LA CONCLUSIÓN
DEL QUENTA SILMARILLION

En el marco del Quenta Silmarillion falta todavía estudiar un texto. Se trata de un manuscrito claro, de estilo muy similar al de QS (D), que se siguió hasta su conclusión en el último capítulo, y al que es conveniente llamar «QS (E)» o «E». La primera página está numerada «55» y empieza en mitad de una frase: «y miraron la Isla Solitaria y no se demoraron», que aparece en la segunda versión de Q (QII) §17, IV. 181. En el pasaje se describe el viaje de Eärendel y Elwing a Valinor.

arribaron a las Islas Encantadas y escaparon al encantamiento; y entraron en los Mares Sombríos y atravesaron las sombras; [aquí acaba la página 54 del texto de QS II y empieza la 55] y miraron la Isla Solitaria y no se demoraron …

El manuscrito E constituye de hecho una versión más de la conclusión de Q: queda en pie la cuestión de cuándo fue escrito. Una nota en una página que se encontró con Q proporciona, a mi entender, una respuesta clara. Esta dice: «36-54 todavía se incluye en la versión principal, porque no está revisado.» Ahora bien, en p. 36 del texto de Q aparece la oración (IV. 146):

Entonces huyó de la corte, y creyéndose un proscrito, se dedicó a luchar contra todo aquel, Elfo, Hombre u Orco, que se cruzara en el camino del grupo de desesperados que reunió en los lindes del reino. Hombres, Ilkorins y Gnomos perseguidos.

Éste es el predecesor de la oración con que concluye la versión de QS(D) de la historia de Túrin (p. 371); en este punto una línea atraviesa el texto de Q separando lo precedente de lo que sigue.

Con «versión principal» mi padre probablemente se refería al Quenta Noldorinwa, dando a entender que la narrativa desde la época de proscrito de Túrin hasta el viaje de Eärendel a Valinor (es decir, páginas 36-54 en el texto de Q) no se había revisado, y por tanto estaba ausente en el Quenta Silmarillion (QS) y sólo se encontraba en el Quenta Noldorinwa (Q). Por tanto, a mi parecer no cabe ninguna duda [374] de que el texto QS(E) que se dará ahora corresponde a la misma época (es decir, inmediatamente antes del inicio de El Señor de los Anillos) que los otros capítulos (el final de «Beren y Tinúviel», la Batalla de las Lágrimas Innumerables, el principio de «Túrin»), que pertenecen al texto de QS pero no se escribieron en él (o, en el caso de la última parte de «Beren y Tinúviel», no hasta mucho después).[163] Por qué mi padre saltó al final de este modo, a mitad de una frase, me resulta del todo inexplicable.

Vemos entonces que en la época que atañe a este libro las partes ausentes de la narrativa de QS eran la mayor parte de la historia de Túrin, la destrucción de Doriath, la caída de Gondolin y la primera parte de la historia de Eärendel. No obstante, mi padre nunca retomó estas historias (en la tradición estricta del «Silmarillion»: por supuesto, la historia de Túrin se desarrolló extensamente mucho después, y en las otras partes se aprecia cierta elaboración. Los Anales Grises se abandonaron al final de la historia de Túrin, y la historia posterior de Tuor (dada en Cuentos inconclusos) antes de que Tuor llegara a Gondolin).

El manuscrito E fue corregido, exhaustivamente pero no de un modo sustancial, en diferentes ocasiones: algunos cambios se realizaron en el momento de la composición o muy poco después (y se adoptan en el texto sin mencionarlos); otros, realizados toscamente a lápiz, corresponden sin duda a una época muy posterior (y no se mencionan aquí).

El texto guarda una estrecha relación con QII, §§17-9, y en las ampliaciones sustanciales, sobre todo hacia el final, se siguió la obra anterior con una fidelidad poco habitual: así, por ejemplo, la Segunda Profecía de Mandos, con sus elementos misteriosos, se repite prácticamente sin cambio alguno. Por supuesto, las correcciones posteriores realizadas en QS II y dadas en las notas de ese texto sirvieron para preparar la presente versión, según la práctica habitual de mi padre, y es muy probable que correspondan a esta época: por tanto, parece que el número de cambios es menor, como entre el material dado en vol. IV y el presente capítulo. Sería posible limitar el texto impreso aquí a aquellos pasajes que difieren de un modo significativo de QII (revisado), pero me ha parecido mejor darlo por entero. El hecho de que «El Silmarillion» todavía tuviera esta forma cuando se empezó El Señor de los Anillos es en sí mismo remarcable, y con su inclusión por entero se ofrece una visión completa de la Cuestión de la Tierra Media y Valinor en esa época.

La numeración de los párrafos vuelve a empezar aquí con §1. [375]

§1Y miraron la Isla Solitaria y no se demoraron; y por fin echaron anclas en la Bahía del Hogar de los Elfos, en los bordes del mundo; y los Teleri vieron la llegada del barco y quedaron asombrados al contemplar desde lejos la luz del Silmaril, y era muy intensa. Pero Eärendel, sólo él entre los Hombres vivientes, desembarcó en las costas inmortales; y habló allí a Elwing y a los que estaban con él, los tres marineros que habían navegado por todos los mares en su compañía, y Falathar, Airandir y Erellont eran sus nombres: «Aquí no otro que yo ha de poner pie, no sea que sobre vosotros caiga la cólera de los Dioses y el hado de la muerte; pues está prohibido. Pero yo solo correré ese peligro, en nombre de los Dos Linajes».

§2Y Elwing respondió: «Entonces nuestros caminos se separarían para siempre. ¡No, yo correré contigo todos los peligros!» Y saltó a la espuma blanca y corrió hacia él; pero Eärendil se sintió apenado, pues creía que ahora ambos morirían antes de que transcurrieran muchos días. Y allí se despidieron de sus compañeros y se separaron de ellos para siempre.

§3Y Eärendel le dijo a Elwing: «Espérame aquí; porque sólo uno puede llevar los mensajes que me fueron confiados». Y avanzó solo por la tierra, y le pareció desierta y silenciosa. Porque, como Morgoth y Ungoliantë en edades pasadas, llegaba Eärendel ahora en tiempos de festividad, y casi todo el pueblo de los Elfos había ido a Valinor o estaba reunido en las estancias de Manwë sobre Taniquetil, y pocos eran los que habían quedado de guardia sobre los muros de Tûn.

§4Los vigilantes cabalgaron por tanto a gran velocidad a Valmar; y todas las campanas de la ciudad tocaban. Pero Eärendel subió a la gran colina verde de Kôr y la encontró desierta; y entró en las calles de Tun y estaban vacías; y sintió una gran pesadumbre en el corazón, pues temía que el mal hubiera llegado aún al Reino Bendecido. Anduvo ahora por los caminos desiertos de Tun, y el polvo que se le posaba sobre los vestidos y zapatos era un polvo de diamantes, y él brillaba y resplandecía mientras subía por la larga escalinata blanca. Y llamó en alta voz en muchas lenguas, tanto élficas como humanas, pero no había nadie que le respondiese. Por tanto se volvió hacia las costas, pensando en soltar amarras una vez más en su barco Vingelot y abandonar su misión, y vivir por siempre en el mar. Pero mientras [376] tomaba el camino de la costa y apartaba el rostro de las torres de Tûn, alguien le habló desde la colina gritando: «¡Salve, Eärendel, estrella resplandeciente, el más hermoso de los mensajeros! ¡Salve, portador de la luz de antes del Sol y la Luna, el esperado que llega de improviso, el añorado que llega cuando ya no queda ninguna esperanza! ¡Salve, esplendor de los hijos del mundo, daño de la oscuridad! ¡Estrella del atardecer, salve! ¡Salve, heraldo de la mañana!»

§5Y era la voz de Fionwë, hijo de Manwë; y venía de Valmar y pidió a Eärendel que se presentara ante los Dioses. Y Eärendel fue a Valinor y a las estancias de Valmar, y nunca volvió a poner pie en las tierras de los Hombres. Allí, ante los rostros de los Dioses, comunicó el recado de los Dos Linajes. Pidió perdón para los Noldor y piedad por sus grandes penurias, y clemencia para los desdichados Hombres y que los socorrieran en sus necesidades. Y todos sus ruegos le fueron concedidos.

§6Entonces los hijos de los Valar se prepararon para la batalla, y el capitán de la hueste era Fionwë hijo de Manwë. Bajo sus estandartes blancos marchaban también los Lindar, los Elfos de la Luz, el pueblo de Ingwë; y con ellos iban también aquellos de los Noldor de antaño que nunca habían abandonado Valinor, e Ingwiel hijo de Ingwë era su jefe. Pero los Teleri recordaban la matanza en Puertocisne y la captura de los barcos, y pocos de ellos estaban dispuestos a ir a la guerra; pero escucharon a Elwing, porque era hermosa y gentil, y además provenía por parte de padre de Thingol, que era del linaje de ellos; y enviaron marineros suficientes para guarnecer y pilotar las naves que transportaron la mayor parte del ejército por el mar hacia el este; pero permanecieron a bordo, y ninguno de ellos puso pie en las Tierras de Aquende.

§7Y así sucedió que Elwing llegó con los Teleri: después de haber transcurrido mucho tiempo desde la partida de Eärendel, Elwing se sintió sola y tuvo miedo; y erró a orillas del mar, cantando tristemente para sí; y así llegó a Alqualondë, el Puertocisne, donde estaban las flotas telerianas; y allí los Teleri hicieron amistad con ella. Por tanto, cuando Eärendel regresó por fin en su busca, la encontró con ellos, y escuchaban las historias que ella les contaba acerca de Thingol y Melian, y el Reino Escondido, y de Lúthien la hermosa, y sentían piedad y asombro. [377]

§8Ahora bien, los Dioses celebraron consejo para discutir sobre Eärendel, y llamaron a Ulmo en las profundidades; y cuando estuvieron juntos Mandos habló, diciendo: «Ahora habrá de morir, sin duda, pues ha pisado las costas prohibidas». Pero Ulmo dijo: «Para esto nació en el mundo. Y respóndeme: ¿es Eärendel hijo de Tuor del linaje de Hador, o el hijo de Idril hija de Turgon, de la casa élfica de Finwë? O, siendo la mitad de cada linaje, ¿qué mitad morirá?». Y Mandos respondió: «Los Noldor que se exiliaron voluntariamente tampoco pueden retomar aquí».

§9Entonces Manwë pronunció sentencia y dijo: «A Eärendel remito la prohibición, y el peligro en que se aventuró por amor a los Dos Linajes no caerá sobre él; ni tampoco sobre Elwing, que se aventuró en el peligro por amor a Eärendel: salvo sólo en una cosa, que nunca volverán a andar entre Elfos u Hombres en las Tierras Exteriores. Ahora bien, todos aquellos que tienen sangre de Hombres mortales, en alguna parte, grande o pequeña, son mortales, a menos que se les conceda otro hado; pero en este asunto el poder del destino depende de mí. Y éste es mi decreto: a Eärendel y Elwing y a sus hijos se les permitirá elegir libremente a cuál de los linajes unirán su destino y bajo qué linaje serán juzgados».

§10Entonces Eärendel y Elwing fueron convocados, y se les anunció este decreto. Pero Eärendel le dijo a Elwing: «Elige tú, porque ahora estoy cansado del mundo». Y Elwing eligió ser juzgada entre los Primeros Nacidos a causa de Lúthien, y por ella Eärendel eligió de igual modo, aunque se sentía más unido al linaje de los Hombres y al pueblo de su padre.

§11Entonces, por orden de los Dioses, Fionwë fue donde los compañeros de Eärendel todavía esperaban noticias. Y Fionwë soltó un bote y embarcó a los tres marineros en él, y los Dioses los transportaron hacia el Este en un gran viento. Pero tomaron el Vingelot, y lo consagraron, y lo cargaron a través de Valinor hasta la margen extrema del mundo, y allí [añadido: pasó por la Puerta de la Noche y] fue levantado hasta los océanos del cielo. Ahora bien, bella y maravillosa era la hechura de ese navío, envuelto en una llama estremecida, pura y brillante. Y Eärendel el marinero estaba al timón, y relucía con el polvo de las gemas élficas; y llevaba el Silmaril sujeto a la frente. [378] Lejos viajaba en ese navío, aun hasta el vacío sin estrellas; pero con más frecuencia se lo veía por la mañana o al atardecer, resplandeciente al alba o al ponerse el sol, cuando volvía a Valinor de viajes hasta más allá de los confines del mundo.

§12En esos viajes Elwing no lo acompañaba, porque no tenía la fuerza para soportar el frío y el vacío sin senderos, y antes prefería la tierra y los dulces vientos que soplan en el mar o las colinas. Por tanto hizo que le construyeran una blanca torre en el norte, a orillas de los Mares Divisorios; y allí a veces buscaban reparo todas las aves marinas de la tierra. Y se cuenta que Elwing aprendió las lenguas y la ciencia de los pájaros, ella que una vez había tenido forma de ave; e ideó para sí alas blancas y grises como la plata, y le enseñaron el arte del vuelo. Y a veces, cuando Eärendel se acercaba de regreso a Arda, ella solía volar a su encuentro, como lo había hecho mucho tiempo atrás cuando la rescataran del mar. Entonces aquellos de vista penetrante entre los Elfos que vivían más al Oeste en la Isla Solitaria alcanzaban a verla como un pájaro blanco, resplandeciente, teñido de rosa en el crepúsculo, cuando se elevaba dichosa para saludar la llegada de Vingelot a puerto.

§13 Ahora bien, cuando por primera vez Vingelot se hizo a la mar del cielo, se elevó de pronto, refulgente y brillante; y la gente de la tierra lo vio desde lejos y se asombró, y lo tomaron por un signo de esperanza. Y cuando esta nueva estrella se alzó en el Oeste, Maidros le dijo a Maglor; «¿No es acaso un Silmaril, que brilla en el cielo?» Y Maglor dijo: «Si es en verdad el Silmaril que vimos hundirse en el mar se eleva otra vez por el poder de los Dioses, regocijémonos entonces; porque su gloria es vista ahora por muchos, y no obstante está más allá de todo mal». Entonces los Elfos miraron hacia arriba y ya no desesperaron; pero Morgoth se llenó de duda.

§14Sin embargo, se dice que Morgoth no esperaba el ataque que le llegó desde el Oeste; porque había crecido mucho en orgullo, y le parecía que nadie más se atrevería a librar una guerra abierta contra él. Además, imaginaba que había malquistado para siempre a los Gnomos con los Dioses y su linaje; y contentos en su Reino bienaventurado, los Valar ya nunca harían caso del reino de él en el mundo exterior. Porque para [379] aquel que no conoce la piedad, los hechos piadosos son extraños e incomprensibles.

§15De la marcha de la hueste de Fionwë hacia el Norte poco se dice en historia alguna; porque entre sus ejércitos no iba ninguno de los Elfos que habían vivido y sufrido en las Tierras de Aquende, y que compusieron las historias de aquellos días que aún se conocen; y sólo se enteraron de esos hechos mucho después por sus parientes, los Elfos de la Luz de Valinor. Pero al fin Fionwë apareció en el Oeste, y las trompetas clamaron desafiantes en el cielo; y convocó a todos los Elfos y los Hombres desde Hithlum hasta el Este; y Beleriand se encendió con la gloría de las armas, pues los hijos de los Dioses eran jóvenes, hermosos y terribles, y las montañas resonaban bajo sus pies.

§16El encuentro de los ejércitos del Oeste y del Norte se llamó la Gran Batalla, la Batalla Terrible y la Guerra de la Cólera. Allí se concentró todo el poder del Trono de Morgoth, que había crecido sin medida, de modo que Dor-na-Fauglith no podía contenerlo, y todo el Norte ardía con la guerra. Pero de nada le valió. Los Balrogs fueron destruidos, salvo unos pocos que huyeron y se escondieron en cuevas inaccesibles en las raíces de la tierra. Las incontables legiones de los Orcos perecieron como paja en un incendio, o fueron barridas como hojas marchitas delante de un viento ardiente. Durante largos años, pocos quedaron para perturbar el mundo. Y se dice que todos los supervivientes de las tres casas de los Amigos de los Elfos, los Padres de los Hombres, lucharon de parte de Fionwë, y en los Orcos fueron vengados esos días Baragund y Barahir, Gumlin y Gundor, Huor y Húrin, y muchos otros de sus señores; y así se cumplieron en parte las palabras de Ulmo, porque por Eärendel hijo de Tuor obtuvieron ayuda los Elfos, y por las espadas de los Hombres fueron fortalecidos en los campos de batalla. Pero la mayoría de los hijos de los Hombres del pueblo de Uldor, y otros recién llegados del Este, marcharon con el Enemigo; y los Elfos no lo olvidan.

§17Entonces, al ver que sus huestes eran aniquiladas y su poder dispersado, Morgoth se amilanó, y no se atrevió a salir en persona. Pero lanzó sobre el enemigo el último ataque desesperado que había previsto, y de los abismos de Angband salieron [380] los dragones alados, que hasta entonces no se habían visto; porque hasta ese día ninguna criatura de su cruel pensamiento había atacado el aire. Tan súbita y ruinosa fue la embestida de la terrible flota, que Fionwë retrocedió; porque la llegada de los dragones fue como un gran rugido de tormenta, y una tempestad de fuego, y tenían las alas de acero.

§18Llegó entonces Eärendel, brillando con una llama blanca, y alrededor de Vingelot estaban reunidas todas las grandes aves del cielo, y las capitaneaba Thorondor, y hubo batalla en el aire todo el día y a lo largo de una oscura noche de duda. Y antes de salir el sol, Eärendel mató a Ancalagon el Negro, el más poderoso del ejército de los dragones, y lo arrojó del cielo, y en su caída se derrumbaron las torres de Thangorodrim. Entonces salió el sol, y los Hijos de los Valar prevalecieron, y todos los dragones fueron destruidos, salvo dos, que huyeron hacia el Este. Entonces todos los fosos de Morgoth quedaron desmoronados y sin techo, y el poder de Fionwë descendió a las profundidades de la tierra. Y allí por fin quedó Morgoth acorralado, pero acobardado. Huyó a la más profunda de sus minas y pidió la paz y el perdón; pero los pies le fueron rebanados desde abajo, y fue arrojado al suelo de bruces. Luego fue atado con la cadena Angainor, que llevaba mucho tiempo preparada; y de la corona de hierro le hicieron un collar, y le hundieron la cabeza entre las rodillas. Pero Fionwë tomó los dos Silmarils que quedaban y los guardó.

§19Así se puso fin al poder de Angband en el Norte, y el reino maldito fue reducido a nada; y de los profundos pozos y prisiones una multitud desesperanzada de esclavos emergió a la luz del día más allá de toda esperanza, y contemplaron un mundo que había cambiado. Porque tan grande era la furia de esos adversarios que las regiones septentrionales del mundo occidental se habían partido, y el mar entraba rugiendo por múltiples grietas, y había mucho ruido y confusión; y los ríos perecieron o buscaron nuevos cursos, y los valles se levantaron y las colinas se derrumbaron; y ya no había Sirion. Entonces los Hombres que no habían perecido en la ruina de aquellos días huyeron muy lejos, y transcurrió mucho tiempo antes de que ninguno regresara por sobre Eredlindon a los lugares donde estuviera Beleriand. [381]

§20Pero Fionwë marchó por las tierras occidentales convocando a los supervivientes de los Noldor, y a los Elfos Oscuros que todavía no habían contemplado Valinor, para unirse a los esclavos liberados y abandonar la Tierra Media. Pero Maidros no quiso escucharlo, y se preparó, aunque ahora con fatiga y aversión, para un intento desesperado de cumplir con el juramento. Porque Maidros estaba dispuesto a combatir por los Silmarils, si se los estorbaba, aun contra el ejército victorioso de Valinor y el poder y esplendor de los hijos de los Dioses: aunque estuviera solo en todo el mundo. Y envió un mensaje a Fionwë, exigiendo que cediera ahora las joyas que antaño había hecho Fëanor, y que Morgoth le había robado.

§21Pero Fionwë dijo que el derecho al trabajo de sus manos, que antes habían poseído Fëanor y sus hijos, había perecido, a causa de las muchas e impías acciones que habían llevado a cabo, enceguecidos por el juramento, y sobre todo por el asesinato de Dior y el ataque a Elwing. La luz de los Silmarils iría ahora a los Dioses, donde había tenido principio; y Maidros y Maglor habrían de regresar a Valinor y someterse al juicio de los Valar; y sólo si ellos así lo decretasen cedería Fionwë las joyas que él guardaba.

§22Maglor deseaba en verdad someterse, pues sentía una congoja en el corazón, y dijo: «El juramento no exige que no aprovechemos el momento oportuno, y puede que en Valinor todo quede perdonado y olvidado, y que así recuperemos lo nuestro en paz», Pero Maidros respondió que si regresaban y el favor de los Dioses no les era concedido, el juramento continuaría siendo válido, aunque ya nadie esperaría que se cumpliese alguna vez. «¿Y quién puede saber a qué condena espantosa no seremos sometidos si desobedecemos a los Poderes en su propia tierra o nos proponemos llevar la guerra otra vez a su reino sagrado?». Y Maglor dijo: «¿Acaso no queda invalidado el juramento si los mismos a quienes nombramos como testigos, Manwë y Varda, se oponen a que se cumpla?». Y Maidros respondió: «Pero ¿cómo llegarán nuestras voces a Ilúvatar más allá de los círculos del Mundo? Y por El juramos en nuestra locura, y pedimos que la Oscuridad Sempiterna descendiera sobre nosotros si no manteníamos nuestra palabra. ¿Quién nos liberará?» «Si nadie puede liberamos —dijo Maglor—, la Oscuridad [382] Sempiterna será en verdad nuestra suerte, mantengamos nuestro juramento o lo quebrantemos; pero menos daño haremos quebrantándolo.» No obstante, cedió por fin a la voluntad de Maidros, y planearon juntos cómo se adueñarían de los Silmarils.

§23Y así sucedió que se disfrazaron y fueron por la noche al campamento de Fionwë, y se deslizaron al lugar donde se guardaban los Silmarils, y mataron a los guardianes, y se apoderaron de las joyas; y entonces, ya que todo el campamento se había levantado contra ellos, se prepararon para morir, defendiéndose hasta el fin. Pero Fionwë detuvo a su gente, y los hermanos partieron sin que nadie los molestase, y huyeron lejos. Cada uno de ellos tomó un Silmaril, porque dijeron: «Puesto que uno se nos ha perdido, y sólo quedan dos, y dos hermanos, la voluntad del destino es clara: quiere que compartamos la reliquia de nuestro padre».

§24Pero la joya quemaba la mano de Maidros con un dolor insoportable (y sólo tenía una mano, como se ha contado antes); y entendió que era como había dicho Fionwë, y que no tenía derecho al Silmaril, y que el juramento no servía de nada. Y lleno de angustia y desesperación, se arrojó a una grieta de grandes fauces de fuego, y así llegó a su fin; y el Silmaril que llevaba quedó sepultado en las entrañas de la Tierra.

§25Y se dice que Maglor no pudo resistir el dolor con que el Silmaril lo atormentaba; y lo arrojó por fin al mar, y desde entonces anduvo sin rumbo por las costas cantando junto a las olas con dolor y remordimiento. Porque Maglor era el más grande de los cantores de antaño, pero nunca regresó con el pueblo de los Elfos. Y así sucedió que los Silmarils encontraron su duradero hogar: uno en los aires del cielo, y otro en los fuegos del corazón del mundo, y otro en las aguas profundas.

§26En esos días se construyeron muchos barcos en las costas del Mar Occidental, sobre todo en las grandes islas que, al romperse el mundo septentrional, surgieron de la antigua Beleriand. Desde allí numerosas ilotas de los supervivientes de los Gnomos, y de las compañías de los Elfos Oscuros de Doriath y Ossiriand, navegaron hacia el Oeste y no regresaron nunca a las tierras del llanto y de la guerra. Pero los Lindar, los Elfos de la Luz, marcharon bajo los estandartes de su rey, y fueron llevados [383] en triunfo a Valinor. Pero la victoria no los regocijaba, pues volvían sin los Silmarils y la luz de antes del Sol y la Luna, y sabían que esas joyas ya nunca podrían encontrarse y reunirse otra vez, hasta que el mundo se rompa y se haga de nuevo.

§27Y cuando llegaron al Oeste, la mayor parte de los Gnomos vivieron en la Isla Solitaria, que mira al Oeste y al Este; y esa tierra se hizo muy bella, y lo sigue siendo. Pero algunos regresaron incluso a Valinor, como todos aquellos que lo deseaban eran libres de hacer; y allí los Gnomos fueron admitidos de nuevo en el amor de Manwë y el perdón de los Valar; y los Teleri olvidaron la antigua aflicción, y la maldición descansó.

§28No obstante, no todos los Eldalië estaban dispuestos a abandonar las Tierras de Aquende, donde habían sufrido mucho y habían vivido largo tiempo; y algunos permanecieron durante muchas edades en el Oeste y el Norte, sobre todo en las islas occidentales y en la Tierra de Leithien. Y entre ellos se contaba Maglor, como ya se ha dicho; y con él estuvo un tiempo Elrond el Medio Elfo, que escogió, como le fue concedido, habitar entre los Elfos; pero Elros, su hermano, eligió vivir con los Hombres. Y de estos hermanos solamente ha llegado a la Humanidad la sangre de los Primeros Nacidos, y la simiente divina de Valinor: porque eran los hijos de Elwing, hija de Dior, hijo de Lúthien, hija de Thingol y Melian; y Eärendel, su padre, era el hijo de Idril Celebrindal, la hermosa doncella de Gondolin. Pero con el tiempo los Elfos se debilitaron, y embarcaron hacia las costas occidentales.

§29Este fue el decreto de los Dioses, cuando Fionwë y los hijos de los Valar regresaron a Valmar y contaron todo cuanto se había hecho. A partir de entonces las Tierras de Aquende de la Tierra Media serían para la Humanidad, los hijos menores del mundo; p ro sólo para los Elfos, los Primeros Nacidos, estarían las puertas del Oeste siempre abiertas. Y si los Elfos no iban allí y se demoraban en las tierras de los Hombres, lentamente se marchitarían y desvanecerían. Este fue el más doloroso de los frutos de las mentiras y obras de Morgoth, que los Eldalië se separaran y distanciaran de los Hombres. Por un tiempo otros males que había planeado o alimentado siguieron operando, aunque él no estaba; y los Orcos y los Dragones, que se criaban de nuevo en lugares oscuros, se convirtieron en nombres de terror, [383] y llevaron a cabo malvadas acciones, como hacen aún en algunas regiones; pero antes del Fin todos perecerán. Pero a Morgoth los Dioses lo arrojaron por la Puerta de la Noche al Vacío Intemporal, más allá de los Muros del Mundo; y en esa puerta hay siempre una guardia, y Eärendel vigila desde los bastiones del cielo.

§30No obstante, las mentiras que Melkor, el poderoso y maldito, Morgoth Bauglir, el Poder del Terror y del Odio, sembró en el corazón de los Elfos y de los Hombres son una semilla que no muere y los Dioses no pueden destruir, y de vez en cuando germina de nuevo, y da negro fruto aun estos últimos días. Algunos dicen también que a veces Morgoth regresa arrastrándose, en secreto como una nube invisible pero venenosa, subiendo los Muros y visitando el mundo para animar a sus sirvientes y poner el mal donde todo parece hermoso. Pero otros dicen que es la sombra negra de Sauron, a quien los Gnomos llamaron Gorthû, que sirvió a Morgoth aun en Valinor y vino con él, y fue el más grande y maligno de sus subordinados; y Sauron huyó de la Gran Batalla y escapó, y moró en lugares oscuros y pervirtió a los Hombres para su espantosa servidumbre y terrible adoración.

§31 Así lo predijo Mandos, cuando los Dioses celebraban juicio en Valinor, y el rumor de sus palabras corrió entre todos los Elfos del Oeste. Cuando el mundo sea viejo y los Poderes se cansen, entonces Morgoth, viendo que la guardia duerme, regresará por la Puerta de la Noche del Vacío Intemporal, y destrozará el Sol y la Luna. Pero Eärendel descenderá sobre él como una llama blanca y abrasadora y lo expulsará del aire. Entonces se librará la Última Batalla en los campos de Valinor. Ese día Tulkas luchará con Morgoth, y a su derecha estará Fionwë, y a la izquierda Túrin Turambar, hijo de Húrin, procedente de las estancias de Mandos; y la espada negra de Túrin dará a Morgoth la muerte y el final definitivo; y así serán vengados los hijos de Húrin y todos los Hombres.

§32Después la Tierra se quebrará y será hecha de nuevo, y los Silmarils se recuperarán del Aire, la Tierra y el Mar; porque Eärendel descenderá y entregará la llama que custodia. Entonces Fëanor tomará las Tres Joyas y se las entregará a Yavanna [385]

Palúrien; y ella las romperá y con su luz reencenderá los Dos Arboles, y surgirá una gran luz. Y las Montañas de Valinor se nivelarán, de modo que la Luz se extenderá por todo el mundo. En esa luz los Dioses serán jóvenes de nuevo, y los Elfos despertarán y se levantarán todos sus muertos, y se cumplirá el propósito que Ilúvatar designó para ellos. Pero de los Hombres en ese día no habla la profecía de Mandos, y no menciona ningún Hombre, salvo sólo Túrin, a quien se le ha otorgado un lugar entre los hijos de los Valar.

§33 Aquí acaba El Silmarillion, resumen de las canciones e historias que todavía se cantan entre los Elfos disminuidos, y (más clara y extensamente) entre los Elfos desaparecidos que ahora viven en la Isla Solitaria, Tol Eressëa, a donde pocos marineros de los Hombres han llegado, salvo una o dos veces en una larga edad en que algunos de los hombres de la raza de Eärendel atravesaron las tierras de visión mortal y contemplaron el brillo de las lámparas en los muelles de Avallon, y olieron las flores inmortales en las praderas de Dorwinion. Eriol, a quien los hombres llamaban Ælfwine, fue uno de ellos, y sólo él regresó y trajo nuevas de Cortirion a las Tierras de Aquende.