Este poema es sin lugar a dudas al que se alude en el Quenta, pp. 167-168: «del poder y la majestad de esa visión se habla en la canción que Tuor compuso para su hijo Eärendel». Sobrevive en tres versiones y cinco textos. La primera versión, de la que hay sólo un manuscrito, consiste en 40 líneas, que empiezan:
Me senté en la orilla devastada del profundo y reverberante mar
y termina:
y desperté en cuevas silenciosas, y playas vacías, y paz
(líneas 15 y 66 en el texto dado abajo). En el manuscrito a tinta mi padre añadió a lápiz el título Las Mareas, junto con las notas 4 Dic. 1914 y [251] En la Costa de Cornualles. Sobre su visita a la Península Lizard en Cornualles en el verano de 1914, véase Humphrey Carpenter, Biography, pp. 84-85. Pero aunque yo no he encontrado nada anterior a este texto, resulta claro por las notas de mi padre a versiones posteriores que recordaba que el origen del poema era anterior a esa época.
La segunda versión lleva el título Canto Marino de un Día Antiguo (un Fyrndaga Sǽléoþ en inglés antiguo), y sobrevive en dos manuscritos que sólo difieren en pequeños detalles. El segundo tiene algunas correcciones menores, y la fecha: Mar. 1915 < Dic. 1914 < 1912, también Essay Club [de Exeter College, Oxford] Marzo 1915. Esta versión comienza:
En esa región sombría y peligrosa, por cuyos grandes y tempestuosos caminos
no oí ningún sonido de voces humanas; en aquellos días más antiguos
me senté en la orilla devastada del profundo y reverberante mar…
(es decir, empieza en la línea 13 del texto, p. 253) y contiene dos líneas más después de «playas vacías, y paz» (línea 66 del texto, p. 256) (donde termina Las Mareas):
En una hermosa región iluminada por el sol por cuyos viejos y caóticos caminos
ningún sonido de voces humanas reverberaba en aquellos días de los más antiguos.
Es esta versión, no la de 1914, de la que Humphrey Carpenter cita las primeras seis líneas (ibid. p. 89). El Canto Marino difiere de Las Mareas tanto en extensión (tiene 50 líneas frente a 40) como en la reconstrucción de muchos versos.
Junto al segundo texto del Canto Marino mi padre escribió a lápiz:
Ésta es la canción que Tuor contó a Eärendel, su hijo, sobre el tiempo que los Exiliados de Gondolin vivieron una temporada en Dor Tathrin, la Tierra de los Sauces, después del incendio de su ciudad. Ahora bien, Tuor fue el primero de los Hombres en ver el Gran Mar, pero guiado por Ulmo hacia Gondolin había abandonado las costas del Océano y, al pasar por la Tierra de los Sauces, se enamoró de su belleza, olvidando tanto su misión como su anterior amor por el mar. Entonces, Ulmo, señor de Val, vino en su carro de aguas profundas, se sentó en el crepúsculo en las cañas [252] del Sirion y le tocó su flauta mágica de caracolas huecas. Desde ese momento Tuor siempre anheló el mar y no tuvo paz en el corazón mientras moró en agradables lugares interiores.[328]
Es evidente que esto corresponde al cuento La Caída de Gondolin (véase especialmente II. 196-200), y sin duda se añadió en la época de la escritura del cuento (y de la tercera versión del poema), ya que el Canto Marino no tiene punto de contacto con la leyenda de Tuor, ni con ningún rasgo de la mitología.
La tercera versión, titulada Los Cuernos de Ulmo, sobrevive en un manuscrito y una copia a máquina sacada directamente de él, y sólo ahora las referencias a Ulmo y Ossë (y al desgarro de la Tierra por los Dioses en la oscuridad primigenia) aparecen por primera vez en el poema. Una nota al manuscrito, escrita al mismo tiempo que el poema, dice:
1910-11-12 reesc[rito] y reconstruido a menudo. Forma presente debida a la reescritura y adición de introd[ucción] &c final en una casa solitaria cerca de Roos, Holderness (Thistle Bridge Camp), Primavera 1917
(Sobre Roos véase Humphrey Carpenter, Biography, p. 113). Una nota posterior a lápiz añade: «poema a “La Caída de Gondolin”».
Así pues, la absorción del poema en la leyenda de Tuor y Eärendel tuvo lugar casi en la misma época que la escritura del cuento La Caída de Gondolin (véase I. 250, II. 188); debería haberse dado en El Libro de los Cuentos Perdidos Parte II.
Se hicieron unas pocas y pequeñas correcciones al manuscrito de Los Cuernos de Ulmo, notablemente Ulmo > Ylmir (siendo la última la forma gnómica, encontrada en La Balada de los Hijos de Húrin y en el «Esbozo»), y la segunda referencia a Ossë (líneas 41-42, sustituyendo dos versos anteriores). En esencia la copia a máquina es igual que el manuscrito (con las palabras «de “La Caída de Gondolin”» añadidas bajo el título), pero tiene unas pocas alteraciones hechas con bolígrafo rojo, que, por lo tanto, corresponden a un momento muy posterior. Estos cambios tardíos no están incorporados a este texto, pero se dan en notas que siguen al poema.
[253]
Los Cuernos de Ylmir
de
«La Caída de Gondolin»
«Tuor recordó en una canción cantada a su hijo Eärendel | |
las visiones que las caracolas de Ylmir le provocaron una | |
vez en el crepúsculo de la Tierra de los Sauces.» | |
Fue en la Tierra de los Sauces donde la hierba es larga y verde; | |
yo estaba tocando las cuerdas del arpa, pues un viento se había arrastrado invisible | |
y hablaba en las copas de los árboles, mientras las voces de las cañas | |
susurraban tallosos susurros mientras la puesta del sol rozaba los prados, | |
5 | melodías de tierra adentro sutilmente mágicas que sólo esas cañas podían tejer. |
Fue en la Tierra de los Sauces cuando una vez Ylmir vino al anochecer. | |
En el crepúsculo junto al río en una cosa hueca de caracolas | |
creó música inmortal, hasta que mi corazón bajo su hechizo | |
se rompió en el crepúsculo, y las praderas se desvanecieron | |
10 | en caudalosas aguas grises que se alzaban alrededor de las rocas donde nadan las aves marinas. |
Las oí gemir a mi alrededor donde los negros riscos se cernían en la altura | |
y la primigenia luz de las estrellas titilaba pálidamente en el cielo. | |
En esa región sombría y peligrosa, por cuyos grandes y tempestuosos caminos | |
no oí ningún sonido de voces humanas, en aquellos días más antiguos, | |
15 | me senté en la orilla devastada del profundo y reverberante mar |
cuya rugiente y espumeante música rompía en incesante cadencia | |
sobre la tierra asediada para siempre en un eón de ataques | |
y desgarrada en torres y pináculos y metida en cuevas de grandes bóvedas; | |
y sus arcos se sacudieron con trueno y sus pies se vieron apilados con formas [254] | |
20 | rasgadas en vieja guerra marina de esos riscos y negros promontorios. |
He aquí que oí la tempestad en forma de batalla rugiendo detrás de la marea | |
cuando sonó la trompeta de los primeros vientos, y el mar gris cantó y gritó | |
cuando una nueva ira blanca despertó en él, y sus ejércitos se alzaron a la guerra | |
y lanzó su encrespada caballería hacia la costa amurallada e inmóvil. | |
25 | Allí la ventosa y abanderada fortaleza de esas altas y vírgenes costas |
repelió los primeros y finos tentáculos de las antiguas huestes de la marejada; | |
repelió los inquietos gallardetes que como los brazos de una cosa con tentáculos | |
retorciéndose y arrastrándose hacia adelante murmuraban, aspiraban y se aferraban. | |
Entonces un suspiro y un murmullo surgieron en esa furtiva vanguardia, | |
30 | mientras por detrás los torrentes se agrupaban y las saltarinas olas corrían, |
hasta que los caballos marinos de crines de espuma llegaron en verdes y rodantes cantidades, | |
una marea salvaje hollando hacia tierra, y su canción de guerra estalló en llamas. | |
Cabezas enormes se agitaron airadas y sus crestas fueron torres de espuma | |
y la canción que los grandes mares estaban cantando era una canción de cólera incontenida, | |
35 | pues a través de esas gigantescas aguas las trompetas de Ossë sonaron, |
y las voces del diluvio y las del Gran Viento se hicieron más profundas y sonoras; | |
profundos huecos zumbaron y silbaron mientras succionaban los vientos del mar; | |
espumas y grandes chorros blancos aullaron agudamente por encima del estrépito; | |
vientos fuertes soplaron las amargas trenzas del mar en el oscuro rostro de la tierra | |
40 | y aires salvajes, espesos con la rociada, huyeron en una remolineante carrera [255] |
de batalla a batalla, hasta que el poder de todos los mares | |
se agrupó como una montaña en torno a las impresionantes rodillas de Ossë, | |
y una cúpula de aullante agua aplastó esas goteantes y negras fachadas | |
y sus catastróficas fuentes embistieron en ensordecedoras cascadas. | |
*** | |
45 | Entonces oí el inconmensurable himno del Océano mientras subía y bajaba |
al ritmo de su órgano cuyas interrupciones eran el graznido de las gaviotas y el oleaje atronador; | |
oí la carga de las aguas y el canto de las olas | |
cuyas voces por siempre venían y entraban rodando a las cuevas, | |
donde una interminable fuga de ecos salpicaba sobre piedras mojadas | |
50 | y subía y se mezclaba al unísono con un zumbido murmurante; |
era una música de la máxima profundidad la que se agitaba en los abismos, | |
y todas las voces de todos los océanos se agrupaban en aquel sonido; | |
era Ylmir, Señor de las Aguas, con una mano que todo lo inmovilizaba | |
que creaba inconquistables armonías, que el rugiente mar obedeció, | |
55 | y sus aguas se vertieron y la Tierra levantó lomas resplandecientes de nuevo |
desnudas a los aires y las nubes a la deriva y el mar convirtiéndose en lluvia, | |
hasta que la succión y la succión de remolinos verdes y los golpes de las ondas fue todo | |
lo que llegó a mi isla de roca, salvo por la antigua llamada sobrenatural | |
de las aves marinas largo tiempo olvidadas y el chirrido de antiguas alas. | |
60 | Así el murmurante sueño me tomó en medio de esas lejanas y viejas cosas |
(en una región solitaria y crepuscular, por cuyos viejos y caóticos caminos | |
no oí ningún sonido de voces humanas, en aquellos días más antiguos [256] | |
cuando el mundo se tambaleó en el tumulto mientras los Grandes Dioses desgarraban la Tierra | |
en la oscuridad, en la tempestad de los ciclos antes de nuestro nacimiento), | |
65 | hasta que las mareas bajaron, y el Viento murió, y toda la música del mar cesó |
y desperté en cuevas silenciosas y playas vacías y paz. | |
Entonces la magia se alejó de mí y aquella música soltó sus bandas; | |
caracolas lejanas, lejanas, que llamaban, y he aquí que estaba en las dulces tierras, | |
y las praderas me rodeaban donde crecían los sauces llorones, | |
70 | donde la larga hierba se agitaba a mi lado, y mis pies estaban empapados de rocío. |
Sólo las cañas susurraban, pero una niebla pendía sobre los ríos | |
como una niebla marina arrastrada tierra adentro, como un jirón de sueños salinos. | |
Fue en la Tierra de los Sauces donde oí el aliento insondable | |
de los Cuernos de Ylmir llamando, y los oiré hasta que muera. |
NOTAS
Los siguientes son los cambios tardíos hechos a la copia a máquina mencionados en la p. 252:
16 | La línea se cambió por: Cuya incesante música rugiente rompió en espumeante armonía y se marcó con una X. |
21 | rugiendo a creciendo |
65 | La línea se cambió por: Hasta que las mareas bajaron, y el Viento cesó, y toda la música del mar murió. |
72 | «niebla marina»: roke es una palabra del inglés medieval que ha sobrevivido hasta tiempos recientes en dialecto y significa «niebla, bruma, llovizna». |