El cura y el muchacho

EN la crítica ocasión

de estar ayudando a misa,

le dio un terrible apretón

a un muchacho con tal prisa

que le puso en confusión.

Volvió el pobrete la cara,

y a otro rogó tiernamente

que su lugar ocupara,

y que en lance tan urgente

aquella misa ayudara.

—Es el diantre que no sé,

dijo el otro.

—No hay cuidado,

de eso nada se te dé;

quédate aquí arrodillado,

que yo al punto volveré.

Marchó, pues, y en tanto el cura

dominus vobiscum dijo;

y la pobre criatura

le miró con rostro fijo,

quedando inmóvil figura.

El cura llegó a pensar

que el chico no le había oído;

repitió y volvió a mirar,

y él le respondió afligido:

—Ya viene, que ha ido a cagar.

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