De Thingol y Melian no constituía un capítulo aparte en el manuscrito de QS y su copia mecanografiada, aunque en ambos era un subtítulo (y en El Camino Perdido, V. 255, lo traté de forma separada, numerándolo 3(b)). El primer texto de la revisión de 1951 fue un manuscrito que seguía al final manuscrito del «Texto A» de La llegada de las Elfos (véase p. 186), y es posible que mi padre lo concibiera como capítulo independiente, aunque no está numerado. En el «Texto A», igual que sucedió en el capítulo anterior, se basó QP 1, y el texto final fue QP 2 (donde el capítulo está numerado «4»).
El primer párrafo permaneció inalterado respecto a QS, pero el resto se amplió considerablemente.
De Thingol y Melian
§31De este modo sucedió que Elu-thingol [> Elwë Singollo] y muchos de su pueblo vivieron en Beleriand y no fueron a Valinor.
Melian era una maia, de la raza de los Valar. Moraba en los jardines de Olofantur, y entre todo el hermoso pueblo de él no había nadie más bella que Melian, ni más sabia, ni que mejor [202] conociese los cantos de encantamiento. Se dice que los dioses abandonaban sus trabajos, y que el bullicio de los pájaros de Valinor se interrumpía, que las campanas de Valmar callaban y que las fuentes dejaban de fluir, cuando al mezclarse las luces Melian cantaba en Lorien. Los ruiseñores la acompañaban siempre y ella fue quien les enseñó a cantar. Amaba las sombras profundas de grandes árboles; pero antes de que el mundo fuera hecho, Melian se parecía a Yavanna misma, y en una ocasión partió de Valinor y tras un largo viaje llegó a las Tierras de Aquende, y allí, antes del alba, la voz de Melian y las voces de los pájaros llenaron el silencio de la Tierra Media.
§32Pues bien, sucedió que cuando el viaje estaba por concluir, el pueblo de Elwë descansó largo tiempo en Beleriand, más allá del Gelion; y el Rey Elwë atravesaba a menudo los grandes bosques, pues una gran amistad lo unía con los Noldor, que estaban hacia el oeste, y con Finwë, su señor. Y sucedió que una vez llegó solo al bosque de Nan Elmoth, iluminado por las estrellas, y allí escuchó de pronto el canto de los ruiseñores. Entonces cayó sobre él un encantamiento y se quedó inmóvil; y a lo lejos, más allá de las voces de los lómelindi,[106] oyó la voz de Melian, y el corazón se le colmó de maravilla y de deseo. Olvidó entonces a su gente por completo y todos los propósitos de su mente, y siguiendo a los pájaros bajo la sombra de los árboles, penetró profundamente en Nan Elmoth y se extravió. Pero llegó por fin a un claro abierto a las estrellas, y allí se encontraba Melian; y desde la oscuridad él la contempló con las manos extendidas, y en el rostro de ella estaba la luz de Aman.
No dijo Melian ni una palabra; pero anegado de amor, Elwë se le acercó y le tomó la mano; y en seguida un hechizo operó en él, de modo que así permanecieron los dos mientras las estrellas que giraban sobre ellos medían los largos años; y los árboles de Nan Elmoth se volvieron altos y oscuros antes de que ninguno pronunciara una palabra.
§33Así pues, el pueblo de Elwë, que lo buscó, no pudo encontrarlo, y Olwë fue rey de los Teleri y partieron; pero Elwë Singollo no regresó nunca a través del mar a Valinor, y Melian no volvió allí mientras los dos reinaron juntos; pero de ella tuvieron, [203] tanto los Elfos como los Hombres, la sangre de [léase: de la raza de] los dioses inmortales, como se contará más adelante. En días posteriores Melian y Elwë se convirtieron en Reina y Rey de Elfos Grises, y habitaban en las estancias ocultas de Menegroth, las Mil Cavernas, en Doriath; y como Thingol Mantogrís fue conocido él en la [léase: para todos en la] lengua de esa tierra. Gran poder le dio Melian a Thingol, su esposo, que por sí mismo era grande entre los Eldar, porque sólo él entre todos los Abandonados había visto con sus propios ojos los Árboles en el día del florecimiento, y aunque era rey de los Alamanyar [> Úmanyar], no se lo contó entre los Moriquendi, sino entre los Elfos de la Luz, poderosos en la Tierra Media.