HARPER

HARPER

1 de mayo de 1993

Le sorprende ver lo cerca que se quedan, a pesar de los coches, de los trenes y de la actividad frenética del Aeropuerto O’Hare. Ha descubierto que es fácil localizarlas ya que, sobre todo, se sienten atraídas por la ciudad, que no deja de expandirse cada vez más hacia el campo, como si fuera moho reclamando un trozo de pan.

La guía telefónica suele ser su punto de partida, pero Catherine Galloway-Peck no aparece en la lista de nombres, así que llama a sus padres.

—Hola —responde un hombre al otro lado de la línea con la misma claridad que si lo tuviera enfrente.

—Estoy buscando a Catherine, ¿me puede decir dónde encontrarla?

—Les he dicho mil veces que no vive aquí y que no tenemos absolutamente nada, repito, nada que ver con sus deudas.

Se oye un fuerte clic seguido de un zumbido monótono. Se da cuenta de que el hombre ha cortado la llamada, así que introduce otro cuarto de dólar en la ranurita y vuelve a pasar por todo el proceso, pulsando con decisión las teclas de números plateados mugrientas y desgastadas por otros dedos. El auricular suena durante un buen rato.

—¿Sí? —pregunta con precaución el señor Peck.

—¿Sabe dónde está? Necesito encontrarla.

—Santo cielo —responde el hombre—. A ver si entiende el mensaje: déjennos en paz. —Espera en vano una respuesta, lo bastante como para empezar a sentir miedo—. ¿Hola?

—Hola.

—Ah, no estaba seguro de si seguía ahí —dice, vacilante—. ¿Está bien mi hija? ¿Le ha pasado algo? Dios mío, ¿es que ha hecho algo?

—¿Por qué iba a hacer algo Catherine?

—No lo sé, no sé por qué hace nada. Pagamos para que fuera a ese sitio, intentamos comprenderlo. Nos dijeron que no era culpa de ella, pero…

—¿Qué sitio?

—El Centro de Recuperación New Hope.

Harper cuelga con delicadeza el aparato.

No la encuentra allí, pero va a una de las reuniones asociadas a la casa tutelada de New Hope, se sienta en silencio y —tal como sugiere el nombre— escucha desde el anonimato las lacrimógenas historias de los demás hasta que consigue que una anciana exyonqui muy amable llamada Abigail le dé su nueva dirección. La anciana está encantada de que el «tío» de Catherine quiera ponerse en contacto con ella.