Nota sobre el poema «La Tierra sin Nombre»
y su versión posterior

La Tierra sin Nombre[45] está escrita en la forma del poema medieval Pearl, con rima, aliteración y repetición parcial del último verso de una estrofa en el principio del texto. Doy aquí el poema en la versión publicada; en lugar de Tir-nan-Og los manuscritos dicen Tír na nOg.

LA TIERRA SIN NOMBRE

Eternas luces allí brillan doradas

sobre una hierba más verde que nuestros jardines,

sobre árboles más altos que tocan el cielo

con hojas plateadas que se balancean claras:

rociadas de magia no pueden morir [118]

donde el año interminable no cae ni declina,

donde la tarde sin edad transcurre

sobre hidromiel y montículo y lago silencioso.

El crepúsculo del atardecer no se aproxima,

donde las voces se mueven en un coro velado,

o de pronto rompen a cantar claras.

Y los bosques están colmados de fuego errante.

Los fuegos errantes colman el bosque,

en claros siempre verdes lucen,

en valles que destilan rocíos inmortales

y fragancias de todas las flores que crecen.

Allí las melodías de música se vierten,

y las fuentes que caen salpican y fluyen,

y un agua blanca baja saltando la colina

para buscar el mar que no conoce vela.

Sus voces llenan los valles bajos

donde al alentar sobre el prado y el espino

los vientos soplan más allá del filo del mundo

y despiertan la llama de un fuego errante.

El fuego errante tiene lenguas de llama

cuyos colores inapagables palpitan claros

en la hoja y la fierra sin nombre

el corazón no puede cerca anclar.

Una oscuridad sin sueños no revela estrellas,

una noche sin luna con límites de miedo,

una agua extensa que no amansará el pie,

un mar rodeado de abruptas costas.

A mil leguas de distancia está de aquí,

y la espuma florece sobre el mar

bajo acantilados de claro cristal esculpido

soplando libre en playas fulgurantes.

Soplando libre el cabello suelto

se confunde con la luz del sol y la luna,

y enredado en las hermosas trenzas

se hila un resplandor de oro y plata.

Los pies golpean allí blancos y desnudos

los miembros ágiles bailan ligeros,

por manto el viento, por vestidura el aire:

tan hermosa visión contemplar

no pudieron jamás Brendan o Bran, [119]

que la espuma allende el mar más lejano

desafiaron, sumergiéndose detrás del sol

llevados por vientos celestiales.

Que Tir-nan-Og más bella y libre,

que el Paraíso más tenue y lejana,

¡oh, costa más allá del Mar Sombrío!,

¡oh, tierra abandonada de las cosas perdidas!,

¡oh, montañas que ningún hombre puede pisar!

Las olas solemnes en la orilla

más allá del borde del mundo a mí se arrojan;

en sueños contemplo una estrella imprevisible,

que las almenaras de Gondobar

más hermosa, donde débil en el cielo

en colinas inimaginables y lejanas

las luces del anhelo llamean y se apagan.

Más adelante mi padre retomó La Tierra sin Nombre, y cambió el título primero por Canción de Ælfwine llamando a Eärendel y luego a La canción de Ælfwine (al contemplar la ascensión de Eärendel). Hay muchos textos, tanto manuscritos como mecanografiados, de La canción de Ælfwine, que conforman una evolución continua. Estoy seguro de que no toda esa evolución corresponde a la misma época, pero me resulta imposible relacionar las diferentes etapas con algo exterior al poema. En el tercer texto mi padre escribió posteriormente «Versión intermedia», y la transcribo aquí; me inclino a pensar —aunque no es más que una suposición— que corresponde aproximadamente a la época de El Camino Perdido. Lo siguen dos textos más en los que varían un par de versos, y luego una versión con cambios más sustanciales (incluyendo la eliminación de una estrofa entera) y una nota en prosa muy interesante sobre el viaje de Ælfwine. No hay duda de que fue relativamente tardía: probablemente de los años posteriores a El Señor de los Anillos, aunque tal vez esté relacionado con los Papeles del Notion Club de 1945; con el quinto verso del último poema (un verso que se introdujo sólo en la última versión) «Revolotean los pájaros blancos; florece el Árbol» compárense los versos del poema Imram (véase p. 98), del Árbol lleno de pájaros que vio san Brendan:

El Árbol se sacudió entonces, y volando libres

de los miembros las hojas en el aire

como pájaros blancos se alzaron en un revoloteo,

y las ramas que se elevaban estaban desnudas.

Por supuesto, los imramas de Brendan y Ælfwine están relacionados. Siguen ahora los textos de las versiones «intermedia» y final.

[120]

LA CANCIÓN DE ÆLFWINE

(al contemplar la ascensión de Eárendel)

Eternas luces allí aún brillan doradas

sobre una hierba más verde que nuestros jardines,

sobre árboles más altos que tocan el cielo

con hojas estremecidas de plata clara.

En tanto que perdure el mundo no morirán,

ni declinará ni caerá su año intemporal,

mientras transcurre la mañana sin medida

sobre hidromiel y montículo y lago brillante.

Cuando la interminable tarde sin mancha se aproxima,

sobre arpa y canto en oculto coro

una súbita voz que se cierne diáfana

en el bosque despierta al Fuego Errante.

El Fuego Errante colma el bosque:

en claros siempre verdes luce,

en valles donde destila un rocío inmortal

la Flor que crece en secreta fragancia.

Murmurante se vierte allí la música,

como una fuente que cae fluye salpicando,

y el agua blanca baja saltando las colinas

para buscar el Mar que no conoce vela.

Atraviesa cantando brillantes valles,

donde al alentar sobre el prado y el espino

el viento más allá del fin del mundo anima

una llama viva en el Fuego Errante.

El Fuego Errante con lenguas de llama

con luz ilumina rápido y claro

la tierra de nombre largo tiempo olvidado:

ningún hombre podrá nunca anclar cerca;

ni podrá aguardar una estrella guía,

por la Noche infernal con límites de miedo,

y las extensas aguas que ninguna vela amansara,

rodeando costas oscuras y abruptas.

A incontables leguas está de aquí,

y la espuma florece allí sobre el Mar

junto a acantilados de claro cristal esculpido

soplando libre en playas fulgurantes.

Soplando libre el cabello suelto

se confunde con rayos de Luna y Sol, [121]

y tejido en las hermosas trenzas

se hila un resplandor de oro y plata,

mientras rápidos y blancos andan los pies desnudos,

y los miembros ágiles bailan ligeros,

rielando en el aire brillante:

tan hermosa visión contemplar

ningún hombre mortal pudo jamás,

aunque la espuma en el mar más lejano

desafiase, o buscara tras el Sol

vientos celestiales soplando libres.

¡Oh, costa más allá del Mar Sombrío!

¡Oh, tierra donde todavía viven los Edhil!

¡Oh, puerto que mi corazón desea!

las olas golpean en tu orilla

para siempre con un eco interminable,

cuando el anhelo me lleva el pensamiento lejos,

y alzándose al oeste del Oeste contemplo

más allá del mundo la Estrella imprevisible,

que las almenaras brillantes de Gondobar

más clara y penetrante, más hermosa y alta:

¡Oh, estrella que ninguna sombra podrá empañar,

ni la oscuridad a morir condenar!

En la versión final del poema que ahora sigue, la nota en prosa acerca del viaje de Ælfwine está unida mediante un asterisco al nombre Ælfwine del título.

LA CANCIÓN DE ÆLFWINE

(al contemplar la ascensión de Eärendil)

¡Eressëa! ¡Eressëa!

Las luces élficas aún brillan allí

sobre una hierba más verde que nuestros jardines,

sobre árboles más altos que tocan el cielo

con hojas estremecidas de plata clara.

En tanto que perdure el mundo no morirán,

ni declinará ni caerá su año intemporal,

mientras transcurre la mañana sin medida

sobre hidromiel y montículo y lago brillante. [122]

Cuando la interminable tarde sin mancha se aproxima,

sobre arpa y canto en oculto coro

una súbita voz que se cierne diáfana

en el bosque despierta al fuego errante.

Con fuego errante los bosques llena:

en claros siempre verdes luce;

en un valle allí la durmiente niphredil

como estrella despierta brillante crece,

y vierte un eterno murmullo de música,

pues allí fluye la fuente inmortal:

sus aguas blancas bajan saltando la colina,

por escalones de plata cae su canto

hacia el campo de la rosa inmarcesible,

donde al alentar sobre el espino luciente

el viento más allá del mundo anima

una llama viva en el fuego errante.

El fuego errante con apresurada llama

de una luz viva ilumina clara

la tierra desconocida por nombre mortal

más allá de la oscura sombra de miedo

y aguas salvajes que ningún barco amansará.

Ningún hombre podrá nunca anclar cerca,

a ningún puerto guiará su navío

a través de la noche carente de estrellas.

A incontables leguas está de aquí:

en las playas sopla libre el viento

bajo acantilados de claro cristal esculpido

y la espuma florece allí sobre el Mar.

¡Oh costa más allá del Mar Sombrío!

¡Oh tierra donde todavía viven los Edhil!

¡Oh puerto que mi corazón desea!

Las olas aún golpean en tu orilla,

revolotean los pájaros blancos; florece el Árbol.

De nuevo los vislumbro en la distancia

cuando alzándose al oeste del Oeste contemplo

más allá del mundo la Estrella imprevisible,

que las almenaras brillantes de Gondobar

más hermosa y penetrante, más alta y clara.

Oh Estrella que la sombra no podrá empañar,

ni la oscuridad a morir condenar

[123]

Ælfwine (amigo de los Elfos) era un marinero de la vieja Inglaterra que, arrojado al mar en la costa de Erin [antiguo nombre de Irlanda], entró en las aguas profundas del Oeste, y según la leyenda, por alguna extraña gracia encontró el «camino recto» del Pueblo de los Elfos y al cabo llegó la Isla de Eressëa en el Hogar de los Elfos. O tal vez, como dicen algunos, solo en las aguas, padeciendo hambre y sed, cayó en trance y se le concedió una visión de la isla como antaño había sido, antes de que se levantara el viento del Oeste y lo devolviera a la Tierra Media. No hay registros de que algún otro hombre haya contemplado Eressëa la bella. Ælfwine no pudo descansar de nuevo en tierra durante mucho tiempo, y navegó por los mares occidentales hasta su muerte. Algunos dicen su barco naufragó en las costas occidentales de Erin y allí yace su cuerpo; otros afirman que al final de su vida partió solo a las profundidades y nunca regresó.

Dicen los registros que antes de partir en su último viaje pronunció estos versos:

Felá bið on Westwegum werum uncúðra
wundra and wihta, wlitescýne lond,
eardgeard Ylfa and Ésa bliss.
Lyt $nig wát hwylc his longað sý
þám þe eftsíðes yldu getw$feð

«Muchas cosas hay en las regiones del Oeste desconocidas para los hombres, muchas maravillas y criaturas: una tierra hermosa de contemplar, el hogar de los Elfos, y la beatitud de los Valar. Poco sabe el hombre del anhelo que puede tener aquel a quien la vejez impide el regreso.»

Reaparece aquí la idea del final del bosquejo de la historia de Ælfwine en El Camino Perdido (p. 97), de que tras contemplar una visión de Eressëa lo arrastró de vuelta un viento del Oeste. En la época en que el bosquejo fue escrito, la historia de que Ælfwine llegó de hecho a Tol-eressëa y allí le narraron «los Cuentos Perdidos» también estaba presente (p. 94), y de igual modo se desprende de este pasaje que había dos historias. La idea de que en verdad Ælfwine nunca estuvo en la Isla Solitaria aparece en una versión de la antigua historia de Ælfwine de Inglaterra, según la cual no se arrojó por la borda sino que regresó al este con sus compañeros (II. 420).

Los versos que pronunció antes de emprender su último viaje son los que Alboin Errol recitó y tradujo a su padre en El Camino Perdido (p. 54), y que también se utilizaron en las portadas del Quenta Silmarillion (p. 235). [124]

Vale la pena observar la conservación del nombre Gondobar en todas las versiones desde La Tierra sin Nombre. Aparece en la versión tardía del poema Los felices marineros, que mi padre fechó posteriormente «¿1940?» (II. 349): «¡Oh! felices marineros que vais hacia lo lejos, / allende islas grisáceas, más allá de Gondobar». Por otro lado, Gondobar «Ciudad de Piedra» es uno de los siete nombres de Gondolin (II. 349-50; III. 171-2).