(iii)
Los capítulos no escritos

No hay manera de demostrar que mi padre decidiera alterar la estructura del libro trasladando la historia númenóreana al final cuando abandonó el cuarto capítulo en las palabras de Herendil «Me quedo, padre»; no obstante, es muy posible que de hecho fuera esta decisión lo que motivó el abandono de la obra. En cualquier caso, en una hoja separada escribió: «Retroceder hasta Númenor y poner esto al final», añadiendo la idea de que en cada historia un hombre pronunciara las palabras sobre las Águilas del Señor del Oeste, pero que sólo al final se descubriera su significado (véanse pp. 91-100). Esto viene seguido de una sucesión rápida de ideas para las historias que separarían a Alboin y Audoin del siglo veinte y Elendil y Herendil de Númenor, pero son muy breves: «¿Historia lombarda?»; «una historia nórdica de barcas funerarias (Vinland)»; «una historia inglesa ¿de un hombre que caminó por el Camino Recto?»; «una historia Tuatha-de-Danaan, o Tir-nan-Og» (véase p. 97); una historia acerca de «cuevas pintadas»; «la Edad del Hielo, grandes figuras de hielo», y «Antes de la Edad del Hielo: la historia de Galdor»; «historia post-Beleriand y del ataque a Thû de Elendil y Gil-galad»; y por último «la historia de Númenor». En una de ellas, la «historia inglesa de [94] un hombre que caminó por el Camino Recto» se añade la siguiente extensa nota, escrita a gran velocidad:

Pero esto sería sobre todo apropiado como introducción de los Cuentos Perdidos: Cómo Ælfwine navegó por el Camino Recto. Navegaron y navegaron por el mar; y el tiempo estaba muy brillante y calmado, sin nubes, sin viento. El agua parecía blanca y poco profunda. Bajando la vista de pronto ve tierras y mt [es decir, montañas o una montaña] debajo del agua, brillando al sol. Tienen problemas para respirar. Sus compañeros se arrojan al agua uno a uno. Ælfwine pierde el conocimiento cuando siente una fragancia maravillosa de tierra y flores. Despierta para encontrar que el barco está siendo arrastrado por gente que camina por el agua. Le dicen que en mil años muy pocos hombres pueden respirar el aire de Eressëa (que es Avallon), pero ninguno más allá. Así llega a Eressëa y le narran los Cuentos Perdidos.

Al lado hay escrito a lápiz «Historia de Sceaf o Scyld»; a mi parecer, sólo en este punto surgió la idea del episodio anglosajón (éste fue el único de todos los proyectos que estuvo a punto de llevarse a la práctica).

Esta nota presenta un interés especial, puesto que se ve cómo mi padre combinó la antigua historia del viaje de Ælfwine y el relato de los Cuentos Perdidos con la idea del Mundo Redondeado y el Sendero Recto, que se introdujo en ese entonces. En relación a las palabras sobre la dificultad de respirar cf. CN §12, donde se dice que el Sendero Recto «atravesaba el aire del aliento y del vuelo [Wilwa, Vista] y cruzaba Ilmen, que carne alguna puede soportar».

Entonces mi padre (creo) esbozó un bosquejo de la estructura del libro tal como la preveía ahora. El Capítulo III había de llamarse Un paso atrás: Ælfwine Eadwine, [43] la encamación anglosajona de padre e hijo, en que se incorporaba la leyenda del Rey Sheave; el Capítulo IV, «la leyenda irlandesa de Tuatha-de-Danaan, el hombre más viejo del mundo»; el Capítulo V «El Norte Prehistórico: antiguos reyes hallados sepultos en el hielo»; el Capítulo VI «Beleriand»; el Capítulo VIII (que presumiblemente reemplaza al VII por descuido) «Elendil y Herendil en Númenor». Resulta interesante ver que la leyenda lombarda no se menciona ahora como componente de la historia: véase p. 67.

Este esbozo de estructura se envió a Alien and Unwin con el manuscrito y se añadió a la copia mecanografiada allí realizada. [95]

Aparte del episodio anglosajón, el único pedazo de escritura conexa de las historias indicadas consiste en un oscuro fragmento escrito toscamente que parece ser parte de «la historia de Galdor» (p. 93). En él un Agaldor contempla el anochecer en una orilla rocosa y ve cómo se levantan unas grandes nubes, «como las mismas águilas del Señor del Oeste». Ante la visión de esas nubes se llena de un presado informe, y se vuelve y sube por la playa, descendiendo detrás del muro de tierra hasta las casas donde las luces ya están encendidas. Unos hombres sentados a una puerta lo miran sospechosamente y cuando se ha ido hablan de él.

—Ahí viene Agaldor otra vez de su charla con el mar: más pronto que de costumbre —dijo uno—. Últimamente frecuenta las orillas más que nunca. —Pronto empezará a hablar y a profetizar cosas extrañas —dijo otro—, y ojalá los Señores del Oeste le pongan en la boca palabras más alentadoras que otras veces. —Los Señores del Oeste no le dirán nada —dijo un tercero—. Si alguna vez estuvieron en tierra o mar han abandonado esta tierra, y el hombre es su propio amo de aquí al amanecer. ¿Por qué atormentarnos con los sueños de un caminante del crepúsculo? Tiene la cabeza llena de ellos, que se queden ahí. Al escucharlo hablar uno pensaría que el mundo acabó en la última edad, y que no ha vuelto empezar, y que estamos viviendo en las ruinas.

—Es uno del viejo pueblo, prácticamente el último de larga vida en estas regiones —dijo otro—. Los que conocieron a los Eldar y vieron a los mismos Hijos de los Dioses tienen una sabiduría que olvidamos. —Sabiduría no sé —dijo otro—, pero sí dolor en abundancia, si una sola de sus historias es cierta. No lo sé (aunque lo dudo). Pero dadme el Sol. Eso es gloria… Me gustaría que la larga vida de Agaldor se redujera. Él es quien insiste en quedarse [?? junto a] este borde del mar, demasiado cerca de las lúgubres aguas. Me gustaría que tuviéramos un caudillo que nos llevara al Este o al Sur. Dicen que la tierra es dorada en los [?? dominios] del Sol.

El fragmento acaba aquí. Agaldor apareció en borrador original de La Caída de Númenor. «Agaldor, caudillo de un pueblo que vive en el margen NO del Mar Occidental» (p. 17), y en un punto posterior del texto fue Agaldor quien luchó con Thû, aunque el nombre se sustituyó en el momento de la escritura por Amroth (p. 19). Que se trata de un fragmento de «la historia de Galdor» parece desprenderse de un garabato escrito a lápiz, en parte ilegible, situado al principio de la página, donde aparece Galdor, no obstante, la historia es aquí muy distinta. [96]

Galdor es un buen hombre [? entre] los exiliados (no un númenóreano); no es de larga vida, sino profeta. Profetiza [? llegada] de los Númenóreanos y [? salvación] de los hombres. Por esa razón mantiene a sus hombres junto al mar. El pasaje del presagio anuncia la Ruina y la Anegación. Cómo escapa en la anegación … de tierra. Llegan los Númenóreanos, pero ya no aparecen como buenos, sino como rebeldes contra los Dioses. Matan a Galdor y asumen la capitanía.

Poco se puede añadir aquí, y no haré especulación alguna. La historia se abandonó sin revelar cómo había de introducirse el elemento Ælfwine-Eadwine.

Volviendo ahora a «la historia de Ælfwine», hay varias páginas de notas muy toscas e inicios abandonados. Una de las páginas consiste en las siguientes notas, escritas con creciente rapidez:

Ælfwine y Eadwine viven en la época de Eduardo el Viejo, en el Norte de Somerset. Ælfwine está arruinado debido a las incursiones de los daneses. El cuadro empieza con el ataque (c. 915) a Portloca (Porlock) y Wæced. Ælfwine está esperando el regreso de Eadwine por la noche. (De hecho, históricamente el ataque tuvo lugar en otoño, æt hærfest).

Conversación de Ælfwine y Eadwine. Eadwine está harto. Afirma que los daneses tienen más sentido común; siempre presionando. Avanzan hacia el oeste. Rodean y se dirigen a Irlanda, mientras que los ingleses se quedan como Wealas esperando que los conviertan en esclavos.

Eadwine dice que ha oído extrañas historias procedentes de Irlanda. Una tierra del noroeste llena de hielo, pero apropiada para que los hombres la habiten: los nórdicos expulsaron a unos santos ermitaños. Ælfwine pone objeciones al Cristianismo. Eadwine dice que el santo Brendan lo hizo siglos antes, y muchos otros, [como] Maelduin. Y regresaron, aunque él no lo hubiera hecho. Insula Deliciarum, aun el Paraíso.

Ælfwine objeta que es imposible llegar al Paraíso en barco: nos separan aguas más profundas que Garsecg. Los caminos están curvos. al final regresas. No hay salida por barco.

Eadwine dice que no cree que sea verdad, y espera que no lo sea. En cualquier caso, sus antepasados habían llegado a tierras nuevas por barco. Cita la historia de Sceaf.

Al final parten con diez vecinos. Perseguidos por los vikingos abandonan Lundy. El viento los lleva a mar abierto, y persiste. [97] Eadwine cae enfermo y dice cosas extrañas. Ælfwine también sueña. Mares montañosos.

El Camino Recto . . . agua (¿isla de las Azores?) . . . fuera. Ælfwine [? restablece ? refrena] a Eadwine. Se resigna a morir, pero reza por Eadwine. Sensación de caída. Descienden al mar [? real] y el viento del oeste los hace volver. Desembarcan en Irlanda (se supone que se establecen allí, lo que lleva a Finntan).

Añado algunas notas sobre este bosquejo de gran envergadura. Eduardo el Viejo, el primer hijo del Rey Alfredo, reinó desde 900 hasta 924. En el año 914, una gran flota vikinga, procedente de Bretaña, apareció en el Canal de Bristol, y empezó a devastar las tierras más allá del Severn. Según la Anglo-Saxon Chronicle estaba dirigida por dos jarls («condes») llamados Ohtor y Hroald. Los daneses fueron derrotados en Archenfield (inglés antiguo Ircingafeld) en Herefordshire y se vieron obligados a dejar rehenes en prenda para partir. El Rey Eduardo estaba armado con las fuerzas de Wessex en el lado meridional del estuario del Severn, «de modo que», en palabras de la Chronicle, «no se atrevieron a atacar la tierra en ningún lugar de ese lado. No obstante, por dos veces desembarcaron furtivamente de noche, en una ocasión al este de Watchet y en otra en Porlock (æt oþrum cierre be eastan Wæced, and æt oþrum cierre æt Portlocan). Ambas veces fueron atacados y sólo escaparon quienes huyeron nadando de los barcos; después partieron a la isla de Steepholme, donde estuvieron hasta que se quedaron casi sin comida y muchos murieron de hambre. De allí se dirigieron a Dyfed [Gales del Sur] y de allí a Irlanda; y eso fue en otoño (and þis wæs on hærfest)».

Porlock y Watchet se encuentran en la costa septentrional de Somerset; la isla de Steepholme está situada al nordeste, en la desembocadura del Severn. Mi padre conservó esta puesta de escena histórica en el borrador de una breve historia «de Ælfwine» dada abajo, pp. 100-1, y años después en Los papeles del Notion Club (1945).

Wealas. los británicos (en contraste con los ingleses o los anglosajones); en inglés moderno Wales (Gales), pues el nombre del pueblo ha pasado a ser el nombre de la tierra.

«Una tierra en el noroeste llena de hielo, pero apropiada para que los hombres la habiten: los nórdicos expulsaron a unos santos ermitaños.» Es cierto que para el final del siglo ocho (cuánto antes no puede decirse) viajeros irlandeses habían llegado a Islandia, en viajes sorprendentes realizados en barcos llamados curachs, hechos de pieles sobre una estructura de madera. Así se desprende de la obra de un monje irlandés de nombre Dicuil, que en su libro Liber de Mensura Orbis Terrae (escrito en 825) afirmó que [98]

Hace ahora treinta años algunos sacerdotes que vivían en esa isla desde el primer día de febrero hasta el primer día de agosto me dijeron que no sólo en el solsticio de verano, sino también en los días anterior y posterior, el sol poniente del atardecer se oculta como detrás de una pequeña colina, de modo que no se hace oscuro ni el menor intervalo de tiempo, sino que cualquier tarea que un hombre desee emprender, aun quitarse los piojos de la camisa, puede hacerla como si estuviera en plena luz del día.

Cuando los primeros nórdicos llegaron a Islandia (sobre el 86o) había ermitaños irlandeses viviendo allí. Así lo registra el historiador islandés Ari el Instruido (1067-1148), que escribió:

En ese entonces vivían allí hombres cristianos a quienes los nórdicos llamaban papar, sin embargo, posteriormente se fueron, porque no querían vivir aquí con hombres paganos, y dejaron atrás libros irlandeses, campanas y báculos; de ahí se desprende que eran irlandeses.

Numerosos lugares del sur de Islandia, tales que Papafjörðr y la isla de Papey, tienen todavía nombres que derivan del irlandés papar. Pero nada se sabe de su destino: huyeron y dejaron atrás sus objetos preciosos.

Brendan; Maelduin; Insula Deliciarum. La concepción de una «tierra bendecida» o unas «islas afortunadas» situadas en el Océano Occidental constituye una característica destacada de las antiguas leyendas irlandesas: Tir-nan-Og, la tierra de la juventud; Hy Bresail, la isla afortunada; Insula Deliciosa; etc. Tir-nan-Og se menciona como posible historia de El Camino Perdido, p. 93.

El santo Brendan es san Brendan, llamado el Navegante, fundador de la Abadía de Clonfert en Galway, y protagonista de la más famosa de las historias de viajes marítimos (imrama) de los primeros santos irlandeses. Otra es el Imram Maelduin, en que Maelduin y sus compañeros abandonan Irlanda en un curach y en el transcurso de su viaje llegaron a numerosas islas sucesivas, donde encontraron maravilla tras maravilla, igual que san Brendan.

El poema de mi padre Imram, en que al final de su vida san Brendan rememora las tres cosas que recuerda de su viaje, se publicó en 1955, pero originalmente formaba parte de Los papeles del Notion Club. Muchos años antes había escrito un poema (La Tierra sin Nombré) sobre el tema de un país paradisiaco «más allá del Mar Sombrío», en el que se menciona a Brendan. El poema y sus versiones posteriores se dan en una nota al final de este capítulo, pp. 117 ss.; en la versión final se añade una nota en prosa acerca del viaje de Ælfwine que guarda estrecha relación con el final del presente bosquejo. [99]

Garsecg. el Océano. Véase II. 395 y ñola 19; también el índice de La formación de la Tierra Media, entrada Belegar.

Sceaf. véanse pp. 14, 94, 102 ss.

Lundy. una isla situada en la costa occidental de Devon.

Es de lamentar que la última parte del bosquejo resulte tan ilegible. Las palabras que siguen a «El Camino Recto» podrían interpretarse «un mundo como el agua». Después de la misteriosa referencia a las Azores, la primera palabra es un nombre en plural, que quizá vaya seguido de «expulsados».

Finntan; Una nota aislada que aparece en otro lugar en estos papeles dice: «Véase Lit. Celt. p. 137. El hombre más viejo del mundo Finntan (Narkil Fuego Blanco)». La referencia resulta ser a una obra titulada The Literature of the Celts, de Magnus Maclean (1906). En el pasaje que menciona mi padre el autor escribió de la historia de Irlanda según los analistas irlandeses medievales:

Cuarenta días antes de la Inundación, la Dama Cæsair, sobrina o nieta de Noé —no importa qué— llegó a Irlanda con cincuenta muchachas y tres hombres. Debemos entender que ésta fue la primera invasión o conquista del país. Todos se ahogaron en el Diluvio, excepto Finntan, el esposo de la dama, que escapó porque cayó en un profundo sueño, del que no despertó en un año, y cuando lo hizo se encontró en su propia casa de Dun Tulcha . . . En Dun Tulcha vivió durante muchas dinastías en el siglo sexto de nuestra era, cuando apareció por última vez con dieciocho compañías de sus descendientes que disputaban sobre el emplazamiento de unos lindes. Al ser el hombre más viejo del mundo, era ipso fado el mejor informado acerca de los antiguos mojones.

Después de la Inundación varios pueblos entraron sucesivamente en la tarima de la historia irlandesa. Primero los partholanos, luego los nemedios, firbolgs, Tuatha de Danaan, y por último los milesios, con los que llegamos a la época de Cristo. Desde la llegada de los primeros colonos, los fomorianos o «vagabundos del mar» se representan luchando u hostigando a la gente. A veces en conjunción con la plaga, otras con los firbolgs y Gaileoin y Fir-Domnann, asolaron la tierra. Los partholanos y nemedios fueron pronto eliminados. Y entonces surgieron del norte de Europa, o del cielo, como dice un autor, los Tuatha de Danann, quienes en la gran Batalla de Moytura Sur derrotaron a los firbolgs, dispersándolos por las islas de Aran. Islay, Rathlin y las Hebrides, y después derrotaron a los fomorianos en Moytura Norte y obtuvieron así la plena posesión de la tierra.

Los Tuatha de Danann se mencionan dos veces (pp. 934) como posible elemento narrativo de El Camino Perdido. [100]

La única narrativa real acerca de Ælfwine de esa época (aparte de algunos inicios abandonados después de unas pocas líneas) es breve y se garabateó toscamente; no obstante, se utilizó más tarde, y en partes se siguió con pocos cambios, en Los papeles del Notion Club.

Ælfwine despertó con un sobresalto: había estado cabeceando en un banco, con la espalda apoyada en una columna. Las voces le llegaban en tropel, como un torrente. Sentía que había estado soñando, y por un momento la lengua inglesa que lo rodeaba le sonó extraña, aunque en su mayor parte se trataba de la lengua suave de Wessex occidental. Aquí y allá había hombres de las Fronteras, y unos pocos hablaban raro, con extrañas palabras a la manera de quienes viven con los daneses en las tierras orientales. Contempló la sala, buscando a su hijo Eadwine. Le tocaba día libre de la flota, pero todavía no había llegado.

Había una gran multitud en la sala, puesto que el Rey Eduardo estaba allí. La flota se encontraba en el mar de Severn, y la costa meridional estaba en pie de guerra. Los jarls habían sido derrotados en el lejano norte, en Irchenfield, pero los barcos daneses seguían siendo numerosos en la costa galesa, y los hombres de Somerset y Devon estaban en guardia.

Ælfwine contempló la sala. Los rostros de los hombres, algunos ancianos y preocupados, otros jóvenes y ansiosos, eran tenues, no sólo debido a la fluctuación de la luz de las antorchas y al movimiento de la llama de las lámparas que había en la alta mesa. Miró más allá. El viento soplaba alrededor de la casa; las maderas crujían. Había nacido el año en que los daneses pasaron el invierno en Sheppey, y había navegado por muchos mares y oído muchos vientos desde entonces. El sonido del viento occidental y la caída de los mares en las playas siempre le había parecido una música estimulante. Sobre todo en primavera. Pero ahora era otoño, y se estaba haciendo viejo, además. Y los mares eran anchos, y cruzarlos, hasta orillas desconocidas, estaba más allá de la capacidad de los hombres: anchos y peligrosos. Los rostros de los hombres que lo rodeaban se desvanecieron y el clamor de las voces cambió. Oyó el estrépito de las olas contra los acanalados negros y las aves marinas sumergiéndose y gritando; y cayeron la nieve y el granizo. Entonces los mares se abrieron, pálidos y anchos; el sol brilló en la tierra y su sonido y su olor quedaron muy atrás. Se encontraba solo, yendo hacia el [101] oeste, hacia el sol poniente con temor y deseo en el corazón, arrastrado en contra de su voluntad.

Los gritos de un trovador interrumpieron su sueño. —¡Qué cante Ælfwine! —gritaban los hombres. El rey lo había enviado a buscar para que cantara algo. Levantó la voz y cantó, pero como quien habla consigo mismo.

Monað modes lust mid mereflode
forð to feran, þæt ic feor heonan
ofer hean holmas, ofer hwæles eðel
elþeodigra eard gesece.
Nis me to herpan hyge ne to hringþege
ne to wife wyn ne to worulde hyht
ne ymb owiht elles nefhe ymb yða gewealc.

«El deseo de mi espíritu me urge a partir hacia el mar ondeante; ojalá muy lejos de aquí, a través de las colinas de agua y el país de las ballenas, pueda buscar la tierra de los extraños. No tengo interés por el arpa, ni presentes ni anillos, ni el placer de las mujeres, ni alegría en el mundo, ni preocupación por cualquier otra cosa, salvo el movimiento de las olas.»

Se detuvo de pronto. Hubo algunas risas, y unos pocos abucheos, pero muchos guardaron silencio, como si sintieran que las palabras no iban dirigidas a sus oídos: antiguas y familiares como eran, palabras de viejos poetas de quienes la mayoría de los hombres habían oído con frecuencia. —Si no tiene interés por el arpa que no espere [? dinero] —dijo uno—. ¿Hay algún mortal que tenga interés? —Ya hemos tenido bastante con el mar —dijo otro—. Un hechizo de caza de daneses remediaría el amor que le tienen la mayoría de los hombres. —Deja que se vaya con el movimiento de las olas —dijo otro—. No queda muy lejos . . . el país de los galeses, donde la gente es bastante rara, y además hay daneses para conversar.

—¡Paz! —dijo un anciano que estaba sentado junto al umbral—. Ælfwine ha navegado por más mares de los que tú hayas oído hablar, y la lengua galesa no es extraña para él . . . Su esposa era de Cornualles. Ha estado en Irlanda y en el Norte, y según dicen algunos más al oeste que todas las tierras con vida. Déjalo decir lo que le dicte su estado de ánimo. —Hubo un breve silencio. [102]

El texto acaba aquí. La situación histórica está un poco rellenada, con la mención de los jarls vikingos y su derrota en Irchenfield (Archenfield); sobre esto véase p. 97. Ælfwine «había nacido el año en que los daneses pasaron el invierno en Sheppey» (la isla de Sheppey, situada en la costa septentrional de Kent). La Anglo-Saxon Chronicle registra del año 855: Her hæþne men ærest on Sceaþige ofer winter sætun (Este año los hombres bárbaros pasaron el invierno por primera vez en Sheppey [«Sheep-isle»); sin embargo, en el 851 se registra una estancia anterior. Estas estancias de los vikingos presagiaban lo que iba a venir, eran un signo de la transición entre incursiones aisladas seguidas de una pronta partida y las grandes invasiones de la época de Æthelred y Alfred. Por tanto, Ælfwine tenía casi sesenta años en ese entonces.

Los versos que cantó Ælfwine proceden del poema en inglés antiguo conocido como El navegante, con la omisión de cinco versos del original después del verso 4, y algunas alteraciones de expresión. El tercer verso es una adición (y está encerrada entre corchetes en el manuscrito, tanto en la versión en inglés antiguo como en la traducción).

En relación a la mención de que la esposa de Ælfwine era de Cornualles cf. la antigua historia de Ælfwine de Inglaterra, donde se dice que su madre era «del Oeste, de Lionesse» (II. 395).

Estoy prácticamente seguro de que lo que siguió inmediatamente al final de este breve texto fue la leyenda del Rey Sheave, que en uno de los tres textos se pone en boca de Ælfwine (y que sigue aquí en Los papeles del Notion Club, aunque no se atribuye a Ælfwine). De El Rey Sheave hay una versión en prosa y otra en verso, y es muy posible que la versión en prosa, que doy primero, corresponda a una época muy cercana a la del texto de Ælfwine; en realidad no hay ningún vínculo entre ellas, pero ambos manuscritos son muy similares.

El barco llegó a la orilla y encalló en la arena, crujiendo en los guijarros sueltos. En el crepúsculo del sol poniente los hombres bajaron hasta él, y miraron dentro. Había un muchacho dormido. Era hermoso de rostro y de miembros, cabellos oscuros y piel blanca, pero estaba vestido de oro. La parte interior del barco estaba adornada de oro, junto a él había una vasija de oro llena de agua clara, [añadido: a su derecha un arpa,] bajo la cabeza un haz de grano cuyos tallos y espigas brillaban como oro en el anochecer. Los hombres no sabían qué era. Maravillados, subieron el barco a la parte superior de la playa, y alzaron al muchacho y lo llevaron arriba, y lo dejaron dormir en una casa de madera de su aldea. Pusieron guardas en la puerta. [103]

Por la mañana la habitación estaba vacía. Pero en una roca elevada los hombres vieron al muchacho de pie. Tenía el haz en las manos. Cuando el sol subió y brilló, el muchacho empezó a cantar en una lengua extraña, y sintieron un temor reverencial. Porque nunca habían oído cantar, ni habían visto tanta belleza. Y no tenían rey, porque sus reyes habían muerto, y estaban sin señor y sin guía. Por tanto tomaron al muchacho como rey, y lo llamaron Sheaf [haz]; y así se recuerda su nombre en las canciones. Porque su verdadero nombre estaba oculto y se ha olvidado. Pero él enseñó a los hombres palabras nuevas, y la lengua de ellos se enriqueció. Les enseñó el arte del canto y el verso, y de las runas, y el cultivo y la agricultura, y la hechura de muchas cosas; y en ese entonces los bosques oscuros retrocedieron y los cereales crecieron con abundancia en la tierra; y las casas talladas de los hombres se llenaron de oro y de redes de historias. La gloria del Rey Sheaf se extendió ampliamente por las islas del Norte. Numerosos fueron sus hijos, y hermosos, y se canta que de ellos provienen los reyes de los hombres de los daneses del Norte y de los daneses del Oeste, y los anglos del Sur y el pueblo godo del Este. Y en la época de los señores Sheaf hubo paz en las islas, y los barcos iban desarmados de isla en isla llevando tesoros y ricas mercancías. Y un hombre podía arrojar un anillo de oro en el camino y allí se quedaba hasta que volviera a tomarlo.

Aquellos días se nombran en las canciones como los días de oro, porque el gran molino de Sheaf se conservaba todavía en la isla santuario del Norte; y del molino salía grano dorado, y no había necesidad en ningún reino.

Pero al cabo de largos años sucedió que Sheaf convocó a sus amigos y consejeros, y les dijo que iba a partir. Porque la sombra de la vejez había caído sobre él (procedente del Este), y quería volver al lugar de donde vino. Hubo entonces un gran duelo. Pero Sheaf se tendió en su lecho dorado, y pareció sumirse en un sueño profundo; y los señores, obedeciendo sus órdenes cuando todavía gobernaba y tenía dominio del habla, lo depositaron en un barco. Yacía junto al alto mástil, y las velas eran doradas. Tesoros de oro y de gemas, galas exquisitas y paños suntuosos se depositaron a su lado. El estandarte dorado se izaba sobre su cabeza. De esta manera fue engalanado con [104] más lujo que cuando llegó entre ellos; y lo empujaron al mar, y el mar lo tomó, y el barco lo llevó sin timón muy lejos, hacia el más apartado Oeste, fuera de la vista o el pensamiento de los hombres. Nadie sabe quién lo recibió al final del viaje, ni en qué puerto. Algunos han dicho que el barco encontró el Camino Recto. Pero ninguno de los hijos de Sheaf fue por ese camino, y al principio muchos tuvieron una larga vida, pero al caer bajo la sombra del Este se depositaron en grandes tumbas de piedra o en montículos como colinas verdes; y la mayoría se encontraban junto al mar occidental, altos y amplios sobre los lomos de la tierra, desde donde pueden divisarlos los hombres al timón de los barcos entre las sombras del mar.

Se trata de un primer borrador, escrito con rapidez y muy toscamente; no obstante, la forma de poema aliterativo es muy completa, hasta donde acaba (no llega a la partida de Sheaf, o Sheave, y no se añadió para su inclusión en Los papeles del Notion Club). Existen dos textos de la versión versificada: (i) un manuscrito claro en que el poema está escrito en forma de prosa, y (ii) un texto más apresurado escrito en verso. Resulta difícil determinar cuál de los dos es anterior, pero en cualquier caso el poema es casi idéntico en ambas versiones, que sin lugar a dudas corresponden a una época muy cercana. Lo trascribo aquí en verso, con párrafos extraídos de la versión «en prosa». La versión (i) tiene título, El Rey Sheave; (ii) cuenta con un breve inicio narrativo, que muy posiblemente seguía a las palabras «Hubo un breve silencio» de p. 101.

De pronto Ælfwine tocó una nota en el arpa. —¡Escuchad! —gritó, en voz alta y clara, y los hombres se irguieron para escuchar—. ¡Escuchad! —gritó, y empezó a cantar una antigua historia, medio consciente de que la narraba de una forma nueva, añadiendo y alterando palabras, no tanto por improvisación como por una larga reflexión oculta para sí mismo, intentando asir fragmentos de sueños y visiones.

En días antiguos del profundo Océano
a los longobards, en la morada terrena
que antaño tenían entre las islas del Norte,
llegó un barco navegando, de madera resplandeciente
sin remos o mástil, flotando hacia el este [105]
El sol detrás de él se hundía en el oeste
encendiendo con fuego el agua ocre.
Se levantó el viento.En el borde del mundo
nubes de yelmos grises se alzaron lentamente
desplegando las alas amplias y amenazantes, 10
como grandes águilas avanzando
hacia la Tierra oriental cargadas de presagios.
Los hombres se maravillaron, en medio de la niebla
de las islas oscuras en las profundidades del tiempo:
no conocían la risa, la luz ni la sabiduría;
la sombra yacía sobre ellos, y las montañas escarpadas
acechaban detrás severas y sin vida,
pobladas de mal.Oscuro era el Este.
El barco llegó brillante empujado a la orilla
y encalló en la playa, hasta que la proa se detuvo 20
entre la arena y los guijarros.El sol bajó.
La nubes conquistaron los cielos fríos.
Con miedo y asombro hacia el agua ocre
hombres de corazón triste se apresuraron
a las playas rotas buscando el barco,
de madera brillante en el crepúsculo gris.
Miraron dentro, y allí dormido
vieron un joven respirando suavemente:
hermoso era su rostro, bella su forma,
blancos los miembros, los bucles negros 30
con galones de oro.Dorada y tallada
con obras maravillosas era la madera en tomo.
En una vasija dorada agua reluciente
había junto a él; bajo su mano descansaba
un arpa de oro con cuerdas de plata;
la cabeza dormida se apoyaba con dulzura
en un haz de grano que brillaba pálido
como el oro ocre de países lejanos
al oeste de Angol.Se maravillaron.
El barco arrastraron y en la playa lo amarraron 40
muy arriba de los rompientes; luego con las manos alzaron
de las entrañas su carga. El joven dormía. [106]
En el lecho lo llevaron a sus moradas adustas
de muros oscuros y tristes en una región sombría
entre el baldío y el mar.Allí hecho de madera
por sobre las casas había un palacio
abandonado y vacío.Llevaba así mucho tiempo,
sin conocer el ruido, la noche o la mañana,
sin ver la luz. Allí lo dejaron,
bajo llave cerraron su sueño solitario 50
en la oscuridad vacía.Guardaron las puertas.
La noche pasó.Despertó de nuevo
como siempre en la tierra, la madrugada;
el día llegó débilmente.Las puertas se abrieron.
Los hombres entraron, se detuvieron sorprendidos;
el miedo y el asombro colmó a los vigilantes.
La casa estaba desnuda, la sala desierta;
no encontraron forma alguna yaciendo en el suelo,
sino la vasija brillante junto a la cama abandonada
seca y vacía en el polvo. 60
El huésped se había ido.El pesar los dominó.
Con dolor lo buscaron, hasta que subió el sol
y sobre las colinas del cielo a las casas de los hombres
trajo la luz.Miraron arriba
y en una colina cana y sin árboles
al huésped contemplaron: el oro brillaba
en su cabello, y en la mano llevaba el arpa;
a los pies vieron el haz de grano
ocre dorado.Entonces su voz clara
empezó una canción, dulce, sobrenatural, 70
palabras tejidas en la música de manera
extraña, en lengua desconocida.Los árboles guardaban silencio
e inmóviles los hombres escuchaban maravillados.
Durante muchas edades la Tierra Media no había conocido
ni canción ni cantor; ni habían visto espectáculo tan bello
ojos de mortal, desde que la tierra era joven,
caminando por ese país triste
largo tiempo abandonado.No tenían señor, [107]
ni rey ni consejo, sino el frío terror
que moraba en el desierto, la sombra oscura 80
que habitaba en las colinas y la floresta cana.
El pavor era su dueño.Oscuro y silencioso,
largos años deshabitado, esperaba solitario
el palacio de los reyes, la casa abandonada
sin fuego o comida.
Los hombres salieron rápido
de sus casas en penumbra.Las puertas se abrieron
y se quitaron las trancas de los portones.Surgió la alegría.
A la colina acudieron todos, y con la cabeza erguida
contemplaban al huésped.Hombres de barbas grises
se inclinaron ante él y bendijeron su llegada 90
para remediar sus heridas; jóvenes y doncellas,
esposas y niños le dieron la bienvenida.
La canción acabó.En pie en silencio
él los miró.Señor lo llamaron;
rey lo hicieron, coronado con una guirnalda
dorada de trigo, las vestiduras blancas,
el arpa como cetro.En su casa hubo fuego,
comida y sabiduría; allí no acudía el miedo.
Creció hasta la virilidad, el poder y la sabiduría.
Sheave lo llamaron, a quien el barco les trajo, 100
un nombre afamado en los países del Norte
desde entonces en los cantos.Porque un secreto oculto
era su nombre verdadero, en lengua desconocida
de países lejanos donde los mares que caen
lavan las costas occidentales más allá de los caminos de los hombres
desde que el mundo decayó.La palabra se ha olvidado
y el nombre pereció.
Sus necesidades remedió,
y recuperó leyes olvidadas durante largo tiempo.
Les enseñó palabras sabias y hermosas;
la lengua de ellos floreció en la época de Sheave 110
en la canción y la música.Descubrió secretos [108]
revelando las runas.Les ofreció riquezas,
recompensa por el trabajo, dinero y comodidad
extraídos de la tierra, del arado del suelo,
de plantar en temporada muchas semillas,
de acumular en graneros cosechas doradas
para ayudar a los hombres.Las florestas canas
retrocedieron en aquellos días hasta las montañas oscuras;
la sombra reculó, y el grano brillante,
las espigas blancas de trigo, susurraban en los vientos 120
donde había habido desierto.Temblaban los bosques.
Palacios y casas tallados de madera,
torres fuertes de piedra abruptas y elevadas,
de tejados dorados, en su ciudad guardada
levantaron y techaron.En la morada real
de madera labrada eran los muros;
figuras de hermosos colores llenas de plata,
doradas y rojas, allí pendían brillantes,
historias que hablaban de países extraños,
leyendas tejidas de grandes saberes 130
para hilar con el pensamiento.En su trono los hombres encontraban
consejo, consuelo y remedio a sus cuidados,
justicia en los decretos.Con mano generosa
repartía regalos.La gloría aumentó.
Lejos se extendió su fama sobre el agua ocre,
en las tierras Septentrionales se conocía el renombre
del rey brillante, Sheave el poderoso.

Al final de (ii) hay ocho versos que al parecer se añadieron en el texto; también se insertaron a lápiz en el texto «en prosa» (i), ahora escritos en forma versificada, seguidos de ocho versos más (el pasaje entero de dieciséis versos fue tachado, pero posteriormente se utilizó en Los papeles del Notion Club, en forma de adición del poema propiamente dicho).

Siete hijos engendró, padres de príncipes,
hombres de gran mente, de poderosa mano
y de gran corazón.De su casa provienen 140
las estirpes de reyes, dicen las canciones,
padres de los padres, que antes del cambio [109]
en los Años Antiguos gobernaron la tierra,
reinos septentrionales nombraron y fundaron,
amparo de sus gentes: Sheave los engendró:
daneses del Mar y godos, suecos y hombres del Norte,
francos y frisios, pueblo de las islas,
espadas y sajones, suevos e ingleses,
y los langobards que mucho tiempo atrás
más allá de Myrcwudu, un poderoso reino 150
y riquezas obtuvieron en los países galeses
donde Ælfwine, heredero de Eadwine,
fue rey en Italia.Todo esto ha pasado.