AINULINDALË

[13]

Existen claras evidencias de que cuando mi padre acabó por fin El Señor de los Anillos volvió con gran energía a las leyendas de los Días Antiguos. En 1950 trabajaba en la nueva versión de la Balada de Leithian (III. 380); y el 10 de mayo de 1951 apuntó (V. 341) que había revisado el Quenta Silmarillion hasta el final de la historia de Beren y Lúthien. La última página de la posterior Historia de Tuor; donde el manuscrito degenera a simples notas antes de finalmente interrumpirse (Cuentas Inconclusos p. 77), está escrita en una página de un calendario de compromisos con fecha de septiembre de 1951, y el mismo calendario, con fechas de septiembre, octubre y noviembre de 1951, se utilizó para escribir notas sobre Tuor y los Anales Grises (la última versión de los Anales de Beleriand y una obra estrechamente relacionada con los Anales de Aman, la última versión de los Anales de Valinor). La descripción, de aproximadamente diez mil palabras, de los «ciclos» de las leyendas, escrita para Milton Waldman de la editorial londinense Collins y reproducida en parte en Cartas de J. R. R. Tolkien (n.º 131), data probablemente de finales de ese año.

Hasta hace poco tiempo estaba totalmente convencido de que todos los elementos de la obra sobre los Días Antiguos correspondían a los años 1950 y 1951; sin embargo, he descubierto pruebas inequívocas de que de hecho mi padre había retomado la Ainulindalë años antes de acabar El Señor de los Anillos. Como se verá más adelante, no se trata sólo de definir correctamente la historia textual, sino que constituye una cuestión de fundamental importancia.

Hace mucho tiempo que conozco la existencia de hechos desconcertantes en la historia de la reescritura de la Ainulindalë El cuidado manuscrito anterior a la conclusión de El Señor de los Anillos, que llamé «B», fue descrito e impreso en V. 181 ss.; como apunté allí, «muchos años después el manuscrito se convirtió en el vehículo de una revisión exhaustiva, cuando se habían introducido grandes cambios en la concepción cosmológica». Tan drástica fue la revisión (con una gran cantidad de materia] nuevo escrito en el dorso de las hojas) que como resultado tenemos en el mismo manuscrito dos versiones distintas de la obra, completamente divergentes en aspectos esenciales. Llamaré a este nuevo texto «C». [14]

Ahora bien, mi padre mecanografió un nuevo texto también basado directamente en la Ainulindalë B de los años treinta. En esta versión el cambio de la cosmología es mucho más radical, podría decirse que devastador: el Sol existe, por ejemplo, desde el principio de Arda. Me referiré a este texto como «C*».

Una peculiaridad de C* es que durante largo tiempo guarda una estrecha relación con C y, sin embargo, difiere constantemente de él, aunque siempre en detalles de poca importancia. En muchos casos mi padre escribió después el texto de C en la copia a máquina. Daré un solo ejemplo, un pasaje de §25 (pp. 26-27). La copia mecanografiada de C* dice:

Pero cuando se vistieron, algunos Valar tomaron forma y temperamento de hombre y otros de mujer; y la elección que así tomaron procede, sin duda, del temperamento que tenía cada uno desde su mismo origen; pues el cuerpo de hombre o mujer no es para ellos más que el vestido.

El texto C dice aquí:

Pero cuando se vistieron, algunos Valar tomaron forma de hombre y otros de mujer; porque esa diferencia de temperamento la tenían desde el principio, y se encarna en la elección de cada uno, del mismo modo que el vestido entre nosotros puede mostrar al varón o la mujer, pero no los hace.

En C este pasaje se escribió al mismo tiempo que el precedente y el posterior, forman una unidad; en cambio, en C* el pasaje mecanografiado original fue tachado y sustituido por el texto de C a lápiz.

La única explicación posible parece ser que C* fuera anterior a C; sin embargo, sería extraordinario e incluso increíble que mi padre primero mecanografiara una versión clara del viejo manuscrito B y luego volviera al manuscrito para escribir, algo caóticamente, un nuevo texto encima, sobre todo teniendo en cuenta que C* y C son en gran parte muy similares.

Cuando trabajaba en los Papeles del Notion Club encontré, entre toscos apuntes y notas sobre la lengua adûnaica, un reverso de media hoja con un pasaje de la Ainulindalë escrito a lápiz con la letra más rápida de mi padre. Aunque no hay pruebas de que mi padre trabajara en la Ainulindalë ya en 1946 (el año al que atribuyo el desarrollo del adûnaico, durante un largo paréntesis en la escritura de El Señor de los Anillas, cuando El Retomo del Rey apenas estaba empezado: véase El fin de la Tercera Edad, pp. 20-21 y La caída de Númenor, p. 12), esto lo hace [15] suponer; y como se verá dentro de un momento, hay pruebas indudables de que el texto C* existía ya en 1948. Además, en un rasgo estructural esencial C* se basa en esta porción de texto, y C no (véase p. 56); así pues, parece muy probable que C* fuera mecanografiado basándose en un texto muy tosco del cual sólo sobrevive el reverso de media hoja.

En este punto he de mencionar que en la primera página de C* mi padre escribió más tarde «Versión Mundo Redondo», y (sin duda al mismo tiempo) en la página de título de B/C escribió «Antigua versión Mundo Plano», donde la palabra «antigua» fue una adición posterior. Obviamente, sería muy interesante saber cuándo las tituló así; y la respuesta se deduce de las pruebas siguientes. La primera es un borrador de una carta, sin fecha ni indicación del destinatario:

Se supone que estas historias son una traducción de las obras conservadas de Ælfwine de Inglaterra (c. 900), a quien los Elfos llamaron Eriol, que el viento al oeste de Irlanda hizo llegar al «Camino Recto» y encontró Tol Eressëa la Isla Solitaria.

A la vuelta trajo copias y traducciones de muchas obras. No la molestaré con las formas anglosajonas. (La única marca que dejaron es el uso de c por k como en Celeb- junto a Keleb-.)

Todas estas historias están narradas por los Elfos y no tratan principalmente de los Hombres.

Me he permitido incluir otras 2.

(1) Una versión «Mundo Redondo» de la «Música de los Ainur».

(2) Una versión «humana» de la Caída de Númenor narrada desde el punto de vista de los Hombres, y con nombres en una lengua no élfica. «El hundimiento de Anadûnê». También es «Mundo Redondo».[1]

Los mitos élficos son «Mundo Plano». Una verdadera pena, pero es demasiado esencial para cambiarlo.

En el reverso del papel escribió: «Por el momento no puedo encontrar la Historia llamada Los Anillos de Poder», y volvió a mencionar en términos muy similares «otras dos historias» que iba a «incluir».

Hay otro borrador de esta carta que, aunque tampoco está datado, fue escrito en el Merton College y dirigido a la señora Katherine Farrer, la esposa del doctor Austín Farrer, teólogo y en esa época capellán del Trinity College:

Estimada señora Farrer:

Se supone que estas historias (no he incluido su pequeño marco contextual) son una traducción de las obras conservadas [16] de Ælfwine de Inglaterra (c. 900), que el viento al oeste de Irlanda hizo llegar al «Camino Recto» y encontró la Isla Solitaria, Tol Eressëa, más allá de los mares.

Allí aprendió antiguas tradiciones, y a la vuelta trajo traducciones y extractos de obras de tradición élfica. El ejemplar del «anglosajón» original no está incluido.

Todas estas historias están narradas por los Elfos y no tratan principalmente de los Hombres.

Me he permitido incluir, además del «Silmarillion» o crónica principal, uno o dos «mitos» relacionados: «La Música de los Ainur», el Principio; y las Historias Posteriores:[2] «Los Anillos de Poder» y «La Caída de Númenor», que enlazan con la tradición hobbit de la posterior o «Tercera Edad».

Suyo

JRRT

El final del borrador, desde «y las Historias Posteriores», fue tachado con la indicación «no incluido».

No cabe duda de que se trata de borradores de la carta sin fecha dirigida a Katherine Farrer que se imprimió como n.º 115 en Cartas de J. R. R. Tolkien, pues aunque en esa versión poco queda de los borradores, contiene las palabras «Estoy desolado (por mí mismo) al no poder encontrar los “Anillos de Poder”, que junto con la “Caída de Númenor”, es el eslabón entre el Silmarillion y el mundo de los Hobbits».

En el primero de los dos borradores transcritos arriba, mi padre dijo que en el material que le iba a prestar a Katherine Farrer incluía «otras dos», una de las cuales era «una versión “Mundo Redondo” de la “Música de los Ainur”»; cabe suponer que esto significa que iba a darle dos versiones, «Mundo Plano» y «Mundo Redondo». Actualmente se conserva parte de una carta que le escribió Katherine Farrer, donde mi padre apuntó una fecha a lápiz: «Octubre de 1948». Para entonces ella había recibido y leído lo que mi padre le había enviado, y entre sus inteligentes observaciones, profundamente entusiastas, dijo: «Me gustan más las versiones de la Tierra Plana. La esperanza del Cielo es lo único que hace tolerable a la moderna astronomía: de otro modo debe haber un Este y un Oeste y unos Muros: metas y alternativas y no un círculo de viajes interminables».

Debió de ser al preparar los textos para ella cuando escribió las palabras «Versión Mundo Plano» y «Versión Mundo Redondo» en los textos B/C y C* de la Ainulindalë. El resto sólo son conjeturas; pero yo supongo que la «Versión del Mundo Plano» era el antiguo manuscrito B antes de escribir encima las revisiones y nuevos elementos que constituyen la versión C. Es posible que la opinión de Katherine Farrer [17] influyera de alguna manera a mi padre en su decisión de realizar en el antiguo manuscrito esta nueva versión C, en gran parte basada en C*. corrigiendo C* de acuerdo con nuevas lecturas. Por tanto:

Ainulindalë B, un manuscrito de los años treinta. Cuando se lo prestó a Katherine Farrer en 1948 escribió en él «Versión Mundo Plano».

Una nueva versión, perdida excepto por un único reverso de hoja, escrita en 1946.

Una copia mecanografiada, Ainulindalë C*, basada en ese texto. Cuando lo prestó en 1948 escribió en él «Versión Mundo Redondo».

Ainulindalë C, compuesto después de la devolución de los textos escribiendo encima del viejo manuscrito B, y eliminando ciertos elementos radicalmente innovadores presentes en C*.

De este modo se explicaría completamente cómo es posible que el texto mecanografiado C* precediera a la complicada y confusa revisión del viejo manuscrito (C), que fue un precursor de la última revisión de la obra que escribió mi padre, Ainulindalë «D», hecha con toda probabilidad no mucho después de C.

Ainulindalë C* fue por tanto un experimento, concebido y compuesto, según parece, antes de la escritura de El Retomo del Rey, y sin duda alguna antes de la finalización de El Señor de los Anillos. Luego lo dejó a un lado; pero como se dirá más adelante en este libro, nunca lo olvidó por completo.

Por tanto, siguiendo un estricto orden cronológico, C* debería transcribirse el primero; no obstante, debido a las peculiaridades que presenta no es posible tomarlo como texto base. Es necesario en consecuencia cambiar el orden cronológico, así que daré primero la versión C entera, seguida de una descripción completa de la evolución del texto final D, y por último comentaré C* al final de la Primera Parte.

Antes de dar el texto de C, no obstante, existe un breve documento útil a la hora de datar los textos. Se trata de una breve lista aislada de nombres y definiciones titulada Cambios en la última revisión 1951.[3]

Atani N [oldorin] Edain = Hombres Occidentales o Padres de los Hombres

Pengoloð[4]

Aman nombre de la tierra más allá de Pelóri o montañas de Valinor, de la cual es parte Valinor

Melkor[5]

Arda nombre élfico de la Tierra = nuestro mundo. También Reino de Arda = región cercada. Campo de Arda.

Illuin Lámpara del Norte = Helkar[6] [18]

Ormal Lámpara del Sur = Ringil6

Isla de Almaren en el Gran Lago

Valaróma = Cuerno de Oromë

Eru = Ilúvatar

Ëa = Universo de lo que Es

No todos estos nombres aparecen aquí por primera vez, por supuesto; por ejemplo, Eru y Arda se remontan al trabajo de mi padre en Los papeles del Notion Club y El Hundimiento de Anadûnê, al igual que Aman (donde, sin embargo, era el nombre adûnaico de Manwë).

En Ainulindalë C aparecen Arda, Melkor y Pelóri, pero las Lámparas se llaman Foros y Hyaras, no Illuin y Ormal, y la Isla en el Gran Lago es Almar, no Almaren. En la primera versión del texto final D se encuentran Atará, Almaren y Aman, pero Aman no se refería al Reino Bendecido; las Lámparas son Forontë y Hyarantë, y el Cuerno de Oromë Rombaras. Estas diferencias respecto a la «lista de 1951» demuestran que la Ainulindalë D ya existía para entonces.

Doy ahora el texto íntegro de la Ainulindalë C. Al sobrevivir gran parte de la antigua versión, a pesar de los cambios radicales en la estructura y de la adición de gran cantidad de material nuevo, en realidad no es necesario darlo por entero, pero presentarlo en forma de notas textuales dificultaría enormemente el seguimiento de su evolución; además, la Ainulindalë C constituye un importante documento en la historia de la concepción mitológica de la creación del Universo. De hecho la reestructuración que dio lugar a C a partir de B se realizó en diferentes etapas, y a veces resulta caótica, con numerosos cambios y sustituciones; mi objetivo no es desenmarañar las distintas capas, sino ofrecer la versión definitiva después de todos los cambios, con unas cuantas variaciones que tuvieron lugar durante la realización de C apuntadas en las notas que siguen al texto (p. 34). He numerado los párrafos para facilitar las referencias posteriores.

En la página del título las palabras originales «Escrita por Rúmil de Tûn» (V. 182) se ampliaron del siguiente modo:

Escrita por Rúmil de Túna

y narrada a Ælfwine en Eressëa

(según sus registros)

por Pengoloð el Sabio

La forma Túna por Tûn como nombre de la ciudad data de la primera capa de correcciones de QS (anterior al Señor de los Anillos, véase V. 261, §39). Como en El Señor de los Anillos la ciudad es Tirion, cabría pensar que la ampliación del título se realizó en el periodo anterior; sin embargo, en una versión posterior de la página del título (p. 43) mi padre conservó «Rúmil de Túna», y en los Anales de Aman utilizó a menudo [19] Túna (junto a Tirion) como nombre general de «la ciudad de la colina» (véase p. 110, §67).

En ninguna de las páginas de título de los textos correspondientes al periodo anterior se dice que Pengolod (Pengolod) instruyera de hecho al propio Ælfwine, sino que se cita como autor de las obras que Ælfwine vio y tradujo.[7]

La Música de los Ainur

y la llegada de los Valar

Estas son las palabras de Pengoloð[8] a Ælfwine sobre el principio del mundo.

§1Estaba Ilúvatar, el Padre de Todos, y primero hizo a los Ainur, los Sagrados, que eran los hijos de su pensamiento, y estuvieron con él antes de que se hiciera todo lo demás. Y les habló y les propuso temas musicales, y cantaron ante él, y se sintió complacido. Pero por mucho tiempo cada uno de ellos cantó solo, o junto con unos pocos, mientras los demás escuchaban; pues cada uno sólo entendía la parte de la mente de Ilúvatar de la que provenía él mismo, y eran muy lentos en comprender a sus hermanos. Sin embargo, mientras escuchaban alcanzaban una comprensión más profunda y crecían el acuerdo y la armonía.

§2Y sucedió que Ilúvatar convocó a todos los Ainur, y les comunicó un tema poderoso, descubriendo para ellos cosas más grandes y maravillosas de las reveladas hasta entonces; y la gloria del principio y el esplendor del final asombraron a los Ainur, de modo que se inclinaron ante Ilúvatar y guardaron silencio.

§3Entonces dijo Ilúvatar: «Del tema que os he comunicado, quiero ahora que hagáis, juntos y en armonía, una Gran Música. Y como os he inflamado con la Llama Imperecedera, mostraréis vuestros poderes en el adorno de este tema, cada cual con sus propios pensamientos y recursos, si así le place. Pero yo me sentaré y escucharé, y será de mi agrado que por medio de vosotros una gran belleza despierte en canción».

§4Entonces las voces de los Ainur, como de arpas y laúdes, caramillos y trompetas, y violas y órganos, y como de coros incontables que cantan con palabras, empezaron a convertir el [20] tema de Ilúvatar en una gran música; y un sonido se elevó de melodías interminables que se alternaban, entretejidas en una armonía que iba más allá del oído hasta las profundidades y las alturas, y los lugares donde moraba Ilúvatar se llenaron hasta rebosar, y la música y el eco de la música salieron al Vacío, y no estuvo vacío. Nunca han vuelto los Ainur a hacer una música como esa música, aunque se ha dicho que los coros de los Ainur y los Hijos de Ilúvatar harán ante él una música todavía más grande tras el fin de los días.[9] Entonces los temas de Ilúvatar se tocarán correctamente, y cobrarán Ser en el momento en que aparezcan, pues todos entenderán entonces el propósito de cada una de las partes, y conocerán la comprensión de los demás, e Ilúvatar pondrá en los pensamientos de ellos el fuego secreto y se sentirá muy complacido.

§5Pero ahora Ilúvatar escuchaba sentado, y durante un largo rato le pareció bien, pues no había fallas en la música. Pero a medida que el tema prosperaba, el corazón de Melkor deseó entretejer cosas de su propia imaginación que no se acordaban con el tema de Ilúvatar; porque intentaba así acrecentar el poder y la gloria de la parte que le había sido asignada. A Melkor, entre los Ainur, le habían sido dados los más grandes dones de poder y conocimiento, y tenía parte en todos los dones de sus hermanos; y con frecuencia había ido solo a los lugares vacíos en busca de la Llama Imperecedera. Porque grande era el deseo que ardía en él de dar Ser a cosas propias, y le parecía que Ilúvatar no se ocupaba del Vacío, cuya desnudez lo impacientaba. No obstante, no encontró el Fuego, pues está con Ilúvatar. Pero hallándose solo, había empezado a concebir pensamientos propios, distintos de los de sus hermanos.

§6Melkor entretejió ahora algunos de estos pensamientos en la música, e inmediatamente una discordancia se alzó en torno, y muchos de los que cantaban cerca se desalentaron, se les confundió el pensamiento y la música vaciló; pero algunos empezaron a concertar su música con la de Melkor más que con el pensamiento que habían tenido en un principio. Entonces la discordancia de Melkor se extendió todavía más, y las melodías escuchadas antes naufragaron en un mar de sonido turbulento. Pero Ilúvatar escuchaba sentado, hasta que le pareció que alrededor del trono había estallado una furiosa tormenta, como de [21] aguas oscuras que batallaran entre sí con una cólera interminable que nunca sería apaciguada.

§7Entonces Ilúvatar se puso en pie, y los Ainur vieron que sonreía; y levantó la mano izquierda, y un nuevo tema nació en medio de la tormenta, parecido y sin embargo distinto al anterior, y que cobró fuerzas y tenía una nueva belleza. Pero la discordancia de Melkor se elevó rugiendo y luchó contra él, y una vez más hubo una guerra de sonido, más violenta que antes, hasta que muchos de los Ainur se desanimaron y dejaron de cantar, y Melkor prevaleció. Otra vez se incorporó entonces Ilúvatar, y los Ainur vieron que estaba serio; y levantó la mano derecha; y he aquí que un tercer tema brotó de la confusión, y era distinto de los otros. Porque pareció al principio dulce y suave, un mero murmullo de sonidos leves en delicadas melodías, pero no pudo ser apagado, y creció, y adquirió poder y profundidad. Y pareció por último que dos músicas se desenvolvían a un tiempo ante el asiento de Ilúvatar, por completo discordantes. La una era profunda, vasta y hermosa, pero lenta y mezclada con un dolor sin medida que era la fuente principal de su belleza. La otra había alcanzado ahora una unidad propia; pero era estridente, vana e infinitamente repetida, y poco armónica, pues sonaba como un clamor de múltiples trompetas que bramaran unas pocas notas, todas al unísono. E intentó ahogar la otra música con una voz violenta, pero pareció que la música de Ilúvatar se apoderaba de las notas más triunfantes y las entretejía en su propia solemne estructura.

§8En medio de esta batalla, que sacudía las estancias de Ilúvatar y estremecía unos silencios hasta entonces inmutables, Ilúvatar se puso de pie por tercera vez, y era terrible mirarlo a la cara. Levantó entonces ambas manos, y en un acorde, más profundo que el Abismo, más alto que el Firmamento, más glorioso que el Sol, penetrante como la luz de los ojos de Ilúvatar, la Música cesó.

§9Entonces Ilúvatar habló, y dijo: «Poderosos son los Ainur, y entre ellos el más poderoso es Melkor; pero sepan él y todos los Ainur que yo soy Ilúvatar; os mostraré las cosas que habéis cantado e interpretado, para que veáis lo que habéis hecho. Y tú, Melkor, verás que ningún tema puede tocarse que no tenga en mí su fuente más profunda, y que nadie puede alterar la música a mi pesar. Pues aquel que lo intente no será más que mi instrumento para la creación de cosas más maravillosas todavía, que él no ha imaginado».

§10Entonces los Ainur tuvieron miedo, y no comprendían las palabras que les decía Ilúvatar; y llenóse Melkor de vergüenza, de la que nació un rencor secreto. Pero Ilúvatar se irguió resplandeciente, y se alejó de las hermosas regiones que había hecho para los Ainur; y los Ainur lo siguieron.

§11Pero cuando hubieron llegado al Vacío, Ilúvatar les dijo: «¡Contemplad vuestra Música!». Y les mostró una visión, dándoles vista donde antes sólo había oído; y vieron un nuevo Mundo hecho visible ante ellos, y era un globo en el Vacío, y allí se sostenía, pero no estaba hecho de él. Y mientras lo miraban y se admiraban, el Mundo empezó a desplegar su historia y les pareció que vivía y crecía.

§12Y cuando los Ainur hubieron mirado un rato en silencio, volvió a hablar Ilúvatar: «¡Contemplad vuestra música! Este es vuestro canto; y cada uno de los que participasteis en él encontrará aquí, entre lo que os he propuesto, todas las cosas que en apariencia habéis inventado o añadido por vuestra cuenta. Y tú, Melkor, descubrirás todos los pensamientos secretos de tu propia mente y entenderás que son sólo una parte del todo y tributarios de su gloria».

§13Y muchas otras cosas dijo Ilúvatar a los Ainur en aquella ocasión, y por causa del recuerdo de sus palabras, y por el conocimiento que cada uno tiene de la música que él mismo ha compuesto, los Ainur saben mucho de lo que era, lo que es y lo que será, y pocas cosas no ven. Sin embargo, algunas cosas hay que no pueden ver, ni a solas ni consultándose entre ellos (como tú oirás, Ælfwine); pues a nadie más que a sí mismo ha revelado Ilúvatar todo lo que tiene en reserva, y en cada edad aparecen cosas que son nuevas e imprevistas, pues no proceden del pasado. Y así fue que mientras la visión del mundo se desplegaba ante ellos, los Ainur vieron que contenía cosas que no habían pensado antes. Y vieron con asombro la llegada de los Hijos de Ilúvatar y las estancias preparadas para ellos, y advirtieron que cuando trabajaban en su música ellos mismos habían estado preparando esa morada, pero ignorando que tuviese algún otro propósito que su propia belleza. Porque sólo él había [23] concebido a los Hijos de Ilúvatar; y llegaron con el Tercer Tema,[10] y no estaban en aquel que Ilúvatar había propuesto en un principio, y ninguno de los Ainur había intervenido en su creación. Por tanto, mientras los contemplaban, más los amaban, pues eran criaturas distintas de ellos mismos, extrañas y libres, en las que veían reflejada de nuevo la mente de Ilúvatar, y conocieron aun entonces algo más de su sabiduría, que de otro modo habría permanecido oculta aun para los Sagrados.

§14Ahora bien, los Hijos de Ilúvatar son Elfos y Hombres, los Primeros Nacidos y los Seguidores. Y entre todos los esplendores del Mundo, las vastas salas y los espacios, y los carros de fuego, Ilúvatar escogió como morada un si tío en los Abismos del Tiempo y en medio de las Estrellas innumerables. Y puede que esa morada parezca algo pequeña a aquellos que sólo consideran la majestad de los Ainur, y no su terrible sutileza —como quien tomara toda la anchura del Sol para levantar allí una columna y la elevara hasta que el cono de la cima fuera más punzante que una aguja—, o quien considerara sólo la vastedad inconmensurable del Mundo, que los Ainur aún están modelando, y no la minuciosa precisión con que dan forma a todas las cosas que en él se encuentran. Pero debes entender, Ælfwine, que cuando los Ainur hubieron contemplado esa morada en una visión y luego de ver a los Hijos de Ilúvatar que allí aparecían, muchos de los más poderosos de entre los Sagrados se volcaron en pensamiento y deseo sobre ese sitio. Y de éstos Melkor era el principal, como también había sido al comienzo el más grande de los Ainur que participaran en la Música. Y fingió, aun ante sí mismo al comienzo, dominando los torbellinos de calor y de frío que lo habían invadido, que deseaba ir allí y ordenarlo todo para beneficio de los Hijos de Ilúvatar. Pero lo que en verdad deseaba era someter tanto a Elfos como a Hombres a su voluntad, pues envidiaba los dones que Ilúvatar les había prometido; y él mismo deseaba tener súbditos y sirvientes, y ser llamado Señor, y gobernar otras voluntades.

§15Pero los otros Ainur contemplaron esa morada puesta en las Estancias de Aman,[11] que los Elfos llaman Arda, la Tierra, y al ver la luz se regocijaron, y los ojos se les alegraron en la contemplación de muchos colores; pero el rugido del mar los inquietó sobremanera. Y observaron los vientos y el aire, y las materias [24] de que estaba hecha la Tierra Media,[12] el hierro y la piedra, la plata y el oro, y muchas otras sustancias; pero de todas ellas el agua fue la que más alabaron. Y dicen los Eldar que el eco de la Música de los Ainur vive aún en el agua, y muchos de los Hijos de Ilúvatar escuchan aún insaciables las voces del mar, aun sin saber lo que buscan.

§16Ahora bien, aquel Ainu a quien llamamos Ulmo volvió sus pensamientos al agua, y de todos fue él a quien Ilúvatar dio más instrucción en música. Pero sobre aires y vientos quien más había reflexionado era Manwë, noble de nobles entre los Ainur. En la materia de la Tierra había pensado Aulë, a quien Ilúvatar había concedido una capacidad y conocimiento apenas menores que los de Melkor; pero lo que deleitaba y enorgullecía a Aulë era la tarea de hacer y las cosas hechas, y no la posesión ni él mismo, por lo que se convirtió en un hacedor y maestro, y nadie lo ha llamado Señor.

§17Ahora bien, Ilúvatar habló a Ulmo y dijo: «¿no ves cómo aquí, en este pequeño reino en los Abismos del Tiempo y en medio de las Estrellas innumerables, Melkor ha declarado la guerra en tu dominio? Concibió un frío crudo e inmoderado, y sin embargo no ha destruido la belleza de tus fuentes, ni la de tus claros estanques. ¡Contempla la nieve, y la astuta obra de la escarcha! ¡Contempla las torres y palacios de hielo! Melkor ha concebido calores y fuegos sin restricción, y no ha marchitado tu deseo, ni ha ahogado por completo la música del mar. ¡Contempla más bien la altura y gloria de las nubes, y las nieblas y los vapores siempre cambiantes, y escucha caer la lluvia sobre la Tierra! Y en esas nubes eres llevado aún más cerca de Manwë, tu amigo, a quien amas».

§18Respondió entonces Ulmo: «Sí, en verdad, mi corazón no había imaginado que el Agua llegara a ser tan hermosa, ni mis pensamientos secretos habían concebido el copo de nieve, ni había nada en mi música que contuviese la caída de la lluvia. Iré en busca de Manwë, ¡y juntos él y yo haremos melodías que serán tu eterno deleite!». Y Manwë y Ulmo fueron desde el principio aliados, y en todo cumplieron con fidelidad los propósitos de Ilúvatar.

§19Pero he aquí que mientras Ulmo hablaba todavía, y los Ainur miraban absortos, la visión se apagó y se ocultó a sus ojos; [25] y les pareció que en ese momento percibían algo nuevo, la Oscuridad, que no habían conocido antes excepto en pensamiento. Pero se habían enamorado de la belleza de la visión y habían contemplado embelesados el despliegue del Mundo que allí cobraba ser, y les colmaba la mente; porque la historia no estaba todavía completa ni los círculos del todo cumplidos cuando la visión les fue arrebatada, y se sintieron intranquilos.

§20Por tanto Ilúvatar los llamó y dijo; «Sé lo que vuestras mentes desean: que aquello que habéis visto sea en verdad, no sólo en vuestro pensamiento, sino como vosotros sois, y aun otros. Por tanto, digo: ¡Qué Sean estas cosas! Y enviaré al Vacío la Llama Imperecedera, y estará en el corazón del Mundo, y el Mundo será; y aquellos de entre vosotros que lo deseen, podrán descender a él». Y de pronto vieron los Ainur una luz a lo lejos como si fuera una nube con un viviente corazón en llamas; y supieron que no era sólo una visión, sino que Ilúvatar había hecho algo nuevo.

§21Así sucedió que de los Sagrados algunos siguieron morando con Ilúvatar más allá de los confines del Mundo; pero otros, y entre ellos muchos de los más grandes y más hermosos, se despidieron de Ilúvatar y descendieron al Mundo. Pero Ilúvatar les impuso esta condición, quizá necesaria para el amor de ellos: que desde entonces en adelante sus poderes se limitaran y sujetaran al Mundo, y ellos se quedaran allí por siempre, de modo tal que ellos fuesen la vida del Mundo y el Mundo la vida de ellos. Y por esto mismo, Ælfwine, los llamamos los Valar, los Poderes del Mundo.

§22Pero he aquí que al principio, cuando los Valar entraron en el Mundo, se sintieron desconcertados y perdidos, pues les pareció que nada de lo que habían visto en la visión estuviera hecho todavía, y que todo estaba a punto de empezar y aún informe y a oscuras. Porque la Gran Música sólo había sido el desarrollo y la floración del pensamiento en los Palacios Intemporales, y la Visión, sólo una prefiguración; pero ahora habían entrado en el principio del Tiempo, y los Valar advertían que el Mundo sólo había sido predicho en la canción, y que ellos tenían que completarlo.

§23De modo que empezaron sus grandes trabajos en desiertos inconmensurables e inexplorados, y en edades incontables [26] y olvidadas, hasta que, en los Abismos del Tiempo y en medio de las vastas estancias del Mundo, hubo una hora y un lugar en los que fue hecha la morada de los Hijos de Ilúvatar. Y en estos trabajos Manwë, Aulë y Ulmo se empeñaron más que otros. Pero Melkor estuvo también allí desde el principio, y se mezclaba en todo lo que se hacía, cambiándolo si le era posible según sus propios deseos y propósitos; y animó grandes fuegos. Por tanto, mientras la Tierra era joven y estaba toda en llamas Melkor la codició y dijo a los Valar: «¡Éste será mi propio reino! ¡Y para mí lo designo!».

§24Pero Manwë era el hermano de Melkor en la mente de Ilúvatar y el primer instrumento en el Segundo Tema que Ilúvatar había levantado contra la discordancia de Melkor; y convocó a otros de su linaje y a muchos espíritus, tanto mayores como menores, y bajaron a las Estancias de Aman y ayudaron a Manwë, temiendo que Melkor pudiera impedir para siempre la culminación de los trabajos, y que la Tierra se marchitara antes de florecer. Y Manwë dijo a Melkor: «Este reino no lo tomarás para ti injustamente, pues muchos otros han trabajado en él no menos que tú». Y hubo lucha entre Melkor y los Valar, y por esa vez Melkor se retiró y partió a otras regiones e hizo lo que quiso, pero no se quitó la Tierra del corazón. Pues estaba solo, sin compañeros ni amigos, y aún tenía pocos seguidores; porque de aquellos que al principio concertaran su música con la de él no todos habían accedido a acompañarlo en el descenso al Mundo, y pocos de los que lo hicieron estuvieron dispuestos a soportar la servidumbre.

§25Pero los Valar tomaron ahora para sí mismos forma y cuerpo; y porque habían sido atraídos al Mundo por el amor de los Hijos de Ilúvatar, en quienes habían puesto tantas esperanzas, tomaron formas que se asemejaban a lo que habían contemplado en la Visión de Ilúvatar, excepto en majestad y en esplendor, pues son poderosos y sagrados. Además esas formas proceden del conocimiento y deseo que ellos tenían del Mundo visible, más que del Mundo en sí, y no las necesitan, salvo como necesitamos nosotros el vestido, y sin embargo podríamos ir desnudos sin desmedro de nuestro ser. Por tanto los Valar pueden andar, si así les place, sin atuendo, y entonces ni siquiera los Eldar los perciben con claridad, aunque estén presentes. [27] Pero cuando se vistieron, algunos Valar tomaron forma de hombre y otros de mujer; porque esa diferencia de temperamento la tenían desde el principio, y se encarna en la elección de cada uno, del mismo modo que el vestido entre nosotros puede mostrar al varón o la mujer, pero no los hace. Y Manwë, Ulmo y Aulë eran como Reyes; pero Varda era la Reina de los Valar, y la esposa de Manwë, y su belleza era alta y terrible y majestuosa. Yavanna era su hermana, y Yavanna desposó a Aulë; pero Nienna vive sola, como Ulmo. Y éstos junto con Melkor son los Siete Grandes del Reino de Arda.[13] Mas no creas, Ælfwine, que las formas con que los Grandes se invisten son en todo momento como las formas de los reyes y de las reinas de los Hijos de Ilúvatar; porque a veces pueden vestirse de acuerdo con sus propios pensamientos, hechos visibles en formas terribles y maravillosas. Y yo mismo, hace muchos años, en la tierra de los Valar,[14] he visto a Yavanna con aspecto de Árbol; y la belleza y majestad de esa forma no puede describirse con palabras, a menos que todas las cosas que crecen en la tierra, desde la más pequeña a la más grande, canten juntas a coro, ofreciendo a su reina una canción para depositar ante el trono de Ilúvatar.

§26Y he aquí que los Valar convocaron a muchos compañeros, algunos menores, otros apenas menos grandes que ellos, y juntos trabajaron en el ordenamiento de la Tierra y el apaciguamiento de sus tumultos. Entonces Melkor vio lo que se había hecho, y que los Valar andaban por la Tierra como poderes visibles, vestidos con las galas del Mundo, y eran agradables y gloriosos de ver, y bienaventurados; y que la Tierra se había convertido en un jardín, pues ya no había torbellinos en ella. La envidia de Melkor fue entonces todavía mayor; y él también tomó forma visible, pero a causa del temple de Melkor y de la malicia que ardía en él, esa forma era terrible y oscura. Y descendió sobre la Tierra con poder y majestad más grandes que los de ningún otro Valar, como una montaña que vadea el mar y tiene la cabeza por encima de las nubes y está vestida de hielo y coronada de fuego y humo; y la luz de los ojos de Melkor era como una llama que marchita con su calor y traspasa con un frío mortal.

§27Así empezó la primera batalla de Melkor con los Valar por el dominio de Arda; y de esos tumultos conocemos muy [28] poco; porque tú sabes, Ælfwine, que lo que te he declarado procede de los Valar mismos, con quienes nosotros, del pueblo de los Eldalië, hablamos en la tierra de Valinor, y de quienes recibimos instrucción; pero nunca quisieron contar mucho de los días de guerra anteriores al advenimiento de los Elfos. Pero esto sabemos: que los Valar se esforzaron siempre, a pesar de Melkor, por gobernar la Tierra y prepararla para la llegada de los Hijos; y construyeron tierras, y Melkor las destruyó; cavaron valles y Melkor los levantó; talaron montañas y Melkor las derribó; ahondaron mares y Melkor los derramó; y nada podía conservarse en paz ni desarrollarse durante mucho tiempo, pues no bien empezaban los Valar una obra, Melkor la deshacía o corrompía. Y, sin embargo, su labor no era en vano, y lentamente la Tierra tomó forma y se afirmó.

§28Pero de todos estos asuntos, Ælfwine, otros te hablarán, o leerás en otro lugar; pues no me corresponde a mí en este momento instruirte en la historia de la Tierra. Y he aquí que ésta es la morada de los Hijos de Ilúvatar establecida al fin en los abismos del Tiempo y en medio de las estrellas innumerables. Y éstos son los Valar, los Poderes del Mundo, que luchan por la posesión de la joya de Ilúvatar; y de este modo tus pies están en el principio del camino.

Palabras de Pengolod[15]

§29Y cuando hubo acabado la Ainulindalë, tal como la había compuesto Rúmil, Pengolod el Sabio hizo una pausa; y Ælfwine le dijo: Poco, dices, quisieron contar los Valar a los Eldar sobre los días anteriores a su llegada: pero, de aquellas antiguas guerras, ¿no saben vuestros sabios más que lo escrito por Rúmil? ¿O acaso no quieres contarme más sobre cómo eran los Valar cuando tu linaje los contempló por primera vez y conoció?

§30Y Pengoloð repuso: Mucho de lo que sé o he aprendido de los versados en tradición, lo he puesto por escrito: y lo que he escrito tú lo leerás, si así lo deseas, cuando conozcas mejor la lengua y la escritura de los Noldor. Pues son asuntos demasiado grandes para la brevedad de paciencia y la atención de los de raza mortal. Pero puede que ahora te cuente un poco más, ya que me has preguntado. [29]

§31He escuchado esta historia entre los maestros de los Noldor en edades pasadas. Pues dicen que la guerra empezó antes de que Arda estuviera del todo acabada, y antes de que nada creciera o anduviera sobre la tierra, y durante largo tiempo Melkor tuvo la mejor parte. Pero en medio de la guerra, un espíritu de gran fuerza y osadía acudió en ayuda de los Valar, habiendo oído en el cielo lejano que se libraba batalla en el Pequeño Mundo. Y llegó como una tormenta de risa y ruidosas canciones, y la Tierra se estremeció bajo sus grandes pies dorados. Así llego Tulkas, el Fuerte y el Alegre, cuya furia pasa como un viento poderoso, dispersando nubes y oscuridad por delante. Y la risa de Tulkas sacudió a Melkor, que huyó de la Tierra; y hubo paz durante una larga edad. Y Tulkas se quedó y se convirtió en uno de los Valar del reino de Arda; pero Melkor meditaba en la oscuridad exterior y desde entonces odió para siempre a Tulkas. En ese entonces los Valar trajeron orden a los mares y las tierras y las montañas, y plantaron semillas; y desde entonces, cuando los fuegos fueron sometidos o sepultados bajo las colinas primigenias, hubo necesidad de Luz, y construyeron dos Lámparas poderosas para iluminar la Tierra Media que habían puesto entre los Mares Circundantes, y colocaron las lámparas sobre grandes pilares, mucho más altos que cualquiera de las montañas de los días posteriores. Y levantaron una de las Lámparas cerca del Norte de la Tierra Media, y le dieron el nombre de Foros; y la otra la levantaron en el Sur, y le dieron el nombre de Hyaras.[16] Y la luz de las lámparas de los Valar fluyó sobre la Tierra, de manera que todo quedó iluminado como si estuviera en un día inmutable. Entonces las semillas que los Valar habían sembrado empezaron a brotar y a germinar con prontitud, y apareció una multitud de cosas que crecían, grandes y pequeñas, hierbas, y flores de muchos colores, y árboles con flores como la nieve en las montañas[17] pero con los pies envueltos en la sombra de las grandes ramas. Y acudieron bestias y pájaros y moraron en las verdes llanuras, o en los ríos y los lagos, o se internaron en la oscuridad de los bosques. Y donde más crecían las plantas y animales era en las partes centrales de la Tierra, donde las luces de ambas lámparas se encontraban y se mezclaban. Y en la isla de Almar,[18] en un gran lago, tuvieron su primera morada los dioses, [30] cuando todas las cosas eran nuevas, y el verde maravillaba aún a los hacedores.

§32Pero finalmente Melkor volvió en secreto, y en el lejano Norte, donde la luz de Foros sólo era débil, construyó una morada secreta. Y utilizó su poder y volvió al mal mucho de lo que bien había empezado, de modo que los pantanos se hicieron fétidos y venenosos y los bosques peligrosos y llenos de miedo, y las bestias se transformaron en monstruos de cuerno y marfil, y tiñeron la Tierra con sangre. Y cuando Melkor vio que le llegaba la hora reveló su presencia y luchó de nuevo contra los Valar, sus hermanos; y derribó las lámparas, y una nueva oscuridad cayó sobre la Tierra, y cesó todo crecimiento; y cuando cayeron las lámparas (que eran muy grandes) los mares se alzaron con furia, y muchas tierras quedaron anegadas. En aquel entonces los Valar vivían desde largo tiempo atrás en una isla en medio de la Tierra,[19] pero ahora se vieron obligados a partir de nuevo; y establecieron su hogar en el más apartado Oeste,[20] y lo fortificaron; y construyeron muchos palacios en la tierra sobre los bordes del Mundo llamada Valinor; y para protegerla del Este levantaron las Pelóri Valion,[21] las Montañas de Valinor, que eran las más altas de la Tierra. De allí salieron a luchar contra Melkor; pero él había crecido en estatura y maldad, de modo que en aquel entonces no pudieron derrotarlo o tomarlo prisionero, y escapó de la furia de los Valar y se construyó una gran fortaleza en el norte de la Tierra Media, y excavó cavernas enormes bajo tierra, y reunió allí muchos poderes menores que al ver su grandeza y su creciente fuerza quisieron servirle ahora; y el nombre de esa fortaleza maligna era Utumno.

§33Así sucedió que la Tierra quedó envuelta en oscuridad una vez más, excepto Valinor, mientras las edades avanzaban hacia la hora señalada para la llegada de los Primeros Nacidos de los Hijos de Ilúvatar. Y en la oscuridad moraba Melkor, y aún andaba con frecuencia por la Tierra Media; y llevaba frío y nieve, desde las cimas de las montañas a los profundos hornos que están debajo, y cualquier cosa que fuese cruel o violenta o mortal era en esos días obra de Melkor.

§34Y en Valinor moraban los Valar y todo su linaje y su pueblo, y debido a la beatitud y la belleza de esa tierra pocas veces iban a la Tierra Media. Sin embargo, Yavanna, que ama todas las cosas [31] que crecen, no abandonó por completo la Tierra,[22] y dejando la casa de Aulë y la luz de Valinor iba a veces a curar las heridas de Melkor; y al volver instaba siempre a los Valar a enfrentar el poder maligno, en la guerra que tendrían que librar sin duda antes del advenimiento de los Primeros Nacidos. Y Oromë, el cazador, también cabalgaba de vez en cuando por la oscuridad de los bosques sin luz haciendo sonar su poderoso cuerno, ante el cual huían las sombras de Utumno e incluso el mismo Melkor.

§35En medio del Reino Bendecido moraba Aulë, y allí trabajó él largo tiempo, pues en la hechura de todas las cosas de esa tierra Aulë tuvo parte principal; e hizo allí muchas obras hermosas y bien formadas, tanto abiertamente como en secreto. De él provienen el amor y el conocimiento de la Tierra y de todas las cosas que condene, sea la ciencia de los que no hacen, pero intentan comprender lo que es, estudiando la composición de la Tierra y la combinación y mutación de sus elementos, o la ciencia de todos los artesanos: el labrador y el granjero, el tejedor, el que da forma a la madera o el forjador de metales. [Y llamamos a Aulë el Amigo de los Noldor, pues de él los Noldor aprendieron mucho en días posteriores, y son ellos los más sabios y hábiles de entre los Elfos. Y, a su propio modo, de acuerdo con los dones que les concedió Ilúvatar, añadieron mucho a sus enseñanzas, deleitándose en las lenguas y en los alfabetos, y en las figuras de bordado, el dibujo y el tallado. Y fueron los Noldor los inventores de las gemas, que no existían en el mundo antes de su llegada; y las más bellas de todas fueron los Silmarils, que se han perdido.][23]

§36Pero Manwë Súlimo, el más alto y sagrado de los Valar, instalado en los lindes del Oeste, no dejaba de pensar en las Tierras Exteriores. Porque el trono de Manwë se levantaba majestuoso sobre el pináculo de Taniquetil, la más alta montaña del mundo a orillas de los Mares. Espíritus que tenían forma de halcones y águilas iban y venían volando de sus estancias; y sus ojos podían ver hasta las profundidades del mar y horadar las cavernas ocultas bajo el mundo, y sus alas podían llevarlos a través de las tres regiones del firmamento más allá de las luces del cielo hasta el filo de la Oscuridad. De este modo le traían noticias de casi todo cuanto ocurría en Aman:[24] no obstante, había cosas ocultas aun para los ojos de Manwë, porque donde Melkor se ensimismaba [32] en oscuros pensamientos las sombras eran impenetrables. Con Manwë vivía Yarda la más hermosa, a quien los Noldor llaman Elbereth, Reina de los Valar; ella fue quien hizo las estrellas. Y descienden de Manwë y Varda: Fionwë Úrion su hijo, e Ilmarë su hija;[25] y éstos fueron los mayores de los hijos de los Valar. Moraban con Manwë, y con ellos había una gran hueste de espíritus hermosos y bienaventurados. Los Elfos y los Hombres veneran a Manwë por sobre todos los Valar, pues no concibe ningún pensamiento que sirva a su propio honor y no tiene celos del poder de Melkor, sino que gobierna para la paz. [Amaba a los Lindar por sobre todos los Elfos, y de él recibieron la poesía y el canto. Pues la poesía es el deleite de Manwë, y el canto con palabras la música que prefiere.][26] El vestido de Manwë es azul, y azul es el fuego de sus ojos, y su cetro es de zafiro, que los Noldor labraron para él; y es el Rey del mundo de los dioses, los elfos y los hombres, y principal defensa contra Melkor.

§37Pero Ulmo estaba solo, y no moraba en Valinor, sino que vivió desde el principio de Arda en el Océano Exterior, y allí vive todavía; y desde allí gobernaba el flujo de todas las aguas, y los cursos de todos los ríos, la renovación de las fuentes y la destilación de la lluvia y el rocío de todo el mundo. En los sitios profundos concibe una música grande y terrible; y el eco de esa música corre por todas las venas de la Tierra,[27] y su alegría es como la alegría de una fuente al sol alimentada por los manantiales de insondable pesar en los cimientos del mundo. Los Teleri aprendieron mucho de Ulmo, y por esa razón su música tiene a la vez tristeza y encantamiento. Junto con él llegó Salmar, el que hizo los cuernos de Ulmo; y Ossë y Uinen, a los que dio el gobierno de las olas y los mares interiores; y además muchos otros espíritus. Y así aun bajo la oscuridad de Melkor la vida siguió fluyendo por muchas vías secretas y la Tierra no murió; y desde entonces para aquellos que andan perdidos en esa oscuridad o lejos de la luz de los Valar, están siempre abiertos los oídos de Ulmo, y tampoco ha olvidado la Tierra Media, y no ha dejado de pensar en cualquier ruina o cambio que haya sobrevenido desde entonces, y así lo hará hasta el fin.[28]

§38Después de la partida de los Valar, hubo silencio, y durante toda una edad Ilúvatar estuvo solo, pensando. Luego habló Ilúvatar, y dijo: «He aquí que amo el mundo, que es [33] la mansión de los Elfos y los Hombres. Pero los Ellos serán los más hermosos de las criaturas terrenas, y tendrán y concebirán más belleza que todos mis hijos, y de ellos será la mayor buenaventura en este mundo. Pero a los Hombres les daré un nuevo don».

§39Por tanto quiso que los corazones de los Hombres buscaran más allá y no encontraran reposo en el mundo; pero tendrían en cambio la virtud de modelar sus propias vidas, entre los poderes y los azares mundanos, más allá de la Música de los Ainur, que es como el destino de toda otra criatura. Y por obra de los Hombres todo habría de completarse, en forma y acto, hasta en lo último y lo más pequeño. Y he aquí que incluso nosotros, los Elfos, hemos visto para nuestro pesar que los Hombres tienen un extraño poder para lo bueno y lo malo, y para apartar las cosas del propósito de los Valar o de los Elfos; por ese motivo se dice entre nosotros que el Desuno no es el amo de los hijos de los Hombres; sin embargo, están ciegos y su alegría es pequeña, aunque debería ser grande.

§40Pero Ilúvatar sabía que los Hombres, arrojados al torbellino de los poderes del mundo, se extraviarían a menudo y no utilizarían su don en armonía; y dijo: «También ellos sabrán, llegado el momento, que todo cuanto hagan contribuirá al fin sólo a la gloría de mi obra». Dicen los Elfos, sin embargo, que los Hombres son a menudo motivo de dolor para el mismo Manwë, que conoce mejor que otros la mente de Ilúvatar. Pues los Hombres se asemejan a Melkor más que a cualquier otro de los Ainur, y sin embargo él los ha temido y los ha odiado siempre, aun a aquellos que le servían.[29] Uno y el mismo es este don de la libertad concedido a los hijos de los Hombres: que sólo estén vivos en el mundo un breve lapso, y que no estén atados a él, y que partan; adonde, no lo sabemos. Mientras que los Eldar permanecen en el mundo hasta el fin de los días, y su amor por el mundo es así más profundo, y por tanto más doloroso. Pero no mueren, hasta que el mundo muera, a menos que los maten o los consuma la pena (pues a estas dos muertes aparentes están sometidos); tampoco la edad les quita fuerzas, a menos que uno se canse de diez mil siglos; y al morir se reúnen en las estancias de Mandos, en Valinor, de donde a menudo retornan y renacen en sus hijos. Pero los hijos de los Hombres mueren en verdad, y abandonan el Mundo; por lo que se los llama [34] los Huéspedes o los Forasteros. La Muerte es su destino, el don que les concedió Ilúvatar, que hasta los mismos Poderes envidiarán con el paso del Tiempo. Pero Melkor ha arrojado su sombra sobre ella, y la ha confundido con las tinieblas, y ha hecho brotar el mal del bien, y el miedo de la esperanza. No obstante, se dice que los Hombres se unirán a la Segunda Música de los Ainur, mientras que Ilúvatar no ha revelado qué les reserva a los Elfos y a los Valar tras el fin del Mundo, y Melkor no lo ha descubierto.