Los dos manuscritos de este capítulo se han descrito en pp. 339-40: el primero, QS(C), fue el texto intermedio iniciado cuando QS estuvo ausente entre noviembre y diciembre de 1937, que incluye el capítulo 16 entero, mientras que el segundo, QS(D), de la misma época, empieza en cierto punto del capítulo. Por tanto, hasta el punto en que empieza D, C (tosco pero legible) es el único texto. Como se ha observado antes, en C el capítulo empieza con el párrafo referente a la segunda vida de Beren y Lúthien, mientras que en el manuscrito de QS está incluido al final del capítulo 15 y el 16 empieza con la Unión de Maidros, interrumpiéndose tras las primeras palabras. Vuelvo a empezar aquí los números de párrafo con §1.
La Unión de Maidros
§1Se dice que Beren y Lúthien volvieron a las tierras del Norte y moraron juntos por un tiempo, como hombre y mujer; y larga fue su segunda vida. Pero no vivieron en Doriath; porque adoptando su forma mortal se marcharon solos sin temor a pasar hambre o sed. Y fueron más allá de los ríos a Ossiriand, la [355] Tierra de las Siete Corrientes, y vivieron entre los Elfos Verdes en secreto. Por tanto los Gnomos llamaron a esa tierra Gwerth-i-Cuina, la Tierra de los Muertos que Viven; y ningún hombre mortal volvió a hablar con Beren hijo de Barahir.
§2Pero en aquellos días se animó el corazón de Maidros hijo de Fëanor, al advertir que Morgoth no era inatacable; porque los hechos de Beren y Lúthien y el quebrantamiento de las torres de Sauron se cantaba en muchos cantos por toda Beleriand. Sin embargo, Morgoth los destruiría a todos, uno por uno, si no llegaban a unirse otra vez en una nueva alianza y un consejo común. Por tanto planeó la Unión de Maidros, y era un plan acertado.
§3Porque renovó la amistad con Fingon en el Oeste, y a partir de entonces actuaron conjuntamente. Maidros requirió otra vez la ayuda de los Elfos Oscuros del Sur, y los Hombres Cetrinos se reunieron, y salieron de Himring en un ejército. A la vez Fingon abandonó Hithlum. Durante un tiempo los Gnomos prevalecieron de nuevo, y los Orcos fueron expulsados de las regiones septentrionales de Beleriand, y hubo esperanza. Morgoth se retiró ante ellos y llamó a sus sirvientes; porque era consciente de todo cuanto se hacía, e hizo planes contra el alzamiento de los Gnomos. Envió muchos espías y emisarios, secretos o disfrazados, entre los Elfos y los Hombres, y fueron sobre todo con los Orientales, los Hombres Cetrinos, y con los hijos de Ulfang. Los herreros de Nogrod y Belegost estuvieron muy ocupados en esos días, haciendo mallas, espadas y lanzas para muchos ejércitos; y los Enanos se adueñaron en ese entonces de muchas riquezas y joyas de los Elfos y los Hombres, aunque ellos no fueron a la guerra. «Porque no conocemos las verdaderas causas de esta lucha —dijeron—, y no favorecemos a ningún bando; hasta que uno prevalezca.»
§4Grande era la hueste de Maidros en el Este, y estaba bien armada. En el Oeste todas las fuerzas de Hithlum, Gnomos y Hombres estaban preparadas para su llamada: Fingon y Huor y Húrin eran sus caudillos. Entonces Turgon, creyendo que quizá la hora de la liberación estaba próxima, acudió inesperado desde Gondolin; y llevó un gran ejército y acampó en la llanura ante el principio del paso occidental, a la vista de las murallas de Hithlum. Hubo alegría allí entre el pueblo de Fingon, [356] su hermano, al ver a los parientes que habían estado mucho tiempo escondidos.
§5No obstante, el juramento de Fëanor y las malas acciones que había obrado dañaron los designios de Maidros, y obtuvo menos ayuda de la que podría haber tenido. Orodreth no abandonaría Nargothrond por indicación de hijo alguno de Fëanor, a causa de la conducta de Celegorn y Curufin. Desde allí acudió tan sólo una pequeña compañía a la que Orodreth permitió partir, puesto que no podían soportar la ociosidad mientras sus parientes se preparaban para la guerra. Gwindor los dirigía, hijo de Guilin, un príncipe muy valiente; pero adoptaron la insignia de la casa de Fingolfin y marcharon tras los estandartes de Fingon, y nunca regresaron, salvo uno.
§6De Doriath llegó poca ayuda. Porque Maidros y sus hermanos, obligados por el juramento, habían enviado mensajeros a Thingol con altivas palabras, exigiéndole la entrega del Silmaril, o la enemistad. Melian aconsejó que les entregara la joya, y quizá lo hubiera hecho, pero las palabras de los hijos de Fëanor eran orgullosas y amenazantes, y Thingol se enfadó mucho pensando en la angustia de Lúthien, y en la sangre de Beren con que la joya había sido ganada, a pesar de la malicia de Celegorn y Curufin. Y toda vez que contemplaba el Silmaril, mayor deseo tenía de guardarlo para siempre; porque tal era el poder de la joya. Por tanto despidió a los mensajeros con palabras de desprecio. Maidros no dio respuesta alguna, porque por entonces había empezado a concebir la alianza y la unión de los Elfos; pero Celegorn y Curufin juraron abiertamente dar muerte a Thingol y destruir a su pueblo, si volvían victoriosos de la guerra, y la joya no les era devuelta de buen grado. Por esta razón Thingol fortificó las fronteras de su reino, y no acudió a la guerra, como tampoco ningún otro de Doriath, salvo Mablung y Beleg, a quienes no se pudo contener.
§7La traicionera saeta de Curufin que hirió a Beren se recordaba entre los Hombres. Por tanto del pueblo de Haleth que vivía en Brethil sólo acudieron la mitad, y no se unieron a Maidros, sino a Fingon y Turgon en el Oeste.
§8Después de haber reunido todas las fuerzas que le fue posible, Maidros señaló un día y envió el mensaje a Fingon y Turgon. En el Este se izó el estandarte de Maidros, y acudió [357] toda la gente de Fëanor, y eran muchos; y los Elfos Oscuros del Sur; y de los Elfos Verdes de Ossiriand muchas compañías; y las tribus y batallones de los Orientales con los hijos de Bór y Ulfang. En el Oeste estaba el estandarte de Fingon, y en tomo se congregaban los ejércitos de Hithlum, tanto de Gnomos como de Hombres; y Turgon con la hueste de Gondolin; a ellos se sumaron las fuerzas que llegaron de las Falas, y de Brethil, y de Nargothrond; y esperaron en los bordes de Dor-na-Fauglith, aguardando la señal del avance de los estandartes desde el Este.
[En este punto empieza el manuscrito D, que se sigue aquí. Se trata de una revisión muy similar a C, que incorpora las correcciones preparatorias realizadas en el texto anterior, pero sin apenas desarrollado, excepto en pequeños detalles estilísticos.
§9 Pero Maidros había sido retrasado en el camino por las maquinaciones de Uldor el Maldecido, hijo de Ulfang; y los emisarios de Morgoth iban sin cese a los campamentos: y había Gnomos esclavos o criaturas en forma élfica, y se extendieron prediciendo el mal y sospechas de traición entre todos aquellos dispuestos a escucharlos.
§10Mucho tiempo aguardaron los ejércitos en el Oeste, y el miedo a la traición crecía en su pensamiento durante la demora de Maidros. Los ardientes corazones de Fingon y Turgon se impacientaron. Por tanto enviaron a sus heraldos a la llanura de Fauglith, y soplaron las trompetas de plata, y convocaron a las huestes de Morgoth para que salieran.
§11Entonces Morgoth envió una fuerza, grande pero no demasiado. Fingon estaba decidido a atacarla desde los bosques al pie de Erydwethion, donde se ocultaba la mayor parte de sus ejércitos. Pero Húrin se opuso. Por tanto Morgoth, viendo que vacilaban, hizo salir al heraldo de Fingon, a quien había capturado a traición, y le dio muerte en la llanura, y envió de vuelta a los otros con su cabeza. Entonces se inflamó la ira de Fingon, y su ejército saltó en una súbita arremetida; y antes de que Turgon pudiera contenerlos, también una gran parte de su hueste se unió a la batalla. La luz de las espadas desenvainadas de los Noldor era como un fuego en un campo de juncos.
§12Todo sucedió en verdad como Morgoth había previsto; pero se dice que se equivocó al calcular el número de las filas [358] de sus enemigos, al medir su valor, y su plan casi fracasó. Antes de que pudiera fortalecerse, el ejército que había enviado fue barrido en el combate; porque fue atacado de repente desde el Oeste y el Sur; y en ese día tuvo lugar la mayor matanza de siervos de Morgoth que había habido hasta entonces. Alto sonaban las trompetas. Los estandartes de Fingon se izaron ante los mismos muros de Angband. Se dice que Gwindor hijo de Guilin y el pueblo de Nargothrond iban al frente de la batalla, e irrumpieron a través de los portales, y mataron a los Orcos en las escaleras de Angband, y Morgoth sintió miedo en su profundo trono. Pero al final Gwindor y sus hombres fueron capturados o muertos, pues no recibieron ayuda. Por muchas puertas secretas en Thangorodrim, Morgoth había hecho salir al grueso de sus ejércitos que había mantenido a la espera; y Fingon y el ejército de Hithlum fueron rechazados de los muros.
§13Entonces, en la llanura, empezó la Batalla llamada Nírnaith Arnediad, Lágrimas Innumerables, pues no hay canto ni historia que pueda contener todo el dolor de aquel día, y las voces de los que cantan sobre ella se convierten en lamento. La hueste de Fingon se retiró con grandes pérdidas por las arenas de Dor-na-Fauglith, y Hundor hijo de Haleth murió en la retaguardia, y con él cayeron la mayor parte de los Hombres de Brethil y nunca regresaron a los bosques. Y Glorwendil, hija de Hador y esposa de Hundor, murió de pena aquel año desgraciado. Pero los Orcos se interpusieron entre Fingon y los pasos de Erydwethion que llevaban a Hithlum; por tanto, se retiraron hacia el valle del Sirion. Ante la entrada del valle, en los bordes de Taur-na-Fuin, se ocultaba aún una gran parte de la hueste de Turgon; y Turgon hizo sonar los cuernos, y salió poderoso con una ayuda inesperada, y muchos de los Orcos, atrapados entre los dos ejércitos, fueron destruidos.
§14Entonces la esperanza renació en el corazón de los Elfos. Y a esa hora se oyeron las trompetas de Maidros que venía del Este, y los estandartes de los Hijos de Fëanor y sus aliados atacaron el flanco del Enemigo. Y han dicho algunos que aún entonces los Eldar habrían podido salir victoriosos, si todos se hubieran mantenido fieles; porque los Orcos vacilaron, y su arremetida fue contenida, y algunos ya se volvían para huir.
§15Pero cuando la vanguardia de Maidros llegó junto a los [359] Orcos, Morgoth llamó a sus últimas fuerzas, y Angband quedó vacía. Llegaron lobos y serpientes, y llegaron mil Balrogs, y llegó Glómund, el Padre de los Dragones. Y la fuerza y el terror del Gusano eran ahora muy grandes; y los Elfos y los Hombres se amilanaron delante de él. Así Morgoth impidió que se reunieran las huestes de los Elfos; sin embargo, ni por lobo, ni por Balrog, ni por dragón alguno lo habría conseguido, si los capitanes de los Orientales se hubieran mantenido fieles. Muchos de ellos se volvieron y huyeron; pero los hijos de Ulfang se volvieron al lado de Morgoth, y atacaron la retaguardia de Maidros creando confusión. Desde ese día los corazones de los Elfos se mantuvieron apartados de los Hombres, excepto de aquellos de las Tres Casas, los pueblos de Hador, Bëor y Haleth; porque los hijos de Bór, Boromir, Borlas y Borthandos, los únicos de los Orientales que fueron fieles, perecieron en la batalla, y no dejar ron herederos. Pero los hijos de Ulfang no cosecharon la recompensa que Morgoth les prometiera; porque Cranthir mató a Uldor el Maldecido, cabecilla de la traición, y Ulfast y Ulwarth murieron a manos de los hijos de Bór, antes de que ellos mismos cayeran.
§16Así se cumplió el propósito de Morgoth de modo grato a su corazón; porque los Hombres quitaron la vida a los Hombres, y traicionaron a los Elfos, y el miedo y el odio despertaron entre aquellos que tendrían que haber estado unidos contra él.
Y la hueste de Maidros, atacada por delante y detrás, se dispersó y abandonó el campo hacia el este; y la Garganta de Aglon estaba llena de Orcos, y la Colina de Himring guarnecida de los soldados de Angband, y las puertas de la tierra estaban en poder de Morgoth. Pero el destino salvó a los Hijos de Fëanor, y aunque todos fueron heridos, no murió ninguno. Sin embargo, sus armas estaban dispersas, y su pueblo disminuido, y la alianza rota; y llevaron una existencia salvaje en los bosques, bajo los pies de Eredlindon, mezclándose con los Elfos Oscuros, despojados del poder y la gloria de antaño.
§17En el oeste de la batalla cayó Fingon, y la llama brotó de su yelmo hendido. Los Balrogs lo derrotaron, y lo aplastaron contra el suelo, y pisotearon los estandartes blancos. Pero Húrin y su hermano Huor, y los hombres de la casa de Hador, se mantuvieron firmes, y los Orcos no pudieron tomar el paso del [360] Sirion. Así se enderezó la traición de Uldor. Entre los Elfos, la última resistencia de Húrin es la más renombrada de las hazañas de los Hombres; porque mantuvo la retaguardia mientras los supervivientes de las huestes del Oeste se retiraban de la batalla. Pocos regresaron por sobre Eredwethion a Hithlum; pero Turgon congregó a todos los supervivientes del pueblo de Gondolin, y a tantos de la gente de Fingon como pudo reunir, y escapó por el Sirion a los valles y las montañas, y quedó oculto a los ojos de Morgoth. Ni Elfo, Hombre o espía de Angband supo adonde había ido, ni encontró la fortaleza escondida hasta los días de Tuor, hijo de Huor. Así se enturbió la victoria de Morgoth, y se encolerizó.
§18Pero los Orcos rodearon ahora a los valientes Hombres de Hithlum como una gran marea a una roca solitaria. Huor cayó con el ojo atravesado por una flecha envenenada, y todos los hijos de Hador fueron muertos alrededor en un montón, hasta que sólo quedó Húrin. Entonces arrojó el escudo y esgrimió con ambas manos el hacha; y se dice que estando solo mató cien Orcos. Al fin fue capturado vivo por orden de Morgoth, porque de este modo Morgoth pensaba hacerle más daño que con la muerte. Por tanto sus siervos agarraban a Húrin con las manos, y aunque él los mataba, su caudal siempre se renovaba, hasta que por último cayó sepultado debajo de ellos, y se aferrar ron a él como sanguijuelas.
§19Grande fue el triunfo de Morgoth. Mandó apilar los cuerpos de los enemigos muertos en un gran montículo en medio de la llanura; y se lo llamó Hauð-na-Dengin, la Colina de los Muertos. Pero la hierba volvió allí, y creció verde sobre esa colina, única en el desierto que Morgoth había provocado; y desde entonces ningún Orco holló jamás la tierra donde las espadas enterradas de los Gnomos se desmenuzaban en herrumbre. El reino de Fingon ya no existía, y los Hijos de Fëanor erraban como hojas al viento. A Hithlum no regresó ninguno de los Hombres de la casa de Hador, ni hubo nuevas de la batalla ni de la suerte corrida por sus señores. Pero Morgoth envió allí Hombres que le estaban sometidos, Orientales cetrinos; y los encerró en esa tierra y les prohibió abandonarla, y ésa fue la recompensa que les dio: saquear y vejar a los ancianos y los niños y las mujeres del pueblo de Hador. El resto de los Elfos de Hithlum [361] fue trasladado a las minas de Angband, y se convirtieron en sus esclavos, salvo unos pocos que pudieron evitarlo y erraron salvajes por los bosques.
§20Pero los Orcos iban sin traba por todo el Norte y avanzaban cada vez más hacia el sur de Beleriand. Doriath pervivía aún, y Nargothrond estaba escondida; pero Morgoth les prestaba poca atención, fuera porque supiera poco de ellas, o porque aún no les había llegado la hora en los oscuros designios de su malicia. Pero el pensamiento de Turgon lo perturbaba enormemente; porque Turgon procedía de la poderosa casa de Fingolfin, y era ahora por derecho el señor de todos los Gnomos. Y Morgoth temía y odiaba sobre todo a la casa de Fingolfin, porque se habían mofado de él en Valinor, y por causa de las heridas que le infligiera Fingolfin en combate.
§21Húrin fue conducido ahora ante Morgoth, y lo desafió; y fue encadenado y torturado. Pero Morgoth recordó que sólo la traición, y el miedo a la traición, causarían la ruina final de los Gnomos, y pensó utilizar a Húrin. Por tanto fue hasta donde Húrin yacía atormentado, y le ofreció honores y libertad, poder y riqueza, si aceptaba servir a sus ejércitos y dirigía una hueste contra Turgon, o si le revelaba dónde tenía el rey su fortaleza secreta. Porque se había enterado de que Húrin conocía el secreto de Turgon, pero había jurado callárselo. Pero Húrin el Firme se burló de él.
§22Entonces Morgoth ideó un castigo cruel; y sacando a Húrin de la prisión lo hizo sentar en una silla de piedra en un sitio elevado de Thangorodrim. Allí estaba confinado por el poder de Morgoth, y de pie junto a él Morgoth pronunció una maldición de vista insomne similar a la de los Dioses, pero sobre su linaje sembró una semilla de dolor y oscura desgracia.
§23«Estate aquí sentado —dijo Morgoth—, y contempla la obra de la maldición que he pronunciado. Porque verás con mis ojos, y sabrás con mi pensamiento, todas las cosas que acaecerán a los que amas. Pero no te moverás de este lugar hasta que todo llegue al amargo final.» Y así sucedió; porque Morgoth mantuvo con vida a Húrin. Pero no se dice que Húrin le pidiera nunca clemencia ni muerte, ni para él ni para sus hijos. [362]