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—Parece que la afirmación de Henry es incorrecta —declaró Kaleb—. Es posible que puedan acabar con un escuadrón.
—Faith NightStar no vale la pérdida de tantos hombres bien entrenados, sobre todo habiendo aceptado prestar sus servicios a través de su familia —apostilló la gélida voz mental de Ming—. Teniendo en cuenta su adiestramiento y el trabajo que realizan para nosotros, estos soldados valen millones. Si a eso le sumamos los ingresos que perderemos si las empresas llevan a cabo su negativa a pagar impuestos, la ecuación es sencilla.
—No podemos permitir que los cambiantes sigan quedando por encima de nosotros. —Era evidente que Shoshanna no tenía intención de aceptar la derrota—. ¿En qué lugar nos deja perder a dos psi en cuestión de meses, siendo la última una candidata? La población comienza a hablar.
Kaleb puso fin al breve silencio.
—Divulguemos que huyó cuando quedó claro que yo no tenía intención de dejar vivo a un rival.
—Perfecto —convino Nikita—. Los psi-c son conocidos por ser débiles mentalmente. Unos cuantos rumores bien esparcidos harán pedazos su credibilidad.
—Hemos de saber cómo los leopardos mantienen vivas a las dos mujeres —dijo Tatiana—. No he oído que haya habido ninguna muerte inexplicable entre los cambiantes desde la deserción de Sascha, y si está recibiendo la retroalimentación necesaria de ellos, ya debería haber habido un par.
Nikita reconoció que la consejera tenía razón.
—Deben de haber descubierto un modo de solventar el tema de la retroalimentación.
—No creo que sea un problema tan grave —adujo la afilada mente de Marshall—. Si tuvieran un método infalible, habríamos perdido a más de dos.
—Pondré a alguna de nuestra gente a investigar de todos modos —repuso Tatiana—. Si rompemos la conexión que mantiene vivas a Sascha y a Faith, acabamos con el asunto de un plumazo.
Nadie se opuso.
—Entonces, queda acordado, no haremos nada con respecto a Faith NightStar —declaró Kaleb con la arrogancia propia de un tq, volviéndose en contra de la misma consejera que había apoyado su nominación inicial—. Cualquier miembro que actúe de forma unilateral se enfrentará a ser depuesto de su cargo.
—No tienes derecho a tomar esa decisión —protestó Shoshanna, su presencia psíquica era un despliegue de gélido control.
—Pero lo hacemos como una unidad. Henry y tú parecéis ser los únicos en discrepar; por tanto estáis en minoría —declaró Marshall, la voz de la experiencia, un consejero que había sobrevivido a muchos otros.
—Tiene razón —repuso Tatiana—. No se puede tocar a Faith NightStar.
—Estoy de acuerdo. —Nikita unió su voto al del resto.
—Entonces no tenemos otra opción. Aceptamos lo que ha decidido la mayoría. —Shoshanna habló por Henry y por ella, y si había algo mínimamente extraño en que su marido y ella actuaran como uno solo a la hora de abandonar las cámaras del Consejo, los consejeros no estaban lo bastante en contacto con sus instintos como para percatarse.
—Hemos de aumentar la seguridad a la consejera Duncan —dijo Kaleb a las mentes aún presentes.
—No es necesario. —Nikita no deseaba que ningún miembro del Consejo la considerase débil. Mucho menos el nuevo recluta.
—Entonces, se da por concluida la sesión.
* * *
Varias semanas y un centenar de experiencias nuevas después, Faith se encontraba sentada en una reunión en la casa colgada. Como miembro de la Red Estelar y compañera de Vaughn, se había ganado el acceso a un grupo muy unido.
—¿Y bien? ¿Qué va ahora? Nate, tú tenías algo. —Lucas miró al centinela de mayor edad.
—Tengo un par de aspirantes para sustituirme cuando me retire.
—Lo que no sucederá hasta dentro de mucho. —Aquello fue una orden de su alfa.
—Descuida, no tengo ninguna prisa. Todavía me quedan algunos años más.
—Más que eso, cariño. —Tamsyn le lanzó un beso desde el cojín de al lado.
—Pero quería proponer los nombres y ver qué opinabas. El primero es Jamie. Es uno de los mejores soldados que tenemos y ha demostrado su valía. —Nate hizo una pausa y al ver que nadie hablaba, prosiguió—: Luego está Desiree. La chica tiene una mente despierta y una lengua aún más afilada, pero es buena y leal.
Algo parpadeó en la conciencia de Faith, una parte silenciosa desperezándose. Movida por la curiosidad, lo siguió. Y cuando este le mostró dolor y muerte, no se estremeció.
—¿Algún candidato más? —inquirió Lucas.
—Hay algunos que tienen que crecer un poco —farfulló Tamsyn—. Juro que los jóvenes van a hacer que me salgan canas.
—¿Qué tal está Jase? —preguntó Dorian, y su voz fue como un murmullo distorsionado en la mente de Faith.
—Está curado. Hasta la próxima… —La voz de Tamsyn se fue apagando.
Faith agarró con fuerza su taza mientras intentaba comprender qué era lo que estaba viendo. Había dolor, cosas rompiéndose, una terrible sensación de pérdida, pero nada estaba aún escrito en piedra, de modo que no era definitivo. Era una visión y no guardaba relación alguna con los negocios.
—Van a morir siete niños.
Vaughn se quedó paralizado cuando aquellas palabras salieron de la boca de su compañera. Le retiró el cabello para poder verle la cara; tenía los ojos cerrados y unas líneas de concentración marcaban profundos surcos en su cremosa piel.
—¿Faith?
—Siete niños. No gatos. Lobos. Siete lobeznos. —Vaughn la tenía en sus brazos, pero su don la había transportado a otro lugar, a otro momento—. Parte de un túnel va a derrumbarse. Esta noche. O mañana temprano.
Todos estaban escuchando. Sascha ya le había pasado el teléfono a Lucas. Vaughn le acarició la cara a Faith, aliviado por las vibraciones de amor que recibía a través del vínculo de pareja. Ella estaba viajando a lugares a los que él no podía ir, pero sabía cómo regresar a casa.
—¿Dónde, cielo? ¿Qué parte de los túneles?
Entrecerró los ojos como si se esforzara por distinguir alguna cosa.
—Hay una pintura en la piedra de un lobezno durmiendo bajo un árbol. Oh, hay otro trepando por él entre los arbustos y un tercero en las ramas.
—Dios santo —susurró Clay—. Los más pequeños están en la guardería.
Vaughn también se acordaba de la guardería. La primera vez que los DarkRiver se infiltraron en la guarida de los SnowDancer para dejar su mensaje, «No nos hagáis nada y nosotros no os lo haremos», se habían asegurado de impregnar las proximidades de la guardería con su olor para demostrarles que habían estado cerca de los más vulnerables de la manada y no les habían hecho ningún daño. No había mejor muestra de amistad que esa.
Vaughn vio cómo Lucas marcaba el código del alfa de los SnowDancer. La conversación fue breve, pero al parecer Hawke se tomó el aviso muy en serio. Lucas estaba colgando cuando Faith sacudió la cabeza y parpadeó.
—¿Estás bien, pelirroja?
—Sí, estoy bien.
Metió la mano bajo la camiseta de Vaughn para posarla sobre su piel. El jaguar estaba encantado de ser su apoyo.
Inclinándose, la besó haciendo que saliera por completo del trance.
—¿No hay crisis?
—No. Los nuevos escudos están funcionando. —Su expresión se tornó pensativa—. ¿Por qué los lobos? No los conozco.
—Tenemos un vínculo con los SnowDancer —respondió Vaughn, percatándose de que no le había explicado aquel detalle del clan—. El pacto de sangre se completó físicamente poco después de que Sascha se uniera a nosotros, aunque éramos aliados en los negocios mucho antes de eso.
—Oh. Yo…
El teléfono de Lucas sonó, y este leyó la pantalla y descolgó.
—¿Hawke? —Silencio—. ¿Están a salvo los lobeznos?
Vaughn podía oír lo que decía el lobo, pero esperó hasta que Lucas colgó para contárselo a Faith.
—Hawke dice que han encontrado una enorme grieta en una de las paredes que soportan el área, oculta tras unos tapices. Ya la están reparando. —Le acarició el cuello con la nariz—. También te da las gracias por el aviso.
—¿Qué hay de la última parte? —Lucas enarcó una ceja.
Vaughn profirió un gruñido.
—A ese lobo le gusta vivir peligrosamente.
—¿Qué es lo que ha dicho? —preguntó Faith, intrigada por la sonrisa en la cara de Sascha. La otra psi parecía saberlo ya.
—Nada. —Vaughn le mordisqueó ligeramente la oreja, un gesto tan posesivo que podía sentir cómo empezaba a sonrojarse. Parecía que a veces el adiestramiento psi resultaba muy útil.
—Dímelo. —Faith deslizó las uñas por la piel de su pecho—. ¿Qué ha dicho?
—El jodido lobo ha preguntado si nuestra psi-c era guapa. Y el condenado de Lucas le ha respondido que sí. —Parecía menos humano con cada palabra que pronunciaba—. Así que Hawke ha dicho que te dará un beso de agradecimiento en tu preciosa boca la próxima vez que te vea.
Todos excepto Vaughn sonreían de oreja a oreja. Incluso los labios de Clay se habían curvado. Después del recelo inicial, y a pesar de la revelación que había tenido acerca de él, Faith había descubierto que le agradaba el serio centinela. Le había invitado a cenar hacía una semana y, para sorpresa de Vaughn, él había ido. Y la había tocado. Un ligero roce de los nudillos sobre la mejilla le había dicho que la aceptaba. Que era del clan.
—Bueno, no puede —dijo Faith sin mostrar dudas delante de aquellos gatos que vivían y amaban con ferocidad salvaje—. Porque yo solo quiero que me beses tú.
—¿Sí?
—Sí.
—Creo que me cae bien el lobo si consigue que digas cosas como esa.
Riendo, dejó que él la besara porque Vaughn lo necesitaba. Se mostraba más posesivo y dominante que los demás machos que había visto con sus compañeras. Pero eso le parecía bien. Podía soportar que creyera que ella era completamente suya.
* * *
—Solía preocuparme que la faceta oscura de mi don fuera mala, una materialización de la dualidad de la red —le dijo a Vaughn mientras estaban sentados fuera cerca de su hogar. Las estrellas se asomaban entre las densas copas y los habitantes del bosque estaban ocupados con sus cosas, a salvo sabiendo que el depredador que vivía allí también se dedicaba a las suyas—. Pero ahora sé que aunque lo que me muestre pueda ser bueno o malo, no es malvada en sí misma.
Vaughn, sentado detrás de ella acunándola entre los brazos y las piernas, apoyó la barbilla en su cabello, pero no la interrumpió. Su gato sabía escuchar. A veces el problema era hacerle hablar.
—Todavía no me he reconciliado del todo con ello, pero comienzo a entender aquello que he nacido para ver, lo que cualquiera con mi habilidad ha nacido para ver.
—Tu don, Faith. Es un don precioso.
—Sí. —Sonrió, pues le agradaba aquel término—. Lo que siento ahora mismo… podría compararlo a despertar de un largo sueño y ver el mundo real. Es un lugar precioso, pero también hay oscuridad. Si intentas erradicar esa oscuridad, también destruyes la luz.
El dolor que sentía por el futuro de su gente le oprimía el corazón.
—Hay esperanza. La MentalNet está luchando.
Faith tenía que creer en ello.
—Y hay otros que también empiezan a despertar del sueño. —Un sueño de Silencio—. Las ondas pueden tardan años en atravesar la red, pero están ya ahí. —Poniendo la mano en los brazos desnudos de Vaughn, se refugió en su contacto, aquello que una vez amenazó con hacerla pedazos—. Me alegro mucho de haberte encontrado.
La risita de Vaughn reverberó en todo su ser.
—Lo siento, pelirroja. Pero yo te encontré primero.
—No, no es así. —Frunció el ceño; a Vaughn le gustaba demasiado salirse con la suya—. Fui yo quien salió al bosque.
—Sí, pero yo estaba esperando a que salieras. —Le acarició el cuello con la nariz—. Me sentí atraído por tu casa como si fuera un adicto. De no haber salido cuando lo hiciste, habría entrado a echar un vistazo.
Faith abrió los ojos como platos.
—Hay cosas que no se pueden cambiar. —Un pensamiento que en otros tiempos podría haberla asustado.
—¿Qué?
—El futuro no siempre es mutable. —¿Y qué significaba eso?—. Nunca antes había pensado en ello. Las repercusiones son enormes. Qué ha de ser, qué no se puede cambiar… ¿Quién lo elige? ¿Qué es lo hace que algunas cosas estén grabadas en piedra y otras en arcilla?
Estaba emocionada. Finalmente controlaba su don, era capaz de dedicar su atención a cosas que despertaran su imaginación.
—Algunas cosas han de suceder. —Vaughn le mordió en el cuello haciendo que se fijara de nuevo en él—. Tú nunca ibas a ser de nadie más que mía.
—Eres muy posesivo. —Ladeó la cabeza para mirarle a los ojos—. Yo también.
El jaguar que se asomaba a sus ojos estaba complacido.
—Me gusta tu coraje.
Faith se estiró para besarle la mandíbula sin afeitar.
—¿Crees que puedes enseñarme a ronronear?
—Cielo, tú ronroneas cada vez que te acaricio hasta llevarte al orgasmo.
El deseo se apoderó de ella y todo pareció volverse más intenso, más nítido. Se apartó y acomodó su cuerpo hasta ponerse a horcajadas sobre él. Frente a frente. Se estaba convirtiendo en su posición favorita, aunque tenía que negociar con Vaughn… su jaguar prefería el sexo más salvaje. Se le calentó la sangre al recordarle hundiéndose en su interior mientras ella se apoyaba en sus hombros y se inclinaba para besarle. Pero la expresión de su rostro la hizo detenerse.
—¿Qué?
—Me encanta ver la pasión en tus ojos.
Ella sonrió. Parecía apropiado que sus ojos fueran ahora un reflejo de su mente.
—¿¿¿???
—¿Te está hablando de nuevo? —preguntó, habiendo aprendido a leer la alteración en el vínculo que compartían y que anunciaba una visita.
Faith asintió.
—Siente curiosidad por ti.
—¿Qué quiere saber?
—Todo. Está ávida de vida, de esperanza, de alegría. —Extendió los dedos sobre la piel de su jaguar—. Como yo. Hazme ronronear, Vaughn.
—¿Dentro o fuera?
Faith abrió los ojos desmesuradamente y levantó la vista al cielo nocturno, un manto colmado de belleza y oscuridad, luces y sombras, negro y blanco, tal y como debía ser.
—Aquí.
—¿Qué hay de tu curiosa amiguita? —Introdujo las manos bajo la camiseta de Faith.
Todas las terminaciones nerviosas de Faith se inundaron de sensaciones.
—Se ha marchado.
La MentalNet iba y venía durante todo el día, rozando su mente como un niño lo haría con la de su madre, buscando asegurarse de que ella aún estaba ahí. Volvería. Y le enseñaría más sobre sí misma, aprendería más sobre Faith y sobre su mundo.
—Bien, porque no me gusta tener público. —Alzó las manos para tomar en ellas sus pechos liberados—. Eres mía, para verte, para tocarte, para darte placer. —Le apretó los pezones.
Faith sabía que debería protestar por su vena posesiva, pero lo cierto era que le gustaba que su jaguar fuera así en la cama. Le gustaba ser suya. Le gustaba pertenecer a un hombre que nunca la dejaría marchar, que nunca renunciaría a ella, y al cuerno con el Consejo.
Aquellos dedos la estaban volviendo loca y, cuando la boca ocupó su lugar, sintió que había perdido la cabeza. Pero qué dulce locura.
En la Red Estelar, un centenar de chispas arco iris entraron en la mente de Faith sin que su conciencia lo supiera. Estrellas nacidas de una empática, la única que actuaba como tal en el mundo, la única que había escapado a la tortura del Silencio. Era la falta de empáticos activos en la PsiNet lo que había sentenciado a los psi-c a una locura segura. Sí, nacer clarividente era nacer con una alta probabilidad de caer en las garras de la locura, pero antes del Silencio, era un minúsculo porcentaje el que sucumbía a ella, no la mayoría.
El Consejo no entendía que sus intentos de erradicar de la red la designación «e» también habían destruido a la designación «c» y a tantas otras. Porque todo estaba conectado. Todo tenía un fin.
La PsiNet ya no era totalmente funcional.
Pero la Red Estelar sí. Era diferente de la PsiNet y siempre lo sería. Porque ésta tenía arco iris y alegría, emociones y corazón, deseo depredador y absoluta lealtad. Ahora esas chispas sanaron los fragmentos de Faith y ella ni siquiera llegaría a saber que se había fracturado.