[54]
He comentado ya la relación que existe entre esta versión tan notable y la Ainulindalë C, y he demostrado que fue anterior a C y se compuso antes de la finalización de El Señor de los Anillos (véanse pp. 13-17). He apuntado además que cuando prestó el texto mecanografiado C* a Katherine Farrer en 1948, mi padre lo llamó «Versión Mundo Redondo», y que también le dio el antiguo manuscrito B (con toda probabilidad antes de escribir encima otro texto para desarrollar la versión C), que llamó «Versión Mundo Plano».
En la primera parte de esta versión hay sólo dos detalles que observar. En §15 C* se decía, igual que en C, «las Estancias de Anar», y también igual que en C se corrigió más tarde por «las Estancias de Aman». Esta corrección se realizó al mismo tiempo en ambos textos; sin embargo, en C* mi padre añadió una nota al pie: «Anar= el Sol» (véase p. 58). Y en §19, mientras tanto en C como en D dicen «porque la historia no estaba todavía completa ni los círculos del todo cumplidos cuando la visión les fue arrebatada», C* dice «los círculos de tiempo» (esta lectura se adoptó en el Silmarillion publicado, p. 20).
No obstante, desde cierto punto de §23 y hasta el final de §24 C* desarrolla el texto B de una manera muy diferente de C:
§23De modo que empezaron sus grandes trabajos [rechazado inmediatamente: en el principio del Tiempo y en inconmensurables edades olvidadas] en desiertos inconmensurables e inexplorados, y en edades incontables y olvidadas, hasta que, en los Abismos del Tiempo y en medio de las vastas estancias del Mundo, hubo una hora y un lugar en los que fue hecha la morada de los Hijos de Ilúvatar. Y muchos de los Valar acudieron allí desde las partes más lejanas del cielo. Pero el primero de ellos fue Melkor. Y Melkor consideró la Tierra, mientras era todavía joven y estaba toda en llamas, como su propio reino.
§24Pero Manwë era el hermano de Melkor, y el instrumento principal en el Segundo Tema que Ilúvatar había elevado contra la discordancia de Melkor. Y convocó a otros de sus hermanos y a muchos espíritus tanto mayores como menores, y les dijo: «¡Vayamos a las Estancias de Anar [sin corregir], donde el Sol del Pequeño Mundo está encendido, y vigilemos para que Melkor no lo lleve todo a la mina!»
Y fueron allí, Manwë, Ulmo y Aulë, y otros de los que oirás más tarde, Ælfwine, y he aquí que Melkor estaba antes que ellos; [55] pero tenía poca compañía, excepto unos pocos de aquellos espíritus menores que concertaran sus músicas con la de él; y andaba solo; y la Tierra estaba en llamas. La llegada de los Valar no fue en verdad bienvenida por Melkor, pues no deseaba amigos, sino sirvientes, y dijo: «Este es mi reino, y lo he designado para mí». Pero los Valar respondieron que no podía hacer eso con justicia, pues todos habían participado en su hechura y gobierno. Y hubo lucha entre los Valar y Melkor; y por una vez Melkor partió y se retiró más allá de las flechas del Sol, y meditó sobre su deseo.
Sobre las dos frases que he puesto en cursiva véanse pp. 58-59. La historia de esta versión difiere de la de C, ya que aquí Melkor precedió a los otros Ainur, y la convocatoria de Manwë no se realizó fuera de Arda a otros espíritus que no habían venido aún, sino que fue una invitación a entrar en Arda con él.
A partir del principio de §25 C* vuelve al texto común (más exactamente, a partir de este punto C sigue a C*); la expresión «Reino de Anar» en §25 se corrigió más tarde por «Reino de Arda» (en C este cambio se realizó en el acto de la escritura, p. 34 nota 13). Pero cerca del final de §27 C* diverge otra vez:
… pues tan cierto como los Valar empezaban una obra Melkor la deshacía o corrompía; de modo que los bosques se hicieron fieros, rancios y venenosos, y las bestias se transformaron en monstruos de cuerno y marfil, y pelearon, y tiñeron la tierra con sangre.
En C este pasaje aparece más tarde (§32), y la corrupción descrita fue obra de Melkor sobre las cosas vivientes que nacieron en la luz de las Lámparas; en cambio en C*, como se verá, la historia de las Lámparas había sido abandonada (p. 58).
C* salta entonces desde el final de §27 hasta §31, que en C forma parte de las palabras de Pengolod (Pengoloð) tras el final de la Ainulindalë propiamente dicha, y sigue de esta manera:
§31Y esta historia también la he oído entre los sabios de los Noldor en edades pasadas; que en medio de la Guerra, y antes de que criatura alguna creciera o anduviera sobre la Tierra, hubo una hora en que los Valar estuvieron cerca de la victoria; pues un espíritu de gran fuerza y osadía acudió en ayuda de los [56] Valar, habiendo oído en el cielo lejano que había guerra en el Pequeño Mundo. Y llegó como una tormenta de risa y ruidosas canciones, y la Tierra se estremeció bajo sus grandes pies dorados. Así llegó Tulkas, el Fuerte y el Alegre, cuya furia pasa como un viento poderoso, dispersando nubes y oscuridad por delante. Y la risa de Tulkas sacudió a Melkor, y huyó de la Tierra. Entonces se reunió consigo mismo y convocó todo su poder y su odio, y dijo: «Romperé la Tierra en pedazos, y la desgarraré, y nadie la poseerá».
Pero Melkor no podía hacerlo, pues la Tierra no puede ser destrozada por completo en contra de su destino; no obstante, Melkor tomó una parte, y la asió para sí, y se la quedó por la fuerza; y con ella hizo una pequeña tierra de su propiedad que giraba en el cielo, siguiendo a la tierra más grande dondequiera que fuese, de modo que Melkor podía ver todo lo que pasaba debajo, y podía utilizar su maldad para turbar los mares y sacudir las tierras. Y todavía hay rumores entre los Eldar de la guerra en la que los Valar atacaron la fortaleza de Melkor, y lo expulsaron de allí, y la alejaron de la Tierra, y todavía está en el cielo Ithil, a quien los Hombres llaman la Luna. Hay allí calor intenso y frío insoportable, como podría esperarse de cualquier obra de Melkor, pero al menos ahora está limpia, y sin embargo es completamente estéril; y nada vive allí, ni ha vivido nunca, ni vivirá; pues Ithil se ha convertido en un espejo de la Tierra mayor, capturando la luz del Sol, cuando está visible; y la maldad ha transformado el oro en plata, y la luz del sol en luz de luna, y de su angustia y pérdida la Tierra ha obtenido gran riqueza.
Pero de todos estos asuntos, Ælfwine, otros te hablarán…
Estas últimas palabras constituyen el principio de §28 en C, el final de la Ainulindalë propiamente dicha, y el párrafo aparece en C* prácticamente en la misma forma. Después de esto C* termina de repente con el último pasaje, C §§38-40, que, sin embargo, presenta algunas diferencias notables. §38 dice así en C*:
Pero más allá del Mundo en los Palacios Intemporales, después de la partida de los Valar, hubo silencio, e Ilúvatar estaba sentado, pensando, y los Sagrados que había cerca no se movían. Luego Ilúvatar habló y dijo: «En verdad amo el Mundo de veras y [57] me alegro de que Sea. Y mi pensamiento se inclina hacia el lugar donde se encuentran los palacios de los Elfos y de los Hombres. He aquí que los Eldar serán las más hermosas de las criaturas terrenas, y tendrán y concebirán más belleza que cualquier otro vástago de mi pensamiento; y de ellos será la mayor buenaventura en el Mundo. Pero a los Hombres les daré un nuevo don».
Hay que apuntar que un trozo de manuscrito encontrado con los papeles sobre el adûnaico, comentado en la p. 14, tiene exactamente la estructura de C*: empieza con «Pero de todos estos asuntos, Ælfwine…» y continúa hasta el final del párrafo «… y así tus pies están al principio del camino», a lo que sigue «Pero más allá del Mundo en los Palacios Intemporales…»
§39 es prácticamente igual en ambos textos; en cambio, §40, tras la oración inicial (las palabras de Ilúvatar sobre los Hombres), continúa hasta el final de este modo:
Saben los Eldar, sin embargo, que los Hombres han sido a menudo motivo de dolor para los Valar que los aman, y no menos para Manwë, que conoce mejor que otros la mente de Ilúvatar. Pues los Hombres se asemejan a Melkor más que a todos los Ainur; y sin embargo él los ha temido y los ha odiado siempre, aun a aquellos que le servían.
Uno y el mismo es este don de la libertad: que los Hijos de los Hombres sólo estén vivos en el mundo un breve lapso, y sin embargo no estén atados a él, ni perezcan del todo para siempre. Mientras que los Eldar permanecen hasta el fin de los días, y por tanto su amor por el mundo es más profundo y alegre, excepto cuando recibe algún mal, o se malogra su belleza; entonces amarga es su pena, y el dolor de los Elfos por lo que podría haber sido colma ahora toda la Tierra con lágrimas que los Hombres no oyen. Pero los hijos de los Hombres mueren en verdad y abandonan lo que han hecho o maculado. No obstante, los Eldar dicen que los Hombres se unirán a la Segunda Música de los Ainur, pero sólo Manwë sabe lo que Ilúvatar reserva para los Elfos tras el fin del Mundo: los Elfos lo ignoran, y Melkor no lo ha descubierto.
La última sección §§38-40 fue tachada, y junto a ella mi padre escribió una pregunta, si situarla en «El Silmarillion» o insertarla «en una forma modificada» en un punto anterior del presente texto. [58]
La diferencia fundamental entre C* y C radica en que en C* el Sol está presente desde el principio de Arda (véanse los pasajes en cursiva de §24 en pp. 54-55), y en que el origen de la Luna, «desmitificado» de manera similar mediante la eliminación de toda relación con los Dos Árboles, se sitúa en el contexto de los tumultos de la creación de Arda. De hecho parece extraño que mi padre pudiera concebir la Luna —la Luna, que alimenta la memoria de los Elfos (V. 139, 278)— como un vestigio muerto y destruido del odio de Melkor, a pesar de la belleza de su luz. En consecuencia, la antigua leyenda de las Lámparas fue también abandonada: de ahí el emplazamiento distinto del pasaje sobre la perversión de las criaturas vivientes, p. 55.
No hay ningún tipo de indicación de cómo el mito de los Dos Árboles debía acomodarse a estas nuevas ideas. Sin embargo, para entonces la «desmitificadora» versión C* había sido apartada; y el texto D siguió a C sin rastro de ellas. Los Anales de Aman, obviamente posteriores al final de la serie de la Ainulindalë, condenen un relato completo de la Creación del Sol y la Luna; y en la larga carta que mi padre escribió a Milton Waldman, casi con seguridad en 1951, el antiguo mito está completamente presente y su significación definida (Cartas n.º 131):
Había la Luz de Valinor, hecha visible en los Dos Árboles de Plata y de Oro. Éstos recibieron la muerte por acción maliciosa del Enemigo, y Valinor quedó a oscuras, aunque de ellos, antes de morir por completo, derivan las luces del Sol y la Luna. (Hay aquí una pronunciada diferencia entre estas leyendas y la mayor parte de las demás, pues el Sol no constituye un símbolo divino, sino algo segundo en excelencia, y la «luz del Sol» —el mundo bajo el sol— se convierte en condición de un mundo caído y fuente de una dislocada visión imperfecta.)
En conclusión, sigue sin aclararse la difícil cuestión del nombre Anar en C* y C, para la cual no puedo encontrar una solución satisfactoria. Anar aparece por primera vez en §15, donde se refiere a «morada en las Estancias de Anar, que los Elfos llaman Arda, la Tierra»; y aquí en ambos textos mi padre corrigió más tarde «Anar» por «Aman», mientras que en C* añadió una nota al pie: «Anar- el Sol». En §24 los espíritus que acudieron a ayudar a Manwë «bajaron a las Estancias de Anar», y aquí de nuevo «Anar» se cambió más tarde por «Aman» en C; en C* se dice algo diferente, y en este texto «Anar» no sufrió ningún cambio: Manwë dijo a los otros espíritus «Vayamos a las Estancias de Anar donde el Sol del Pequeño Mundo está encendido». La conservación de «Anar» en C* parece, no obstante, un descuido. Por último, [59] en §25 se llaman «Los Siete Grandes del Reino de Anar», sustituido más tarde en C* y en el momento de la escritura en C por «el Reino de Arda».
El nombre Anar (Anar) = «el Sol» se remonta mucho atrás, a El Camino Perdido, el Quenta Silmarillion, y las Etimologías (véase el índice de El Camino Perdido), y se había repetido en Los papeles del Notion Club (VI. 185, 188), junto a Minas Anor, Anárion, Anórien en El Señor de los Anillos. Por tanto a primera vista parece probable que Anar signifique «el Sol» en los textos de la Ainulindalë. En ese caso la nota al pie de §15 en C* no sería más que un comentario explicativo; mientras que «el Reino de Anar» en §25 = «el Reino del Sol» («el Sol del Pequeño Mundo»): cf. el cambio en D §14 (p. 43) de «toda la anchura del Sol» por «toda la anchura de Arda». El hecho de que en C, donde el mito de la Creación del Sol y la Luna está presente implícitamente, mi padre escribiera «el Reino de Anar» sería explicable suponiendo que tenía C* delante, y escribió «Anar» por descuido antes de cambiarlo inmediatamente por «Arda».
No obstante, hay algo que contradice esta explicación. En §§15-24 «las Estancias de Anar» es el nombre dado a «las vastas estancias del Mundo» con sus «carros de fuego», donde Ilúvatar escogió un lugar para la morada de Elfos y Hombres; y posteriormente Anar > Aman > Ea (p. 44, §23). En este caso la interpretación de Anar como «el Sol» parece imposible. Por tanto es posible que la nota de mi padre sobre C* §15 «Anar = el Sol» (hecha al mismo tiempo que el cambio de «Anar» por «Aman» en el corpus del texto) implique que había utilizado el nombre con otro sentido, pero ahora afirmara que éste y no otro era el significado de Anar.