Segunda sección de los Anales de Aman

Aquí empieza un nuevo Cómputo con la Luz de los Árboles

1[52]

§30Durante mil años de los Árboles los Valar vivieron en beatitud en Valinor más allá de las Montañas de Aman, y la Tierra Media yacía en un crepúsculo bajo las estrellas. Rara vez iban allí los Valar, salvo Yavanna y Oromë; y Yavanna a menudo andaba allí por las sombras, lamentando que todo el crecimiento y todas las promesas de la Primavera de Arda se hubieran diferido. Y puso a dormir a muchas criaturas hermosas que habían despertado en la Primavera, árboles y hierbas, bestias y pájaros, para que no envejecieran y aguardaran el momento de despertar, que no había llegado aún. Pero Melkor moraba en Utumno, y no dormía, sino que vigilaba, y trabajaba; y las criaturas malignas que él había pervertido andaban por las tierras vecinas, y los bosques oscuros y adormecidos eran frecuentados por monstruos y formas espantosas. Y en Utumno creó la raza de demonios que en días posteriores los Elfos llamaron Balrogs. Pero éstos no salieron aún de las puertas de Utumno, debido a la vigilancia de Oromë.

§31Ahora bien, Oromë sentía un gran amor por todas las obras de Yavanna y siempre estaba dispuesto a acudir a su llamada. Y por esta razón, y porque a veces deseaba cabalgar por bosques más grandes y amplios que los estuarios de Valinor, a menudo venía también a la Tierra Media, y allí cazaba bajo las [89] estrellas. Entonces su caballo blanco, Nahar, brillaba como plata en las sombras; y la tierra dormida temblaba con los golpes de los cascos dorados. Y Oromë hacía sonar el gran cuerno, y las montañas le respondían y las criaturas malignas huían; pero Melkor se encogía en Utumno y no se atrevía a salir. Pues se dice que según crecían en él la malicia y la fuerza del odio, desfallecía su corazón; y con toda su sabiduría y su poder y sus muchos sirvientes se volvió cobarde, y sólo luchaba contra aquellos que tenían poca fuerza, atormentaba a los débiles, y confiaba siempre en sus esclavos y criaturas para que le hicieran el maligno trabajo. No obstante, su dominio fue extendiéndose hacia el sur por sobre la Tierra Media, pues Oromë no había acabado de pasar y ya los sirvientes de Melkor se reagrupaban; y la Tierra se cubría de sombras y engaños.

1000

§32Sucedió que los Valar se reunieron en consejo, turbados por las nuevas que Yavanna y Oromë traían de las Tierras Exteriores. Y Yavanna habló ante los Valar, y predijo que la llegada de los Hijos de Ilúvatar se aproximaba, aunque la hora y el lugar de esa llegada sólo los conocía Ilúvatar. Y Yavanna suplicó a Manwë que iluminara la Tierra Media, para contener la malicia de Melkor y confortar a los Hijos; y Oromë y Tulkas hablaron de igual manera, ansiosos por hacer la guerra a Utumno.

§33Pero Mandos habló y dijo que aunque la llegada estaba dispuesta no sería aún durante muchos Años; y los Hijos Mayores llegarían en la oscuridad y primero contemplarían las estrellas. Pues así se había decretado.

§34Entonces Varda abandonó el consejo y desde las alturas de Taniquetil contempló la oscuridad de la Tierra bajo las estrellas innumerables, débiles y lejanas. Inició entonces un gran trabajo, la mayor de todas las obras de los Valar desde que llegaran a Arda.

1000-1050

§35Ahora bien, Varda recogió la luz que brotaba de Telperion y se guardaba en Valinor, e hizo estrellas más nuevas y brillantes. [90] Y reunió muchas otras de las antiguas estrellas y las puso como signos en los cielos de Arda. El mayor de éstos era Menelmakar, el Espada del Cielo. Se dice que era una señal de Túrin Turambar, que habría de venir al mundo, y un presagio de la Última Batalla que se librará al final de los Días.

1050

§36Por último Varda hizo la señal de brillantes estrellas que llaman Valakirka, la Hoz de los Dioses, y la echó a girar en el Norte, como amenaza a Utumno y signo del hado de Melkor.

§37En ese entonces, se dice, despertaron los Quendi, los Hijos Mayores de Ilúvatar: los Hombres los llamaron Elfos, y muchos otros nombres. Junto a las Aguas del Despertar, Kuiviénen, despertaron del sueño de Ilúvatar y sus ojos contemplaron antes que ninguna otra cosa las estrellas del cielo. Por tanto, han amado siempre la luz de las estrellas, y veneran a Varda Elentárië por sobre todos los Valar.

§38En los cambios del mundo, las formas de las tierras y de los mares se han destruido y reconstruido; los ríos no han conservado su curso, ni las montañas se han mantenido firmes; y no hay retomo a Kuiviénen. Pero se dice entre los Quendi que estaba muy lejos en la Tierra Media, al este de Endon (que es el punto central) y al norte; y era una bahía del Mar Interior de Helkar. Y ese mar se encontraba donde habían estado las raíces de la montaña de Illuin antes de que Melkor la derribara. Muchas aguas fluían hacia allí desde las alturas del Este, y lo primero que oyeron los Elfos fue el sonido de las comentes de agua, y el sonido del agua al caer sobre las piedras.

§39Mucho tiempo habitaron los Quendi en esta primera morada junto al agua bsyo las estrellas, y recorrían la Tierra maravillados; y empezaron a hablar y a dar nombres a todas las cosas que percibían. Y a sí mismos se llamaron los Quendi, que significa los que hablan con voces; porque hasta entonces no habían descubierto criatura alguna que hablara o cantara.

§40En ese entonces también, se dice, Melian, la más hermosa de los Maiar, deseosa de contemplar las estrellas, ascendió Taniquetil; y de pronto anheló ver la Tierra Media, y abandonó Valinor y caminó en el crepúsculo. [91]

1085

§41Y cuando los Elfos habían morado en el mundo treinta y cinco Años de los Valar (que son unos trescientos treinta y cinco de nuestros años) sucedió que Oromë cabalgó a Endon en una cacería, y se volvió al norte junto a las orillas de Helkar y pasó bajo las sombras de las Orokarni, las Montañas del Este. Y de pronto Nahar lanzó un gran relincho y se mantuvo inmóvil. Y Oromë, intrigado, permaneció en silencio, y le pareció que en la quietud de la tierra bajo las estrellas oía a lo lejos el sonido de muchas voces que cantaban.

§42Así fue como los Valar encontraron al fin, casi por azar, a aquellos que durante tanto tiempo habían esperado. Y Oromë se asombró al contemplarlos, como si fueran seres imprevistos e impensados; y amó a los Quendi, y los llamó Eldar, el pueblo de las estrellas.

En este punto del manuscrito original se añadió el siguiente pasaje escrito en el margen:

No obstante, de acuerdo con sus conclusiones, los maestros de tradición dicen con pesar que quizá no fuera Oromë el primero de los Grandes en contemplar a los Elfos. Pues Melkor vigilaba, y sus espías eran muchos. Y se cree que sus servidores, acechando en las cercanías, habían extraviado a algunos de los Quendi que se aventuraban lejos, y los llevaron cautivos a Utumno, y allí los esclavizaron. Y se piensa que de estos esclavos provienen los Orkor, que en días posteriores fueron los principales enemigos de los Eldar. Y las mentiras de Melkor no tardaron en extenderse, de modo que los Quendi oyeron rumores de que si alguno de su linaje desaparecía en las sombras y no volvía a ser visto, debían cuidarse de un cazador cruel en un gran caballo, pues él era quien se los llevaba para comérselos. De ahí que cuando Oromë se acercó muchos de los Quendi huyeron y se ocultaron.

El texto original continúa entonces, con la nueva fecha 1086, «Oromë volvió cabalgando de prisa a Valinor y les llevó la nueva a los Valar» (véase §46 abajo). Pero el pasaje añadido que acabo de dar se sustituyó posteriormente en una nueva página por el largo e importante pasaje §43-45 (que aparece en el texto mecanografiado): [92]

§43No obstante, muchos de los Quendi se asustaron ante su llegada. Fue por causa de Melkor. Pues de acuerdo con las conclusiones de los maestros de tradición, Melkor, siempre vigilante, fue el primero en conocer el despertar de los Quendi, y envió sombras y espíritus malignos para que los espiaran y los acecharan. De modo que algunos años antes de la llegada de Oromë, no era infrecuente que si alguno de los Elfos se aventuraba lejos, solo o con escasa compañía, desapareciese y no volviese nunca; y los Quendi dijeron que el Cazador los había atrapado, y tuvieron miedo. Los más antiguos cantos de nuestro pueblo, de los que algunos ecos se recuerdan todavía en el Oeste, hablan de formas sombrías que recorrían las colinas por sobre Kuiviénen y ocultaban súbitamente las estrellas; y del Jinete oscuro que montaba un caballo salvaje y perseguía a los extraviados para atraparlos y comérselos. Ahora bien, Melkor sentía gran odio y temor por las cabalgatas de Oromë, y no se sabe si envió en efecto a sus oscuros servidores a guisa de jinetes, o si envió lejos engañosos rumores, con el fin de que los Quendi se apartaran de Oromë si alguna vez lo encontraban.

§44Así fue que cuando Nahar relinchó y Oromë estuvo realmente entre los Quendi, algunos de ellos se escondieron, y otros huyeron y se extraviaron. Pero los que tenían más coraje y se quedaron comprendieron en seguida que el Gran Jinete era noble y hermoso y no una forma llegada de la Oscuridad; pues en el rostro de Oromë estaba la Luz de Aman, y todos los más nobles de los Quendi se sintieron atraídos por ella.

§45Pero de los desdichados que cayeron en la trampa de Melkor, poco se sabe con certeza. Porque ¿quién de entre los vivos ha descendido a los abismos de Utumno o ha explorado las tinieblas de los consejos de Melkor? Dicen los sabios de Eressëa que todos los Quendi que cayeron en manos de Melkor, antes de la destrucción de Utumno, fueron puestos en prisión, y por las lentas artes de la crueldad, corrompidos y esclavizados; y así crio Melkor la horrible raza de los Orkor, por envidia y mofa de los Eldar, de los que fueron después los más fieros enemigos. Porque los Orkor tenían vida y se multiplicaban de igual manera que los Hijos de Ilúvatar; y Melkor, desde que se rebelara en la Ainulindalë antes del Principio, nada podía hacer que tuviera vida propia ni apariencia de vida, así dicen los sabios. [93] Y en lo profundo del oscuro corazón, los Orkor abominaban del Amo a quien servían con miedo, el hacedor que sólo les había dado desdicha. Quizá sea ésta la más vil de las acciones de Melkor, y la más detestada por Eru.

1086

§46Oromë se demoró un tanto entre los Quendi, y luego volvió cabalgando de prisa a Valinor y les llevó la nueva a los Valar. Y habló de las sombras que perturbaban a Kuiviénen. Entonces los Valar celebraron un consejo y discutieron durante largo tiempo qué hacer para proteger a los Quendi; pero Oromë volvió en seguida a la Tierra Media y habitó con los Elfos.

1090

§47Manwë estuvo pensando largo tiempo en Taniquetil, y por último resolvió hacerle la guerra a Melkor, aunque Arda recibiera aún más heridas en esa lucha. Así pues, por primera vez los Valar atacaron a Melkor, no él a los Valar, y partieron a la guerra con todo su poder, y lo derrotaron por completo. Esto hicieron para salvación de los Elfos, y Melkor lo sabía bien, y no lo olvidó nunca.

1090-1092

§48Melkor salió al encuentro de la arremetida de los Valar en el Noroeste de la Tierra Media, y toda esa región quedó muy destruida. Pero la primera victoria de los ejércitos del Oeste fue rápida y fácil, y los servidores de Melkor huyeron ante ellos a Utumno. Entonces los Valar cruzaron la Tierra Media y montaron guardia en Kuiviénen; y desde entonces los Quendi nada supieron de la Gran Guerra de los Dioses, salvo que la Tierra se sacudía y rugía por debajo de ellos y que las aguas se levantaban; y en el Norte brillaban luces como de grandes fuegos. Pero después de dos años los Valar entraron en el lejano Norte y empezó el largo sitio de Utumno. [94]

1092-110

§49Largo y penoso fue el sitio, y muchas batallas se libraron ante las puertas de Utumno, que los Quendi sólo conocieron de oídas. En ese tiempo la Tierra Media se vio muy afectada, y el Gran Mar que la separaba de Aman se volvió más ancho y profundo. Y todas las tierras del lejano Norte quedaron desoladas en esos días, y así han permanecido; pues allí fue excavada Utumno a mucha profundidad, y sus abismos y cavernas llegaban muy por debajo de la tierra y estaban llenos de fuegos y de grandes huestes que servían a Melkor.

1099

§50Sucedió al fin que las puertas de Utumno fueron derribadas y los techos se hundieron, y Melkor se refugió en el más profundo de los abismos. Desde allí, viendo que todo estaba perdido (por esa vez), envió de repente un ejército de Balrogs, los últimos servidores que le quedaban, y como una marea de fuego atacaron el estandarte de Manwë. Pero fueron rechazados por el viento de su ira y muertos por la luz de su espada; y al fin Melkor se quedó solo. Entonces, al ser uno contra muchos, Tulkas se adelantó como campeón de los Valar y luchó con él y lo tendió de bruces, y lo sujetó con la cadena Angainor. Así acabó la primera guerra del Oeste contra el Norte.