17 DE TÚRIN TURAMARTH
O TÚRIN EL DESDICHADO

En los dos manuscritos QS (C) y QS (D) empieza un capítulo más, y D llega a un punto algo más avanzado que C (véase p. 340). C es aquí extremadamente tosco, y el texto que se da es el de D, puesto que siguió muy de cerca a C y apenas diverge de él en pequeños detalles de expresión. Posteriormente D sufrió abundantes correcciones y adiciones, y las últimas páginas se tacharon por completo; no obstante, a mi parecer se trata de una fase mucho más tardía de la «saga de Túrin», y doy aquí la versión original del texto.

Esta versión de la historia, hasta donde llega, constituye una gran ampliación respecto al breve relato de Q §12, y hubiera planteado el mismo problema de extensión que la versión de QS de la historia de Beren y Lúthien. La fuente principal de este capítulo fue de hecho la Balada de los Hijos de Húrin en la sección La crianza de Túrin (III. 17 ss., y en la versión revisada del poema III. 125 ss.), que a su vez se basó de cerca en la historia original, el Cuento de Turambar. La evolución posterior de la «saga de Túrin» está tan enmarañada como Taur-na-Fuin, y no es necesario en absoluto considerarla aquí; no obstante, [365] puede apuntarse que el presente capítulo (exceptuando unas pocas frases) no constituye el antecedente de principio del capítulo 11 de El Silmarillion. Por otra parte, veremos que gran parte del capítulo se conservó de hecho dentro del Nam i Hîn Húrin en los Cuentos Inconclusos (desde «Ahora bien, Túrin se aprontó para el viaje», p. 99), a pesar de la introducción de varios elementos importantes que no habían aparecido antes (la historia del Yelmo-Dragón, Nellas, la amiga de la infancia de Túrin, los cambios en la historia Orgof/Saeros, etc.).

La dependencia de la nueva versión respecto a la Balada es en ocasiones muy fuerte, hasta el punto de que la expresión coincide de vez en cuando; por otro lado, algunos rasgos de la Balada se han modificado (como por ejemplo los insultos de Orgof), simplificado (como la descripción de Orgof y su carácter), u omitido (como la ira vengadora de los parientes de Orgof y los regalos apaciguadores de Thingol). No obstante, la comparación de ambas versiones resulta muy fácil, y en el comentario me limito a unos pocos puntos particulares. En cualquier caso, la relación entre la Balada y el Narn se estudia en el comentario de la Balada (III. 34-9).

§24Rían, hija de Belegund, era la esposa de Huor. Cuando no le llegaron nuevas del señor, partió, y su hijo Tuor nació en el yermo. Los Elfos Oscuros se lo llevaron para criarlo; pero Rían fue a Hauð-na-Dengin y allí se tendió, y murió. Pero Morwen, hija de Baragund, era la esposa de Húrin, y moraba en Hithlum, porque su hijo Túrin tenía entonces siete años, y ella estaba de nuevo encinta. Con ella quedaban sólo ancianos, demasiado viejos para la guerra, doncellas y muchachos. Fueron aquellos malos días; porque los Orientales trataron con crueldad al pueblo de Hador, y les robaron todo cuanto poseían, y los esclavizaron. Pero tan grandes eran la belleza y la majestad de la Señora Morwen, que tuvieron miedo y murmuraron entre ellos, diciendo que era una peligrosa bruja, diestra en hechizos y aliada con los Elfos. No obstante, ella era ahora pobre y nadie la asistía, aunque en secreto recibía el socorro de su pariente Airin, a quien Brodda había tomado por esposa. Brodda era poderoso entre los Hombres invasores, y rico (según las riquezas de aquel tiempo de ruina); porque había tomado para sí muchas de las tierras y el ganado de Húrin.

§25Morwen no veía más esperanza para su hijo Túrin, hijo de Húrin, que convertirse en campesino o siervo de los Orientales. Por tanto, se le encendió en el corazón el deseo de enviarlo [366] lejos en secreto, y pedirle al Rey Thingol que le diera protección. Porque Beren hijo de Barahir era primo de su padre, y además había sido amigo de Húrin antes de que adviniera el mal. Pero ella no se atrevía de momento a abandonar Hithlum, pues el camino era largo y peligroso, y estaba embarazada. Además, el corazón todavía le engañaba con esperanzas, y no quería dejar aún la casa donde había vivido con Húrin; y esperaba oír el sonido de los pies de él regresar en la vigilia nocturna, porque su pensamiento más íntimo le decía que no estaba muerto. Y aunque estaba dispuesta a que su hijo se criara en recintos ajenos, según la costumbre de la época cuando los hijos se quedaban sin padre, no quería humillar su orgullo viviendo de la limosna, aun del Rey de Doriath. Y de este modo se tejió el hado de Túrin, que se cuenta por entero en la balada llamada i Chúrinien, los Hijos de Húrin, y es la más larga de todas las baladas que hablan de aquellos días. Aquí esta historia se cuenta brevemente, porque está entretejida con el destino de los Silmarils y de los Elfos, y se la llama el Cuento de la Pena, y en él se revelan las más malvadas obras de Morgoth Bauglir.

§26Sucedió que un día Túrin se preparó para el viaje, sin comprender el propósito de su madre, Morwen, ni el dolor que veía en el rostro de ella. Pero cuando sus compañeros le pidieron que se volviera a contemplar la casa de su padre, la angustia de la separación lo hirió como una espada, y gritó: «¡Morwen, Morwen! ¿Cuándo te volveré a ver?», y cayó sobre la hierba. Pero Morwen, de pie en el umbral, oyó el eco de ese grito en las colinas boscosas y se aferró al pilar de la puerta hasta que los dedos se le desgarraron. Este fue el primero de los dolores de Túrin.

§27Después de la partida de Túrin, Morwen dio a luz, y fue una niña, y la llamó Nienor, que significa Luto. Pero Túrin no vio a su hermana, porque estaba en Doriath cuando ella nació. Largo y maligno fue el camino hasta allí, porque el poder de Morgoth se había extendido lejos; pero Túrin tenía como guías a Gethron y Grithron, que habían sido jóvenes en los días de Gumlin; y aunque ahora eran viejos, eran valientes y conocían bien todas las tierras, porque habían viajado a menudo por Beleriand en otros tiempos. Así, ayudados por el destino y el coraje, cruzaron las Montañas Sombrías, y llegados al valle del Sirion, [367] penetraron en el Bosque de Brethil; y por fin, cansados y macilentos, llegaron a los confines de Doriath. Pero allí se desorientaron, y se enredaron en los laberintos de la Reina, y erraron perdidos entre los árboles sin senderos hasta que se les acabó la comida. Estuvieron cerca de la muerte, pero no era tan leve el destino de Túrin. Mientras yacían sumidos en la desesperación, oyeron el sonido de un cuerno. Beleg el Arquero cazaba en esa región, pues moraba en las fronteras de Doriath. Oyó sus gritos y acudió a ellos, y cuando les hubo dado de comer y de beber, supo sus nombres y de dónde venían, y sintió asombro y piedad. Y contempló con gran agrado a Túrin, porque tenía la belleza de su madre Morwen Resplandor Élfico y los ojos de su padre, y era robusto y fuerte, y mostraba un corazón valeroso.

§28«¿Qué don querrías del Rey Thingol?», le dijo Beleg al muchacho. «Ser capitán de sus caballeros, y conducirlos contra Morgoth y vengar a mi padre», dijo Túrin. «Es muy posible que así sea cuando los años te hayan fortificado —dijo Beleg—. Porque aunque eres todavía pequeño, tienes la actitud de un hombre valiente, digno hijo de Húrin el Firme, si ello fuera posible.» Porque el nombre de Húrin era honrado en todas las tierras de los Elfos. Por tanto, de buen grado Beleg sirvió de guía a los viajeros, y los condujo por las fronteras del Reino Escondido, que ningún hombre mortal había hollado antes, excepto Beren.

§29Así llegó Túrin por fin ante Thingol y Melian; y Gethron transmitió el mensaje de Morwen. Thingol los recibió con cortesía y puso a Túrin sobre su rodilla en honor a Húrin, el más poderoso de entre los Hombres, y de Beren, su pariente.

Y todos los que estaban presentes se maravillaron, porque era signo de que Thingol aceptaba a Túrin como hijo adoptivo; y eso no era cosa que hicieran los reyes por aquel entonces. «Aquí, oh hijo de Húrin, estará tu hogar —dijo—; y serás considerado hijo mío, aunque seas Hombre. Se te impartirá una sabiduría mayor que la de los Hombres mortales, y las armas de los Elfos estarán en tus manos. Quizá llegue el tiempo en que reconquistes las tierras de tu padre en Hithlum; pero reside ahora aquí en amor.»

§30Así empezó la estancia de Túrin en Doriath. Durante un tiempo se quedaron con él Gethron y Grithron, sus custodios, [368] aunque anhelaban volver otra vez con su señora, Morwen. Entonces la vejez y la enfermedad ganaron a Grithron, y se quedó junto a Túrin hasta que murió; pero Gethron partió, y Thingol envió con él una escolta que lo guiara y protegiera, y llevaban unas palabras de Thingol para Morwen. Llegaron por fin a la casa de Húrin, y cuando Morwen supo que Túrin había sido recibido con honor en las estancias de Thingol, tuvo menos pena. Y los Elfos llevaban también ricos regalos de Melian, y un mensaje por el que se la invitaba a volver con el pueblo de Thingol a Doriath. Porque Melian era sabia y previsora, y esperaba de ese modo evitar el mal que se preparaba en el pensamiento de Morgoth. Pero Morwen no quiso abandonar su casa, porque su corazón no había cambiado y su orgullo todavía era grande; además, Nienor era una niña de pecho. Por tanto, despidió a los Elfos de Doriath con agradecimiento, y les dio como regalo las últimas pequeñas cosas de oro que aún conservaba, ocultando la pobreza que la afligía; y les pidió que le llevaran a Thingol el Yelmo de Gumlin. Y he aquí que Túrin esperaba ansioso el regreso de los mensajeros de Thingol; y cuando éstos volvieron solos, huyó a los bosques y lloró, porque conocía la invitación de Melian y había tenido la esperanza de que Morwen viniera. Este fue el segundo dolor de Túrin.

§31Cuando los mensajeros le comunicaron la respuesta de Morwen, Melian la comprendió y se apiadó de ella; y vio que no era fácil evitar el hado que ella presentía. El yelmo de Gumlin fue puesto en manos de Thingol. Estaba hecho de acero gris y adornado de oro, y en él habían grabado las runas de la victoria. Tenía el poder de proteger a quien lo llevara de heridas y muerte, porque la espada que en él diera se quebraría, y el dardo que lo golpeara caería a un lado. En el yelmo estaba montada por mofa una imagen de la cabeza de Glómund el dragón, y a menudo Gumlin lo llevó a la victoria, porque el miedo caía en los que lo contemplaban dominando las cabezas de los Hombres en el combate. Pero los Hombres de Hithlum decían: «¡Tenemos un dragón más valioso que el de Angband!» Este yelmo fue forjado por Telchar, el herrero enano de Belegost, cuyas obras gozaban de gran renombre. Pero Húrin no lo llevaba, por respeto a su padre, porque temía que se perdiera o sufriera algún daño, tan grande era su aprecio por la heredad de Gumlin. [369]

§32Ahora bien, Thingol tenía en Menegroth inmensas armerías, repletas de una gran riqueza en armas; mallas labradas en metal como escamas de peces, brillantes como el agua a la luz de la luna; espadas y hachas, escudos y yelmos forjados por el mismo Telchar o por su maestro Zirak el viejo, o por herreros Elfos todavía más hábiles. Porque algunas cosas las había recibido como regalos traídos de Valinor, y eran obra de Fëanor el maestro, cuyo arte no fue igualado en todos los días del mundo. No obstante, Thingol sostuvo el yelmo de Gumlin como si sus propios tesoros fueran escasos, y habló con palabras corteses diciendo: «Orgullosa era la cabeza que llevó este yelmo, que llevó Gumlin, padre de Húrin».

§33Entonces se le ocurrió una idea, y llamó a Túrin y le dijo que Morwen le había enviado a su hijo una cosa de gran poder, la heredad de su abuelo. «Recibe ahora la Cabeza del Dragón del Norte —dijo—, y cuando llegue el momento, llévala para bien.» Pero Túrin era todavía demasiado joven para levantarlo, y no le prestó atención por causa de la pena de su corazón.

§34Nueve años vivió Túrin en las estancias de Thingol; y en ese tiempo su dolor disminuyó; porque Thingol buscaba noticias de Hithlum siempre que le era posible, y a veces Morwen y su hijo intercambiaban mensajes. Así Túrin supo que la situación de Morwen mejoraba, y que su hermana Nienor crecía en belleza, una flor entre doncellas en el gris del Norte. Grande era el deseo que tenía de verla.

§35Mientras tanto Túrin crecía, hasta que aún de muchacho fue alto entre los Hombres y superó a los Elfos de Doriath; y su fuerza y valor alcanzaron renombre en el reino de Thingol. Aprendió mucha ciencia, y era sabio en las palabras y hábil de manos; no obstante, la fortuna no le era propicia, y a menudo lo que hacía no llegaba a buen término, y no obtenía lo que quería. Tampoco se hacía de amigos fácilmente, pues el dolor pesaba en él, y había una cicatriz en su juventud. Ahora bien, a los diecisiete años de edad, estando en el umbral de la virilidad, era de brazos fuertes y diestro con todas las armas, y tenía gran habilidad para entretejer palabras en el canto o las historias, tanto en la lengua de los Noldor como en la de Doriath; pero no había alegría en sus palabras u obras, y meditaba sobre la caída de los Hombres de Hithlum. [370]

§36Su dolor se hizo aún más profundo cuando al cabo de nueve años dejó de haber noticias de su hogar; porque el poder de Morgoth dominaba la tierra de Hithlum, y sin duda conocía todos los actos del pueblo de Húrin, y no había vuelto a molestarlos, para cumplir su propósito. Pero ahora, para alcanzar su objetivo, dispuso una estrecha vigilancia en todos los pasos de las montañas, de modo que nadie podía salir de Hithlum o entrar en ella; y los Orcos pululaban en tomo a las fuentes del Narog y el Taiglin y las aguas superiores del Sirion. Así pues, sucedió que un día los mensajeros de Thingol no regresaron, y él ya no quiso mandar otros. Nunca estaba dispuesto a permitir que ninguno saliera de los lindes guardados, y en nada había mostrado tan buena voluntad para con Túrin como al enviar a su gente a través de numerosos peligros a Morwen.

§37Ahora bien, el corazón de Túrin se volvió sombrío y triste, pues no sabía qué mal se estaba fraguando, o qué horrendo destino había caído sobre Morwen y Nienor. Por tanto se puso el yelmo de Gumlin, y tomando cota de malla, espada y escudo fue ante Thingol y le pidió que le diera guerreros elfos por compañeros; y se dirigió a la fronteras de la tierra y luchó con los Orcos. Así, siendo aún muchacho en años demostró su valor; porque realizó muchas hazañas osadas. Recibió numerosas heridas por lanza, o flechas, o las hojas torcidas de Angband; pero su destinó lo libró de la muerte. Y cundió el rumor por los bosques de que el Yelmo-Dragón se había visto de nuevo en el combate; y los Hombres dijeron: «¿Quién ha despertado de entre los muertos el espíritu de Gumlin, o es que acaso ha regresado Húrin de Hithlum de los fosos del infierno?»

§38En aquel entonces sólo uno superaba en la guerra al muchacho Túrin, y ése era Beleg el Arquero; y se hicieron amigos y compañeros de armas, y recorrieron juntos los bosques salvajes. Rara vez iba Túrin a las estancias de Thingol, y ya no cuidaba la apariencia o las vestiduras, y llevaba los cabellos desgreñados, y la cota de malla cubierta de una capa gris manchada por la intemperie. Pero un día sucedió que Thingol lo convocó a una fiesta, para honrarle por sus proezas; y Túrin llegó y se sentó a la mesa del rey. Y en la misma mesa estaba sentado uno de los Elfos Oscuros, de nombre Orgof, y era orgulloso y no amaba a los Hombres, y creyó que Túrin lo había insultado; [371] porque a menudo Túrin no respondía a las palabras que otros le dirigían, cuando estaba triste o pensativo. Y ahora, mientras bebían sentados a la mesa, Orgof se dirigió a Túrin por sobre la mesa, y Túrin no lo escuchó, porque estaba pensando en Beleg, a quien había dejado en los bosques. Entonces Orgof tomó un peine dorado y se lo arrojó a Túrin, y gritó: «Sin duda, Hombre de Hithlum, viniste de prisa a esta mesa y es posible disculpar el mal estado de tu capa; pero no es necesario que dejes tus cabellos desatendidos como un matorral de malezas. Y quizá, si tuvieras los oídos destapados, oirías algo mejor».

§39Entonces Túrin no dijo nada, pero volvió los ojos a Orgof, que con la ira no advirtió la luz que había en ellos. Y dijo a uno que estaba sentado junto a él: «Si los Hombres de Hithlum son tan salvajes y fieros, ¿cómo serán las mujeres de esa tierra? ¿Corren como los ciervos, vestidas sólo con sus propios cabellos?»

§40Entonces Túrin, inconsciente de su propia fuerza, tomó una copa y la arrojó al rostro de Orgof, que cayó hacia atrás y murió, porque la copa era pesada y le quebró la cara. Pero Túrin, que se había enfriado de repente, contempló consternado la sangre en la mesa, y sabiendo que había cometido una terrible ofensa, se levantó en seguida y salió de la estancia sin una palabra; y nadie se lo impidió, pues el rey guardaba silencio y no hizo ninguna señal. Pero Túrin salió a la oscuridad, y se sumió en un humor sombrío, y creyéndose un proscrito perseguido por el rey huyó lejos de Menegroth, y cruzando los bordes del reino reunió una compañía de hombres sin hogar, tan desesperados como era posible en esos desdichados días, que acechaban en el descampado; y echaban mano a todos los que se les pusieran en el camino, fueran Elfos, Hombres u Orcos.