Comentario sobre la primera versión
de La Caída de Númenor

§1En la versión original de Q §18 (IV. 186) Fionwë permitió que «con los Elfos sólo podría partir la raza de Hador y Bëor, si así lo deseaban. Pero de éstos ahora sólo quedaba Elrond…» Sobre este desconcertante pasaje véase el comentario, IV. 236, en el que propuse que oscuro como es «representa el primer germen de la historia de la partida de los supervivientes de los Amigos de los Elfos a Númenor». En la revisión fue eliminado, Q II §18, donde aparece una referencia a los Hombres de Hithlum que «arrepentidos de servir al mal, realizaron valientes hazañas, y del Este vinieron muchos además de los Hombres», pero sin mención a los Amigos de los Elfos. Tras una revisión final y apresurada del pasaje (IV. 191-2, notas 2 y 3) quedó:

Y se dice que todos los que quedaban de las tres Casas de los Padres de los Hombres lucharon por Fionwë, y a ellos se unieron algunos de los Hombres de Hithlum, quienes arrepintiéndose de servir al mal realizaron valientes hazañas … Pero la mayoría de los Hombres, sobre todo los recién llegados del Este, estaban del lado del El Enemigo.

Es muy similar al pasaje correspondiente de la siguiente versión de «El Silmarillion» (QS[5], p. 379 §16), y sin duda de hecho corresponde al mismo periodo. Allí, no obstante, se omite la referencia a los Hombres de Hithlum. No albergo ninguna duda de que este cambio se debe a la aparición de Númenor.

§2Aquí aparecen por primera vez los nombres Andúnië (como nombre de la isla, traducido por «la Tierra de la Puesta de Sol»), y [27] Númenor mismo (ausente en el bosquejo preliminar, aunque la gente se llama allí Númenórië y Númenóreanos). La ciudad principal se llama Numar o Númenos, que en el bosquejo eran los nombres de la tierra. El nombre Belegar fue reemplazado más tarde, aquí y en §7, por Belegaer.

Tras las palabras Yavanna la enriqueció el pasaje acerca de los nombres se reemplazó pronto por el siguiente:

Los Dioses la llamaron Andor, la Tierra del Don, pero su propio pueblo la llamaba Vinya, la Joven; pero cuando los hombres de esa guerra hablaban de ella a los hombres de la Tierra Media la llamaban Númenor, es decir, Oesternesse, porque estaba más al oeste que cualquiera de las tierras habitadas por los mortales. Pero no se encontraba en el verdadero Oeste, pues allí estaba la tierra de los Dioses. La ciudad principal de Númenor estaba en el punto central de la costa occidental, y en los días de su poder se llamaba Andúnië, porque miraba a la puesta de sol; pero después de la caída, en las leyendas de quienes huyeron de allí, se la llamó Atalantë la Caída.

Aquí aparece por primera vez Andor; Tierra del Don, y también el nombre que los Númenóreanos daban a su tierra, Vinya, la Joven, que no sobrevivió en la leyenda posterior (cf. Vinyamar, Vinyalondë, Índice de Cuentos Inconclusos); Andúnië pasa a ser ahora el nombre de la ciudad principal. En la versión original del texto el nombre Atalantë podía referirse tanto a la tierra como a la ciudad, pero en la revisión sólo se refiere a la ciudad. Parece poco probable que ésa fuera la intención de mi padre; véase el pasaje correspondiente de CN II y comentario.

§3El permiso que tenían los Númenóreanos de navegar hacia el oeste hasta Tol-eressëa, que ya se menciona en el bosquejo original, contrasta con la Akallabêth (p. 356), donde se dice que les ordenaron «que no perdiesen de vista las costas de Númenor si viajaban hacia el oeste», y que sólo los que tenían la vista más aguda de entre ellos podían vislumbrar en la lejanía la torre de Avallónë en la Isla Solitaria.

Curiosamente vuelven a aparecer las Puertas de la Mañana, procedentes de los Cuentos Perdidos (I. 266). En el mito astronómico original el Sol entraba en la Oscuridad Exterior por la Puerta de la Noche y volvía por las Puertas de la Mañana; no obstante, con la transformación radical del mito introducida en el Esbozo de la Mitología (véase IV. 62) y presente en el Quenta y el Ambarkanta según la cual los siervos de Ulmo arrastran al Sol por debajo de las raíces de la Tierra, la Puerta de la Noche pasó a tener una significación distinta y las Puertas de la Mañana desaparecieron (véase IV. 283, 297). [28] Me veo incapaz de decir cómo hay que entender su mención aquí (que sobrevive en la Akallabêth, p. 357).

En este párrafo aparece por primera vez la expresión Los Señores del Oeste.

§4Las palabras excepto los reyes (una vez en la vida y antes de la coronación) estaban en principio encerradas entre corchetes. En la conclusión de QS (p. 377 §§8-9) la prohibición parece absoluta, para todo mortal sin excepciones; allí Mandos dice de Eärendel «Ahora habrá de morir sin duda, pues ha pisado las costas prohibidas», y Manwë dice «A Eärendel remito la Prohibición, y el peligro en que se aventuró». Posteriormente (tal como se observa en §3 p. 27) la Prohibición se extendió también, forzosamente, a Tol-eressëa («el extremo oriental de las Tierras Imperecederas», la Akallabêth, p. 356).

La atribución de la longevidad de los Númenóreanos a la luz de Valinor aparecía ya en el bosquejo original, y cité (p. 19) el pasaje del Quenta donde se dice que la luz de Valinor era más grande y hermosa que la de otras tierras «porque allí el Sol y la Luna descansan juntos un rato». Sin embargo, las palabras de este texto, «el resplandor de los Dioses que llegaba débilmente a Tol-eressëa», implica sin duda una luz de naturaleza distinta a la del Sol y la Luna (que iluminan el mundo entero). Posiblemente la idea que aparece en el pasaje correspondiente de QS (§79) está presente aquí: «además, los Valar almacenaban el resplandor del Sol en muchas vasijas, y en tinas y estanques para consolarse en tiempos de oscuridad». El pasaje se introdujo posteriormente entre corchetes y no aparece en CN II; no obstante, en un punto posterior de la narrativa (§6) los Elfos de Tol-eressëa se lamentaron «porque la nube de los Númenóreanos cubrió la luz de Valinor», lo que no fue rechazado. Cf, la Akallabêth (p. 378): «los Eldar se lamentaron, porque la nube de los Númenóreanos cubrió la luz del sol poniente».

§5En relación a lo que aquí se dice de que Morgoth no regresó «en persona», pues había sido encerrado más allá de los Muros del Mundo, «sino sólo en espíritu, como una sombra en la mente y el corazón», cf. el Quenta (IV. 193): «Algunos dicen también que Morgoth, a veces y en secreto, como una nube que no se puede ver o sentir … trepa de vuelta superando los Muros y visita el mundo» (un pasaje que sobrevivió en QS, p. 384 §30).

§7La oración final acerca de los Elfos de Tol-eressëa fue una adición, pero que parece corresponder a la redacción del texto. Es muy difícil de interpretar. La grieta del Gran Mar apareció al este de Tol-eressëa, pero los barcos que estaban al oeste de la isla fueron arrastrados al abismo; de esto podría deducirse que Tol-eressëa también fue engullida y desapareció: así los Elfos que allí habitaban [29] «atravesaron las puertas de la muerte, y se reunieron con su linaje en la tierra de los Dioses», y «la Isla Solitaria fue sólo como una sombra del pasado». Pero esto resultaría muy extraño, puesto que implicaría el abandono de la historia entera del viaje de Ælfwine a Tol-eressëa en edades posteriores; no obstante, Ælfwine como escritor y pupilo seguía presente en los escritos de mi padre tras la finalización de El Señor de los Anillos. En el esquema del Mundo Redondeado que acompaña al Ambarkanta (IV. 289), Tol-eressëa está señalada con un punto en el Sendero Recto. Además, mucho después, en la Akallabêth (pp. 378-9), se dice lo mismo del gran abismo: se abrió «entre Númenor y las Tierras Inmortales», y todas las flotas de los Númenóreanos (que habían llegado a Aman y por tanto estaban al oeste de Tol-eressëa) fueron arrastradas allí; pero «Valinor y Eressëa fueron transportadas al reino de las cosas escondidas».

§8La oración final («En ese entonces también el aire pesado…») es una adición en el margen que parece corresponder sin duda alguna al texto original. No hay indicación para su inserción, pero seguramente deba situarse aquí.

§10El deseo de prolongar la vida ya era una característica de los Númenóreanos (§4), pero la oscura descripción que aparece en la Akallabêth (pp. 361-2) de una tierra de tumbas y embalsamamientos, de un pueblo obsesionado con la muerte, no estaba presente. En esta fase de la evolución de la leyenda, al igual que en el bosquejo preliminar, la cultura mortuoria surgió entre los Númenóreanos que escaparon de la Caída y establecieron reinos en el «Mundo Antiguo»: fueran de disposición buena o malvada, «todos anhelaban larga vida en la tierra, y les pesaba el pensamiento de la Muerte»; y fue la vida de los Exiliados, según parece, lo que disminuyó poco a poco. Hay ecos del presente pasaje en la descripción que aparece en la Akallabêth de Númenor después de que la Sombra cayera sobre ella en los días de Tar-Atanamir (cf. Cuentos Inconclusos pp. 282-3); sin embargo, en el contexto de la historia original, muy distinto, cuando esta cultura surgió entre los supervivientes del Cataclismo y sus descendientes, aparecen otros elementos: puesto que los Dioses se habían trasladado ahora al reino de lo desconocido y lo invisible y constituían la «explicación» del misterio de la muerte, su morada en el lejano Oeste pasó a ser la región adonde iban los muertos con sus posesiones.

En «El Silmarillion» los Dioses están «físicamente» presentes, porque (cualquiera que sea su actual modo de existencia) habitan el mismo mundo físico, el reino de lo «visible»; si tras el Ocultamiento de Valinor los viajeros que envió Turgon de Gondolin no pudieron llegar hasta ellos, sí lo hizo en cambio Eärendel, navegando [30] desde la Tierra Media en su barco Wingelot, y su intervención tísica de armas cambió el mundo para siempre con la destrucción del poder de Morgoth. Así pues, puede decirse que en «El Silmarillion» no hay religión, porque lo Divino está presente y no ha sido «desplazado»; pero con la desaparición física de lo Divino en el Mundo Redondeado surgió una religión (había surgido en Númenor con las enseñanzas de Thû acerca de Morgoth, el Dios desterrado y ausente), y los muertos eran enviados, por razones religiosas, en barcas funerarias a las orillas del Gran Mar.

§12«Pero el camino recto sólo podían recorrerlo los Dioses y los Elfos desaparecidos, o aquellos de los Elfos menguantes de la tierra redonda convocados por los Dioses, cuya sustancia disminuyó cuando los Hombres usurparon el sol.» Cf. el Quenta, IV. 121, revisado (un pasaje que se remonta al Esbozo de la Mitología, IV. 30):

En días posteriores, cuando, debido a los triunfos de Morgoth, los Elfos y los Hombres se separaron, tal como era su máximo deseo, aquellos de los Eldalië que todavía vivían en el mundo desaparecieron y los Hombres usurparon la luz del sol. Entonces los Eldar erraron por los lugares más solitarios de las Tierras Exteriores, y amaron la luz de la luna y de las estrellas, y los bosques y las cuevas, y aquellos que no navegaron al Oeste se tomaron como sombras, espectros y recuerdos, y desaparecieron del mundo.

El pasaje sobrevivió con muy pocos cambios en QS (§87).

A mi parecer, la historia de los barcos voladores que construyeron los Númenóreanos exiliados, ya presente en el borrador original (pp. 18-9), es la única introducción de la ciencia aeronáutica en todas las obras de mi padre. En ningún momento se indica por qué medios se elevaban e impulsaban, y el pasaje no sobrevivió en la leyenda posterior.

§13Resulta curioso que en la historia original de Númenor no se mencione lo que le sucedió a Thû en la Caída (cf. la Akallabêth p. 381); no obstante, aquí reaparece como señor de templos (cf. la Balada de Leithian versos 2064-7), viviendo en una fortaleza (§14), un objeto de odio para los supervivientes de Númenor que conservaban algo de la antigua sabiduría.

§14En el Quenta (IV. 189) se dice que en la Gran Batalla

las regiones septentrionales del Mundo Occidental se desgarraron y se partieron, y el mar entró rugiendo en muchas simas, y hubo confusión y gran ruido; y los ríos perecieron o encontraron senderos nuevos, y los valles se levantaron y las colinas se derrumbaron; y el Sirion desapareció. Entonces los Hombres . . . huyeron, y mucho tiempo pasó antes de que regresaran por las montañas donde antaño estuviera Beleriand. [31] Las últimas palabras de los primeros Anales de Beleriand (IV. 358) son «Así terminó la Primera Edad del Mundo y Beleriand dejó de existir». También se dice en el Quenta (IV. 191) que después de que acabara la Guerra «se construyeron muchas naves en las playas del Mar Occidental, sobre todo en las grandes islas que al desgarrarse el Mundo Septentrional surgieron de la antigua Beleriand».

En CN se insinúa una concepción muy distinta. Aunque Beleriand estaba «cambiada y rota», se menciona como «esa tierra», todavía se llamaba Beleriand, y estaba habitada por Elfos y Hombres, capaces de aliarse contra Thû. Yo diría (aunque no estoy en absoluto seguro) que con la aparición, que aquí se atisba por vez primera, de una Segunda Edad de la Tierra Media posterior a la leyenda de Númenor, la devastación completa de Beleriand, adecuada para la conclusión de la concepción anterior, se había reducido[6] Además, al parecer en ese entonces mi padre no concebía la destrucción de Beleriand en la ocasión de la Caída de Númenor, como haría después (véase p. 42).

En esta fase no hay mención del primer rey y fundador de Númenor. Elrond era todavía el único hijo de Eärendel y Elwing; su hermano Elros sólo ha aparecido en adiciones tardías del texto de Q, (IV. 183), que se insertaron después de que la leyenda númenóreana empezara a desarrollarse. En la primera concepción del Esbozo de la Mitología (IV. 49), Elrond «compelido por su mitad mortal, elige permanecer en la tierra» (por ejemplo en las Grandes Tierras), y en Q (IV. 186) «eligió permanecer al este del Mar, compelido por su sangre mortal a aquellos de la raza más joven»; véanse las observaciones que realicé a propósito de la Elección de los Medio Elfos, IV. 86. Elrond está aquí, según parece, como caudillo de los Elfos de Beleriand, en alianza con Amroth, predecesor de Elendil. La Última Alianza, que tenía por objetivo derrocar a Thû, aparece como la última intervención de los Elfos en los asuntos del Mundo de los Hombres, que apresuró su inevitable marchitamiento. El «bosque oscuro» adonde huyó Thû (cf. el «Bosque de Hierro» del bosquejo original) es sin duda alguna el Bosque Negro. En El hobbit todo lo que se dice del Nigromante es que vivía en una torre oscura en el sur del Bosque Negro.[7]