KIRBY
13 de junio de 1993
Empieza a hacer demasiado calor. El humo se le mete entre los sollozos y le llega a los pulmones. Podría morir donde está, mantener los ojos cerrados y no volver a levantarse. Sería sencillo. La asfixia la mataría antes de que la alcanzaran las llamas. Solo tiene que respirar hondo. Solo eso.
Algo le da palmaditas en la mano con insistencia. Como un perro.
No quiere hacerlo, pero abre los ojos y ve a Dan apretándole la mano. Está de rodillas, inclinado hacia ella. Tiene los dedos ensangrentados.
—¿Una ayudita? —pregunta con voz ronca.
—Dios mío —responde ella, todavía temblorosa, llorando y tosiendo a la vez. Lo abraza, y él le responde con una mueca de dolor.
—Ay.
—Espera, necesito tu chaqueta.
Kirby lo ayuda a quitársela y se la ata a la cintura con todas sus fuerzas para contener la herida. La chaqueta empieza a empaparse incluso antes de que termine de anudarla. No quiere pensar en eso. Se arrastra bajo el brazo de Dan, empuja contra el suelo y se levanta. Pesa demasiado, no puede con él y las botas le resbalan en la sangre.
—Joder, cuidado —dice Dan. Está tan pálido que da miedo.
—Vale, así.
Encorva los hombros para cargar sobre la espalda con casi todo el peso, lo levanta y avanza arrastrando los pies. El fuego crepita detrás de ellos y salta, hambriento, por las paredes. El papel se pone negro y se retuerce, las volutas de humo suben hacia el techo.
Y, que Dios la ayude, todavía siente la presencia del asesino en la casa.
Medio a rastras, medio a tumbos, van hacia la salida. En precario equilibrio, Kirby cierra la puerta al hielo y a la nieve de fuera con la punta del pie.
—¿Qué haces?
—Intentar volver a casa —responde, ayudándolo a ponerse a cuatro patas—. Aguanta otro segundo, solo un segundo más.
—Me gustó besarte —dice Dan con la voz rota.
—No hables.
—No sé si soy tan fuerte como tú.
—Si quieres volver a besarme, cierra la puta boca y deja de desangrarte.
—Vale —jadea Dan, que esboza una sonrisa débil que después se hace más firme—. Vale.
Kirby respira hondo y abre la puerta a una noche de verano llena de sirenas de policía y luces intermitentes.