La mitología egipcia, a la que algún día habrá que dedicar un libro claro y completo, es una arquitectura rigurosa, un modo de pensar y de ver el mundo de una riqueza prodigiosa. El universo está compuesto por fuerzas creadoras, las divinidades. Por eso están presentes por todas partes en los templos. Para identificar las principales y conocer su papel fundamental, presentamos aquí un pequeño léxico.
Su nombre significa «el Oculto». La raíz imn de donde procede Amón, se traduce también por «crear». Amón era el señor de Tebas, la rica y poderosa capital del Imperio Nuevo. Se le reconoce por su tocado, una corona con dos altas plumas. A veces tiene el cuerpo azul, como señor del aire que da la vida.
Tiene una cabeza de chacal sobre un cuerpo de hombre y la piel negra. Separa lo puro de lo impuro, supervisa los ritos de la momificación, conduce al difunto al otro mundo.
El Creador, cuyo nombre significa «El que es total», «El que es completo», «el Todo», «El que no es aún», «El que es y el que no es». Se le representa bajo la forma del faraón llevando la doble corona.
Representado a menudo en épocas tardías, Bes es un enano barbudo, bromista, gran aficionado a la música, la danza y la magia. Bajo su grotesca apariencia, es también el Iniciador que conduce a los seres justos hacia un nuevo nacimiento. Ésta es, además, la razón por la que actúa como protector durante el parto.
El dios-Nilo, andrógino de florecientes mamas y vientre redondeado, con papiros en la cabeza. Aporta sin cesar ofrendas al templo pues él es el que asegura la subsistencia por excelencia.
Hator, cuyo nombre significa «la morada de Horus», se la representa a menudo en forma de una mujer con orejas de vaca y la cabeza coronada por un par de cuernos entre los que brilla el sol. La más hermosa de las diosas es soberana del Amor, de la alegría, de la danza, de la música y de la embriaguez.
Dios con cabeza de halcón, que lleva la doble corona. Es «el Lejano», el dios de penetrante mirada cuyos ojos son el sol y la luna. Se encarna en cada faraón y protege la realeza en su aspecto divino. Existen tres Horus: el que acabamos de mencionar, el Horus cósmico; el segundo es el Horus propio de cada faraón; el tercero es Horus hijo de Isis, que se encarga de vengar a su padre asesinado por Seth. Se trata siempre del mismo dios con distintos aspectos.
La madre por excelencia, la gran maga, Isis es representada en forma de una mujer que lleva un trono en la cabeza. Es el signo jeroglífico que sirve para escribir su nombre, pues Isis es el Trono que crea a los faraones. Partirá, después de la muerte de Osiris, en busca de las partes dispersas del cuerpo de su esposo, lo reconstruirá y le devolverá la vida.
Dios con cabeza de escarabeo, señor de todas las transformaciones y de todas las mutaciones.
Dios con cabeza de carnero. Es el alfarero divino que modela en su torno a dioses y hombres. Reinando en la región de Elefantina, él es quien desata la crecida.
Hija de la Luz, es la Armonía del cosmos, la regla de oro del universo en su coherencia, el principio de toda rectitud. Seguir la «vía de Maat» es alcanzar la sabiduría. Se representa a esta diosa «abstracta» con la forma de una mujer que lleva una pluma en la cabeza.
Min es la virilidad encarnada, la potencia vital en su máximo grado, como demuestra la representación de este dios con el falo eternamente erecto, aunque su cuerpo esté encerrado en una vestidura característica de la momia. Min es la vida que surge de la muerte aparente para fecundar la naturaleza.
El dios más célebre del antiguo Egipto es representado con la forma de un ser momificado y coronado, que sujeta el cetro y el flagellum. Dios negro de la muerte, es también dios verde, del renacimiento. Es el juez de las acciones humanas, el que decide el destino de ultratumba. Los iniciados se convierten, en vida, en Osiris al acceder a los misterios.
Señor de Menfis, patrón de los artesanos, dios del Verbo y del secreto de la creación. Ptah es el Moldeador. Se le representa momificado, sin corona, llevando las insignias de su poder.
Ra es el señor de la Luz divina. Se encarna en el sol. A menudo se le representa como un hombre con cabeza de halcón, que lleva el sol en su cabeza. Todo en él es fuego creador y visión divina.
Señora de la Casa de la Vida, porta en la cabeza una estrella de siete puntas, símbolo de la Vida.
La diosa con cabeza de leona, patrona de los médicos que conocen la enfermedad y la desgracia y pueden liberar de ella a quienes sufren. Sekhmet es terrorífica, implacable, pero también es soberana de la cólera y del fuego purificadores.
Dios de la tormenta, de la tempestad y del desierto, tiene una cabeza de animal indeterminado. Seth es la potencia, bien o mal empleada. Asesino, unas veces, de su hermano Osiris, defensor otras de la Luz, Seth golpea, destruye, desorienta. En época tardía, se convirtió en símbolo del mal.
Dios con cabeza de cocodrilo, Sobek es considerado el Seductor por excelencia. Es, sobre todo, el ser de los orígenes, fecundador de las aguas.
Dios con cabeza de ibis, tiene el pico tan acerado como el cálamo de los escribas, de los que es patrón. Dios de los sabios, de los prudentes, vela por los rituales, las leyes y los jeroglíficos. Se convirtió en el Hermes de los griegos.
Citemos, entre las demás divinidades importantes, a Geb, el tierra, padre de Osiris, representado con el aspecto de un hombre; Mut, la esposa de Amón, cuyo nombre significa «la Madre» y cuyo tocado son los restos de un buitre, ave que se ve a menudo en el techo de los templos; Neith, «lo que es», diosa del tejido y del tiro con arco; Neftis, hermana de Isis y dueña del templo; Nut, la cielo, representada como una mujer inmensa, en posición curvada. Encarna la bóveda celeste que devora el sol por la noche y lo hace renacer por la mañana; Chu y Tefnut, la primera pareja primordial, lo «seco» y lo «húmedo», las fuerzas reguladoras del universo.