Antaño, y en cualquier estación, el aire era seco; aunque existiera la humedad, los rayos del sol la disipaban enseguida. Este sol de Egipto, en el que se encarna de manera visible el poder de Ra, era un poderoso factor de conservación de los monumentos. Cuando las tumbas estaban cerradas, reinaba en ellas una temperatura casi constante, fuera cual fuese el calor exterior, con las diferencias debidas a la exposición de la puerta de la sepultura. Gracias al clima que reinaba en el Valle, los procesos de degradación quedaban detenidos; por ello los descubridores se maravillaron ante la calidad de las pinturas y los relieves, cuando el vandalismo no los había destruido. Incluso las tumbas violadas en la Antigüedad, como la de Ramsés III, y abiertas pues al aire libre, conservaron su frescor durante siglos. Sin embargo, recientes comprobaciones demuestran que el Valle de los Reyes está en peligro y que, sin rápidas intervenciones, desaparecerá. ¿De dónde procede el peligro?
Violentas lluvias han amenazado, en todo tiempo, algunas tumbas; raras, pero muy abundantes, producían corrimientos de tierra y hacían caer torrentes de barro y piedras que invadían las sepulturas. En la Antigüedad se adoptaron medidas de protección, especialmente la construcción de muretes.
En nuestros días, si el cielo de la antigua Tebas, antaño de un azul liso y perfecto, se cubre cada vez más de nubes, se debe a un inexorable cambio de clima. La creación del inmenso lago Nasser, que destruyó Nubia y sus tradiciones, fue un error de consecuencias dramáticas que sólo ahora se comienzan a evaluar. Mañana, lloverá cada vez más y el índice de humedad crecerá; el gres de los templos se verá atacado, corroído, pinturas y jeroglíficos desaparecerán. La ecología se convierte, poco a poco, en una preocupación mundial, aunque el partido «verde» egipcio sólo agrupe algunos centenares de miembros, en un país donde la contaminación hace estragos. Para algunos, la construcción de la presa alta de Assuan, que está terminándose, condena a muerte a Egipto. La salvaguarda de los monumentos debiera, sin embargo, ser prioritaria, pues el turismo es uno de los componentes más importantes de la economía egipcia, sin mencionar la necesidad de preservar semejantes tesoros espirituales y artísticos. Las moradas de eternidad de los faraones, con el maná que atraen, contribuyen a alimentar a los vivos.
Otro peligro: los sobresaltos de la montaña tebana. Si los temblores de tierra son raros, se sospecha que uno de ellos dañó los templos de Karnak a comienzos de la era cristiana. Puede advertirse que el calcáreo del Valle se agrietó en algunos lugares y que el soporte de las pinturas está resquebrajado.
Pillajes y degradaciones voluntarias dañaron para siempre varias tumbas. El pillaje llamado «científico» tiene una sola ventaja, la conservación de bajorrelieves expuestos en un museo.
Champollion y Rossellini, a regañadientes, recortaron cada uno de ellos un relieve de la tumba de Seti I, obras que pueden admirarse en el Louvre y en Florencia y que desearíamos ver de nuevo en su lugar de origen. Establecer el inventario de las figuras y las escenas arrancadas al Valle y dispersas por los museos del mundo forma parte de las tareas ingratas de la egiptología. Lamentablemente, gran cantidad de esculturas y objetos fueron destruidos; miles de piezas que formaban parte del «mobiliario fúnebre» de los más grandes reyes se han perdido para siempre. ¿Y cuántas colecciones privadas, reservadas a miradas egoístas y, por lo tanto, profanadoras, albergan obras procedentes del Valle? Queda lo mejor y lo peor, el turismo. Lo mejor porque proporciona a Egipto divisas, favorece una mezcla de lenguas, de costumbres, de culturas, rechazando el espectro del integrismo islámico; lo peor porque las tumbas del Valle no están destinadas a miles de visitantes apresurados, poco conscientes de la irremediable contaminación que provocan. ¿Y qué decir de algunas hordas bárbaras que se secan el sudor en los relieves y rompen pedazos de hielo destinados a refrescarles y contenidos en bolsitas de plástico golpeándolos contra los muros de las tumbas? Desde 1850, los visitantes fueron demasiado numerosos. La agencia Cook, a partir de 1840, llevó a cabo una política de viajes que hizo atractivo Egipto; país espléndido, clima agradable en invierno, aire sano y revitalizador en la región de Luxor, propicia a la curación de las afecciones respiratorias, hoteles de lujo, embarcaciones de crucero bien acondicionadas… ¿qué aristócrata de cierta fortuna habría renunciado a semejantes atractivos? El viaje a Egipto se convirtió en una obligación mundana. En 1880, Luxor era ya una estación turística muy frecuentada.
Las tumbas reales se convirtieron en un punto de paso obligado; los visitantes más estúpidos inscribieron su nombre en los muros con hollín, mientras el mismo hollín de las antorchas manejadas sin precaución ennegrecía los techos. La instalación de la electricidad suprimió aquella fuente de degradación pero, al facilitar el acceso a las tumbas, multiplicó el número de turistas.
Hoy, la situación se considera catastrófica. Pinturas visibles aún el siglo pasado han desaparecido; algunos textos jeroglíficos desaparecen. Se han llevado a cabo misiones de salvamento fotográfico, especialmente gracias al Instituto Ramsés, que, con muy escasos medios, memoriza por medio de la imagen lo que todavía es visible. Varios especialistas predicen que, si no se lleva a cabo una acción de envergadura, las maravillas del Valle de los Reyes habrán desaparecido dentro de diez años.
¿Soluciones propuestas? Hacer que los turistas paguen más caro. Pero, ya en el lugar, ¿quién va a renunciar al gasto? Medio más radical: cerrar provisional o definitivamente algunas tumbas, como la de Tutankamón, una de las más dañadas. Pero seria también necesario cuidarlas. Se piensa también en construir reproducciones fotográficas, pero edificarlas en el propio Valle quebraría su magia. Los debates enfrentan a las autoridades afectadas sin que se adopte una línea de conducta precisa. La pregunta está planteada: ¿Cómo salvar el Valle de los Reyes y permitir que siga siendo accesible?