La situación textual de este capítulo es similar a la del anterior, pero más complicada. Después de la sustancial revisión llevada a cabo en los antiguos textos anteriores al Señor de los Anillos siguió un texto mecanografiado escrito por mi padre; no obstante, después de utilizarlo como base de QP 1 realizó más cambios en él (en su mayor parte detalles menores, pero hay una alteración importante en §20), que se han «perdido», puesto que QP 2 es una copia directa de QP 1 y es evidente que nunca comparó los textos en detalle. En esta sección llamaré al texto mecanografiado «Texto A». Por alguna razón se interrumpe en las palabras «aconsejaron a los Elfos que se trasladaran» (cerca del final de §23), que se encuentran en el pie de una página, y a partir de las palabras «al Oeste», en la página siguiente, está escrito a mano. De la parte manuscrita hay dos versiones, la primera con muchas correcciones, y la segunda pasada a limpio.
Sigue ahora el texto de QP 1 (los cambios «perdidos» realizados en el Texto A se dan en el comentario). El sistema de numeración de [187] párrafos de este capítulo, y de todos los demás, precisa de una explicación. Como es habitual, he conservado los números de QS, introduciendo «números de subpárrafos» (como §i8a) allí donde QS no tiene ningún equivalente. Cuando en el texto revisado un párrafo de QS se amplía en dos o varios párrafos (como en §§20, 23) sólo está numerado el primero.
3. De la llegada de los Elfos
§18Durante todo este tiempo, desde que Melkor derribara las Lámparas, la Tierra Media al este de las Montañas estuvo sin luz. Mientras las Lámparas habían brillado, se inició un crecimiento allí que ahora se había interrumpido, porque todo se hizo otra vez oscuro. Pero las más antiguas criaturas vivientes habían aparecido ya: en los mares las grandes algas, y en la tierra la sombra de grandes árboles; y en los valles que la noche vestía había oscuras criaturas, antiguas y vigorosas. En esas tierras y bosques cazaba a menudo Oromë; y allí también iba a veces Yavanna, cantando tristemente; pues se afligía por la oscuridad de la Tierra Media y le apenaba que hubiera sido abandonada. Pero los otros Valar iban rara vez allí; y en el Norte Melkor construyó una fortaleza, y reunió a sus demonios. Estas fueron las primeras criaturas que él creó: sus corazones eran de fuego, pero un manto de tinieblas los cubría, y el terror iba delante de ellos; tenían látigos de fuego. Balrogs los llamaron los Noldor en días posteriores. Y en ese tiempo oscuro Melkor creó muchos otros monstruos de distintas formas y especies que durante mucho tiempo perturbaron el mundo; pero no creó a los Orcos hasta después de observar a los Elfos, y los hizo por mofa de los Hijos de Ilúvatar. El reino de Melkor fue extendiéndose hacia el sur por sobre la Tierra Media.
§18aSucedió que los Valar se reunieron en consejo, y Yavanna habló ante ellos, diciendo: «Oh, vosotros, poderosos de Arda, la Visión de Era fue breve y nos las quitaron pronto, de modo que quizá no podamos sospechar, dentro de un estrecho margen de días, la hora señalada. Esto, sin embargo, tened por seguro: se aproxima la hora, nuestra esperanza tendrá respuesta antes que esta edad termine, y los Hijos despertaran. Pero no será en Aman donde despierten. ¿Dejaremos, pues, las tierras que serán su morada desoladas e invadidas por el mal? [188] ¿Caminarán en la oscuridad mientras nosotros tenemos luz? ¿Llamarán señor a Melkor mientras Manwë está sentado en la Colina Sagrada?»
Y Tulkas gritó: «¡No! ¡Hagamos la guerra sin demora! ¿Acaso no hace mucho que descansamos de la lucha y no se ha renovado ya nuestra fuerza? ¿Se nos opondrá uno solo para siempre?»
Pero por mandato de Manwë habló Mandos, y dijo: «Los Hijos vendrán en esta edad por cierto, pero no todavía. Se ha proclamado además que los Primeros Hijos llegarán en la oscuridad y primero contemplarán las Estrellas. Verán la gran luz cuando empiecen a menguar, y acudirán a Varda cada vez que lo necesiten».
§19Y Varda no dijo nada, pero abandonó el consejo y se dirigió a la montaña de Taniquetil y miró fuera; y contempló la oscuridad y se sintió conmovida.
Entonces Varda recogió el rocío plateado de las tinas de Telperion, y con él hizo estrellas nuevas y más brillantes preparando la llegada de los Primeros Nacidos. Por eso, a quien desde la profundidad de los tiempos y los trabajos de Eä se llamó Tintallë, la Iluminadora, los Elfos le dieron más tarde el nombre de Elentári, la Reina de las Estrellas. Kamil y Luinil, Nénar y Lumbar, Alkarinquë y Elemmírë hizo entonces, y reunió muchas otras de las antiguas estrellas y las puso en el Cielo como signos que los dioses pudieran leer: Wilwarin, Telumendil, Soronúmë y Anarríma; y Menelmakar, con un cinturón resplandeciente que presagia la Última Batalla que se librará. Y alta en el Norte, como reto a Melkor, echó a girar la corona de siete poderosas estrellas: Valakirka, la Hoz de los Dioses y signo de los hados. Muchos nombres han recibido estas estrellas; pero en el Norte, en los Días Antiguos, los Hombres las llamaron la Pipa Ardiente: dijo Pengolod [> (dijo Pengoloð)].
§20Se dice que al poner fin Varda a estos trabajos, y muy largos que fueron, cuando Menelmakar entró en el cielo por primera vez y el fuego azul de Helluin flameó en las nieblas sobre los confines del mundo, a esa misma hora despertaron los Hijos de la Tierra, los Primeros Nacidos de Ilúvatar. A sí mismos se llamaron los Quendi, y nosotros los llamamos Elfos (dijo Ælfwine); pero Oromë los llamó en la lengua de ellos Eldar, [189] pueblo de las estrellas, y desde entonces ese nombre lo llevaron todos los que siguieron a Oromë por el camino del oeste. En el principio eran más fuertes y más grandes de lo que fueron luego; pero no más hermosos, porque aunque la belleza de los Quendi en los días jóvenes sobrepasaba a todo lo creado por Ilúvatar, no se ha desvanecido, sino que vive en el Oeste, y el dolor y la sabiduría la han acrecentado.
Y cuando Oromë contempló a los Elfos se llenó de amor y de asombro, como si fueran seres repentinos, maravillosos e imprevistos. Porque [así] les sucederá siempre a los Valar. Desde fuera del mundo, aunque todas las cosas puedan preconcebirse en la Música o preverse en una visión lejana, para los que en verdad penetran en Eä, cada una a su tiempo aparecerá de improviso como algo novedoso y extraño.
De este modo sucedió que Oromë encontró a los Quendi por azar en sus viajes, cuando aún moraban en silencio sobre el [léase junto al] lago iluminado por las estrellas, Kuiviénen, Agua del Despertar, en el Este de la Tierra Media. Durante un tiempo vivió con ellos y los ayudó a crear una lengua; pues ésa fue su primera obra de arte en la Tierra, y siempre la más cara a sus corazones, y la hermosa habla élfica era dulce para los oídos de los Valar. Entonces Oromë cabalgó de prisa por tierra y mar a Valinor, colmado con el pensamiento de la belleza de los Elfos, y llevó la nueva a Valmar. Y los dioses se regocijaron, y sin embargo sintieron asombro ante sus palabras; pero Manwë estuvo pensando largo tiempo sentado en Taniquetil, y buscó el consejo de Ilúvatar. Y descendiendo luego a Valmar, convocó el consejo de los Grandes, y aun Ulmo acudió desde el Mar Exterior.
Y Manwë dijo a los Valar: «Este es el consejo de Ilúvatar en mi corazón: que recobremos otra vez el dominio de Arda a cualquier precio y libremos a los Quendi de las sombras de Melkor». Se alegró entonces Tulkas; pero Aulë se sintió dolido, y se dice que él (y otros de los Valar) no había querido antes pelear contra Melkor, previendo las heridas que esa lucha abriría en el mundo.
§21Pero ahora los Valar se prepararon y partieron de Aman en pie de guerra, resueltos a atacar la fortaleza de Melkor en el Norte y ponerle fin. Nunca olvidó Melkor que esta guerra se libró para salvación de los Elfos y que ellos fueron la causa de que él cayera. No obstante, los Elfos no tuvieron parte en esos hechos, [190] y poco saben de la cabalgata del poder del Oeste contra el Norte al principio de sus días, y del fuego y el tumulto de la Batalla de los Dioses. En aquellos días la forma de la Tierra Media cambió y se rompió y los mares se movieron. Tulkas fue el que al final luchó con Melkor y lo derrotó, y lo ataron con la cadena Angainor que Aulë había forjado, y lo llevaron cautivo; y el mundo tuvo paz durante una larga edad. No obstante, la fortaleza de Melkor en Utumno tenía muchas bóvedas poderosas y cavernas ocultas con malicioso artificio muy por debajo de la tierra, y los Valar no las descubrieron todas ni las destruyeron por completo, y muchas criaturas malignas quedaron allí; y otras se dispersaron y huyeron a la oscuridad, y erraron por los sitios baldíos del mundo, a la espera de una hora más maligna.
§22Pero cuando la Batalla hubo terminado y de las ruinas del Norte se levantaron grandes nubes que ocultaban las estrellas, los Valar condujeron a Melkor de regreso a Valinor amarrado de pies y manos y con los ojos vendados, y fue arrojado a prisión en las estancias de Mandos, de donde nadie ha huido jamás, ni Vaia, ni Elfo, ni Hombre mortal, salvo por la voluntad de Mandos y Manwë. Vastas son esas estancias, y fuertes, y fueron construidas en el norte de la tierra de Aman. Allí fue condenado Melkor a permanecer por siete [> tres] edades, antes de que fuera juzgado de nuevo o pidiera perdón.
§23Entonces una vez más los dioses se reunieron en consejo y quedaron divididos en el debate. Porque algunos (y de ellos era Ulmo el principal) sostenían que los Quendi deberían tener la libertad de andar como quisiesen por la Tierra Media, y con la capacidad de que estaban dotados ordenar todas las tierras y curar sus heridas. Pero la mayor parte temían por los Quendi abandonados a los peligros del mundo en el engañoso crepúsculo estelar; y se sentían además enamorados de la belleza de los Elfos y deseaban su compañía. Por último, así pues, los Valar convocaron a los Quendi a Valinor, para reunirse allí a las rodillas de los Poderes bajo la luz de los Árboles benditos para siempre. Y Mandos, que no había pronunciado palabra en todo el debate, quebró el silencio y dijo: «Y así ha sido juzgado». Pues este llamamiento fue causa de muchos daños que vinieron después; no obstante, quienes sostienen que los Valar se equivocaran, y tuvieron más en cuenta la beatitud de Valinor que la de la [191] Tierra, e intentaron torcer la voluntad de Ilúvatar para su propio placer, hablan con las lenguas [léase la lengua] de Melkor.
Pero los Elfos en un principio no estuvieron dispuestos a escuchar el llamamiento, porque hasta entonces sólo habían visto a los Valar encolerizados, cuando marchaban a la guerra, excepto a Oromë, y tenían miedo. Por tanto, una vez más les fue enviado Oromë, y éste escogió entre ellos tres embajadores y los llevó a Valmar. Fueron Ingwë, Finwë y Elwë, que más tarde llegaron a reyes de los Tres Linajes de los Eldar; y cuando llegaron se sintieron sobrecogidos por la gloria y majestad de los Valar y tuvieron grandes deseos de la luz y el esplendor de los Árboles. Por tanto volvieron y aconsejaron a los Elfos que se trasladaran al Oeste, y la mayoría de la gente escuchó su consejo. Esto lo hicieron de libre voluntad, y sin embargo los movía la majestad de los dioses, antes de que su propia sabiduría se desarrollara por completo. Los Elfos que obedecieron el llamamiento y siguieron a los tres reyes son llamados los Eldar, el nombre que les dio Oromë; pues él los guio y al fin los condujo hasta Valinor. Pero muchos prefirieron la luz de las estrellas y los amplios espacios de la Tierra Media al rumor de la gloria de los Árboles, y se quedaron atrás. Estos son llamados los Avari, los Renuentes.
§24Los Eldar se dispusieron ahora a emprender una gran marcha desde su primer hogar en el Este. Cuando todo estuvo pronto, Oromë cabalgó al frente en Nahar, el caballo blanco con herraduras de oro; y detrás de él los Eldalië se dividían en tres huestes.
§25La hueste más reducida y la primera en ponerse en marcha era conducida por Ingwë, el más ilustre de los señores de toda la raza élfica. Entró en Valinor y se sienta al pie de los Poderes, y todos los Elfos reverencian su nombre; pero nunca volvió a la Tierra Media, ni volvió a mirarla. Los Lindar [> Vanyar] eran su gente, los más hermosos de los Quendi; son los Altos Elfos, y los bienamados de Manwë y Varda, y pocos de los Hombres han hablado con ellos.
§26Luego llegaron los Noldor, un nombre de sabiduría.[105] [192] Son los Elfos Profundos, y los amigos de Aulë. Su señor era Finwë, el más sabio de todos los hijos del mundo. Su linaje alcanzó un gran renombre en las canciones, pues mucho lucharon y se afanaron en las tierras septentrionales de antaño.
§27La hueste más crecida fue la última en llegar, y éstos recibieron el nombre de Teleri, porque se demoraron en el camino y no fueron unánimes en la decisión de abandonar la penumbra y dirigirse a la luz de Valinor. Encontraban gran deleite en el agua, y los que llegaron por fin a las costas occidentales se enamoraron del Mar. Por tanto se los conoció en Valinor con el nombre de Elfos del Mar, los Soloneldi [> Falmari], porque hacían música junto a la rompiente de las olas. Tenían dos señores, pues eran muy numerosos: Elwë Singollo, que significa Mantogrís, y Olwë, su hermano. El cabello de Olwë era largo y blanco, y azules los ojos; pero el cabello de Elwë era gris y plateado, y tenía los ojos como estrellas; Elwë fue el de mayor estatura de todo el pueblo de los Elfos.
[§28 El párrafo concerniente al pueblo de Dan, que abandonó la Gran Marcha y se volvió al sur, se trasladó después de §29; véase el Comentario.]
§29Éstos son los tres clanes principales de los Eldalië, que llegaron por fin al más extremo Oeste en los días de los Dos Árboles y reciben el nombre de Kalaquendi, los Elfos de la Luz. Pero hubo otros Eldar que emprendieron también la Marcha hacia el Oeste, pero que se perdieron en el largo camino, o se desviaron, o se demoraron en las costas de la Tierra Media. Vivieron junto al Mar o erraron por los bosques y las montañas del mundo, aunque sus corazones siempre estuvieron vueltos al Oeste. A éstos los Kalaquendi llaman los Alamanyar [> Úmanyar], pues nunca llegaron a la Tierra de Aman y al Reino Bendecido. Pero a los Alamanyar [> Úmanyar] y a los Avari los llaman por igual los Moriquendi, los Elfos de la Oscuridad, pues nunca contemplaron la luz que había antes del Sol y la Luna.
Los Alamanyar [> Úmanyar] pertenecían en su mayoría a la raza de los Teleri. Pues los últimos de ese pueblo, arrepintiéndose del viaje, abandonaron la hueste de Olwë, y Dan los dirigía; y se volvieron al sur y viajaron mucho y lejos; y se convirtieron [193] en un pueblo aparte, que no se parecía a sus parientes, excepto en el amor que sentían por el agua, y vivieron casi siempre junto a las cascadas y las corrientes. Mayor conocimiento tenían de las criaturas vivientes, de árboles y hierbas, aves y bestias, que todos los otros Elfos. Los Nandor los llaman. Fue Denethor, hijo de Dan, quien por fin se volvió nuevamente hacia el oeste y condujo parte de ese pueblo por sobre las montañas hacia Beleriand, antes de levantarse la Luna.
§30Otros hubo también de los Teleri que se quedaron en la Tierra Media. Fueron los Elfos de Beleriand, en el oeste de las tierras Septentrionales. Pertenecían a la hueste de Elwë el Gris. Elwë se perdió en los bosques y muchos de su pueblo lo buscaron en vano durante largo tiempo; y así cuando su linaje partió por sobre el Mar se quedaron atrás y no fueron al Oeste. Por tanto se los llama los Sindar, los Elfos Grises, pero a sí mismos se dieron el nombre de Eglath, los Abandonados. Más tarde Elwë se convirtió en su rey, el más poderoso de todos los Alamanyar [falta la corrección por Úmanyar]. Él fue a quien llamaron Thingol en la lengua de Doriath.
[Estos pueblos reciben otros nombres en las canciones e historias. Los Vanyar son los Elfos Benditos, y los Elfos de la Lanza, y los Elfos del Aire, los amigos de los Dioses, los Elfos Sagrados y los Inmortales, y los Hijos de Ingwë; son el Hermoso Pueblo y el Blanco.
Los Noldor son los Sabios, y los Dorados, los Valientes, los Elfos de la Espada, los Elfos de la Tierra, los Enemigos de Melkor, los de Hábiles Manos, los Forjadores de Joyas, los Compañeros de los Hombres, los Seguidores de Finwë.
Los Teleri son los Jinetes de la Espuma, los Cantores de la Orilla, los Libres, y los Rápidos, y los Elfos de la Flecha; son los Elfos del Mar, los Constructores de Barcos, los Pastores de Cisnes, los Recolectores de Perlas, los Elfos Azules, el pueblo de Olwë. Los Nandor son la Hueste de Dân, los Elfos de los Bosques, los Caminantes, los Elfos del Hacha, los Elfos Verdes y los Pardos, el Pueblo Oculto; y los que llegaron al fin a Ossiriand son los Elfos de los Siete Ríos, los Cantores Invisibles, los Que no Tienen Rey, los Desarmados, y el Pueblo Perdido, porque ya no están. Los Sindar son los Lemberi, [194] los Que no se Fueron; son los Amigos de Ossë, los Elfos del Crepúsculo, los Elfos de Plata, los Encantadores, los Guardas de Melian, el Linaje de Lúthien, el pueblo de Elwë. Dijo Pengoloð.]