Notas

[1] Cfr. Santa Sede (1992). Catecismo de la Iglesia Católica. Madrid: Asociación de Editores del Catecismo, párrafo 2.483, p. 540. <<

[2] Aunque hay mejores y peores traducciones de los textos bíblicos, cualquier Biblia es apta para ser consultada. La mejor traducción castellana actual es la Nueva Biblia Española, y suelen ser también muy correctas las ediciones protestantes basadas en revisiones actualizadas de la traducción de Valera. <<

[3] Desde muchos medios de comunicación he defendido siempre que en el curriculum escolar debería figurar como materia obligatoria —no optativa— la religión, mejor dicho, la asignatura de historia de las religiones. Creo que nadie puede comprender suficientemente al ser humano y a la sociedad que ha conformado si no conoce las raíces del hecho religioso, su evolución desde la prehistoria hasta hoy a través de mitos, ritos y creencias muy diferentes pero íntimamente continuistas unas de otras, sus consecuencias sociopolíticas, etc. La historia de las religiones —de todas, no de la católica exclusivamente—, las religiones comparadas —no el catecismo de una sola, que eso no es materia escolar sino pauta de adoctrinamiento que debería reservarse al seno de la familia y de los centros de cada religión—, es un conocimiento tan valioso como fundamental tanto para el creyente como para el ateo. Aunque, no seamos ingenuos, a la Iglesia católica en particular no le interesa nada formar en materia de religión; lo que ella pretende y hace en los centros escolares es proselitismo, adoctrinar de forma excluyente en base a su catecismo. <<

[4] Victoria Camps, catedrática de ética y, en ese momento, senadora; Enrique Miret Magdalena, conocido teólogo católico; María Martínez Vendrell, psicóloga, y Joaquín Navarro Esteban, magistrado de la Audiencia Provincial de Madrid. <<

[5] Lo dramático del caso no sólo es el abuso de poder sino quién lo ha ejercido. La represalia fue ordenada desde el arzobispado de Barcelona, institución a la que La vida sexual del clero dedica dos capítulos documentando irrefutablemente que los cardenales Narcís Jubany y Ricard María Caries, y los obispos Carles Soler, Jaume Traserra y Joan-Enric Vives, conocieron las agresiones sexuales cometidas contra menores y adolescentes por un grupo de diáconos y sacerdotes de su diócesis pero los encubrieron, impidiendo su persecución judicial, y permitieron incluso la ordenación sacerdotal de los diáconos implicados. A raíz de la publicación del libro, este caso motivó una interpelación parlamentaria y está siendo investigado judicialmente. <<

[6] Son modélicos, por ejemplo, los panfletos firmados por Javier Tusell (La, Vanguardia, 31-3-95, p. 41), Javier Azagra (La Opinión de Murcia, 1-395, p. 4) y Pedro Miguel Lamet (Diario 16/Cultura. s, 6-5-95, p. 19). La sinuosa fidelidad ideológica del señor Tusell es suficientemente conocida como para evitarnos cualquier comentario. La airada reacción, de los otros dos tuvo un motivo más evidente y noble, el de la defensa propia: el obispo de Cartagena Javier Azagra aparece en un capítulo del libro como encubridor de los abusos sexuales cometidos a mujeres por Jesús Madrid, sacerdote y director del Teléfono de la Esperanza de Murcia; el señor Lamet, un sacerdote nada amigo de las obligaciones del celibato, era en esos días el director de la revista A Vivir, editada por el Teléfono de la. Esperanza. <<

[7] La triste anécdota sucedió el 21-9-96 en la conocida e inigualable iglesia barcelonesa de Santa María del Mar. El autor tenía que presentar el concierto de canciones de cuna tradicionales que la cantante Mariona Cornelias iba a dar en el templo, pero, al enterarse en el arzobispado, presionaron con fuerza para evitar mi presencia en la iglesia; el argumento esgrimido fue que «después de haber publicado un libro contra la Iglesia a ese escritor se le ha prohibido totalmente la entrada en las iglesias». Al arzobispo Carles se le habría olvidado comunicarme oficialmente tamaña majadería, claro está. El párroco de Santa María del Mar, sin embargo, hizo caso omiso y pude tener el honor de presentar el concierto tal como estaba previsto. <<

[8] En debate radiofónico celebrado el día 29-10-96, de 11 a 12 horas, en RPD-Antena 1 de Lisboa (programa de Carlos Pinto Coelho). <<

[9] Cfr. López, R. (1996, septiembre, 28). Méyer: «Yo no soy quién para cerrarle la boca a los contertulios». El País. <<

[10] La religión judía y el conjunto de las denominaciones cristianas comparten en sus respectivas Escrituras Sagradas todos los libros fundamentales que figuran en el Antiguo Testamento católico, pero hay algunos textos que no son consensuados. Cuando la Biblia hebrea se tradujo al griego —dando lugar a la llamada Biblia de los Setenta— se incorporaron diversos libros (Tobías, Judit, fragmentos de Ester, I y II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc y fragmentos de Daniel) que no estaban registrados en la Biblia hebrea, razón por la cual no son admitidos por los judíos y existe controversia entre los cristianos; así, por ejemplo, mientras los calvinistas los excluyen totalmente de su Biblia, los luteranos los sitúan al final de la suya pero como mera «lectura edificante». <<

[11] Cfr. Nácar-Colunga (1979). Sagrada Biblia. Madrid: Edica, p. l. Salvo advertencia en contra, todas las citas bíblicas empleadas en el presente libro están extraídas de esta traducción de las Sagradas Escrituras. <<

[12] Cfr. Lara, F. (1989). La civilización sumeria. Madrid: Historia 16, p. 37. <<

[13] Cfr. Nácar-Colunga(1979). Op. cit., p. 5. <<

[14] No se conoce con exactitud si la palabra «hebreo» identificaba una etnia concreta, pero a juzgar por el empleo del adjetivo ‘ibri para calificar a los esclavos (Ex 21,2) o su valor despectivo en boca de los filisteos (I Sam 4,6-9), es factible que sea un término equivalente al khapiru o ‘aperu que aparecen, respectivamente, en documentos mesopotámicos para designar a extranjeros errantes, temporeros y bandidos, y en escritos egipcios para identificar a una clase social muy baja asociada a trabajos temporeros en el campo. Hebreo o ‘ibrí sería sinónimo, por tanto, de alguien miserable o desamparado social. <<

[15] Los masoretas nunca anotaron las vocales del tetragrama YHWH que leían siempre como Adonai (el Señor). La pronunciación como Yahveh no está documentada hasta el siglo III d. C. por Clemente de Alejandría y parece un intento de relacionarlo con la forma hebrea del verbo ser; quizá debido al hecho de haber traducido Ex 3,14 como «yo soy el que es» en lugar de basarse en su significado más correcto que es la evasiva respuesta de «yo soy quien yo soy» que le da Yahveh a Moisés cuando éste le interroga sobre su identidad. La tradición griega más antigua escribe como Iao (leído como Yahwo) el nombre propio de Dios. Sobre el origen real del «nombre de Dios» cabe recordar que en una sala hipóstila del templo de Amenofis III, en Soleb, se ha localizado una relación de pueblos enemigos, del siglo XIV a. C., en la que se citan los «beduinos de Yahwo» que vivían al este del istmo de Suez, un dato que coincide plenamente con la tradición que sitúa la revelación de Yahveh a Moisés en el país de Madián (Ex 3) y las primeras apariciones de Yahveh en el sur de Palestina (Jue 5,4; Dt 33,2 y Hab 3,3). <<

[16] Que fueron recopilados por primera vez en el siglo X a. C. y reescritos durante los siglos siguientes hasta el VII a. C., época en la que se redactó también el Deuteronomio, tal como se verá más adelante. <<

[17] Cfr. Historia de las Religiones. Siglo XXI, vol. 2, pp. 101-102. <<

[18] El dios Él había sido la divinidad principal de la región en la que se asentó el pueblo de Israel. Se le representaba como un varón, patriarcal y gobernante, que se sentaba a la cabeza de un consejo de dioses y dictaba las decisiones a tomar; esta humanización le separaba totalmente de otros dioses locales, como Haddu «el del viento tormentoso», que no eran más que simples fuerzas de la naturaleza. Yahveh imitará absolutamente la personalidad y funciones de Él y hasta se le hará presidir su propio consejo de beney élohim, ángeles, santos o, más exactamente, «hijos de Dios», que actúan como cortesanos (Cfr. Job 38,7; Sal 29,1; 103,19-20 y 168,2; o Is, 6) o como ejecutores de sus deseos (Cfr. Gén 3,24; Ex 12,23; Jos 5,13-15; o Sam 24,16). <<

[19] Cfr. Historia de las Religiones. Siglo XXI, Vol. 2, p. 108. <<

[20] «He hecho alianza con mi elegido, he jurado a David, mi siervo: Afirmaré por siempre tu prole y estableceré tu trono por generaciones». <<

[21] «Él [David] me invocará, diciendo: “Tú eres mi padre, mi Dios y la Roca de mi salvación.” Y yo le haré mi primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra. Yo guardaré con él eternamente mi piedad, y mi alianza con él será fiel. Haré subsistir por siempre su descendencia, y su trono como los días del cielo. Si traspasan sus hijos mi Ley y no caminan según mis juicios, si violan mis preceptos y no guardan mis mandamientos, castigaré con la vara sus transgresiones y con azotes sus iniquidades. Pero no apartaré de él mi piedad ni faltaré a mi fidelidad. No quebrantaré mi alianza y no retractaré cuanto ha salido de mis labios…» (Sal 89,27-35). <<

[22] «Que los intérpretes, con todo cuidado y sin descuidar ninguna luz derivada de las recientes investigaciones, determinen el carácter y las circunstancias peculiares del escritor sagrado, la época en que vivió, las fuentes escritas u orales a las que recurrió, y las formas de expresión que empleó», concluye la encíclica Divino Afflante Spiritu. <<

[23] De hecho, el catolicismo es la única religión monoteísta en la que la inmensa mayoría de sus creyentes no leen directamente sus Sagradas Escrituras. Tal como es bien sabido, la formación religiosa de los católicos, en el mejor de los casos, se basa en la lectura del Catecismo y de la Historia Sagrada, que son compendios de normativas, dogmas e historietas fuera de contexto que, a menudo, traicionan el espíritu de las Escrituras y, por supuesto, tergiversan la verdad histórica. <<

[24] Si obviamos, por su escasísima difusión e influencia, la traducción que hizo Alfonso X en su Crónica General —la llamada Biblia alfonsina—; las traducciones realizadas por judíos durante los siglos XIV y XV, como la Biblia de Alba; o la traducción y doble edición (una para judíos y otra para católicos) que hicieron en Italia los judíos españoles en 1553, conocida como la Biblia de Genova. <<

[25] Cfr. Friedman, R. E. (1989). ¿Quién escribió la Biblia? Barcelona: Martínez Roca, pp. 76-77. Recomendamos este libro, muy bien documentado y escrito en un lenguaje comprensible para el profano, a todos aquellos lectores que quieran profundizar en el análisis de los autores bíblicos (del Pentateuco, en este caso) y de las muchas contradicciones que se dan en sus textos. <<

[26] Una reforma centralizadora que también había sido emprendida años antes por el rey Ezequías (c. 715-696 a. C.), aunque desde postulados sacerdotales diferentes. <<

[27] Cfr. Nácar-Colunga (1979). Op. cit., p. 941. <<

[28] Cfr. Friedman, R. E. (1989). Op. cit., pp. 94-134. <<

[29] Cfr. Friedman, R. E. (1989). Op. cit., pp. 145-195. <<

[30] Estos nuevos conceptos, el sacerdote como intermediario necesario, y el poder hacerse perdonar las culpas mediante el recurso a la liturgia y al pago, que eso es en definitiva una ofrenda, serán perfeccionados al máximo por el clero católico a pesar de su explícita prohibición por Jesús, según consta, por ejemplo, en Heb 5,6; 5,9-10 y 7,22-25. En la tercera parte de este libro trataremos expresamente la cuestión. <<

[31] «Ezequías restableció las clases de los sacerdotes y de los levitas, según sus divisiones, cada uno según sus funciones, sacerdotes y levitas, para los holocaustos y los sacrificios eucarísticos, para el servicio, para los cantos y alabanzas y las puertas de la casa de Yavé» (II Par 31,2). <<

[32] En el texto sacerdotal de Núm 20,2-13, por ejemplo, se toma la historia elohísta de Ex 17,2-7, que refiere cómo Moisés, obedeciendo a Yahveh, hace brotar agua de una roca tocándola con su vara, y se la transforma justo en lo contrario, en un acto de desobediencia que Yahveh castiga muy severamente haciéndole morir antes de alcanzar la tierra prometida; un destino al que también se ve abocado su hermano Aarón que, según el sacerdotal, no había hecho nada malo pero que fue víctima de la terrible ofensa hecha por Moisés a Yahveh. <<

[33] Según lo refiere el texto elohísta, la tribu de Leví se ganó su derecho al sacerdocio cuando «Moisés, viendo que el pueblo estaba sin freno, pues se lo había quitado Aarón, haciéndole objeto de burla para sus adversarios, se puso a la entrada del campamento y gritó: “¡A mí los de Yavé!” Y todos los hijos de Leví se reunieron en torno a él. Él les dijo: “Así habla Yavé, Dios de Israel: Cíñase cada uno su espada sobre su muslo, pasad y repasad el campamento de la una a la otra puerta y mate cada uno a su hermano, a su amigo, a su deudo.” Hicieron los hijos de Leví lo que mandaba Moisés, y perecieron aquel día unos tres mil del pueblo. Moisés les dijo: “Hoy os habéis consagrado a Yavé, haciéndole cada uno oblación del hijo y del hermano; por ello recibiréis hoy bendición”» (Ex 32,25-29). <<

[34] Durante el periodo de los jueces el Arca de la Alianza había estado depositada en el santuario de Silo —el lugar donde se aclamó por vez primera a Yahveh como «Sabaot, el que tiene sede sobre los querubines»—, controlado por los sacerdotes levitas, pero durante la guerra contra los filisteos éstos se apoderaron de ella (I Sam 5), aunque la devolvieron siete meses después según se refiere en I Sam 6. <<

[35] En la lengua hebrea de esos días no existía aún la palabra «religión» dado que no cabía distinguir el corpus de creencias y actos propiamente religiosos de cualesquiera otros, ya fueran éstos sociales o políticos; la «religión» no era algo concreto y específico sino algo inseparable de la vida, algo así como el aire. <<

[36] «Yo me suscitaré un sacerdote fiel, que obrará según mi corazón y según mi alma; le edificaré una casa estable, y él andará siempre en presencia de mi Ungido» (I Sam 2,35). <<

[37] «Hizo [Ezequías] lo que es recto a los ojos de Yavé, enteramente como lo había hecho David, su padre. Hizo desaparecer los altos, rompió los cipos, derribó las aseras y destrozó la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque los hijos de Israel hasta entonces habían quemado incienso ante ella, dándole el nombre de Nejustán» (II Re 18,3-4). El símbolo de bronce había sido construido por Moisés en los llanos de Moab, según relato de Núm 21,6-9, para curar las mordeduras de serpiente que sufrían los israelitas en el desierto. <<

[38] Cfr. Friedman, R. E. (1989). Op. cit, p. 190. <<

[39] Cfr. Friedman, R. E. (1989). Op. cit., p. 196. <<

[40] La atribución de esta labor a Esdras, por otra parte, tampoco es algo insólito ya que la mayoría de los expertos modernos coinciden en señalar a éste como el hombre que constituyó y promulgó el Pentateuco en una «forma muy próxima a su estado actual», y la propia tradición judía ha conservado el recuerdo de Esdras como restaurador de la ley mosaica. Cfr. Historia de las Religiones. Siglo XXI, Vol. 5, pp. 160-161. <<

[41] Cfr. Friedman, R. E. (1989). Op. cit., pp. 214-215. <<

[42] Ibíd, pp. 215-217. <<

[43] Alucinación es una «percepción en la que el sujeto tiene conciencia total y plena de una realidad visual o auditiva sin que exista estímulo exterior alguno. Típica de numerosos delirios (delirium tremens, por ej.) tóxicos o infecciosos, y de enfermedades psíquicas como la esquizofrenia». Cfr. Vallejo-Nágera, J. A. y otros (1991). Guía práctica de Psicología. Madrid: Temas de Hoy, p. 758. <<

[44] «Isaías había salido; pero antes que llegase al atrio central, recibió palabra de Yavé, que le dijo: “Vuelve a Ezequías, jefe de mi pueblo, y dile: Así habla Yavé, el Dios de David, tu padre: He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas. Te curaré. Dentro de tres días subirás a la casa de Yavé. Te añadiré otros quince años a tus días y te libraré a ti y a esa ciudad de la mano del rey de Asiría, y protegeré a esta ciudad por amor de mí y por amor de David, mi siervo.” Isaías dijo: “Tomad una masa de higos.” Tomáronla y se la pusieron sobre la úlcera, y Ezequías sanó» (II Re 20,4-7). <<

[45] En Israel, como en cualquier otro pueblo semítico, siempre existieron sujetos que, en nombre del dios nacional, proferían advertencias sobre todo tipo de asuntos, ya fueran públicos o privados. Se reunían en cofradías o escuelas y empleaban técnicas extáticas para entrar en trance y ponerse en contacto con su dios. <<

[46] El oráculo del profeta Ajías anunció a Jeroboam que «… así habla Yavé, Dios de Israel: Voy a rasgar el reino en manos de Salomón y a darte a ti diez tribus. Él tendrá una tribu, por amor de David, mi siervo, y de Jerusalén, que yo he elegido entre todas las tribus de Israel. (…) No quitaré de sus manos todo el reino, pues mantendré su reinado todos los días de su vida por amor a David, mi siervo, a quien elegí yo y que guardó mis mandamientos y mis leyes. Pero quitaré el reino de las manos de su hijo y te daré a ti diez tribus, dejando a su hijo una tribu, para que David, mi siervo, tenga siempre una lámpara ante mí en Jerusalén, la ciudad que yo he elegido para poner allí mi nombre. A ti te tomaré yo, dominarás sobre cuanto tu corazón desea y serás rey de Israel. Si me obedeces en cuanto yo te mande y sigues mis caminos, mis leyes y mandamientos, como lo hizo David, mi siervo, yo seré contigo y te edificaré casa estable, como se la edifiqué a David, y te daré Israel. Humillaré a la descendencia de David, mas no por siempre» (I Re 11,31-39). Dejando al margen que esta profecía fue escrita en Judá por el deuteronomista (el profeta Jeremías) en el siglo VII a. C., eso es casi tres siglos después de haberse producido la escisión de reinos (922 a. C.) que anuncia, y de estar ya en ese momento en plena época de revitalización de la dinastía davídica de Judá —razones ambas que justifican la exactitud de la promesa de Yahveh—, nótese la sinuosidad del redactado profetice, que siempre se escuda en condicionales —«si me obedeces cuanto yo te mande…»— y trucos similares para evitar pronunciamientos rotundos que indefectiblemente acabarían siendo desmentidos por los acontecimientos verdaderos. El lenguaje de los profetas bíblicos es similar al que emplean los videntes urbanos actuales para sacarle los cuartos a su crédula clientela. <<

[47] Cfr. Historia de las Religiones. Siglo XXI, Vol. 2, pp. 171-173. <<

[48] La escatología se ocupa de las «cosas últimas» (éskhatos significa último), del destino último del hombre y del mundo y, por tanto, de la creencia en la inmortalidad del alma, el fin del mundo, la resurrección de los muertos, etc. El profeta Sofonías también anunció «el día de Yahveh» poco antes del exilio —que se tomó como tal en Lam 1,12—, pero desde entonces se siguió esperando otro «día de Yahveh» más favorable, en el que Dios reunirá en torno a la Jerusalén restaurada a todas las naciones del mundo para juzgarlas (Cfr. el libro del profeta Joel). Los textos añadidos después del exilio a los libros profetices de Daniel, Isaías, Ezequiel y Zacarías también dan importancia a la esperanza mesiánica en un tiempo de paz y riqueza para Israel. Daniel, por ejemplo, profetizó el advenimiento de los tiempos escatológicos para el año 164-163 a. C. (Dan 9), y se equivocó, naturalmente. Finalmente, el cristianismo reinterpretó lo esencial de la escatología del Antiguo Testamento y la empleó para desarrollar la cristología que elaboró basándose en la «muerte y resurrección» de Jesús de Nazaret. <<

[49] «En su angustia me buscarán (diciendo): Venid y volvamos a Yavé; Él nos curará. Él hirió, Él nos vendará. Él nos dará la vida en dos días y al tercero nos levantará y viviremos ante Él». (Os 6,1-2). <<

[50] Cfr. Historia de las Religiones. Siglo XXI, Vol. 2, p. 183. <<

[51] Sirva como muestra de la gran habilidad del falsificador deuteronomista un solo ejemplo de los muchos posibles: el rey Josías necesitaba exacerbar el sentimiento nacionalista y la cohesión del pueblo y, para ello, entre los preceptos de la nueva Ley deuteronómica se introdujeron cambios en la celebración de las fiestas religiosas que obligaban a celebrarlas, tal que congresos nacionalistas, centralizadas en Jerusalén; ¿pero cómo justificarlo si Jerusalén no significaba absolutamente nada cuando Moisés, el supuesto autor de la Ley deuteronómica, la recibió de Yahveh? La solución fue tan simple como ingeniosa: se hizo decir a Yahveh, en Dt 16,16: «Tres veces al año, todo varón de entre vosotros se presentará delante de Yavé, tu Dios, en el lugar que Él haya elegido»… y, claro está, en aquellos días ya todos conocían que, desde tiempos del rey David, Dios había elegido para esos menesteres a la ciudad de Jerusalén. Es una nueva muestra de astucia y del empleo del estilo bíblico más clásico para hacer cumplir las promesas de Dios. <<

[52] Cfr. Historia de las Religiones. Siglo XXI, Vol. 2, p. 166. <<

[53] «Alégrate sobremanera, hija de Jerusalén. He aquí que viene a ti tu Rey, justo y victorioso, humilde, montado en un asno, en un pollino hijo de asna». (Zac 9,9-10). La entrada en Jerusalén montado en un asno será reproducida por Jesús de Nazaret, sin duda alguna para dar a entender a los judíos que él era el Mesías profetizado. <<

[54] «… he aquí que convocaré todas las tribus del aquilón —oráculo de Yavé—, a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo, y los haré venir contra esta tierra, y contra sus habitantes, y contra todas las naciones que la rodean, y los destruiré y los convertiré en desolación, objeto de burla y en ruinas eternas. Haré desaparecer de ellos los cantos de alegría, las voces de gozo. (…) Y toda esta tierra será ruina y desolación, y servirán las gentes éstas al rey de Babilonia setenta años. Y al cabo de setenta años, yo pe-diré cuentas al rey de Babilonia y a la nación aquella —oráculo de Yavé— de sus maldades, y a la tierra de los caldeos, y la convertiré en eterna desolación. Y haré venir sobre aquella tierra todo lo que está escrito en este libro, lo que profetizó Jeremías contra todos los pueblos» (Jer 25,8-13). Por el contenido, el tono y el contexto es obvio que esta profecía fue añadida al texto original de Jeremías después del exilio, una vez ocurridos ya los hechos. Resulta curioso, además, que, en el último párrafo, Yahveh no reconozca como suyas sino de Jeremías las otras profecías que hay «en este libro». ¿Querría Dios curarse en salud, quizás? ¿O es que Yahveh se había convertido en el relaciones públicas del profeta Jeremías? <<

[55] De hecho, tan importante era el tener la confianza de que la gracia de Yahveh podía recuperarse que, al reescribir, pasado el exilio, el texto del discurso de Salomón pronunciado durante la inauguración del Templo de Jerusalén, se puso en boca del rey el ruego y la profecía siguientes: «Cuando tu pueblo, Israel, cayere ante sus enemigos por haber pecado contra ti y, vueltos a ti, confiesen tu nombre y oren, y te rueguen, y te supliquen en esta casa, óyelos tú en los cielos, y perdona el pecado de tu pueblo, Israel, y restitúyelos a la tierra que diste a sus padres». (I Re 8,33-34. <<

[56] «He aquí que yo hago venir a mi siervo Germen», dirá Yahveh a través del oportunista oráculo de Zacarías (Zac 3,8); el nombre Zorobabel significaba «germen de Babilonia». <<

[57] Cfr. Nácar-Colunga (1979). Op. cit., p. 2. <<

[58] De alguna manera ocurría algo similar a lo que hacemos hoy con la «ciencia». Cualquiera que desee convencer a un auditorio de que sus argumentos son irrefutables, habla hoy «en nombre de la ciencia». La ciencia es el dios de nuestro tiempo, pero muchos de sus profetas suelen ignorar a menudo que ésta, como Yahveh, va cambiando con el paso del tiempo. La realidad es puro relativismo y eso genera mucha inseguridad, por eso hay tantos que intentan protegerse de su ignorancia y fragilidad invocando lo que consideran una Verdad inmutable: Dios o la ciencia, que tanto da cuando se usan sus nombres en vano y con vanidad. <<

[59] Cfr. Nácar-Colunga (1979). Op. cit., p. 1141. <<

[60] Persona que cuida de los niños en una casa. <<

[61] A esta traducción de Nácar-Colunga cabría puntualizar que Bonaergés significa los «tempestuosos» («hijos del viento borrascoso», en traducción literal del arameo) y que la personalidad de Simón no se comprende en su justa dimensión si se traduce el arameo Qana —«el Cananeo»— por «Celador» en lugar de hacerlo por celota, eso es miembro del partido patriótico y extremista de los celotes (o zelotes). <<

[62] El teólogo católico Raimon Panikkar apunta otra posibilidad, menos plausible, pero mucho más bella, cuando dice que «el cristianismo no es una religión del libro, sino de la Palabra, de la Palabra viva, del Logos encarnado que tuvo la ironía de no dejarnos apenas rastro de sus alocuciones para que no cayéramos en la tentación de identificarlo con las frases más o menos brillantes que hubiera podido decir». Cfr. Panikkar, R. (1993). El conflicto de eclesiologías: hacia un concilio de Jerusalén II. Tiempo de Hablar (56-57), p. 34. <<

[63] De modo aproximado, el Evangelio de Mateo representa un 14% del total de los textos del Nuevo Testamento, el de Marcos un 7%, los escritos de Lucas un 23% —un 13% el Evangelio y un 10% Hechos—, los de Juan un 20% —un 10% el Evangelio, un 8% Apocalipsis y un 2% las Epístolasy los textos de Pablo un 29%. <<

[64] En un primer momento, por apócrifo se entendía un texto oculto, para uso privado y exclusivo de una secta religiosa judeocristiana determinada; pero con las primeras luchas para lograr el control de la ortodoxia cristiana, el concepto de apócrifo pasó a designar, primero, a escritos de autenticidad dudosa y, finalmente, a textos nada recomendables o sospechosos de ser heréticos. <<

[65] Los interesados en profundizar en los textos apócrifos pueden acceder hoy día a diversidad de traducciones y colecciones publicadas. Una de las fuentes de consulta de este autor ha sido Kaydeda, J. M. (1986). Los Apócrifos Jeshúa y otros Libros Prohibidos. Madrid: Rea. Este libro —muy voluminoso y bellamente ilustrado— de mi buen amigo Kaydeda, al margen de ofrecer un estudio crítico y riguroso acerca de algunos aspectos básicos del cristianismo, contiene la traducción completa de unos cuarenta textos apócrifos que ponen un contrapunto muy interesante a los libros neotestamentarios canónicos. <<

[66] Tamaña ciencia se apoyó en el texto del Apocalipsis que dice: «Después de esto vi cuatro ángeles que estaban de pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, y retenían los cuatro vientos de ella para que no soplase viento alguno sobre la tierra…» (Ap 7,1); a pesar de que tal información procedía de la inspiración de Dios, no es más que un claro reflejo de la ignorancia de los humanos de esos días. Hoy, que sabemos que la tierra es redonda y que no tiene los cuatro ángulos que se le adjudicaba al imaginarla plana, ¿cuántos evangelios debería obsequiarnos el Verbo para ponerse al día con el mundo actual? <<

[67] Cfr. Nácar-Colunga (1979). Op. cit., p. 1150. <<

[68] Cfr. Nácar-Colunga (1979). Op. cit., p. 1151. <<

[69] Cfr. Mt 24, denominado «el Pequeño Apocalipsis» (y Mc 13 incide en lo mismo). Esta preocupación por el retraso del Segundo Advenimiento comenzó a inquietar muy seriamente a los cristianos a partir de la caída de Jerusalén en el año 70 d. C.; este y otros datos sugieren que la famosa profecía de la destrucción de Jerusalén (Cfr. Lc 19,41-44) fue escrita después de acontecido el hecho. <<

[70] «Y Él les dijo: ¡Oh hombres sin inteligencia y tardos de corazón para creer todo lo que vaticinaron los profetas! ¿No era preciso que el Mesías padeciese esto y entrase en su gloria? Y comenzando por Moisés y por todos los profetas, les fue declarando cuanto a Él se refería en todas las Escrituras» (Lc 24,25-27). <<

[71] Cfr. Schonfield, H. J. (1990). El Nuevo Testamento original. Barcelona: Martínez Roca, p. 77. <<

[72] Ibíd, p. 78. <<

[73] Ibíd, p. 78. <<

[74] En Mc 13 figura una revelación de Jesús a la iglesia de Jerusalén que tradicionalmente se supone recibida poco antes de la guerra judía contra los romanos y su inclusión sugiere que el Evangelio de Marcos no fue redactado hasta después de finalizada dicha guerra. <<

[75] Cfr. Nácar-Colunga(1979), Op. cit., p. 1198. <<

[76] A este respecto es bien ilustrativo lo que dice Pedro en sus epístolas (I Pe y II Pe). Así, por ejemplo: «Carísimos, no se os oculte que delante de Dios un solo día es como mil años, y mil años como un solo día. No retrasa el Señor la promesa, como algunos creen; es que pacientemente os aguarda, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan a penitencia. Pero vendrá el día del Señor como ladrón, y en él pasarán con estrépito los cielos, y los elementos, abrasados, se disolverán, y asimismo la tierra con las obras que en ella hay» (II Pe 3,8-10). <<

[77] La llamada Biblia de los Setenta, que ya hemos mencionado en diversas ocasiones anteriormente, es la primera traducción al griego de los libros del Antiguo Testamento. La traducción —iniciada en origen por orden de Tolomeo II Filadelfos (Egipto, c. 287-246 a. C.), para uso de la importante colonia judía de Alejandría— se hizo necesaria ya que los judíos helenizados no conocían la lengua hebrea. La versión, a la que se atribuyó «inspiración divina» (Cfr. la Carta de Aristeas), adaptó algunos conceptos fundamentales del judaismo al pensamiento griego; así, por ejemplo, el Yahveh de los textos hebreos pasó a ser el «Señor» (Kyrios) en esta traducción y, dado que los grandes filósofos de la época la habían emprendido contra las divinidades humanizadas del panteón griego, con el cambio, al dios de Israel se le hizo perder lo máximo posible de su acusada antropomorfización y se potenció su dimensión trascendente en detrimento de su desmesurado intervencionismo en los asuntos humanos. En alguna medida «sin edulcorar el nacionalismo de la literatura bíblica, la versión de los Setenta preparaba una síntesis religiosa tal vez más espiritual, que insistía en el monoteísmo y la universalidad de la ética judía» (Cfr. Historia de las Religiones. Siglo XXI, Vol. 5, p. 180). <<

[78] Cfr. Schonfield, H. J. (1990). Op. cit., p. 134. <<

[79] Conformados por el Evangelio, que es anónimo aunque se autoatribuye relación con alguien designado como el «discípulo amado» de Jesús; dos cartas (II Jn y III Jn), escritas por alguien que se autodenomina «el Anciano» o «Presbítero»; un discurso (I Jn), anónimo, pero asimilable al redactor de las dos cartas anteriores; y el Apocalipsis o Revelación, que dice claramente haber sido escrito por un tal «Juan» y que presenta algunas diferencias lingüísticas con los otros autores detectados. <<

[80] Recordemos que Jesús les apodó a él y a su hermano Santiago como Bonaergés, los «tempestuosos» o «hijos del trueno» (Mc 3,17). <<

[81] Cfr. Schonfield, H. J. (1990). Op. cit., pp. 395-397. <<

[82] Los de Mateo, Marcos y Lucas. Se les denomina «sinópticos» porque en el plano literario se encuentran íntimamente vinculados. <<

[83] La escena se entiende como más normal si pensamos en la forma tradicional de sentarse a la mesa que tenían los comensales de aquella época: estirados junto a la mesa en divanes, con los pies hacia fuera y con un hombro tocando al del vecino. <<

[84] Cfr. Jn 1,35-40. <<

[85] Los textos citados son: «El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; él sabe que dice verdad para que vosotros creáis» (Jn 19,35). Y: «Éste es el discípulo que da testimonio de esto, que lo escribió, y sabemos que su testimonio es verdadero» (Jn 21,24). <<

[86] «Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos tocando al Verbo de vida» (I Jn 1,1). <<

[87] Cfr. Schonfield, H. J. (1990). Op. cit., p. 452. <<

[88] Cfr. Jn 1,35-40. <<

[89] Muchos líderes de sectas destructivas actuales tienen el Apocalipsis de Juan como libro de cabecera para fundamentar muchas de sus alucinaciones y abusos; algunos de ellos (como Charles Manson, Jim Jones, David Koresh, etc.) se han basado en pasajes de este texto para desencadenar y justificar el asesinato de decenas de personas. Cfr. Rodríguez, P. (1989). El poder de las sectas. Barcelona: Ediciones B. <<

[90] Cfr. Schonfield, H. J. (1990). Op. cit., pp. 455-481. <<

[91] Cuando, muchos años después, Pablo, ya cristiano, fue arrestado en Jerusalén, los zelotas le persiguieron a él con particular saña ya que lo consideraban un renegado (Act 23 a 25). <<

[92] Las histerias o neurosis de conversión son el desorden psicopatológico que suele subyacer debajo de episodios como las «posesiones» —que también acostumbran ir acompañadas de una «tormenta de movimientos» parecida a un ataque epiléptico—, las «apariciones de la Virgen» —en las que una histérica habla imitando «su» voz ¡¿?!—, o el «hablar lenguas» —balbucear sonidos ininteligibles— que se da en los rituales de algunas sectas cristianas. En el caso de Saulo se dan con precisión los habituales síntomas somáticos y funcionales de la neurosis de conversión (Cfr. Vallejo-Nágera, J. A. y otros (1991). Guía práctica de Psicología. Madrid: Temas de Hoy, pp. 603-606, o cualquier otro manual especializado). <<

[93] Cfr. Schonfield, H. J. (1987). Jesús ¿Mesías o Dios? Barcelona: Martínez Roca, p. 62. <<

[94] Tan es así que el propio Pablo dice de sí mismo: «Yo por la misma Ley he muerto a la Ley, por vivir para Dios; estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí. Y aunque al presente vivo en carne, vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí» (Gál 2,19-20) y «que nadie me moleste, que llevo en mi cuerpo las señales del Señor Jesús» (Gál 6,17). <<

[95] Cfr. Act 9,22 y 26. <<

[96] Cfr. Historia de las Religiones. Siglo XXI, Vol. 5, pp. 257-258. <<

[97] Según la primitiva tradición cristiana, Pablo era un hombre más bien feo, calvo, de nariz ganchuda y piernas arqueadas, corto de vista y con un defecto en el habla. <<

[98] Así, por ejemplo, en el encabezamiento de su Epístola a los Gálatas dijo de sí mismo: «Pablo, apóstol no de hombres ni por hombres, sino por Jesucristo y por Dios Padre, que le resucitó de entre los muertos, y todos los hermanos que conmigo están, a las iglesias de Galacia…» (Gál 1,1-2). Sin variar un ápice el significado, está más claro el sentido y es más correcta la traducción de este párrafo de la manera que sigue: «Pablo, enviado —no de parte de hombres ni por nombramiento de ningún hombre, sino por Jesucristo y Dios Padre que lo resucitó de entre los muertos—, y a todos los hermanos que están conmigo, a las comunidades de Galacia…» (Cfr. Schonfield, H. J. (1990). Op. cit., p. 251). O al referir la aparición de Jesús ante él, empleando la falsa modestia de los iluminados, dijo: «Porque yo soy el menor de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, pues perseguí a la Iglesia de Dios. Mas por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia que me confirió no resultó vana, antes me he afanado más que todos ellos, pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo» (I Cor 15, 9-10). O en Rom 1,1 al afirmar: «Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado al apostolado, elegido para predicar el Evangelio de Dios…» Y de este mismo tono son todos los encabezamientos de sus cartas. <<

[99] Resulta obvio que Pablo justificó su idea revolucionaria, en el sentido exacto del término, mediante una revelación personal. Con la singular falsa modestia que caracteriza sus escritos, Pablo, después de tratar los pormenores de la «reconciliación de judíos y gentiles por Cristo» (Ef 2,11-21), afirmó: «A mí, el menor de todos los santos, me fue otorgada esta gracia de anunciar a los gentiles la insondable riqueza de Cristo e iluminar a todos acerca de la dispensación del misterio oculto desde los siglos en Dios, creador de todas las cosas, para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora notificada por la Iglesia…» (Ef 3,8-10). No deja nunca de sorprender el empeño que ponen todos los redactores bíblicos en hacer que Dios se desdiga en temas fundamentales con tal de apuntalar así sus nuevas e interesadas ocurrencias. Si fuera cierto que Dios mantuvo «oculto desde los siglos» el mensaje de salvación favorable a los gentiles, su maldad sería infinita y, ¿quién sabe?, hasta es posible que un día de éstos nos vuelva a sorprender cambiando otra vez todas las reglas del juego. Habrá que andarse con mucho cuidado y no dejar de escuchar los anuncios de los cientos de profetas que pululan por el mundo actualmente y que, con el mismo derecho que Pablo y sus colegas, también tratan directamente con Dios y se sienten sus enviados. <<

[100] A eso se refiere Pablo al afirmar, por ejemplo, que por eso está escrito: «“El primer hombre, Adán, fue hecho alma viviente”; el último Adán, espíritu vivificante». (I Cor 15,45). Véanse también las descripciones similares que Pablo hace en sus epístolas a las comunidades de Asia y las dirigidas a los filipenses y los colosenses. <<

[101] Cfr. Schonfield, H. J. (1987). Op. cit., pp. 188-193. <<

[102] De hecho, si le hacemos caso a Marcos, Jesús ya había revelado en vida su «breve abdicación», a Pedro, Santiago y Juan, durante el episodio de la transfiguración (Mc 9,1-7). <<

[103] Resulta revelador el profundo desprecio que Pablo siente por el cuerpo físico y la defensa vehemente que hace en favor del «cuerpo espiritual», que carece de límites. Dejando de lado las metáforas y sofisticadas reflexiones místico-teológicas de Pablo, salta a la vista, para cualquiera que haya estudiado la estructura del discurso en sujetos con delirios, que su rechazo del cuerpo físico tiene origen en su propia experiencia, en la vida repleta de sufrimiento a que le ha forzado un organismo enfermizo, nido de achaques dolorosos de todo tipo, que está cerca de la ceguera… y en el que permanece prisionero un espíritu poderoso y sin límites, que es capaz de construir razonamientos teológicos supremos y volar hasta el cielo en medio de los arrebatos místicos. <<

[104] Si leemos, por ejemplo Rom 7,4 —«Así que, hermanos míos, vosotros habéis muerto también a la Ley por el cuerpo de Cristo, para ser de otro que resucitó de entre los muertos, a fin de que deis frutos para Dios»—, observaremos que Pablo diferenció dos hombres diferentes en el Cristo físico y en el Cristo posterior a la resurrección, con lo que el creyente, según él, debe tomar el papel de esposa del nuevo hombre espiritual a fin de darle hijos espirituales. <<

[105] Las fechas puestas entre corchetes Nácar-Colunga, son las propuestas por la cronología oficial católica. Están extraídas de la Biblia de Nácar-Colunga. <<

[106] En este punto no puede dejarse de reproducir la anotación qué acompaña á este versículo en la Biblia católica de Nácar-Colunga, pues vale su peso en oro: «Es el anuncio de una concepción milagrosa. “Espíritu Santo” significa aquí la fuerza divina carismática que actuará en ella (Cfr. Jue 3,10; 11,29; 2 Par 20,14); es “la virtud del Altísimo”, que la “cubrirá con su sombra”. La expresión es bella y sumamente delicada para insinuar la intervención divina. (…) Es una frase poética muy ambientada en la literatura bíblica, que delicadamente ahorra todo antropomorfismo, que pudiera resultar grosero en el momento de la concepción del Redentor». Al margen del tono general, obsérvese que la aclaración —sin duda revelada—, de que el Espíritu Santo es aquí «la fuerza divina carismática» y no lo que su nombre evidencia que es, adquiere una gran importancia con el fin de evitar que cualquier mente no teológica (es decir, normal) pueda llegar a pensar que Jesús, el Hijo, tuvo dos padres: la primera y la tercera personas de la Trinidad. <<

[107] Este último versículo lleva, en la Biblia católica que usamos, la siguiente anotación: «Informada de la voluntad de Dios, la Virgen presta su asentimiento, y en ese instante se realiza el misterio divino de la encarnación del Verbo en su seno virginal». A quién debe, pues, su maternidad milagrosa, ¿a Dios o al ángel Gabriel? <<

[108] «Rogó Abraham por Abimelec, y curó Dios a Abimelec, a su mujer y a sus siervos, y engendraron, pues había Yavé cerrado enteramente todo útero en la casa de Abimelec por lo de Sara, la mujer de Abraham» (Gén 20,17-18) y «Visitó, pues, Yavé a Sara, como le dijera, e hizo con ella lo que le prometió; y concibió Sara, y dio a Abraham un hijo en su ancianidad al tiempo que le había dicho Dios. Dio Abraham el nombre de Isaac a su hijo, el que le nació de Sara» (Gén 21,1-3). <<

[109] Cfr. Loisy, A. (1908). Simples Reflexions. París, p. 158. Tras la publicación de este crítico libro, Loisy, al que se considera el iniciador del modernismo, fue excomulgado por la Iglesia. Con anterioridad, en 1889, ya se le había forzado a abandonar su cargo como profesor de hebreo y de Sagrada Escritura en el Institut Catholique de París, acusado de cultivar ideas heterodoxas sobre la infalibilidad de la Biblia y, en 1903, un decreto del Santo Oficio (Inquisición) incluyó cinco de sus obras en el índice (relación de libros cuya lectura estaba absolutamente prohibida). <<

[110] «Y dijo la mayor a la menor: “Nuestro padre es ya viejo, y no hay aquí hombres que entren a nosotras, como en todas partes se acostumbra. Vamos a embriagar a nuestro padre y a acostarnos con él, a ver si tenemos de él descendencia”…» (Gén 19,31-32). <<

[111] En los capítulos IV y V del Protoevangelio de Santiago, se extiende este sello hasta la propia María, a quien se presenta como la hija de Joaquín y Ana que, a pesar de ser estéril, pudo concebirla tras recibir el anuncio de la gracia divina mediante un ángel del Señor. Cfr. Kaydeda, J. M. (1986). Los Apócrifos Jeshúa y otros Libros Prohibidos. Madrid: Rea, pp. 398-399. <<

[112] Justino (100-165 d. C.), el influyente escritor grecocristiano y mártir, que conocía perfectamente esta tradición pagana de la madre virgen embarazada por Dios para engendrar un ser prodigioso, se tomó la molestia de recoger esta historia en su I Apología —calificándola de «fábula» e identificando al dios Zeus con un diablo— para, sin negarla —puesto que de hacerlo debería cuestionarse también su propia creencia en el nacimiento idéntico de Jesús—, calificarla de «milagro infernal» en su Diálogo con el judío Trifón, obra en la que defiende que Cristo es el Mesías basándose en profecías del Antiguo Testamento. <<

[113] Cfr. Chu-Ven, raíz 443,1. Este dato aparece citado en P. de Prémare, Vestiges des principaux dogmes chrétiens, 1878, p. 204. <<

[114] Según san Agustín, san Efrem, Abogardo y el breviario de los Maronitas, la Virgen María habría concebido a través de una de sus orejas. <<

[115] Cfr. Giorgi, A. (1742). Alphabetum Thibetanum. Roma, Praefatio, p. 19. <<

[116] Cfr. Contra Celso, I, 58 y ss. <<

[117] En la inscripción de Naqsh i Rustam, de tiempos de Darío I, se afirma que «Ahura-Mazda es un gran dios. Ha creado esta tierra. Ha creado el cielo. Ha creado el hombre. Ha creado la felicidad del hombre. Ha hecho rey a Darío». <<

[118] Cfr. Ad. Eph., XI, 2. <<

[119] Cfr. El Evangelio del Pseudo-Mateo, XIV, 1-2; en Kaydeda, J. M. (1986). Op. cit., p. 684. <<

[120] Por otra parte, dado que los judíos, sometidos al Imperio romano, no podían aplicar la pena de muerte contra sus conciudadanos sin el preceptivo permiso del gobernador imperial, resulta tan imposible que Herodes pudiese ordenar la matanza como que el rey judío hubiese quedado sin castigo por parte de la autoridad romana si los hechos se hubiesen producido realmente. <<

[121] Para los interesados en la leyenda de Krisna que viajen a la India les recomendamos visitar la actual ciudad de Mathurá, situada entre Delhi y Agra, a unos 141 kilómetros al sur de la capital; la zona está repleta de lugares y ruinas relacionadas con esta encarnación de Vishnú y abundan los guías parlanchines dispuestos a relatar la historia mítica de Krisna a cambio de un precio razonable (si se sabe regatear sin piedad). La visita a Mathurá se disfruta aún más si uno sabe sobrevivir en alojamientos modestos (no hay hoteles para turistas, afortunadamente) y si no tiene la desgracia de contraer una disentería tal como le ocurrió a este autor (es recomendable llevar siempre un botiquín bien surtido ya que en buena parte, de la India no se encuentran medicamentos o éstos están caducados desde los tiempos de Krisna, o poco menos). <<

[122] Cfr. Bertrand, A. (1850). Dictionaire des Religions. París, p. 187. <<

[123] Reproducido en Campbell, J. (1992). Las máscaras de Dios: Mitología occidental (vol. III). Madrid: Alianza Editorial, pp. 370-371. <<

[124] Cfr. Suetonio, De vita Caesarum, capítulo dedicado a la vida de Octavio. <<

[125] En la Biblia Nácar-Colunga se encabeza este capítulo de Oseas bajo el título bien elocuente de «Amor de Dios por Israel e ingratitud del pueblo. Después de castigado, Dios se apiadará de él». <<

[126] Se ha mantenido que los sacrificios de niños fueron practicados de nuevo en Judá en tiempos del rey Ajab o Ajaz (c. 735-715 a. C.), aliado de los asirios, y que se celebraban en el valle de Ben-Hummonm (más conocido como valle de Hinnom), cercano a Jerusalén, pero los historiadores actuales piensan que este dato no tiene base real; dado el contexto histórico de esos días, del que son testigos críticos Oseas, Isaías y otros profetas, es muy probable que se trate de una leyenda negra nacida para desacreditar al monarca que se había aliado con los enemigos paganos, Conviene recordar que el sucesor de Ajab fue Ezequías y que éste emprendió una profunda reforma religiosa para eliminar de Judá el paganismo de origen asirio. <<

[127] Cfr. Saintyves, P. (1907). Les Saints successeurs des dieux. París: Librairie Critique, p. 358. <<

[128] Si analizamos sin prejuicios religiosos las representaciones de Isis amamantando a Horus que se exponen en el museo egipcio de El Cairo, veremos que son un antecedente iconográfico prodigioso de las escenas que, muchos siglos después, representarán a la Virgen y el niño Jesús, Pero puede resultar aún más chocante darse cuenta que este tipo de escenas, con diosa e hijo, son mucho más antiguas y estaban ya presentes en culturas con cultos agrarios poco desarrollados; en este sentido puede verse, por ejemplo, la llamada «mujer con niño en brazos», una terracota encontrada en Chipre, datada entre el III y II milenio a. C., que se expone en el museo del Louvre en París. <<

[129] Vohu-Manah, al igual que Horus y demás dioses-hijo, entre los que cabe situar a Jesús-Cristo, cumplía un papel fundamental como intermediario entre los humanos y el dios-padre con respecto al «Juicio final»; así, según se creía, cuando un alma llegaba al cielo, Vohu-Manah se levantaba de su trono, la tomaba de la mano y la conducía hasta el gran dios Ahura-Mazda y su corte celestial. <<

[130] En otras traducciones de la Biblia, la frase «que quita el pecado del mundo» aparece como «que carga sobre sí el pecado del mundo» que, significando lo mismo, tiene un sentido más acorde con el mito del que procede. La identificación simbólica de Jesús-Cristo con el Cordero aparece también en los siguientes versículos del Apocalipsis de san Juan: 5,6 y ss.; 7,9 y ss.; 14,1; 17,14; 21,9 y ss. En los Hechos de los Apóstoles la encontramos en Act 8,32. Y en las Epístolas de Pedro aparece en I Pe 1,18-19 en el versículo que dice: «Considerando que habéis sido rescatados de vuestro vano vivir según la tradición de vuestros padres, no con plata y oro, corruptibles, sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha…». <<

[131] En el solsticio de verano, desde milenios atrás, había igualmente grandes celebraciones paganas en torno al fuego, pero esa tradición también fue ahogada por la Iglesia cuando le implantó encima la festividad de San Juan (que en muchas regiones, como en todo el Levante español, aún tiene a las hogueras como rito festivo central). <<

[132] San Epifanio, refiriéndose al festival de Core, escribió en Penalnon 51: «la víspera de aquel día era costumbre pasar la noche cantando y atendiendo las imágenes de los dioses. Al amanecer se descendía a una cripta y se sacaba una imagen de madera, que tenía el signo de una cruz y una estrella de oro marcada en las manos, rodillas y cabeza. Se llevaba en procesión, y luego se devolvía a la cripta; se decía que esto se hacía porque la Doncella había alumbrado al Aion». <<

[133] Cfr. Campbell, J. (1992). Op. cit., p. 369. <<

[134] «Pues he aquí que llega el día, ardiente como horno, y serán entonces los soberbios y obradores de maldad como paja, y el día que viene la prenderá fuego, dice Yavé, de suerte que no les quedarán ni raíz ni follaje. Mas para vosotros, los que teméis mi nombre, se alzará un sol de justicia que atraerá en sus alas la salud, y saldréis y brincaréis como terneros (que salen) del establo, y pisotearéis a los malvados, que serán como polvo bajo la planta de vuestros pies, el día en que yo me pondré a hacer, dice Yavé de los ejércitos» (Mal 4,19-21). Tal como ya señalamos en otro apartado, en el contexto del siglo V a. C., el anuncio del «día de Yahveh», del que forman parte estos versículos de Malaquías, no tenía absolutamente nada que ver con una supuesta profecía referida a Jesús. <<

[135] Cfr. Chevalier, J. y Gheerbrant, A. (1993). Diccionario de los símbolos. Barcelona: Herder, pp. 358-359. <<

[136] Cfr. Saintyves, P. (1908). Las madres vírgenes y los embarazos milagrosos. París: Librairie Critique (este texto ha sido editado en España por Akal en 1985), pp. 94-95. <<

[137] «El Señor mismo os dará por eso la señal: He aquí que la virgen grávida da a luz, y le llama Emmanuel. Y se alimentará de leche y miel hasta que sepa desechar lo malo y elegir lo bueno…» (Is 7,14-15). <<

[138] La Iglesia católica ha intentado ocultar esta incoherencia argumentando que José y María debieron ser primos, pero, dado que de tal parentesco no se habla en ningún Evangelio mientras que sí se acreditan otros muchos que tienen menor relevancia, parece obvio que tal afirmación no es más que uno de los muchos embustes con los que se ha pretendido camuflar las decenas de contradicciones que aparecen en el Nuevo Testamento. <<

[139] La Iglesia católica soluciona la contradicción mediante un absurdo, eso es considerando «la de san Mateo como la genealogía legal y dinástica, que señala la transmisión de los derechos mesiánicos desde David hasta Jesús, y la de san Lucas la genealogía natural, que va de padres a hijos desde san José hasta David». Cfr. Nácar-Colunga (1979). Op. cit., p. 1.232. <<

[140] «No siempre resulta fácil reconocer la parte del profeta judío del siglo VIII a. C., Isaías hijo de Amós, en la importante colección titulada Isaías. Esta colección contiene al final dos series distintas de oráculos no anteriores al siglo VI a. C., obra del Deutero-Isaías (caps. 40-50) y del Trito-Isaías (caps. 56-66). Pero tampoco todo lo que los capítulos 1-39 contienen es enteramente atribuible al Proto-Isaías: ciertos elementos, como por ejemplo el apocalipsis de los capítulos 24-27, parecen más bien contemporáneos del Deutero-Isaías. Por otra parte, los “oráculos contra las naciones” de los caps. 13-23 se hallan simplemente agrupados en virtud de su similitud literaria, pero pertenecen a épocas diversas. Algunos otros capítulos han sido, además, “objeto de manipulación y de amplificaciones de épocas indeterminadas”», Cfr. Historia de las Religiones. Siglo XXI, Vol. 2, pp. 180. <<

[141] «Tres cosas me son estupendas y una cuarta no llego a entenderla: el rastro del águila en los aires, el rastro de la serpiente sobre la roca, el rastro de la nave en medio del mar y el rastro del hombre en la doncella» (Prov 30,18-19). <<

[142] «Sesenta son las reinas, ochenta las concubinas, y las doncellas son sin número» (Cant 6,8). <<

[143] De hecho, el texto del versículo 14 que hemos reproducido anteriormente —«He aquí que la virgen grávida da a luz, y le llama Emmanuel»—, tomado de la Biblia católica de Nácar-Colunga, no es una traducción correcta del original ya que en éste se dice más bien: «Ves a esta doncella embarazada que va a dar a luz a un hijo. Su hijo se llamará Emmanuel…», que tiene un sentido descriptivo absolutamente diferente, ya que contextualiza en tiempo presente y evita toda especulación profética. <<

[144] Del descaro insultante con que la Iglesia católica sigue defendiendo, hasta hoy, el texto de Isaías como una profecía verdadera acerca de la virginidad de María y del nacimiento del «Niño», constituye una pequeña muestra la anotación al versículo de Is 7,14 que figura en la Biblia de Nácar-Colunga: «Las dificultades de este vaticinio han sido sentidas desde antiguo, por la unión con que aparece ligado a la devastación asiría. Para darnos cuenta del lenguaje del profeta, habremos de reconocer que había tenido de Dios una muy alta revelación de Emmanuel, la cual le dejó tan impresionado, que no podía apartar el pensamiento de ella. Así, al anunciar la inminencia de la invasión asiría, toma por señal el mismo Niño, que, si entonces naciera, antes de llegar a los años de la discreción no tendría para alimentarse más que leche y miel. Éstas abundarán mucho, porque toda la tierra devastada será pastizal para los ganados». Es tan inmensa la estulticia —o la maldad, quién sabe— que anida bajo esta interpretación alucinógena del texto de Isaías, que ésta, como otras muchas anotaciones clásicas de las biblias católicas, supone una ofensa a la inteligencia de cualquier ser viviente mínimamente racional. <<

[145] En este punto, el anotador de la Biblia católica de Nácar-Colunga sigue tergiversando el sentido de Isaías al indicar que «los atributos que aquí atribuye el profeta al Niño nos declaran la alta idea que Dios le había comunicado de este vástago de David. Tales atributos tocan en lo divino, y su pleno sentido nos lo pondrá en claro la propia revelación del Nuevo Testamento»; eso es que, tal como ya vimos en su momento, lo que jamás se dijo en el Antiguo Testamento se dará por dicho en el Nuevo. <<

[146] El escasísimo espacio que se le dedica a la virginidad de María contrasta, por ejemplo, con las descripciones detalladísimas que se aportan para la construcción del Tabernáculo en el libro del Éxodo, donde, durante ¡seis capítulos enteros! —no doce versículos deslavazados—, se relacionan con neurótica minuciosidad las características y medidas de maderas, cortinas, tejidos, hilos, colores, ropas, metales… su confección, colocación y uso; necesidades de los artesanos a emplear, etc. (Cfr. Ex 25 a 31). Parece evidente que al Dios que inspiró la Biblia le interesó muchísimo más el arte de la decoración que la presunta virginidad de la madre de su divino hijo. <<

[147] Cfr., por ejemplo, Jn 1,1-18; Jn 10,30-36; o Jn 14,15-31. <<

[148] Cfr. la anotación al versículo de Mt 13,55 —«¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María, y sus hermanos Santiago y José, Simón y Judas?»— que figura en la Biblia católica de Nácar-Colunga. <<

[149] Cuando apuntamos que Marcos reproduce un cierto texto de Mateo, lo hacemos en referencia al orden de aparición de los pasajes en la Biblia, pero conviene recordar aquí que, aunque Mateo sea el evangelio que encabeza el canon neotestamentario, la redacción de Marcos le precedió en unos diez años y, en todo caso, fue Mateo quien se inspiró en Marcos y no al revés. <<

[150] Los exégetas católicos, que afirman que el uso del vocablo primogénito no implica que María haya tenido después otros hijos, se amparan en que el término griego prototókon corresponde al hebreo bekor, que significa el primer hijo de una madre. Al margen de que los otros hijos de María aparecen bien documentados, el argumento esgrimido por la Iglesia puede volverse del revés para objetar que tener «el primer hijo de una madre» no implica tampoco que ésta ya no vaya a tener otros en el futuro. <<

[151] En el texto original griego se dice literalmente «una esposa hermana». Sólo el empeño enfermizo de la Iglesia católica por esconder que los apóstoles —así como obispos, diáconos, etc.— vivían con una mujer y mantenían relaciones sexuales con ella, justifica la traducción de «hermana», a secas, allí donde todas las demás biblias no católicas y traducciones eruditas independientes dicen «esposa creyente» o «una hermana [en la fe] como esposa». De entre todas las biblias que tiene este autor en su biblioteca, es de resaltar la pintoresca parrafada que al respecto presenta la versión católica de la Biblia hecha por Félix Torres Amat y Severiano del Páramo, publicada en 1928: «¿No tenemos también facultad de llevar en los viajes alguna mujer hermana en Jesucristo, para que nos asista, como hacen los demás apóstoles y los parientes del Señor?»; la cursiva es del texto citado y, como se ve, la esposa-amante del original se transformó en una sirvienta correligionaria y los hermanos de Jesús en «parientes». <<

[152] Una tradición de mediados del siglo II, vehiculada por Hegesipo y Eusebio, presentó a María de Betania como la esposa de Alfeo (Cleofás), al que hizo hermano de san José; y otra tradición, más o menos contemporánea, vehiculada por Hegesipo y Jerónimo, convirtió a esta María en hermana o prima en primer grado de María, la madre de Jesús. La creación de estas tradiciones tenía como objetivo apuntalar la naciente mítica cristiana que haría de Jesús el hijo de Dios concebido por una virgen, tal como mandaban los cánones de las leyendas divinas paganas. <<

[153] Cfr. Antigüedades judías, XVIII, 1.1. <<

[154] «Muerto ya Herodes, el ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre y vete a la tierra de Israel, porque son muertos los que atentaban contra la vida del niño. (…) Mas habiendo oído que en Judea reinaba Arquelao en lugar de su padre Herodes, temió ir allá, y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, yendo a habitar en una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliese lo dicho por los profetas, que sería llamado Nazareno» (Mt 2,19-23). Lo «dicho por los profetas» es: «Cuando Israel era niño, yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo» (Os 11,1). Dado que la huida a Egipto que refiere Mateo (Mt 2,13-1 8) no está recogida ni por Lucas —y que la persecución de Herodes no existió, como ya vimos, ni tampoco aparece en Lucas—, es evidente que se incluyó en Mateo para forzar el «cumplimiento» del texto de Oseas recién citado. Por otra parte, respecto a lo de ser «llamado Nazareno», no hay ninguna referencia exacta en el Antiguo Testamento, salvo que tenga que ver con un juego de palabras que relacione la localidad de Nazara con el término hebreo zara, que significa «semilla» y aparece en Gén 21,12 (habitualmente traducido por «descendencia»). Otro juego de palabras posible es con el término «nazirita» usado para designar a alguien consagrado a Dios por un voto especial y que figura en Ex 13,2; Jue 13,5 y I Sam 1,20. O con netzer, el famoso retoño o rama de Is 11,1. <<

[155] El desconocerse el año exacto del nacimiento de Jesús —así como la práctica totalidad de las fechas relacionadas con su existencia— cuando las crónicas históricas antiguas fechan cientos de natalicios y de hechos aparentemente menos importantes que éste, confirma una suposición obvia: ni durante su nacimiento pretendidamente prodigioso ni durante el resto de su vida ocurrió nada tan notable como para que mereciese ser registrado en una crónica, ya fuese ésta judía, romana, cristiana o pagana. Jesús sólo llamó la atención mucho después de su muerte, cuando se elaboró la versión mitificada de su vida. <<

[156] «Después que Juan fue preso vino Jesús a Galilea predicando el Evangelio de Dios y diciendo: Cumplido es el tiempo, y el reino de Dios está cercano; arrepentíos y creced en el Evangelio» (Mc 1,14-15). <<

[157] Cfr. Historia de las Religiones. Siglo XXI, vol. 5, p. 235. <<

[158] Con mucha posterioridad a estos textos, sin duda obligados por, el éxito evangelizador que había alcanzado Pablo entre los gentiles —que actuó en sentido absolutamente contrario al marcado por Jesús y por la primitiva Iglesia de Jerusalén, según se ve claramente en Ef 2,19-21 o 3,4-6, por ejemplo—, se añadieron unos versículos al final de Mateo y Marcos —aunque no así en el de Lucas— con una supuesta declaración de Jesús, ya resucitado y poco antes de ascender al cielo, en la que ordenaba predicar el evangelio «a toda criatura» (cfr. Mt 28,19 y Mc 16,15). Según este enésimo absurdo, resulta obvio que el paso por la muerte amplió el horizonte humano de Jesús y le llevó a anular su más que bien documentado racismo contra los gentiles. ¿Cómo es posible que el Dios Hijo hubiese sido tan torpe, miope e injusto en vida? <<

[159] Cfr. la colección judía de himnos recogida en Authorised Prayer Book, pp. 5-6. <<

[160] «Entrando en Cafarnaún, se acercaron a Pedro los perceptores de la didracma y le dijeron: ¿Vuestro maestro no paga la didracma? Y él respondió: Cierto que sí. Cuando iba a entrar en casa, le salió Jesús al paso y le dijo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran censos y tributos? ¿De sus hijos o de los extraños? Contestó él: De los extraños. Y le dijo Jesús: Luego los hijos están exentos. Mas, para no escandalizarlos, vete al mar, echa el anzuelo y agarra el primer pez que pique, ábrele la boca, y en ella hallarás un estater; tómalo y dalo por mí y por ti» (Mt 17,24-27). La habilidad de este párrafo para decir lo que cada lector quiera entender es formidable. <<

[161] Pablo contradijo abiertamente a Jesús cuando, en Rom 13,1-7, ordenó: «Todos han de estar sometidos a las autoridades superiores, pues no hay autoridad sino bajo Dios; y las que hay, por Dios han sido establecidas, de suerte que quien resiste a la autoridad, resiste a la disposición de Dios, y los que la resisten se atraen sobre sí la condenación. (…) Es preciso someterse no sólo por temor del castigo, sino por conciencia. Por tanto, pagadles los tributos, que son ministros de Dios ocupados en eso. Pagad a todos lo que debáis; a quien tributo, tributo; a quien aduana, aduana; a quien temor, temor; a quien honor, honor». <<

[162] Cfr. Mt 21,12-13; Mc 11,15-18 y Lc 19,45-48. <<

[163] Con su habitual ánimo distorsionador, en la Biblia católica de Nácar-Colunga se anota el versículo 28 —que va desde «En verdad os digo… a… venir en su reino»— con la siguiente frase: «Este versículo, que se lee también en Mc 9,1 y en Lc 9,27, no está ligado a lo que precede. La venida de que aquí se habla no es la última, a juzgar el mundo, sino otra próxima, a juzgar a Israel, la cual tendrá gran influencia en el desarrollo de la Iglesia entre los gentiles». ¿Fue el Espíritu Santo quién dijo a la Iglesia católica que el versículo 28 no estaba relacionado con el texto que le precede dentro de un mismo párrafo? Y si no está relacionado con su contexto, ¿cómo saben a qué demonios se refiere? <<

[164] «Luego, enseguida, después de la tribulación de aquellos días, se oscurecerá el sol, y la luna no dará su luz, y las estrellas caerán del cielo, y los poderes del cielo se conmoverán. Entonces aparecerá el estandarte del Hijo del hombre en el cielo, y se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y majestad grande. Y enviará sus ángeles con resonante trompeta y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde un extremo del cielo hasta el otro» (Mt 24,29-31). <<

[165] La inminencia del «fin de los tiempos» también aparece destacada en versículos como los de Mt 4,17; Mc 1,15; Lc 10,9 y Lc 10,11 («el reino de Dios está cerca»); Mc 9,1 y Mc 13,30 («antes de que haya pasado esta generación»); Mt 10,23 («en verdad os digo que no acabaréis las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del hombre»). Aunque, según Mc 13,32, «Cuanto a ese día o a esa hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre»; este versículo, que figura también en Mt 24,36, parece una interpolación tardía realizada para intentar matizar el claro anuncio de la inminencia del «reino de Dios» cuando hacía ya varios decenios que se lo esperaba en vano. <<

[166] La primera vez que leí el Nuevo Testamento, hace ya años, me pareció tan evidente que Jesús había errado su predicción acerca del fin de los tiempos que no le concedí importancia alguna (dadas las tremendas contradicciones y errores que figuran en las Escrituras) y pensé que eso era conocido y perdonado por todo el mundo; pero hoy, cuando el manuscrito de este libro está prácticamente terminado, un dato que no conocía me ha hecho cambiar de opinión. Resulta que este error de Jesús no fue detectado hasta el siglo XVIII por el filósofo alemán Samuel Hermann Reimarus (1694-1768), que lo analizó en una obra, titulada Apología de quienes adoran a Dios según la razón, que no se atrevió a publicar. Años después, entre 1774 y 1778, Gotthold Ephraim Lessing publicó partes de esa Apología bajo el título de Fragmentos de un anónimo, y el también filósofo y teólogo David Friedrich Strauss resumió la voluminosa obra inédita de Reimarus en su S. H. Reimarus y su escrito en defensa de quienes adoran a Dios según la razón (1862). Estos textos, que circularon de forma subterránea y limitada, afloraron con timidez cuando, a comienzos del siglo XX, el teólogo Johannes Weiss hizo público el descubrimiento de Reimarus y otro teólogo, el famoso médico misionero y premio Nobel de la Paz Albert Schweitzer (1875-1965), profundizó en él en su obra De Reimarus a Wrede (1906), reimpresa en 1913 como Historia de la investigación sobre la vida de Jesús. <<

[167] Del viernes («Llegada ya la tarde, porque era la Parasceve, es decir, la víspera del sábado» se añade en Mc 15,42). <<

[168] En la anotación a Mt 27,58 (en la traducción de Nácar-Colunga) se dice: «Como cadáver de reo, estaba en poder del juez, que no lo entregó hasta haberse certificado que estaba ya muerto». <<

[169] Parasceve significa el día de la Preparación, el viernes o víspera del día de descanso semanal judío que, ese sábado, precisamente, a lo que parece, debía coincidir con alguna celebración especial. <<

[170] Según lo refiere el evangelista en Mt 28,11-15, la versión del robo del cadáver de Jesús por parte de sus discípulos fue la que «se divulgó entre los judíos hasta el día de hoy». Mateo, en una patraña que no consta en ningún otro evangelio, cuenta cómo los sacerdotes judíos pagaron «bastante dinero» a los guardianes romanos para que dijeran que «viniendo los discípulos de noche, le robaron mientras nosotros dormíamos», con lo que, de una tacada, toma por estúpidos al Sanedrín judío, a los soldados romanos y al lector de sus versículos ya que, si los sacerdotes judíos pensaron que Jesús había resucitado de verdad, no tenía ningún sentido pagar para ocultar algo tan grande que acabaría por saberse de alguna forma (nadie resucita para mantenerlo oculto) y, por otra parte, si los guardias romanos hubiesen confesado haberse dejado robar el cuerpo de Jesús mientras dormían, se les habría ejecutado inmediatamente, con lo que el dinero recibido les iba a servir de bien poco. <<

[171] Un hecho tan importante como que el apóstol Pedro estuvo en el sepulcro en esa circunstancia básica del cristianismo hubiese sido conocido y relatado por Marcos, que escribió su texto sobre lo que le escuchó predicar directamente a Pedro; y también lo hubiese sabido y escrito su compañero de apostolado Mateo, pero ése no es el caso. <<

[172] Que ya se deja ver cuando, como fuente de Juan el Anciano, describe el modo ritual judío de practicar los enterramientos —en Jn 19,3940— y entra en contradicción con los otros tres evangelistas. <<

[173] Al margen de lo dicho, quizá la credibilidad de María Magdalena —o María de Magdala— no fuese demasiado sólida ante quienes la conocían si, tal como se cuenta en Lc 8,2, «había sido curada de espíritus malignos (…) de la cual habían salido siete demonios» antes de convertirse en seguidora de Jesús. Desde el punto de vista psiquiátrico actual cabría pensar, como mínimo, que ¡siete demonios suponen ya demasiado desequilibrio para una sola persona! (máxime en un tiempo que estaba aún a dos milenios del descubrimiento de los neurolépticos y demás psicofármacos antipsicóticos). <<

[174] Así, por ejemplo, en Mt 16,21-23 se lee: «Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para sufrir mucho de parte de los ancianos, de los príncipes de los sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y al tercer día resucitar. Pedro, tomándole aparte, se puso a amonestarle, diciendo: No quiera Dios, Señor, que esto suceda. Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: Retírate de mí, Satanás; tú me sirves de escándalo, porque no sientes las cosas de Dios, sino las de los hombres». <<

[175] Cfr. Mt 9,18-25; Mc 5,35-43 y Lc 8,40-56. <<

[176] Cfr. ]n 11,33-44. <<

[177] El pasaje se repite en Mt 16,21 y en Lc 9,22. <<

[178] Ver también Mt 17,22-23 —que añade que los apóstoles «se pusieron muy tristes»— y Lc 9,44-45. <<

[179] Este texto se reproduce también en Mt 20,18-19 y en Lc 18,31-34, que añade: «Pero ellos no entendían nada de esto, eran cosas ininteligibles para ellos, no entendían lo que les decía». <<

[180] En el contexto narrativo equivalente de Mt 26,30-35 y Lc 22,31-39 no se incluye esta frase. <<

[181] «Porque como por un hombre vino la muerte, también por un hombre vino la resurrección de los muertos. Pues así como en Adán mueren todos, así también en Cristo serán todos vivificados» (I Cor 15,21-22). <<

[182] Tan llamativa e imposible de camuflar es esta incoherencia que la Iglesia católica no ha logrado maquillarla del todo ni aún con sus alucinógenas anotaciones a las Sagradas Escrituras. En la Biblia de Nácar-Colunga se anota el versículo de Mt 27,52 con el comentario siguiente: «Este hecho nos es transmitido sólo por san Mateo; su interpretación es difícil, y por esto, objeto de varias opiniones. En el sentido obvio, esos santos se habrían adelantado al Señor en la resurrección, lo que no puede admitirse, ¿Habrá anticipado el evangelista la resurrección de los santos? Ésos que, resucitados, salieron de sus sepulcros, ¿volvieron a morir? Otros tantos misterios. Lo indudable es que esa resurrección, cualquiera y como quiera que sea, es señal de la victoria de Jesús sobre la muerte y de la liberación de los que le esperaban en el seno de Abraham». La desfachatez de la Iglesia es tan infinita y resulta tan obvia que ahorra cualquier apostilla a esta autorizada anotación. <<

[183] El mismo Lucas, sin embargo, en unos versículos que preceden a los citados, presentó al apóstol Pedro predicando en Lidia y obrando curaciones milagrosas, como la del paralítico Eneas (Act 9,33-35), y prodigios como el de la resurrección de Tabita, una discípula del pueblo de Joppe que murió tras una enfermedad «y, lavada, la colocaron en el piso alto de la casa. Está Joppe próximo a Lidia; y sabiendo los discípulos que se hallaba allí Pedro, le enviaron dos hombres con este ruego: No tardes en venir a nosotros. Se levantó Pedro, se fue con ellos y luego le condujeron a la sala donde estaba, y le rodearon todas las viudas, que lloraban, mostrando las túnicas y mantos que en vida les hacía Tabita. Pedro los hizo salir fuera a todos, y puesto de rodillas, oró; luego, vuelto al cadáver, dijo: Tabita, levántate. Abrió los ojos, y viendo a Pedro, se sentó. En seguida le dio éste la mano y la levantó, y llamando a los santos y viudas, se la presentó viva» (Act 9,36-41). Es evidente que en esos días no hacía falta ser Dios o Jesús para poder resucitar al prójimo y, en todo caso, no se precisaba ser nadie en especial para que Dios acordara devolverle la vida. ¿A qué entonces tanto alboroto con la resurrección del «Hijo de Dios»? ¿Es que no merecen idéntico alborozo la resurrección de Lázaro o ésta de Tabita? Dado que los textos de las Escrituras van avalados por la «palabra de Dios», las resurrecciones que refieren sólo pueden ser ciertas e igualmente meritorias e indiciarías todas ellas o, por el contrario, deben ser consideradas meras fabulaciones todas ellas sin excepción. <<

[184] Si leemos el Evangelio de Lucas, obra del mismo Lucas que escribió los Hechos, veremos que Jesús no pasó cuarenta días apareciéndose, sino que ascendió al cielo el mismo día de su resurrección, poniendo así punto final a su estancia terrenal (Cfr. Lc 24,13-52). ¿En qué quedamos? ¿Fueron cuarenta días o uno solo? <<

[185] No podemos menos que remarcar otra contradicción —una más— en el contexto narrativo de este párrafo, ya que mientras en Mt 12,38-40 Jesús es presentado pronunciando las palabras citadas en respuesta a la interpelación de «algunos escribas y fariseos», en los versículos paralelos de Lc 11,29-32 argumenta un discurso equivalente pero situado dentro de un marco de enseñanza muy diferente y sin mediar pregunta ninguna (si exceptuamos la imprecación de «una mujer de entre la muchedumbre» que, en Lc 11,27, le dice: «Dichoso el seno que te llevó y los pechos que mamaste»). <<

[186] Cien libras son unos treinta y cinco kilos de mirra y áloe, que no es poca cantidad. <<

[187] Aunque, si creemos lo que se dice en Mateo, no sólo los profetas auténticos podían obrar maravillas. Así, se presenta a Jesús afirmando: «Entonces, si alguno dijere: Aquí está el Mesías, no le creáis, porque se levantarán falsos mesías y falsos profetas, y obrarán grandes señales y prodigios para inducir a error, si posible fuera, aun a los mismos elegidos» (Mt 24,23-24). <<

[188] El pueblo de Israel, tal como ya mostramos, desde el final de su cautiverio, en el siglo VI a. C., desarrolló una profunda esperanza en un Mesías Salvador, que en lengua hebrea es literalmente un Mashíach Yehua, eso es un Cristo Jesús; pero mientras este título tenía un carácter impersonal en hebreo, al adaptarlo al griego y latín se convirtió en personal, con lo que se pervirtió radicalmente su significado original. <<

[189] Conviene recordar, además, que, dado que en esa época los no judíos le atribuían rango divino a todos los soberanos, a los cristianos gentiles convertidos por Pablo —que eran de clase baja e incultos en su casi totalidad— les resultó perfectamente normal tomar por divino a quien les llegaba como mesías o rey de los judíos. Los judeocristianos, en cambio, nunca habrían podido tomar a Jesús por divino ya que con ello hubiesen cuestionado gravemente su monoteísmo. <<

[190] Recuérdese, por ejemplo, que en la oración conocida como el Padrenuestro, supuestamente instituida por Jesús, todos y cada uno de los creyentes se dirigen a Dios como si fuese su padre y ello no implica más que la aceptación de la metáfora que nos hace a todos los humanos «hijos de Dios». <<

[191] Con la excepción del Jesús que aparece en Jn 6,32-45: «Moisés no os dio pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que bajó del cielo y da la vida al mundo. (…) Yo soy el pan de vida; el que viene a mí, ya no tendrá más hambre, y el que cree en mí, jamás tendrá sed, (…) todo lo que el Padre me da viene a mí, y al que viene a mí yo no le echaré fuera, porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. (…) Porque ésta es la voluntad de mi Padre, que todo el que ve al Hijo y cree en Él tenga la vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. (…) Todo el que oye a mi Padre y recibe su enseñanza, viene a mí…» Pero tal como ya mostramos en su momento, el texto de Juan, escrito por el griego Juan el Anciano a principios del siglo II d. C., presenta un Jesús absolutamente deformado, que habla con prepotencia y descaro, contrariamente a la humildad que le caracteriza en los relatos de los tres sinópticos —en Mc 10,18, por ejemplo, se muestra a Jesús diciendo «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios»—, y que se expresa en un sentido absurdo y ácidamente contrario al que emplearía un judío —que es lo único que sabemos con certeza que fue Jesús— que se dirige a otros judíos. Esta autoatribución de ser hijo de Dios, por tanto, carece de cualquier credibilidad a efectos de historicidad y se deriva claramente de la filosofía platónica, un contexto que influyó decisivamente en el desarrollo de la cristología tal como la conocemos actualmente. <<

[192] Garzanti (1992). Enciclopedia de la Filosofía Garzanti. Barcelona: Ediciones B, p. 650. <<

[193] «Vosotros sabéis lo acontecido en toda Judea, comenzando por la Galilea, después del bautismo predicado por Juan; eso es, cómo a Jesús de Nazaret le ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder, y cómo pasó haciendo bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él» (Act 10,38). <<

[194] Siendo sus representantes más antiguos los ebionitas («pobres»), que ya eran una secta judeocristiana cuando el cristianismo aún no era más que una secta judía. Los ebionitas se opusieron siempre a Pablo y a su mensaje y consideraban que Jesús fue un profeta que no tuvo nada de divino. <<

[195] Cfr. Garzanti (1992). Op. cit., pp. 724-725. <<

[196] La «votación mayoritaria» del concilio de Nicea, tal como veremos en un capítulo posterior, fue forzada por el emperador Constantino, que amenazó a los obispos congregados con la destitución y el destierro para aquéllos que no aceptasen que Jesús-Cristo era «consustancial al Padre» (homoousios); así pues, fue la voluntad caprichosa de Constantino —un monarca cruel que murió abrazando el arrianismo en vez del catolicismo que él mismo hizo nacer—, no la inspiración del Espíritu Santo, la causa que elevó a la categoría de «verdad revelada» la creencia oficial de la Iglesia católica actual acerca de la consustancialidad del Padre y el Hijo. <<

[197] Cfr. Garzanti (1992). Op. cit., p. 701. <<

[198] El papa León I (440-461), durante el concilio, proclamó la divinidad y la humanidad de Cristo diciendo: «Consustancial al Padre por su divinidad, consustancial a nosotros por su humanidad»; a lo que los obispos presentes, según las actas conciliares, respondieron: «¡Pedro ha establecido a través de León!». Esta doctrina de las dos naturalezas, al afirmar que Cristo era verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, le dibujó como el mediador ideal. <<

[199] Gracias a la protección de los emperadores de Bizancio. El monarca Zenón, por ejemplo, tuvo como una de sus mayores preocupaciones el lograr anular la validez de los decretos del concilio de Calcedonia contrarios al monofisismo y, aunque no lo logró, su empeño preparó el camino para la futura ruptura entre Bizancio y Roma. Hasta el día de hoy han podido sobrevivir tres iglesias nacionales monofisitas: la Iglesia egipcia o copta, la Iglesia siríaca jacobita y la Iglesia armenia. <<

[200] Máximo distinguió, además, entre una voluntad natural, que se encuentra en todo hombre «en tanto que es algo según la naturaleza y no en tanto que es alguien según la persona» y la voluntad electiva, que presupone la ignorancia y está excluida de Cristo. <<

[201] Que también aprovechó para volver a establecer la primacía papal; ordenó que el emperador fuese llamado «hijo del Papa, de la Iglesia y de San Pedro» y que la Iglesia fuese denominada como «madre del Imperio». <<

[202] Al menos según se le hace aparecer en Mt 21,1-9, Mc 11,1-10, Lc 19,29-39 y Jn 12,12-19. En Mateo, por ejemplo, se lee: «Envió Jesús a dos discípulos, diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente, y luego encontraréis una borrica atada, y con ella el pollino; soltadlos y traédmelos, y si algo os dijeren, diréis: El Señor los necesita, y al instante los dejarán. Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta: “Decid a la hija de Sión: He aquí que tu rey viene a ti, manso y montado sobre un asno, sobre un pollino hijo de una bestia de carga.” Fueron los discípulos e hicieron como les había mandado Jesús; y trajeron la borrica y el pollino, y pusieron sobre ellos los mantos, y encima de ellos montó Jesús. (…) La multitud que le precedía y la que le seguía gritaba, diciendo: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”». (Mt 21,1-9). <<

[203] Obviamos reproducir cada uno de estos textos del Antiguo Testamento para compararlos con los pasajes de los Evangelios que supuestamente profetizan porque debería transcribirse todo su contexto y eso sería algo tan farragoso como absurdo. Pero recomendamos a todo lector que tenga alguna duda al respecto, que coja una Biblia, y haga él mismo estas comparaciones con el fin de darse cuenta de hasta qué punto ha sido desvergonzada e infantil la fabricación de profecías bíblicas acerca de la pasión de Jesús. <<

[204] En este caso no reproducimos el texto de la Biblia católica de Nácar-Colunga, que usamos en todo este libro, por estar escandalosamente mal traducido. La versión de Nácar-Colunga dice: «Cuando uno que cometió un crimen digno de muerte sea muerto colgado de un madero, su cadáver no quedará en el madero durante la noche, no dejarás de enterrarle el día mismo, porque el ahorcado es maldición de Dios, y no has de manchar la tierra que Yavé, tu Dios, te da en heredad»; la palabra «ahorcado», que pretende alejar totalmente este pasaje del tipo de muerte que sufrió Jesús, no existe en ninguna traducción de la Biblia que sea objetiva (ya sean versiones no católicas o independientes), pero tampoco en otras versiones absolutamente católicas, como es el caso de la que hemos empleado aquí (Cfr. Sagrada Biblia, traducida por Félix Torres y Severiano del Páramo, Madrid: Apostolado de la Prensa, 1928, p. 349). <<

[205] Para comprobar lo sencillo que es encontrar profecías en la Biblia, el lector puede experimentarlo por sí mismo haciendo algo parecido a esto: hemos abierto la Biblia al azar, saliendo las páginas 704-705, y al comenzar a leer el texto nos hemos encontrado con este versículo: «Aunque acampe contra mí un ejército, no temerá mi corazón. Aunque se alzare en guerra contra mí, aun entonces estaré tranquilo» (Sal 27,3). Después de una somera mirada resulta obvio que se trata de una clarísima profecía acerca de Rambo —especialmente de su película Acorralado—; o quizá lo sea de James Bond; o mejor del líder sectario David Koresh cuando fue asediado hasta la muerte, en su rancho de Waco, por las fuerzas especiales del FBI; o también puede referirse al cerco final del Che Guevara en La Higuera por el ejército boliviano; pero también describe a la perfección el comportamiento del valiente y honesto monseñor Óscar Romero, finalmente asesinado en El Salvador; aunque bien puede estar profetizando la detención de Jesús de Nazaret por toda una cohorte del ejército romano; o, tal vez… <<

[206] El judeo-cristianismo había empezado a tener problemas serios cuando, tras la ejecución de Santiago (62), se eligió como dirigente a Si meón, hijo de Cleofás, que no supo ganarse la autoridad y respeto que gozó el hermano de Jesús, y tampoco pudo mantener la importancia de la Iglesia de Jerusalén que, desde el año 70, perdió su peso específico y dejó de ser el centro del cristianismo; la falta de liderazgo —también habían muerto los carismáticos, aunque opuestos, Pedro y Pablo— hizo desaparecer la aún incipiente unidad y disparó el peligro de la dispersión sobre un conjunto de comunidades que estaban atravesando muy diferentes circunstancias, tanto en lo sociopolítico como en lo referente a las nuevas elaboraciones teológicas. A finales del siglo I la Iglesia romana había quedado muy diezmada, la palestina casi había desaparecido y los testimonios y manifestaciones públicas se habían reducido al máximo. <<

[207] Cfr., por ejemplo, Mt 16,27-34; Mc 9,1 o Lc 9,27. <<

[208] Es más correcto traducir esta última frase por «con quienes llega ya la consumación de los siglos». <<

[209] La rogativa habitual de los primeros cristianos era la aramaica Maraña tha o Maran atha, que significa «ven, Señor». <<

[210] Los expertos, tras analizar la estructura y el contenido de la llamada II Epístola de San Pedro, han demostrado de manera fehaciente su naturaleza pseudoepigráfica y su redacción muy tardía —en ningún caso anterior al siglo II—, pero, sin embargo, la Iglesia católica sigue teniéndola como procedente de la mano del apóstol Pedro, muerto hacía ya tiempo cuando se escribió este texto. <<

[211] Sobre la historia de la Iglesia hay publicados decenas de libros objetivos, casi siempre de autores no católicos, que mantienen posturas críticas muy fundamentadas y alejadas de la apologética oficial (Cfr., por ejemplo, la Historia de las Religiones, Siglo XXI, vols. II y V). Como ejemplo de una investigación ferozmente crítica con la historia del cristianismo y, al tiempo, profunda y sólidamente documentada al basarse en cientos de fuentes primarias antiguas y secundarias, señalaremos la serie de varios tomos (siete, hasta la fecha) que Karlheinz Deschner está publicando bajo el título genérico de Historia criminal del cristianismo. <<

[212] La Iglesia católica sostiene que desde su comienzo el cristianismo tuvo una ortodoxia, eso es una fe verdadera, que tuvo que defenderse de múltiples herejías que intentaron apartarla de las creencias originales; pero tal afirmación es absolutamente falsa y no es más que una ficción eclesiástica que pretende mostrar a la Iglesia como la heredera y continuadora de la tradición apostólica, cosa que evidentemente no es. El concepto de herejía —aíresis—, que no significaba más que la opinión elegida para sostener algo, en el siglo II fue pervertido y transformado en algo peyorativo por el obispo Ignacio —creador también del concepto de «católico»—, que lo hizo sinónimo de falso, sectario, sin fundamento ni credibilidad, etc. Tal como veremos algo más adelante, sólo tras la lucha encarnizada entre decenas de sectas cristianas se llegó, a partir del concilio de Nicea, al triunfo de la herejía —u opinión— católica y a la imposición de la ortodoxia que aún defiende la Iglesia actual. <<

[213] Cfr. Historia de las Religiones. Siglo XXI, Vol. 5, pp. 379. <<

[214] Ibíd, p. 394. <<

[215] La evolución del cristianismo no fue un camino de unidad y concordia, sino todo lo contrario. A finales del siglo II, según dejó escrito el filósofo Celso, «como consecuencia de haber llegado a ser multitud, [los cristianos] se distancian los unos de los otros y se condenan mutuamente; hasta el punto que no vemos que tengan otra cosa en común sino el nombre (…), ya que por lo demás cada partido cree en lo suyo y no tiene en nada las creencias de los otros». A principios del siglo III el obispo Hipólito de Roma citaba treinta y dos sectas cristianas enfrentadas entre sí, y casi dos siglos después, a finales del IV, el obispo Filastro de Brescia hablaba de ciento veintiocho sectas más veintiocho herejías. Los cristianos, peleados unos con otros, tratando de imponer cada doctrina propia al resto de los seguidores de Jesús y enemistados con todos los judíos, dieron un espectáculo deplorable como jamás se había visto en ningún contexto religioso de la antigüedad. La facción católica y sus dogmas sería la vencedora final gracias a Constantino, pero no cabe ignorar que hoy, aún peor que en esos días, el cristianismo se halla dividido en varias grandes religiones y centenares de sectas de todos los tamaños, con cada una de ellas arrogándose la legitimidad y la ortodoxia del seguimiento del Jesús-Cristo. <<

[216] Cfr. Deschner, K. (1990). Historia criminal del cristianismo. Los orígenes, desde el paleocristianismo hasta el final de la era constantiniana (Vol. I). Barcelona: Martínez Roca, p. 190. <<

[217] Cfr. Historia de las Religiones. Siglo XXI, Vol. 5, pp. 434-437. <<

[218] Hasta el reciente concilio Vaticano II, la Iglesia católica defendió la doctrina infalible, emanada del concilio de Florencia (1442), de que todo el que estuviese «fuera de la Iglesia católica (…) caerá en el fuego eterno, que está preparado para el demonio y sus ángeles». <<

[219] Cfr. Santa Sede (1992). Op. cit., pp. 198-199, párrafos 830-831. <<

[220] Cfr. Deschner, K. (1990). Op. cit., p. 222. <<

[221] Cfr. Rodríguez, P. (1995). Op. cit., p. 41. <<

[222] En el Catecismo, por ejemplo, no figura ni una sola referencia a los versículos de Mc 9,38-40 y Lc 9,49-50. <<

[223] Cfr. Santa Sede (1992). Op. cit., p. 138, párrafo 590. <<

[224] Debe destacarse que Jesús aparece aquí en comunión total con el Espíritu Santo, y ello implica, para el creyente, que por estar buscando el bien (cuya fuente es el Espíritu) se está ya con Jesús, pero no al revés. <<

[225] Cfr. Carmona, J. A. (1994). Los sacramentos: símbolos del encuentro. Barcelona: Ángelus, capítulo VII. <<

[226] Hiereus es el término que se empleaba en el Antiguo Testamento para denominar a los sacerdotes de la tradición y a los de las culturas no judías; su concepto es inseparable de las nociones de poder y de separación entre lo sagrado y lo profano (valga como ejemplo, para quienes desconozcan la historia antigua, el modelo de los sacerdotes egipcios o de los diferentes pueblos de la Mesopotamia que, con más o menos fortuna, ha popularizado el cine). <<

[227] Melquisedec, un no judío e incircunciso, fue un rey y sacerdote del «Altísimo» (‘élyon) —nombre divino que, como ya vimos, figura asociado al gran dios cananeo El—, del que se dice en Gén 14,18-19: «Y Melquisedec, rey de Salem, sacando pan y vino, como era sacerdote del Dios Altísimo, bendijo a Abraham…». <<

[228] «Porque el hombre es el templo vivo (no hay espacio sagrado), para ofrecer el sacrificio de su vida (toda persona es sagrada), en ofrenda constante al Padre (no hay tiempos sagrados)», argumenta el teólogo José Antonio Carmona en Op. cit. <<

[229] «Al que nos ama, y nos ha absuelto de nuestros pecados por virtud de su sangre. Y nos ha hecho reyes y sacerdotes de Dios, su Padre, a Él la gloria y el imperio por los siglos de los siglos, amén» (Ap 1,5-6); «porque fuiste degollado y con tu sangre has comprado para Dios hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación, y los hiciste para nuestro Dios reino y sacerdotes, y reinan sobre la tierra» (Ap 5,9-10); «Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; sobre ellos no tendrá poder la segunda muerte, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con Él por mil años» (Ap 20,6). <<

[230] «Vosotros [los cristianos], como piedras vivas, sois edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por Jesucristo» (I Pe 2,5). <<

[231] Cfr. Lois, J. (1993). «El ministerio presbiterial al servicio de la iglesia de Jesús en el momento actual: Experiencias y proyección». Tiempo de Hablar (56-57), p. 25. <<

[232] En la Vulgata se tradujo el término griego «diácono» por el latino «ministro» (de minuster, que significa el que está debajo, al servicio de los demás, el que elige ser menos en comparación con otros). La Iglesia católica, en cambio, asoció al «ministro» su significado absolutamente opuesto, el de magister, que indica posición de superioridad o de rango y mando. <<

[233] Cfr. Historia de las Religiones. Siglo XXI, Vol. 5, p. 393. <<

[234] La influencia de los escritos de Thascius Caecilius Cyprianus en el catolicismo occidental ha sido enorme. Debido a su formación y rango (probablemente ordo senatorum) aplicó su mentalidad jurídica para conceptualizar la estructura de la Iglesia de Roma. En uno de sus tratados, De catholicae ecclesiae unitate, san Cipriano afirma que la Iglesia fundada en la comunidad de los obispos es el único instrumento de salvación para el hombre. <<

[235] Cfr. la Constitución Lumen Gentium, núm. 28. <<

[236] Cfr. Schillebeeckx, E. (1981). Le ministere dans l’Église. Parísi Editions du Cerf, pp. 109-110. <<

[237] Una «divinidad» que durante los tres primeros siglos de cristianismo no fue reconocida como tal. Así, por ejemplo, san Jerónimo, uno de los principales padres de la Iglesia y traductor de la Biblia al latín (Vulgata), jamás aceptó el clero como de institución divina y, a más abundamiento, nunca se dejó ordenar obispo; dado que en los Evangelios sólo se especifican las funciones del diaconado y presbiteriado, san Jerónimo defendía que ser obispo equivalía a estar fuera de la Iglesia (entendida en su significado auténtico y original de Ekklesía o asamblea de fieles). <<

[238] Sirva de contrapunto el saber que, según el Código de Derecho Canónico vigente, los obispos actuales, que sólo pueden ser nombrados por el Papa, no pueden ser depuestos por él, ni aun en el caso de darse circunstancias graves; así, por ejemplo, el canon 401.2 es bien expresivo a este respecto: «Se ruega encarecidamente al obispo diocesano que presente la renuncia de su oficio si por enfermedad u otra causa grave quedase disminuida su capacidad para desempeñarlo». Un obispo demente, pongamos por caso, no puede ser despedido jamás de su cargo; o bien renuncia voluntariamente o, como máximo, se le puede trasladar a «ninguna parte», eso es que se le nombra obispo de una diócesis que sólo tiene existencia nominal y no real. <<

[239] Y así lo calificaban ya padres de la Iglesia como san Agustín (354-430) en sus escritos (Cfr. Contra Ep. Parmeniani, II, 8). <<

[240] La regla de Cluny tenía como ideal supremo el de la libertad y proclamaban que la única fuerza de la que dependían era Dios y su representante en la tierra, el sucesor de Pedro; se declaraban, por tanto, fuera del alcance de las normas reales o imperiales. Dado que Gregorio VII creía que sólo el Papa tenía potestas directa para nombrar los cargos clericales, en un sínodo reunido en Roma, del 24 al 28 de febrero de 1075, prohibió las «investiduras laicas». El fin de tal decreto era acabar con la simonía —compra y venta de cargos religiosos que conllevan beneficios materiales, prestigio social y situación de poder o privilegio— practicada por los príncipes, pero el resultado fue más bien trágico a largo plazo: para estar en condiciones de poder coaccionar a los príncipes y someterles a la voluntad papal, Gregorio VII impuso a la Iglesia el camino que la condujo hasta la adquisición desmedida de riqueza y poder temporal; por otra parte, si bien es cierto que atajó la simonía laica, también lo es que con ello abrió la puerta a la simonía de los prelados católicos, que ha demostrado con creces ser inmensamente peor. <<

[241] En el documento Lumen Gentium no sólo se indica así por su contenido sino por el mismo orden de sus capítulos que, según su importancia decreciente, trata de la Iglesia presentada y comprendida como el nuevo Pueblo de Dios (9), pueblo sacerdotal (10-11), dentro del cual suscita el Espíritu diversidad de carismas y ministerios (12), y también el ministerio jerárquico (18). Lo primero y fundamental es la comunidad de fieles, la jerarquía es accesoria y debe estar al servicio de la comunidad. <<

[242] De este versículo, además, se infiere una clarísima y absoluta prohibición de matar o ejecutar a un ser humano bajo ninguna circunstancia, aspecto que la Iglesia católica ha vulnerado de forma criminal durante buena parte de su historia y que aún hoy ignora al justificar, en su Catecismo, la pena de muerte (Cfr. su párrafo 2.266 y siguientes). <<

[243]  Cfr. Mt 19,16-26; Mc 10,17-27 y Lc 18,18-27. <<

[244] Cfr. Lois, J. (1993). Op. cit., p. 25. <<

[245] El término paroikiai, de todas formas, en el siglo IV aún conservaba su significado original de diócesis. <<

[246] Cfr. Santa Sede (1992). Catecismo de la Iglesia católica. Madrid: Asociación de Editores del Catecismo, párrafo 1.337, p. 309. Ver también los párrafos 1.338 a 1.344. <<

[247] Ibíd. p. 314,párrafo 1.357. <<

[248] Cfr. Mt 26,17-29; Mc 14,12-25; Lc22,7-23;Jn 13,18-30 (en éste no figura el pasaje de la institución de la eucaristía y los detalles acerca de la cena son absolutamente discordantes con el relato de Mateo, Marcos y Lucas). Ver también 1 Cor 11,23-26. <<

[249] «Convocó Moisés a todos los ancianos de Israel, y les dijo: “Tomad del rebaño para vuestras familias, e inmolad la Pascua. Tomando un manojo de hisopo, lo mojáis en la sangre del cordero, untáis con ella el dintel y los dos postes, y que nadie salga fuera de la puerta de su casa hasta mañana, pues pasará Yavé por Egipto, para castigarle, y viendo la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará de largo por vuestras puertas, y no permitirá al exterminador entrar en vuestras casas para herir”» (Ex 12,21-23). Al margen de otras posibles consideraciones, parece que Dios no era capaz de conocerlo todo, tal como nos dice la Iglesia, y precisaba de una vulgar marca para estar en condiciones de poder distinguir a los suyos de los egipcios. <<

[250] Cfr. Dt 16,3. <<

[251] Puesto que, además, tal como ya hemos mostrado a lo largo de este libro, no existía entonces más contexto histórico-religioso que éste; el catolicismo aún tardaría varios siglos en aparecer. <<

[252] Sin tener que acudir a las muchas referencias que en este sentido figuran en el Antiguo Testamento, será suficiente recordar, por ejemplo, un texto como el siguiente: «Porque ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros [se refiere a “los apóstoles y ancianos hermanos” que mandan la siguiente instrucción a “sus hermanos de la gentilidad que moran en Antioquía, Siria y Cilicia”] no imponeros ninguna otra carga más que estas necesarias: que os abstengáis de las carnes inmoladas a los ídolos, de sangre y de lo ahogado y de la fornicación, de lo cual haréis bien en guardaros. Salud» (Act 15,28-29). Viendo estos versículos de los Hechos de los Apóstoles, queda claro que estas normas eran aún vigentes en la época posterior a la muerte de Jesús, puesto que emanaron directamente de los apóstoles, y que su cumplimiento era obligatorio para todos los cristianos, ya fueran éstos judíos o gentiles. <<

[253] Sea maldito o excomulgado. <<

[254] Resulta importante retener este concepto: se afirma que la eucaristía no sólo es un acto conmemorativo de la crucifixión de Jesús o una acción de gracias —eucharistian significa el acto de «dar gracias»— por su redención, sino que es, ante todo, un sacrificio propiciatorio, eso es que Cristo se convierte en una víctima real ofrecida a Dios. <<

[255] Carmona, J. A. (1989). «El sacerdocio, símbolo de unidad en la pluralidad». Tiempo de Hablar (41), p. 12. <<

[256] En el texto original la palabra empleada es Sumo Sacerdote, no Pontífice, que aunque sea equivalente no implica para nada el mismo contexto. <<

[257] Cfr. Heb 7,26-27; la misma idea se refuerza en Heb 10,11-18. <<

[258] Después de consultar varias biblias, hemos descartado transcribir estos versículos desde la versión católica de Nácar-Colunga por contener errores de traducción y cambios de énfasis tan sibilinos que llegan a confundir gravemente, si no alterar, el sentido final del texto. En la Nácar-Colunga se lee: «Todo sacerdote asiste cada día para ejercer su ministerio y ofrecer muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; éste, habiendo ofrecido un sacrificio por los pecados, para siempre se sentó a la diestra de Dios. (…) De manera que con una sola oblación perfeccionó para siempre a los santificados. Y nos lo certifica el Espíritu Santo, (…) y de sus pecados e iniquidades no me acordaré más. Pues donde hay remisión, ya no hay oblación por el pecado». Los versículos que hemos dado por más correctos pertenecen a la traducción de Schonfield —Cfr. Schonfield, H. J. (1990). Op. cit., p. 363— y concuerdan con la traducción del mismo texto en las biblias no católicas y en las ediciones críticas. <<

[259] La primera formulación de la doctrina de la transustantación data del siglo IX y fue definitivamente avalada en el siglo XVI por el concilio de Trento. En síntesis, afirma que durante la consagración eucarística la sustancia del pan y del vino se transforman respectivamente en la del cuerpo y la sangre de Cristo, sin que cambie para nada su aspecto externo. <<

[260] Cfr. Coffey, T. (1994). Una vez fui católico. Michigan: Portavoz, pp. 87-88. <<

[261] Tal como sugiere Ibarreta con acidez, pero cargado de razón: «Con la Biblia, en fin, puede probarse todo, absolutamente todo, menos el que Dios fuese de la misma opinión cincuenta años seguidos». Cfr. Ibarreta, R. H. (1987). La religión al alcance de todos. Barcelona: Daniels Libros, p. 147. <<

[262] En un lenguaje menos críptico y según una traducción más adecuada que la de Nácar-Colunga, esta frase debe leerse: «Y él, cuando venga, declarará culpable al mundo respecto a todo pecado, justicia y juicio…». <<

[263] Cfr. Schreurs, N. (1990). «El ministerio en la Iglesia, cara a la realidad del mundo, a la luz del Evangelio y de la historia». Tiempo de Hablar (44-45), pp. 15-16. <<

[264] Resulta especialmente trágico el recuerdo de la llamada «noche de San Bartolomé», el 24 de agosto de 1572, cuando los católicos franceses emprendieron la matanza de miles de sus conciudadanos protestantes que se habían atrevido a negar que Jesús hubiese instituido jamás la misa. El papa Gregorio XIII bendijo a los asesinos católicos y ordenó que se cantasen tedeums por tan fausto acontecimiento. <<

[265] La palabra baryoná no tiene sentido si se traduce como Bar Jona, eso es hijo de Jonas; es mucho más probable que se trate de la voz aramea que significa impulsivo («Bienaventurado tú, impulsivo Simón…»). <<

[266] Jesús cambió el nombre de Simón por el de Kepha o Cefas, que significa piedra o roca, que tomó la forma latina de Petros, con lo que en este versículo se hizo un juego de palabras con el apodo de Simón «Pedro». <<

[267] Conviene tener bien presente que a Marta de Betania, hermana del resucitado Lázaro, Jesús le pidió la misma profesión de fe que a Pedro —«Díjole Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees tú esto? Díjole ella: Sí, Señor; yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, que ha venido a este mundo» (Jn 11,25-27)—, con lo que la puso a su misma altura. Si la profesión de fe fue una distinción extraordinaria para Pedro, también debió serlo para Marta, puesto que Jesús, tal como veremos en el capítulo 12, concedió una tremenda importancia al papel de la mujer en el «reino de Dios». <<

[268] «A Él [el Señor] habéis de allegaros, como a piedra viva rechazada por los hombres, pero por Dios escogida, preciosa» (I Pe 2,4). «Por tanto, ya no sois [los creyentes gentiles] extranjeros y huéspedes, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas, siendo piedra angular el mismo Cristo Jesús, en quien bien trabada se alza toda la edificación para templo santo en el Señor…» (Ef 2,20-21). «Cada uno mire cómo edifica, que cuanto al fundamento, nadie puede poner otro sino el que está puesto, que es Jesucristo» (I Cor 3,10-11); «pues bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo» (I Cor 10,4). <<

[269] Cfr. Mc 16,9-14, Lc 24,1-12 y Jn 20,1-18. <<

[270] Cfr. Mt 10,2-4; Mc3,16-19; Lc6,13-16; Act 1,13. <<

[271] «Santiago, Cefas y Juan, que pasan por ser las columnas, reconocieron la gracia a mí dada…» (Gál 2,9). <<

[272] «Pero cuando Cefas fue a Antioquía, en su misma cara le resistí, porque se había hecho reprensible. Pues antes de venir algunos de los de Santiago, comía con los gentiles; pero en cuanto aquéllos llegaron, se retraía y apartaba, por miedo a los de la circuncisión. Y consintieron con él en la misma simulación los otros judíos; tanto, que hasta Bernabé se dejó arrastrar a su simulación. Pero cuando yo vi que no caminaban rectamente según la verdad del Evangelio, dije a Cefas delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como gentil y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?» (Gál 2,11-14). <<

[273] Cfr. Mt 26,69-75; Mc 14,66-72; Lc 25,55-62; y Jn 18,15-25. <<

[274] Cosa por demás imposible ya que hemos documentado suficientemente que Jesús fue judío y que nunca pretendió fundar ninguna nueva religión; la doctrina cristiana es algo totalmente ajeno a lo que predicó e intentó lograr el Jesús histórico. <<

[275] «Porque os hago saber, hermanos, que el evangelio por mí predicado no es de hombres, pues yo no lo recibí o aprendí de los hombres, sino por revelación de Jesucristo» (Gál 1,11-12). <<

[276] Cfr., por ejemplo, Gál 2,1-10. <<

[277] Cfr., por ejemplo, Ef 2,19-21 o Ef 3,4-6, donde Pablo predica justo lo contrario a la orden clara y estricta que Jesús había dado a sus discípulos, en Mt 10,5-7 y otros pasajes, acerca de la prohibición de evangelizar a los gentiles. <<

[278] Como muestra de lo manipuladoras que pueden llegar a ser las palabras usadas por los traductores bíblicos, aún sin corromper el significado original, veamos lo siguiente: en la Biblia católica de Nácar-Colunga (defensora del primado de Pedro), se escribe «después de una larga deliberación, se levantó Pedro y les dijo…» (Act 15,7); «luego que éstos callaron [Pablo y Bernabé], tomó Santiago la palabra y dijo…» (Act 15,13); «por lo cual es mi parecer [el de Santiago] que no…» (Act 15,19), donde otras biblias independientes o no católicas dicen «al cabo de un largo debate, Pedro se levantó y les dijo»; «cuando acabaron de hablar, Santiago recapituló diciendo…» o «después que cesaron de hablar, Santiago contestó, diciendo…»; «por eso es mi opinión que no hay que…» o «por lo tanto es mi decisión el no…». En cursiva hemos remarcado las palabras que, diciendo «casi» lo mismo, inclinan el ánimo del lector católico a considerar investido de mayor autoridad de la que tenía a Pedro y con menor de la que ostentaba, como presidente de la Iglesia de Jerusalén, a Santiago, el hermano de Jesús que la Iglesia católica niega. <<

[279] Cfr. L’Observatore Romano, en su edición de 27 de junio de 1968. <<

[280] Cfr. Deschner, K. (1991). Historia criminal del cristianismo. La época patrística y la consolidación del primado de Roma (vol. II). Barcelona: Martínez Roca, pp. 196-201. <<

[281] Cfr. Deschner, K. (1993). Historia criminal del cristianismo. La Iglesia, antigua: Falsificaciones y engaños (Vol. IV). Barcelona: Martínez Roca, pp. 131-132. <<

[282] En esta fecha el apóstol Pedro ya llevaba no menos de tres años muerto. <<

[283] La base de este catálogo procede, supuestamente, del listado que el obispo Ireneo de Lyon incluyó en su obra Adversus haereses, escrita entre los años 180-185, pero no se conserva el texto original griego sino una copia latina, de los siglos III o IV o quizá V, muy deteriorada. En este listado aparece apenas una relación de nombres, de origen desconocido, y no se menciona para nada la presunta primacía de Pedro. En los listados más antiguos aparece un tal Lino, del que se desconoce todo, como el primer obispo de Roma, pero a partir del siglo III ya se le antepuso Pedro y en el IV ya se afirmó que Pedro había ocupado la prelatura romana durante veinticinco años. <<

[284] Aunque sí pueda serlo su recuerdo, sus palabras trasmitidas oral o documentalmente; por eso sólo cabría hablar de seguidores de los apóstoles (más o menos fieles en función de su cercanía o lejanía del judeo-cristianismo inicial), pero jamás de sucesores —en su sentido de conjunto de derechos, bienes y obligaciones que recibe una persona por herencia—, puesto que, además, es obvio que ni Pedro ni ninguno de sus compañeros le cedieron a nadie un cargo y una dignidad que ellos jamás tuvieron. <<

[285] En las traducciones de la Biblia independientes se expone este pasaje con algo menos de maquillaje que en esta versión católica de Nácar-Colunga. Una traducción más correcta del texto original dice: «Y si la verdad de Dios se pone todavía más de relieve con mi mentira, ¿por qué he de ser yo encima juzgado como pecador?». El fin justifica los medios cuando se trata de imponer la fe cristiana. <<

[286] Cfr. Contra Celso, IV, 19. <<

[287] Que es absolutamente falso en todos sus aspectos, aunque de él haya derivado la leyenda cristiana de ese cruel emperador. La Legenda sancti Silvestri, originaria de la Roma de finales del siglo V, narra cómo el papa Silvestre curó de lepra a Constantino, que era un perseguidor de los cristianos, convirtiéndole así a la fe de Cristo y bautizándole en prueba de ello; pero el emperador ni tuvo lepra, ni persiguió jamás a los cristianos —sino todo lo contrario—, ni fue católico, ni lo bautizó Silvestre, que murió dos años antes de que Constantino recibiese las aguas bautismales. Tal como ya vimos, Constantino fue oficialmente un pagano mientras dirigió la Iglesia y sus concilios, declarándose vicarias Christi, ya que sólo accedió a bautizarse en el lecho de muerte y lo fue por Eusebio, un obispo arriano, eso es miembro de la herejía más opuesta a la católica que hubo en esos siglos. <<

[288] Cfr. Deschner, K. (1995). Historia criminal del cristianismo. Alta Edad Media: El auge de la dinastía carolingia (vol. 7), p. 120. <<

[289] Editado por Ulrico de Hutten. <<

[290] Aunque no sea el objetivo de este trabajo, llegados a este punto no podemos menos que decidir añadir, en un anexo al final del libro, la transcripción de un documento que obra en nuestro archivo desde hace muchísimos años. Se trata de la llamada Taxa Camarae, promulgada en 1517 por el papa León X, que es un listado de los precios que había que pagar al pontífice para poder obtener el perdón por la comisión de los crímenes más abominables. Dado que este texto, de gran importancia histórica por haber sido la espoleta de la ruptura entre católicos y protestantes, es desconocido para la mayor parte de la población, resultará tanto más indicado el recuperarlo en favor de la memoria colectiva. <<

[291] En el acta de acusaciones contra el papa Símaco, que el senador Festo presentó al rey Teodorico, figuraba un largo listado de pecados, tales como dilapidar bienes eclesiásticos, gula desmedida, relaciones sexuales con mujercillas (mulierculae) y otros muchos. <<

[292] Cfr. Deschner, K. (1992). Historia criminal del cristianismo. Desde la querella de Oriente hasta, el final del periodo justiniano (vol. 3), p. 174175. <<

[293] Cfr. Garzanti (1992). Op. cit., p. 736. <<

[294] Cfr. Deschner, K. (1991). Op. cit., pp. 206-207. <<

[295] Cfr. Comentarios de Orígenes a los textos de Mateo. <<

[296] En el concilio Vaticano I, en 1870, al declarar la infalibilidad papal, se le reprochó oficialmente a san Agustín, el más famoso padre de la Iglesia, sus «opiniones erróneas» (pravae sententiae) acerca del primado papal. <<

[297] El papa Benedicto IX (1033-1045) tenía once años cuando asumió la dirección de la Iglesia católica y, según monseñor Louis Duchesne, no era más que «un mero golfillo. (…) que todavía tardaría mucho en convertirse en activamente agresivo»; sin embargo aprendió rápido y a los catorce años ya «había superado en desenfreno y extravagancia a todos los que le habían precedido», cosa que llevó a san Pedro Damiano a exclamar: «Ese desventurado, desde el inicio de su pontificado hasta el final de su existencia, se regocijó en la inmoralidad». Finalmente, con la espada al cuello, se depuso a sí mismo —«Yo, Gregorio, obispo, siervo de los siervos de Dios, por causa de la simonía que, por artimañas del diablo, intervino en mi elección, determino que debo ser depuesto de mi obispado romano»— y, tras la rápida y extraña muerte de su sucesor Dámaso II, se retiró a un monasterio (Cfr. Rosa, P. de (1989). Vicarios de Cristo. Barcelona: Martínez Roca, pp. 71-74). <<

[298] La muerte del papa Benedicto V (964) es uno de los ejemplos clásicos. Si leemos la crónica oficial del papado, encontraremos esta única nota sobre Benedicto V: «Fue un sabio y un piadoso sacerdote en el verdadero sentido de la palabra. Fue llamado grammaticus, debido a su vasta cultura. Murió en el destierro» (Cfr. Dacio, J. [1963]. Diccionario de los papas. Barcelona: Destino, p. 69). Pero si recurrimos a las crónicas históricas nos enteraremos de que este papa, al poco de ser proclamado, deshonró a una muchacha romana y tuvo que salir huyendo hacia Constantinopla para salvar su vida, llevándose de paso buena parte del tesoro pontificio; finalmente halló la muerte a manos de un marido poco dado a compartir a su esposa con nadie, por muy Santo Padre de la Santa Madre Iglesia católica que fuese, y su cadáver, acribillado por un centenar de puñaladas, fue arrastrado por las calles y arrojado a una alcantarilla. ¡Menos mal que fue «un piadoso sacerdote en el verdadero sentido de la palabra»! <<

[299] Cfr. Keenan, S. (1860). Controversial Catechism or Protestantism Refuted and Catholicism Established. Londres: Catholic Publishing & Book-Selling Company, p. 112. <<

[300] Schillebeeckx, E. (1993). Sono un teólogo felice. Colloqui con Francesco Strazzari. Bolonia: Dehonieane, pp. 82-83. <<

[301] Pintos, M. (1990). «El ministerio ordenado de las mujeres». Tiempo de Hablar (44-45), pp. 39-40. <<

[302] Couto, A. (1996, noviembre). «A missáo da mulher a partir dos Evangelhos». Fraternizar (96), pp. 14-18. <<

[303] Ibíd, p. 18. <<

[304] Es más correcta la traducción de «se asombraron» que la de «se maravillaban» de Nácar-Colunga. El versículo citado añade: «De todos modos ninguno dijo: “¿Qué andas preguntando?” o “¿por qué hablas con ella?”»; la razón para tal aclaración es que no se consideraba decente que un rabbí (maestro) como Jesús conversase con una mujer a solas. <<

[305] En este punto debemos recordar de nuevo que el texto de Juan se escribió a finales de la primera década del siglo II, cuando ya las comunidades paulinas llevaban medio siglo propagando el nuevo evangelio entre los gentiles. Es muy probable, por tanto, que la escena sea una invención, ya que fue redactada con la intención de «compensar y anular el efecto de la grande», ¡y la atribuyó a una mujer!, mientras que al mismísimo Pedro (Mt 14,31) y a los discípulos (Mt 6,30) les había tildado previamente de «hombres de poca fe». <<

[306] Couto. A. (1996). Op. cit., p. 17. <<

[307] En Mt 9,20-22; Mc 5,25-35 y Lc 8,43-48. <<

[308] Este versículo rechaza de forma evidente la famosa plegaria diaria de los judíos piadosos: «Bendito sea Dios que no me hizo gentil, bendito sea Dios que no me hizo mujer, bendito sea Dios que no me hizo esclavo». <<

[309] El verbo prostátein se emplea para designar las funciones de los obispos y diáconos en pasajes como, por ejemplo, I Tes 3,4 ss, o I Tes 5,12; 5-17. <<

[310] En esas iglesias domésticas, la domina (dueña, esposa o madre de familia) jugaba un papel fundamental. <<

[311] En honor de la verdad hay que decir que Pablo nunca escribió estos versículos, puesto que está demostrado que todo el capítulo 11 de la I Epístola a los Corintios es una interpolación de finales del siglo I, cuando Pablo ya llevaba años muerto. El texto de esta interpolación no se corresponde en nada con la mentalidad típicamente paulina de Gálatas, ni con el papel que Pablo le dio a las mujeres en sus comunidades cristianas. <<

[312] Pintos, M. (1990). Op. cit., p. 39. <<

[313] Aunque sea también una concepción común a todas las religiones de sociedades patriarcales y en especial de los credos monoteístas (con el islamismo a la cabeza). <<

[314] Cfr. Ruether, R. (1996, noviembre). «Uma Igreja livre de sexismo». Fraternizar (96), p. 23. <<

[315] Cfr. Secretariado Catequístico Nacional de la Comisión Episcopal de Enseñanza de Madrid (1962). Catecismo de la Doctrina Cristiana. Zaragoza: Luis Vives, pp. 6-7. En justo pago al catecismo que me hicieron estudiar en el colegio cuando tenía apenas nueve años, he recuperado ese maltrecho texto —repleto de rayones infantiles—, superviviente olvidado en un rincón de mi biblioteca, para realizar este cotejo doctrinal. <<

[316] Cosa especialmente importante en una cultura patriarcal, como lo era la hebrea, receptora del Decálogo, ya que, en este tipo de sociedad, las propiedades (tierras, ganados, bienes muebles e inmuebles, etc.) y cargos se heredaban por vía seminal, eso es a través del linaje de sangre que transmitía el varón a su primogénito y al resto de hijos/as. En este contexto el hombre debía poder contar con garantías acerca de la paternidad de sus hijos —una necesidad que, muchos siglos antes, había llevado a controlar absolutamente la sexualidad de la mujer, reduciéndola a la proveedora de herederos del varón y desposeyéndola de su derecho al control genital y al placer sexual—, evitando los embarazos extraconyugales de su esposa o esposas —por eso se legisló la pena de muerte para la mujer adúltera— y, al mismo tiempo, el colectivo necesitaba protegerse de los hijos ilegítimos (varones) que podían aspirar a heredar bienes y traspasarlos de un clan a otro, debilitando la estructura familiar del padre biológico. Por eso, que no por ser pecado, debía evitarse el adulterio. Y por razones socioeconómicas, que no teológicas, se incluyó esta prohibición en un listado de reglas de convivencia publicitadas bajo la autoría de Dios para forzar su cumplimiento. <<

[317] La represora moral sexual oficial de la Iglesia católica —que, afortunadamente, no siguen la inmensa mayoría de los creyentes actuales—, contrasta vivamente con la voracidad sexual de algunos de sus más notables «padres de la Iglesia», como san Agustín, con las costumbres sexuales licenciosas y corruptas que caracterizaron a papas, obispos y clero en general durante siglos, y con la realidad desbordante de las prácticas sexuales del clero católico actual (a este respecto puede consultarse la investigación publicada en Rodríguez, P. [1995]. La vida sexual del clero. Barcelona: Ediciones B. y en la bibliografía que allí se cita). <<

[318] Cfr. Santa Sede (1992). Catecismo de la Iglesia Católica. Madrid: Asociación de Editores del Catecismo. «Entre los pecados gravemente contrarios a la castidad se deben citar la masturbación, la fornicación, las actividades pornográficas y las prácticas homosexuales» (párrafo 2.396, p. 524). «La prohibición de causar la muerte no suprime el derecho a impedir que un injusto agresor cause daño. La legítima defensa es un deber grave para quien es responsable de la vida de otro o del bien común» (párrafo 2.321, p. 509). <<

[319] Cfr. Santa Sede (1992). Op. cit., p. 540, párrafos 2.482 a 2.484. <<

[320] La desfachatez de la Iglesia católica es tan inaudita que cuando tiene que comparar el Decálogo original con el suyo une el primer y segundo mandamientos en uno solo para que no se note su manipulación (¡aunque entonces deja el decálogo en sólo nueve apartados!). Así, en el Catecismo actual, por ejemplo, se presenta el texto del primer mandamiento como: «No habrá para ti otros dioses delante de mí. No te harás escultura ni imagen alguna…», engañando a sabiendas al lector ya que, tanto en el Decálogo de Ex 20,3-17 como en el de Dt 5,7-21, la primera frase se corresponde con el primer mandamiento y la segunda —«No te harás escultura…»— es el inicio del siguiente. Si ambos mandatos se unifican (vulnerando la estructura del texto que los contiene), también deberían unirse los restantes hasta formar un solo mandamiento, cosa algo absurda cuando se trata de un decálogo. Al llegar al décimo mandamiento bíblico, la Iglesia se limita a hacer dos de él, con lo que vuelve así a tener diez.

Cualquier lector puede comprobar directamente esta muestra de ingenio católico comparando los citados versículos de Éxodo y Deuteronomio con el texto correspondiente que aparece en el Catecismo de la Iglesia Católica (Cfr. Santa Sede [1992]. Op. cit., pp. 455-456). <<

[321] Cfr. Santa Sede (1992). Op. cit., p. 462, párrafos 2.076 a 2.079. <<

[322] Un misterio, ciertamente. Pero el misterio más misterioso de todos es la pirueta galáctica que hace la Iglesia católica para justificar su idolatría a partir del mito tardío del Verbo encarnado. <<

[323] Recordemos que la Iglesia católica, como ya demostramos, para ocultar la eliminación del segundo mandamiento ha recurrido a la astucia de unir el primero y el segundo en uno solo, pero usando después sólo el texto del primero, con lo que hizo desaparecer la prohibición de dar culto a imágenes. <<

[324] Cfr. Santa Sede (1992). Op. cit., p. 473, párrafos 2.131 y 2.132. <<

[325] La doctrina católica define la veneración como «el respeto mostrado a los santos», señalando que puede tomar la forma de oraciones, cantos, rituales de culto o actos destinados a honrar sus reliquias o imágenes, y remarcando que es diferente del acto de homenaje o adoración que se le debe a Dios en exclusiva. El culto reservado a los santos se denomina dulía, el que recibe la Virgen es de rango superior y recibe el nombre de hiperdulía, y la adoración propiamente dicha, exclusiva de Dios, es la latría. <<

[326] No supone ninguna profecía si aventuramos que tras la muerte del papa Juan Pablo II no pasará mucho tiempo antes de que se inicie un proceso para su canonización, promovido extraoficialmente desde el hoy aún todopoderoso Opus Dei, que correrá a casi tanta velocidad como el del fundador de la Obra. Una parte muy pequeña, pero muy ruidosa, de la Iglesia católica actual está ya en la línea de salida para poder empezar a rezarle al «Santo Padre» en demanda de unos milagros que, cómo no, llegarán prestos. <<

[327] Al respecto conviene tener en cuenta que, no por casualidad ni por ignorancia, los muchísimos millones de creyentes que profesan religiones surgidas del mismo tronco que la católica (judaismo, islamismo, protestantismo, etc.), y que comparten con ella la base doctrinal de los textos fundamentales del Antiguo Testamento —y en el caso de los cristianos no católicos también del Nuevo Testamento—, no creen ni en la Virgen ni en los santos y rechazan de modo tajante cualquier forma de culto, ya sea veneración o adoración, de imágenes sagradas. <<

[328] Cfr. Deschner, K. (1990). Op. cit., p. 193. <<

[329] Cfr. De oratione XV, 1. <<

[330] La palabra latina sanete no sólo significa santa o sagrada, sino también inviolablemente, concienzudamente, escrupulosa, leal, etc. <<

[331] «Así dice el Señor, Yavé: La puerta del atrio interior del lado de oriente estará cerrada los seis días de trabajo, pero se abrirá el día del sábado y en los novilunios. (…) El príncipe entrará por el vestíbulo de la puerta exterior, (…) los sacerdotes ofrecerán sus holocaustos y sus sacrificios eucarísticos. (…) El pueblo de la tierra se prosternará ante Yavé a la entrada de esta puerta los sábados y los novilunios. El holocausto que el príncipe ofrecerá a Yavé los sábados será de seis corderos sin defecto y un carnero sin mácula; y su ofrenda, de un efá por el carnero y de lo que él quiera por los corderos, con un hin de aceite por efá» (Ez 46,1-5). <<

[332] Cfr. Historia de las Religiones. Siglo XXI, Vol. 5, p. 150. <<

[333] «Guardaréis el sábado, porque es cosa santa para vosotros. El que lo profane será castigado con la muerte; el que trabaje será borrado de en medio de su pueblo. (…) Los hijos de Israel guardarán el sábado y lo celebrarán por sus generaciones, ellos y sus descendientes, como alianza perpetua; será entre mí y ellos una señal perpetua, pues en seis días hizo Yavé los cielos y la tierra, y el séptimo día cesó en su obra y descansó» (Ex 31,14-17). Un texto similar se encuentra en Ex 35,2-3. <<

[334] Cfr. los pasajes de Mt 12,1-7; Mc 2,23-28; Lc 6,1-5; y Mt 12,9-14; Mc 3,1-5; Lc 6,6-10. <<

[335] Así, por ejemplo, cuando Jesús está ya en la sepultura, ninguno de sus discípulos se acercó al túmulo durante todo el sábado: «Durante el sábado se estuvieron quietas [las mujeres que habían venido con Él de Galilea] por causa del precepto» (Lc 23,56). <<

[336] Un comportamiento de Jesús que, sin duda, le reportó una enemistad a muerte por parte de los fariseos; así, tras curar a un hombre en sábado, «Saliendo los fariseos, luego se concertaron con los herodianos contra Él para perderle» (Mc 3,6). La Ley de Dios prescribía la muerte para todos aquéllos que vulnerasen el descanso semanal realizando cualquier tarea —léase, por ejemplo, en Núm 15,32-36, la ejecución por Moisés y los suyos de un hombre que fue sorprendido recogiendo leña en sábado— y Jesús se hacía reo de muerte al obrar milagros en sábado. <<

[337] Cfr. Santa Sede (1992). Op. cit, p. 479, párrafos 2.171 y 2.173. <<

[338] Tal realidad no es contradictoria con la afirmación que hace Justino, a mediados del siglo n, al escribir: «Nos reunimos todos el día del sol porque es el primer día (después del sábado judío, pero también el primer día), en que Dios, sacando la materia de las tinieblas, creó el mundo; ese mismo día, Jesucristo nuestro Salvador resucitó de entre los muertos» (Apologías, 1,67). Estas primeras reuniones dominicales, en una Iglesia que ya se estaba apartando del mensaje y costumbres judías de Jesús y sus apóstoles, darán lugar, dos siglos más tarde, a la imposición oficial del descanso dominical. <<

[339] Cfr. Secretariado Catequístico Nacional de la Comisión Episcopal de Enseñanza de Madrid (1962). Op. cit., p. 7. <<

[340] Entendiendo por fe la definición que hizo el concilio Vaticano I en su Sesión III (24-4-1870), capítulo 3 (De fide), eso es como «virtud sobrenatural por medio de la cual, gracias a la ayuda de Dios y a su inspiración, creemos que todo lo que Él ha revelado es verdadero, y lo creemos no porque la verdad intrínseca de las cosas aparezca así a nuestra razón, sino por la autoridad del mismo Dios que lo revela, el cual ni puede engañarse ni puede engañarnos». <<

[341] El Symbolum Nicaenum aprobado en Nicea (contra los arríanos) dice: «Creemos en un Dios, Padre todopoderoso, creador de todo lo visible y lo invisible. Y en un Señor nuestro Jesús Cristo Hijo de Dios, unigénito del Padre y consustancial con Él, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, nacido, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue creado, así en el cielo como en la tierra, que descendió del cielo para nosotros y para nuestra salvación, se encarnó, se hizo hombre, sufrió y resucitando al tercer día, ascendió a los cielos, desde donde vendrá a juzgar a vivos y muertos. Y en el Espíritu Santo». Cfr. Symbolum Nicaenum, en Denzinger, H. (1957). Enchiridion Symbolorum. Barcelona: Herder, pp. 29-30. <<

[342] Cfr. Küng, H. (1994). Credo. Madrid: Trotta, p. 15. <<

[343] Los textos entre corchetes son variaciones o añadidos sobre el original realizados con posterioridad al año 381. <<

[344] La afirmación entre corchetes, que no figuraba en el símbolo niceno-constantinopolitano original, añade un «y del Hijo» a la procedencia del Espíritu, que en el texto primitivo sólo venía del Padre. Esta manipulación doctrinal, expresada por la palabra Filioque, fue una interpolación que apareció en el siglo V, primero en España y luego en Francia y Alemania, pero que no fue aceptada más que de un modo gradual durante el período que va entre los siglos VIII y XI. El añadido de este Filioque es un motivo fundamental de divergencia entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas. <<

[345] «Et unam sanctam catholicam et apostolicam Ecclesiam»; dado que la frase no va encabezada por la partícula in («Credimus in unum Deum…»), que antecede a todo lo que es de fe en este contexto —y que se limita a tener fe en un Dios único, en Jesús Cristo y en el Espíritu Santo—, debe atemperarse el significado entendiendo el texto como un simple «acepto a», «me fío de» o «confío en» la Iglesia (y lo mismo reza para el resto de artículos recogidos por este Credo, salvo lo referido a las tres personas divinas, claro). <<

[346] «Exspectamus» tiene el sentido de «estamos abiertos a» o «aguardamos a» la resurrección, no el de «confiamos en» o «tenemos fe en» ella. <<

[347] Cfr. Symbolum «Nicaeno-Constantinopolitanum», en Denzinger, H. (1957). Op. cit., pp. 41-42. <<

[348] Cfr. Santa Sede (1992). Op. cit., p. 51, párrafo 186. <<

[349] Cfr. Symboli Apostolici forma occidentalis antiquior, en Denzinger, H. (1957). Op. cit., pp. 1-5. Las fuentes más antiguas son Justino (100-165) e Ireneo (130-200), pero hay que tener en cuenta que artículos de fe como «sentado a la diestra del Padre» y «remisión de los pecados» no son añadidos al Symboli Apostolici original hasta el siglo IV. <<

[350] Cfr. Secretariado Catequístico Nacional de la Comisión Episcopal de Enseñanza de Madrid (1962). Op. cit., p. 6. <<

[351] En la última edición del Catecismo católico vuelve a hablarse de «resurrección de la carne». <<

[352] Cfr. Küng, H. (1994). Op. cit., p. 34. <<

[353] Este artículo de fe fue añadido en el Credo en Sirmio, en el año 359, formulado por el sirio Marcos de Aretusa; san Agustín, en su Enchiridion (escrito hacia el 423) todavía lo ignoró ya que aún no había sido oficialmente incluido en su Iglesia. El supuesto descenso de Jesús a los infiernos aparece en el apócrifo Evangelio de Nicodemo, concretamente en sus capítulos XXI («Discusión entre Satanás y la Furia en los infiernos»), XXII («Entrada triunfal de Jesús en los infiernos»), XXIII («Espanto de las potestades infernales ante la presencia de Jesús») y XXIV («Imprecaciones acusadoras de la Furia contra Satanás»). Este evangelio —que es anterior a los canónicos y tiene un origen gnóstico (una de las primeras liases doctrinales que ayudaron a distanciar el cristianismo primitivo del judaísmo)— fue declarado falso por la Iglesia católica en el concilio de Laodicea, razón por la cual el Credo obliga a los católicos a creer en algo que se tiene oficialmente por una falsedad. <<

[354] Cfr. Küng, H. (1994). Op. cit., p. 101. <<

[355] Que ya es mucho, puesto que en el Symboli Apostolici primitivo sólo figura «santa Iglesia», el añadido de «católica» todavía tardaría casi tres siglos en inventarse. <<

[356] La «comunión de los santos» es un artículo de fe que fue añadido al Symbolum hacia el año 400, en Nicetas de Remesiana. <<

[357] Cfr. Küng, H. (1994). Op. cit., p. 152. <<

[358] Cfr. Santa Sede (1992). Op. cit., p. 64, párrafo 253. <<

[359] En España, por ejemplo, fue el rey Recaredo, hacia el año 600, quien impuso, por decreto y bajo pena de muerte, la creencia trinitaria, ya que antes dominaba el arrianismo. <<

[360] Cfr. Garzanti (1992). Op. cit., p. 985. <<

[361] Según expresión del concilio Vaticano I. Cfr. Santa Sede (1992). Op. cit., p. 60, párrafo 237. <<

[362] «Yo y el Padre somos una sola cosa», le hace decir a Jesús en Jn 10,30. <<

[363] Es indudable que una elaboración mítico-religiosa debe ser absolutamente ajena a la realidad, a la historia e incluso a las posibilidades del mundo natural, puesto que su importante función psicosocial actúa mediante imágenes simbólicas enraizadas en el sustrato cultural del colectivo humano que las construye y mantiene. Nada puede —ni debe— objetarse, por tanto, a la rica y profunda figura divina del mítico Jesús-Cristo de Juan. Si hacemos hincapié en que este Jesús «resulta infinitamente más falso» es porque la Iglesia pretende imponer como verdad histórica no sólo lo que es una clara elaboración mítica, sino lo que, a más abundamiento, resulta ser una construcción mítica que contradice absolutamente los otros tres evangelios. Desde el punto de vista de la razón, parece adecuado pensar que, como mínimo, una de las dos versiones contradictorias de Jesús sea objetivamente falsa. <<

[364] Cfr. Santa Sede (1992). Op. cit., p. 115, párrafo 490. <<

[365] Ibíd, p. 115, párrafo 491. <<

[366] La traducción más correcta del original es «has hallado favor a los ojos de Dios». <<

[367] La Ley se contiene en el capítulo 12 del Levítico. «Cuando dé a luz una mujer y tenga un hijo, será impura durante siete días. (…) El octavo día será circuncidado el hijo, pero ella se quedará todavía en casa durante treinta y tres días en la sangre de su purificación; no tocará nada santo ni irá al santuario hasta que se cumplan los días de su purificación. (…) Cuando se cumplan los días de la purificación. (…) presentará ante el sacerdote (…) un cordero primal en holocausto y un pichón o una tórtola en sacrificio por el pecado (…) Si no puede ofrecer un cordero, tomará dos tórtolas o dos pichones» (Lev 12,1-8). <<

[368] «Sólo el Señor Jesucristo entre los hijos de los hombres nació inmaculado», afirmó León I (Cfr. Sermón 24 de Nativ. Dom.) <<

[369] «Corresponde sólo al Cordero Inmaculado el no tener pecado alguno» (Cfr. Gelassii Papae Dicta, vol. 4, Colosenses 1241). <<

[370] En este texto apócrifo (considerado falso por la Iglesia), que se ocupa exclusivamente de la historia de María, se relata que: «el Gran Sacerdote (…) oró por María. Y he aquí que un ángel del Señor se le apareció, diciéndole: Zacarías, Zacarías, sal y convoca a todos los viudos del pueblo, y que éstos vengan cada cual con una vara, y aquél a quien el Señor le envíe un prodigio, de aquél será María la esposa. (…) Y José, abandonando sus herramientas, salió para agruparse a los demás viudos, y todos congregados, fueron a encontrar al Gran Sacerdote. Éste recogió las varas de cada cual (…) penetró en el templo y oró, (…) salió, se las devolvió a sus dueños respectivos, y no notó en ellas prodigio alguno. Y cuando José tomó la última, he aquí que una paloma salió de ella, y voló sobre la cabeza del viudo. Y el Gran Sacerdote dijo a José: Tu eres el designado por el Señor, para tomar bajo tu guarda a la Virgen del Altísimo. Mas José se negaba a ello diciendo: Soy viejo, y tengo hijos, mientras que ella es una niña. No quisiera servir de irrisión a los hijos de Israel. (…) Y José, lleno de temor, recibió a María bajo su custodia…» (Cfr. Protoevangelio de Santiago, capítulo IX, párrafos 1 a 3). En los capítulos siguientes se cuenta cómo José, tras seis meses de ausencia de su casa, se encontró a María embarazada y se planteó denunciarla por su infidelidad, pero tras ser «confortado» por un ángel aceptó su concepción por obra del Espíritu Santo (capítulos X a XXII). De este texto procede buena parte de las leyendas que rodean el nacimiento de Jesús tal como se lo conmemora aún mediante los belenes navideños. <<

[371] Cfr. Eliade, M. y Couliano, I. P. (1992). Diccionario de las religiones. Barcelona: Paidós, p. 118. <<

[372] Este sínodo, tal como fue la norma en los ocho primeros «concilios ecuménicos», fue convocado por el emperador, no por el papa. Por esta razón, el papa Pío XI, en su encíclica Lux Veritatis (25 de diciembre de 1931), faltó a la verdad cuando dijo que el concilio se reunió por mandato del papa Celestino I («Iussu Romani Pontificis Caelestini I»). <<

[373] «Ita non dubitaverunt sacram virginem Deiparam appellare» (Cfr. De incarnatione, en Denzinger, H. (1957). Op. cit., pp. 57). <<

[374] Por decreto de la Sagrada Congregación para los Ritos fechado el 28 de julio de 1882. <<

[375] Cfr. Deschner, K. (1992). Op. cit., pp. 51-52. <<

[376] Ibíd, p. 52. <<

[377] Si tomamos al pie de la letra la palabra de Dios que se supone es la Biblia, resulta evidente que Yahveh no cree para nada en la eternidad post-mortem de los humanos. Así, cuando maldijo a Adán (y a nosotros con él) le conminó: «Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra; pues de ella has sido tomado; ya que polvo eres, y al polvo volverás» (Gén 3,19). El mensaje es claro, con la muerte se acaba todo. Palabra de Dios. <<

[378] Raka, que en arameo significa «canalla» o «sinvergüenza». <<

[379] La palabra original es moré, que en arameo significa «rebelde contra Dios». <<

[380] El Tofet era un gran instrumento de percusión, tipo tambor, que los sacerdotes de Moloc hacían sonar para evitar que fuesen oídos los gritos de las víctimas humanas (niños y adultos) al ser quemadas vivas. <<

[381] Que etimológicamente procede de inferus —inferior—, puesto que se creía que ese mundo de los muertos estaba por debajo de la tierra y que el fuego de los volcanes era una evidencia clara de los antros del infernus. Cuando se elaboró el modelo del infierno católico se copió el ya existente infernus pagano y sus múltiples departamentos especializados, por eso en el Credo aún se afirma que Jesús descendió a «los infiernos» (en plural, no a uno solo, como finalmente adoptaría la Iglesia). Al confundir la gehenna (eso es el valle de Ge-Hinnom y sus leyendas antiguas) con el infierno, también acabó por transformarse a los viejos dioses paganos como Moloc en el mismísimo Satán, y a los cananeos en adoradores de demonios. <<

[382] La supuesta eficacia de las oraciones por los muertos se basa en el pasaje de II Mac 12,39-45, cuya interpretación católica ha sido fuertemente discutida por los expertos. <<

[383] Purgatorium significa «lugar de limpieza». En ningún versículo bíblico se menciona nada que se le parezca siquiera. <<

[384] Véase como muestra la Taxa Camarae del papa León X que figura en el anexo final de este libro. <<

[385] Cfr. Küng, H. (1994). Op. cit., p. 174. <<

[386] Y francamente útiles, ya que cargaban con la culpa de las desgracias sociales y personales, dejando a salvo la responsabilidad que debe tener cada ser humano con respecto a sus actos y las consecuencias que se les deriven. <<

[387] Cfr. Küng, H. (1994). Op. cit., p. 176. <<

[388] Cfr. Rodríguez, P. (1995). La vida sexual del clero. Barcelona: Ediciones B., capítulos 1 al 7. <<

[389] Tal como ya mencionamos, resulta una hipótesis extraordinariamente atrevida y gratuita suponer que un hombre, del que no se sabe nada sobre su vida familiar y social real (salvo sus mitos canónicos), fuese célibe en las circunstancias en que se le sitúa; como judío que fue, Jesús estuvo siempre sometido a la ley judía que instaba a todos los individuos, sin excepción, al matrimonio. En aquellos días y cultura, se hace muy difícil de imaginar que un célibe pudiese alcanzar ninguna credibilidad o prestigio social. <<

[390] Cfr. Lois, J. (1993). Op. cit., p. 27. <<

[391] Es obvio que Jesús, en esta frase, reconoce como justificado y lícito el divorcio al menos en un caso, cuando la esposa ha cometido adulterio —¿significa esto que el mesías judío aceptaba el adulterio del varón?—; la Iglesia católica, sin embargo, va más allá de Jesús y no lo acepta bajo ninguna circunstancia. De hecho, si aceptase esta posibilidad evangélica para el divorcio, la Iglesia católica perdería los muchísimos millones de pesetas que ingresa vendiendo anulaciones matrimoniales desde sus corruptos tribunales ad hoc, en los que cualquiera que pueda disponer del dinero que se le exige puede carcajearse a mandíbula batiente del famoso «lo que Dios unió no lo separe el hombre» (Mt 19,6) y casarse de nuevo por la Iglesia tantas veces como pueda volver a pagar el alto e hipócrita canon de la anulación. <<

[392] Cfr., por ejemplo, la Nueva Biblia Española, la traducción de Schonfield (El Nuevo Testamento original) o las versiones basadas en revisiones modernas de la traducción de Valera. <<

[393] Es quizás algo más correcto y claro traducir esta frase por «No todos pueden con eso que habéis dicho, sólo los que han recibido el don» [ou pántes joroúsin ton lógon toúton, all’hois dédotai]. <<

[394] O «El que pueda con eso que lo haga». En la Biblia católica de Nácar-Colunga, por el contrario se dice: «Dijéronle los discípulos: Si tal es la condición del hombre con la mujer, no conviene casarse. Él les contestó: No todos entienden esto, sino aquéllos a quienes ha sido dado. Porque hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que fueron hechos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se han hecho tales por amor del reino de los cielos. El que pueda entender que entienda». Existe una diferencia abismal entre el «ser capaz de hacerlo» del texto original y el «ser capaz de entenderlo» del falaz texto católico; las implicaciones teológicas y legislativas que se desprenden de uno y otro son también diametralmente opuestas. <<

[395] Esto, lógica e indudablemente, debe ser así, puesto que, desde el punto de vista sociocultural, dado que Jesús era un judío fiel a la Ley, tal como ya mencionamos, jamás podía anteponer el celibato al matrimonio: la tradición judía obliga a todos al matrimonio, mientras que desprecia el celibato. <<

[396] Acerca de la castración en el ámbito de la jerarquía eclesial conviene recordar aquí, por ejemplo, que el gran teólogo Orígenes se castró a sí mismo —interpretando de forma patológica la frase de Jesús: «Si tu mano o tu pie te escandaliza, córtatelo y échalo de ti, que mejor te es entrar en la vida manco o cojo que con manos o pies ser arrojado al fuego eterno» (Mt 18,8)—, quizá porque su «miembro escandalizante» le causó un agobio que hoy debe sonar muy ridículo al clero católico, cuyo 60% mantiene relaciones sexuales pese a su celibato oficial. Por otra parte, hasta el siglo pasado, en la corte papal se concedía un lugar de privilegio a los famosos castrati, cantantes, seleccionados entre los coros de las iglesias, que habían sido castrados siendo aún niños para que conservaran una voz con tonos y matices imposibles para cualquier varón adulto; ¡ésos sí eran: auténticos eunucos por el reino de los cielos! <<

[397] La ordenación sacerdotal de varones casados había sido una práctica normalizada dentro de la Iglesia hasta el concilio de Trento. Actualmente, debido a la escasez de vocaciones, muchos prelados —especialmente del tercer mundo— defienden de nuevo esta posibilidad y han solicitado repetidamente al papa Wojtyla que facilite la institución del viri probati (hombre casado que vive con su esposa como hermanos) y su acceso a la ordenación. Pero Wojtyla la ha descartado pública y repetidamente —achacando su petición a una campaña de «propaganda sistemáticamente hostil al celibato» (Sínodo de Roma, octubre de 1990)—, a pesar de que él mismo, en secreto, ha autorizado ordenar varones casados en varios países del tercer mundo. En el mismo Sínodo citado, Aloisio Lorscheider, cardenal de Fortaleza (Brasil), desveló el secreto y aportó datos concretos sobre la ordenación de hombres casados autorizados por Wojtyla. <<

[398] Cfr. Santa Sede (194). Código de Derecho Canónico. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, pp. 273-275. <<

[399] Según los últimos datos oficiales de la Iglesia disponibles, en 1990 sólo hubo treinta sacerdotes diocesanos matriculados en facultades de estudios civiles, eso es un 0,14% del total de sacerdotes. A este respecto, resulta muy ilustrador saber que el Código de Derecho Canónico que ha estado vigente entre 1917 y 1983, en su canon 129, ordenaba: «Los clérigos, una vez ordenados sacerdotes, no deben abandonar los estudios, principalmente los sagrados; y en las disciplinas sagradas seguirán la doctrina sólida recibida de los antepasados y comúnmente aceptada por la Iglesia, evitando las profanas novedades de palabras y la falsamente llamada ciencia». Cfr. Rodríguez, P. (1995). Op. cit., p. 72. <<

[400] Los notables problemas psicosociales que padece una buena parte del clero católico, especialmente del diocesano, no sólo derivan de las carencias afectivo-sexuales, aun siendo esta esfera una parte fundamental para el desarrollo, maduración y equilibrio de la personalidad humana; la propia estructura formativa del clero y algunas dinámicas vitales forzadas contribuyen a generar problemas psicológicos que han sido evitados, en gran medida, entre el clero de otras confesiones católicas o cristianas en general. A este respecto puede consultarse el capítulo 5 del ya citado estudio La vida sexual del clero y la bibliografía específica que en él se relaciona. <<

[401] Que, según las últimas estadísticas de la Iglesia católica (1989), se distribuyen entre 255.240 sacerdotes diocesanos, 146.239 sacerdotes religiosos, 16.603 diáconos permanentes, 62.942 religiosos profesos y 885.645 religiosas profesas. <<

[402] «Creo que va a ser inevitable que lleguen los curas casados —manifestó el papa Wojtyla, en 1987, en un encuentro privado con algunos periodistas—, pero no quiero que ocurra en mi pontificado». Cfr. Rodríguez, P. (1995). Op. cit., p. 35. Sin duda será inevitable, pero el daño que esta normativa administrativa antievangélica le ha causado a decenas de miles de sacerdotes y a sus feligreses ya no podrá ser reparado jamás. <<

[403] Cfr. Schillebeeckx, E. (1994). Los hombres, relato de Dios. Salamanca: Sígueme, pp. 13-14. El párrafo pertenece al prólogo que él mismo escribe para presentar su obra. <<

[404] Cfr. Dacio, J. (1963). Op. cit., p. 155. El libro lleva el imprímate de la Iglesia católica tras pasar su censura. <<