Como ya he explicado (p. 232), he considerado que el mejor método de presentar el material es dar en este punto el largo ensayo acerca de la naturaleza y las costumbres de los Eldar, aunque, por supuesto, no puede decirse que forme parte del Quenta Silmarillion. [242]
De esta obra existen dos versiones, un manuscrito acabado («A») y una revisión de él en una copia mecanografiada («B») realizada por mi padre, que se abandonó algo antes de llegar a la mitad. Los dos textos tienen títulos distintos, y como ambos son largos utilizaré una forma abreviada, Leyes y costumbres de los Eldar (en las referencias posteriores, simplemente Leyes y costumbres). La existencia de las dos versiones origina un problema de representación a menudo presente en la obra de mi padre. El texto mecanografiado B, hasta donde llega, sigue en su mayor parte al manuscrito A bastante fielmente; demasiado fielmente para publicarlos ambos por entero, aun disponiendo de espacio suficiente. Por otro lado, B difiere significativamente de A en demasiados puntos. Por tanto, la alternativa es o bien transcribir A por entero con las diferencias importantes en las notas, o bien transcribir B hasta donde llega con las diferencias respecto a A en las notas y luego el resto de A. Teniendo en cuenta que B es un texto más claro y de mejor calidad, me he decidido por la última opción.
No resulta fácil determinar desde qué punto de vista ficticio se redactó Leyes y costumbres de los Eldar. Hay una referencia a los Elfos que se quedaron en la Tierra Media «en estos días posteriores» (p. 260); por otra parte, el narrador habla como si las costumbres de los Noldor estuvieran presentes y pudieran ser observadas («Entre los Noldor es posible observar que son sobre todo las mujeres quienes hacen el pan», p. 249), aunque no puede darse por seguro. En cualquier caso, es evidente que no está presentado como obra de uno de los Eldar, sino de un Hombre: es decisiva la observación de la gran variedad de nombres de los Eldar, «que a nosotros… puede parecemos increíble» (p. 251; aparece en los dos textos, con distintas palabras). De hecho Ælfwine está relacionado con la obra, pero de una manera muy extraña. No aparece en absoluto en el texto original de A, pero entre varias correcciones y cambios realizados con un bolígrafo rojo (sin duda previos a la composición de la copia mecanografiada) mi padre escribió: «Preámbulo de Ælfwine» en el margen, junto al inicio del texto, sin indicar, no obstante, dónde acababa el «preámbulo». En B los dos primeros párrafos tienen la indicación «Preámbulo de Ælfwine» y están encerrados entre unos corchetes ornamentados, sin duda alguna desde la composición del texto, aunque por qué el inicio habría de separarse del resto no es en absoluto obvio; sin embargo, en un punto posterior de B (p. 261) hay un extenso comentario, encerrado entre unos corchetes similares, que acaba con las palabras «Así habló Ælfwine». No obstante, en A no hay nada equivalente a este pasaje.
No existen borradores o escritos toscos, y si no existió ninguno el manuscrito es considerablemente claro y ordenado, sin muchas correcciones [243] en el momento de la composición, aunque hay gran cantidad de cambios posteriores. Es posible que mi padre lo meditara largo tiempo antes de plasmarlo en papel; además, me da la impresión de que cuando empezó no había previsto del todo su estructura. Así lo indica el curioso modo en que el juicio de Mandos sobre el caso de Finwë y Mí riel precede a la historia de lo que motivó dicho juicio (pp. 262-263, 173-176); por otra parte, tras el relato de la boda de Finwë e Indis sigue el Debate de los Valar, a pesar de haber tenido lugar antes de que se promulgara «la Ley de Finwë y Míriel». Es difícil de creer que mi padre hubiera previsto esta confusa estructura, y la idea de que la obra evolucionó según la escribía parece confirmada por el título de A:
De las leyes y costumbres matrimoniales
de los Eldar, los hijos y otros
asuntos relacionados
Al mismo tiempo que se añadieron las palabras «Preámbulo de Ælfwine» y se hicieron otras correcciones a bolígrafo rojo en el manuscrito (véase arriba), mi padre escribió junto al título, con letra vigorosa «La Ley de Finwë y Míriel», casi como si fuera el nuevo título de la nueva obra entera, aunque el título original no fue tachado.
En el texto mecanografiado B aparece el largo título dado al principio del texto, abajo; esta versión acaba antes de llegar a la historia de Finwë y Míriel y al Debate de los Valar. No sé decir por qué lo abandonó mi padre; quizá simplemente lo interrumpiera por alguna causa externa, quizá no estuviera satisfecho con su forma.
Pero todas estas cuestiones son muy secundarias para la importancia de la obra en sí: una exposición exhaustiva (aunque a veces oscura, recreándose en la oscuridad) de su pensamiento en esa época sobre los aspectos fundamentales de la naturaleza de los Quendi, distinguiéndolos de los Hombres; el poder del fëa (espíritu) encarnado respecto al cuerpo; el «desgaste» del cuerpo por parte del fëa; el destino de los espíritus de los Elfos decretado por Eru, «morar en Arda durante toda la vida de Arda»; el significado de la muerte para tales seres, y de la existencia después de la muerte; la naturaleza del renacimiento de los Elfos; y las consecuencias de la Mácula de Arda llevada a cabo por Melkor.
Sigue ahora la versión del texto mecanografiado B hasta donde llega. Al final del texto (pp. 265 ss.) hay notas en gran parte limitadas a las relaciones textuales de las dos versiones; éstas son necesariamente [244] muy selectivas y no dan cuenta de todos los cambios de formulación de B que modifican o mejoran la expresión sin alterar el sentido del texto original en ningún aspecto importante. Por su parte, el texto B apenas si sufrió cambios después de ser mecanografiado; no obstante, una nota escrita a lápiz en la primera página dice: «Por hrondo léase hröa», cambio que se llevó a cabo en la mayor parte del texto. La palabra utilizada en A para cuerpo era hrön, que se convirtió en hrondo en el transcurso de la redacción del manuscrito.
DE LAS LEYES Y COSTUMBRES DE LOS ELDAR RELATIVAS AL MATRIMONIO Y OTROS ASUNTOS RELACIONADOS: JUNTO CON LA LEY DE FINWË Y MÍRIEL Y EL DEBATE DE LOS VALAR DURANTE SU REDACCIÓN
Preámbulo de Ælfwine
[Los Eldar crecían en cuerpo más despacio que los Hombres, pero en mente más deprisa. Aprendían a hablar antes de cumplir un año; al mismo tiempo aprendían a caminar y a bailar, pues no tardaban en dominar el cuerpo con la voluntad. No obstante, la diferencia entre los dos Linajes, Elfos y Hombres, era menor en la primera infancia, y un hombre que observara jugar a unos niños elfos bien podría pensar que eran hijos de los Hombres, de algún pueblo hermoso y feliz. Porque en los primeros días, los niños elfos aún se deleitaban en el mundo que los rodeaba, y el fuego del espíritu no los había consumido, y la carga de la memoria era leve todavía.[123]
El mismo observador probablemente se maravillaría ante la pequeñez de los miembros y la poca estatura de los niños, calculando su edad a partir de la capacidad para el habla y la gracia de los movimientos. Pues al final del tercer año los niños mortales empezaban a sobrepasar a los Elfos, avanzando rápidamente hacia la plenitud en estatura mientras los Elfos se demoraban en la primavera de la infancia. Los hijos de los Hombres podían llegar a su altura máxima mientras el cuerpo de los Eldar de la misma edad era todavía como el de los mortales de no más de siete años.[124] Hasta el año quincuagésimo no alcanzaban los Eldar la estatura y la forma que tendrían durante el resto de sus vidas, y habrían de pasar unos cien años antes de que se completara su desarrollo.] [245]
La mayoría de los Eldar se casaban durante la juventud y poco después de cumplir cincuenta años. Tenían pocos hijos, pero éstos eran muy amados. Las familias, o casas, se mantenían unidas por amor y un profundo sentimiento por la consanguinidad en mente y cuerpo; y los niños no precisaban de muchas reglas o enseñanzas.[125] Pocas veces había más de cuatro niños en una casa, y su número disminuyó con el paso de las edades; pero aun en los días de antaño, cuando los Eldar eran todavía pocos y estaban ansiosos por aumentar su linaje, Fëanor fue famoso por haber tenido siete hijos, y en las historias no hay registros de nadie que lo superara.[126]
Los Eldar se casaban una sola vez en la vida, y lo hacían por amor o al menos de libre voluntad por ambas partes. Aun cuando en días posteriores, según revelan las historias, muchos de los Eldar de la Tierra Media se corrompieron y la sombra que yace sobre Arda les oscureció los corazones, pocas veces hablan las historias de actos de lujuria entre ellos.[127]
El matrimonio, excepto en los raros casos de desdicha por extraños destinos, era un hecho normal en la vida de todos los Eldar. Tenía lugar del siguiente modo. Los futuros desposados podían escogerse el uno al otro durante la temprana juventud, aun de niños (y de hecho a menudo sucedía así en los días de paz); pero a menos que deseasen casarse pronto y tuvieran la edad adecuada, los esponsales aguardaban el juicio de los padres por ambas partes.
En el debido tiempo el compromiso era anunciado durante una reunión de las dos casas interesadas,[128] y los prometidos se intercambiaban anillos de plata. Según las leyes de los Eldar, este compromiso había de mantenerse al menos un año, y a menudo se mantenía más. Durante ese tiempo podía romperse mediante la devolución pública de los anillos, que se fundían y no se utilizaban para ningún otro compromiso. Así era la ley; no obstante, el derecho de romper un compromiso se utilizaba pocas veces, pues es difícil que los Eldar se equivoquen en semejante elección. No son engañados fácilmente por los miembros de su propio linaje; además, al dominar el cuerpo con el espíritu, pocas veces se dejan llevar exclusivamente por los deseos del primero, sino que son de naturaleza firme y continente. [246]
No obstante, no todos los Eldar, aun en Aman, cumplían el deseo de casarse. El amor no siempre era correspondido, y a veces más de una persona deseaba desposar a otra. Sobre esto, la única fuente de pesar en la beatitud de Aman, los Valar tenían dudas. Algunos sostenían que procedía de la mácula de Arda, y de la Sombra en que despertaron los Eldar; porque sólo de ella (dicen) provienen la aflicción y el desorden. Algunos creen que procedía del propio amor, y de la libertad de cada fëa, y que era un misterio de la naturaleza de los Hijos de Eru.
Después del compromiso correspondía a los prometidos señalar el momento de los esponsales, cuando hubiera pasado al menos un año. Entonces el matrimonio se celebraba con una fiesta, también[129] compartida por las dos casas. Al final de la fiesta los desposados se adelantaban, y la madre de la novia y el padre del novio unían las manos de la pareja y los bendecían. Esta bendición tenía una forma solemne, pero ningún mortal la ha escuchado; sin embargo, los Eldar dicen que la madre nombraba a Varda como testigo y el padre a Manwë; y que también se pronunciaba el nombre de Eru (algo que en pocas otras ocasiones se hacía). Los desposados se devolvían entonces los anillos de plata (y los guardaban); pero a cambio se intercambiaban unos finos anillos de oro, que llevaban en el dedo índice de la mano derecha.
Entre los Noldor también existía la costumbre de que la madre de la novia entregara al novio una joya engarzada en una cadena o collar, y el padre del novio diera a la novia un regalo semejante. Normalmente estos regalos se entregaban antes de la fiesta. (Así pues, el regalo que le hizo Galadriel a Aragorn, en lugar de la madre de Arwen, era en parte un regalo de bodas y una prenda de los esponsales que más tarde se llevarían a cabo.)
Pero estas ceremonias no eran ritos necesarios para el matrimonio; sólo eran una graciosa manera de demostrar el amor de los padres,[130] y de atestiguar que la boda no sólo uniría a los desposados, sino también a las dos casas. El matrimonio se consumaba con la unión de los cuerpos, después de lo cual el vínculo indisoluble estaba completo. En los días felices y en tiempos de paz se consideraba descortés y ofensivo para la familia la omisión de la ceremonia, pero siempre era válido [247] que una pareja cualquiera de los Eldar, ambos solteros, se casara de libre consentimiento sin ceremonia ni testigos (salvo el intercambio de bendiciones y la pronunciación de los Nombres); y la unión así realizada era igualmente indisoluble. En los días de antaño, en tiempos difíciles, en la huida, el exilio y los viajes, este tipo de esponsales se celebraban a menudo.[131]
Sobre la concepción y el alumbramiento de los hijos: un año pasa entre la concepción y el nacimiento de un niño elfo, de modo que ambos días son el mismo, o casi, y es el día de la concepción el que se recuerda año tras año. La mayoría de las veces son días de primavera. Podría pensarse que, como los Eldar no envejecen en cuerpo (según creen los Hombres), pueden tener hijos a cualquier edad de su vida. Pero no es así. Porque los Eldar envejecen de hecho, aunque lentamente: el límite de sus vidas es la vida de Arda, que aunque mucho más larga que la cuenta de los Hombres no es infinita, y las edades también. Además, su cuerpo y espíritu no están separados, sino unidos. Según el peso de los años, con los cambios de deseo y pensamiento, se acumula en el espíritu de los Eldar, así cambian los impulsos y el temperamento del cuerpo. Esto es a lo que se refieren los Eldar cuando dicen que el espíritu los consume; y dicen que antes de que Arda acabe todos los Eldalië de la tierra se habrán convertido en espíritus invisibles para los ojos mortales, a menos que deseen ser vistos por algunos de entre los Hombres, en cuyas mentes pueden entrar directamente.[132]
Dicen también los Eldar que en la concepción de sus hijos, y aún más en el alumbramiento, se agota una parte mayor de su ser, en cuerpo y mente, que en la creación de los niños mortales. A esta razón se debía que los Eldar engendraran pocos niños; y también que su época fértil fuera la juventud o la vida temprana, a menos que extraños y duros destinos cayeran sobre ellos. Pero cualquiera que fuese la edad en que se casaran, los niños nacían en un plazo de pocos años después de los esponsales.[133] Pues en lo que atañe a la fertilidad el poder y la voluntad no se distinguen en los Eldar. Sin duda conservarían durante [248] muchas edades el poder de engendrar, si la voluntad y el deseo no estuvieran satisfechos; pero con el ejercicio del poder el deseo pronto se agota, y la mente se vuelve a otras cosas.[134] La unión amorosa les proporciona de hecho gran deleite y alegría, y «los días de los hijos», como los llaman, permanecen en su memoria como los más alegres de la vida; pero tienen muchas otras capacidades del cuerpo y de la mente que su naturaleza les urge a cumplir.
Así pues, aunque el matrimonio dura para siempre, no necesariamente viven o se alojan juntos todo el tiempo; pues sin tener en cuenta los azares y las separaciones de los días de desgracia, la esposa y el esposo, aunque unidos, siguen siendo personas individuales, cada uno con diferentes dones de mente y de cuerpo. No obstante, a cualquiera de los Eldar le parecería un infortunio que una pareja unida en matrimonio estuviera separada en el alumbramiento de un hijo, o durante los cinco primeros años de la infancia de éste. Por esa razón, si podían, los Eldar sólo engendraban niños en los días felices y de paz.
En todas las cosas no relacionadas con la concepción de los hijos, los neri y las nissi[135] (es decir, los hombres y las mujeres) de los Eldar son iguales, salvo en que (como ellos mismos dicen) para las nissi la creación de cosas nuevas se lleva a cabo sobre todo en la formación de sus hijos, de modo que son los neri quienes se encargan de la mayoría de los inventos y cambios. No obstante, no hay nada en los Eldar que sólo pueda pensar o hacer un nér, ni nada que sólo preocupe a una nís. En verdad hay algunas diferencias entre las inclinaciones naturales de los neri y las nissi, y otras diferencias que vienen establecidas por la costumbre (que varían según el lugar y la época, y las distintas razas de los Eldar). Por ejemplo, el arte de curar, y todo lo relacionado con el cuidado del cuerpo, es practicado entre los Eldar sobre todo por las nissi; mientras que son los Hombres elfos quienes esgrimen las armas en caso de necesidad. Y los Eldar pensaban que el dar muerte, aun por justicia o necesidad, disminuía la capacidad de curar, y que la virtud de las nissi en este aspecto se debía más a su ausencia en la caza y en la guerra que a ninguna capacidad especial innata a la feminidad. De hecho [249] en situaciones límite o defensa desesperada, las nissi luchaban con valentía, y en los Elfos los hombres y las mujeres que no hubieran dado a luz se diferenciaban menos en fuerza y rapidez que lo visto en los mortales. Por otro lado, muchos hombres elfos eran grandes curadores, hábiles en la ciencia de los cuerpos con vida, pero se abstenían de cazar, y no iban a la guerra a menos que no tuvieran otro remedio.
En cuanto a otras cuestiones, podemos hablar de las costumbres de los Noldor (los más conocidos en la Tierra Media). Entre los Noldor es posible observar que son sobre todo las mujeres quienes hacen el pan; y las antiguas leyes dicen que la confección de lembas está reservada a ellas. No obstante, la cocina y la preparación de otros alimentos es tarea y placer de los Hombres. Normalmente las nissi son más hábiles para el cuidado de campos y jardines, para tocar instrumentos musicales y para hilar, tejer, modelar y adornar todas las telas y ropas; en cuanto a conocimientos, les gustan sobre todo las historias de los Eldar y de las casas de los Noldor; y conservan en la memoria los parentescos y descendencias. Los neri en cambio son más hábiles como herreros y forjadores, como talladores de madera y piedra, y como joyeros. Son sobre todo ellos quienes componen melodías y hacen los instrumentos, o inventan otros; ellos son los principales poetas y estudiosos de las lenguas, e inventores de palabras. Muchos encuentran deleite en los bosques y en las ciencias de la naturaleza, buscando la amistad de todas las cosas que crecen o viven en libertad. Pero todo esto, y otras cuestiones de trabajo y divertimiento, o de conocimientos más profundos sobre el ser y la vida del Mundo, son perseguidos a veces por algunos de los Noldor, sean neri o nissi.
DE LOS NOMBRES
Esta es la manera en que se daba nombre a los niños de los Noldor. El niño recibía nombre poco después del nacimiento. El padre tenía el derecho de darle el primer nombre,[136] y él era quien lo anunciaba a los parientes del niño por ambas partes. Se lo llamaba, por tanto, nombre paterno, y era el primero que [250] aparecía cuando más tarde se añadían otros. No se cambiaba nunca,[137] pues no dependía del niño.
No obstante, todos los niños de los Noldor (en lo que, quizá, se diferenciaban de los otros Eldar) tenían también derecho a darse un nombre a sí mismos. Ahora bien, la primera ceremonia, el anuncio del nombre paterno, se llamaba Essecarmë o «Hechura del Nombre». Posteriormente se celebraba otra ceremonia, llamada Essecilmë o «Elección del Nombre». Tenía lugar en una fecha no fijada después de la Essecarmë, pero no podía celebrarse antes de que el niño fuera capaz de lámatyávë, como los Noldor lo llamaban: es decir, de deleitarse individualmente en los sonidos y las formas de las palabras. Los Noldor eran los más rápidos de todos los Eldar en adquirir el dominio del lenguaje; pero aun entre ellos, antes de al menos el séptimo año, pocos eran los que alcanzaban la plena conciencia del su lámatyávë individual, o adquirían un completo dominio del lenguaje heredado y de su estructura, como para expresar su tyávë dentro de sus limitaciones. La Essecilmë, por tanto, cuyo objeto era la expresión de esta característica personal,[138] solía tener lugar al final del décimo año o cerca de entonces.
En tiempos antiguos el «Nombre elegido» o segundo nombre era normalmente inventado, y aunque se formaba según la estructura de la lengua del momento, a menudo no tenía un significado anterior. En edades posteriores, cuando los nombres ya existentes eran muy abundantes, se escogía a menudo de entre los nombres conocidos. Pero aun así el antiguo nombre podía modificarse.[139]
Ahora bien, ambos nombres, el nombre paterno y el nombre elegido, eran «nombres verdaderos», no sobrenombres; pero el nombre paterno era público, mientras que el nombre elegido era privado, sobre todo cuando se utilizaba solo. Privado, no secreto. Los Noldor consideraban los nombres elegidos [251] como propiedad personal, igual que (por ejemplo) los anillos, tazas, cuchillos u otras posesiones que podían prestar o compartir con parientes o amigos, pero que no podían tomarse sin permiso. El uso del nombre elegido, excepto por los miembros de la misma casa (padres, hermanas y hermanos), era símbolo de gran intimidad y cariño, cuando estaba permitido. Por tanto, usarlo sin permiso se consideraba presuntuoso o insultante.[140][141]
No obstante, al ser los Eldar de naturaleza inmortal dentro de Arda, pero en absoluto inmutables, podía acaecer que después de un tiempo uno deseara un nuevo nombre[142][143] En ese caso se podía inventar un nuevo nombre elegido. Pero esto no derogaba el nombre anterior, que seguía siendo parte del «título completo» de cualquier noldo: es decir, la secuencia de todos los nombres que había ido adquiriendo a lo largo de su vida.[144]
Estos cambios deliberados de nombre elegido no eran frecuentes. Había otra fuente de la variedad de nombres que tenían los Eldar, que a nosotros, al leer sus historias, puede parecemos increíble. Se daba en los Anessi: los nombres otorgados (o añadidos). De éstos los más importantes eran los llamados «nombres maternos».[145] A menudo las madres daban a sus hijos nombres especiales que ellas mismas escogían. Los más notables eran los «nombres perceptivos», essi tercenyë, o «predictivos», apacenyë. En la hora del nacimiento, o en alguna otra ocasión [252] o momento, la madre podía dar un nombre a su hijo, indicando algún rasgo dominante de la naturaleza del niño que ella percibiera, o alguna predicción de un destino especial.[146] Estos nombres tenían autoridad y se consideraban nombres verdaderos cuando se daban solemnemente, y eran públicos y no privados si (como ocurría a veces) se situaban inmediatamente después del nombre paterno.
Todos los demás «nombres otorgados» no eran nombres verdaderos, y de hecho podían no ser reconocidos por la persona a quien se aplicaban, a menos que los adoptara o se los diera a sí mismo. Los nombres o sobrenombres de este tipo podían provenir de cualquiera, no necesariamente de un miembro de la misma casa o familia, en recuerdo de algún hecho o acontecimiento, o como símbolo de algún rasgo marcado del cuerpo o de la personalidad. Rara vez se incluían en el «título completo», pero cuando así era, por causa de la extensión de su uso y la fama, se colocaban al final en alguna forma semejante a las siguientes: «a quien algunos llaman Telcontar» (es decir, Trancos); o «a veces conocido como Mormacil» (es decir, Espada Negra).
Los amilessi tercenyë, o nombres maternos perceptivos, gozaban de alta posición y normalmente desplazaban, tanto en el ámbito familiar como fuera de él, al nombre paterno y al nombre elegido, aunque el nombre paterno (y el elegido, entre aquellos Eldar que acostumbraban a usar el essecilmë) seguían siendo los nombres verdaderos o principales y una parte necesaria de todo «título completo». Los «nombres perceptivos» se daban sobre todo en los primeros días de los Eldar; en aquel tiempo pasaban más rápidamente a uso público, pues todavía era costumbre que el nombre paterno de un niño fuera una modificación del nombre del padre (como Finwë / Curufinwë) o un patronímico (como Finwion «hijo de Finwë»), De igual modo, el nombre paterno de una niña a menudo procedía del nombre de la madre.
En las primeras historias hay ejemplos conocidos de esto. Así, Finwë, el primer señor de los Noldor, llamó a su hijo mayor Finwion;[147] más tarde, cuando se revelaron sus talentos, se modificó a Curufinwë.[148] Pero el nombre perceptivo que le dio su madre, Míriel, en la hora de su nacimiento era Fëanáro; [253] «Espíritu de Fuego»,[149] y por este nombre lo conocieron todos, y así se lo llama en las historias. (Se dice también que tomó este nombre como nombre elegido en honor de su madre, a quien no conoció.)[150] Elwë, señor de los Teleri, fue conocido por el anessë o nombre otorgado Sindicollo, «Capagrís», y de ahí que en días posteriores fuera llamado Elu Thingol, la forma en la lengua sindarin. De hecho Thingol fue el nombre que la gente más utilizó para él, a pesar de que Elu o Elu-thingol era su título verdadero en su reino.
DE LA MUERTE Y LA SEPARACIÓN DE FËA
Y HRONDO [> HRÖA][151]
Hay que tener en cuenta que todo lo que hasta aquí se ha dicho acerca del matrimonio eldarin se refiere a su camino y naturaleza correctos en un mundo inmaculado, o a las costumbres de aquellos que no han sido corrompidos por la Sombra, en días de paz y orden. Pero no hay nada, como se ha dicho, libre por completo de la Sombra que yace sobre Arda o totalmente inmaculado, y que siga sin estorbo el camino correcto. En los Días Antiguos y en las edades anteriores al Dominio de los Hombres hubo tiempos de gran turbación y muchos pesares y desgracias; y la Muerte[152] afligió a todos los Eldar, como a todas las criaturas vivientes de Arda salvo sólo a los Valar: porque la forma visible de los Valar proviene de su propia voluntad y respecto a su verdadero ser es más como las vestiduras escogidas por Elfos y Hombres que a sus cuerpos.
Ahora bien, los Eldar son por naturaleza inmortales dentro de Arda. Pero si un fëa (o espíritu) habita en el hrondo [> hröa] (o forma corpórea) que él no ha escogido, sino que le ha sido impuesto, y está hecho de la misma carne y sustancia que la propia Arda,[153] la fortuna de esa unión será vulnerable a los males que hieren a Arda, aunque la unión sea de naturaleza y propósito [254] permanente. Porque a pesar de la unión, que es de tal naturaleza inmaculada que ninguna persona viva puede encarnarse sin fëa o sin hrondo [> hröa], el fëa y el hrondo [> hröa] no son la misma cosa; y a pesar de que ninguna violencia exterior es capaz de destrozar o desintegrar al fëa, el hrondo [> hröa] puede resultar herido y destrozado por completo.
Si entonces el hrondo [> hröa] es destruido, o herido y pierde la salud, tarde o temprano «muere». Es decir, se hace doloroso para el fëa vivir en el hrondo [> hröa], que ha dejado de ser un apoyo para la vida y la voluntad de uso placentero así que el fëa lo abandona, y al ver terminada su función la unión se rompe y él regresa al hrön [> orma] general de Arda.[154] El fëa se queda entonces sin hogar, y se hace invisible para los ojos del cuerpo (aunque otros fëar pueden percibirlo con claridad).
Esta destrucción del hrondo [> hröa], que causa la muerte o expulsión del fëa, fue pronto conocida por los Eldar inmortales cuando despertaron en el reino de Arda, maculado y ensombrecido. De hecho en aquellos primeros días la muerte llegaba más deprisa; porque sus cuerpos eran menos distintos[155] de los cuerpos de los Hombres, y el dominio de los espíritus sobre ellos no estaba tan conseguido.
No obstante, ese dominio fue siempre mayor de lo que nunca lo ha sido entre los Hombres. Desde sus orígenes la principal diferencia entre los Elfos y los Hombres radica en el destino y en la naturaleza de sus espíritus. Los fëar de los Elfos estaban destinados a morar en Arda durante toda la vida de Arda, y la muerte de la carne no abrogaba ese destino. Por tanto, sus fëar se aferraban con tenacidad a la vida «en las galas de Arda», y el poder que ejercían sobre estas «galas» sobrepasaba con mucho al de los espíritus de los Hombres, aun desde los primeros días,[156] protegiendo a los cuerpos de muchos males y ataques (como la enfermedad), y sanándolos rápidamente de las heridas; en consecuencia, los Elfos se recuperaban de heridas que habrían sido fatales para los Hombres.
Con el paso de las edades el dominio de los fëar aumentaba, «consumiendo» los cuerpos (tal como se ha observado).[157] El final de este proceso es el marchitamiento, como lo han llamado los Hombres; porque al final el cuerpo se convierte en un mero recuerdo sostenido por el fëa; a este final se ha llegado en [255] muchas regiones de la Tierra Media, de modo que los Elfos son en verdad inmortales y no pueden cambiar o ser destruidos.[158] Así pues, cuanto más retrocedemos en las historias, tanto más leemos de la muerte de los Elfos de antaño; y en los días en que las mentes de los Eldalië eran jóvenes y todavía no habían despertado del todo la muerte de los Elfos les parecía poco distinta de la muerte de los Hombres.
¿Qué le ocurría entonces al fëa sin hogar? Los Elfos no conocían por naturaleza la respuesta a esta pregunta. En el principio (según sus registros) creían, o adivinaban, que «entraban en la Nada» y acababan como otras criaturas vivientes que conocían, como un árbol caído o quemado. Otros suponían más oscuramente que pasaban al «Reino de la Noche» y al poder del «Señor de la Noche».[159] Es evidente que estas opiniones procedían de la Sombra en que despertaron; y fue para liberarlos de las sombras de su mente, más que de los peligros de la Arda maculada, por lo que los Valar quisieron llevarlos a la Luz de Aman.
En Aman aprendieron de Manwë que cada fëa era imperecedero dentro de la vida de Arda, y que su destino era habitar en Arda hasta el final. Por tanto, los fëar que en la mácula de Arda eran separados en contra de su naturaleza de sus hrondor [> hröar] permanecían aún en Arda y en el Tiempo. Pero en ese estado estaban abiertos a las instrucciones y órdenes directas de los Valar. Tan pronto como se separaban del cuerpo eran convocados a abandonar los lugares donde vivieron y murieron para ir a las «Estancias de la Espera»: Mandos, en el reino de los Valar.
Si obedecían al llamamiento tenían varias alternativas.[160] El intervalo de tiempo que pasaban en las Estancias de la Espera dependía en parte de la voluntad de Námo el Juez, señor de Mandos, en parte de su propia voluntad. La opción más afortunada, creían ellos, era renacer después de la Espera, para enderezar el mal y el dolor que habían sufrido por la interrupción de su vida natural.
[256]
DEL RENACIMIENTO Y OTROS DESTINOS
DE LOS HUÉSPEDES DE MANDOS[161]
Ahora bien, sostienen los Eldar que cada niño elfo recibe un nuevo fëa, distinto de los fëa de sus padres (excepto en que pertenece al mismo orden y a la misma naturaleza); y que este fëa, o bien no existía antes del nacimiento, o bien es el fëa de alguien renacido.
Creen que el nuevo fëa, y, por lo tanto, todos los fëar en el principio, proviene directamente de Eru y de más allá de Ëa. Por tanto muchos de ellos sostienen que no puede afirmarse que el destino de los Elfos está confinado dentro de Arda para siempre y que acabará con ella. Esta última opinión procede de sus propios pensamientos, pues los Valar, al no haber participado en la creación de los Hijos de Eru, no conocen por entero los propósitos de Eru para ellos, ni el final definitivo que les prepara.
No obstante, no llegaron a esa idea en seguida o sin desacuerdo. En su juventud, cuando tenían pocos conocimientos y poca experiencia y no habían sido instruidos por los Valar (o no habían acabado de comprenderlos), muchos creían aún que en la creación de su especie Eru les había entregado parte de su poder: el de engendrar hijos en todo parecidos a ellos, en cuerpo y en espíritu; y que por tanto el fëa de un niño provenía de sus padres, al igual que el hrondo.[162]
No obstante, algunos disentían, diciendo: «En verdad una persona viva puede parecerse a sus padres, como una mezcla de los dos, en cierto grado; pero lo más razonable es atribuir este parecido al hrondo. Durante la primera juventud es más fuerte y evidente, cuando el cuerpo domina y más se parece al cuerpo de sus padres». (Esto es cierto en todos los niños elfos.)[163] «Pero en todos los niños, aunque en algunos puede estar más marcado y manifestarse antes, hay una parte del carácter que no proviene de los padres, de los que puede ser muy distinto. Lo más razonable es atribuir esta diferencia al fëa, nuevo y distinto de los padres; porque se hace más evidente y fuerte con el paso del tiempo, cuando el aumenta el dominio del fëa.»
Más adelante, cuando los Elfos supieron del renacimiento a este argumento se añadió: «Si los fëar de los niños procedieran [257] de los padres y fueran como los suyos, el renacimiento sería innatural e injusto, porque privaría a los segundos padres, sin su consentimiento, de la mitad de su parentesco, introduciendo en su familia un niño medio extraño».
No obstante, la antigua opinión no desapareció por completo. Porque todos los Eldar, conscientes del hecho por sí mismos, decían que en la concepción y el alumbramiento gran parte de su energía, tanto de cuerpo como de mente, pasaba a sus hijos. Por tanto sostienen que el fëa, aunque no es engendrado, se nutre de los padres antes del nacimiento del niño; directamente del fëa de la madre mientras lleva y alimenta al hrondo, y a través de ella pero igualmente del padre, cuyo fëa está unido al de la madre y lo apoya.
Por esta razón todos los padres deseaban vivir juntos durante el año de embarazo, y consideraban la separación en esta época como una desgracia que privaba al niño de una parte de sus padres. «Porque —decían—, aunque la distancia no rompe la unión en matrimonio de los fëar, en las criaturas que viven como espíritus encarnados el fëa sólo está en íntima comunión con el fëa cuando los cuerpos viven juntos.»
Un fëa sin hogar que escogiera o pudiera volver a la vida se reencarnaba en el mundo mediante el nacimiento de un niño. Sólo de esta manera podía regresar.[164] Porque no hay duda de que la provisión de un hogar corpóreo para un fëa, y la unión del fëa con el hrondo, era asignada por Eru a los Hijos y se llevaba a cabo en el acto de la concepción.
En cuanto al renacimiento, no era una opinión, sino un hecho conocido y cierto. Porque el fëa renacido se convertía en un niño de verdad, y gozaba una vez más toda la maravilla y la novedad de la infancia; pero poco a poco, y sólo después de [258] haber adquirido conocimiento del mundo y dominio sobre sí mismo, despertaba su memoria; hasta que, cuando el elfo renacido había alcanzado el máximo desarrollo, recordaba toda su vida anterior, y entonces la antigua vida, la «espera», y la nueva vida se convertían en una historia y una identidad ordenadas. Esta memoria conservaría, pues, una doble alegría de la infancia, y también una experiencia y un conocimiento mayores que los años del cuerpo. De este modo la violencia o el dolor que había sufrido el renacido se enderezaban y enriquecían el ser. Porque los Renacidos son alimentados dos veces, y tienen dos padres y dos madres,[165] y dos recuerdos de la alegría del despertar y el descubrimiento del mundo de los vivos y el esplendor de Arda. Por tanto, su vida es como un año con dos primaveras y aunque una escarcha prematura siguió a la primera, la segunda y todo el verano posterior fueron más hermosos y bienaventurados.
Dicen los Eldar que rara vez hay registros de más de un renacimiento. Pero las razones de esto no son conocidas del todo. Quizá venga decretado así por la voluntad de Eru, porque los Renacidos (dicen) son más fuertes, al tener más dominio sobre el cuerpo y resistir mejor el dolor. Pero hay muchos, sin duda, de los que han vivido dos veces que no desean regresar.[166]
El renacimiento no es el único destino de los fëar sin hogar. La Sombra de Arda no sólo causaba desgracias y heridas al cuerpo. Podía corromper la mente, y aquellos de los Eldar que tenían el espíritu oscurecido cometían acciones innaturales, y eran capaces de experimentar el odio y la maldad. No todos los que morían sufrían sin culpa alguna. Además, algunos fëar, por pensar o fatiga, abandonaban la esperanza y apartándose de la vida renunciaban al cuerpo, aunque podrían haber sanado o ni siquiera estaban heridos.[167][168]Pocos de ellos deseaban renacer [259] más tarde, al menos no hasta después de una larga «espera»; algunos no volvían nunca. De los otros, los que obraban mal, muchos permanecían en «espera» durante mucho tiempo, y a otros no se les permitía retomar sus vidas.
Porque había, para todos los fëar de los Muertos, un tiempo de Espera en que, comoquiera que hubieran muerto, eran corregidos, instruidos, fortalecidos o confortados, de acuerdo con sus necesidades o merecimientos. Siempre que así lo desearan. Pero el fëa es persistente en su desnudez, y conserva durante mucho tiempo la carga de los recuerdos y los viejos propósitos (sobre todo si fueron malvados).
Los que sanaban podían renacer, si así lo deseaban: nadie renacía o era enviado de vuelta en contra de su voluntad. Los otros permanecían como fëar incorpóreos, porque así lo deseaban o porque así se había decretado, y sólo podían observar el despliegue de la Historia de Arda desde lejos, sin intervenir desde dentro. Porque Mandos decretó que sólo aquellos que fueran devueltos a la vida podrían actuar en Arda o comunicarse con los fëar de los Vivos, aun con aquellos que en el pasado les fueron queridos.[169]
Acerca del destino de los otros elfos, especialmente de los Elfos Oscuros que no acudieron al llamamiento de Aman, poco saben los Eldar. Los Renacidos dicen que en Mandos hay muchos elfos, y entre ellos muchos de los Alamanyar,[170] pero que en las Estancias de la Espera hay poco contacto entre los dos linajes, o aun entre un fëa y otro. Porque el fëa sin hogar es solitario por naturaleza, y sólo se vuelve, quizá, hacia aquellos con quienes en vida estuvo unido por fuertes lazos de cariño.
El fëa es singular y en absoluto inamovible. No puede ser llevado a Mandos. Es convocado, y el llamamiento procede de una autoridad justa, y es imperativa; no obstante, puede ser rechazada. Entre los que rechazaron el llamamiento (o más bien invitación) de los Valar a Aman en los primeros años de los Elfos, es frecuente el rechazo del llamamiento de Mandos y las Estancias de la Espera, dicen los Eldar. Sin embargo, era menos común en los días antiguos, cuando Morgoth estaba en Arda, o su siervo, Sauron, después que él; porque entonces el fëa incorpóreo huía aterrorizado de la Sombra a cualquier refugio, a menos [260] que hubiera caído en la Oscuridad y estuviera bajo su dominio. De igual modo aun entre los Eldar había algunos que habían sido corrompidos y rechazaban el llamamiento, y entonces poco podían hacer para resistirse al contrallamamiento de Morgoth.
Pero parecería que en estos días posteriores cada vez más elfos que se quedaron en la Tierra Media, sean de origen Eldalië o de otros linajes, rechazan el llamamiento de Mandos y yerran sin hogar por el mundo,[171] reacios a abandonarlo[172] e incapaces de vivir en él, frecuentando árboles, manantiales o lugares ocultos que antes conocían. No todos ellos son bondadosos o se han mantenido apartados de la Sombra. De hecho el rechazo del llamamiento es en sí mismo un signo de mancha.
Es por tanto insensato y peligroso, además de constituir una acción malvada, prohibida con justicia por quienes fueron designados Regentes de Arda, que los Vivos intenten comunicarse con los Incorpóreos, aunque los espíritus sin hogar así pueden desearlo, especialmente los más indignos de entre ellos. Porque los Incorpóreos, errantes por el mundo, son los que por último rechazaron el camino a la vida y permanecieron lamentándose y compadeciéndose de ellos mismos. Algunos están llenos de amargura, agravio y envidia. Algunos fueron esclavizados por el Señor Oscuro y todavía trabajan para él, aunque él se ha ido. No dirán verdades ni hablarán con sabiduría. Llamarlos es una locura. Intentar dominarlos y convertirlos en los siervos de la propia voluntad es malvado. Estas prácticas son propias de Morgoth, y los nigromantes pertenecen a la hueste de Sauron, su sirviente.
Algunos dicen que los Sin Hogar desean tener cuerpo, aunque no están dispuestos a buscarlo como es debido, sometiéndose al juicio de Mandos. Los malvados de entre ellos tomarán un cuerpo si pueden, con métodos ilegítimos. El peligro de comunicarse con ellos radica por tanto no sólo en ser engañado [261] con fantasías y mentiras: también hay peligro de quedar destruido. Porque si es admitido en la amistad de los Vivos, un Sin Hogar hambriento puede intentar expulsar al fëa de su cuerpo; y en la lucha por el dominio del cuerpo éste puede resultar gravemente herido, aun cuando no le sea arrebatado a su dueño legítimo. El Sin Hogar puede también pedir un refugio, y si le es concedido intentará esclavizar al anfitrión y utilizar su cuerpo y voluntad para sus propios propósitos. Se dice que Sauron lo hacía, y que enseñó a sus seguidores cómo conseguirlo.
[Así pues, puede verse que todos aquellos que en días posteriores sostienen que los Elfos son peligrosos para los Hombres y que intentar conversar con ellos es insensato y malvado no hablan sin razón. Porque, podemos preguntamos, ¿cómo distinguirá un mortal entre las dos especies? Por una parte, los Sin Hogar, al menos rebeldes ante los Regentes y quizás aún más entregados a la Sombra; por la otra, los Que no se Fueron, cuyas formas corpóreas son invisibles para nosotros los mortales, o visibles sólo débil e irregularmente. No obstante, en verdad la respuesta no es difícil. El mal es una misma cosa en los Elfos y en los Hombres. Aquellos que dan mal consejo, o hablan contra los Regentes (o si se atreven, contra el Único), son malvados, y deberían ser rehuidos, corpóreos o incorpóreos. Además, los Que no se Fueron no están sin hogar, aunque pueda parecerlo. No desean tener cuerpo, ni buscan refugio, ni intentan dominar el cuerpo o la mente. De hecho no buscan contacto con los Hombres en absoluto, excepto quizás alguna vez, ya sea para realizar algún bien o porque perciban en el espíritu de un hombre algún amor por las cosas antiguas y hermosas. Entonces pueden revelar su forma ante él (mediante el trabajo exterior de su mente, quizá), y él contemplará su belleza. Ante ellos puede no sentir miedo, aunque sí un temor reverencial. Porque los Sin Hogar no tienen forma que revelar, y aunque fueran capaces de fingir formas álficas, engañando a las mentes de los Hombres con fantasías, estas visiones se empañarían con el mal de sus propósitos. Porque los corazones de los verdaderos Hombres se elevan de gozo al contemplar el aspecto verdadero de los Primeros Nacidos, sus hermanos mayores; y esta alegría no puede provenir de ningún mal. Así habló Ælfwine.][173]
[262]
DE LA SEPARACIÓN DEL MATRIMONIO
Mucho se ha dicho acerca de la muerte y el renacimiento entre los Elfos. Podemos preguntamos: ¿en qué afectan éstos al matrimonio?
Al ser la muerte y la separación del cuerpo y el espíritu uno de los males de Arda Maculada, sucedía inevitablemente que a veces la muerte se interponía entre una pareja unida en matrimonio. Entonces los Eldar dudaban, porque era una desgracia innatural. El matrimonio permanente concordaba con la naturaleza élfica y nunca necesitaron de leyes para aprenderlo o imponerlo; pero si un matrimonio «permanente» se rompía, como cuando un miembro de la pareja resultaba muerto, no sabían qué hacer o pensar.
En este asunto acudieron a Manwë en busca de consejo, y, como se cuenta en el caso de Finwë, Señor de los Noldor, Manwë pronunció su resolución por boca de Námo Mandos, el Juez.
«El matrimonio de los Eldar —dijo— es por y para los Vivos, y hasta el final de la vida. Al ser los Elfos por naturaleza permanentes en la vida dentro de Arda, también lo es su matrimonio sin mácula. Pero si la vida se interrumpe o acaba, igual debe acabar el matrimonio. Ahora bien, el matrimonio atañe principalmente al cuerpo, pero no es sólo del cuerpo, sino del cuerpo y el espíritu juntos, porque empieza y se sostiene en la voluntad del fëa. Por tanto, cuando uno de los miembros de un matrimonio muere el matrimonio no acaba, sino que queda en suspenso. Porque los que se unieron están ahora separados, pero su unión sigue siendo una unión de voluntad.
»¿Cómo puede entonces acabar un matrimonio y disolverse la unión? Porque mientras esto no ocurra no puede haber un segundo matrimonio. Según la ley natural de los Elfos, los neri y las nissi son iguales y la unión sólo será de uno con uno.[174] Está claro que sólo puede acabar por el fin de la voluntad, que debe provenir de los Muertos, o por decreto. Por el fin de la voluntad, cuando los Muertos no quieran volver jamás a la vida en el cuerpo; por decreto, cuando no se les permita volver. Porque una unión que ha de durar toda la vida de Arda se disuelve si no puede continuar durante la vida de Arda. [263]
»Decimos que la disolución debe provenir de los Muertos, porque los Vivos no pueden obligarlos a seguir así para sus propios propósitos, ni negarles el renacimiento, si ellos lo desean. Y debe entenderse sin dejar lugar a dudas que cuando los Muertos declaran solemnemente la voluntad de no volver y ésta es ratificada por Mandos, la voluntad se convierte entonces en decreto: los Muertos no podrán jamás volver a la vida del cuerpo.»
Los Eldar preguntaron entonces: «¿Cómo conoceremos la voluntad o el decreto?» La respuesta fue: «Sólo mediante la intervención de Manwë y el pronunciamiento de Námo. En esta cuestión ninguno de los Eldar podrá juzgar su propio caso. Porque ¿quién de entre los Vivos conoce los pensamientos de los Muertos, o puede predecir el decreto de Mandos?»
Sobre este pronunciamiento de Mandos, llamado el «Decreto de Finwë y Míriel»[175] por razones que se darán más adelanté, hay muchas observaciones donde se explican algunos puntos que surgen de su estudio, algunas de los Valar, otras razonadas posteriormente por los Eldar. De éstas las más importantes se añaden aquí.
1.Se preguntó: «¿Qué significa que el matrimonio atañe principalmente al cuerpo, pero es tanto del espíritu como del cuerpo?»
La respuesta fue: «El matrimonio atañe principalmente al cuerpo, porque se consuma con la unión de los cuerpos y su primer propósito es la concepción de los cuerpos de los hijos, aun cuando llega más allá y tiene otras funciones. Y la unión de los cuerpos en matrimonio es única y no se parece a ninguna otra, mientras que la unión de los fëar en matrimonio no es tan distinta de otras uniones de amor y amistad en tipo como en intimidad y permanencia, que en parte se debe a la unión de los cuerpos y a la vida juntos.
»No obstante, el matrimonio también atañe a los fëar. Porque los fëar de los Elfos son por naturaleza masculinos o femeninos, no sólo los hrondor:[176] Y el principio del matrimonio radica en la afinidad de los fëar; y en el amor que de ella resulta. Y este amor lleva parejo, desde el momento en que despierta, el deseo del matrimonio, y por tanto es similar pero no igual en todos los aspectos a otros sentimientos de amor y amistad, aun aquellos [264] entre elfos de naturaleza masculina y femenina que no tienen esa inclinación. Por tanto se puede decir que, aunque consumado por el cuerpo y con él, el matrimonio procede del fëa y en última instancia reside en su voluntad. Por esta razón no puede acabar, como se ha dicho, mientras la voluntad permanezca».
2.Se preguntó: «Si los Muertos vuelven con los Vivos, ¿están los viudos todavía casados? ¿Y cómo puede ser, si el matrimonio atañe principalmente al cuerpo y el cuerpo de una parte de la unión es destruido? ¿Puede casarse otra vez el viudo, si así lo desea? ¿O no importa si lo desean o no?»
La respuesta fue: «Se ha dicho que el matrimonio reside en última instancia en la voluntad de los fëar. También la identidad de la persona reside completamente en el fëa,[177] y el que renace es la misma persona que el que murió. El propósito de la gracia del renacimiento es enderezar la interrupción innatural de la continuidad de la vida, y ninguno de los Muertos puede renacer a no ser que desee retomar su vida anterior y continuarla. En verdad no pueden escapar de ella, pues los renacidos no tardan en recuperar la memoria de todo su pasado.
»Si el matrimonio no acaba mientras el Muerto permanezca en las Estancias de la Espera, en la esperanza o el propósito de regresar, sino que sólo está en suspenso, ¿cómo acabará entonces, cuando el fëa regrese a la tierra de los vivos?
»Pero aquí aparece un problema, que nos demuestra que la muerte es algo innatural. Puede ser corregida, pero no puede, mientras Arda perdure, deshacerse por completo como si no hubiera existido. Es imposible predecir todo lo que pasará a medida que los Eldar envejezcan. Pero conociendo su naturaleza, como la conocemos nosotros, creemos que el amor por
Aquí se interrumpe el texto mecanografiado de la versión B, antes de desarrollar gran parte del contenido del ensayo presentado en el título (p. 243). El texto acaba al pie de una página, pero estoy prácticamente seguro de que fue aquí donde lo abandonó mi padre.
[269]
Doy ahora el resto de la obra tal como aparece en el manuscrito A* desde poco antes del punto donde se interrumpe el texto B (véase [270] nota 177 arriba). La mayoría de cambios y adiciones se señalan como tales.
En A reaparece la historia de Finwë, Míriel e Indis (pp. 273-277); es evidente que esta versión siguió a FM 1 (el borrador del capítulo 6 de QP, De los Silmarils y el Oscurecimiento de Valinor, pp. 239-241), pero creo que no es muy posterior: el estilo de escritura es muy similar en ambos textos.
La respuesta fue: Se ha dicho que el matrimonio reside en última instancia en la voluntad del fëa. También la identidad de la persona reside en el fëa; con el tiempo, los Muertos que regresan [recobrarán] recobran todos los recuerdos del pasado; lo que es más, aunque el cuerpo no es más que una vestidura y el cambio de cuerpo [no afectará >] afectará sin duda a los renacidos, el fëa lo domina, y los renacidos llegarán a parecerse tanto a su antiguo ser que todos aquellos que los conocieron antes de la Muerte sabrán quiénes son, y antes que nadie su anterior compañero. No obstante, puesto que el matrimonio atañe al cuerpo y un cuerpo ha perecido, pueden volver a casarse, si así lo desean. Porque sucede que habrán regresado al estado de su vida anterior en que los impulsos de sus fëar los hacían desear el matrimonio. Y lo desearán, sin duda alguna. Porque la constancia de los fëar de los Eldar incorruptos les harán desearlo; y a ninguno de los Muertos le permitirá renacer Mandos si no es porque desee retomar la vida en continuidad con el pasado. Pues el propósito del tiempo de Espera en Mandos es remediar la ruptura innatural de la vida de los Eldar, aunque esto no puede deshacerse o hacerse sin efectos sobre Arda. De ahí también se sigue, por tanto, que los Muertos renacerán en un lugar y tiempo tales que sean reconocidos por los que amaron y no haya estorbos al matrimonio.
A esto los Eldar añaden: «Esto significa que el Cónyuge Renacido no aparecerá entre la familia cercana del Cónyuge Vivo; de hecho el Renacido aparece por lo general entre su propia familia anterior, a menos que las circunstancias de Arda hayan cambiado tanto que el encuentro con el viudo fuera así improbable. [Añadido: Porque el propósito principal del fëa que desea renacer es reunirse con su pareja y sus hijos, si los tuvo en vida.] El Renacido soltero siempre vuelve con su propia familia». Porque los matrimonios [271] de los Eldar no se celebran entre «parientes cercanos». De nuevo es una cuestión para la que no necesitaban de leyes o enseñanzas, sino que actuaban por naturaleza; no obstante, más tarde dieron una explicación, diciendo que se debía a la naturaleza del cuerpo y al proceso de procreación, pero también a la naturaleza de los fëar. «Porque —dijeron—, los fëar también están emparentados, y el sentimiento amoroso que los une, como por ejemplo a un hermano y a una hermana, no es del mismo tipo que el que marca el principio del matrimonio». Por «parientes cercanos», a estos propósitos, entendían los miembros de una misma casa, especialmente hermanos y hermanas. Ninguno de los Eldar los desposaba en línea directa de descendencia, ni los hijos de los mismos padres, ni la hermana o el hermano de uno de los padres; tampoco desposaban «medio-hermanos» o «medio-hermanas». Como se ha dicho, sólo en contadas ocasiones los Eldar se casaban por segunda vez, así que los términos medio-hermana o medio-hermano no tenían para ellos un significado especial: los utilizaban cuando ambos padres de alguien estaban emparentados con ambos padres de otro, como cuando dos hermanos se casaban con dos hermanas de otra familia, o una hermana y un hermano de una se casaban con un hermano y una hermana de otra, algo que ocurría a menudo. Por lo demás, los «primos hermanos», como los llamaríamos nosotros, podían casarse, pero rara vez lo hacían o lo deseaban, a menos que uno de los padres de cada uno fuera de familia muy lejana.
Difícilmente será de otra manera cuando ambos cónyuges sean asesinados o mueran: se casarán de nuevo a su debido tiempo después de renacer, a menos que deseen permanecer juntos en Mandos.
Se preguntó: ¿Por qué deben los Muertos permanecer en Mandos para siempre, si el fëa consiente en concluir el matrimonio? ¿Y cuál es ese Decreto del que habla Mandos?
La respuesta fue: Las razones hay que buscarlas en lo que ya se ha dicho. El matrimonio es para toda la vida, y por tanto no puede acabar, a no ser que lo interrumpa una muerte sin retorno. No acaba mientras hay esperanza o propósito de regresar, y en consecuencia el vivo no puede casarse otra vez. Si al Vivo se le permite volver a casarse, el decreto de Mandos no el regreso del muerto. Porque, como se ha explicado, el renacido es la misma persona que antes de morir y regresa para retomar y continuar su vida anterior. Pero si su pareja anterior ha vuelto a [272] casarse, no sería posible, y un gran dolor e incertidumbre afligiría a las tres partles. Los decretos de Mandos son de tres tipos. Anuncia las decisiones de Manwë, o del consejo de los Valar, que así dichas son obligatorias para todos, aun para los Valar: por esta razón transcurre un tiempo entre la toma de la decisión y el decreto. De igual modo pronuncia las decisiones y propósitos de quienes están bajo su jurisdicción, los Muertos, en importantes asuntos que afectan a la justicia y el orden correcto de Arda; así, estas decisiones se convierten en «leyes» también, aunque atañen sólo a personas o casos particulares, y Mandos no permitirá que sean revocadas o violadas: por esta razón también debe pasar un tiempo entre la decisión y el decreto.[178] Y por último están los decretos de Mandos que provienen de Mandos mismo, como juez de materias que le corresponden según lo dispuesto en el principio. Mandos es quien dictamina lo que está bien y lo que está mal, quién es inocente y quién culpable (y todos los grados de culpabilidad e inocencia mezcladas) en las desgracias y malas acciones que acaecen en Arda. Todos aquellos que acuden a Mandos son juzgados según sean inocentes o culpables, en la muerte y en todas las otras acciones y propósitos de la vida en el cuerpo; y Mandos designa el modo y el tiempo de Espera de cada uno, según su juicio. Pero los decretos de estas cuestiones no se pronuncian apresuradamente; incluso el más culpable es puesto a prueba largo, tiempo, por si puede sanar o corregirse, antes de dar un juicio final (como no volver jamás entre los Vivos). De ahí que se dijera: «¿Quién de entre los Vivos puede predecir los juicios de Mandos?»
A esto los Eldar añaden: «Se habla de muerte inocente o culpable, porque toda responsabilidad de incurrir en este mal (sea obligando a otros a matar para defenderse de un ataque injusto, sea por imprudencia o por vanagloriarse estúpidamente, sea por darse muerte uno mismo o expulsar intencionadamente el fëa del cuerpo) se considera una falta. Ahora bien, el abandono de la vida se considera una buena razón para que el fëa se quede entre los Muertos y no regrese, a menos que cambie la voluntad del fëa. [273] Cuando la culpa es por otras cuestiones, poco se sabe de los tratos de Mandos con los Muertos. Por distintas razones: Porque aquellos que han llevado a cabo grandes males (que son pocos) no regresan. Porque aquellos que han sido corregidos por Mandos no quieren hablar de ello, y de hecho tras la curación poco recuerdan; pues han vuelto a su camino natural, y en sus vidas ya no queda nada innatural o pervertido. También porque, como se ha dicho, aunque todos los que mueren son convocados a Mandos, los fëar de los Elfos pueden rechazar el llamamiento, y no hay duda de que muchos de los espíritus más desgraciados o corruptos (sobre todo los de los Elfos Oscuros) lo rechazan, y así se hacen más malvados, o al menos yerran sin hogar y sin cura, sin esperanza de regreso. No así escapan al juicio para siempre; porque Era permanece y está por encima de todo».
Este decreto es conocido como la «Ley de Finwë y Míriel», porque el suyo fue el primer caso, y fue Finwë quien buscó el consejo de Manwë en esta cuestión. Finwë, primer Señor de los Noldor, tenía por esposa a Míriel, llamada la Serindë debido a su gran habilidad en el tejido y la costura, y grande era el amor que los unía. Pero el alumbramiento del primer hijo consumió el espíritu y el cuerpo de Míriel, que parecía haber perdido todas las fuerzas. Este hijo fue Curufinwë, el más renombrado de todos los Noldor; fue conocido como Fëanáro (o Fëanor),[179] Espíritu de Fuego, el nombre que Míriel le dio al nacer, y era poderoso en cuerpo y en todas sus habilidades, y grande entre los Eldar en energía, fuerza y sutileza de mente. Pero Míriel le dijo a Finwë: «Nunca volveré a concebir un hijo; porque la fuerza que habría nutrido la vida de muchos se ha agotado toda en Fëanáro».
Se apenó entonces Finwë, porque los Noldor estaban en la juventud de sus días y moraban en la beatitud del Mediodía de Aman, pero todavía eran pocos en número, y él deseaba traer muchos hijos a esa beatitud. Por tanto dijo: «Sin duda hay cura en Aman. Aquí toda fatiga halla reposo».
Por tanto Finwë buscó el consejo de Manwë, y Manwë entregó a Míriel a los cuidados de Irmo, en Lorien.[180] Cuando se despidieron (por corto tiempo, creyó él) Finwë estaba triste, porque le parecía una desdicha que la madre tuviera que partir y no acompañara a su hijo al menos en los primeros días de infancia. [274] «Es por cierto una desdicha —dijo Míriel—, y lloraría si no estuviera tan cansada. Pero considérame inocente en esto y todo lo que pueda acaecer en adelante. Ahora debo descansar. Adiós, querido señor.» No dijo más en esa ocasión, pero el corazón de Míriel anhelaba no sólo dormir y descansar, sino librarse de los cuidados de la vida. Fue entonces a Lorien y se tendió a dormir bajo un árbol de plata, pero aunque parecía dormida en verdad el espíritu se le separó del cuerpo y se trasladó en silencio a las estancias de Mandos; y las doncellas de Estë cuidaron de su hermoso cuerpo, que permaneció incorrupto, pero ella no volvió.
Grande fue el dolor de Finwë, e iba a menudo a los jardines de Lorien, y sentado bajo los sauces de plata junto al cuerpo de su esposa la llamaba por los nombres que ella tenía. Pero era en vano y en todo el Reino Bendecido sólo Finwë estaba afligido y triste. Después de un tiempo ya no fue a Lorien, porque sólo servía para aumentar su dolor. Todo su amor se lo dio a su hijo; porque Fëanáro tenía el rostro y la voz de su madre, y Finwë fue para él padre y madre a la vez, y hubo un doble vínculo de amor entre sus corazones. Pero Finwë no estaba satisfecho, porque era joven y animoso, y deseaba tener más hijos para alegría de su casa. [Habló, por tanto, con Manwë >] Por tanto, cuando hubieron pasado diez años, habló con Manwë, diciendo: «Señor, héme aquí enlutado y solo. Sólo yo entre los Eldar no tengo esposa, ni he de esperar más que un hijo, y ninguna hija. ¿Debo permanecer así para siempre? [Pues creo que Míriel no volverá >] Pues el corazón me advierte que Míriel no volverá de la casa de Vairë mientras perdure Arda. ¿No hay remedio al dolor en Aman?»
Entonces Manwë se apiadó de Finwë, y consideró su súplica, y cuando Mandos hubo pronunciado su decreto, como se ha contado,[181] Manwë llamó a Finwë y le dijo: «Has oído lo que se ha decretado. Si Míriel, tu esposa, no quiere volver y te libera, tu unión[182] será disuelta y podrás volver a casarte».
Se dice que Míriel respondió a Mandos con las palabras: «Vine aquí para huir de mi cuerpo y no quiero volver a él. Mi vida se ha ido con Fëanáro, mi hijo. Ése es el presente que le di al que amo, y nada más puedo ofrecer. Más allá de Arda habrá quizá remedio, pero dentro no».
Mandos la juzgó entonces inocente, pensando que había [275] muerto ante una exigencia demasiado grande para ella. Por tanto su decisión fue aceptada y la dejaron allí; y diez años después se pronunció el decreto de separación. [El año siguiente >] Y al cabo de tres años Finwë tomó una segunda esposa, Indis la hermosa, que en nada se parecía a Míriel. No era de los Noldor, sino de los Vanyar, [de la familia >] hermana de Ingwë; tenía los cabellos dorados, y era alta y muy ligera de pies. No trabajaba con las manos, sino que cantaba y hacía música, y siempre hubo luz y alegría a su alrededor mientras duró la beatitud de Aman. Amaba mucho a Finwë, pues su corazón se había vuelto a él mucho antes, cuando el pueblo de Finwë moraba aún con los Noldor, en Túna.[183] En aquellos días Indis había contemplado al Señor de los Noldor, de cabellos oscuros y blanca frente, rostro animoso y ojos pensativos, y le pareció el más hermoso y noble de los Eldar, y su voz y dominio de las palabras la deleitaban. Por tanto no estaba casada cuando su pueblo marchó a Valinor, y a menudo caminaba sola por los campos y estuarios de los Valar, [volviendo el pensamiento a las cosas que crecen sin cuidados >] llenándolos de música. Pero sucedió que Ingwë, al oír del extraño dolor de Finwë y queriendo animar su corazón y apartarlo del vano duelo en Lorien, envió mensajeros para pedirle que dejara Túna y los recuerdos de su pérdida por un tiempo y morara en la luz de los Árboles. Finwë no dio respuesta alguna a este mensaje, hasta después del pronunciamiento del decreto de Mandos; pero entonces, pensando que debía intentar construirse una nueva vida y que la petición de Ingwë era sabia, se levantó y fue a la casa de Ingwë, al oeste de la Montaña Oiolossë. Su llegada fue inesperada, pero bienvenida; y cuando Indis vio a Finwë subiendo por los senderos de la montaña (y la luz de Laurelin estaba detrás de él como una gloria) de pronto y sin pensarlo se puso a cantar de alegría, y su voz subió como la canción de una lirulin en el cielo.[184] Y cuando Finwë escuchó la canción que caía desde arriba alzó la vista y contempló a Indis en la luz dorada, y supo en ese instante que lo amaba y que lo había amado desde mucho tiempo atrás. Entonces al fin su corazón se volvió a ella, y creyó que el azar parecía haber sido dispuesto para el consuelo de ellos dos. «¡He aquí que en verdad hay cura del dolor en Aman!»
Así sucedió que antes de que pasara mucho tiempo Finwë [276] desposó a Indis, hermana de Ingwë. Con Indis se demostró la verdad del dicho «la pérdida de uno puede ser el beneficio de otro». Pero también comprobó que era cierto lo de «la casa recuerda a quien la construyó, aunque otros la habiten después». Porque Finwë la amó mucho, y estaba contento, y ella le dio hijos que lo deleitaron,[185][186] pero la sombra de Míriel no abandonó su corazón y Feänáro ocupaba la mayor parte de su pensamiento. La boda de su padre no fue del agrado de Feänáro, y aunque no disminuyó el amor que sentía por él, no tuvo gran estima por Indis o los hijos de ella, y menos que todo por sus medio hermanos. En cuanto pudo (y casi había alcanzado la plenitud de su desarrollo antes del nacimiento de Nolofinwë) dejó la casa de Finwë y vivió apartado de ellos, dedicando por entero el corazón y el pensamiento a la búsqueda de conocimientos y a la práctica de las artes. En las cosas desdichadas que luego sucedieron y que Feänáro acaudilló, muchos vieron el resultado de esa ruptura habida en la casa de Finwë, juzgando que si Finwë hubiera soportado la perdida de Míriel y se hubiera contentado con tener un único y poderoso hijo, otros habrían sido los caminos de Feänáro y muchos males podrían haberse evitado.
Así sucede que los casos en que los Eldar pueden volver a casarse son raros, pero más raros aún son los que lo hacen, aun cuando les está permitido. Porque el dolor y la disputa en la casa de Finwë han quedado grabados en la memoria de los Eldar.
[Dicen los registros de los Eldar que los Valar encontraron extraño este problema de Finwë y lo debatieron largamente. Porque no podían acusar a Finwë de tener culpa alguna, y la Ley que se había hecho para Finwë y Míriel era justa y razonable. No obstante, era evidente que muchos males se habrían evitado [si Míriel hubiera sido más fuerte, o Finwë más paciente >] si no se hubiera redactado, o al menos no se hubiera pronunciado. [Este pasaje se reemplazó más tarde por lo siguiente:] Dicen los registros de los Eldar que los Valar debatieron largamente el caso de Finwë y Míriel, después de la redacción de la Ley pero [277] antes de su proclama. Porque advertían que era un asunto grave y significativo: Mí riel había muerto en Aman trayendo el dolor al Reino Bendecido, algo que ellos creían no podía ocurrir. Además, aunque la Ley parecía justa, algunos temían que no remediaría el dolor, sino que lo perpetuaría. Y Manwë habló a los Valar, diciendo: «En este asunto no debéis olvidar que estáis tratando con Arda Maculada, de donde trajisteis a los Eldar. Tampoco debéis olvidar que en Arda Maculada Justicia no es Curación. La Curación sólo se alcanza con el sufrimiento y la paciencia, y no exige nada, ni siquiera Justicia. La justicia sólo se da dentro de los límites de las cosas tal como son, aceptando la mácula de Arda; por tanto, aunque la Justicia es buena en sí misma y no desea mal alguno, sólo puede perpetuar el mal que fue y no evita que éste fructifique en el dolor. Así, pues, la Ley fue justa, pero aceptaba la Muerte y la separación de Finwë y Míriel, algo innatural en Arda Inmaculada, y por tanto para Arda Inmaculada fue innatural y se confundió con la Muerte. La libertad que permitió fue un camino menor que, si bien no descendía, tampoco podía volver a ascender. Pero la Curación ha de conservar siempre la idea de Arda Inmaculada, y si no puede ascender debe residir en la paciencia. Esta es la Esperanza que, pienso, constituye antes que otra cosa la virtud más hermosa de los Hijos de Eru; [sin embargo, no puede ser exigida en caso de necesidad: a menudo la paciencia ha de aguardarla mucho tiempo.]».[187]
Habló entonces Aulë, que era amigo de los Noldor [añadido: y amaba a Fëanor]. «Pero ¿se debe este asunto en verdad a Arda Maculada? —preguntó—. Porque a mi parecer se debe al alumbramiento de Fëanáro. Ahora bien, Finwë y todos los Noldor que lo siguieron no fueron atraídos jamás, en corazón o pensamiento, por [Morgoth >] Melkor, el Corruptor; ¿cómo pudo suceder entonces esta extraña cosa, aun en Aman Sin Sombra? Que el alumbramiento de un hijo cause tal cansando en la madre que ya no desee seguir viviendo. Este hijo tiene los mayores dones que cualquiera que haya nacido o nacerá entre los Eldar. Pero los Eldar son los primeros Hijos de Eru, y dependen de él directamente. Por tanto la grandeza del hijo debe proceder directamente de su voluntad para el bien de los Eldar de toda Arda. ¿Qué pasa entonces con el precio del nacimiento? [278] ¿No hay que entender que la grandeza y el precio provienen no de Arda, Maculada o Inmaculada, sino de más allá de Arda? Porque hay algo que sabemos con certeza, y con el paso de las edades se manifestará a menudo (en las grandes cosas y en las pequeñas): que no toda la Historia de Arda aparecía en el Gran Tema, y que en la Historia sucederán cosas que no pueden preverse, porque son nuevas y no se concibieron en el pasado que las precedió».[188] [Añadida Así habló Aulë, quien no quería pensar que Feänor estaba manchado por la Sombra, o ninguno de los Noldor. Aulë había sido el más dispuesto a convocarlos a Valinor.][189]
Pero Ulmo repuso: «No obstante, Míriel murió. [¿Y no es acaso la muerte un mal para los Eldar, innatural en Arda Inmaculada, que por tanto debe provenir de la mácula? O si la muerte de Míriel proviene de más allá de Arda, ¿cómo puede surgir la muerte, que es innatural y maligna, de algo nuevo que no tiene razón en el pasado, si lo último no puede ser causa de dolor e incertidumbre? Pero la muerte de Míriel ha traído ambas cosas a Aman. Este pasaje se reemplazó más tarde por lo siguiente:] Y la muerte es un mal para los Eldar, innatural en Arda Inmaculada, que por tanto debe de provenir de la mácula. Porque si fuera de otro modo y la muerte de Míriel proviniera de más allá de Arda (como algo nuevo que no tiene razón en el pasado) no causaría pesar e incertidumbre. Pues Eru es Señor de Todo y mueve todas las facultades de sus criaturas, aun la maldad del Corruptor, a sus últimos propósitos, pero no con el principal objetivo de imponerles dolor. Pero la muerte de Míriel ha traído pesar a Aman. / La llegada de Feänáro proviene sin duda de la voluntad de Eru; pero creo que la mácula de su nacimiento proviene de la Sombra, y es un presagio de los males que vendrán. Porque los más grandes son también los más capaces para el mal. Cuidaos, hermanos, de pensar que la Sombra ha desaparecido para siempre, aunque esté vencida. ¿No vive ahora aun en Aman, aunque creíais que los lazos eran inquebrantables?» [Porque Ulmo había disentido >] Así habló Ulmo, que había disentido del consejo de los Valar cuando trajeron a Melkor el Corruptor después de su derrota.[190] [Añadido: También él amaba a los Elfos (y después a los Hombres), pero al contrario que Aulë, creía que debían vivir en libertad, por peligroso que [279] pudiera parecer. Así, se vio después que aunque amaba a Fëanor y a todos los Noldor con más frialdad, se apiadaba más de mis errores y malas acciones.]
Habló Yavanna entonces, y aunque era la esposa de Aulë se inclinó más bien hacia Ulmo. «Mi señor Aulë se equivoca —dijo—, cuando dice que Finwë y Míriel tenían el corazón y el pensamiento libres de la Sombra, como si eso probara que nada de cuanto les acaeciese pudiera provenir de la Sombra o de la mácula de Arda. Pero aunque los Hijos no son como nosotros (cuyo ser entero procede de más allá de Arda), sino que tienen cuerpo y espíritu, y el cuerpo es de Arda y de Arda se nutrió: así, la Sombra no sólo actúa en los espíritus, sino que ha manchado el mismo hrön de Arda, y el mal de Melkor ha pervertido toda la Tierra Media, y él ha trabajado en ella tanto como cualquiera de nosotros aquí. Por tanto, ninguno de los que despertaron y habitaron en la Tierra Media antes de venir aquí llegó limpio por completo. La falta de fuerzas del cuerpo de Míriel puede entonces adscribirse, por alguna razón, al mal de Arda Maculada, y su muerte puede considerarse algo innatural. Y que esto aparezca en Aman nos parece, a mí y a Ulmo, una señal a tener en cuenta.»[191]
Habló entonces Niënna, que rara vez iba a Valmar, pero que ahora estaba sentada a la izquierda de Manwë. «En el uso de la Justicia debe haber Piedad, que es la consideración de la individualidad de todo el que ha de ser juzgado. ¿Quién de vosotros, Valar, en vuestra sabiduría culpará a los Hijos, Finwë y Míriel? Porque los Hijos son fuertes y débiles al mismo tiempo. Creéis que Mandos es el más poderoso de los moradores de Arda, por ser el más inamovible, y por tanto le habéis encomendado incluso la custodia del mismo Corruptor. Pero yo os digo que cada fëa de los Hijos es tan fuerte como él; porque cuenta con la fuerza de su individualidad impenetrable (que proviene de Eru, como nosotros): en su desnudez, cambiarlo en contra de su voluntad está más allá de nuestro poder. Pero los Hijos no son poderosos: en vida son pequeños, y pequeñas son sus facultades; además, son jóvenes y sólo conocen el Tiempo. Sus mentes son como las manos de los bebés, que poco pueden aferrar y lo que aferran está incompleto. ¿Cómo percibirán el [?fin] de cuanto hagan, o renunciarán a los deseos de su propia naturaleza, [280] la estancia del espíritu en el cuerpo que es su verdadera condición? ¿Hemos experimentado nosotros el agotamiento de Míriel, o el duelo de Finwë?
»Míriel, pienso, murió por necesidad del cuerpo, sufriendo por algo en lo que no tenía culpa alguna o que incluso era digno de alabanza, y no obstante no se le concedió la capacidad para resistirlo: el precio de tan gran alumbramiento. Y creo que Aulë percibe parte de la verdad. La separación del fëa fue en Míriel una cosa especial. La muerte es en verdad la muerte y en el Gran Tema proviene del Corruptor y es dolorosa; pero con esta muerte Eru pretendía un bien inmediato, y no había de dar ningún fruto amargo; mientras que la Muerte que proviene exclusivamente del Corruptor sólo busca el mal, y su curación debe aguardar la Esperanza, aun hasta el Fin. Pero Finwë, al no comprender la muerte (¿y cómo iba a comprenderla?), llamaba a Míriel y ella no volvía, y él no tenía consuelo y su vida y expectativas naturales se vieron frustradas. Con justicia gritaba: “¿No hay cura en Aman?” Ese grito no podía ser ignorado, e hicimos lo que había que hacer. ¿Por qué ha de ser condenado?»
Pero Ulmo respondió diciendo: «¡No! No lo condeno, pero debo juzgarlo. Advierto aquí no sólo la voluntad directa de Eru, sino una falta en sus criaturas. No es culpa de ellos, pero sí una caída de lo más alto, donde reside la Esperanza de la que ha hablado el Rey. Y sin duda el camino más elevado, un ascenso que, aunque duro, no es imposible, formaba parte de ese propósito de bien inmediato del que habla Niënna.[192] Porque el fëa de Míriel puede haber partido por necesidad, pero partió con la voluntad de no volver. Ahí radica su falta, porque esa voluntad no era necesariamente irresistible; fue una falta de esperanza del fëa, la aceptación del agotamiento y la debilidad del cuerpo como algo más allá de toda cura y que por tanto no ha sido curado. Pero eso significó no sólo el abandono de la propia vida, sino también el abandono de su esposo y la mácula de la vida de él. La justificación que dio Míriel es insuficiente; porque con el obsequio de un hijo, por grande que sea, ni tampoco con el obsequio de muchos, la unión matrimonial no se termina, puesto que tiene otros propósitos. Por ahora Feänáro se verá privado de la educación de una madre. Además, si Míriel quisiera volver [281] no estaría obligada a concebir nunca más, a menos que su cansancio se remediara con la renovación del renacimiento.
»Así pues, Finwë se sintió afligido y pidió justicia. Pero cuando la llamó y ella no volvió, en sólo unos pocos años cayó en la desesperación. Aquí reside su falta, en abandonar la Esperanza. Pero también basó su súplica en el deseo de tener hijos, anteponiéndose a sí mismo y su pérdida a los pesares que había sufrido su esposa: eso fue una falta de amor.
»Los fëar de los Eldar, como ha dicho Niënna, no pueden ser quebrantados u obligados,[193] y por tanto la evolución de sus voluntades no puede predecirse con certeza. No obstante, a mi parecer, aún había esperanza de que tras descansar en Mandos el fëa de Míriel recuperara su naturaleza, que es desear habitar un cuerpo. Este extraño acontecimiento llegaría a suceder, más que con la disolución de la unión, con el ejercicio por parte de Finwë de la paciencia en el amor y el aprendizaje de la Esperanza; y con el regreso de Míriel, más amplia de mente y con el cuerpo renovado. Así, juntos, podrían educar a su gran hijo en el amor de ambos, y asegurar su correcta educación. Pero el fëa de Míriel fue importunado, y eso endureció su voluntad; y en esta resolución deberá mantenerse mientras perdure Arda, si se decreta la Ley. Así pues, la impaciencia de Finwë cerrará la puerta a la vida al fëa de su esposa. Esta es la mayor falta. Porque que uno de los Eldar permanezca por siempre como fëa incorpóreo es más innatural que uno permanezca vivo, casado pero viudo. Finwë fue puesto a prueba (no sólo por Míriel), y ha pedido justicia y liberación.»
«¡No! —dijo Vairë de repente—. El fëa de Míriel está conmigo. Lo conozco bien, pues es pequeño. Pero es fuerte, orgulloso y obstinado. Es de los que cuando dicen: haré esto, hacen de sus palabras un destino irrevocable para ellos mismos. No volverá a la vida, o a Finwë, aun cuando la espere hasta la vejez del mundo. [282] Y él es consciente, creo, tal como demuestran sus palabras. Porque Finwë no basó su súplica sólo en el deseo de tener hijos, sino que le dijo al Rey: el corazón me advierte que Míriel no volverá mientras perdure Arda. De qué tipo de conocimiento o creencia es lo que quiso así expresar, y de dónde le vino, no lo sé. Pero el fëa percibe al fëa y conoce la disposición del otro, sobre todo en el matrimonio, de una manera que nosotros no podemos acabar de comprender. No podemos pretender desentrañar todo el misterio de la naturaleza de los Hijos. Pero si hemos de hablar de Justicia, debemos que tener en cuenta lo que cree Finwë; y si, tal como creo, tiene fundamento y no se trata de una fantasía creada por su propia inconstancia, sino que es contraria a su voluntad y deseo, debemos evaluar las faltas de los dos. Si una de las Reinas de los Valar, Varda o Yavanna, o aun yo, abandonara Arda para siempre y dejara a su esposo, lo quiera él o no, que él juzgue a Finwë, si así lo desea, recordando que Finwë no puede seguir a Míriel sin dañar su naturaleza ni abandonar los deberes y lazos de la paternidad.»
Cuando Vairë hubo hablado, los Valar guardaron silencio largo tiempo, hasta que al fin Manwë habló de nuevo. «Hay razón y sabiduría en todo cuanto se ha dicho. En verdad, en los asuntos de los Hijos nos encontramos con misterios y no se nos ha dado la clave para desentrañarlos. En parte los Hijos son una de esas “cosas nuevas” de que ha hablado Aulë, o quizá la principal.[194] Pero vinieron a Arda Maculada, y estaban destinados a hacerlo y a soportar la Mácula, aunque en el principio proceden de más allá de Eä. Porque estas “cosas nuevas”, en que se manifiesta la huella de Ilúvatar, como decimos, quizá no tengan pasado en Arda y sean impredecibles antes de aparecer, pero a partir de entonces sus actuaciones pueden predecirse según la sabiduría y el conocimiento; porque de inmediato pasan a ser parte de Eä, y parte del pasado de todo lo que viene después. Podemos decir, por tanto, que los Elfos están destinados a conocer la “muerte” a su modo, al ser enviados a un mundo donde hay “muerte” y al tener una forma en que la “muerte” es posible. [283] Porque a pesar de que según su naturaleza primera, inmaculada, vivan como espíritu y cuerpo unidos, son dos cosas distintas, no la misma, y su separación (es decir, la “muerte") es una posibilidad inherente a su unión.
»Aulë y Niënna se equivocan, a mi parecer; porque lo que ambos dijeron con distintas palabras es esto: que la Muerte que proviene del Corruptor es una cosa, y la Muerte que es instrumento de Eru es algo diferente: una sería maldad, y por tanto sólo maligna e inevitablemente dolorosa; la otra sería benevolente y no tendría más propósito que un bien particular e inmediato, y por tanto no sería maligna, ni dolorosa, y no habría de remediarse con facilidad y rapidez. Porque el mal y el dolor de la muerte se deben simplemente a la separación e interrupción de la naturaleza, que es similar en ambas (o no se llaman muerte); y ambas ocurren sólo en Arda Maculada, y concuerdan con sus procesos.
»Por tanto creo que Ulmo está en lo cierto, suponiendo que Eru no necesita ni desea algo maligno como instrumento especial de su benevolencia. De hecho ¿por qué introduciría la muerte como “cosa nueva” en un mundo que ya la conocía? No obstante, Eru es el Señor de Todo, y utilizará como instrumentos para sus propósitos finales, que son buenos, cualquier cosa que sus criaturas, grandes o pequeñas, hagan o inventen, a su pesar o por orden suya. Pero debemos pensar que la voluntad de Eru es que aquellos de los Eldar que le sirven no se derrumbarán ante los dolores o males que encuentren en Arda Macular da, sino que alcanzarán una fuerza y una sabiduría que de otro modo no habrían llegado a tener: los Hijos de Eru se convertirán en hijas e hijos.
»Porque Arda Inmaculada tiene dos aspectos o sentidos. El primero es lo Inmaculado que distinguen en lo Maculado, si no se les velan los ojos, y anhelan, como nosotros anhelamos, la Voluntad de Eru: ése es el cimiento sobre el que se construye la Esperanza. El segundo es lo Inmaculado que será: es decir, hablando de acuerdo con el Tiempo en el que tienen ser, la Arda Curada, que será más grande y más hermosa que la primera, por causa de la Mácula: ésta es la Esperanza que sostiene. Proviene no sólo del anhelo de la Voluntad de Ilúvatar el Progenitor (que por sí mismo sólo puede causar pesar a aquellos que viven dentro del Tiempo), sino también de la confianza en Eru, [284] el Señor eterno, en su bondad y en que todas sus obras acabarán bien. Esto ha sido negado por el Corruptor, y en esta negación reside la raíz del mal, y su fin es la desesperanza.
»Por tanto, a pesar de las palabras de Vairë, insisto en lo que dije primero. Porque aunque no habla sin conocimientos, lo que ha expresado es una opinión y no una certeza. Los Valar no tienen certeza alguna respecto a las voluntades de los Hijos y no deben suponerlas. No, aun cuando estuvieran seguros en el caso del fëa de Míriel, eso no desharía la unión amorosa que hubo antaño entre ella y su esposo, ni invalidaría el juicio de que la constancia hubiera sido un camino mejor y más justo para Finwë, más de acuerdo con Arda Inmaculada o con la voluntad de Eru al permitir que le acaeciera ese mal. La Ley da la libertad de tomar un camino inferior, y al aceptar la muerte la tolera y no puede remediarla. Si esta libertad se utiliza, el mal de la muerte de Míriel continuará vigente y dará doloroso fruto.
»Pero en este asunto confío en Námo, el Juez. ¡Qué sea él quien diga la última palabra!»
Habló entonces Námo Mandos, diciendo: «He vuelto a considerar todo cuanto he oído; sin embargo, nada se ha dicho que no se hubiera considerado antes en la redacción de la Ley. Dejemos la Ley estar, porque es justa.
»Nuestro deber es gobernar Arda y aconsejar a los Hijos, o dirigirlos en las cosas sujetas a nuestra autoridad. Por tanto hemos de tratar con Arda Maculada y determinar lo que es justo en ella. En verdad, podemos señalar en consejo el camino más alto, pero no podemos obligar a ninguna criatura libre a tomarlo. Eso lleva a la tiranía, que desfigura el bien y lo hace parecer aborrecible.
»La curación mediante la Esperanza final, de la que ha hablado Manwë, es una ley que sólo puede imponerse uno mismo; de los otros sólo puede exigirse justicia. Un regente que al dictaminar justicia niegue la aplicación de la ley, exigiendo la renuncia de los derechos y el sacrificio, no conducirá a sus súbditos a estas virtudes, que sólo son virtuosas si se escogen libremente, sino que con la justicia ilícita antes los conducirá a rebelarse contra toda ley. Arda no será sanada por esos medios. [285]
»Por tanto, es correcto que se proclame esta justa Ley, y aquellos que la usen no tendrán culpa alguna, pase lo que pase después. Así se desarrollará la Historia de los Eldar, dentro de la Historia de Arda.
»¡Escuchad ahora, oh, Valar! Se me ha concedido no menos profecía[195] que destino, y ahora os anunciaré cosas tanto cercanas como lejanas. He aquí que Indis la hermosa, que de otra manera habría estado sola, será feliz y dará fruto. Porque no sólo en la Muerte ha entrado la Sombra en Aman con la llegada de los Hijos, destinados a sufrir; existen otras aflicciones, aunque sean menores. Mucho tiempo ha amado Indis a Finwë, con paciencia y sin amargura. Aulë llamó a Fëanor el más grande de los Eldar, y en potencia lo es. Pero yo os digo que los hijos de Indis también serán grandes, y que la Historia de Arda será más gloriosa con su llegada. Y de ellos surgirán cosas tan hermosas que no habrá lágrima que empañe su belleza; los Valar, y los Linajes de los Elfos y de los Hombres que vendrán. Tomarán parte en su ser, y sus hazañas la regocijarán. De modo que, mucho después de que todo lo que ahora es y parece hermoso y eterno se haya marchitado y no esté, la Luz de Aman no desaparecerá del todo entre los pueblos libres de Arda hasta el Fin.
»Cuando aquel que será llamado Eärendil ponga pie en las orillas de Aman recordaréis mis palabras. En esa hora no diréis que la Ley de la Justicia ha dado fruto sólo en la muerte; y mediréis en la balanza los dolores que vendrán y no os parecerán muchos en comparación con el levantamiento de la luz cuando Valinor se oscurezca».
«¡Qué así sea!», dijo Manwë.[196]
Por tanto la Ley fue decretada, y Finwë e Indis se encontraron, como ya se ha dicho.
Pero al cabo de un tiempo Niënna acudió a Manwë, y dijo: «Señor de Aman, es evidente ahora que la muerte de Mí riel fue un mal de Arda Maculada, gracias al cual la llegada aquí de los [286] Eldar ha abierto una puerta para la Sombra en la misma Aman. No obstante, Aman sigue siendo el Reino de los Valar, donde tu voluntad está por encima de todo. Aunque la muerte pueda encontrar a los Eldar en tu reino, hay una cosa que no llega aquí, ni llegará:[197] la deformación y el marchitamiento. Pues he aquí que el cuerpo de Míriel sigue inmaculado, igual que una hermosa casa en espera de su dueño, que ha partido de viaje. Por tanto, en esto al menos su muerte difiere de la muerte en la Tierra Media: en que el fëa sin hogar siga teniendo listo un cuerpo hermoso, y el renacimiento no sea la única puerta para volver a la vida, si tú se lo permites y le das tu bendición. Además, el cuerpo ha yacido en paz largo tiempo en Lorien; y ¿no deben los regentes de Arda respetar los cuerpos y todas las formas hermosas? ¿Por qué habría de yacer ocioso y desocupado, cuando sin duda ahora no cansaría al fëa, sino que lo deleitaría con la esperanza de hacer cosas?»
Pero Mandos lo prohibió. «No —dijo—, si Míriel recuperara su cuerpo estaría otra vez entre los Vivos, y Finwë tendría dos esposas vivas en Aman. Eso sería infringir la Ley y hacer caso omiso de mi Decreto. Y también resultaría herida Indis, que usó la libertad de la Ley pero ahora perdería con su infracción, porque Finwë desearía volver con su esposa anterior.»
Pero Niënna le dijo a Mandos: «¡No! Deja que Míriel disfrute de su cuerpo y de la práctica de las habilidades que la deleitaban, y no viva para siempre recordando su breve vida anterior y su final en el agotamiento. ¿No puede abandonar las Estancias de la Espera para entrar al servicio de Vairë? Si nunca sale de allí ni intenta caminar entre los Vivos, ¿por qué habrías de creer en un incumplimiento de tu Decreto, o temerías futuras aflicciones? La Piedad debe tener parte en la Justicia».
Pero Mandos permaneció inamovible. Y el cuerpo de Míriel yació descansando en Lorien, hasta la huida de Melkor el Corruptor y el Oscurecimiento de Valinor. En ese tiempo aciago Finwë fue asesinado por el Corruptor mismo, y su cuerpo ardió como si lo hubiera golpeado un relámpago y quedó destruido. [287] Entonces Míriel y Finwë volvieron a encontrarse en las Estancias de Mandos y he aquí que Míriel se alegró del encuentro y su pena remido; y la voluntad que allí la ataba se rompió.
Y cuando supo por Finwë todo lo que había ocurrido desde su partida (pues hasta entonces no le había prestado atención ni había preguntado noticias) se sintió muy conmovida; y le dijo a Finwë con el pensamiento: «Me equivoqué cuando os abandoné a ti y a nuestro hijo, o al menos cuando no volví tras un breve reposo; porque si lo hubiera hecho tal vez él sería más sabio. Pero los hijos de Indis remediarán sus errores y por tanto me alegro de que existan, e Indis cuenta con mi amor. Cómo podría guardar rencor a quien recibió lo que yo rechacé y cuidó lo que yo abandoné. ¡Ojalá pudiera poner la Historia entera de nuestro pueblo, y de ti y de tus hijos, en un tapiz de muchos colores, como un recuerdo más brillante que la memoria! Porque aunque estoy apartada del mundo y acepto la justicia del Decreto, me gustaría contemplar y registrar todo lo que les suceda a quienes amo y a su descendencia». [Añadido: Vuelvo a sentir la llamada de mi cuerpo y sus habilidades.]
Y Finwë le dijo a Vairë: «¿No oyes la súplica y el deseo de Míriel? ¿Por qué le niega Mandos el remedio de sus aflicciones, al permitir que su existencia sea vacía y sin sentido? He aquí que en su lugar yo moraré con Mandos para siempre, y así lo enmendaré. Porque sin duda si permanezco sin cuerpo y abandono la vida en Arda su Decreto no será quebrantado».
«Eso crees —respondió Vairë—; pero Mandos es severo, y no querrá quebrantar un voto. Tampoco os considerará sólo a Míriel y a ti, sino también a Indis y a tus hijos, a quienes pareces haber olvidado, ya que sólo te compadeces de Míriel.»
«Eres injusta con mi pensamiento —dijo Finwë—. Es ilícito tener dos esposas, pero uno puede querer a dos mujeres, cada una de un modo distinto, sin que el amor por una desmerezca el amor por la otra. El amor que le di a Indis no eliminó el amor que sentía por Míriel; así, ahora la piedad por Míriel no hace que mi corazón se preocupe menos por Indis. Pero Indis me abandonó sin intermedio de la muerte. No la veía desde muchos años atrás, y cuando el Corruptor me golpeó estaba solo. Tiene hijos amados que la consolarán, y su amor, pienso, se vuelca ahora sobre todo en Ingoldo.[198] Es posible que eche de [288] menos al padre de él, pero no al padre de Fëanáro. Pero ante todo su corazón anhela ahora las estancias de Ingwë y la paz de los Vanyar, lejos de las disputas de los Noldor. Poco consuelo le daría yo si volviera; y el señorío de los Noldor ha pasado a mis hijos.»[199]
Pero cuando Finwë abordó a Mandos, éste le dijo: «Está bien que no desees volver, porque te lo habría prohibido hasta que las aflicciones actuales queden muy atrás. Pero es mejor aún que lo hayas ofrecido, privándote a ti mismo, por tu propia voluntad y por conmiseración hacia otro. Es un consejo de curación, del que puede surgir el bien».
Por tanto, cuando Niënna acudió a él y volvió a suplicar por Míriel, Mandos consintió y aceptó la abnegación de Finwë como el rescate de ella. Entonces el fëa de Míriel fue liberado y se presentó ante Manwë y él le dio su bendición; y entonces fue a Lorien y volvió a entrar en su cuerpo, y despertó de nuevo, como alguien que abandona un profundo sueño; y se levantó y tenía el cuerpo descansado. Pero después de meditar largo tiempo en el crepúsculo de Lorien, recordando su vida anterior y las noticias que había oído, seguía habiendo tristeza en su corazón y no deseaba volver con su propio pueblo. Por tanto se dirigió a las puertas de la Casa de Vairë y pidió que la admitieran; y la súplica le fue concedida, aunque en aquella Casa no habitaba ninguno de los Vivos, ni había ningún otro que hubiera regresado a su cuerpo.[200] Pero Vairë aceptó a Míriel, que se convirtió en su sierva principal; y le llevaban todas las noticias de los Noldor a través de los años y desde el principio, y ella las tejía en telas de historias, tan hermosas y hábiles que parecían estar vivas, imperecederas, brillando con la luz de muchos colores más bellos que los de la Tierra Media. A veces se le permite a Finwë que la contemple. Y Míriel todavía trabaja en ella, aunque con otro nombre. Pues ahora la llaman Fíriel,[201] que para los Eldar significa «La que murió»,[202] y también «La que suspiró». Tan hermoso como las telas de Fíriel es un elogio que rara vez se pronuncia, aun de las obras de los Eldar. [289]
Al final del manuscrito de Leyes y costumbres de los Eldar hay algunas páginas de «Notas» toscamente escritas, y he añadido aquí parte de ese material.
(i)
Este debate de los Valar no está del todo inventado. Porque les estaba permitido a los Eldar asistir a todos los consejos, y muchos lo hacían (sobre todo a aquellos que los incumbían directamente, a ellos, a su destino o a su lugar en Arda, como este asunto). Se hace mención de cosas que no habían ocurrido en aquel entonces (¿es . . . profecía?), pero en parte se debe a quienes lo comentaron después. Porque la «Ley de Finwë y Míriel» se encuentra entre los documentos de tradición más profundamente estudiados y sobre los que más se ha reflexionado. Y, tal como se ha visto, se le añadieron muchas preguntas y respuestas que surgieron después.
[?Así,] se hicieron preguntas acerca del destino y la muerte de los Hombres. Todas [?léase También] acerca de otras razas «parlantes», y por tanto «inteligentes»: Ents, Enanos, Trolls, Orcos y las bestias parlantes, como Huan o las Grandes Águilas.
Posteriormente mi padre comentó junto al principio de esta nota que los Eldar no estaban presentes en este debate («¡desde luego, Finwë no!»), y que los Valar informaron a los maestros de los Eldar. [290]
(ii)
[El] «Destino de los Hombres» también fue después comentado por los Eldar, después de encontrarlos y conocerlos. Pero tenían pocas pruebas, y por tanto no sabían o afirmaban, sino que «suponían» o «adivinaban». Una de tales suposiciones era que los Elfos y los Hombres se convertirían en un pueblo. Otra, que algunos hombres, si así lo deseaban, podrían unirse a los Elfos en la Nueva Arda, o visitarlos allí, aunque ése no sería el /logar de los Hombres. La idea más extendida era que el destino de los Hombres es por completo diferente, y que no estaban relacionados con Arda en absoluto.
En el final de esta nota mi padre escribió posteriormente: «Véase sin embargo el texto completo sobre esto en Athrabeth Finrod ah Andreth». Esta obra constituye la Cuarta Parte de este libro.
(iii)
Destino de los Elfos «Inmortales»:? habitar Nueva Arda (o Arda Curada). Probablemente no, en sentido físico. Puesto que lo que implica «la Historia de Arda» parece ser que el Mundo y su Tiempo empiezan y acaban simplemente porque están limitados y no son ni infinitos ni eternos. Cuando su «historia» finita termine será como una obra de arte, hermosa y buena (en conjunto), y desde fuera, es decir, desde fuera del Tiempo o de su Tiempo, puede ser contemplada con asombro y deleite, especialmente por aquellos que participaron en su «Historia». Sólo en ese sentido habitarán los Elfos (o los Hombres) Arda Terminada. Pero la Nueva Arda o Arda Inmaculada (Curada) implicaría una continuación más allá del Fin (o Terminación). De esto nada puede darse por supuesto. Sólo una cosa: como los Elfos (y los Hombres) fueron hechos para Arda, el cumplimiento de su naturaleza precisará de Arda (sin la maldad del Corruptor): por tanto, antes del Fin la Mácula será deshecha o remediada por completo (o absorbida por el bien, la belleza y la alegría). En esa región del Tiempo y del Espacio los Elfos tendrán su morada, pero no estarán allí limitados. No obstante, ningún espíritu bienaventurado procedente de lo que para nosotros todavía está en el futuro puede entrar en nuestros propios [291] espacios de Tiempo. Porque para contemplar la Historia de Arda la Bienaventurada debe abandonar el Tiempo de Arda (en espíritu o con todo su ser). Pero hay quienes utilizan otra analogía, diciendo que habrá en verdad una Nueva Arda, reconstruida desde el principio sin Maldad, y que los Elfos participarán en ella desde el principio. Será en Ëa, dicen, porque sostienen que todo tipo de Creación debe existir en Ëa, puesto que también procede de Eru, y por tanto pertenece al mismo Orden. No creen en mundos contemporáneos y separados excepto como fantasía para diversión de la mente. Son (dicen ellos) o bien completamente incognoscibles, hasta el punto de no poder decir si existen o no, o bien, de existir alguna intersección (por rara que sea), son sólo provincias de una sola Ëa.
En el encabezamiento de la página donde se encuentra la nota mi padre escribió: «Sin embargo véase Athrabeth»: véase (ii) arriba.
NOTAS (179-202)
[Estas notas se refieren a la parte del texto de Leyes y costumbres de los Eldar transcrito a partir del manuscrito A, pp. 269 ss.]