A un centenar de kilómetros al sudoeste de El Cairo se extiende una región verdeante, el Fayum, donde antaño era agradable pasear utilizando los estrechos senderos de tierra, a menudo obstaculizados por la presencia de rebaños. ¿Quién podría olvidar la exuberancia de los jardines, un campo de maravillas en flor o el azul ardiente del lago Qarun? Alimentado por un brazo del Nilo, el Fayum era, en las altas épocas, una zona pantanosa, verdadero paraíso para la flora y la fauna. Sin alterar este equilibrio ecológico y preservando las reservas de caza y de pesca, el faraón Sesostris III (1895-1878) acondicionó la región construyendo diques y esclusas.
En el paraje de Illahun, a la entrada del Fayum, se construyó su pirámide, con ladrillos crudos cubiertos por un paramento de calcáreo, en tomo a un núcleo rocoso. El acceso no se encuentra al norte sino al sur. Un complejo recorrido interior permite alcanzar la «isla de la resurrección» donde renace Osiris.
Amenemhat III (1842-1797) hizo erigir dos pirámides, una en Dachur, la otra en Hawara, a unos 10 kilómetros de Ulahun y más cerca de la capital del Fayum, la ciudad de Sobek, el dios cocodrilo (hoy Medinet el-Fayum). Privada de su revestimiento calcáreo, la pirámide deja al descubierto su masa de ladrillos cocidos dispuestos alrededor de un núcleo rocoso.[16] Ante su cara sur se desplegaba el célebre «laberinto» del que el geógrafo Estrabón dice que comprendía más de tres mil cámaras. Este monumento, que ha sido por completo destruido, ¿era un templo vinculado a la pirámide o un santuario de regeneración del ka real, comparable al conjunto arquitectónico de Zoser en Saqqara?
El Fayum era considerado una manifestación del Nun, el océano de energía donde reinaba el rey cocodrilo Sobek cuya función principal consistía en hacer brotar el sol de las aguas primordiales. Además, en él se celebraba una gran fiesta durante la cual se reunían las partes dispersas del cuerpo de Osiris.
Existen varios monumentos interesantes en esta región, si bien no es fácil llegar a todos ellos, y se necesita tiempo y un chófer competente para emprender tal expedición.
Los vestigios de las ciudades grecorromanas de Tebtunis y Qaranis apasionarán a los especialistas, al igual que el hermoso templo restaurado de Qasr Qarun (Dyonisas), que comprenden numerosas salas y un primer piso. Por lo que se refiere a la capital provincial, la actual Medinet el-Fayum, la antigua Shedet a orillas del lago en su origen, está hoy alejada de él unos 20 kilómetros, cosa que demuestra hasta qué punto la región ha cambiado, y es además la razón por la que los templos de Qasr el-Sagha y de Medinet Maadi están hoy aislados en el desierto.
Qasr el-Sagha es un edificio enigmático cuyo aspecto recuerda el del templo bajo de Kefrén, en Gizeh. Aunque carece de inscripciones, al parecer data sólo del Imperio Medio. Probablemente servía de santuario para una corporación de canteros y mineros y tiene como principal característica un conjunto de siete capillas.
En cuanto al soberbio y pequeño templo de Medinet Maadi (Narmuthis), constituye uno de los escasos ejemplos de la arquitectura de la época de Amenemhat III. Una avenida de esfinges y leones lleva al santuario construido por ese gran faraón del Imperio Medio y consagrado a tres divinidades: Horus, protector de la realeza; Sobek, el cocodrilo fecundador y dueño del Fayum; Rennenutet, la diosa cobra, protectora de las cosechas, que se identificará tardíamente con Isis.
En este paraje recientemente ha sido descubierto un pequeño santuario dedicado a dos cocodrilos y provisto de un sorprendente dispositivo: un emplazamiento reservado a los huevos de cocodrilo, donde éstos podían abrirse con toda tranquilidad.
En Medinet Maadi, un lugar solitario y apartado, reina una luz particular, reminiscencia de la edad feliz en que el Fayum era un paraíso de verdor.