COPIA DE SEGURIDAD.007; ARCHIVO AMOR.007
No duró tanto como esperaba. Sorprendentemente, Adam resultó más frágil que el pastor alemán. En cuanto se quedó inconsciente, tras la dislocación de los miembros, resultó imposible despertarlo. Esperé horas, pero no fui capaz de que recuperara la conciencia de ninguna manera; ni con dolor, ni con agua fría, ni con calor. Me decepcionó, lo admito. Su dolor no había sido más que una sombra del mío; el castigo no era suficiente en comparación con la traición que yo había sufrido.
Acabé lo que había empezado limpia y rápidamente, justo después de medianoche. Luego, lo aparté del potro y lo metí en una saca de basura del jardín para trabajos pesados. Después, dentro de otra bolsa de basura negra del Ayuntamiento de Bradfield. Me costó un gran esfuerzo subir el peso muerto por las escaleras de la bodega y ponerlo de nuevo en la carretilla, pero mis horas destinadas a levantar pesas habían surtido efecto.
Estaba ansioso por llegar a casa y sentarme frente al ordenador para transformar aquella noche en algo trascendente. Pero aún tenía trabajo que hacer antes de relajarme. Conduje hasta el centro de la ciudad justo rebasando el límite de velocidad permitido —ni muy rápido como para que me pararan por exceso de velocidad, ni muy lento para que me detuvieran por parecer un conductor borracho excesivamente cuidadoso—. Me dirigí al barrio gay por detrás de la universidad. Antes, Temple Fields había sido una zona de estudiantes llena de cafés, restaurantes, tiendas y bares pequeños, con precios económicos y un nivel de vida asequible. Pero desde hacía unos diez años, un par de bares habían empezado a albergar clientela gay y el partido de izquierdas gobernante había respondido fundando un centro de gais y lesbianas, que situó en el sótano de un restaurante hindú. Aquello produjo un efecto dominó que, en uno o dos años, terminó por convertir Temple Fields en el «barrio de las citas». Los estudiantes heterosexuales se desplazaron hacia Greenholm, en la zona más alejada del campus. Ahora, el lugar daba cobijo a bares, clubes y bistrots porno-gais, tiendas de ropa de cuero y de objetos sadomasoquistas, así como a casas con alquileres desorbitados junto al canal.
A eso de la 1:30 de la madrugada del martes, aún había unos cuantos hombres por las calles. Di un par de vueltas por la zona, fijándome en los alrededores de los jardines de Crompton. La plaza estaba oscura. La mayoría de las farolas habían sido apedreadas con la intención de favorecer cierta privacidad sexual, y el Ayuntamiento iba tan mal de dinero que no las había reparado aún. Además, ninguno de los negocios locales se quejaba. Cuanto más oscura se hallaba la plaza, más deseable resultaba la zona y, por tanto, mayores eran los beneficios.
Miré con cautela. No se veía ni un alma. Luché con la bolsa para arrastrarla hasta el borde del maletero y, después, la llevé a medias rodando, a medias cargando con ella hasta el muro bajo. A continuación, la dejé caer al otro lado del muro. Produjo un golpe sordo. Luego cerré el maletero tan suavemente como pude. Saqué una navaja de bolsillo, me incliné sobre el muro y rajé las bolsas, la exterior y la interior. Cuando hube sacado el cuerpo, dejé las bolsas echas una bola.
Justo después de las 2:00, aparqué el coche de Adam a un par de calles de su casa y volví andando hasta mi jeep. De camino, tiré las bolsas de basura en una papelera. A las 3:00 estaba ya en casa. A pesar de reconocerme impaciente por seguir con mi trabajo, me sobrevino el cansancio. No era raro si tenemos en cuenta el sobreesfuerzo que había hecho aquel día. El sueño me atrapó en cuanto apagué la luz.
Cuando desperté, me di la vuelta y miré el despertador. Confirmé la hora que era en el reloj de muñeca. No había equivocación posible. Había dormido trece horas y media seguidas. No recuerdo haber dormido tanto tiempo seguido, ni siquiera tras una anestesia general. Estaba furioso. Ansiaba sentarme cuanto antes frente al ordenador para descargar mi encuentro con Adam y reconstruirlo hasta que se pareciera un poco a mis fantasías más profundas. Pero ahora apenas si me quedaba tiempo para darme una ducha rápida y comer.
Camino del trabajo, recogí la última edición del Bradfield Evening Sentinel Times. Me habían dedicado la segunda página:
Hallado cuerpo desnudo
Esta mañana se ha encontrado el cuerpo mutilado de un hombre desnudo en la zona gay de Bradfield.
Robbie Greaves, trabajador del Ayuntamiento, ha llevado a cabo el truculento hallazgo mientras recogía la basura en los jardines de Crompton, en Temple Fields, como todos los días.
La comunidad homosexual tiene miedo de que esta sea la primera actuación de un asesino en serie de gais, como ha sucedido con el hombre que ha aterrorizado recientemente a los homosexuales de Londres.
El cadáver fue encontrado entre unos arbustos, junto a un muro del parque, en una zona de encuentro nocturna muy famosa entre los gais que buscan sexo esporádico.
La víctima, que por lo visto tenía veintimuchos años, aún no ha sido identificada. La policía lo ha descrito como un hombre blanco de entre 1,75 y1,80 metros, musculado, con pelo oscuro, corto y rizado, y ojos azules. No tiene marcas distintivas ni tatuajes.
El portavoz de la policía ha dicho lo siguiente: «Le han cortado la garganta y le han mutilado el cuerpo. Quienquiera que haya cometido el crimen, se trata de un hombre violento y peligroso. La naturaleza de las heridas de la víctima sugieren que el asesino debió de acabar cubierto de sangre. Creemos que el hombre fue asesinado en otro lugar y que el cuerpo fue abandonado en el parque durante la noche. Por favor, pedimos a cualquiera que anduviese por los jardines de Crompton, en Temple Fields, la noche pasada que venga a vernos a fin de quedar descartado. Toda la información será tratada con la mayor confidencialidad».
Robbie Greaves, el trabajador de veintiocho años que encontró el cuerpo, dijo lo siguiente: «Justo había empezado a trabajar. Serían poco más de las 8:30. Estaba usando el pincho para recoger la basura cuando toqué el cuerpo. Al principio pensé que sería un gato o un perro muerto, pero en cuanto aparté los arbustos vi el cadáver. Fue horrible. Vomité y, a continuación, me dirigí al teléfono más cercano. Nunca en la vida había visto algo así… y espero no volver a verlo».
Bueno, al menos había una cosa en la que no se habían equivocado: a pesar de haber sido arrojado en los jardines de Crompton, había sido asesinado en otro lugar. En cuanto a lo demás… Si esto era un indicativo de las habilidades policiales, creo que no tenía mucho de lo que preocuparme. A mí me venía bien. Lo último que quería es que me arrestasen, puesto que ya había elegido al sucesor de Adam. Sabía que con Paul iba a ser diferente. A este no tendría por qué matarlo.