de litro de cerveza bávara para consolarnos.
Por lo demás, todo está tranquilo, tanto aquí como en Sollum, aunque, desde luego, nadie puede afirmar que no sea la calma que precede a un nuevo ataque.
29 mayo 1941.
Von dem Borne (jefe del Estado Mayor de Rommel) se llevará mañana esta carta, que espero llegue a ti con más rapidez que de ordinario. He recibido otra reprimenda aun mayor, procedente del O.K.H.[31], a mi juicio injustificada, como prueba de agradecimiento por nuestros pasados triunfos. Pero, lo mismo que ocurrió con la «línea de avance» en 1940, no pienso claudicar, y ha salido ya una carta para v. B. (Von Brauchitsch).
Para tranquilidad tuya, te diré que me he encontrado perfectamente hasta ahora, y que la situación nos es mucho más favorable. Desde luego, el calor se hace difícil de soportar, y resulta un alivio permanecer a cubierto durante las horas en que más aprieta.
2 junio 1941.
Ayer estuvimos a 42 grados, lo cual es mucho. Los tanques que se encuentran expuestos al sol llegan a alcanzar los 46, siendo imposible tocarlos.
Mi discusión con el O.K.H. sigue en curso. O tienen confianza en mí o no la tienen. En caso negativo, les ruego que extraigan las debidas conclusiones. Me siento intrigado por saber lo que va a ocurrir. Es muy fácil la crítica cuando no se está, como nosotros, a punto de acabar derretidos.
11 junio 1941.
Borne ha regresado con resultados parcialmente satisfactorios. En el O.K.H. estaban furiosos contra mí porque mi informe fue enviado también al O.K.W., pero fue culpa de Rintelen, que actuó de acuerdo con su obligación. No he recibido respuesta a mi carta a B.