Agradecimientos

Esta es mi primera novela, así que tengo que dar las gracias a muchas personas.

En primer lugar a mi marido, por apoyarme durante el año sabático que decidí tomarme para escribir la novela, sin quejarse cuando se alargó hasta dos; y a mis hijos, que nunca se quejaron cuando les preparaba la cena tarde y acaparaba el ordenador portátil.

Dudo que jamás lo hubiera conseguido sin los ánimos inestimables y la sabia orientación de mi agente, Lizzy Kremer, de David Higham Associates. Lo he repetido miles de veces, pero una vez más, gracias, Lizzu; y gracias también a Laura West, de DH. Muchas gracias también a Katy Regan, por su generosidad y por sus ánimos, y a mis hadas madrinas de la revista, Marie O’Riordan, Vanessa Thompson y Charlotte Moore, por ponerme en el camino de la literatura.

Tengo la suerte de contar con un equipo editorial maravilloso en Pan Macmillan. En particular, estoy en deuda con Maria Rejt por interesarse por mi obra en las primeras etapas y con mi editora, Trisha Jackson, por convertir la publicación de mi primera novela en un proceso tan agradable. Gracias también a Harriet Sanders, Liz y Jon Mitchell por su valioso trabajo al vender el libro en el extranjero, y a Thalia Johnson Suzuma por su entusiasmo, tan importante para mí.

En cuanto al contenido, estoy muy agradecida al doctor Ian A. Simpson, que me ayudó a entender la constricción aórtica infantil, y a los doctores Beth Macmillan y Neil Mantan, por tomarse el tiempo de diagnosticar desde las primeras etapas las necesidades de mi trama. Los errores que pueda haber en el uso de esa información son míos.

Me gustaría dar las gracias a Ingrid Holmquist y Simon Natas por prestarme sus conocimientos profesionales en psicología y derecho. Gracias también a Dan Weinberg, por su admirable labor al ayudar a una tecnófoba como yo a entender algo de diseño de sonido. También me gustaría mencionar a David Holmes, de Rocket Music, en Australia, que fue tan amable de permitirme utilizar el nombre de su empresa. Evidentemente, no hay ninguna relación entre un Rocket y otro, ni entre los respectivos miembros de la plantilla.

Gracias también a los amigos que compartieron un contacto o alguna experiencia, desde el cultivo de patatas a la traducción del turco: Astrid, Flic, Gary, Sonja, Kat, Pete, Wes y Anita. Y a mis amigos escritores que me han guiado y alentado: Sita Brahmachari, Wendy Jones, Wendy Hatton, Jonny Zucker y Karen McCombie. Por último, dudo que lo hubiera conseguido sin mi familia, que acudió volando heroicamente desde el norte y el este cuando las fechas de entrega empezaron a acosarme, y sin mis «Beatties» particulares: Lara y Fran, la clase de vecinas londinenses que deseo para Callie en el futuro.