II
EL PRIMER «SILMARILLION»
 (El «Esbozo de la Mitología») 

[18]

Con anterioridad (III. 11) he dado una narración de este texto, pero repito lo más importante aquí. En el sobre que contenía el manuscrito mi padre escribió cierto tiempo después:

«Silmarillion» original. Forma compuesta orig[inalmente] c. 1926-1930 para R. W. Reynolds con el fin de explicar el fondo de la «versión aliterada» de Túrin &; el Dragón: entonces en marcha (inconclusa) (comenzada c. 1918).

El «Esbozo» representa un nuevo punto de partida en la historia de «El Silmarillion»; pues aunque se trata de una sinopsis bastante breve, el desarrollo posterior de la forma en prosa avanzó directamente a partir de ésta. Por los detalles queda claro que no es necesario repetir que originalmente se escribió en 1926 (después de que la Balada de los Hijos de Húrin hubiera sido abandonada, III. 11); pero luego se revisó, en algunos sitios muy exhaustivamente, lo que la convierte en un texto difícil de presentar de una manera exacta y a la vez fácilmente comprensible. El método que yo he adoptado es el de presentar el texto de la forma exacta en que se escribió por primera vez (aparte de unas pocas y muy leves alteraciones de expresión que de ningún modo afectan la narrativa y que he incorporado sin comentarlo en el texto), pero partiéndolo en secciones cortas, seguida cada una con notas que introducen los cambios posteriores realizados en dicha sección. He de recalcar que ningún manuscrito garantiza que las 19 divisiones deban realizarse así y no de otra manera: se trata puramente de una cuestión de presentación. Este método tiene ciertas ventajas: los cambios posteriores se pueden comparar sin dificultad con el texto original inmediatamente precedente; y como la versión siguiente a «El Silmarillion», el Quenta y ha sido tratada de la misma manera y dividida en secciones numeradas correspondientes, los pasajes de una se pueden comparar con facilidad con los de la otra.

Los cambios posteriores tienen referencias numéricas que comienzan con 1 en cada sección. El comentario se encuentra al final del texto completo, y está relacionado con las secciones numeradas.

[19]

Esbozo de la mitología
con referencia especial a los «Hijos de Húrin»

1

Después del envío de los Nueve Valar para gobernar el mundo, Morgoth (Demonio de la Oscuridad) se rebela contra el dominio absoluto de Manwë, derriba las lámparas levantadas para iluminar el mundo e inunda la isla donde los Valar (o Dioses) moraban. Fortifica un palacio de mazmorras en el Norte. Los Valar se trasladan al Oeste más extremo, limitado por los Mares Exteriores y el Muro último, y al Este por las imponentes Montañas de Valinor que los Dioses erigieron. En Valinor reúnen toda la luz y las cosas hermosas y construyen sus mansiones, jardines y ciudad, pero Manwë y su esposa Bridhil tienen su residencia sobre la montaña más alta (Timbrenting o Tindbrenting en inglés [castellano], Tengwethil en gnómico, Taniquetil en élfico), desde donde pueden ver el oscuro Este a través del mundo. Ifan Belaurin[1] planta los Dos Árboles en medio de la llanura de Valinor fuera de las puertas de la ciudad de Valmar. Crecen bajo sus canciones, y uno tiene hojas verde oscuro con brillante plata debajo, y flores blancas como el cerezo de las que cae un rocío de luz plateada; el otro posee hojas de bordes dorados de un verde tierno como el haya y flores amarillas como las colgantes flores del laburno, que emiten calor y una luz llameante. Cada árbol crece durante siete[2] horas hasta la gloria plena y, luego, mengua durante otras siete; por lo tanto, dos veces al día hay un tiempo de luz más suave cuando los árboles están débiles y se mezclan sus luces. [20]

2

Las Tierras Exteriores se encuentran en oscuridad. El crecimiento de las cosas se frenó cuando Morgoth apagó las lámparas. Hay bosques de oscuridad, de tejos y abetos y hiedras. A veces allí caza Oromë, pero en el Norte mandan Morgoth y su progenie demoníaca (Balrogs) y los Orcos (Trasgos, también llamados Glamhoth o pueblo del odio). Bridhil contempla la oscuridad y se conmueve, y cogiendo toda la luz acumulada de Silpion (el árbol blanco) crea y esparce las estrellas.

En la creación de las estrellas los hijos de la Tierra despiertan: los Eldar (o Elfos). Los encuentra Oromë viviendo junto al estanque iluminado por las estrellas (Cuiviénen, agua del despertar) en el Este. Cabalga de vuelta a Valinor henchido de su belleza y se lo cuenta a los Valar, quienes recuerdan su deber hacia la Tierra, ya que fueron allí sabiendo que su función era la de gobernarla para las dos razas de la Tierra, que después cada una debería venir en el momento establecido. Tiene lugar una expedición a la fortaleza del Norte (Angband, Infierno de Hierro), mas ésta ahora es demasiado fuerte para que la puedan destruir. No obstante, Morgoth es tomado prisionero y confinado a los recintos de Mandos, que moraba en el norte de Valinor.

Los Eldalië (pueblo de los Elfos) son invitados a Valinor por temor a las cosas malignas de Morgoth que todavía vagaban por la oscuridad. Los Eldar inician una gran marcha desde el Este conducidos por Oromë en su caballo blanco. Los Eldar se dividen en tres huestes: una al mando de Ingwë (Ing), luego llamados los Quendi (o los Elfos propiamente dichos, o los Elfos de la Luz); una al mando de Finwë (Finn), luego llamados los Noldoli (Gnomos, o Elfos Profundos); una al mando de Elwë (Elu), luego llamados los Teleri (Elfos del Mar, o Solosimpi, los Flautistas de la Costa o Jinetes de la Espuma). Muchos de ellos se pierden durante la marcha y vagan en los bosques del mundo, para formar luego las diversas huestes de Ilkorindi (Elfos que jamás moraron en Côr en Valinor). El jefe de éstos era Thingol, quien oyó a Melian y sus ruiseñores cantar y quedó encantado y durmió durante una edad. Melian era una de las doncellas divinas del Vala Lórien que a veces paseaba por el [21] mundo exterior. Melian y Thingol se convirtieron en Reina y Rey de los Elfos de la Floresta en Doriath, y vivieron en las estancias llamadas las Mil Cavernas.

3

Los otros Elfos llegaron hasta las últimas costas del Oeste. En el Norte éstas, en aquellos días, se inclinaron hacia el Oeste hasta que sólo un mar estrecho las separó de la tierra de los Dioses, y ese mar estrecho se llenó con un hielo crujiente. Pero en el punto al que arribaron las huestes de Elfos un mar ancho y oscuro se extendía hacia el Oeste.

Había dos Valar del Mar. Ulmo (Ylmir), el más poderoso de todos los Valar después de Manwë, era el señor de todas las aguas, pero a menudo moraba en Valinor o en los «Mares Exteriores». Ossë y la dama Óin,[3] cuya cabellera se extendía por todo el mar, amaba más bien los mares del mundo que bañaban las costas bajo las Montañas de Valinor. Ylmir desarraigó la isla medio hundida donde los Valar habían vivido al principio, y embarcando en ella a los Noldoli y Qendi, que llegaron primero, los llevó a Valinor. Los Teleri, esperándolo, habitaron durante un tiempo junto a las costas del mar, y de ahí el amor que sienten por él. Mientras también ellos eran transportados por Ylmir, Ossë, celoso y por amor a su canto, encadenó la isla al fondo del mar, lejos en la Bahía de Faërie, desde donde se podían ver nebulosamente las Montañas de Valinor. No había ninguna otra tierra cerca, y se la llamó la Isla Solitaria. Allí los Teleri moraron una larga edad, y adquirieron una lengua distinta y aprendieron música extraña de Ossë, quien creó a las aves marinas para complacerlos.

Los Dioses les dieron un hogar en Valinor a los otros Eldar. Debido a que incluso entre los jardines de Valinor iluminados por los Árboles anhelaban una visión fugaz de las estrellas, abrieron una hondonada en las montañas circundantes, y allí, en un valle profundo, levantaron una colina verde, Côr Estaba iluminada desde el Oeste por los Arboles, al Este daba a la Bahía de Faërie y a la Isla Solitaria, y más allá a los Mares Sombríos. Así algo de la luz bendita de Valinor se filtró a las Tierras [22] Exteriores, y cayendo sobre la Isla Solitaria hizo que sus costas occidentales crecieran verdes y hermosas.

En la cima de Côr construyeron la ciudad de los Elfos y la llamaron Tûn. Los Qendi pasaron a ser los más amados por Manwë y Bridhil, los Noldoli por Aulë (el Herrero) y Mandos el sabio. Los Noldoli inventaron gemas y las hicieron en incontables cantidades, y llenaron toda Tûn con ellas, y todos los salones de los Dioses.[4]

El más grande en habilidad y magia de los Noldoli era el segundo hijo de Finn, Fëanor. (Su hijo mayor, Fingolfin,[5] cuyo hijo fue Finnweg, aparece luego en el cuento.) Fabricó tres joyas (Silmarils) donde engastó un fuego viviente combinado de la luz de los Dos Arboles, que brillaban con luz propia y a su contacto las manos impuras ardían.

Viendo desde lejos la luz de Valinor, los Teleri se sintieron desgarrados entre el deseo de reunirse con su linaje y el de morar junto al mar. Ylmir les enseñó el arte de la construcción de naves. Ossë, complaciente, les dio cisnes, y enganchando muchos cisnes a sus barcos navegaron con rumbo a Valinor, y allí moraron en sus costas donde podían ver la luz de los Árboles e ir a Valmar si lo deseaban, pero podían navegar y danzar en las aguas iluminadas por el brillo que procedía de detrás de Côr. Los otros Eldar les regalaron muchas joyas, sobre todo ópalos y diamantes y otros cristales pálidos que esparcieron por las costas de la Bahía de Faërie. Ellos mismos inventaron las perlas. Su ciudad principal fue Puerto del Cisne, emplazada en las costas al norte del paso de Côr [23]

4

Entonces los Dioses fueron engañados por Morgoth, quien, después de pasar siete edades en las prisiones de Mandos sometido a un dolor gradualmente aligerado, compareció ante el cónclave de los Dioses a su debido tiempo. Mira con avaricia y malicia a los Eldar, que también se sientan en tomo a las rodillas de los Dioses, y codicia con especial énfasis las joyas. Disimula su odio y deseo de venganza. Se le permite una humilde morada en Valinor, y pasado un tiempo se mueve con libertad por Valinor, siendo sólo Ylmir el que presagia desgracias, mientras que Tulcas el fuerte, el primero en capturarlo, lo vigila. Morgoth ayuda a los Eldar en muchas obras, pero lentamente envenena su paz con mentiras.

Sugiere que los Dioses los trajeron a Valinor por celos, por miedo a su maravillosa habilidad y magia y belleza, que fuera en el mundo crecerían hasta ser demasiado fuertes para ellos. Los Qendi y Teleri apenas cambian, pero los Noldoli, los más sabios de los Elfos, se ven afectados. Comienzan a murmurar a ratos contra los Dioses y su linaje; se llenan de vanidad por su destreza.[6]

Y más que nada Morgoth aviva las llamas del corazón de Fëanor, pero, mientras tanto, codicia los inmortales Silmarils, aunque Fëanor ha maldecido para siempre a quienquiera, Dios o Elfo o mortal que surja en el futuro, que los toque. Morgoth, mintiendo, le dice a Fëanor que Fingolfin y su hijo Finnweg están planeando usurparle el liderazgo de los Gnomos a Fëanor y sus hijos, y obtener los Silmarils. Se inicia una lucha entre los [24] hijos de Finn. Fëanor es llamado ante los Dioses, y las mentiras de Morgoth se descubren. Es desterrado de Tûn, y con él va Finn, que de sus hijos es a Fëanor a quien más ama, y muchos de los Gnomos. Crean un tesoro al Norte de Valinor en las colinas cerca de las estancias de Mandos. Fingolfin gobierna a los Gnomos que quedan en Tûn. Así las palabras de Morgoth parecen justificadas y la amargura que sembró persiste después de que se refuten sus palabras.

Tulcas es enviado a encadenar una vez más a Morgoth, pero éste escapa a través del paso de Côr hacia la oscura región que hay bajo el pie de Timbrenting, llamada Arvalin, donde la sombra es la más impenetrable del mundo. Allí encuentra a Ungoliant, la Tejedora de Tinieblas, que vive en una grieta de las montañas y absorbe la luz o las cosas brillantes para volver a escupirlas tejiéndolas en telarañas de negra y asfixiante oscuridad, niebla y oscuridad. Con ella trama la venganza. Sólo una terrible recompensa haría que ella se atreviera a enfrentarse a los peligros de Valinor o a la visión de los Dioses. Teje una densa oscuridad a su alrededor para protegerse y con cuerdas se columpia de pináculo a pináculo hasta que hubo escalado el pico más alto de las montañas al sur de Valinor (poco protegidas debido a su altura y distancia de la vieja fortaleza de Morgoth). Hace una escalera por la que Morgoth puede subir. Entran furtivamente en Valinor. Morgoth apuñala los Árboles y Ungoliant chupa sus savias, eructando nubes de oscuridad. Los Árboles sucumben despacio a la espada envenenada y a los venenosos labios de Ungoliant.

Los Dioses se consternan al ver un crepúsculo al mediodía, y vapores de negrura flotan en tomo a los caminos de la ciudad. Llegan demasiado tarde. Los Árboles mueren mientras ellos se lamentan a su alrededor. Pero Tulcas y Oromë y muchos otros parten a caballo en la creciente tiniebla tras Morgoth. Allí donde Morgoth va, la desconcertante oscuridad es mayor debido a las telarañas de Ungoliant. Llegan los Gnomos del tesoro de Finn e informan que Morgoth recibe ayuda de una araña de la oscuridad. Los habían visto abriéndose paso hacia el Norte. Morgoth había detenido su huida en el Tesoro, matado a Finn y a muchos de sus hombres y robado los Silmarils y un vasto cúmulo de las joyas más espléndidas de los Elfos. [25]

Mientras tanto, Morgoth escapa con la ayuda de Ungoliant hacia el Norte y cruza el Hielo Crujiente. Cuando hubo recuperado las regiones norteñas del mundo, Ungoliant lo llama para que pague la otra mitad de la recompensa. La primera mitad fue la savia de los Árboles de la Luz. Ahora reclama la mitad de las joyas. Morgoth se las entrega y ella las devora. Se ha convertido en algo monstruoso, pero él no le cederá ninguna parte de los Silmarils. Ella lo atrapa en una telaraña negra mas lo rescatan los Balrogs con látigos de fuego y las huestes de los Orcos, y Ungoliant se marcha hacia el Sur más lejano.

Morgoth regresa a Angband, y su poder y el número de sus demonios y Orcos se tornan incontables. Forja una corona de hierro y en ella engarza los Silmarils, aunque su contacto le quema las manos hasta dejárselas negras, y jamás vuelve a quedar libre del dolor de la quemadura. Nunca se quita la corona ni por un momento, y jamás abandona las profundas mazmorras de su fortaleza, gobernando sus vastos ejércitos desde el profundo trono.

5

Cuando se hizo evidente que Morgoth había escapado, los Dioses se reunieron alrededor de los Árboles muertos y se sentaron en la oscuridad afectados y mudos durante mucho tiempo, indiferentes a todo. El día que Morgoth eligió para atacar era un día de fiesta en toda Valinor. Ese día era costumbre [26] que los principales Valar y muchos de los Elfos, en especial el pueblo de Ing (los Quendi), ascendieran por los largos y sinuosos senderos en interminable procesión a las estancias de Manwë sobre Timbrenting. Todos los Quendi y algunos de los Noldoli (que, al mando de Fingolfin, todavía moraban en Tûn) habían ido a Timbrenting, y se hallaban cantando en la cima más alta cuando los vigilantes descubrieron desde lejos el marchitamiento de los Árboles. La mayoría de los Noldoli se encontraba en la llanura, y los Teleri en la costa. Las nieblas y la oscuridad entran flotando a la deriva desde los mares a través del paso de Côr a medida que los Árboles mueren. Fëanor convoca a los Gnomos para marchar hacia Tûn (rebelándose contra su destierro).[7]

Hay una gran concurrencia en la plaza de la cima de Côr alrededor de la torre de Ing, iluminada por antorchas. Fëanor hace un violento discurso, y aunque su ira es contra Morgoth, sus palabras en parte son el fruto de las mentiras de éste.[8] Pide a los Gnomos que huyan en la oscuridad, mientras los Dioses están sumidos en el dolor, para buscar libertad en el mundo y buscar a Morgoth, ahora que Valinor ha dejado de ser más feliz que la tierra exterior.[9] Fingolfin y Finweg se oponen a él.[10] Los Gnomos reunidos votan a favor de la huida, y Fingolfin y Finweg lo acatan; ellos no abandonarán a su pueblo, pero conservan el mando sobre una mitad del pueblo de los Noldoli.[11]

La huida comienza.[12] Los Teleri no se unen a ellos. Los Gnomos no pueden escapar sin barcos y no se atreven a cruzar el Hielo Crujiente. Intentan apoderarse de los barcos-cisne en Puerto del Cisne y se entabla una lucha (la primera entre las razas de la Tierra) en la que mueren muchos Teleri y les arrebatan los barcos. Se lanza una maldición sobre los Gnomos, que a partir de entonces sufrirán a menudo la traición y el temor a la traición entre su propio linaje, en castigo por la sangre derramada en Puerto del Cisne.[13] Navegan hacia el Norte a lo largo de la costa de Valinor. Mandos envía a un emisario que, hablando desde un alto risco, los saluda al pasar y les insta a regresar, y al no hacerlo pronuncia la «Profecía de Mandos» concerniente al destino de días posteriores.[14]

Los Gnomos llegan al estrechamiento de los mares y se preparan para navegar. Mientras están acampados en la costa, [27] Fëanor y sus hijos y pueblo parten llevándose consigo todos los barcos, y abandonan a Fingolfin a traición en la costa más lejana; así inician la Maldición de Puerto del Cisne. Queman los navíos tan pronto desembarcan en el Este del mundo, y el pueblo de Fingolfin ve la luz en el cielo. La misma luz revela a los Orcos el desembarco.

El pueblo de Fingolfin vaga tristemente. Algunos, guiados por Fingolfin, regresan a Valinor[15] en busca del perdón de los Dioses. Finweg conduce a la hueste principal al Norte, por encima del Hielo Crujiente. Muchos se pierden. [28]

6

Mientras tanto, Manwë convoca a Ifan Belaurin al consejo. La magia de ella no sirve para curar a los Arboles. Pero Silpion, bajo sus hechizos, da una última y gran flor plateada y Laurelin, un gran fruto dorado. De éstos los Dioses crean la Luna y el Sol y los colocan para que recorran cursos fijados de Oeste a Este, pero luego les parece más seguro enviarlos al cuidado de Ylmir a través de las cuevas y grutas bajo la Tierra, para elevarse por el Este y volver a casa por el aire encima de las montañas del Oeste y hundirse después de cada viaje en las aguas de los Mares Exteriores.

En lo sucesivo, la luz de Valinor no es mucho más fuerte que la que ahora está dispersa por la Tierra, salvo cuando los barcos del Sol y de la Luna se acercan más a la Tierra y descansan un tiempo cerca de Valinor. Los Dioses y los Elfos anhelan el momento futuro en el que sea posible volver a encender «el sol y la luna mágicos» de los Árboles y recuperar la vieja belleza y felicidad. Ylmir predice[16] que sólo se conseguirá con la ayuda de la segunda raza de la tierra. Pero los Dioses, incluso Manwë, le prestan poca atención. Están iracundos y dolidos por la matanza [29] de Puerto del Cisne[17] y fortifican toda Valinor, haciendo que las montañas sean impenetrables, a excepción de Côr, que se ordena que sea guardada a perpetuidad por los Elfos que quedan sin dejar que ave o bestia, Elfo u Hombre desembarquen en las costas de Faëry. Las islas mágicas, llenas de encantamientos, son colocadas a lo largo de la extensión de los Mares Sombríos, antes de llegar a la Isla Solitaria navegando hacia el Oeste, para atrapar a cualquier marinero y sumirlo en un sueño y un hechizo eternos.[18] Entonces, los Dioses descansan detrás de las montañas y celebran un festejo, y destierran de sus corazones a los rebeldes y fugitivos Noldoli. Sólo Ylmir los recuerda, y recoge noticias del mundo exterior por medio de todos los lagos y ríos.

A la primera salida del Sol los hijos más jóvenes de la tierra despiertan en el lejano Oriente. Ningún Dios fue a guiarlos, pero los mensajes poco entendidos de Ylmir les llegan de vez en cuando. Conocen a los Ilkorindi y aprenden de ellos el habla y otras cosas, y se hacen buenos amigos de los Eldalië. Se extienden por la tierra, vagando hacia el Oeste y el Norte.

7

Entonces comienza el tiempo de la gran guerra de los poderes del Norte (Morgoth y sus huestes contra los Hombres, Ilkorins y los Gnomos de Valinor). En estas guerras, la astucia y las mentiras de Morgoth, y la maldición de Puerto del Cisne (al igual que los juramentos de los hijos de Fëanor que pronunciaron el juramento inquebrantable en Timbrenting de tratar a [30] todos los que tuvieran los Silmarils como enemigos), provocan el mayor daño a los Hombres y Elfos.

Estas historias sólo cuentan parte de los hechos de aquellos días, sobre todo los relacionados con los Gnomos y los Silmarils, y los mortales que se involucraron en sus destinos. En los primeros días, los Eldar y los Hombres eran de altura y fuerza de cuerpo casi iguales, mas los Eldar habían recibido más inteligencia, habilidad y belleza; y los (Gnomos) que habían morado en Côr (Koreldar) superaban a los Ilkorins tanto como superaban a los mortales. Sólo en el reino de Doriath, cuya reina era de raza divina, igualaban los Ilkorins a los Koreldar. Los Elfos eran inmortales y estaban libres de toda enfermedad.[19] Pero en aquellos días se los podía matar con armas,[20] y entonces sus espíritus regresaban a las estancias de Mandos y esperaban mil años, o la voluntad de los Dioses, antes de que se los hiciera volver a la vida libre.[21] Los primeros Hombres, aunque un poco más grandes, eran más frágiles, se los mataba con más facilidad, y se hallaban sometidos a las enfermedades, envejecían y morían, si antes no los mataban. Los Eldalië no sabían qué pasaba con sus espíritus. No iban a las estancias de Mandos, y muchos creían que su destino después de la muerte no se hallaba en manos de los Valar. Aunque muchos, al mezclarse con los Eldar, creían que sus espíritus iban a la tierra occidental, no era verdad. Los hombres no volvían a nacer.[22]

En días posteriores, cuando, debido al triunfo de Morgoth, los Hombres y los Elfos se separaron, los Eldalië que vivían en el mundo desaparecieron y los Hombres usurparon la luz del sol. Los Eldar que quedaron en las Tierras Exteriores erraron y vivieron bajo la luz de la luna y de las estrellas, en los bosques y las cuevas. [31]

8

Pero en aquellos días eran parientes y aliados. Antes de la salida del Sol y de la Luna, Fëanor y sus hijos marcharon al Norte y buscaron a Morgoth. Una hueste de Orcos alertada por los navíos ardiendo les hizo frente y fue derrotada en la Primera Batalla, sufriendo tantas pérdidas que Morgoth pretendió tratar con ellos. Fëanor se negó, mas resultó herido en la lucha con un jefe Balrog (Gothmog), y murió. Maidros el alto, el hijo mayor, persuadió a los Gnomos de que se encontraran con Morgoth (con tan poca intención de mantener su palabra como Morgoth). Éste cogió prisionero a Maidros y lo torturó, y lo colgó a una roca de la mano derecha. Los seis hijos restantes de Fëanor (Maglor, Celegorm, Curufin, Damrod, Díriel y Cranthir) están acampados alrededor del lago Mithrim en Hisilómë (Hithlum, o Dorlómin, la tierra de las sombras en el Noroeste), cuando se enteran de la marcha de Finweg y sus hombres,[23] que han cruzado el Hielo Crujiente. El Sol sale mientras marchan, sus estandartes azules y plateados están desplegados, las flores brotan bajo los pies de sus ejércitos. Los Orcos, desalentados ante la luz, se retiran a Angband. Pero hay poco amor entre las dos huestes de Gnomos acampadas ahora en las orillas opuestas del Mithrim. De Angband salen vastos humos y vapores, y la cima humeante de Thangorodrim (la más alta de las Colinas de Hierro que rodean la fortaleza de Morgoth) se puede ver desde muy lejos. El Norte se sacude con el trueno bajo la tierra. Morgoth está forjando armas. Finweg decide poner fin a la enemistad. Parte solo en busca de Maidros. Amparado por los vapores, que ahora descienden y cubren Hithlum, y aprovechándose de la retirada de los Orcos y Balrogs a Angband, lo encuentra, mas no puede liberarlo. [32]

Manwë, a quien los pájaros llevan noticias a la cumbre de Timbrenting de todas las cosas sobre la tierra que sus sagaces ojos no ven, crea la raza de las águilas y la envía al mando de su rey, Thorndor, a morar en las grietas del Norte y a vigilar a Morgoth. Las águilas viven fuera del alcance de Orcos y Balrogs, y son grandes enemigas de Morgoth y su gente. Finweg se encuentra con Thorndor, que lo lleva hasta Maidros. No hay manera de soltar el lazo encantado de su muñeca. En su agonía suplica que lo mate, pero Finweg le corta la mano y los dos son transportados por Thorndor y llegan al Mithrim. La enemistad se remedia gracias a la hazaña de Finweg (excepto por el juramento de los Silmarils).

9

Los Gnomos emprenden la marcha y sitian Angband. Se encuentran con los Ilkorins y los Hombres. En aquella época, los Hombres ya moraban en los bosques del Norte, y también los Ilkorins. Luchan mucho tiempo contra Morgoth.[24] De la raza Ilkorin estaba Barahir y su hijo Beren. De la raza mortal estaba Húrin, hijo de Gumlin, cuya esposa era Morwen;[25] vivían en los bosques de las fronteras de Hithlum. Sus nombres aparecerán en historias posteriores.

Morgoth envía a sus ejércitos y rompe el sitio de Angband, y a partir de entonces la fortuna de sus enemigos declina.[26] Los Gnomos y los Ilkorins y los Hombres se dispersan, y los emisarios de Morgoth van a verlos con promesas mentirosas y falsas insinuaciones de la codicia y traición de unos y otros. Debido a la maldición de Puerto del Cisne, a menudo los Gnomos creen sus palabras.

Celegorm y Curufin encuentran el reino de Nargothrond a orillas del Narog en el sur de las Tierras del Norte.[27] Muchos [33] Gnomos se unen a Thingol y Melian de las Mil Cavernas en Doriath. Gracias a la divina magia de Melian, Doriath es el reino más seguro de los ataques de los Orcos, y se profetiza que sólo la traición desde dentro provocará su caída.

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[Esta sección se intercaló y alteró sustancialmente (todo a tinta roja; véase § 5, excepto por el cambio dado en la nota 25).]

10

El poder de Morgoth empieza a extenderse una vez más. Uno tras otro vence a los Hombres y a los Elfos en el Norte. De éstos, un famoso jefe de Ilkorindi[28] era Barahir, que había sido [34] amigo de Celegorm de Nargothrond. Barahir es obligado a esconderse, su refugio descubierto y él muerto; su hijo Beren, después de una vida proscrita, huye al sur, cruza las Montañas Sombrías y tras sufrir dolorosas penurias llega a Doriath. Esta y sus otras aventuras se cuentan en la Balada de Leithian. Obtiene el amor de Tinúviel «el ruiseñor», nombre que él mismo da a Lúthien, hija de Thingol. Para ganarla, Thingol, con mofa, exige un Silmaril de la corona de Morgoth. Beren parte para conseguirlo, lo capturan y lo encierran en una mazmorra en Angband, pero oculta su verdadera identidad y lo entregan como esclavo a Thû el cazador.[29] Thingol encierra a Lúthien, pero ella escapa y parte en busca de Beren. Con la ayuda de Huan, capitán de perros, rescata a Beren y consigue entrar en Angband, donde hechiza a Morgoth y, finalmente, lo envuelve en sueño con su baile. Obtienen un Silmaril y huyen, mas Carearas, el Lobo Guardián, les cierra el paso en las puertas de Angband. De un mordisco arranca la mano de Beren que sostiene el Silmaril, y enloquece con la angustia de la quemazón en su interior.

Escapan y después de mucho errar regresan a Doriath. Carearas, hambriento, atraviesa los bosques y entra en Doriath. Allí se produce la Cacería del Lobo de Doriath, en la que Carearas muere y Huan cae en defensa de Beren. No obstante, Beren recibe una herida fatal y muere en los brazos de Lúthien. Algunas canciones cuentan que Lúthien incluso atravesó el Hielo Crujiente, con la ayuda del poder de su divina madre, Melian, rumbo a las estancias de Mandos, donde consiguió recuperarlo; otras que Mandos, al oír su historia, lo liberó. Lo cierto es que sólo él de los mortales retornó de Mandos y vivió con Lúthien y jamás volvió hablar a los Hombres, morando en los bosques de Doriath y en la Llanura de los Cazadores, al oeste de Nargothrond.[30]

En los días de su destierro, Beren entabló amistad con Húrin de Hithlum, hijo de Gumlin. En los bosques de Hithlum, Húrin sigue sin someterse al yugo de Morgoth. [35]

11

Entonces, Maidros, al ver que si no se unen uno a uno los va a destruir a todos, forma una liga contra Morgoth. Los dispersos Ilkorins y Hombres se reúnen. Curufin y Celegorm envían un ejército (pero no con todos los que pueden agrupar, rompiendo así su palabra) desde Nargothrond. Los Gnomos de Nargothrond se niegan a seguir a Finweg, y parten en busca de las huestes de Maidros y Maglor. Los Hombres marchan desde el Sur y el Este, el Oeste y el Norte. Thingol anuncia que no enviará a nadie desde Doriath.[31] Algunos dicen que debido a una política egoísta; otros, a la sabiduría de Melian y al destino que decretó que Doriath, en el futuro, se convertiría en el único refugio de los Eldar frente a Morgoth. Es cierto que en parte se debe al Silmaril que ahora posee Thingol y que Mandos exigió con palabras altivas. No obstante,[32] permite a los Gnomos de Doriath que se unan a la liga.

Finweg avanza por la Llanura de la Sed (Dor-na-Fauglith) ante las Colinas de Hierro y derrota al ejército orco, que retrocede. [36] De repente, mientras lo persigue, incontables hordas se lanzan contra él desde las profundidades de Angband, y allí libran la Batalla de las Lágrimas Innumerables, que las canciones élficas no mencionan sino en lamentaciones.

Los ejércitos mortales, cuyos capitanes en su mayoría habían sido corrompidos o sobornados por Morgoth, desertan o huyen: todos salvo el linaje de Húrin. Desde aquel día los Hombres y los Elfos han estado enemistados, a excepción de los descendientes de Húrin. Finweg cae, su estandarte azul y plata es destruido. Los Gnomos intentan retroceder hacia las colinas y Taur-na-Fuin (la floresta de la noche). Húrin mantiene la retaguardia, y todos sus hombres son muertos, de modo que ni uno solo escapa para llevar noticias a Hithlum. Por orden de Morgoth, Húrin, cuya hacha había matado a mil Orcos, es capturado vivo. Únicamente gracias a Húrin puede Turgon (hermano de Finweg), hijo de Fingolfin, abrirse paso en su retirada hacia las colinas con parte de su gente. El resto de los Gnomos e Ilkorins habrían resultado todos muertos o capturados de no ser por la llegada de Maidros, Curufin y Celegorm . . . . demasiado tarde para la batalla principal.

Los rechazan y empujan al Sudeste, donde moran durante mucho tiempo, y no regresan a Nargothrond. Allí Orodreth gobierna a los supervivientes.[33] Morgoth triunfa absolutamente. Sus ejércitos abaten el Norte, y avanzan hacia las fronteras de Doriath y Nargothrond. Apilan a los enemigos muertos en una gran colina en Dor-na-Fauglith, pero la hierba nace y crece verde mientras el resto está desierto, y ningún Orco se atreve a pisar la colina donde se herrumbran las espadas de los Gnomos.

Húrin es conducido a Angband y desafía a Morgoth. Lo encadenan y torturan. Luego, Morgoth le ofrece una alta capitanía en sus fuerzas, una fortuna enjoyas y libertad si acepta dirigir un ejército contra Turgon, cuyo destino sólo Húrin conoce. Éste se niega y Morgoth planea su tortura. Lo deja sobre la cima más alta de Thangorodrim y lo maldice con una visión siempre insomne, como los Dioses, y maldice a su descendencia con un destino aciago, y lo obliga a contemplar su realización. [37]

12

Morwen, esposa de Húrin, quedó sola en los bosques. Su hijo Túrin era un niño de siete años, y estaba embarazada. Sólo dos ancianos, Halog y Mailgond, permanecieron leales a su lado. Los hombres de Hithlum fueron muertos, y Morgoth, rompiendo su palabra, hizo retroceder hacia Hithlum a todos los hombres que no consiguieron escapar (pocos lo lograron) al Sur. La mayoría de ellos eran hombres desleales que habían abandonado a los Eldar en la batalla de las Lágrimas Innumerables. No obstante, los acorraló detrás de las Montañas Sombrías y los mató según salían, porque deseaba evitar que se unieran a los Elfos. A pesar de ello, poco amor mostraron a la esposa de Húrin, motivo por el cual en su corazón anidó el deseo de mandar a Túrin a Thingol debido a que Beren, amigo de Húrin, se había casado con Lúthien. La balada «Los Hijos de Húrin» habla de su destino y de cómo la maldición de Morgoth lo persiguió, de forma que todo lo que hacía se malograba contra su voluntad.

Creció en la corte de Thingol, mas pasado un tiempo, a medida que el poder de Morgoth aumentaba, no llegó ninguna noticia de Hithlum y no volvió a saber de Morwen o de su hermana, Nienor, a quien no había visto. Provocado por Orgof, de la familia del rey Thingol, y desconociendo su creciente fuerza, [38] lo mató en la mesa del rey con un vaso de cuerno. Huyó de la corte considerándose un proscrito y se dedicó a luchar contra todos, Elfos, Hombres y Orcos, en las fronteras de Doriath, agrupando a su alrededor a una banda salvaje de Hombres y Elfos perseguidos.

Un día, mientras estaba ausente, sus hombres capturaron a Beleg el arquero, amigo del Túrin de antaño. Túrin lo liberó y supo que Thingol le había perdonado su acción hacía tiempo. Beleg lo convence de que abandone la guerra contra los Elfos y mitigue la ira contra los Orcos. La fama de las hazañas en las fronteras y el valor de Beleg el Gnomo y de Túrin, hijo de Húrin, contra los Orcos llega hasta Thingol y Morgoth. Sólo uno de la banda de Túrin, el hijo de Blodrin Ban, odia la nueva vida con poco pillaje y luchas más duras. Revela a los Orcos el emplazamiento de la guarida secreta de Túrin. Sorprenden el campamento, a Túrin lo capturan y arrastran hacia Angband (pues Morgoth había empezado a temer que escapara de la maldición gracias a su valor y a la protección de Melian); a Beleg lo dejan por muerto bajo un montículo de cadáveres. Lo encuentran los hombres de Thingol que han ido a invitarlos a un banquete en las Mil Cavernas. Melian lo cura, y él parte para rastrear a los Orcos. Beleg es el rastreador más hábil que ha existido jamás, pero los laberintos de Taur-na-Fuin lo confunden. Allí, desesperado, ve la lámpara de Flinding, hijo de Fuilin, un Gnomo de Nargothrond que fue capturado por Orcos y pasó mucho tiempo como esclavo en las minas de Morgoth, pero que escapó.

Por Flinding recibe noticias de la banda de Orcos que capturó a Túrin. Se esconden y observan pasar a la hueste cargada con pillaje por el camino de Orcos que atraviesa el corazón del bosque, que los Orcos usan cuando tienen prisa. Temen el bosque que hay detrás del camino tanto como los Elfos o los Hombres. Ven cómo arrastran y azotan a Túrin. Los Orcos dejan el bosque y bajan por las cuestas hacia Dor-na-Fauglith y acampan en un valle a la vista de Thangorodrim. Beleg mata a los lobos centinelas y a hurtadillas entra con Flinding en el campamento. Con muchas dificultades y extremo peligro se llevan al inconsciente Túrin y lo tienden en una cañada de densos árboles espinosos. Al cortarle las ligaduras, Beleg pincha el pie de Túrin; éste despierta y, enloquecido, piensa que los Orcos lo están [39] torturando. De un salto se arroja sobre Beleg y lo mata con su propia espada. Cae la tela que cubre la lámpara de Flinding y al ver la cara de Beleg se queda de piedra. Los Orcos, despertar dos por sus gritos al lanzarse sobre Beleg, descubren su fuga pero una terrible tormenta de truenos y aguaceros los despista y se alejan. Por la mañana, Flinding los ve marchar por el humeante páramo de Dor-na-Fauglith. Entierran a Beleg con su arco en la cañada.

Flinding conduce al aturdido e inconsciente Túrin hacia lugar seguro. Recupera el sentido junto al lago Ivrin, donde se encuentran las fuentes del Narog, y llora mucho tiempo y compone una canción para Beleg, la «Amistad del Arquero», que se convertirá en la canción de guerra de los enemigos de Morgoth.

13

Flinding conduce a Túrin a Nargothrond. Allí, Túrin ama sin poder evitarlo, y es correspondido, a Finduilas, hija de Orodreth, que se había prometido en matrimonio a Flinding antes de que lo capturaran. Lucha contra su amor por lealtad a éste, pero Flinding, al ver que Finduilas ama a Túrin, se amarga.

Túrin induce a los Gnomos de Nargothrond a abandonar su guerra secreta y oculta y a luchar contra los Orcos de manera más abierta.[34] Ha hecho que le forjaran de nuevo la espada de Beleg en una hoja negra con bordes brillantes, y por ello recibe el nombre de «Mormakil» o espada negra. La fama de Mormakil llega incluso a Thingol. Túrin adopta ese nombre en vez de «Túrin». Durante mucho tiempo él y los Gnomos de Narog salen victoriosos y su reino llega hasta las fuentes del Narog, y desde el mar occidental hasta las lindes de Doriath. El poder de Morgoth se contiene.

Morwen y Nienor son capaces de viajar a ver a Thingol y dejan sus bienes al cuidado de Brodda, que se había casado con una pariente de Morwen. En la corte de Thingol se enteran de la pérdida de Túrin. Les llegan noticias de la caída de Nargothrond. De súbito Morgoth había lanzado un gran ejército contra ellos, y con éste uno de los primeros y más poderosos[35] de los [40] Dragones que se criaban en sus refugios profundos y que durante largo tiempo hostigaron las Tierras del Norte de los Hombres y de los Elfos.[36]

La hueste de Narog es derrotada. Flinding, herido, rechaza la ayuda de Túrin y muere haciéndole reproches. Túrin regresa rápidamente a Nargothrond pero el Dragón y los Orcos llegan antes de que pueda establecer la defensa, y todos los hermosos salones bajo tierra son saqueados, y todas las mujeres y doncellas de Narog capturadas y llevadas como esclavas. Túrin intenta matar al Dragón, pero queda inmovilizado por el hechizo de sus ojos, mientras el Dragón Glórung[37] se burla de él. Entonces, Glórung le ofrece la libertad o para seguir intentando rescatar a su «amor robado», Finduilas, o para cumplir su deber e ir al rescate de su madre y de su hermana que viven (como él, mintiendo, le dice) con gran miseria en Hithlum. Túrin abandona a Finduilas en contra de su corazón (de haberlo obedecido habría eludido su extremo destino) y creyendo a la serpiente parte hacia Hithlum. Glórung se tiende en las cuevas de Narog y reúne bajo él todo el oro y la plata y las gemas allí acumulados.

Después de un largo errar, Túrin llega a Hithlum. Pero Morwen y Nienor se encuentran en la corte de Thingol cuando los supervivientes cuentan la caída de Nargothrond y de Túrin, y algunos dicen que Túrin escapó con vida, y otros, que los ojos de la serpiente lo convirtieron en piedra y aún vive prisionero en Nargothrond. Morwen y Nienor por fin consiguen que Thingol les proporcione hombres para ir a luchar contra Glórung o, como mínimo, escrutar su guarida.

Túrin mata a Brodda en su castillo, furioso al descubrir que el castillo y las tierras de Morwen están vacías y saqueadas. Arrepintiéndose de su acción, vuelve a huir de Hithlum y abandona la búsqueda de su familia. Con el deseo de olvidar el pasado, adopta el nombre de Turambar (Turmarth) «Vencedor del Destino», y reúne a un nuevo pueblo, los «Hombres de los Bosques», al este del Narog, que él gobierna, y vive en paz.

La expedición de Thingol, en la que cabalgan Morwen y Nienor, divisa el Narog desde la cima de una colina. Los Elfos bajan hacia la guarida,[38] pero Glórung sale y se mete en el río, y de él se eleva un inmenso, siseante y gran vapor, de modo que los caballos dan media vuelta y huyen. Los corceles de Morwen [41] y Nienor también son presa del pánico y galopan frenéticos en la niebla. Cuando la niebla se aclara, Nienor se encuentra cara a cara con el Dragón, cuyos ojos la inmovilizan y la sumen en un hechizo de oscuridad y absoluto olvido. Vaga aturdida por los bosques. Por fin recupera el sentido, pero recuerda poco.[39] Los Orcos la ven y la persiguen, pero los rechaza una banda de «Hombres del Bosque» al mando de Turambar, que la lleva a su agradable morada.

Mientras pasan las cascadas del Cuenco de Plata, la recorre un escalofrío. Vive entre el pueblo del bosque y obtiene el amor de Tamar el Cojo, pero al final se casa con Turambar, que la llama Níniel «la Llorosa», ya que cuando la encontró ella lloraba.

Glórung empieza a realizar incursiones atravesando el Narog, y los Orcos se agrupan en tomo a él. Los hombres del bosque matan a muchos, y Glórung, al enterarse de la existencia de su morada, cruza lleno de fuego el Narog y se adentra en los bosques para atacarlos. A su paso deja un rastro de ruina. Turambar medita cómo puede expulsar a ese horror de su tierra. Marcha con sus hombres, y Níniel, presintiendo el mal, cabalga con él,[40] hasta que pueden divisar el rastro ardiente de Glórung y el lugar humeante donde está tumbado. Entre ellos fluye un río en una hondonada profunda, después de caer por las cascadas del Cuenco de Plata. Turambar pide voluntarios y consigue sólo seis para esperar en la hondonada por la que debe pasar el Dragón. Parten los siete. Al anochecer trepan por el lado opuesto del acantilado y se ocultan cerca del borde, en los árboles. La mañana siguiente todos se han escabullido y Turambar está solo.

Glórung pasa reptando. Turambar lo atraviesa con Gurtholfin,[41] «Hierro de la Muerte», su espada negra. Glórung se enrosca y recula en agonía y yace moribundo. Turambar avanza para recuperar su espada y apoya un pie sobre Glórung y se regocija. Pero el veneno del Dragón sale a chorros cuando tira de su espada, y él cae desvanecido. Los vigías ven que Glórung está muerto, mas Túrin no regresa. Níniel parte en su busca y lo encuentra tendido junto al Dragón. Mientras lo atiende, Glórung abre los ojos y habla, y le cuenta quién es Turambar y levanta el hechizo que pende sobre ella. Entonces sabe quién es ella, y sabe que la historia es cierta por cosas que Turambar le ha contado. [42] Llena de horror y angustia sale corriendo y se arroja al Cuenco de Plata y nadie encontró su cuerpo nunca. Tamar la siguió y oyó sus lamentaciones.

Túrin regresa triunfante. Pregunta por Níniel, pero nadie se atreve a contárselo. Entonces llega Tamar y se lo dice. Túrin lo mata y, tomando a Gurtholfin, le ordena que lo mate a él. La espada contesta que su sangre es tan dulce como la de cualquier otro y le atraviesa el corazón. Túrin es enterrado junto al Cuenco de Plata, y su nombre, tallado en caracteres de Nargothrond sobre una roca. Debajo se escribe Níniel.

Algunos cuentan que Morwen, a quien la muerte de Glórung liberó del hechizo, pasó por aquel camino y leyó la piedra.

14

Morgoth liberó a Húrin tras el fin de Túrin y Nienor, pues aún pensaba en utilizarlo. Culpó al corazón débil y a la falta de bondad de Thingol de la desgracia de Túrin, y Húrin, errando encorvado por el pesar, meditó en sus palabras y se amargó por ellas.

Húrin y los proscritos llegan a Nargothrond, y ninguno se atreve a saquearla por miedo al espíritu de Glórung[42] o incluso a su memoria. Matan a Mîm el Enano, que se ha adueñado de todo el oro y lo ha hechizado. Húrin arroja el oro a los pies de Thingol, con reproches. Thingol no lo acepta y se muestra paciente con Húrin, hasta que, demasiado aguijoneado, le dice [43] que se marche. Húrin parte y va en busca de Morwen, y durante varias edades muchos contaron que los vieron juntos en el bosque lamentándose por sus hijos.

El oro encantado hechiza a Thingol. Llama a los Enanos de Nogrod y Belegost para que vengan, lo trabajen, y lo conviertan en cosas hermosas, y le hagan un collar maravilloso del que colgará el Silmaril. Los Enanos traman traición, y Thingol, amargado por la maldición del oro, les niega la recompensa. Una vez concluido el trabajo, los echan sin pago alguno. Los Enanos regresan; con la ayuda de la traición de algunos Gnomos también mordidos por la codicia del oro, sorprenden a Thingol en una cacería, lo matan y toman por sorpresa las Mil Cavernas y las saquean. No pueden tocar a Melian, que parte en busca de Beren y de Lúthien.

Beren y los Elfos verdes y pardos del bosque tienden una emboscada a los Enanos en un vado, y matan a su rey, de cuyo cuello Beren toma el «Nauglafring»[43] o collar de los Enanos, con el Silmaril. Se dice que Lúthien, llevando la joya, es lo más hermoso jamás visto fuera de Valinor. Pero Melian advierte a Beren de la maldición del oro y del Silmaril. El resto del oro es arrojado al río.

Beren guarda en secreto el «Nauglafring».[44] Cuando Mandos dejó que Beren regresara junto a Lúthien, fue sólo al precio de que Lúthien tuviera una vida corta como la de Beren el mortal. Lúthien empieza a debilitarse, como los Elfos en días posteriores se marchitaron a medida que los Hombres se hacían más fuertes y se apoderaban de las bondades de la tierra (pues los Elfos necesitaban la luz de los Árboles). Por último desapareció y Beren quedó perdido, buscándola en vano, y su hijo Dior gobernó después de él. Dior restableció Doriath y se volvió orgulloso, y lució el «Nauglafring», y la fama del Silmaril trascendió las fronteras. Después de vanas negociaciones, los hijos de Fëanor le declararon la guerra (la segunda matanza de Elfos a manos de Elfos) y lo aniquilaron y tomaron el «Nauglafring». Se pelearon por él debido a la maldición del oro, hasta que sólo quedó Maglor. Pero Elwing, hija de Dior, se salvó y la llevaron lejos, a la desembocadura del río Sirion.[45] [44]

15

El gran río Sirion fluía a través de las tierras del Sudoeste; en su desembocadura había un gran delta, y su curso más bajo atravesaba anchas y verdes tierras fértiles, poco habitadas excepto por aves y bestias debido a las incursiones de los Orcos; mas los Orcos no las habitaban, ya que preferían los bosques del norte y temían el poder de Ylmir: la desembocadura del Sirion se hallaba en los Mares del Oeste.

Turgon, hijo de Fingolfin, tenía una hermana, Isfin, que se perdió en Taur-na-Fuin después de la Batalla de las Lágrimas Innumerables. Allí la atrapó el Elfo Oscuro Eöl. Su hijo fue Meglin. El pueblo de Turgon, que escapó gracias a la hazaña de Húrin, se perdió para Morgoth, y en verdad para todo el mundo salvo Ylmir. En un lugar secreto en las colinas sus exploradores, trepando a las cimas, descubrieron un ancho valle totalmente rodeado por las colinas en círculos cuya altura disminuía a medida que se acercaban al centro. Dentro del círculo había una tierra ancha sin colinas, a excepción de una colina rocosa que se erguía en la llanura, no justo en el centro, sino próxima a la parte del muro exterior junto a la orilla del Sirion.[46]

Los mensajes de Ylmir subieron por el Sirion para pedirles que se refugiaran en ese valle, y con hechizos para encantar todas las colinas de alrededor con el fin de mantener lejos a enemigos [45] y espías. Predice que su fortaleza será la que más perdurará de todos los refugios de los Elfos contra Morgoth, y al igual que Doriath que jamás será tomada, salvo por traición desde dentro. Cerca del Sirion los hechizos son más poderosos; las montañas circundantes, en cambio, son más bajas. Ahí los Gnomos excavan un gran túnel sinuoso bajo las raíces de las montañas, que al final sale a la Planicie Guardada. Los hechizos de Ylmir guardan la entrada exterior; los Gnomos vigilan sin cesar la interior. Se halla ubicada allí por si los de dentro alguna vez necesitan escapar, y como un camino para que los exploradores, peregrinos y mensajeros puedan salir más rápidamente, y también como una entrada para fugitivos que huyan de Morgoth.

Thorndor, Rey de las Águilas, traslada a sus águilas a las cumbres Septentrionales de las montañas circundantes y las protege de los espías Orcos.[47] Sobre la colina rocosa, Amon Gwareth, la colina alerta, cuyas laderas pulen hasta que adquieren la suavidad del cristal y cuya cima nivelan, construyen la gran ciudad de Gondolin, con puertas de acero. Nivelan la llanura de alrededor hasta que queda tan plana y lisa como un jardín de hierba recortada hasta los mismos pies de las colinas, de modo que nada pueda acercarse furtivamente sin ser visto. El pueblo de Gondolin se hace poderoso y sus armas son abundantes. Pero Turgon no marcha en ayuda de Nargothrond, o de Doriath, y después de la muerte de Dior, no tiene nada que ver con el hijo de Fëanor (Maglor).[48] Por último, cierra el valle a todos los fugitivos y prohíbe al pueblo de Gondolin abandonar el valle. Gondolin es la única fortaleza élfica que sigue en pie. Morgoth no ha olvidado a Turgon, mas su búsqueda es en vano. Nargothrond es destruida; Doriath, devastada; los hijos de Húrin, muertos; y sólo quedan Elfos, Gnomos e Ilkorins dispersos, a excepción de los muchos que trabajan en las herrerías y minas. El triunfo de Morgoth es casi absoluto. [46]

16

Meglin, hijo de Eöl e Isfin, hermana de Turgon, fue enviado por su madre a Gondolin y allí lo recibieron,[49] aunque sólo tenía mitad de sangre Ilkorin, y lo trataron como un príncipe.

Húrin de Hithlum tenía un hermano, Huor. El hijo de Huor era Tuor, más joven que Túrin,[50] hijo de Húrin. Rían, esposa de Huor, buscó el cuerpo de su esposo entre los muertos en el campo de las Lágrimas Innumerables, y allí murió. Su hijo, que se había quedado en Hithlum, cayó en manos de los hombres desleales que Morgoth hizo entrar en Hithlum después de la batalla, y fue esclavizado. Se hizo salvaje y duro, huyó a los bosques y se convirtió en un proscrito solitario que vivía solo y no se comunicaba con nadie, salvo raramente con Elfos errantes y ocultos. Una vez, Ylmir se las ingenió para que lo condujeran al curso subterráneo de un río que salía del Mithrim y desembocaba en un río abismal que acababa en el Mar del Oeste. De esta manera su partida fue inadvertida por Hombre, Orco o espía, y desconocida para Morgoth. Después de mucho errar por las costas occidentales llegó hasta las desembocaduras del Sirion, y allí se unió al Gnomo Bronweg, que en una ocasión había estado en Gondolin. Juntos viajan en secreto Sirion arriba. Tuor se demora mucho en la dulce tierra Nan Tathrin, «Valle de los Sauces»; pero allí el mismo Ylmir sube por el río para visitarlo y le habla de su misión. Ha de pedirle a Turgon que se prepare para luchar contra Morgoth, pues Ylmir conseguirá que los corazones de los Valar perdonen a los Gnomos y les envíen ayuda. Si Turgon acepta, la batalla será terrible, pero los Orcos perecerán y en edades posteriores no hostigarán a los Elfos ni a los Hombres. Si no lo hace, el pueblo de Gondolin tendrá que prepararse para huir a la desembocadura del Sirion, donde Ylmir lo ayudará a construir una flota y lo guiará de vuelta a Valinor. Si Turgon cumple con el deseo de Ylmir, Tuor deberá permanecer un tiempo en Gondolin y, luego, regresar a Hithlum con una fuerza de Gnomos y aliar una vez más Hombres y Elfos, pues «sin los Hombres los Elfos no derrotarán a los Orcos y los Balrogs». Ylmir hace esto porque sabe que antes de que hayan pasado siete[51] años enteros la ruina de Gondolin llegará a través de Meglin.[52] [47]

Tuor y Bronweg llegan al camino secreto[53] y salen a la planicie guardada. Tomados prisioneros por la guardia, son conducidos ante Turgon. Éste se ha hecho viejo[54] y muy poderoso y orgulloso, y Gondolin tan hermosa y bella y su pueblo tan orgulloso de ella y confiado en su secreta e inexpugnable fuerza, que el rey y la mayoría de la gente no desean molestarse por los Gnomos y los Elfos del exterior, o preocuparse por los Hombres, y han dejado de anhelar Valinor. Con la aprobación de Meglin, el rey rechaza el mensaje de Tuor a pesar de las palabras de Idril la prudente (también llamada Idril Pies de Plata, pues le encantaba caminar descalza), su hija, y de los más sabios de sus consejeros. Tuor se queda a vivir en Gondolin y se convierte en un gran jefe. Pasados tres años, se casa con Idril; Tuor y Beren son los únicos mortales que jamás se casaron con Elfas, y como Elwing, hija de Dior, hijo de Beren, se casó con Eärendel, hijo de Tuor e Idril, sólo por ellos ha llegado la raza de Elfinesse a la sangre mortal.

No mucho después, Meglin, alejándose más allá de las montañas, es tomado prisionero por los Orcos y compra su vida cuando lo llevan a Angband descubriendo a Gondolin y sus secretos. Morgoth le promete el mando de Gondolin y la posesión de Idril. El deseo de Idril lo ayudó a cometer la traición y se sumó al odio que sentía por Tuor.

Morgoth lo envía de vuelta a Gondolin. Nace Eärendel, que tiene la belleza, la luz y la sabiduría de Elfinesse, la osadía y la fuerza de los Hombres, y la añoranza por el mar que cautivó a Tuor para siempre cuando Ylmir le habló en la Tierra de los Sauces.

Por fin Morgoth está listo, e inicia el ataque a Gondolin con dragones, Balrogs y Orcos. Después de una terrible batalla alrededor de los muros, la ciudad es asaltada y Turgon perece con muchos de los más nobles en la última batalla en la gran plaza. Tuor rescata a Idril y a Eärendel de Meglin y arroja a éste por las almenas. Luego, conduce a los supervivientes del pueblo de Gondolin por un túnel secreto que se había construido por el consejo de Idril y que sale lejos, al Norte de la llanura. Aquellos que no fueron con él sino que siguieron el viejo paso de la huida son atrapados por el dragón enviado por Morgoth para vigilar esa salida. [48]

Entre el humo del incendio, Tuor conduce a su compañía a las montañas, hacia el frío paso de Cristhorn (la Grieta de las Águilas). Allí les tienden una emboscada, pero se salvan gracias al valor de Glorfindel (jefe de la casa de la Flor Dorada de Gondolin, quien muere en un duelo con un Balrog sobre una cumbre) y a la intervención de Thorndor. Los supervivientes alcanzan el Sirion y pasan a la tierra de su desembocadura: las Aguas del Sirion. El triunfo de Morgoth es ahora absoluto.

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[Todos los cambios en esta sección, excepto el dado en la nota 51, fueron alteraciones tardías hechas tosca y apresuradamente.]

17

A la desembocadura del Sirion llega Elwing, hija de Dior, y es recibida por los supervivientes de Gondolin.[55] Éstos se convierten en un pueblo marino, que construye muchos navíos y vive lejos en el delta, donde los Orcos no se atreven a ir.

Ylmir lanza reproches a los Valar y les pide que rescaten a los que quedan de los Noldoli y a los Silmarils, ya que sólo ellos alojan la luz de los felices días de antaño en que los Árboles brillaban.

Los hijos de los Valar conducidos por Fionwë, hijo de Tulcas, envían un ejército en el que marchan todos los Qendi, pero, recordando Puerto del Cisne, pocos Teleri los acompañan. Côr es abandonada.

Tuor, cada día más viejo,[56] no puede controlar la llamada del mar, y construye a Eärámë y navega al Oeste con Idril y no se vuelve a saber nada más de ellos. Eärendel se casa con Elwing. [49] La llamada del mar también nace en él. Construye Wingelot y desea navegar en busca de su padre. Ylmir le pide que navegue hacia Valinor.[57] Lo que sigue son las maravillosas aventuras de Wingelot en los mares y las islas, y la muerte de Ungoliant por Eärendel en el Sur. Regresó a casa y encontró Aguas del Sirion desolada. Los hijos de Fëanor, al descubrir la morada de Elwing y del Nauglafring, habían caído sobre el pueblo de Gondolin. En la batalla murieron todos los hijos de Fëanor, a excepción de Maidros,[58] y las últimas gentes de Gondolin perecieron o se vieron obligadas a marcharse y unirse al pueblo de Maidros.[59] Elwing arrojó el Nauglafring al mar y saltó tras él,[60] pero Ylmir la transformó en un ave marina blanca y voló en busca de Eärendel, y lo buscó en todas las costas del mundo.

Sin embargo, su hijo (Elrond) que es medio mortal y medio elfo,[61] un niño, fue salvado por Maidros. Cuando más adelante los Elfos regresan al Oeste, compelido por su mitad mortal, elige permanecer en la tierra. A través de él la sangre de Húrin[62] (su tío abuelo) y la de los Elfos permanece entre los Hombres, y todavía se ve en el valor y en la belleza y en la poesía.

Eärendel, al saber de estas cosas por Bronweg, que vivía solo en una cabaña en la desembocadura del Sirion, siente un gran dolor. En compañía de Bronweg vuelve a partir a bordo de Wingelot en busca de Elwing y de Valinor.

Arriba a las islas mágicas, y a la Isla Solitaria, y por fin a la Bahía de Faërie. Asciende la colina de Côr y recorre los desiertos caminos de Tûn, y sus vestiduras quedan impregnadas del polvo de diamantes y de joyas. No se atreve a adentrarse más en Valinor. Construye una torre en una isla de los mares del norte en la que todas las aves marinas del mundo buscan reparo. Con la ayuda de sus alas navega incluso por el aire en busca de Elwing, pero el Sol lo quema, y la Luna lo acosa en el cielo, y durante largo tiempo vaga por el cielo como una estrella fugitiva.[63]

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[En esta sección, de nuevo, los cambios (no los de las notas 56 y 58) fueron hechos a lápiz apresuradamente.] [50]

18

Entonces se cuenta la marcha de Fionwë al Norte, y la Terrible o Ultima Batalla. Todos los Balrogs son destruidos, y los Orcos, destruidos o dispersos. Morgoth en persona realiza una última salida con todos sus dragones; los hijos de los Valar los destruyen a todos salvo a dos, que escapan, y derrotan a Morgoth y lo atan y convierten,[64] su corona de hierro en un collar para el cuello. Se recuperan los dos Silmarils. Las partes Septentrional y Occidental del mundo se desgarran y se rompen en la lucha.[65]

Los Dioses y los Elfos liberan a los Hombres de Hithlum y marchan por las tierras llamando al resto de los Gnomos e Ilkorins para que se unan a ellos. Todos lo hacen excepto el pueblo de Maidros. Éste, con la ayuda de muchos hombres,[66] se prepara para cumplir su juramento, aunque ahora, al final, abrumado por el dolor que le causa. Envía a buscar a Fionwë, recordándole el juramento y suplicándole los Silmarils. Fionwë contesta que ha perdido el derecho sobre ellos debido a las malas acciones de Fëanor, a la muerte de Dior y al saqueo del Sirion. Debe entregarse y regresar a Valinor; sólo allí, y ante el juicio de los Dioses, se los entregará. [51]

Maidros y Maglor[67] se entregan. Los Elfos parten en barco desde Lúthien [Bretaña o Inglaterra] hacia Valinor.[68] Desde entonces, siempre y de cuando [en cuando], navegarán y dejarán el mundo antes de marchitarse.

En la última marcha, Maglor le dice a Maidros que ahora sólo quedan dos hijos de Fëanor, y dos Silmarils; uno es suyo. Lo roba y huye, pero le quema tanto que descubre que ya no posee derecho sobre él. Vaga por la tierra sumido en el dolor, y se arroja a un foso.[69] Desde entonces un Silmaril está en el mar, y uno en la tierra.[70]

Los Gnomos y muchos de los Ilkorins y Teleri y Qendi repueblan la Isla Solitaria. Algunos regresan para vivir en las costas de Faëry y en Valinor, pero Côr y Tûn permanecen deshabitadas.

19

Se celebra el juicio de los Dioses. La tierra será para los Hombres, y los Elfos que no naveguen con rumbo a la Isla Solitaria o a Valinor se marchitarán y decaerán lentamente. Durante un tiempo los últimos dragones y Orcos afligirán la tierra, pero al final todos perecerán gracias al valor de los Hombres.

Morgoth es arrojado por la Puerta de la Noche hacia la oscuridad exterior que hay detrás de los Muros del Mundo, y se pone una guardia para que siempre vigile esa Puerta. Las mentiras que sembró en los corazones de los Hombres y de los Elfos no mueren y los Dioses no pueden eliminarlas todas, y siguen [52] vivas y ocasionan muchos males incluso en estos días. Algunos dicen también que en secreto Morgoth o su sombra negra y espíritu, a pesar de los Valar, trepa furtivamente por encima de los Muros del Mundo en el Norte y en el Este y visita el mundo; otros, que es Thû, su gran jefe, que escapó de la Última Batalla y aún mora en lugares oscuros y pervierte a los Hombres atrayéndolos a su terrible adoración. Cuando el mundo sea más viejo y los Dioses estén más débiles, Morgoth regresará a través de la Puerta y se librará la última de todas las batallas. Fionwë se batirá con Morgoth en la llanura de Valinor, y el espíritu de Túrin estará a su lado; será Túrin quien, con su espada negra, matará a Morgoth, y así se vengarán los hijos de Húrin.

En esos días los Silmarils se recuperarán del mar y de la tierra y del aire, y Maidros los romperá y Belaurin[71] con su fuego volverá a encender los Dos Arboles, y la gran luz aparecerá de nuevo, y las Montañas de Valinor se allanarán para que la luz llegue al mundo, y los Dioses y los Elfos y los Hombres[72] volverán a ser jóvenes, y todos sus muertos despertarán.[73]

Y de esta manera el último Silmaril llegó al aire. Los Dioses se lo adjudicaron a Eärendel —«hasta que muchas cosas acontezcan»— debido a los actos de los hijos de Fëanor. Maidros es enviado junto a Eärendel y con la ayuda del Silmaril encuentra a Elwing y le es devuelta. El barco de Eärendel se arrastra sobre Valinor hacia los Mares Exteriores, y Eärendel lo lanza a la oscuridad exterior por encima del Sol y de la Luna. Allí navega con el Silmaril en la frente y con Elwing a su lado, la estrella más brillante de todas, vigilando a Morgoth.[74] Así navegará hasta que vea la última batalla a punto de librarse en las llanuras de Valinor. Entonces él descenderá.

Y éste es el último final de las historias de los días anteriores a los días, en las regiones Septentrionales del Mundo Occidental. Estas historias son algunas de las que recuerdan y cantan los declinantes Elfos, y la mayoría de los desaparecidos Elfos de la Isla Solitaria. Las cuentan los Elfos a los Hombres de la raza de Eärendel, y la mayoría a Eriol, que fue el único de los mortales de días posteriores que navegó hacia la Isla Solitaria, y aun así regresó a Lúthien,[75] y recordó cosas que había oído en Cortirion, la ciudad de los Elfos en Tol Eressëa.