NOTAS DE LA AUTORA

El tema de este libro nunca, que yo sepa, ha visto la luz de la publicación en el mundo. Por este motivo, la investigación exigida para ordenar las piezas se prologó durante años, en paralelo a mi investigación sobre María Magdalena, tal como referí en la primera novela de la serie, La Esperada. Como resultado de las múltiples capas de tiempo e historia, el primer borrador de este libro superaba las mil cuatrocientas páginas, algo poco adecuado tanto para la autora como para sus futuros lectores. Con la ayuda de un equipo capitaneado por un dotado agente y editor, tomé esas decisiones que tanto temen la mayoría de escritores: suprimir fragmentos y personajes enteros, así como cientos de páginas de detalles históricos. Las notas de la autora podrían ocupar fácilmente la mitad del libro. Pero como el espacio (y los árboles) no lo permiten, invito a quienes estén interesados en explorar este mundo en mayor profundidad que visiten mi web, www.KathleenMcGowan.com, donde encontrarán abundantes anotaciones, anécdotas y apéndices.

Toda historia es conjetura. Toda. Es el colmo de la arrogancia y la insensatez decir que uno sabe sin lugar a dudas lo que ocurrió en el pasado. Juntamos las piezas lo mejor que podemos, con las pruebas que existen. Cuando tenemos mucha suerte, las piezas se ordenan para formar un hermoso y coherente collage. La diferencia entre el mosaico que un novelista histórico crea y el que un historiador construye estriba en el abismo de lo que aceptamos individualmente como pruebas. Intento pensar que los novelistas prefieren trabajar en technicolor, mientras los académicos se decantan por trabajar en un reino en blanco y negro. Ambos tienen su mérito en los mundos de la diversión y la erudición, y espero que algún día todos aprenderemos a complementarnos en nuestra búsqueda mutua de las glorias de nuestra historia humana.

Sobre el Libro del Amor

La primera vez que oí hablar del Libro del Amor fue cuando estaba recorriendo el Languedoc, a principios de la década de 1990. Estaba fascinada por las fugaces referencias a un «misterioso evangelio» utilizado por los cátaros en sus tradiciones más sagradas y secretas. Los intentos iniciales de averiguar en qué consistía este Libro del Amor fueron infructuosos. Las peticiones de información en el Languedoc dieron como resultado respuestas similares y escurridizas, es decir, cuando recibía respuesta. A menudo me contestaban que el Libro del Amor era una versión alternativa del Evangelio de Juan. A mí me parecía una tapadera. En el curso de los diez años siguientes descubrí que se trataba de una cortina de humo para proteger la verdad.

Los lectores de La Esperada deben saber que mi búsqueda espiritual se refleja de muchas maneras en la de Maureen. Como mi heroína de ficción, fue mi inmersión en las tradiciones culturales y folclóricas de Francia, y más tarde de Italia, lo que cambió mi forma de pensar, mi fe y mi vida. Como gozaba de acceso a extraordinarios profesores (y «perfectos herejes»), conocí una versión diferente de los verdaderos orígenes y contenidos del Libro del Amor. He hecho lo posible por presentar estas enseñanzas perdidas en las páginas anteriores. Si bien las palabras del Libro del Amor son obra exclusivamente mía, se trata de una interpretación de las conmovedoras y poderosas tradiciones y enseñanzas que, en mi opinión, han pasado de generación en generación durante dos mil años.

Cuando me familiaricé con las historias orales del Libro del Amor y su contenido, no había estudiado los Evangelios Gnósticos. Fue una enorme sorpresa para mí descubrir que el Evangelio de Felipe era idéntico en numerosos fragmentos a las enseñanzas «heréticas» que me habían confiado. Los Evangelios de Tomás y María Magdalena también contenían notables similitudes con las tradiciones del Libro del Amor. Por supuesto, la naturaleza erótica y apasionada del material de Felipe constituyó una revelación, pues contenía la clara indicación de que el Espíritu Santo era femenino. Creo a pies juntillas, tal como Peter conjetura en las páginas anteriores, que el Evangelio de Felipe fue un intento parcial, como mínimo, de reconstruir el Libro del Amor… para quienes tienen oídos para oír.

A quienes deseen sintonizar sus oídos para oír y deseen estudiar estos temas más en profundidad, les recomiendo con entusiasmo que presten mucha atención a Felipe. Si bien hay muchas grandes interpretaciones y comentarios disponibles, siento especial debilidad por los escritos de Jean-Yves le Loup. Los recién llegados a los Evangelios Gnósticos deberían empezar su investigación con el clásico de Elaine Pagels del mismo título.

Sobre Matilda de Toscana

Descubrí por primera vez de una forma física a Matilda de Toscana mientras viajaba por Italia con mi marido en la primavera de 2001. Estábamos en la basílica de San Pedro, y acababa de dar la vuelta a la obra maestra de Miguel Ángel, la Pietà, cuando estuve a punto de darme de bruces con su enorme sepulcro de mármol. Era un monumento a una mujer, en el centro del Vaticano, lo cual me dejó estupefacta. Aquella mujer sostenía en sus manos la tiara papal y la llave de San Pedro, algo incomprensible para mí. ¿Quién era esa mujer, qué estaba haciendo en mitad de San Pedro, y por qué nadie a quien preguntaba podía contestarme a esas preguntas? Tenía que averiguarlo.

Investigar sobre una mujer que lleva muerta mil años, que vivió en una época en que las mujeres que rompían moldes no eran muy queridas por los monjes que documentaban la historia, significaba un desafío tremendo, dejando aparte los antecedentes y el enfoque. De lo que sí estaba segura era del compromiso de Matilda con las herejías cátaras de Toscana, que eran de por sí secretas y protegidas, de modo que me topé con lo que califico de bloqueo informativo histórico.

Una nota importante sobre la historia de los cátaros: los académicos me arrojarán piedras muy contentos por referirme a todas estas herejías que recorren Europa y el tiempo como «cátaras», porque la historia recuerda el catarismo en una época muy concreta y en un espacio muy definido. Sin embargo, esta tradición de «cristianismo puro», la mismísima esencia de la palabra «cátaro», se remonta a dos mil años de antigüedad. Por lo tanto, y sin pedir disculpas, llamo a todos estos «perfectos herejes» cátaros.

Como casi todos los cátaros franceses, estos «puros» de Italia vivían una tranquila existencia que no constituyó la menor amenaza para los católicos tradicionalistas durante casi mil años. La persecución de estos seguidores de la fe de los primeros tiempos, considerados peligrosos herejes por la Inquisición, empezó en serio en el siglo XIII, cuando los cátaros italianos soportaron los mismos apuros que sus hermanos de Francia. Asimismo, como los cátaros franceses, su historia ha sido malinterpretada a propósito por la Iglesia católica y los historiadores posteriores. Esta gente no era descendiente de otras sectas heréticas posteriores que habían emigrado desde otros lugares de Europa para oponerse a la doctrina católica, tal como se ha afirmado en historias derivadas de fuentes inquisitoriales. Los cátaros de Umbría y Toscana, como los cátaros del Languedoc, han existido desde la fundación del cristianismo, y han conservado sus tradiciones y enseñanzas con discreción, como siempre ocurrió. Que la Iglesia no les reconociera como tales fue una astuta estrategia, fundamental en su persecución.

Mi misión como escritora, y lo que me he prometido, consiste en sacar a la luz la historia de mujeres extraordinarias que osaron cambiar el mundo y lo arriesgaron todo por ello, pero que han sido olvidadas o tergiversadas por la historia. Matilda de Canossa es el mejor ejemplo de esto, aparte de María Magdalena. ¡He aprendido mucho de ella! Aunque mucha gente sabe que el sur de Francia ha sido cuna de herejes durante dos mil años, la preponderancia de estas tradiciones en Italia es una idea nueva para muchos. No obstante, ha estado oculto a plena vista de todo el mundo durante siglos, como hemos visto en la autobiografía de Matilda. Acabo de estar de visita en Toscana con mi familia, y hemos visto el puente de la Magdalena, que Matilda mandó construir en las afueras de Lucca. Es de una belleza sobrecogedora; los semicírculos de piedra se reflejan a la perfección en el agua, creando un círculo completo, que se ve mejor de noche. Nos quedamos mirándolo durante horas, porque no podíamos marcharnos. Era… mágico. No cabe duda de que quien diseñó este puente tenía una intención espiritual, además de práctica. Que la construcción lleve el nombre de María Magdalena y que en otro tiempo existieran una estatua y una capilla dedicadas a ella al pie del puente indican la devoción de la condesa a su Señora, en mi opinión. El hecho de que se hayan producido varios intentos de cambiar el nombre del puente y ocultar sus orígenes también es significativo. Pero María, así como Matilda, no caerá en el olvido, y el nombre del puente de la Magdalena perdura y es reconocido oficialmente por los documentos del Gobierno italiano.

No hay gran cosa escrita en inglés sobre Matilda y, teniendo en cuenta su enorme influencia histórica, tampoco en latín o italiano. La condesa, por consiguiente, es uno de los grandes misterios de la historia. El manuscrito de Donizone que se conserva en el Vaticano es la mayor fuente de información documentada sobre su vida. Sin embargo, estoy convencida de que lo transformó en un ejercicio de relaciones públicas, con la ayuda de la Iglesia, para proteger sus propiedades y su reputación. Creo que, con frecuencia, lo que Donizone no dice es mucho más importante que lo que revela. El manuscrito alternativo que cae en manos de Maureen se rumorea que existe, pero no puedo demostrarlo, y por tanto es ficticio. El sarcófago de Matilda en San Benedetto se abrió en varias ocasiones antes del reinado de Urbano VIII, y yo creo que los miembros de la familia Médici sí encontraron esta versión alternativa de su vida, escrita de su puño y letra. Los Médici y sus métodos (y cómo transformaron el mundo durante el Renacimiento) serán revelados en mi siguiente libro, El Príncipe Poeta.

Debo rendir homenaje a la estimada autora Michèle K. Spike por su excelente libro Tuscan Countess, que es la obra más importante en inglés sobre Matilda, y una lectura muy recomendable para quienes deseen conocer los complejos detalles históricos de su mundo. El libro de Spike está escrito con una pasión poco frecuente en ambientes académicos. Me siento agradecida a esta culta mujer, cuyo interés por Matilda la impulsó a emprender un viaje a través de la Edad Media, y a la larga contribuyó al mío cuando atravesé Italia en busca de esta heroína casi olvidada. Por lo tanto, si bien extraigo diferentes conclusiones en cuanto a los motivos de Matilda (y los motivos son elementos de la naturaleza humana sobre los que sólo podemos hacer conjeturas), sigo en deuda con la riqueza de su obra.

Spike también me ayudó a dilucidar el misterio de por qué Miguel Ángel afirmaba ser descendiente de Matilda y fue ridiculizado por ello. Aunque localicé fuentes que formulaban hipótesis sobre esta posibilidad, en el caso de que la pequeña Beatriz no hubiera muerto, sabía que existía otra explicación. Sospechaba desde hacía mucho tiempo que había un segundo hijo oculto en esta historia, y fue Michèle Spike quien me condujo hasta él cuando descubrió los tres documentos que mencionan a Guidone y Guido Guerra, en especial el «decreto de adopción» vallambrosano. Permítanme hacer hincapié en que Spike no llega a la conclusión de que Guidone era hijo de Matilda y Gregorio. Esta afirmación es mía y de nadie más. Basándome en las pruebas circunstanciales, estoy segura de que el hijo y el nieto de la condesa son los antepasados de Miguel Ángel. Esta idea será explorada con más detalle en El Príncipe Poeta.

Pediré disculpas a los eruditos medievales por haber condensado y abreviado los complicados acontecimientos de la época de Matilda, con el fin de que su extraordinaria vida resultara más apetecible para el lector común. Había períodos de meses seguidos en que desesperaba de acabar algún día los capítulos sobre ella, pues era muy difícil sintetizar las políticas feudales y las intrigas papales. Aunque he intentado ser lo más fiel posible al telón de fondo histórico, fueron necesarias abreviaciones que considero licencia poética. De hecho, al menos diez papas y sus historias terminaron en el suelo de la sala de montaje mientras trabajaba en la novela. Una vez más, quienes estén interesados en profundizar en la historia están invitados a visitar mi web, donde encontrarán más detalles históricos sobre el mundo de Matilda.

No está establecido de manera definitiva el lugar de nacimiento de la condesa. Varios eruditos, incluida Michèle Spike, se decantan por Mantua, pues es la primera ciudad documentada de su infancia, y el lugar en que quiso ser enterrada. Sin embargo, me he topado con diversas fuentes durante mi periplo que nombran Lucca como lugar «posible», e incluso «probable». En cuanto a mí, y con todo el respeto a mis amigos de Mantua, fue una elección instintiva: me parece cierta. El compromiso de Matilda con Lucca y su pueblo nunca se debilita, incluso cuando Enrique IV hace lo imposible por enemistar a su pueblo contra ella. Y todos los acontecimientos que describo (la consagración de San Martín, el decreto de protección de Lucca en 1099 y el gran puente construido con el nombre de María Magdalena) se basan en hechos históricos.

Varias guías que poseo, publicadas y adquiridas en Lucca, indican que la condesa estaba presente en el momento de la nueva consagración de San Martín. Sin embargo, fijan esta fecha en 1070, lo cual no es posible. Una de las pocas cosas que sé de Matilda es que estaba en Lorena en 1070, casada con el jorobado y en plena construcción de Orval. Si bien los eruditos han especulado con que tal vez estuviera Beatriz en lugar de Matilda, no estoy de acuerdo. Considero muy improbable que alguien de Lucca, sobre todo durante su época, confundiera la inolvidable y legendaria presencia de Matilda, y mucho menos con su madre. Creo que la condesa habría insistido en estar presente durante la nueva consagración de la iglesia que albergaba su amada Santa Faz. Pienso que es mucho más probable que la fecha esté equivocada.

Aunque he utilizado la versión italianizada del nombre de Brando, Ildebrando, en las fuentes históricas se le suele llamar con el germanizado Hildebrand. Los logros de su reinado reciben el nombre de «reformas hildebrandianas». He elegido la pronunciación italiana para subrayar sus raíces romanas. Además, creo que Brando es un nombre más sexi para un personaje masculino tan complejo. No deja de ser irónico que defendiera la causa del celibato sacerdotal. Es urgente recordar, no obstante, que los sacerdotes célibes no dejaban descendientes. Por lo tanto, Roma era su única heredera. La decisión de mantener el celibato sacerdotal tenía que ver más con la economía que con la moralidad.

Mi interpretación del personaje Brando/papa Gregorio se halla influida por la inmensa cantidad de cartas que dejó como legado. Cuando se leen, queda claro que era enérgico, inteligente, ambicioso e intrépido, y que sentía una gran pasión por Matilda. También pienso que Brando creía con sinceridad que el fin justificaba los medios, y que en conjunto fue un hombre bueno y justo, muy preocupado por las reformas auténticas. También estoy convencida de que era brillante, astuto y despiadado cuando convenía. Cualquier otra cosa le habría supuesto quedar en desventaja en el espectro político de su tiempo. Tenía que actuar de igual a igual para sobrevivir, y lo conseguía por todos los medios necesarios. En este aspecto, también creo que fue el mejor profesor de Matilda. Así ha sido en la política desde el alba de los tiempos.

Desde luego existe una gran controversia histórica acerca de si la intensa relación entre Brando y Matilda fue romántica y llegó a consumarse. No vacilo en ofrecer mi opinión al respecto. Remito a los lectores a una carta del Papa a su amada, donde escribe sobre su anhelo de huir a Tierra Santa con ella, a un lugar donde nadie los vigile y puedan continuar la verdadera obra de Dios. Es una carta en la que se expresa tal deseo que sólo pudo ser escrita por el más ardiente de los amantes.

Knock y las sagradas apariciones

Visité Knock con mi familia durante las correcciones finales de este libro. No había estado desde que tenía veinte años. Mi visión de ahora, sabiendo lo que sé, fue muy diferente de la de entonces. Creo con todo mi corazón irlandés que Knock es un lugar sagrado, tal vez el único lugar donde la Santísima Trinidad se ha aparecido durante un prolongado período de tiempo a los mortales. Es terreno sagrado. También creo que san Patricio tuvo una visión similar cuando proclamó que Knock sería santo en un futuro.

Pido disculpas a cualquiera que se haya sentido ofendido por mi enfoque de las apariciones. Sé que es territorio sacrosanto de muchos. Creo que todos esos niños vieron algo extraordinario, y que muchos eran místicos. Creo que esto es cierto sobre todo en el caso de Lucía Santos. Al igual que Maureen, lloré mientras leía la historia de su encarcelamiento. Ojalá supiéramos, con sus propias palabras y su propia voz, lo que experimentó de verdad durante su larga e inspirada vida. En cualquier caso, no deseo disminuir el milagro de Fátima. Sólo deseo inspirar a la gente al ofrecerles otra perspectiva de las circunstancias y sus consecuencias, para que puedan meditar según su libre albedrío.

El inestimable documento de la profecía que se halla en posesión del padre Girolamo de Pazzi y se atribuye a Nostradamus existe y fue obsequiado al papa Urbano VIII. Fue descubierto oculto a la vista de todo el mundo en una biblioteca pública nacional de Roma por un periodista italiano en la década de 1990. Un libro y un documental, que lo llaman el «libro perdido de Nostradamus», fueron creados para documentar el descubrimiento. Pero tal como indico aquí, este libro contiene más de lo que puedan indicar todos los comentarios tradicionales sobre Nostradamus. Lo estoy estudiando con detenimiento, y espero publicar mis hallazgos en un futuro cercano.

Sobre Chartres y el laberinto

Escribo estas notas sentada en los escalones de la catedral de Chartres, bajo la exquisita estatua de santa Modesta, en el portal norte, la entrada que recibe en ocasiones el nombre de «puerta de los iniciados». De todos mis viajes, no hay lugar de la tierra que me haya inspirado más que Chartres. Es el monumento a Dios más asombroso construido por manos humanas: es magnífico en su grandeza, pero humilde en su fe.

Existen leyendas en torno a este edificio, historias de fe, dedicación y fortaleza humana, que no se parecen a ninguna que haya oído antes. Los historiadores jamás han sido capaces de explicar quién financió una obra tan enorme, pero el folclore local dice que, si buscan libros mayores y facturas, se quedarán con las ganas. Chartres fue construida por gente de fe, un diezmo entregado a Dios. Creo que la mayor parte de los obreros trabajaron gratis. Algunos dicen que la reconstrucción de la catedral después del terrible incendio de 1194 fue llevada a cabo por quienes se oponían a las Cruzadas, la versión medieval de los objetores de conciencia. Los padres dedicaron a sus hijos a la construcción del monumento al amor a Dios, en lugar de enviarlos a la guerra. Prefirieron crear para Dios antes que matar.

Existen otras leyendas, historias de oraciones rituales necesarias para la purificación antes de que nadie recibiera permiso para empezar a trabajar en este monumento eterno al amor y la fe. Si un obrero tenía un mal día y no iba a trabajar imbuido del espíritu que exigía la obra, se le pedía que regresara cuando se sintiera devuelto a la misión comunitaria. No se permitía otra intención que no estuviera basada en el amor.

¿Son ciertas estas leyendas? ¿Existe alguna prueba de todo esto? Perduran durante ochocientos años en las piedras de este lugar, y eso es suficiente para mí. Sé, cuando veo las agujas de Chartres desde la carretera de París, que este lugar es especial. Creo que su belleza y gracia incomparables, desde el punto de vista artístico, arquitectónico y espiritual, se lograron gracias a un esfuerzo extraordinario basado en los principios del amor y la fe, celebrados mediante la oración. Creo que Chartres, tal como existe hoy, fue y es un monumento al Libro del Amor.

Por tanto, para mí, el laberinto de Chartres es el espacio más sagrado de la tierra. Al igual que Maureen, lloré cuando lo vi tapado por sillas. La primera vez que visité la catedral, hace unos años, el laberinto no estaba cubierto. La mayoría de visitantes no tenía ni idea de que existía tanta gloria bajo sus pies como en las vidrieras de arriba.

Se han producido algunos progresos durante los últimos años en lo tocante al acceso al laberinto. Mientras escribo esto, estoy en Chartres, donde acabo de pasar toda una maravillosa tarde en el laberinto. La catedral lo abre ahora una vez a la semana, los viernes, durante los meses de abril a septiembre. Rezo (literalmente y con frecuencia) para que esto sea el principio de la apertura de mentes, y para que estas limitadas horas den paso a un acceso regular a esta herramienta espiritual única, que los arquitectos instalaron aquí hace más de ohocientos años, una herramienta que creo diseñada por el esfuerzo mancomunado de seres como el rey Salomón, la reina de Saba y Jesucristo. Les invito a rezar conmigo para que este lugar único, en un futuro no muy lejano, sea reconocido y honrado por su santidad, y que la práctica destructiva de ocultarlo y dañarlo con sillas innecesarias termine de una vez por todas.

Existe un creciente movimiento a favor de los laberintos en todo el mundo, a medida que la humanidad va redescubriendo esta hermosa oportunidad de rezar caminando que conduce directamente a Dios. Páginas de Internet, que incluyen buscadores de laberintos, les ayudarán a encontrar uno cerca de casa. Y si no lo pueden localizar en su zona, bien, tal vez su destino sea crear uno.

Mientras escribo esto, uno de los guardianes de la catedral llega para cumplir su ritual matutino y renovar el juramento de su fe. Cada día lleva flores a Notre Dame. Hoy, también me regala una a mí. El espíritu de este lugar y de las almas que lo crearon perdura como un rayo de luz en este planeta para quienes tengan ojos para ver y oídos para oír, y tal vez incluso para quienes todavía no hayan desarrollado tales sentidos. Vengo aquí cada año porque me reconforta. Vengo con la esperanza de llevarme un trocito y entregarlo al mundo, con el fin de compartir esta maravillosa visión de lo que los seres humanos pueden lograr. Vengo porque mi promesa consistió en descubrir y revelar las historias que se han perdido en la historia, las verdades ocultas durante tanto tiempo bajo la superficie y que esperan el momento de ser reveladas de nuevo.

Ese momento es ahora. Y no conozco otro lugar con más cosas que revelar al espíritu humano que Chartres. Este libro es mi propio monumento a los que inspiraron y crearon este lugar sagrado, para que intentemos imitarlos, cada uno a su manera. Rezo para haberles hecho justicia con esta obra y para que con ella inspire a otros a seguir su camino.

CHARTRES, FRANCIA

17 DE MAYO DE 2008