AGRADECIMIENTOS

Debo dar las gracias a Jim Lowder por su entusiasta apoyo y su sincera amistad, más allá de la conveniencia de la proximidad; a Harold Johnson por sus fuentes bibliográficas y su accesibilidad; a Karen Boomgarden y Barbara Young por su charla sobre «la esencia de ser tejón», que me dio que pensar; y a Joan Cooper por su paciente flexibilidad, que me infundió paz interior así como ratos de bendito silencio.

Y, como siempre, a Steve Winter, por las tardías conversaciones nocturnas y retoques sin los cuales nunca habría sido capaz de terminar con éxito estos anímicamente extenuantes volúmenes.