Antonio y Pepa

SI yo he de quererte bien,

vamos a hacer por aquí

aquello que te pedí,

si no se acaba el Belén.

Antonio con Pepa hablaba

en su jardín cierto día,

y una cosa le pedía

que Cupido la mandaba;

pero ella se la negaba

con rubor, susto y desdén,

y, usando de amor el tren,

le dijo con loco exceso:

—Antonio, no me hables de eso,

si yo he de quererte bien.

Instó Antonio en la gustosa

petición que Amor dictaba,

y ella un sí y un no le daba

entre risueña y llorosa;

mas, asustada y medrosa,

le dice: —Gente sentí,

huyamos pronto de aquí.

Y él, aliviando su fe,

le dice: —Nadie nos ve,

vamos a hacer por aquí.

Mas viéndola titubear,

de la mano la tomó,

y entre si consiente o no

se fue dejando llevar,

—Que acomodado lugar,

dice él, tenemos allí;

vente, pues, detrás de mí;

dime Pepa ¿puede haber

otro mejor para hacer

aquello que te pedí?

En el enredo amoroso

por fin la Pepa cayó,

y aunque infinito lloró,

Antonio se hizo dichoso.

Depuesto ya el ceño honroso,

halagüeña y sin desdén,

le dice: —Antonio, mi bien,

desde hoy serás mi embeleso;

vamos otra vez a eso,

si no se acaba el Belén.

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