Existe ahora un puente que permite pasar a la orilla oeste, pero nada como la barcaza y una breve travesía del Nilo para alcanzar esta orilla occidental donde subsisten tantas maravillas.
La primera de ellas es un «templo de millones de años»[31] construido por Seti I, a quien debemos también el gran templo de Abydos, la sala hipóstila de Karnak y una de las más hermosas tumbas del Valle de los Reyes.
Seti I decidió la erección del santuario junto a las tumbas de los Antef, un linaje de monarcas en los orígenes del Imperio Medio que dieron a Tebas una importancia preponderante.
Del grandioso edificio de la XIX dinastía sólo queda el templo cubierto precedido por un pórtico de diez columnas (n.º 1), nueve de las cuales están todavía en su lugar. Los dos patios y los dos pilonos han desaparecido. Los trabajos de restauración permiten comprender cómo estaban dispuestos los edificios anexos (talleres, almacenes) de este conjunto arquitectónico de gran complejidad que disponía incluso de un lago sagrado.
En el interior del pórtico, en el basamento, dioses Nilo, masculinos y femeninos, llevan al templo los productos de la tierra de Egipto. Reconstruyen un ser masculino-y-femenino, un andrógino que simboliza todo el país al servicio de los dioses y de Faraón.
Tres puertas dan acceso al templo. La puerta central da a una sala de columnas (n.º 2) tras la cual se encuentra el santuario (n.º 3). Esta puerta medianera del templo cubierto, hoy muy destruida, está dedicada al dios Amón y a Seti 1. El rey resucita en este lugar donde sigue practicando eternamente los ritos. Los bajorrelieves dé la sala de columnas muestran a Seti I y a Ramsés II, que concluyó el templo iniciado por su padre, presentando las ofrendas tradicionales a los dioses. Los dos faraones gozan de una inalterable juventud, puesto que Ramsés II niño es amamantado por Mut, mientras que Seti I lo es por Hator. A ambos lados de la sala de columnas, las seis pequeñas estancias están decoradas con escenas rituales que muestran, especialmente, al faraón participando en un banquete y dialogando con su ka.
La puerta de la izquierda (n.º 4) lleva a una sala con dos columnas y a unas capillas consagradas a Amón y al padre de Seti, Ramsés I. En esos lugares reina el dios creador, Atum, Montu con cabeza de halcón y Amón. El primero de los Ramsés, fundador de un largo linaje, está instalado en un naos y venerado por Ramsés II, mientras Seti unge su estatua viviente con un ungüento regenerador.
Consagrada a Ra-Horakhty, el dios de la luz, la parte norte del templo (n.º 5) está muy destruida. Se caracterizaba por la presencia de un altar que era utilizado durante los ritos solares.
A pesar de sus heridas, este magnífico templo es un lugar del que emana una gran serenidad y donde podemos descubrir un verdadero repertorio de escenas de ofrendas de bellísimo estilo, como las del incienso, el vino, la leche, el pan, la lechuga que se relaciona con Min o de los ramilletes de flores a Amón. Se derraman libaciones ante Osiris, Isis y Anubis, y el faraón venera el pilar djed, símbolo de Osiris resucitado. La Enéada está presente, las barcas sagradas circulan. Y cuando Seti recibe el beso de una diosa, personificación del templo, se siente una intensa gratitud por la inmensa obra llevada a cabo por este faraón.