Coplas del pájaro

EL pajarito, madre,

después que me picó,

me ha dejado burlada.

¡Ay de mí, qué dolor!,

el pájaro ya voló.

El pájaro era blanco,

travieso y juguetón,

de pluma crespa y negra,

con pico de arrebol.

Estando yo solita

en mi cuarto se entró,

y mil dulces tonadas

al punto me cantó.

En ellas me decía

con grandísimo ardor,

que si le acariciaba

me mostraría amor.

Acogile en mi falda,

mil besos le di yo,

pero el pícaro luego

a mi frente saltó.

De allí se fue a los ojos,

a la nariz pasó,

besando las mejillas

en mi pecho posó.

¡Cuántas blancas caricias

en él me prodigó,

volando y revolando

por todo alrededor!

Cada vez más travieso,

los labios me besó,

y la punta del pico

en ellos me metió.

¡Ay, cuánto forcejeaba

el pícaro bribón

por encajarle todo,

mas le dije eso no!

Él era porfiado,

blando mi corazón,

y tantos sus halagos

que por fin le metió.

Pero no sólo el pico,

también el cuerpo entró

menos las alas, y eso

porque muy gordas son.

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