37 - LAS TUMBAS QUE NO SE ENCUENTRAN

LOS FUNDADORES DE LA XVIII DINASTÍA

Ahmosis, «El que nació de la luna», fue el primer faraón de la XVIII dinastía y tuvo un largo reinado, de algo más de un cuarto de siglo (1552-1526). El monarca expulsó a los ocupantes hicsos y puso los fundamentos de la civilización tebana.

Se admite comúnmente que su tumba no fue excavada en el Valle de los Reyes; pero es sólo una hipótesis, en la medida en que no parece haber sido hallada, aunque algunos arqueólogos la sitúen en Dra Abu el-Neggah. Este es uno de los más hermosos enigmas de la arqueología egipcia, si nos negamos a aceptar la identificación que acabamos de mencionar.

El caso de Amenhotep I, sucesor de Ahmosis, no se ha aclarado todavía de modo definitivo. La opinión de Carter, que creía haber identificado su tumba en el sector de Dra Abu el-Neggah, no ha suscitado la adhesión general. Si aquella pequeña sepultura no es la del primero de los Amenhotep, ¿dónde fue enterrado y debemos excluir sistemáticamente el Valle?

EL EMBROLLO DE LOS TUTMOSIS

Para Tutmosis III (núm. 34) y Tutmosis IV (núm. 43), la situación es clara; sus hipogeos se han identificado con certeza. En cambio, el caso de los dos primeros reyes de ese linaje de «Hijos de Thot» plantea problemas.

La tumba núm. 38 se atribuye a Tutmosis I; aunque no se trata de la sepultura prevista originalmente para este rey, buscar su tumba sería inútil. Fue enterrado de nuevo por Tutmosis III en aquel lugar, y su antigua morada de eternidad, si se trata efectivamente de la inmensa tumba núm. 20, fue reacondicionada para Hatshepsut.

La tumba núm. 42, que se atribuye con frecuencia a Tutmosis II, sigue siendo enigmática; ciertamente tiene la forma de las tumbas de Tutmosis I y Tutmosis III y sería lógico pensar en una serie coherente. Pero chocamos con un hecho innegable, en la tumba no se encontró el menor fragmento de objetos con el nombre de Tutmosis II. Debiéramos pues pensar en la sepultura de un príncipe, una princesa o una reina, no en la de un faraón.

¿DÓNDE ESTÁ TUTMOSIS II?

El 23 de febrero de 1929, el americano Winlock, gran amigo de Carter, descubrió en Deir el-Bahari una tumba que recibió el núm. 358; algunos pensaron que allí había sido enterrado Tutmosis II. Pero ¿por qué iba a excavar Tutmosis II su morada de eternidad fuera del Valle? Ciertamente, la presencia de un pozo es turbadora; pero ¿es un indicio suficiente?

Su reinado es especialmente poco conocido; ni siquiera estamos seguros del número de años. ¡Dos, tres, ocho o doce según los especialistas en cronología! Estamos en terreno movedizo. Creemos saber que el rey murió relativamente joven, hacia los treinta años, y que se mostró atento al mantenimiento del orden en Nubia; la documentación es singularmente pobre.

Tal vez la tumba de Tutmosis II permanece sumida en las profundidades del Valle; por lo que a su momia se refiere, fue identificada en el escondrijo de Deir el-Bahari.

EL ENIGMA DE RAMSÉS VIII

Ramsés VIII, uno de los hijos de Ramsés III, gobernó en Egipto durante tres años (1128-1125), según unos, un año según otros; no sabemos casi nada de su reinado, salvo que de esta época data la última mención actualmente conocida a Pi-Ramsés, la gran ciudad del delta que Ramsés II tanto quería. Eso no significa, sin embargo, que fuese abandonada en aquella época. ¿Ramsés VIII vivía en el norte o en Tebas?

No poseemos fragmento alguno de su material fúnebre. Su momia no se hallaba en el escondrijo de Deir el-Bahari ni en el de Amenhotep II. Por lo tanto, no hay rastro alguno de su tumba y es un caso muy parecido al de Tutankamón.

Jacques Vandier podría desalentar los ardores de eventuales excavadores al escribir que Ramsés VIII se limitó a la sepultura que se había hecho excavar en el Valle de las Reinas, cuando era sólo el príncipe Seth-her-jepechef; pero, al convertirse en faraón, debió de seguir la regla consistente en ocupar, de acuerdo con su función, una nueva morada de eternidad.

Que la tumba de Tutmosis II fuera cuidadosamente ocultada correspondería a la práctica de la XVIII dinastía; el caso de Ramsés VIII, en cambio, es mucho más sorprendente. Por aquel entonces, en efecto, los reyes hacían que su hipogeo fuera precedido por una monumental puerta que señalaba el acceso. ¿Por qué el octavo de los Ramsés iba a modificar la costumbre? Hay una solución, desesperante para los aficionados a lo inédito: la tumba inicialmente prevista para Ramsés VIII habría sido ocupada por uno de sus tres sucesores. Sin embargo, conocemos el caso de una tumba doble, la de Ramsés V y Ramsés VI, en la que ambos reyes se citan con toda claridad; no ocurre nada parecido con Ramsés VIII.

¿Son Tutmosis II y Ramsés VIII dos falsos enigmas, debidos a nuestra incapacidad para interpretar correctamente los hechos arqueológicos, o son dos tumbas ocultas todavía en el Valle de los Reyes?