Pero no voy a quedarme aquí hasta el final de mis días, se dijo Gertie. Dios misericordioso, son unos bandidos, unos republicanos que han saqueado la oficina. Se habrán marchado ya. No, me parece que no se han marchado. Los que se han marchado han sido los otros. Los Otros: nosotros. Seguro que ha habido un disparo. Debe de ser un motín. Su Revolución. Y el hombre del revólver debe de ser republicano. Un republicano irlandés. ¡Dios misericordioso! ¡Dios salve al rey! Y yo estoy aquí, sola, en sus manos. Casi en sus manos, porque esta puerta del evacuatorio me separa de ellos, me protege contra ellos. Una puerta. Se puede derribar una puerta. Cuando la hayan derribado, estaré en sus manos. Sola. Sola. ¿Cuántos son? Y el silencio que continúa. Pero no derribarán la puerta. No, no. No se atreverán. En este evacuatorio pone señoras. ¡Ja, ja, ja! No se atreverán a entrar porque pone señoras. ¡Ja, ja, ja! Y yo seguiré encerrada hasta que vengan los británicos a libertarme. A no ser que haya una mujer con ellos. Una mujer que fatalmente vendrá aquí, que intentará abrir. Y… Y… Derribarán la puerta. Derribarán la puerta.