Notas

[1] Crítica, en efecto, desde un doble punto de vista: interno (de economista a economista, podríamos decir), pero también externo (crítica de la economía misma, como análisis empobrecido, unilateral y superficial de la realidad social): vid. Karl Korsch (1932): “Introducción a El capital” en

http://www.marxists.org/archive/korsch/19xx/introduction-capital.htm. <<

[2] Martínez Marzoa, Felipe (1983): La filosofía de ‘El Capital’, Madrid: Taurus. <<

[3] El libro de David I. Rosenberg (1930, en ruso): Comentarios a los tres tomos de El Capital (2 vols.), La Habana: Ed. Ciencias Sociales, 1979, tan importante y completo como es, no puede contarse como un resumen de este tipo, aparte de ser demasiado extenso como para servir a este fin. <<

[4] El 17 de julio de 2005, el programa de la BBC In Our Time organizó una votación entre los espectadores para elegir al mayor filósofo de la historia, y éste fue el resultado: 1. Carlos Marx 27,93%; 2. David Hume 12,67%; 3. Wittgenstein 6,80%; 4. Nietzsche 6,49%; 5. Platón 5,65%; 6. Immanuel Kant 5,61%, etc. (vid. http://www.antorcha.org/galeria/marx-1.htm). <<

[5] Y por eso fue también un “intelectual puro”: Martínez Marzoa, op. cit., pp. 34, 10. <<

[6] Bunge, Mario (1985): Economía y filosofía, Tecnos, Madrid. <<

[7] M. Rubel (1970): Páginas escogidas de Marx para una ética socialista, Buenos Aires: Amorrortu, 1974, desarrolla de forma excelente la siguiente idea de Antonio Labriola, uno de los mejores discípulos de Marx: “La ética y el idealismo de ahora en adelante consisten en esto: en poner el pensamiento científico al servicio del proletariado. Si esta ética no les parece lo suficientemente moral a los sentimentales, que, además, la mayoría de las veces son fatuos y están histéricos, que vayan a pedirle prestado altruismo al sumo pontífice Spencer” (en Saggi sul materialismo storico, citado en P. Vraniski (1971): Historia del marxismo, Salamanca: Eds. Sígueme, 1977, vol. I, p. 231). <<

[8] Entendida como conjunto de res gestae y a la vez como historia rerum gestarum; o, si se quiere, como “economía” real y a la vez como “disciplina económica” (o “Economía”). Sobre la importancia relativa de los diversos factores que explican la evolución histórica real, aunque sabido es que para Marx “la historia es la economía en acción”, ténganse en cuenta las siguientes palabras de Engels: “El que los discípulos hagan a veces más hincapié del debido en el aspecto económico, es cosa de la que, en parte, tenemos la culpa Marx y yo mismo. Frente a los adversarios, teníamos que subrayar este principio cardinal que se negaba, y no siempre disponíamos de tiempo, espacio y ocasión para dar la debida importancia a los demás factores que intervienen en el juego de las acciones y reacciones. Pero, tan pronto como se trataba de exponer una época histórica y, por tanto, de aplicar prácticamente el principio, cambiaba la cosa, y ya no había posibilidad de error. Desgraciadamente, ocurre con harta frecuencia que se cree haber entendido totalmente y que se puede manejar sin más una nueva teoría por el mero hecho de haberse asimilado, y no siempre exactamente, sus tesis fundamentales. De este reproche no se hallan exentos muchos de los nuevos ‘marxistas’ y así se explican muchas de las cosas peregrinas que han aportado…” (carta de Engels a J. Bloch, de 21.IX.1890, en Adoratski, V. (1934): Carlos Marx y Federico Engels: Correspondencia, Buenos Aires: Cartago, p. 381 (versión de http://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/e21-9-90.htm). <<

[9] Cuando no antiteóricas, y similares a la que encerraba la crítica contemporánea que su compatriota List dirigía al cosmopolitismo universalista de los economistas clásicos anglosajones, en nombre de un supuesto análisis político “nacional” y “estatal”. Vid. Ernest Mandel (1967): La formación del pensamiento económico de Marx (de 1843 a la redacción de El capital: estudio genético), Madrid: Siglo XXI, 1968. <<

[10] Pero téngase en cuenta que, como escribiera Lenin, “Marx y Engels entendían por método dialéctico, en oposición a metafísico, no otra cosa que el método científico de la sociología (…)”, citado en Korsch, Karl: “El método dialéctico en El capital”, en La concepción materialista de la historia y otros ensayos, Barcelona: Ariel, 1980, p. 216. <<

[11] Como percibió pronto Georges Sorel, la separación entre el pensamiento de Marx y el marxismo era notable y creciente, razón por la cual escribió que Labriola y Croce “hicieron una gran aportación al demostrar que las ideas de Marx no tenían el más lejano parecido con las de sus discípulos más ruidosos” (1892: El marxismo de Marx, Madrid: Talasa, 1992, p. 53). <<

[12] “No nos enfrentamos al mundo en actitud doctrinaria, con un nuevo principio: ¡Ésta es la verdad, arrodíllense ante ella! Desarrollamos nuevos principios para el mundo a base de los propios principios del mundo. No le decimos al mundo: termina con tus luchas, pues son estúpidas; te daremos la verdadera consigna de lucha. Nos limitamos a mostrarle al mundo por qué está luchando en verdad, y la conciencia es algo que tendrá que asimilar, aunque no quiera” (carta de Marx a Ruge, sept. 1843, en http://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/m09-43.htm). <<

[13] Temor que en muchos casos no es menor en el ámbito izquierdista que en el derechista, como el que sentía el economista, entonces franquista, Juan Velarde en 1953, al abogar desde un punto de vista falangista por una “reforma auténtica de la propiedad agraria (…) mediante la creación de auténticas clases medias campesinas” (en El nacionalsindicalismo cuarenta años después, Madrid: Editora Nacional, 1972, p. 274). <<

[14] Grossman, H. (1929): La ley de la Acumulación y del Derrumbe del sistema capitalista, Siglo XXI, México, 1979. <<

[15] Es cierto que la capitalización creciente, al abaratar cada unidad de medios de producción tanto como la de medios de consumo (tendencialmente), limita el crecimiento de la “composición en valor” en relación con la “composición técnica”; pero la cantidad de medios de producción tiende a crecer más deprisa que la de medios de consumo, pues en lo primero consiste la riqueza del capitalista mientras que lo segundo es el soporte del salario real del trabajador. Sólo en un absurdo sistema capitalista donde los capitalistas estuvieran sometidos a los trabajadores cabría imaginar una bajada o estancamiento de la composición en valor del capital. <<

[16] Identificamos la duración del proceso con el tiempo de duración del capital fijo. <<

[17] Compatible, sí; pero en ningún caso necesario. Simplemente “compatible”, como también lo es un comportamiento no optimizador o “irracional” del consumidor. <<

[18] Guerrero, Diego (2005): Utilidad y trabajo. Una confrontación entre las dos principales teorías del valor. En http://pc1406.cps.ucm.es/. <<

[19] Al igual que es preferible llamar a la anterior teoría utilitarista, no marginalista, tampoco debe llamarse matricialista a esta nueva teoría, ya que es posible usar el álgebra matricial y defender a un tiempo la TLV. <<

[20] Fernández Buey, F. (1998): Marx sin ismos, Barcelona: Viejo Topo (pp. 11, 15) cita a M. Rubel (1974): Marx, critique du marxisme: essais, Paris: Payot. Pero véanse, además, como apoyo de nuestra tesis, los trabajos de Pierre Ansart (1969): Marx y el anarquismo, Barcelona: Barral, 1972; M. Rubel (1977): El Estado visto por Karl Marx, Barcelona: Roselló; Rubel, M.; Janover, L. (1977): Marx, anarquista, Barcelona: Roselló; Guérin, Daniel (1969): Por un marxismo libertario, Madrid: Júcar, 1979; Kelsen, H. (1924): Socialismo y Estado. Una investigación sobre la teoría política del marxismo, México: Siglo XXI, 1982. <<

[21] Para Lenin, “lo típico en la ‘fase contemporánea de desarrollo del capitalismo’” son “las relaciones de dominación y la violencia ligada a dicha dominación” (p. 395). Pero Engels era más fiel a las ideas de Marx al criticar las de Dühring, para quien el valor es la cantidad de trabajo más un “suplemento” que el capitalista carga “‘con el puñal en la mano’; dicho de otro modo: el valor hoy imperante es un precio de monopolio” para Dühring, mientras que para Marx esos precios de monopolio son sólo “excepciones y casos especiales” [Engels, F. (1877): La subversión de la ciencia por el señor Eugen Dühring (Anti-Dühring), Barcelona: Grijalbo, pp. 196-7]. <<

[22] Para Marx, en cambio, el imperialismo es sólo una forma de Estado: “la forma más prostituida y al mismo tiempo la forma última de aquel Poder estatal que la sociedad burguesa del feudalismo y que la sociedad burguesa adulta acabó transformando en un medio para la esclavización del trabajo por el capital” (Marx, K., 1871: La guerra civil en Francia, M: Ayuso, 1976, p. 65). <<

[23] Como el hoy Premio Rey Juan Carlos de Economía, Juan Velarde, que, haciéndose eco hace medio siglo del temor de Pigou a los monopolios, y tras propugnar “una fuerte escala impositiva sobre las grandes fortunas (…) disminuyendo, por tanto, la concentración de la propiedad en grupos muy reducidos, pero dotados de un fuerte poder económico”, recordaba que “en las conclusiones de estudio aprobadas por el I Congreso Nacional de la Falange, con el refrendo del Caudillo, y el clamor popular de Chamartín” se abogaba por la “desarticulación de los grupos monopolísticos” (en op. cit., pp. 274-276). <<

[24] Sacristán, M. (1983): “¿Qué Marx se leerá en el siglo XXI?”, Mientras Tanto, nº 16-17, p. 127. <<

[25] Bródy, A. (1970): Proportions, Prices and Planning. A Mathematical Restatement of the Labor Theory of Value, Budapest: Akademiai Kiadó, p. 67. Téngase en cuenta que, según el socialista Luis Araquistáin “España es el país europeo donde menos se ha leído y escrito sobre marxismo, quizá con la única excepción de Portugal” (1957, citado en Ribas, (1981): Aproximación a la historia del marxismo español (1869-1939). Madrid, Endymión, pp. 96-97). El propio Ribas documenta esa idea y señala que la 1ª edición española de los 3 libros de El capital data tan sólo de 1931 (a cargo de Manuel Pedroso, para la editorial Aguilar); por cierto, que su precio equivalía, al parecer, al salario medio de 6 meses (Ribas, op. cit., p. 88). Véase más sobre la edición de Marx en español, en Gasch Grau. E. (2001): “Etapas y escritos en la recepción de Marx”, en E. Fuentes Quintana, Dir. (2001): Las críticas a la economía clásica (Economía y Economistas españoles, nº 5), Barcelona: Galaxia Gutemberg/Círculo de Lectores, pp. 815-833. Gasch concluye que “se sigue leyendo a Marx en España, aunque se siga leyendo lo mismo que hace un siglo, el Manifiesto del partido comunista” (op. cit., p. 825). <<

[26] Dussel, Enrique (1985): La producción teórica de Marx. Un comentario a los Grundrisse, México: Siglo XXI, p. 11. <<

[27] Elster, J. (1986): Una introducción a Karl Marx, Siglo XXI, Madrid, 1991, p. 62. <<

[28] Gouldner, Alvin (1980): Los dos marxismos, Madrid: Alianza. <<

[29] Citado en Enzensberger, H. M., ed. (1973): Conversaciones con Marx y Engels, Barcelona, Anagrama, 1999; vol. I, pp. 156-7. Estas críticas de Marx al partido “en el sentido contingente” (es decir, los grupos comunistas realmente existentes en los que él participó como militante o dirigente) fueron persistentes toda su vida, así como su sentido de pertenencia al “auténtico” partido comunista, identificado como movimiento transformador que surge del seno mismo de la sociedad capitalista. Por ejemplo, en 1846 le escribe a Annenkov: “En cuanto a nuestro partido, no se trata sólo de que es pobre, sino que también está enojado conmigo por oponerme a sus utopías y a sus declaraciones” (en Adoratski, ed… 1934, p. 23), por lo que hay que “eliminar el equívoco de que por ‘partido’ entiendo una Liga muerta hace ocho años o la redacción de un periódico que se disolvió hace doce años. Cuando hablo de ‘partido’ me refiero al partido en el amplio sentido histórico del término” (citado en F. Buey, op. cit… p. 177). <<

[30] Paramio, L. (1988): Tras el diluvio. La izquierda ante el fin de siglo. Madrid: Siglo XXI, p. 30. <<

[31] Berzosa, C. y M. Santos (2000): Los socialistas utópicos. Marx y sus discípulos, Madrid: Síntesis, pp. 200-201. <<

[32] Harnecker, M. (1999): La izquierda en el umbral del siglo XXI. Haciendo posible lo imposible (Madrid: Siglo XXI, p. 316), siguiendo ahora la práctica de Santiago Carrillo y otros “maestros” à la mode como M. Castells. <<

[33] Palazuelos, Enrique (2000): “El Capital, a casi siglo y medio de distancia”, en Karl Marx: El Capital, Madrid: Akal, 2000, p. viii. <<

[34] Gouldner (1980), op. cit., p. 45. <<

[35] Rubel, op. cit., vol. 1, pp. 33-34. <<

[36] En “Sobre el concepto de libertad”, citado en E. Palazuelos, ed. (1986): Las economías capitalistas durante el periodo de expansión, 1945-1970, Madrid: Akal, p. 11. <<

[37] Como si estudiar y teorizar no fueran acciones y en cambio el pensar como él lo hace, sí. Se acerca más a Marx otra lectura de esa tesis: “La mayoría de los filósofos alemanes con los que estoy discutiendo (incluido Feuerbach) —vendría a decir Marx— se han limitado a interpretar el mundo de diversas maneras; lo que yo propongo es mejorar esa comprensión del mundo y llamar la atención sobre la necesidad de cambiarlo” (Fernández Buey, op. cit… p. 133). Pero yo añadiría algo más, porque hay que “llamar la atención…”, sí, pero también “luchar” para cambiarlo. <<

[38] Berlin, I. (1939): Karl Marx. Su vida y su entorno, Madrid: Alianza, 2000, pp. 29-33 (énfasis añadido: DG). <<

[39] Ibid. (énfasis añadido: DG). <<

[40] Como muestra del “antimoralismo” de Marx, podemos atender a un concepto clave de El capital como es la explotación. Ésta no consiste en una “sustracción o un ‘robo’ cometidos contra el obrero”: esto es una verdad vulgar, superficial. Para Marx, su contribución científica es haber desvelado que en el trabajo del obrero hay una parte que “el capitalista puede apropiarse ‘legalmente’, es decir, sin infringir el derecho que corresponde al cambio de mercancías” (K. Marx, 1880, Notas marginales al Tratado de Economía Política de Adolph Wagner, Pasado y Presente, México, 1982, pp. 36-37). Es la verdad profunda lo que cuenta, no la moralina fácil. Por eso, también: “La circunstancia de que el mantenimiento diario de la fuerza de trabajo sólo cueste media jornada laboral, pese a que la fuerza de trabajo pueda operar o trabajar durante un día entero, y el hecho, por ende, de que el valor creado por el uso de aquélla durante un día sea dos veces mayor que el valor diario de la misma, constituye una suerte extraordinaria para el comprador, pero en absoluto una injusticia en perjuicio del vendedor.” (K. Marx, 1867: El Capital, Siglo XXI, Madrid, 1978, vol. I, p. 235; énfasis añadido: D. G.). <<

[41] Berlin, I. (1939), op. cit. (énfasis añadido: DG). <<

[42] Ibid. (énfasis añadido: DG). <<

[43] Mészáros, István (1995): Beyond Capital, Merlin Press, London. <<

[44] Balibar, Étienne (1993): La filosofía de Marx, BA: Nueva Visión, 1993. <<

[45] Periódicamente, desde hace más de un siglo, los medios de comunicación redescubren la actualidad de Marx, y no es extraño que vuelvan a hacerlo ahora, en medio de una crisis económica de estas dimensiones. En el nº 924 (julio 2008) de la revista no marxista Courier Internacional, titulado “Marx, le retour”, tenemos un ejemplo reciente. No sólo se presenta a Marx como “pensador del siglo XXI” y se habla del “poder de seducción en aumento” de este “eterno incomprendido”, sino que se cita al mismo Financial Times para decir que “la obra del filósofo alemán quizás sea más pertinente hoy que en su época” (pp. 28-31). <<

[46] Se suele llamar “libro IV de El capital” al editado por Kautsky en 1905-10, con el título de Teorías sobre la plusvalía, a partir de la masa de manuscritos inacabados que Marx dejó como materia prima de su magnum opus. <<

[47] Engels matiza esto en una nota: “Los resultados inseguros de este fatigoso, interminable calcular han inducido a Marx a atribuir una inmerecida gravitación” a la cuestión de la liberación de capital, que a él le parecen “de poca relevancia”, ya que “tanto da que una parte de este dinero refluido sea o no excedentaria con respecto al periodo laboral en curso, y en qué medida lo sea”. En su opinión, lo fundamental es que una parte considerable del capital industrial “ha de existir siempre bajo la forma de dinero”, y una porción aun mayor debe revestir “temporariamente” dicha forma. <<

[48] Téngase en cuenta que en los libros II y III cambia la notación del libro I, donde se llamaba p (y no pv) al plusvalor, y p’ (no pv’) a la tasa de plusvalor. <<

[49] A partir de aquí, la mayoría de esta larguísima Sección V —¡qué comprende por sí sola más de 350 páginas!— consiste en meros extractos comentados de obras de Economía monetaria y bancaria de la época e informes de gobernadores del Banco de Inglaterra y otros banqueros (para comisiones parlamentarias, etc.). Se observa que esta parte de El capital está mucho menos acabada que las demás, y que el material editado por Engels proviene casi directamente de cuadernos escritos por Marx años antes, pero aún sin ordenar ni redactar. Por ello sólo entraremos en la discusión del Currency Principle y sus críticas, eludiendo otras ideas fáciles de encontrar hoy en los manuales de Economía financiera. <<

[50] Versiones reducidas de esta bibliografía aparecieron sucesivamente en 3 libros citados infra: J. Gouverneur (2005: A-III/1), apéndice; Guerrero (2006: A-III/2.d); y Guerrero (1997: A-III/1º.a; ed. argentina: 2008). <<