Cuando veo deformadas, por la vil mano del Tiempo,
las orgullosas suntuosas riquezas de los monumentos de los siglos sepultos;
cuando veo desplomadas las torres un tiempo altivas,
y al bronce eterno esclavo de la rabia mortal;
Cuando veo al hambriento océano socavar el dominio de las playas
y a la tierra firme apoderarse de la inmensidad acuosa,
creciendo la ganancia con la pérdida
y la pérdida con la ganancia;
Cuando considero semejante intercambio de grandezas,
o a la grandeza misma, destruida, al decaer;
tantas ruinas me hacen así reflexionar que vendrá el Tiempo
y se llevará a mi amor.
WILLIAM SHAKESPEARE, Soneto 64