Ya se fueron. Qué día, Antonia, qué día. Tienes que estar empapadita, corazón, ahora mismo te cambio. Estás guapísima, mira lo que al final te ha lucido el arreglo de Lali Rendón, hasta el mantoncillo que te ha prestado la Fallon combina divinamente con el vestido, combina mucho mejor que la pasmina que yo pensaba comprarte, hasta en eso has salido ganando. Qué descontrol, por Dios. Me alegro de que me convencieran, ya ves tú. El apuro no se me ha pasado del todo, pero me alegro. Ha sido un disloque, pero qué concurrido y qué bonito. ¿Sabes lo que venía yo pensando? Que ha sido como cuando nos pusimos aquellos chaveítas delante del Cine Ballesteros con la pancarta en defensa de la Joan Cráfor, pero con final feliz, como me ha dicho la Florista, que estaba verde de envidia, te lo digo yo, y eso que ella misma se adjudicó por su cuenta el papel de amiga del alma y de confidente incondicional de la homenajeada desde tiempos inmemoriales, así mismo se lo dijo la gachí a uno que iba haciendo interviús con un micrófono. Ha sido clavado a lo de la pancarta, sólo que con más tronío, más gente y más prensa, porque ha habido muchísima prensa, Antonia, qué barbaridad. Y no sólo estaba Telealgaida, con esa chiquilla tan mona y tan desenvuelta que hace los reportajes y lee las noticias, estaba también Canal Sur, con otra muchacha, no la que vino la primera vez, ¿tú te acuerdas de la que vino la primera vez y te sacó casi en vivo y en directo, corazón?, pues era otra, también muy profesional, yo a una gran profesional la distingo a la legua, y no sólo estaba la radio de Manolito Valiente, con Manolito Valiente en persona, valiente cara de burgaíllo tiene, por la mala leche que le engurriña y le deforma la cara, te lo digo yo, pero no sólo estaba su radio, estaban también otras radios muy importantes de Cádiz y de Sevilla y hasta de Madrid. Ahora falta saber cómo lo sacan.
A ver, deja que te toque, mi vida. Estás mojada, corazón. Espero que la borrica de la Fallon haya repuesto tus dodotis. Ahora miro.
Ay, antes déjame que descanse un ratito. Menos mal que ya se han ido todos. Qué día, por Dios. ¿Tienes apetito, mi vida? Yo tengo un apetito horroroso. Dicen que las emociones fuertes quitan el apetito, pero yo debo de ser la excepción; si yo tuviera emociones fuertes cada dos por tres, estaría como una boya. De todas maneras, me vendría bien adelgazar un poco, esto que quede entre tú y yo. Qué bien te veo, Cigala, qué delgado estás, ¿cómo lo haces, bandido?, ya me darás la fórmula para conservarte tan estupendamente; eso me han dicho muchísimas personas, y eso que muchas de ellas eran personas a las que yo no conseguía colocar, caras que te suenan, ¿tú sabes?, pero ¿de qué?, de cruzártelas por ahí, supongo, porque, las cosas como son, caras conocidas, lo que se dice caras conocidas, pocas y mal pintadas, como dice la Fallon. Caras conocidas, los chicos y las chicas de la banda, como los llama la Sari, o sea, ella, y la niña de Piedad Aranda, y Gonzalo, y el chiquillo que es una eminencia en el internet, y Pelayo, claro, pero es que Pelayo, si se mira bien, es otro chico de la banda. Pelayo estaba en primera fila, como para untarle con berrinche la tostá al obispo de Cádiz, y al obispo de Jerez, a los dos juntos, qué gamberro es, y luego había esos dos o tres comunistas a los que conozco de vista y que están en el Ayuntamiento, y la Fallon, ya sabes, la chiquilla a lo mejor no ha repuesto tus dodotis pero se ha comportado, te ha llevado como una reina en tu silla de ruedas, no ha consentido que nadie más se hiciera cargo de esa misión, como ella dice, ésta es mi misión, como si fuera el ama de llaves de Rebeca, y también estaba Rachid, qué encanto de hombre, qué cariñoso, ¿verdad?, estuvo la mar de cariñoso contigo, y conmigo, y con la Fallon, valiente lagarta está hecha la Fallon, hasta que Rachid no estuvo cariñoso con ella no paró, y había bastantes maestritos y maestritas, a los maestritos y las maestritas también los reconozco yo a la legua, aunque vayan modernos, que algunos van requetemodernos, más ellos que ellas, fíjate, los calo de lejos, por eso me suenan siempre sus caras, pero para de contar. Bueno, y el chófer de la marquesa de Torreantigua, uy, perdón, el mecánico de la marquesa, allí estaba, qué sorpresa, ¿no?, una sorpresa de campeonato, qué hombre más interesante. Y Caimán, el pescadero de la plaza, te lo juro, qué alegría. Y la Florista, por supuesto, en su papel de intimísima amiga de la infancia de la protagonista, aunque unos años más joven que ella, faltaría plus. Ninguna señoritinga, por descontado. Anda y que les hagan las uñas con los cuernos los cabestros de sus maridos. Bueno, eso no lo digo yo, Antonia, eso lo dice la Sari, que tiene una lengua de cangrejera cruzada con sargento chusquero que da calambre. Pero ¿sabes lo que te digo, corazón?, que los cuernos seguro que dejan las uñas como para venderlas para trasplantes en un mercadillo del tercer mundo.
Voy a ver qué hay en el frigorífico.
No me mires así, mujer, luego te cambio. Veo lo que hay en el frigorífico, que algo tiene que haber, voy preparando algo, si es que hay algo que preparar, y luego vuelvo y te cambio.
¿Ves lo que te decía? Cuando estoy de pie se nota menos, pero yo lo noto. Me lo estuve diciendo todo el rato, mientras Gonzalo echaba ese discurso tan bonito que me dedicó, fue un discurso precioso, se lo tengo que pedir para ponerlo en un marco. El chaquetoncito de entretiempo que me ha hecho Lali Rendón es monísimo y me sienta como un guante, pero precisamente por eso, porque me sienta como un guante, me noto yo la mar de bien esas gorduras que están donde no deberían estar. Ni a mi edad, Antonia, ni a mi edad. Yo siempre he sido un junco. Ahora soy más bien el árbol del ahorcado. Voy a tener que adelgazar un poco, pero tú, chitón, tú no se lo cuentes a nadie.
Qué apetito tengo.
Hay salchichas. A saber de cuándo son estas salchichas. Tengo yo la vista como para verle la fecha de caducidad a las salchichas, por Dios. Mira, Cigala, mala pinta no tienen. Y apestar, no apestan. Yo creo que también hay puré de patatas. En la alacena. De sobre, por supuesto. Una porquería, supongo, qué más da. Ahora me comía yo el caballo de Robin Jud, con Robin Jud y todo.
Estoy rendido, es que hay que ver la plantada de más de dos horas que me he metido en el cuerpo. Dos horas de pie, con muchas emociones y muchísimo cariño, eso sí, pero dos horas de pie tienen mucha tela. Además, yo me figuraba que, después del acto, iríamos los más íntimos a alguna parte a tomarnos una tapita y unas cañas, o un nestí, porque yo, si salgo de jopeo por la noche, de higos a brevas que salgo, sólo tomo nestí, que me han dicho que es malísimo para los nervios, pero a mí me sienta la mar de bien, a mí me entona muchísimo pero sin despabilarme a destiempo, será raro, no digo que no, pero a mí me sienta de maravilla, debe de ser una cosa sicosomática. Yo esperaba que nos fuéramos con el cogollito de la organización a tomar unas gambitas en El Colesterol, hay que ver qué guasa ponerle a un bar de fritos y de mariscos ese nombre, hace siglos que no me tomo unas buenas gambitas. Pues nada, que estamos en días de ayuno y abstinencia, se ve que no había presupuesto. Bueno, mira, da igual, Cigala, no te pongas pejiguera, el acto ha sido una preciosidad, una cosa muy espontánea y muy cariñosa, y concurridísima, y lo suyo es que estés agradecidísimo y no andar ahora buscando pegas, como si fueras una señoritinga, por muy fuerte que te entre de vez en cuando el famoso síndrome de Estocolmo.
Con minuto y medio seguro que va que chuta. Esto del microondas me ha cogido ya camastrón, nunca acabaré yo de controlarlo, qué lástima.
Menos mal que terminé diciéndoles que sí, que lo que ellos quisieran, pero que, como servidor hiciera el ridículo, me tenían que convidar a langostinos hasta que se me fuera el disgusto. Qué bulla la de Gonzalo esta mañana anunciándome, con todo ese juego de meneo de manos que él se trae, esta noche vamos a descubrir una placa con tu nombre en la calle Silencio, y por una vez en tu vida haz el favor de tener la boquita cerrada y prepárate. ¿Qué le iba a decir yo? Que si no le daba vergüenza tener semejante jumera tan tempranísimo. Y mira que antier ya me lo habían anunciado, pero ¿lo iba a mandar a aliñarse con perborato? Ay, yo creo que tenía que haber puesto un poco más de agua a calentar para todo el puré en polvo que he echado. Y con una cucharadita de margarina queda muchísimo mejor. Pero no hay margarina, cómo va a haber margarina en esta casa, si la Fallon se pasa el día entero pensando solamente en la charcutería de Rachid, y en la charcutería del resto de la humanidad masculina en edad de merecer, por riguroso desorden alfabético, como dice la cargante de Ana Belén Gallardo cada dos por tres, sin ton ni son, venga o no a cuento. Se ve que eso del riguroso desorden alfabético Ana Belén se lo aprendió en viernes, angelito, todo lo que tiene de rica lo tiene de indigesta, como la manteca de lomo. En fin, pelillos a la mar. Y deja a la Fallon en paz, mujer. La chiquilla hoy se ha comportado como una congregante de la Niña María, obediente y abnegada, como decían las monjas de la Pastora, las cosas como son. Estuvo todo el tiempo atentísima con Antonia, abrigándola con la toquillita, bueno, con el mantoncillo, para que no se me enfriara, arreglándole el pelo todo el rato, aunque tampoco había ninguna necesidad, hecha toda una asistenta social de lujo, así que, si no hay margarina, no hay margarina, no pasa nada.
Hay que tener valor… La niña de Piedad Aranda estaba preocupadísima por el protocolo. Pero aquí no hay protocolo que valga, bonita; qué gracioso es Gonzalo con todo ese comiqueo tan sarasete que se trae. Aquí lo que hay es una cosa espontánea y popular, y mucho cariño, eso le dijo Gonzalo. Que hasta los comunistas estaban allí a título particular. Como todos. Qué bien lo dijo Gonzalo en su discurso, aquí estamos todos porque queremos y respetamos muchísimo a Cigala y se lo queremos demostrar, y si en el Ayuntamiento no hay lo que tiene que haber para tirar adelante con lo que ya estaba aprobado, allá ellos, nosotros lo que queremos es que Cigala sepa que él se lo merece, y que Cigala sepa que no vamos a pararnos aquí, que si no es hoy será mañana, que todos vamos a seguir trabajando para que esta calle sea algún día su calle de verdad, pese a quien pese. A mí me parece que eso no se lo cree ni él, pero es la mar de bonito y la mar de emocionante que lo diga. Y eso que hubo un momento en que yo creí que no iba a poder decirlo, ni eso ni nada, qué agobio. Porque lo vi. La Fallon dice que ella fue la primera en verlo, pero ni hablar, el primero que lo vi fui yo. Qué descompuesto me puse. Ahí está el cristobita ese, me faltó tiempo para decírselo a Gonzalo, ahí está el nieto de Rosarito la Coquinera. Y por lo visto los comunistas llamaron entonces al Ayuntamiento y del Ayuntamiento llamaron a los municipales, por lo que pudiera pasar.
Qué gusto sentarse, por Dios. Ya ves, hoy hasta estas sillas de la cocina, con lo matonas que son, me resultan cómodas.
Como que no he parado en todo el día, si voy a echar cuenta. Tú no tienes que hacer nada, Cigala, tú sólo tienes que estar esta noche a las nueve en punto en la calle Silencio; Gonzalo venía una cosa mala de dispuesto, y se da mucha maña para controlarlo todo, la verdad. Pero ¿cómo no iba yo a buscarle la pasmina, o algo, a Antonia, con ese vestido tan mono, pero tan de verano, que le ha arreglado Lali? El día ha sido un no parar. Pues, mira, esto no está tan malote, es que hay que ver el apetito que tengo, y donde hay apetito no hay estómago caprichoso. Bueno, no hay estómago caprichoso cuando hay hambre, eso es lo que decía María la Chíchara, me parece que la estoy viendo, metiéndole por la fuerza a Antonia la cuchara en la boca, porque hay que ver, de chica, la mortificación que era Antonia a la hora de comer. Se habrá quedado dormida, ella también tiene que estar muerta. Antonia siempre fue una tiquismiquis, suerte la suya de que don Alfonso Sandoval tuviera bastante para alegrarle a ella los antojos. Suerte, y habilidad, y aguante, e infusiones contra las vomitonas, digo yo. Como para dejarla sin su pasmina… Menos mal que la Fallon al final pudo prestarle ese mantoncillo tan mono. De su abuela dice que es, pero tienen que haberse puesto otra vez de moda, parece el último grito. Es que yo no me puedo creer que de pronto no haya una pasmina elegantona en toda La Algaida. Lo que me dijo la dependienta: cuando a la gente le da por una cosa es una porfía, pero si llego a saberlo te la aparto, Cigala, y si puedo me paso esta noche por la calle Silencio, ya sabes lo tardísimo que cerramos nosotros la tienda, pero me encantaría pasarme, de verdad, por lo muchísimo que tú te lo mereces. Qué agradable, la muchacha, se le notaba que no hacía el paripé. Y no ha sido la única. No sé cuantísima gente sabía lo de esta noche. Algo habían dicho los de Telealgaida, creo. Y, luego, la página güeb. A mí todavía me cuesta trabajo creer lo útil que es el internet, pero está claro que es utilísimo, sólo le falta hablar, pero hablar de verdad. Si el internet hablara, ya tendría yo el mismo vicio que se trae la Fallon. Claro que si estas salchichas hablaran, menudo palique estaría yo dándoles de la mañana a la noche a las salchichas.
Están buenas, mira. El puré me ha quedado un poquito grumoso. Pero está bueno, no voy yo ahora a dármelas de gurmesa, como dice la Fallon.
Los Carabineros del Hijo, o como se llamen, que ya no me acuerdo de cómo se llaman, también estaban. Vaya que si estaban. Yo creo que estaban con el nieto de Rosarito la Coquinera. Había mucha gente joven, había hasta chiquillos y chiquillas de los institutos, eso ha tenido que ser cosa de los maestritos, que son ahora tan modernos, hay que ver las pintas que llevan algunos. ¿Pero no es algo la pinta que lleva Pelayo, y es cura? Había muchachos del campo, y de la barriada de pescadores, y hasta del pago de La Jara, había unos que trabajan en los invernaderos, unos chaveas que quitan el sentío, qué gloria de criaturas, pero a los Centuriones esos se les distingue a la legua, tan almidonados, tan repeinados, tan recortaítos. No les falta ni un hilván a los renacuajos. Yo creo que se habían presentado por su cuenta. La Fallon dice que no, que iban con el nieto de Rosarito la Coquinera al frente, pero no creo que el nieto de Rosarito se mezcle con esa chusma. Claro que Gonzalo dice que ellos no van de chusma, que ni muchísimo menos, que ellos van de la quintaesencia de la quintaesencia. Da igual, con el nieto de la Coquinera no iban, o a lo mejor sí que iban, qué más da.
Fíjate, lo del apetito a lo mejor también es una cosa sicosomática. No me lo voy a poder terminar. Y mira que me da coraje dejar comida en el plato, me ha dado coraje toda la vida de Dios. Yo creo que eso me pasa porque una vez, siendo yo un altramuz, vi cómo María la Chíchara se comía lo que yo había dejado en el plato. Todo. Hasta lo que yo había dejado con babas. Qué pena, por Dios. Pero ahora no puedo, lo siento. Todo este apetito tan grandísimo que yo tenía habrá sido una figuración, una especie de pronto que le habrá dado a mi estómago porque no nos llevaron a tomar unas tapas en El Colesterol. A mí nunca se me va a quitar el estómago de pobre.
Qué cansinas tengo las piernas, debe de ser cosa de la circulación. Ahora voy a ver cómo está mi Antonia, que la tengo abandonadita. Pero a uno le hace falta estar solo de vez en cuando. Solo a propósito, solo por mi santa voluntad, porque solo sin remedio ya lo he estado yo más de la cuenta durante toda mi vida.
No te pongas rígida, mi vida, que me cuesta mucho trabajo moverte. Ya lo sé, estarás escocida, qué calamidad soy algunas veces. Anda, deja que te suba la falda, tú no te muevas, a ver si me apaño para cambiarte así el dodotis. Has engordado, bandida. No es bueno que engordes, ya sabes que el hijo de don Carlos Montanelli está radicalmente en contra de que me engordes. Virgen Santísima, cuánto pesas. Esto no puede seguir así, corazón, yo ya no tengo cuerpo para cambiarte, hoy voy a terminar descuajaringado. Lo de hoy ha sido una peoná en toda regla. Y ahora, esto. No sé lo que dirían las radios y las televisiones y los reporteros si me vieran ahora. Bueno, les daría morbo, a lo mejor nos llevaban a los dos para que yo te cambiara el dodotis delante de España entera. Qué cosas se me ocurren, por Dios. Perdona, corazón, no te lastimo a cosa hecha. A ver cómo nos sacan, de todas maneras, yo espero que nos saquen por lo emocionante y por lo finito. Porque ha sido precioso, ¿verdad, corazón? Un poco embarullado, pero precioso. Y hay que ver lo requetebién que les salió la placa, ¿verdad? Clavada a las de verdad. Yo, cuando la he visto, casi me desmayo de la emoción, casi se me olvida que es de mentirijillas. Anda, ¿por qué no te das tú con la esponjita? Inténtalo, corazón. No te pongas rígida, cariño. Espera, no vayas a quemarte, déjame que pruebe cómo está el agua. No te preocupes, no te vas a quemar, el agua ya está tibia, está en su punto, y le he puesto ese jabón tan cremoso y tan completamente natural que me recomendó la chiquilla de la farmacia, no va a irritarte nada. Anda, yo aguanto la palangana y tú te das bien con la esponjita. Inténtalo, mi vida. Yo no miro, yo respeto tu intimidad. Pero tienes que hacer un esfuercito, mi reina, si no haces un esfuercito me va a tocar a mí limpiarte el cazón. Mueve la mano, mujer. Por Dios, no te quedes con la mano lacia como una guita. Tendría que haberme puesto la manopla, porque ya veo que me va a tocar. Anda, dame la esponja. Te voy a dejar el cazón más reluciente que esa placa tan idéntica a las de verdad que el dispuestísimo de Gonzalo se ha sacado de la manga. Calle de Francisco López Guerra, Cigala, puesto Cigala entre comillas. Qué lástima que haya sido de mentirijillas. Bueno, qué más da. O, ¿sabes lo que te digo?, que mejor que haya sido la de mentirijillas, así tienen tiempo de mejorarla. Porque lo he dicho, ya sabes que yo no me callo ni debajo del agua. Lo que no me gusta es que hayáis puesto Cigala entre comillas, eso les he dicho. Es que eso se pone así, Cigala; según Gonzalo, que a veces se pone más sabiondo de la cuenta, eso hay que ponerlo así. Tu nombre verdadero, dice él, es Francisco López Guerra, eso dice, y yo le he dicho que no, que mi nombre verdadero, diga lo que diga la partida de nacimiento y la partida de bautismo y el carné y el padrón municipal y la cartilla del banco y el recibo de la Sevillana y el del vodafone, mi nombre verdadero es Cigala, lo otro es lo que tendrían que poner entre comillas, o mejor, les he dicho, lo mejor es que ustedes pongáis solamente Calle de Cigala. Como Cigala me conoce todo el mundo desde que no levantaba dos palmos del suelo, y como Cigala es, más que nada, como me conozco yo, reina mía, como yo me acuerdo de lo que me acuerdo y me olvido de lo que me olvido, como lo paso mal y lo paso bien, como me veo cuando me miro al espejo, como me digo yo mis cosas y como se las digo a los demás. Y como Cigala te estoy dejando yo el cazón, reina mora, como los chorros del oro. Calle de Cigala, y punto, eso es lo que tienen que poner. Si es que alguna vez lo ponen de verdad, que eso me parece menos claro que el expediente equis. Ahora no te muevas, que vamos a ponerlo todo perdido de agua. Y no protestes, que te estoy dando la mar de suavecito, que ya me imagino yo lo delicadas que tienes tus partes, y más si están un poquito escocidas. Luego te seco bien y te doy polvos de talco, antes de ponerte el dodotis limpito. Hija, es que esto de limpiar a ciegas tiene su mérito, a mí es que me da apuro mirarte ahí, qué quieres que te diga. La Fallon me dice que a ella, apuro, ninguno. Yo creo que ella lo que quiere es demostrar que es mujer mujer, que está familiarizadísima con el cazón. Qué mérito tiene la criatura, eso se lo tengo yo que reconocer. Un mérito grandísimo tiene. ¿Quién sabe?, a lo mejor llega el día en que también a la Fallon le ponen una calle en La Algaida. Antes tendrá que sentar cabeza y formar una familia y traer niños al mundo, aunque sean de la China, digo yo, o meterse a monja, dedicarse en cuerpo y alma al cuidado de los ancianos y los enfermos, y subir a los altares. Santos más raros se han visto. Eso no me lo perdería yo por nada del mundo. A ver si me reencarno, aunque sea en una alúa, para no perdérmelo. A lo mejor a ella hasta se lo hacen por todo lo alto. No sé si con el mismo cariño y la misma admiración que a mí, que no lo creo, pero por todo lo alto, no de mentirijillas. Con el alcalde, la señora del alcalde, si es que el alcalde de entonces no es guei, porque entonces estaría el esposo del alcalde, o la esposa de la alcaldesa, y todas las fuerzas vivas, y el pueblo entero, y la banda municipal, y los municipales en uniforme de gala, no en traje de faena y medio de pitorreo, como han estado hoy. De todas maneras, Antonia, menos mal que fueron. A mí, cuando vi a tantísima gente, ni se me pasó por la cabeza que pudiera haber mal rollo, como dice el niño de la Batea en cuanto algo no sale como él quiere, qué mal rollo, eso dice, que por cierto ni apareció, al niño de la Batea parece que de pronto se lo ha tragado la tierra. Arrepentidísimo estará, con lo bien que ha salido todo. O a lo mejor no, a lo mejor lo que no ha sacado con esto lo saca con lo contrario. Pero ya se lo contarán, como me llamo Cigala que se lo cuentan. La de gente que había, lo bien que lo tenían preparado todo, quiero decir la placa de mentirijillas encima de la placa de verdad, tapando la placa en la que pone Calle Silencio, y la cortinilla tapando a su vez la placa, como en las inauguraciones de postín, y el discurso tan precioso de Gonzalo, y esa banda de música que no sé de dónde la habrán sacado, dicen que del conservatorio Santa Cecilia, que ya sabes que es un conservatorio particular, fundado con su dinerito por Goretti Bilbao, qué bien tocaron el himno de La Algaida, un himno la mar de alegre, ya sabes que el himno de La Algaida es un pasodoble, claro que lo sabes, bandida, bien que te vi yo contoneándote en tu sillita al ritmo del pasodoble, y bien que me avisó la Fallon, mira, Cigala, mira cómo lleva ella el ritmo, daba gloria verte, corazón. Daba gusto ver a todo el mundo siguiendo el ritmo del pasodoble, incluido Pelayo, qué gamberro es. Un poco empachoso resultó tanto pasodoble, la verdad, pero se puede perdonar, había que darle empaque y alegría al acontecimiento. Porque ha sido un acontecimiento, digan los de siempre lo que digan, cómo me gustará saber lo que dice la maldadosa de Purita Mansero. Menos mal que aparecieron los municipales, eso sí, ya te digo. Yo pensé que los Carabineros o los Centuriones, o como se diga, la armaban. Pero aparecieron los municipales, y el nieto de Rosarito la Coquinera se esfumó, y los Carabineros, o como se diga, hicieron mutis por el foro. Así pudo echar Gonzalo su discurso, tan precioso, y se pudo descubrir la placa con mi nombre, de mentirijillas, vale, pero preciosa, y pudieron darnos esos preciosos ramos de flores, uno para ti y otro para mí, un detalle exquisito, eso me dijo la Florista, y además serán de su floristería, como si lo viera, así que algún provecho ha sacado a mi costa la gachí. Por cierto, Antonia, ¿dónde habrán ido a parar los ramos de flores?
Hala, ya estás fresquita. Qué bien se está bien aseada y bien perfumada, ¿verdad? No te preocupes, mujer, no voy a echarte colonia en el cazón, que eso es de alarido. Pero la crema tiene un perfume la mar de agradable, y ahora te seco bien, y te pongo el polvo de talco, y aquí tengo el dodotis para que duermas como un bebé. Anda, cariño, otra vez un esfuercito. Hazlo por mí, corazón, que no estoy ya para cargar pasos de Semana Santa. ¿No se te ha puesto a ti cuerpo de Semana Santa, con tanto zarandeo, tanto besuqueo y tanta banda de música? Sólo ha faltado que alguien se arrancase con una saeta. ¿Que no pegaba?, yo creo que ahí, esta tarde, pegaba todo, fíjate. Los chiquillos de los institutos cantando Cigala, Cigala, eres cojonudo, como Cigala no hay ninguno, y la Florista vestida de madrina de boda, sólo le faltaba la teja y la mantilla, y la Sari magreando descaradamente a una de las comunistas del Ayuntamiento, con la excusa de la emoción y el buen rollito, como ellos dicen, y Pelayo bendiciéndome como si estuviéramos en la plaza de San Pedro, qué gamberro es, y menos mal que ya tarda bastante en hacerse de noche, porque aquello habría terminado como una juerga de la romería del Rocío, que hay que ver cómo eran antes las juergas del Rocío. Y ahora no tiembles, mi vida, no tiembles, que no sé qué es peor, que te quedes tiesa como un azadón o que te dé el sanvito. Hala, entró, entró, como dicen los del tenis. Hija, muy allá no te está quedando, pero, mira, para esta noche ya vale, que la Fallon te apañe mañana como Dios manda. Menos mal que este vestido se desabrocha en un periquete. ¿Tienes hambre, mi vida? En el frigorífico queda un petisuí que va a saberte a gloria. Déjame que descanse un ratito, esto de asearte es como un día de vendimia, por Dios. Nadie diría que yo he sido esta noche la estrella de La Algaida, está visto que el que nace estrellado, estrellado se queda. En fin, se acabó. Porque esto se acabó, Antonia, para qué nos vamos a engañar. Ellos dicen que no van a parar hasta conseguirlo, pero yo sé que mejor me doy ya por satisfecho. Famoso por un día, y de aquella manera. ¿Qué más puedo pedir? Gonzalo me ha prometido regalarme la placa, de recuerdo, pero yo le he dicho que la corrija, que le quite las comillas a Cigala. Fuera comillas. Cigala a palo seco. Mejor así. La placa quedará como esos carteles de toros donde los guiris ponen su nombre junto a dos toreros de verdad, algo así quedará. A ver si me dan los vídeos y los retratos, y los recortes de los periódicos, y me ha dicho la niña de Piedad Aranda que ella se encarga de pedirles a las televisiones una copia de donde me saquen, con eso tendré ya de sobra para presumir los años que me queden. Después, que el viento se lo lleve. De algunas cosas se acordará la gente, a saber hasta cuándo. De mis historias, de mis dichos, algunos se acordarán, no digo que no, mientras no tengan nada mejor de lo que acordarse, y lo demás se lo comerá el tiempo. A menos que a alguien se le ocurra escribir mi vida. ¿A quién se le va a ocurrir, por Dios? Mucha vida tengo yo para contar, eso desde luego. Como tú, corazón. Como cualquiera. Qué cansado estoy. Yo he quedado mañana con alguien. ¿A quién tienes que hacerle mañana la Haute Manicure, Cigala? Menos mal que ya lo apunto todo. Mañana lo miro. Ahora me dará aprensión pasar por la calle Silencio, pero se me pasará. La calle Silencio seguirá ahí, y siempre habrá criaturas a las que les pegue que haya una calle con ese nombre, así es la vida. Tengo que darle a Antonia el petisuí, tengo que acostarla, antes de que me quede frito. Qué cansado estoy…