POSDATA: BARTEK

POSDATA

BARTEK

3 de diciembre de 1929

El ingeniero polaco detiene el coche dos manzanas más allá y se queda sentado, con el motor encendido, pensando en lo que acaba de ver, una escena con muy mala pinta, de eso no le cabe duda. No consigue descifrar qué ha ocurrido exactamente. Había un hombre tirado en medio de la calzada desangrándose en la nieve. Lo ha sorprendido tanto que ha estado a punto de atropellarlo. Ni siquiera iba concentrado en la conducción, transitaba por las calles siguiendo una ecuación que se sabía de memoria y que era igual a casa, así desde Cicero.

Está un poco borracho, lo reconoce. Muy borracho. Cuando empieza a perder, la ginebra está demasiado a mano. Y Louis no deja de llenarle el vaso durante toda la noche y parte de la madrugada, hasta mucho después de que hubo gastado la última moneda. Además, le da crédito. Lo bastante como para hundirse en el fango. Ahora le debe dos mil dólares a Cowen.

La desagradable verdad es que ha conseguido llevarse su coche por pura suerte. Vendrán a por él el domingo por la mañana, justo después de misa, si no encuentra la forma de reunir el dinero durante el fin de semana. Mejor el coche que él, aunque él será el siguiente. Diamond Lou Cowen no se anda con gilipolleces.

Apostar con mafiosos reconocidos, alternar con los amigos personales del señor Capone… ¿En qué estaba pensando? Ya tenía suficientes problemas como para, encima, involucrarse en un altercado sangriento a las cinco de la mañana.

Sin embargo, el asunto le inquieta. Le intriga la luz que salía de una casa en ruinas y se derramaba por la calle, y la improbable suntuosidad que había entrevisto a través de la puerta abierta. Se dice que debe volver y ayudar. O solo volver y echar un vistazo. Siempre puede llamar a la policía si se trata de algo serio.

Da media vuelta al coche para regresar a la casa.

La llave lo espera en el porche delantero, prácticamente en el umbral de la puerta cerrada, salpicada de nieve y de sangre.