1 de abril, sábado

Qué escándalo, por Dios, ¿y ahora cómo quito yo esto?

No te rías, mamarracha, no te rías, que esto no tiene ninguna gracia. ¿Ustedes no veis que esto no tiene ninguna gracia, que puede venir cualquier visita, le da por curiosear, aprieta cualquier botón y, hala, ahí sale este pedazo de boy con ese pedazo de mandao? Esto es muy moderno para mí, demasiado moderno, esto me puede. ¿Y si viene la pobre Lali Rendón, con lo miradita que ella es, que tiene que venir pasado mañana para probarme, y se encuentra con esto? Se me muere. ¿Cómo te llamas, corazón? Adrián. Pues, mira, Adrián, a mí no me lo preguntes, pregúntaselo a ésta, yo qué sé lo que he hecho. La culpa la tiene esta viciosa, empeñada en que yo vea toda la sinvergonzonería de hombres que hay en el internet. Qué escándalo, por Dios. La verdad es que da gloria verlo, lo uno no quita lo otro. Salió de pronto, Adrián, como por ensalmo. Renato se llama, fíjate, un nombre finísimo. Renato Carioca. O sea, de Río de Janeiro, ¿no? Me voy a morir con las ganas de conocer Río de Janeiro. Y más ahora, a sabiendas de que por allí andan muchachos como este Renato, enseñando sin ton ni son el armamento extralarch, como se dice ahora, en todo su esplendor. Hay que ver lo que es el armamento de Renato, y los muslazos de Renato, y esa musculatura del estómago de Renato, que parecen las dunas de Punta Gandor, pero en durísimo, y los pechos y los brazos y la cara de Renato, una monería de cara, una cara de chaveíta medio inocentón tiene el mamón de Renato. Fallon, hija, ten preparadas las sales, a ver si me voy yo a excitar más de la cuenta, a mi edad. Y ustedes haced el favor de no reírse, que esto es muy serio y la mar de preocupante, por Dios. Por Dios, cómo es Renato. Así que se me fue la mano, Adrián, hijo, y no te rías. Se me iría la mano, digo yo. Me daría una tiritona, un tembleque, algo me daría, y de pronto, ¡hala!, le daría a algún botón, a cualquier tecla de éstas le daría y, desde entonces, ahí está. No se quiere ir. Renato Carioca, en cueros vivos, con el cucurucho en orden de combate, no se quiere ir de la pantalla del ordenador de Cigala, Haute Manicure. No reírse, por Dios, no reírse. Fallon, cochina, tú tienes la culpa.

Pues claro que hemos apagado el cacharro este. ¿Verdad, Fallon, que lo hemos apagado? Pues como si nada. Lo hemos apagado, lo hemos encendido, y ahí está Renato, impertérrito él, con el mandoble tieso. Vale, hijo, apágalo tú, a ver si tú lo apagas de otra manera. ¿Eso cómo se llama? ¿Reiniciar? Nosotras no hemos reiniciado, eso no. A ver ahora. Intriga. Emoción. La verdad es que el cacharro se toma su tiempo. No tiene bulla, no. Ahora. A ver. ¡Ahí está! ¡Ahí está otra vez Renato con todo su pichón! ¿Es que eso ya no se va a poder quitar nunca, Adrián? No te rías, picha, no te rías, sólo falta que también tú te pongas patoso. Hay que quitarlo antes de que llegue el niño de la Batea. Como el niño de la Batea vea esto, va a decir, con razón, que no me ha traído el ordenador para que nos dediquemos a cochambrerías. Me lo ha traído para que yo chatee con mis incondicionales. No, Adrián: vamos a entrar en mi página güeb, no. Antes de entrar en mi página güeb, quita eso. Y, mientras tú lo quitas, yo le echo un ojo a mi Antonia.

Antonia, no sabes qué desavío. ¿Tú cómo estás, mi vida? Bien, ¿no? Qué bien hueles, corazón. Esta agua de lavanda huele riquísimo, es la mar de fresca esta colonia. No sabes la que ha organizado la Fallon. Con ésta ya podemos ir contando todos los sábados y todos los domingos, con tal de que la dejemos navegar por el internet, eso ha dicho, navegar, ¿te figuras? Así se llama, por lo visto, ya ves tú. Te metes en el internet, entras en una cosa que se llama gúguel, o algo así, buscas lo que quieres buscar, lo encuentras, porque en el internet se encuentra de todo, y hala, a navegar, y no me pidas que te lo explique, porque no te lo sé explicar. Pues ella se ha puesto a navegar y ¿sabes lo que le ha pasado? Que ha encontrado un pedazo de muchacho que quita el hipo, Antonia, tú lo tendrías que ver, mi vida, a lo mejor se te quitaba a ti todo lo que tienes, ya ves tú, a lo mejor veías a Renato, porque se llama Renato, Renato Carioca, a lo mejor lo veías y rompías a hablar como Pemán. Tienes que verlo; por probar que no quede, mujer. ¿Por qué me miras ahora así? Te estoy contando las cosas como son, Antonia, te lo juro por la gloria de don Alfonso Sandoval. Tú sabes que el niño de la Batea me ha traído un ordenador, que yo no sé cómo funciona eso, yo qué voy a saber, pero la Fallon es una experta, hija, expertísima en el internet es esa desbragada, y se supone que me tiene que enseñar, con paciencia, pero me tiene que enseñar para que yo aprenda a chatear, que no sé cómo voy yo a chatear con esta vista que tengo, pero ése es el trato, sólo que a ella le interesan otras cosas, ya te puedes tú imaginar lo que le interesa a la Fallon, a ella le interesan los descubrimientos como Renato, no sabes cómo es Renato, Antonia. ¿Quieres saber tú cómo es Renato, corazón? Dime que sí, yo te lo cuento. ¿Eso qué quiere decir, Antonia, que quieres que te lo cuente? Te lo cuento. Renato es lo nunca visto, hija. ¿Tú te acuerdas de los Místers de anoche? Pues como el mejor de ésos, pero más. Por cierto, ¿quién ganó anoche? Se lo tengo que preguntar a la Fallon, seguro que ella lo sabe. Pues el que ganase, el que fuese, seguro que no está ni la mitad de bueno que ese Renato, por decirlo en corto. No sabes cómo es. Como una estatua griega, pero en sabrosón, no sé si me explico, morenito, pero sin llegar a mulato, que no es que tenga yo nada contra los mulatos, válgame Dios, todo lo contrario, menuda nombradía tienen los mulatos, es sólo para que te hagas una idea, y con cara de monaguillo gracioso, tú ya me entiendes, porque seguro que tú me estás entendiendo, ¿verdad?, y en cueros vivos, Antonia, en cueros vivos. Tranquila, ¿eh?, tú tranquila, corazón. Tú te acuerdas de cómo es un hombre en cueros vivos, ¿verdad? Si te acuerdas de cómo era don Alfonso Sandoval, no vale, aquello tenía que ser una visión. Yo me refiero a un muchacho de escaparate, ahora los llaman boys, ¿sabes?, boy significa muchacho en inglés. Ahora que lo pienso, a lo mejor nunca viste en toda tu vida a un hombre, lo que se dice un hombre, en cueros vivos, pobrecita mía. Yo, tampoco. Bueno, yo alguno sí que vi. En la mili. En la mili había uno que mejor ni te cuento. A Agustín, ahora que lo pienso, nunca lo vi como su madre lo parió, a Agustín sólo le vi el encuere a cachos. Mira, mejor no acordarse de eso. Mejor acordarse sólo de cómo es Renato, el del ordenador. Es como de película. Como de película de dinosaurios, pero sin pellejerío de tigre, o de lo que sea, tapándole el retablo mayor, como dice la Fallon. Sin pellejerío y sin dinosaurios, claro. Con todo a la vista. Todo. Y no sabes cómo es todo, reina mora. Todo es como la torre de la parroquia de la O, como el faro de Montijo, como la chimenea de la fábrica de ladrillos de la carretera de Trebujena, como el depósito de agua de la depuradora, pero el doble de alto, no sé si te haces una idea. ¿A que te haces una idea, corazón? Ay, Antonia, mi vida, ¿qué te pasa? ¿Te pasa algo, tesoro? ¿Por qué lloras, ángel mío? ¿Estás llorando, Antonia? No llores, mi vida, no llores. Así, cariño, así, deja que te abrace, anda, así, deja que te coma a besos. Qué bien huele esta colonia. No llores, cielo. ¿Por qué lloras? ¿Porque tú nunca viste un hombre de verdad en cueros vivos? ¿Porque te acuerdas de cómo era en cueros vivos don Alfonso Sandoval, y de cómo lo tenía él todo? Entonces no me extraña que llores. Qué mala idea he tenido, una ocurrencia malísima. ¿Quién me mandaría a mí contarte con pelos y señales cómo es Renato Carioca? Anda, cariño, olvídalo. Piensa en otra cosa. Si es que puedes pensar en algo. Yo qué sé, Antonia, yo qué sé. Con lo que tú has sido… Anda, mi vida, te voy a poner la televisión y ya verás como te entretienes. Ya no lloras, ¿verdad? Así me gusta. Es que tengo que volver a la cocina, con los muchachos. Yo no sé por qué han tenido que poner el ordenador en la mesa de la cocina. Eso ha sido la Fallon. Es que en cualquier momento se aparece el niño de la Batea, ¿sabes?, viene a enseñarme también de qué manera tengo que chatear con mis fans, como él dice. Así me gusta, que no llores. Renato Carioca no merece que llores por él, mira lo que te digo. Renato Carioca lo que quiere es que disfrutes con él, aunque sea con la vista. Te lo voy a enseñar. Si me prometes que no vas a echarte a llorar, te lo enseño. Luego te lo enseño. Ahora vuelvo, corazón.

Un éxito, ¿por qué?, a ver, ¿por qué un éxito? ¿Un exitazo? ¿Eso crees tú, Adrián? ¿Un exitazo por la de visitas que he tenido en mi página güeb? A ver, ¿cuántas visitas dices tú que he tenido? Casi quinientas. ¿Y casi quinientas te parecen muchas visitas? Mira, corazón, quinientas visitas tenía cada mes la señorita Paquita, la de la Chelo, en sus buenos tiempos, y encima les daba a todas un cafelito y un dursesito, y no iba por ahí dándose pisto. Y, encima, ella cotorreaba que daba gloria con todas sus visitas, con lo mística que ahora parece. Ahora ya la visitan menos, la verdad. Y, no, la señorita Paquita nunca ha sido puta, no seas tan larguito de lengua. Ha sido una señora muy fina y muy de recibir a todo el mundo. Ha sido muy popular entre la crem de la crem, y sus cafelitos eran cotizadísimos, y sus meriendas, una institución. Perdido de visitas, y de palique, tenía la pobre todas las tardes el cuarto de estar.

¿Que hay de todo, buenos y menos buenos? Claro, no me extraña. Y no me vengas con embustes, Adrián, conmigo no hace ninguna falta que saques bajo palio a santa Mentira. ¿De verdad que la mayoría del chateo es a mi favor? ¿Que esto no es chateo propiamente dicho? Ay, qué mareo, criatura, si esto no es chateo, ¿entonces qué es? ¿Un blo? ¿Pero un blo no es un cuaderno de escuela? Ah, que se dice blog, y que viene a ser lo mismo, pero de aquella manera y en el internet… Clarísimo. A ver, te escucho, ya sabes que yo no tengo ya vista para andar leyendo, y menos en este chisme, leer aquí tiene que ser malísimo para la vista cansada. Soy todo orejas.

¿De verdad pone eso? Qué agradable, ¿no? Es que hay gente que es amabilísima. ¿Y no pone de dónde es? Yo creo que no es de aquí, porque si fuera de aquí no diría que mi historia es como un paseo por lo alto de la montaña, como respirar aire puro, como encontrar un refugio en medio de una nevada, ¿dónde hay aquí una montaña?, ¿cuándo ha habido aquí una nevada?, ésta tiene que ser, además de una cursi de tomo y lomo, una de León o de vaya usted a saber dónde. Pero qué amable, la verdad. Venga, una que no sea tan amable, que lo estás deseando, canalla, ¿qué te habré hecho yo a ti, Adrián?

Vale, está clarísimo, éste es de los que respetan a todo el mundo, de los que tienen muchísimos amigos maricones, de los que no se meten con nadie si no se meten con ellos o con sus hijos, pero que todo tiene que tener un límite y a ver si vamos a terminar con todas las calles de España llamándose con el nombre de algún maricón. Paso. Media verónica, y a otro tercio, corazón. Si yo no me enfado, Adrián, si yo estoy tranquilísimo, si quieres me puedes tomar el pulso y ya verás como estoy hecho una balsa de aceite, pero hay gente con muy mala baba, hay que estar muy estropeado por dentro para meterse en el internet sólo para brear al prójimo, por Dios. Y tú te callas, Fallon, tú te callas, que ya me figuro que tú eres de las que se pasan la vida poniendo de vuelta y media al lucero del alba por el internet. Así que tú te callas. Sí, Adrián, hijo, me armaré de paciencia y de sentido del humor, y, si no puedo, haré un cursillo. El siguiente, plis, que quiere decir, en inglés, por favor.

Uy, éste, cómo se embala. Así que él estaría encantado de conocerme, porque seguro que soy un carrozón monísimo, y que conste que lo dice con todo el cariño del mundo. Adiós, papito, qué encanto, ¿éste de dónde será? Me encanta lo de papito. Éste será de más allá del Canal de Panamá, como muy cerca. Una mijita ñoño, ¿no? A mí los ñoños nunca me hicieron tilín, en eso yo he sido siempre muy callejero. ¿Pero más allá del Canal de Panamá también se dice lo de carrozón? Demasiada fusión me parece a mí esto, ¿no se dice ahora así, fusión? Éste tiene que ser un vivales, igual se piensa que soy el Onasis de la Haute Manicure. Pobrecito, se iba a quedar más planchado que el chal del Papa. Oye, qué entretenido es esto del blog. El siguiente, cariño.

¿Mejor que lo lea yo? Pero si me cuesta una trabajera horrorosa leer, Adrián… Vale, está bien, me acerco lo que haga falta… Qué susto, Adrián. Esto no dará calambre, ¿verdad? A ver si voy a acercarme más de la cuenta y me chamusco el pestañeo, con lo lindas que he tenido yo siempre las pestañas, es de lo mejorcito que siempre he tenido. Como las de Víctor Mature, no te digo más. Bueno, leo. Qué largo. Me ha emocionado mucho, querido Cigala, saber que una persona como usted, que sin duda habrá sufrido mucho por ser como Dios quiso que fuera, va a recibir un reconocimiento tan bonito por parte de todo un pueblo que sin duda le adora como usted se merece, y le diré que, por mi parte, siempre he sido una persona de una sensibilidad especial y que toda la vida me ha gustado mucho alternar con otras personas sensibles pero, además, experimentadas, en el sentido de tener muchas experiencias intensas en la vida, experiencias que sin duda usted acumula en su seguro que fascinante biografía, porque para tener una buena biografía no es necesario hacer grandes cosas, viajar mucho, conocer a personalidades destacadas e interesantes o ser muy atrevido y promiscuo, las mejores biografías son siempre las que atesoran una bella vida interior, un cúmulo de emociones, un tesoro de vivencias y recuerdos, que es lo que sin duda le ocurre a usted, así que no sabe lo que me encantaría acompañarle en ese día tan importante para usted y para sus seres queridos, el seis de abril, según he podido leer en su propia página güeb, y aprovecho para felicitarle porque es una página muy atractiva y con mucho gancho, prende enseguida la atención y provoca sentimientos muy bonitos y profundos hacia usted, por eso, como le decía, sería feliz si pudiera acompañarle cuando las fuerzas vivas de su ciudad le rindan ese homenaje tan merecido y descorran la cortinilla para que aparezca su nombre en la placa de la calle, y no se preocupe por la controversia a propósito del Cristo del Silencio, tenga la seguridad absoluta de que Cristo Nuestro Señor está con usted y compartirá con usted de mil amores esa calle, y le cederá el nombre de la calle con muchísimo gusto, porque Cristo Nuestro Señor es así, todo bondad y desprendimiento, y no le quepa la menor duda de que Él le querrá siempre a su lado, porque Él quiso que usted sea como es (y dale), y yo me sentiría la persona más honrada del mundo si pudiera contribuir con mi presencia y mi compañía a hacer más feliz aún ese seis de abril, con todos los gastos pagados, eso sí, pues sin duda el excelentísimo Ayuntamiento de La Algaida tiene establecidas alguna especie de becas o ayudas para que sus incondicionales podamos estar ese luminoso día con usted, avíseme si tal cosa es así y si mi anhelado viaje es posible. Suyo afectísimo, Marcos Aldán del Barco.

¡Marcos Aldán del Barco! Qué poderío de nombre, ¿no? Inventadísimo, seguro. Qué barbaridad. Jesús, María y José, qué barbaridad. Menuda ensaimada de barullo se ha tragado este hombre. Fallon, tú que tienes más experiencia en el internet, ¿tú qué piensas? Yo, de entrada, pienso que es un caradura de concurso, con un palabrerío de lo más repintado, eso sí, pero no sé si quiere darme un buen repaso, que grima me da sólo de pensarlo, ya ves tú, o si lo que quiere es convertirme a uno de esos catolicismos raros que hay ahora por ahí. Y no te rías, Adrián, no te rías. ¿Es que en el internet todo es igual? Más o menos, ¿verdad?, aunque hay de todo, ya me figuro. Me pican los ojos, no me van a picar… Anda, Fallon, sóplamelos un poquito, para que se me refresquen. Así, corazón. Gracias, mi vida. Si para todo fueras igual, ahora serías tú nuestra princesa de Asturias, por lo menos.

¿Y ahora tú de qué te ríes, so vaina? Que el siguiente es fuerte, de eso te ríes. ¿Más fuerte aún que el de los gastos pagados? Eso no puede ser. A ver. ¿Que te da apuro? ¿Y por qué te da apuro? ¿Que es muy guarro? Pues, mira, entonces mejor no. No estoy ya para asquerosidades. Y no me piques la curiosidad, Adrián, no me piques la curiosidad. ¡Que te calles! Sí, claro que sé lo que es una limpieza general. ¿Con lengua? Vale, no sigas. ¡Te he dicho que vale! ¡Pues claro que me figuro lo que es una limpieza general con lengua, a ver si te crees que soy tonto! ¿Y quién hace la limpieza general? ¿Yo? ¿Él? No me digas que hay en el internet un tío cochambroso que está dispuesto a hacerme a mí una limpieza general con lengua… No me digas que la fantasía sexual es libre, Adrián, no me digas eso. Pues que tenga fantasías sexuales libres con su santa madre… Ay, perdón, pobre madre, seguro que la pobre mujer no tiene ninguna culpa de que le haya salido un hijo tan asqueroso. ¿Pone cómo se llama? La madre no, él, Adrián, deja ya de cachondearte de mí, hombre. El Salivas, ¿así dice que se llama? Está bien, Adrián, no, no hace falta que me des más detalles.

Mira cómo sudo. El Salivas me ha puesto chorreando, por Dios. Vale, no reírse, que no tiene ninguna gracia. Si tú lo dices, Adrián, si tú lo dices será verdad que hay otros mensajes mucho más bonitos y cariñosos. Y cortitos, menos mal. Cigala, ¡adelante! Cigala, ¡no te rindas! Cigala, ¡estamos contigo! Cigala, ¡venceremos! ¿De verdad que de ésos hay un montón? No, prefiero no verlos, que se me van a requemar los párpados. Me fío de ti, Adrián. Y si tú dices que tener ya casi quinientas visitas es un éxito enorme, pues será un éxito enorme. Qué mareo. Marean más que diez visitas de las de toda la vida, pero en las visitas de toda la vida por lo menos se hablaba de verdad, con el gusto que da eso, no este chateo o este blo o como se diga, que es como el consomé que sabe a cartón, porque viene en cartón, así que esta charla por el internet sabe a lata, porque viene en lata, ¿o no?

A lo mejor voy a tener que echarme un rato. Qué fatiga tengo. ¿Qué hora es? La mar de temprano todavía. Fallon, cariño, mira si está bien Antonia. Yo voy a echarme a ver si se me pasa la fatiga. ¿No había dicho el niño de la Batea que iba a venir antes del almuerzo?

Bueno, se acabó lo que se daba. Se acabó.

Qué poco dura la alegría en casa del pobre. Fue bonito mientras duró. Y agua pasada no mueve molino. Así que resignación, Cigala, mucha resignación.

Yo sabía que esto iba a pasar. No quería pensarlo, pero lo sabía, y en cuanto le vi la cara al niño de la Batea me figuré lo peor, y pregunté ¿pasa algo? No sé ni por qué lo pregunté, estaba clarísimo que algo pasaba, y que no era bueno.

Me había levantado con la fatiga clavada todavía en el estómago, no me explico ni cómo pude levantarme, pero fue como si me hubieran pegado un empujón. Me pasa algunas veces, cuando tengo un runruneo de nervios y no quiero echarle cuenta, como si con eso me lo quitara de dentro, y no sirve para nada y por algún sitio tiene que salir. Estoy durmiendo y de pronto siento como si me rempujasen, y me levanto como si le dieran a algún gatillo que tuviera yo en alguna parte, y de pronto me veo de pie, derechito al lado de la cama, como por arte de magia. Lo corriente es que no sepa ni cómo ni por qué, y que vuelva a acostarme sin haberme despertado del todo y con la cabeza inflada como el buche de una gallareta, y me cuesta una exageración dormirme otra vez del todo, si es que me duermo. Pero esta vez no ha sido así, esta vez me he ido derecho a la cocina, como si no pudiera ir a otra parte, dando camballadas, y entonces le he visto la cara al niño de la Batea, he visto cómo me ha mirado, igualito que el director del banco cuando me dijo que iban a tener que embargarme la casa por culpa del pufo de Antonia, y entonces pregunté, como si me escondiera detrás de una tapia, ¿pasa algo?, pues claro que yo sabía que pasaba algo, pero uno pregunta y a lo mejor piensa que preguntando se arreglan las cosas.

Hay movida, Cigala, eso dijo el niño de la Batea. Pero no lo dijo como suele decirlo, encantado de que haya movida. Y yo dije, como narcotizada, ahora me vendría bien un cocacolita. Y me senté en la silla que había dejado libre el niño de la Batea, educadísimo el muchacho, eso nadie se lo puede negar, se levantó del tirón, como un muergo en cuanto siente la sal, así se levantó nada más verme entrar en la cocina con la pinta de aparición que tenía yo que tener, que hay que ver cómo se me ponen a mí en la cama los cuatro pelos que me quedan. La Fallon fue corriendo al frigorífico a por el cocacola y resulta que no había, claro, cómo iba a haber si a mí me sienta fatal por la hernia de hiato que tengo, y además me descompone la tensión, y le tengo dicho a la Fallon que no compre cocacola, que en esta casa está prohibidísimo. Pero a mí se me encajó decir que se me apetecía un cocacola y la atolondrada de la Fallon, que no piensa, porque es que no piensa, se fue derecha al frigorífico, como si ella no conociera las costumbres de esta casa, por Dios. Tómate un vasito de agua, me dijo, que está fresquita. Qué mal me sentó el vasito de agua. Pero seguro que no fue el agua, lo que me sentó como un tiro en la barriga, y nunca mejor dicho, fue la noticia. Tal cual: me han dicho que el lunes convoca el alcalde otro pleno municipal con carácter de urgencia para el día cuatro, martes, con un solo punto en el orden del día, la calle de Cigala. Eso me dijo el niño de la Batea. Sin que hiciera ninguna falta, porque estaba cantado. Si ya había dicho el mamapelos del alcalde, en el programa de Canal Sur, que había gente pidiendo otra reunión del Ayuntamiento para protestar. Lo sabía. Sabía que me la van a quitar. Para eso es el pleno municipal del martes, seguro que es para eso. El niño de la Batea dice que a lo mejor no, que a lo mejor es sólo para ver cómo tiene que ser el protocolo, porque una cosa así lleva su protocolo, claro, pero lo dice con una carita de depresión que ni él se cree que vayan a reunirse para ver cómo hay que organizar el randevú y toda la pesca. Habrá sido la pécora de Purita Mansero, que tiene que tener el boniato cosido y mohoso, porque si no es que no se entiende la perra que le ha entrado por fastidiarme. Yo porque soy pacifista nato, y porque ahora estoy medio grogui, pero ganas me entran de meterle un mascazo en la barriga y embarcarle la mojarra en una higuera. ¿Pero qué le he hecho yo a esa mujer? Las uñas, y de higos a brevas, y antes de que al pichamuerta del Pegamento, su distinguido esposo, lo hicieran concejal de husillos y socavones, y, en sus ratos libres, de clubs náuticos en paseos marítimos, que es lo que deja dinero. Eso sí, cuando me vea será un lebrillo de morisquetas, como si la estuviera oyendo, ay, corazón, no sabes cuantísimo lo siento, Cigala, tú sabes que contabas conmigo, yo soy la primera que estaba encantada con que le pusieran tu nombre a una calle, porque creo de verdad que La Algaida te lo debe, pero ya ves cómo se han complicado las cosas, por Dios, qué disgusto. Como si ella no hubiera puesto de su parte hasta las asaduras para conseguir llevarse ese disgusto y disfrutarlo bien disfrutado, así se le encharquen de pus las encías a la gachí.

En La Algaida Información no dicen nada. Yo también lo he visto, y no dicen nada, con lo enteradísimos que están siempre. Porque todavía no es oficial, eso ha dicho el niño de la Batea. Él se ha enterado bajo cuerda, por radio macuto, le he dicho yo, y él no tenía ni idea de lo que era eso. Qué más da. Se lo ha dicho, por lo visto, la secretaria del alcalde, Asun Menéndez, que es la mar de enrollada la muchacha, y medio carabinero me parece a mí, pero le ha dicho que era superconfidencial, que no la pusiera en un apuro, que ya lo sabría todo el mundo el mismo lunes, porque estaba decidido. Han conseguido reunir no sé cuantísimas firmas, una barbaridad, eso me ha dicho el niño de la Batea, seguro que las firmas que pedían los niñatos que iban por ahí con su cuaderno y su bolígrafo, pidiéndole a la gente su nombre completo, con los dos apellidos, y el número del carné de identidad, porque la rúbrica sola no servía, eso me contó la Fallon. Hasta a ella le pidieron la firma, hay que tener valor. Qué se le va a hacer, ya puedes ir metiéndote el internet en el fregadero, le he dicho yo al niño de la Batea, y no me lo tomes a mal, corazón, pero para lo que va a servirme…

Para sacarme un novio, eso dice la Fallon. Ya ves tú, un novio. Dice que la última moda es que los camastrones se saquen un novio, o una novia, no un apaño, por el internet. Ella lo hace con buena intención, quiere quitarle dramatismo al tema, eso dice, de vez en cuando ella habla así, haciéndose la catedrática. Es lo último, Cigala, la tercera edad se ha puesto las pilas, la tercera edad quiere ser feliz, y yo te voy a enseñar a ti a contactar con la tercera edad de medio mundo y ya verás como encuentras tu media naranja, un caballero o una señora, a estas alturas a ti qué más te da, ¿no?, lo importante es que te haga compañía y que te dé una prestancia y una seguridad. Está majareta.

El niño de la Batea parecía hundido, pobre criatura, aunque también hacía esfuerzos por no ponerse en lo peor, ganas de disimular en balde, porque él sabe mejor que nadie que me quedo sin calle como María Antonieta se quedó sin moño. Bueno, decía el pobre, habrá que ver por dónde van los tiros, el lunes se sabrá de verdad el orden del día y podremos hablar con gente y a ver qué se está cociendo. ¿Pues qué se va a estar cociendo, alma de cántaro? La fiambrera de un servidor, eso es lo que se está cociendo. Y, a todo esto, Adrián, la eminencia en el internet, venga a darle al teclerío, como si en el internet tuvieran también una solución para mi temática. Estos muchachos ya no creen en María Santísima, creen en el internet.

Viudo de setenta años busca pareja de su edad, no importa sexo. Eso leyó Adrián de pronto.

No me lo puedo creer. Sencillamente, no me lo puedo creer. Que haya gente así, y gente con una edad, es que no me lo puedo creer. No me cabe en la cabeza. Yo estaba desbaratado, con la fatiga encajada en el estómago, con la cabeza medio a la virulé, con un disgusto del tamaño y del peso de una trabajadera, sin ganas de nada, y Adrián quería colocarme un viudo al que le daba igual rabo de toro que cococha de urta. No me lo puedo creer. Pero la Fallon se puso excitadísima. Cigala, hija, qué fuerte, qué movidón, seguro que saldríamos hasta en el telediario, los telediarios a nuestra entera disposición, Cigala, ni la alcaldesa de Marbella, ni el presidente, ni Sus Majestades, ni el de las carreras de coches, ni todo el Barça y todo el Madrid, que juegan hoy y no me lo pierdo, pero ni el derbi ni mi abuela en pepitoria: nosotras. Yo ni me inmuté, aunque me hablara en femenino delante de todo el mundo. Que yo hablo en femenino como la que más, pero en confianza. Me dio lo mismo. Como si me hubieran puesto un supositorio de tila. Y ella, embalada: tú te casas con ese viudo de setenta años, que sería el notición de la semana a nivel nacional, e incluso internacional, y, agárrate, tu hermana Antonia y servidora también nos casamos, la una con la otra, quiero decir, y a la vez, las dos bodas a la par, la noticia del siglo a nivel mundial, ¿cómo se te queda el cuerpo? Como si me acabaran de electrocutar, así se me quedó el cuerpo.

Que por qué. La gachí, o lo que sea, que yo ya no sé ni lo que es, preguntaba encima que por qué, que a qué venían aquellas caras. Porque había que ver la cara del niño de la Batea, y la que se le quedó al chiquillo Adrián, pobrecito mío, que yo creo que se aguantó la risa cuando se dio cuenta del electrochoc que se me había metido a mí en la barriga, y aguantarse la risa puede ser igual de malo que aguantarse un gas y una descomposición de vientre, o más malo todavía, y la Fallon no dejaba de hacerse doña Inocencia en Babia, el colmo del carajoterío: que a qué venían aquellos aspavientos. ¿Pero no se casó Teresa Rico con su suegro in artículo mortis, como quien dice, para que no se perdiera la pensión de militar del buen señor, que era una pensión de lo más vistosa, y cuando se quedó viuda, que se quedó viuda a los tres meses, y mucho le aguantó el difunto esposo, pues cuando el difunto esposo la espichó del todo y por derecho, no fue entonces Teresa Rico y se arrejuntó otra vez con el hijo del difunto y padre de sus hijos, del que se había divorciado a cosa hecha, que eso estaba clarísimo, una conspiración en toda regla para que no se perdiese la pensión de militar? El niño de la Batea no sabía la historia y se quedó muerto. Natural. Qué jevi, fue todo lo que dijo, qué más iba a decir el pobre. Un caso famosísimo el de Teresa Rico, su divorcio, su boda con el suegro, la muerte del suegro, que a saber si fue una muerte completamente natural, que se dice de todo, para volver ella, nada más enviudar, a arrejuntarse con su ex, y así siguen, porque así siguen, viviendo en la misma casa de siempre, con los niños que les quedan solteros, que por lo menos les quedan todavía dos o tres, pero arrejuntados, porque si se casan ella pierde la pensión de viuda de militar, y no están los tiempos para tirar el dinero. El casorio es lo que tiene, dijo la Fallon. El casorio lo que tiene es que puede dar mucho de sí, y ahora que también nosotros podemos casarnos hay que aprovecharlo, eso dijo. Y no le falta razón.

Hemos peleado mucho para poder casarnos, y no vamos a convertirlo ahora en un circo. Eso dijo el niño de la Batea, la mar de serio.

Pero la Fallon le dijo que no sabía ella por qué no, que las bodas ha sido un circo toda la vida de Dios, y lo que sigue a las bodas no digamos, pero que todavía se puede mejorar muchísimo, gracias a nosotros precisamente, todavía está por llegar el más difícil todavía, según ella, a saber: que yo me case con ese viudo del internet al que igual le da la ternera que el cazón, y que ella, en la misma ceremonia, contraiga matrimonio con mi hermana Antonia, que lo mismo ni se entera. Esta Fallon es una terrorista. Sólo que si Antonia no se entera, le dije, la boda no vale, y ella de pronto perdió todo el interés en el proyecto. Yo también. No en esa boda mamarrachera, claro. En la calle. ¿Qué más me da? Era bonito, claro que sí, pero sin disgustos. ¿Que ahora no quieren? Pues no quieren, qué se le va a hacer. Yo sigo con mi Haute Manicure mientras me quede una clienta y el cuerpo aguante, hacemos el vitalicio, cuido a mi Antonia mientras me dure, y ya habrá alguna hermanita de los pobres de buen corazón que el día de mañana me cuide a mí. Y, si no, cuando ya no me pueda valer, que un alma caritativa me ponga en la mano un cocacola o una chueps con un chorrito de veneno y, hala, al otro barrio tan ricamente, como el de esa película que ha tenido tantísimo éxito. A lo mejor acaban haciendo una película con mi vida, ¿por qué no?

Ay, Antonia, espero que no te estés haciendo la dormida. Espero que estés dormida de verdad, corazón. Ya no sé ni lo que digo.