EPILOGO BREVÍSIMO

«Aquello a lo que muchos creyentes vuelven la espalda es precisamente a la Iglesia extraña al mundo y “supranaturalista”, a la Iglesia del concilio de Trento y de los tiempos anteriores al Vaticano II. Abandonan esa Iglesia triunfalista, juridicista y clerical, que pretende ser intérprete irrefutable de la voluntad de Dios hasta el más minúsculo detalle; pero que distorsiona la verdad contenida en tal pretensión cuando niega (tácitamente) toda mediación histórica —y a menudo son tan ambiguas esas mediaciones— en su discurso y su acción eclesial. Como si la Iglesia, ajena al mundo, fuera un regalo sin mácula del cielo, más allá de toda crítica. Y hay entonces quienes creen poder identificar ya de antemano todas las acciones oficiales de la Iglesia con la plenitud de la gracia divina, que no es, en efecto, susceptible de crítica, aunque no siempre le sea comprensible al hombre. ¿Acaso no encontramos repetidamente en el libro neotestamentario del Apocalipsis el reproche a las siete Iglesias de la ecumene: “Contra ti tengo…”? ¿Y no encontramos la misma advertencia del Vaticano II: Ecclesia semper purificanda, la Iglesia debe ser constantemente purificada? Justamente en estos textos habla el verdadero amor a la Iglesia: fe verdadera, tal como experimentamos en el evangelio, y no un amor opresivo, únicamente orientado a la conservación de una institución surgida históricamente». [403]

EDWARD SCHILLEBEECKX,

uno de los más grandes teólogos católicos de este siglo.