Se hacía muy pesado seguir adelante. Algunas horas después me encuentro allá arriba entre las montañas. Debo de haberme confundido. ¿Qué es aquello oscuro? La punta de una roca. ¿Y aquello oscuro de allá? Otra punta de roca. Acampemos aquí, donde estamos. A pesar de todo, se percibían una suavidad y un bienestar intensos sobre la tibia noche. Estaba sentado en la oscuridad, desenterrando recuerdos olvidados de mi niñez y muchas experiencias del tiempo transcurrido. ¡Qué satisfacción tener dinero en el bolsillo, aunque uno esté tirado por ahí por cualquier parte!
Por la noche me despierto, porque siento demasiado calor debajo de la ropa; tengo que abrir el saco de dormir; además, me parece que todavía oigo un sonido en mi oído; a lo mejor he llamado o cantado durante mi sueño. De pronto me siento descansado y me acomodo para mirar afuera. Oscuro y suave, un mundo silencioso. Miro al cielo, que está un poco más claro, y veo alrededor mío un anillo de montañas; estoy en una ciudad de pináculos, estoy a los pies de una gran cima, tan grande, que no tiene forma. Se levanta un viento, y de pronto retumba lejos. ¡Vaya un tiempo! A poco relampaguea, y en seguida rueda el trueno, como un enorme témpano hacia abajo, entre las montañas. El estar aquí sentado, escuchando, es incomprensible, es maravilloso; un escalofrío de bienestar me recorre, parece que estoy borracho de una manera rara y loca, como nunca lo he estado, y esta embriaguez se manifiesta haciéndome reír y poniéndome muy contento. Tuve muchas ocurrencias, se me ocurrían locuras, mezcladas con momentos de gran pena que me hacían respirar penosamente. Vuelve a relampaguear y truena más cerca; cae también un chaparrón; el eco es muy fuerte; toda la Naturaleza está revolucionada, un tumulto. Quiero desarmar a la noche, gritando porque me robará místicamente todas mis fuerzas y me dejará sin voluntad. Tú lo verás, todas estas rocas son conjuros contra mi excursión; pienso en maldiciones gigantescas, sembradas para cerrarme el camino. ¿O a lo mejor me he metido en la fábrica de las rocas? Pero yo cabeceo varias veces, lo que quiere decir que me siento valiente y contento. A lo mejor, las rocas no son más que rocas ficticias.
Más relámpagos, más truenos y más chaparrones. Me parece recibir un golpe del cercano eco y dentro de mí siento decir: ¡Ciento! Bien; yo he leído muchas historias de batallas y una vez estuve bajo una lluvia de balas. Cuando me invade un momento la pena y el reconocimiento de mi insignificancia ante el poder de la que me rodea, me quejo y pienso: «¡Vaya un hombre que soy ahora! ¿O es que me he perdido? ¿Qué, ya no soy absolutamente nada?». Y hablo alto y grito mi nombre para oír si todavía existe.
Ved, una rueda dorada sube ante mí hacia arriba, y el trueno estalla muy cerca de mi cabeza, en mi propia montaña. En el mismo momento salto de mi saco de noche fuera de mi escondite. El trueno sigue rodando, vuelve a relampaguear y truena. Más mundos son arrancados de raíz. ¿Por qué no habría escuchado a la pequeña Olga, quedándome en la choza? A lo mejor es el lapón quien encanta todo esto. ¿El lapón? ¡Oh, ese moyuelo humano, esa sardina de la montaña! Y aquí me tienes a mí. ¿Qué tengo yo que ver con todo este ruido? Hago un leve esfuerzo por salirle al encuentro, pero me contengo; estoy en medio de lo grande y veo lo inútil que resultaría mezclarme con la tormenta.
Me apoyo en la roca, no desafío a mi enemigo gritándole. Al contrario, le pongo ojos azules y claros. Y después de rendirme, sólo una roca puede ser tan dura. ¡Por favor! Pero yo no estoy compuesto de versos y de ritmos. ¿Crees tú, acaso, que me voy a jugar mi buena cabeza por un arco iris? Pues mientes. Porque estoy aquí, apoyado en el mundo, si a lo mejor tú estás creyendo que el azul de mis ojos es auténtico…
Entonces me cayó un rayo. Fue un milagro. Me corrió por el codo izquierdo y me chamuscó la manga de la chaqueta; el rayo debía ser de lana, un ovillo rodando. Sentí un calor, vi cómo el suelo, allá, más abajo, recibía un golpe y se rasgaba, una presión me apretó contra el suelo; la oscuridad me rodeó. Después truena monstruosamente, no es un trueno prolongado y sonoro, sino claro y fuerte, agudo.
La tempestad pasó.