Un alarmante desarrollo capilar había continuado en los jóvenes blancos desde agosto, cuando un grupo de mimo musical, los Epilépticos, obtuvo una fama pasajera. Lo que prendió no fueron sus movimientos semialeatorios, ahora admirados e imitados sólo por los muy jóvenes, sino su extraño pelo facial: cada uno de sus componentes llevaba una trenza de barba en una mejilla y la otra rasurada. Naturalmente hacían falta años para conseguir una barba realmente larga, pero muchos seguidores habían logrado tenerla de diez a quince centímetros. Se la teñían de colores raros y algunos se la untaban de pomada, así que abultaba en la mejilla como una especie de pene cuadrado, para gran placer de sus padres.
Aparecieron dos películas inspiradas en la Venida. Segunda Venida se dirigía al público cristiano y tuvo éxito; Para servir al hombre, un plagio descarado de un relato de «primer contacto» del siglo XX, no tuvo tanto éxito, una vez que el chiste del título fue de uso común.
Europa siguió avanzando en el camino de la guerra abierta. Todos los miembros presentes en el Parlamento alemán murieron el 17 de noviembre, víctimas de un rápido bioagente que convirtió sus huesos en gelatina. Nadie reclamó la autoría de la masacre. Al día siguiente la torre Eiffel se vino abajo, pues cuatro personas cargadas con explosivos se sacrificaron simultáneamente en las cuatro esquinas del monumento. Nadie se responsabilizó tampoco. Las negativas oficiales fueron ignoradas por la mayoría de los ciudadanos alemanes y franceses, así como la sobria declaración de que un tercer grupo era responsable de ambas atrocidades; alguien que se beneficiaría si los dos países se destruían mutuamente.
Ambos ejércitos se concentraron en la frontera para realizar maniobras.
Abrieron restaurantes de insectos por toda California, en Oregón y Washington. Una cadena, Come Más Bichos, era abiertamente xenófoba y relacionaba los insectos con la Venida: las vacas y cerdos y pollos son nuestros parientes; come algo extraño.
La mayoría de las tiendas de supervivencia iban a la baja. La mayor parte de la gente que almacenaba agua y balas y judías preservadas en nitrógeno sólo acudía a la tienda una vez. Así que fue un mes de grandes beneficios seguido de la bancarrota. Algunas de ellas resistieron tenazmente, esperando malas noticias. Pero no había ninguna noticia del espacio: sólo la señal imperturbable.
Norman le contó a Aurora una versión de la verdad que no incluía a Pepe ni armas de increíble ferocidad. La investigación policial del asesinato/incendio no reconoció públicamente que los cuerpos se habían quemado más allá incluso de la identificación molecular. Según la versión extraoficial, Willy Joe había preparado el incendio para hacer creer que había muerto, como cobertura para perderse de vista. Eso era consistente con el fantástico testimonio de Rabin y la absoluta falta de residuos orgánicos: los «hombres» que lo tenían prisionero eran sólo robots convincentes, cargados con algo explosivo. Habría sido una mascarada cara, pero entraba dentro del presupuesto de Willy Joe, o al menos del presupuesto de sus jefes.
Rabin tuvo otra reunión clandestina con Norm, en la que discutieron lo improbable de esa explicación. Naturalmente, Rabin le había seguido la corriente durante la investigación, porque lo apartaba del punto de mira: Willy Joe había escogido a un poli para tener un testigo intachable de su dramática «desaparición».
Norm y Rabin se asentaron en la navaja de Occam y llegaron a la conclusión de que debía de haber sido algún tipo de aparato militar clandestino que había caído en manos de uno de los enemigos de Willy Joe. Norm seguía pensando en pistolas de rayos gamma, pero dejó ahí el tema.
(Un aspecto del que nadie más era consciente era que el jefe de policía tenía un primo en Washington bien situado en la investigación armamentística del Ejército. Dijo que no había nada en el arsenal, ni en los tableros de dibujo, que pudiera hacer lo que Rabin había descrito. Así que debía de ser falso).