8 DEL SITIO DE ANGBAND

§88Antes de que subiera la Luna, Fëanor y sus hijos llegaron al Norte; desembarcaron en las costas septentrionales de Beleriand bajo los pies de Ered-lómin, las Montañas del Eco, en el lugar llamado Drengist. De allí llegaron a la tierra de Dor-lómen y en tomo a las Montañas de Mithrim, y acamparon en Hithlum, el reino de la niebla, en la región llamada Mithrim, al norte del gran lago del mismo nombre. Allí una hueste de Orcos, alertados por la luz de la quema de los barcos y el rumor de su marcha, se arrojaron sobre ellos, y allí se libró la primera batalla [289] en la Tierra Media; y es renombrada en los cantos, porque los Gnomos obtuvieron la victoria, y expulsaron a los Orcos con grandes pérdidas, y los persiguieron más allá de Eredwethion hasta la llanura de Bladorion. Esta fue la primera batalla de Beleriand, y es llamada la Batalla bajo las Estrellas.[149] Grande era el valor de Fëanor y sus hijos, y desde entonces los Orcos los temieron y odiaron siempre; no obstante, el dolor siguió a su triunfo. Porque Fëanor avanzó imprudentemente por Bladorion, persiguiendo a los Orcos hacia el norte, y fue rodeado cuando su propia gente estaba muy atrás, pero los Balrogs de la retaguardia de Morgoth se volvieron y le cortaron la retirada. Fëanor luchó impávido, pero estaba rodeado de fuego y al cabo fue mortalmente herido por mano de Gothmog, señor de los Balrogs, a quien mató luego Ecthelion en Gondolin. Pero sus hijos lo rescataron y lo llevaron de vuelta a Mithrim. Allí murió, pero no fue enterrado; porque tan fogoso era su espíritu que al precipitarse fuera dejó el cuerpo reducido a cenizas; y nunca reapareció en la tierra, ni abandonó el reino de Mandos. Y Fëanor contempló por última vez las cumbres de Thangorodrim, las más grandes colinas de la Tierra Media, que se alzaban sobre la fortaleza de Morgoth; y maldijo tres veces el nombre de Morgoth, e instó a sus hijos a no tratar nunca ni parlamentar con el enemigo.

§89Pero aun en la hora de su muerte llegó una embajada de Morgoth en la que se reconocía derrotado y ofrecía términos de paz, la entrega incluso de uno de los Silmarils. Entonces Maidros el alto, el hijo mayor, convenció a los Gnomos de que fingieran tratar con Morgoth y se reunieran con los emisarios de Morgoth en el sitio indicado; pero a los Gnomos les importaba entonces tan poco la buena fe como al mismo Morgoth. Por lo que cada embajada acudió con más fuerzas de las convenidas, pero Morgoth envió las mayores, y eran Balrogs. Maidros cayó en una emboscada, y todos sus acompañantes fueron muertos, pero él mismo fue capturado vivo por orden de Morgoth, y llevado a Angband, y torturado.

§90Entonces los seis hermanos de Maidros retrocedieron y fortificaron un gran campamento en Hithlum; pero Morgoth [290] retuvo a Maidros como rehén y envió a decir a Maglor que no liberaría a su hermano a menos que los Noldor olvidaran la guerra, bien regresando a Valinor, bien abandonando Beleriand y marchando hacia el Sur del mundo. Pero los Gnomos no podían volver a Valinor, puesto que habían quemado los barcos, y no creían que Morgoth fuera a liberar a Maidros si partían; y no estaban dispuestos a partir, hiciera Morgoth lo que hiciera. Por tanto, Morgoth colgó a Maidros de la cara de un precipicio en Thangorodrim, y lo sujetó a la roca por la muñeca de la mano derecha con una banda de acero.

§91Ahora bien, llegó el rumor al campamento de Hithlum de la marcha de Fingolfin y sus hijos, e Inglor hijo de Finrod, que habían cruzado el Hielo Crujiente. Y todo el mundo estaba entonces asombrado por la llegada de la Luna; porque cuando la Luna se levantó por vez primera Fingolfin puso pie en la Tierra Media, y los Orcos se llenaron de asombro. Pero cuando la hueste de Fingolfin entró en Mithrim, el Sol se levantó flameante en el Oeste; y Fingolfin desplegó los estandartes azules y plateados, e hizo sonar los cuernos, y las flores se abrían a sus pies mientras avanzaba. Porque un tiempo de apertura y crecimiento, súbito, rápido y hermoso, había llegado al mundo, y el bien surgió del mal, como sucede a menudo. Entonces los Orcos, consternados ante la elevación de la gran luz, huyeron a Angband, y Morgoth tuvo miedo, reflexionando largo tiempo en pensamientos airados. Pero Fingolfin avanzó a través de la fortaleza del reino de Morgoth, Dor-Daedeloth, la Tierra del Horror, y sus enemigos se ocultaron bajo la tierra; pero los Elfos golpearon las puertas de Angband, y el reto de las trompetas sacudió las torres de Thangorodrim.

§92Pero Fingolfin dudó de las tretas de Morgoth, y se retiró de las puertas del infierno, y se volvió a Mithrim, para que Eredwethion, las Montañas de la Sombra, escudaran a su gente mientras descansaban. Pero poco amor había entre los que seguían a Fingolfin y la casa de Fëanor; pues grande había sido la agonía de los que soportaron el cruce del Hielo, y tenían los corazones llenos de amargura. El número de la hueste de Tûn había disminuido en el penoso camino, pero el ejército de Fingolfin seguía siendo mayor que el de los hijos de Fëanor. Por tanto, éstos se retiraron y acamparon en la orilla meridional de [291] Mithrim, y el lago se extendía entre los pueblos. En esto se vieron los efectos de la maldición, porque el retraso provocado por su enemistad hizo mucho daño a las fortunas de todos los Noldor. Nada hicieron mientras Morgoth vacilaba, y el miedo de la luz era nuevo y fuerte entre los Orcos.

§93Entonces Morgoth salió de su ensimismamiento, y rio al ver la división de sus enemigos. Y en los abismos de Angband hizo vastos vapores y grandes humos, y salieron de los picos hediondos de las Montañas de Hierro, y pudieron verse a lo lejos en Hithlum, manchando los aires brillantes de aquellas primeras mañanas. El Norte se sacudía con el trueno de las forjas subterráneas de Morgoth. Un viento vino y extendió los vapores por todas partes, y cayeron y serpentearon por los campos y hondonadas, oscuros y venenosos.

§94Entonces Fingon el valiente resolvió poner remedio a la querella. De todos los hijos de Finwë, con justicia el de más renombre: porque su valor era como el fuego y, no obstante, firme como las colinas de piedra; sabio era Fingon, y hábil con la voz y las manos; amaba los compromisos y la justicia y tenía buena voluntad para todos, Elfos y Hombres, odiando sólo a Morgoth; no buscaba su propio provecho, poder o gloria, y la muerte era su recompensa. Ahora, solo y sin pedirle consejo a nadie, partió en busca de Maidros, pues la idea de su tormento le abrumaba el corazón. Ayudado por las mismas nieblas que Morgoth había enviado, llegó invisible a la fortaleza de sus enemigos. Trepó muy arriba por las salientes de Thangorodrim, y contempló desesperado la desolación de la tierra. Pero no encontró paso ni hendedura por la que pudiera entrar en la fortaleza de Morgoth. Por tanto, desafiando a los Orcos, que acobardados todavía se ocultaban en las bóvedas subterráneas, tomó el arpa y cantó un hermoso canto de Valinor compuesto antaño por los Gnomos, antes de que hubiera rencor entre los hijos de Finwë; y la voz de Fingon, fuerte y dulce, resonó en las hondonadas luctuosas que hasta ese momento nada habían escuchado, excepto gritos de miedo y de dolor.

§95Así encontró lo que buscaba. Porque de pronto, por encima de él, lejana y débil, una voz se unió a la canción, y respondió con una llamada. Era Maidros que cantaba en medio del tormento. Pero Fingon trepó hasta el pie del precipicio [292] desde el que colgaba su pariente y no pudo seguir adelante; y lloró cuando vio la crueldad del ardid de Morgoth. Maidros, por tanto, sumido en una angustia sin esperanza, rogó a Fingon que le disparara con el arco; y Fingon sacó una flecha y tendió el arco. Y al ver que no había esperanza mejor, clamó a Manwë diciendo: «¡Oh, Rey, a quien todos los pájaros son caros, apresura ahora esta lanza emplumada y muestra alguna piedad por los Gnomos!»

§96Ahora bien, su ruego tuvo pronta respuesta. Porque Manwë, para quien todas las aves son caras y a quien éstas traen nuevas hasta Taniquetil desde la Tierra Media, había enviado a la raza de las Águilas. Thorondor era su rey. Y Manwë les ordenó habitar en los riscos del Norte y vigilar a Morgoth; pues Manwë aún sentía piedad de los Elfos exiliados. Y las Águilas llevaban nuevas de gran parte de lo que acontecía entonces a los tristes oídos de Manwë; y estorbaban las acciones de Morgoth. Ahora, mientras Fingon tendía todavía el arco, desde los aires altos descendió Thorondor, Rey de las Águilas; y detuvo la mano de Fingon.

§97Thorondor era la más poderosa de cuantas aves hayan existido. La envergadura de sus alas extendidas era de treinta brazas. Tenía el pico de oro. Tomó a Fingon y lo llevó al muro de la roca donde colgaba Maidros. Pero Fingon no pudo aflojar la banda forjada en el infierno que sujetaba la muñeca, ni romperla, ni desprenderla de la roca. Por tanto, una vez más, adolorido, Maidros le rogó que le diera muerte; pero Fingon le cortó la mano por sobre la muñeca, y Thorondor los llevó a ambos a Mithrim.

§98Allí Maidros curó con el tiempo; porque fuerte ardía en él el fuego de la vida, y conservaba el vigor del mundo antiguo, como todos los que se habían criado en Valinor. El cuerpo se le recuperó del tormento y cobró nuevas fuerzas, pero en el corazón le quedaba la sombra de un dolor; y vivió para esgrimir la espada con la mano izquierda más mortalmente que antes con la derecha. Por esta hazaña Fingon ganó gran renombre, y todos los Noldor lo alabaron; y el odio entre las casas de Fingolfin y Fëanor se remedió, Pero Maidros pidió perdón por la deserción en Eruman, y devolvió a Fingolfin los bienes que se habían llevado con los barcos; y abandonó sus pretensiones al [293] reinado sobre todos los Gnomos. Con esto no todos los hermanos estuvieron de acuerdo. Por tanto, la casa de Fëanor recibió el nombre de los Desposeídos, por el decreto de los Dioses que cedía el reinado de Tûn a Fingolfin, y por causa de la pérdida de los Silmarils. Pero ahora había paz y los celos se aquietaron; no obstante, el juramento seguía vigente.

§99Ahora bien, los Gnomos, unidos otra vez, marcharon de Hithlum y expulsaron a los siervos de Morgoth delante de ellos, y sitiaron Angband desde el oeste, el sur y el este. Y siguieron largos años de paz y felicidad; porque ésta fue la edad que las canciones llaman el Sitio de Angband, y duró más de cuatrocientos años del Sol, mientras las espadas de los Gnomos defendían la tierra de la ruina de Morgoth, y su poder estaba encerrado detrás de las puertas. En aquellos días hubo alegría bajo el nuevo Sol y la nueva Luna, y muchas criaturas nacieron y florecieron; y las tierras del Oeste de la Tierra Media donde moraban ahora los Gnomos se volvieron muy hermosas. Y esa región se llamó antaño en la lengua de Doriath Beleriand, pero tras la llegada de los Noldor también se la llamó en la lengua de Valinor Ingolondë, la hermosa y la desdichada, el Reino de los Gnomos. Y tras la guardia de los ejércitos en el Norte, los Gnomos empezaron ahora a viajar a lo largo y ancho de la tierra, y construyeron allí muchas moradas hermosas, y establecieron reinos; porque salvo en Doriath y Ossiriand (de los que se habla después) había poca gente antes que ellos. Eran Elfos Oscuros de raza teleriana, y los Noldor se alegraron de encontrarlos, y fue un encuentro dichoso, como entre parientes largo tiempo separados. Y Fingolfin hizo una gran fiesta, y se celebró en el sur, lejos de Morgoth, en la Tierra de los Sauces junto a las aguas del Sirion. La alegría de esa fiesta se recordó mucho tiempo en días de dolor; y se la llamó Mereth Aderthad, la Fiesta de la Reunión, y se celebró en primavera. Allí acudieron cuantos Gnomos de las tres casas no eran necesarios en la guardia septentrional; y un gran número de Elfos Oscuros, tanto caminantes de los bosques, como del pueblo de los puertos de la tierra de las Falas; y también acudieron muchos Elfos Verdes de Ossiriand, la Tierra de los Siete Ríos, lejos bajo los muros de las Montañas Azules. Y llegaron embajadores de Doriath, aunque Thingol no acudió en persona, y no quiso abrir su reino, ni quitar [294] la cerca encantada; pues, iluminado por la sabiduría de Melian, no confiaba en que la quietud de Morgoth durase para siempre. Pero los corazones de los Gnomos estaban henchidos y llenos de esperanza, y a muchos les pareció que las palabras de Fëanor tenían ahora justificación, cuando les aconsejó buscar la libertad y hermosos reinos en la Tierra Media.

§100Pero en una ocasión Turgon abandonó Nivrost donde moraba y fue a visitar a Inglor, su amigo, y viajaron hacia el sur a lo largo del río, cansados por un tiempo de las montañas septentrionales; y mientras viajaban, la noche descendió sobre ellos más allá de las Lagunas del Crepúsculo, junto a las aguas del Sirion, y durmieron en sus orillas bajo las estrellas del verano. Pero Ulmo llegó hasta ellos río arriba y los sumió en un sueño profundo y en pesados ensueños; y la perturbación de los ensueños continuó después que despertaron, pero ninguno le dijo nada al otro, porque el recuerdo era confuso, y cada cual creía que Ulmo le había enviado un mensaje sólo a él. Pero la inquietud los ganó en adelante, y la duda de lo que pudiera acaecer, y con frecuencia erraron solos por tierras nunca exploradas, buscando a lo lejos y a lo ancho sitios de escondida fortaleza; porque los dos se sentían llamados a prepararse para un día aciago, y a planear una retirada, temiendo que Morgoth irrumpiera desde Angband y destruyera los ejércitos del Norte.

§101Así sucedió que Inglor encontró la profunda garganta del Narog y las cavernas en su orilla occidental; y allí construyó una fortaleza y armerías de acuerdo con el modelo de mansiones profundas de Menegroth. Y llamó al lugar Nargothrond, y allí hizo su hogar y el de muchos de su gente; y los Gnomos del Norte, al principio entre risas, lo llamaron Felagund, o Señor de las Cavernas, y ese nombre lo llevó hasta el fin. Pero Turgon fue solo a lugares ocultos, y con la guía de Ulmo encontró el valle secreto de Gondolin; y de esto no dijo nada aún, sino que regresó a Nivrost con su gente.

§102Y mientras Turgon y Felagund estaban de viaje, Morgoth, viendo que muchos Gnomos estaban dispersos por la tierra, puso a prueba su fortaleza y vigilancia. Sacudió el Norte con súbitos terremotos, y el fuego brotó de las Montañas de Hierro; y los Orcos pulularon en la llanura de Bladorion, e invadieron Beleriand por el paso del Sirion en el Oeste, e irrumpieron en la [295] tierra de Maglor en el Este; porque hay una hondonada en esa región, entre las colinas de Maidros y los salientes de las Montañas Azules. Pero Fingolfin y Maidros reunieron una gran fuerza, y mientras otros perseguían y destruían a todos los Orcos dispersos que erraban por Beleriand haciendo gran daño, ellos se precipitaron desde el otro lado sobre la hueste principal que atacaba entonces Dorthonion, y derrotaron a los siervos de Morgoth, y yendo tras ellos por Bladorion los destruyeron por completo a la vista de los portales de Angband. Esta fue la segunda gran batalla de aquellas guerras, y se la llamó Dagor Aglareb, la Batalla Gloriosa; y después, por largo tiempo ninguno de los siervos de Morgoth se aventuró fuera de los Portales, pues temían a los reyes de los Gnomos. Y muchos contaron desde ese día el Sitio de Angband. Porque los caudillos aprendieron la lección de ese ataque y estrecharon el cerco, y pusieron tal guardia en Angband que Fingolfin se jactó de que Morgoth no podría volver a escapar ni sorprenderlos inadvertidos.

§103Pero los Gnomos no pudieron apoderarse de Angband, ni recuperar los Silmarils; y la fortaleza de Morgoth nunca fue rodeada del todo. Porque las Montañas de Hierro, en el extremo meridional de cuya gran muralla curva se alzaban imponentes las torres de Thangorodrim, la defendían por ambos lados, y eran impenetrables para los Gnomos a causa de la nieve y el hielo. Por tanto, en la retaguardia y en el Norte, Morgoth no tenía enemigos, y por ese camino los espías salían a veces y llegaban por múltiples desvíos a Beleriand. Y los Orcos se multiplicaron de nuevo en las entrañas de la tierra, y al cabo de un tiempo Morgoth empezó a forjar en secreto nuevas armas para destruir a sus enemigos. Pero sólo dos veces en todos los años del Sitio mostró sus propósitos. Cuando casi cien años habían transcurrido desde la Segunda Batalla, envió un ejército para probar los caminos septentrionales; y llegaron al blanco Norte. Muchos perecieron allí, pero los otros, volviéndose al oeste por el extremo exterior de las Montañas de Hierro, alcanzaron las orillas del mar, y llegaron al sur a lo largo de la costa por la ruta que Fingolfin había seguido desde el Hielo Crujiente. De ese modo planeaban invadir Hithlum desde atrás. Pero Fingon cayó sobre ellos por el estuario de Drengist, y los expulsó al mar, y ninguno regresó a Morgoth. No se la contó entre las [296] grandes batallas, porque los Orcos eran poco numerosos, y sólo una parte del pueblo de Hithlum luchó allí.

§104Una vez más, al cabo de cien años, Glómund, el primero de los Dragones, salió una noche de las puertas de Angband, por orden de Morgoth; él no quería hacerlo, porque era joven todavía y apenas había alcanzado la mitad de su desarrollo. Pero los Elfos huyeron ante él consternados, y abandonaron los campos de Bladorion, y Glómund los corrompió. Pero Fingon, príncipe de los Gnomos, cabalgó hasta el dragón junto con arqueros montados; y Glómund no pudo resistir los dardos, pues aún no había llegado a la plenitud en armadura, y huyó de vuelta al infierno. Y Fingon ganó grandes alabanzas y los Gnomos se regocijaron; porque pocos previeron todo el significado y la amenaza de esta nueva criatura. Pero no fue la última vez que vieron a Glómund.