Las hijas del pobre

TENÍA cierto pobre vergonzante

una alforja detrás, otra delante,

y colocaba con cuidado en ellas

a dos hijas muy bellas,

que muchos para mover los corazones

suelen valerse de tales aprensiones,

o por mejor guardallas o escondellas.

Le preguntó un curioso: —¿Son doncellas?

A lo que respondió como hombre ya maduro:

—Por la que va delante lo aseguro,

porque siempre a la vista yo la llevo;

por la que va detrás, yo no me atrevo.

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