25
—Entonces me entregaré al Consejo. —Una expresión obstinada ensombreció su rostro—. Lo haré en cuanto se me presente la oportunidad.
Vaughn sabía que era lo bastante terca como para actuar de acuerdo a su decisión.
—No me dejas otra opción. —Y la bestia estaba furiosa por ello, con ella. Pero lo que más le encolerizaba era tener las manos atadas. Judd había acabado con el asesino. Lucas y Sascha iban a reunirse con Nikita. Y al parecer no había nada que él pudiera hacer para proteger a la única persona a la que necesitaba proteger—. Sube. —Vaughn no deseaba seguir hablando.
Faith no discutió, dejó que la aupara hasta su espalda y luego se aferró a él cuando emprendió la carrera bosque a través; un animal con dos piernas, un jaguar presa de una trampa de la que no había un modo aceptable de escapar. Esa noche no vio la belleza que le rodeaba, no sintió alegría ni gozo. Estaba furioso con todo y con todos. Con el destino, con la psi que era su compañera y, principalmente, consigo mismo.
Haciendo caso omiso de la ternura que llegaba hasta él a través del vínculo de pareja, se volcó en el bosque y dejó que la bestia tomara el mando. Aunque permaneció en forma humana, su mente, su corazón y su alma se convirtieron en los del jaguar. Y el felino no permitía que la estupidez humana influyera en su forma de pensar. Punto y final.
Vaughn no sabía cuánto tiempo estuvo corriendo en estado de semitransformación, pero estaban cerca del coche cuando su agudo oído captó algo muy extraño. Se detuvo en seco. Faith se aferró a él y supo que estaba a punto de decir algo.
—Chist —dijo bajando la voz al máximo.
Pero ella le había oído. En cuanto le soltó las piernas, se deslizó en total silencio dejando que él emplease su fuerza para bajarla al suelo. Una vez con los pies en la tierra, se quedó inmóvil. Vaughn escudriñó los alrededores con sus sentidos de animal y sintió que todos sus instintos se ponían alerta.
Echando un vistazo por encima de la cabeza de Faith, dirigió de nuevo la vista hacia el camino por donde habían venido. Un árbol perfecto se alzaba casi justo delante de su campo de visión. Se volvió de espaldas a ella y Faith se subió de nuevo. Moviéndose con el sigilo felino que era una segunda naturaleza para él, volvió sobre sus pasos hasta la enorme secuoya y comenzó a trepar utilizando las zarpas para asirse al tronco. Faith se agarró fuertemente y no articuló una sola palabra mientras él seguía subiendo. Vaughn estaba orgulloso de ella.
Cuando divisó lo que estaba buscando, cambió de posición para que ella pudiera bajarse de su espalda y sentarse en el lugar oculto formado por la intersección de varias ramas. Solo entonces Faith le habló en susurros:
—¿Qué has oído?
Vaughn se cercioró de que ella quedara oculta y nadie pudiera verla desde el suelo.
—Algo raro. —Se inclinó para besarla a su manera brusca, salvaje y sin contemplaciones—. No bajes del árbol hasta que yo o alguien del clan regresemos a por ti. Y no intentes contactar telepáticamente con Sascha ni utilizar ninguna otra habilidad psi.
Enseguida, las estrellas de sus ojos quedaron sumergidas en una total negrura.
—Han venido a por mí.
—Nadie va a ponerte un dedo encima. —Eso estaba fuera de toda discusión—. Haz exactamente lo que te digo. Podrían localizarte si intentas utilizar alguna habilidad psi. —Él no era psi, pero sí un soldado; sabía de estrategia y cómo descubrir a un objetivo.
—Déjame ayudarte —susurró.
—Te avisaré si te necesito.
En su rostro vio que ella lo entendía. El vínculo de pareja no era algo de naturaleza psi, por tanto, los demás no serían capaces de interceptarlo.
—Ten cuidado y regresa a mi lado.
Tenía toda la intención de hacerlo, pero antes debía deshacerse de cierta chusma. No tardó apenas nada en bajar del árbol. Aterrizó en el suelo sin hacer ruido y se dispuso a determinar y catalogar lo que sus sentidos le decían. Sin duda había más de un psi ahí fuera.
Que se hubieran adentrado tanto en territorio de los DarkRiver sin alertar a nadie le indicó que eran buenos. Muy buenos. Vaughn no tenía la menor intención de subestimar sus habilidades. También sabía que tenía que llegar a ellos antes de que se dieran cuenta de que les estaba dando caza. De lo contrario, le destrozarían la mente con una explosión de energía pura.
Despojándose de los vaqueros, los enganchó en un árbol a cierta altura y se metamorfoseó en jaguar. Tal vez los psi fueran buenos, pero estaban en el territorio de Vaughn, y en ese territorio sus patas eran sigilosas, sus sentidos más agudos, su ferocidad no tenía medida. Aquellos psi habían roto la primera regla al aventurarse en una zona prohibida para todos salvo para felinos y lobos. Habían roto la segunda al tender una emboscada a su compañera.
Lo primero fue un error. Lo segundo, algo imperdonable.
Vaughn anduvo cierta distancia antes de trepar a los árboles. Su sentido del olfato no era tan bueno como el de la vista, pero sí mucho mejor que el de un humano corriente, suficiente para indicarle que había un psi a unos metros a la izquierda de su posición. Caminó sobre una rama hasta que estuvo justo encima del hombre. Vestido de negro, con el rostro cubierto por pintura de camuflaje, el psi estaba tumbado en el suelo, con un ojo puesto en la mira de lo que parecía ser un Series III Ramrod.
Un rifle ilegal hecho para cazar grandes felinos.
Vaughn no le dio el menor aviso al psi. No podía permitir que enviara una señal telepática a los miembros de su equipo, aunque el pinganillo que llevaba al oído seguramente significaba que no estaban manteniendo comunicación mental. «No querían alertar a Faith.» En ese caso, era probable que tampoco rastrearan el área telepáticamente y que tan solo se apoyasen en sus sentidos físicos. Error número tres: jamás entrar en territorio de un depredador pensando en vencerle en su propio juego.
Cayendo violentamente sobre la espalda del hombre, Vaughn le aplastó el cráneo entre sus poderosas fauces antes de que el psi se percatara siquiera de que había sido marcado como presa. Le había quebrado la espalda al aspirante a asesino y, con toda probabilidad, le había matado con el salto, pero nadie podía levantarse después de que le hubieran triturado el cerebro.
Uno menos.
El vínculo de pareja le transmitió una intensa punzada de dolor. Vaughn se quedó petrificado. Faith había experimentado lo que había hecho y la había perturbado. Esperó a ver qué hacía, y se sorprendió al ver que el dolor era por él… porque hubiera tenido que hacerlo por ella. El jaguar no tenía tiempo para esas tonterías. Por supuesto que lo hacía por ella: era su compañera.
Se encaramó de nuevo a los árboles sabiendo que Faith estaba con él. Eso era bueno. Ella debía ver el otro aspecto de su naturaleza, saber que no era humano, que no era civilizado. Entonces silenció esa parte racional y se convirtió de nuevo en el depredador. Encontró al segundo psi al oeste de donde estaba el primero. Éste tenía una pequeña pistola en la mano. No era una pistola para matar, sino para someter. Era para Faith.
Este psi era más desconfiado, escrutaba el área circundante con la vista entrenada de un explorador, alzando los ojos hacia los árboles en cada pasada. Sabía que le estaba siguiendo. Pero los jaguares eran pacientes; Vaughn se limitó a esperar hasta que el hombre se puso a peinar otra sección, luego le despachó con la misma técnica y eficiencia que había empleado con el primero.
Dos menos.
El tercero estaba situado al noroeste del segundo. Comprendió la táctica de aquel grupo de inmediato. Un semicírculo con su vehículo como base. Probablemente seis mercenarios psi armados. Ahora dos estaban muertos y las posiciones de los otros cuatro eran obvias. Error número cuatro. Él jamás habría situado a sus hombres siguiendo un patrón tan predecible. Pero, naturalmente, los psi creían a los cambiantes unos animales demasiado estúpidos como para razonar.
Error número cinco.
El asesino número tres murió en un minuto. Seguido por el cuarto. El quinto vio a Vaughn acercarse y abrió fuego, pero fue cuanto pudo hacer. Sin embargo, había puesto sobre aviso al número seis. En lugar de lanzar un ataque psíquico, el último psi salió corriendo a través del bosque siguiendo una trayectoria evasiva que habría despistado a la mayoría de los humanos. Por desgracia para él, Vaughn no era humano. Podría haber dejado que el psi creyera que estaba escapando, podría haberle torturado jugando con él, pero él no era así.
Permaneció en las sombras mientras le seguía sabiendo que el psi no podía atacarle si no sabía dónde estaba. Las mentes de los cambiantes eran fuertes. Los psi tenían que apuntar y concentrarse para destruirlas… un ataque difuso jamás penetraría en sus escudos naturales. Al final, acabar con el hombre resultó casi decepcionante. El psi no supo qué le había atacado. De pronto estaba corriendo para escapar, y al minuto siguiente, estaba muerto.
El jaguar le dio la vuelta y Vaughn tomó forma humana para registrar el cadáver en busca de evidencias de planes futuros. Encontró algo en el bolsillo trasero de los pantalones: una pequeña agenda plana cerrada que inmediatamente identificó como un control remoto. Lo abrió, comprobó la información en la pantalla electrónica.
El coche estaba preparado para que explotase.
Si no eran capaces de capturar a Faith, tenían órdenes de destruirla. Vaughn profirió un rugido. Era una suerte que aquellos hombres estuvieran ya muertos. Transformándose de nuevo, tomó la agenda en la boca y corrió junto a Faith. Tenía el pelaje salpicado de sangre, la cual pasaría a su piel cuando cambiara de forma. No podía hacer nada al respecto. Pero cuando llegó hasta ella, se había transformado en humano y se había puesto los vaqueros.
—¿Estás bien? —Sus ojos le recorrieron de arriba abajo—. ¡Estás sangrando!
—No es mía.
Observó la expresión de Faith buscando señales de repulsa. En vez de eso, solo encontró alivio.
—Tenía la sensación de que uno de ellos había disparado.
—Falló. Vamos.
La bajó del árbol. Su rostro seguía estando pálido, y unas líneas de tensión le enmarcaban la boca.
—Has tenido que matar por mí.
—Es lo que hacen los compañeros. —La besó durante largos minutos aplacando a la bestia con el femenino aroma de Faith. Cuando se apartó de ella para sacar la agenda del bolsillo, un saludable rubor le teñía las mejillas—. ¿Ves esto?
Faith tomó la agenda electrónica.
—Parece una especie de control remoto. —La colocó en el centro de su palma, parecía que su curiosidad se estaba abriendo paso a través de los últimos resquicios de conmoción—. Extraordinariamente compacto y nada que haya en el mercado en estos momentos. Yo diría que es un prototipo para los Laboratorios Exogénesis… me contrataron el año pasado para hacer ciertos trabajos.
—Es para volar el coche.
Ella levantó la cabeza de golpe.
—Te querían muerto.
De pronto, Vaughn supo que ella tenía razón. Faith era demasiado importante como para matarla.
—«Querían» es la palabra justa. Imagino que puedes hablar con Sascha… ¿verdad?
—No estoy segura del código, pero si la Red Estelar funciona igual que la PsiNet, puedo intentar hacerlo de ese modo.
—Dile que le transmita a Lucas el siguiente mensaje: necesitamos un equipo de limpieza. Cinco gatos en nuestra posición.
—¿Cómo sabrán adónde tienen que ir?
—Conocen el área general donde dejé el coche y nos seguirán la pista el resto del camino mediante el olor.
Faith asintió y cerró los ojos.
—De acuerdo, estoy intentando establecer una llamada telepática. No está lejos y la conozco… Ahí está. Me está recibiendo. —Se hizo un breve silencio—. Lucas dice que vienen de camino. Un hombre más para llevarme a la casa colgada.
—Bien.
Abrió los ojos de nuevo.
—¿Por qué tengo que volver? —Su frente se surcó de arruguitas cuando frunció el ceño con terquedad.
—Porque no puedes arrastrar uno de estos cuerpos hasta donde hay que llevarlos.
Faith notó que se le formaba un nudo en la garganta, pero no admitió la derrota.
—¿Y adónde hay que llevarlos?
—Nikita Duncan tiene la mala fortuna de ser la que vive más cerca de nosotros.
—Entiendo. —Bajó la vista y luego le miró de nuevo—. No sientes remordimiento por haber matado a esos hombres.
Vaughn esperó mientras veía cómo ella le daba vueltas a algo en la cabeza. Aunque jamás lo reconocería en voz alta, estaba un poco preocupado. Faith había visto la parte más brutal de su naturaleza. Ahora esperaba su reacción.
—Y sin embargo fue limpio. No les provocaste y no sentiste ningún placer.
—Lo haré cuando atrape a una presa animal. —No pensaba mentirle.
—Creo que puedo soportar eso porque es algo natural. —Haciendo caso omiso de la sangre, se abrazó a su cintura, sus dedos eran como delicadas puntas calientes allí donde le rozaban la piel—. No diré que no me haya impactado la rapidez con la que has liquidado a los asesinos, pero no me sentí repelida ni espantada. Eso es lo que eres. Y yo te quiero.
Aquella simple declaración le puso, metafóricamente, de rodillas. Estrechándola entre sus brazos, dejó que la tensión abandonara su cuerpo. Él era así y ella le amaba. Eso era todo lo que siempre había deseado.
* * *
Faith siguió a Dorian por el camino que conducía a la guarida de la pareja alfa, mirando por encima del hombro para intentar divisar fugazmente a Vaughn. Pero él ya se había marchado y no era más que otro borrón en el bosque. Cinco leopardos y un jaguar. Cuánto poder, cuánta furia, y todo por ella.
—Podría llevarte a la espalda —se ofreció Dorian al cabo de diez minutos—. Soy latente, pero poseo la fuerza de un cambiante.
—Lo siento —dijo con suma educación, consciente de que Dorian no la tenía en demasiada estima—. No sé lo que significa latente en tu mundo.
—No puedo transformarme en leopardo —respondió sin el menor rastro de autocompasión.
Faith le miró. Con sus ojos azul cielo y su cabello rubio, parecía más un estudiante universitario que el depredador despiadado que era.
—Gracias, pero no. No me siento cómoda tan cerca de alguien que no sea Vaughn.
Él asintió y siguió andando. Faith reflexionó acerca de sus palabras preguntándose si era ese el motivo de la cólera que se veía en sus ojos. Pero esa cólera estaba dirigida a ella y ella no tenía nada que ver con que él fuera latente. Después de casi media hora de silencio, decidió que el único modo de saberlo era preguntar. Ahora era su familia.
—¿Por qué no te caigo bien?
Él no respondió hasta pasados varios e interminables minutos.
—No te conozco, por tanto no tengo motivos para que me desagrades como persona.
No tardó mucho en comprender.
—Mi don. Es eso, ¿verdad? Crees que podría haber impedido alguna cosa.
—Tú no. Los clarividentes en general.
—Tienes razón. Tal vez podríamos haberlo hecho. —Y eso era una tragedia—. Pero no creo que los clarividentes lo veamos siempre todo. De ser así, entonces nunca habría habido asesinatos, ningún desastre habría acabado con millones de vidas. —Eso era algo a lo que le había estado dando vueltas—. Así que a lo mejor podríamos haber impedido lo que sea que te sucediera, pero tal vez no hubiéramos sido capaces de hacerlo.
—Al menos podríais haberlo intentado si hubierais estado fuera.
—Sí. —Era una verdad irrefutable—. Cierto.
Él no dijo nada más durante otros cinco minutos. Faith pasó el tiempo dándole vueltas a sus propias palabras. Era lo que creía, pero también una suposición. No sabía qué habían visto los psi-c en el pasado. Esos archivos habían sido borrados de la PsiNet, perdidos entre las brumas del tiempo y la memoria.
La revelación, cuando le llegó, fue callada, silenciosa, como el hombre que caminaba junto a ella. «Dorian.» El incompleto y herido Dorian un día estaría completo. Y de un modo que ni siquiera él podría imaginar. Le vio claramente con el ojo de su mente: un hermoso leopardo con oscuras marcas faciales y, en esa forma, unos ojos más verdes que azules.
Cuando finalizó la revelación, Faith se preguntó si debía o no compartirla con él. No había sido una visión propiamente dicha, no le había llegado ningún detalle. Pero en ella, Dorian era mayor. No viejo, pero al menos tenía dos o tres años más que en la actualidad. ¿Y si se lo contaba y el futuro cambiaba por algún acto suyo o de otros? Sería darle esperanzas en vano. Tomó la difícil decisión de guardarse la revelación para sí. A veces el silencio era la mejor opción. Solo cuando era una imposición se convertía en una jaula.
—He oído que perdiste a tu hermana.
Estaba tan acostumbrada al silencio de Dorian que ahogó un grito de sorpresa cuando él le habló.
—Marine. Se llamaba Marine.
—Mi hermana se llamaba Kylie.
Sus miradas se cruzaron y ella comprendió. Dorian intentaría perdonarla por ser lo que era, si ella intentaba no dejar que jamás muriese la hermana de nadie más.
—Sí.
* * *
Vaughn regresó junto a Faith cuando faltaban unas tres horas para que amaneciera. Al ver el café sobre la mesa y la expresión alerta de ambas, dedujo que ni Sascha ni ella habían dormido. Al aparecer él, Faith se levantó y fue hacia su jaguar. Nadie habló cuando la tomó de la mano y salieron de la guarida por segunda vez aquella noche, dejando a Lucas con su compañera.
Realizaron el trayecto hasta el coche en silencio. Dorian lo había despejado de explosivos, pero Vaughn efectuó una nueva inspección antes de abrir la puerta del pasajero para que Faith montara. El felino continuó vigilando el área en busca de amenazas, no respiraría tranquilo hasta que estuvieran de nuevo en su territorio personal.
El viaje les llevó casi otra hora, pero ninguno de los dos estaba de humor para dormir cuando llegaron. Faith no hizo preguntas, no pidió respuestas, solo le contempló mientras se duchaba y luego se desnudó y se unió a él bajo el chorro de agua. Vaughn sentía que ella estaba preocupada.
—No hemos tenido ningún problema —le dijo—. No se han enterado de que hemos estado allí.
—¿En la residencia de Nikita Duncan?
—Y en la de otros pocos relacionados con el Consejo al más alto nivel. —Había tenido que luchar contra el impulso de entrar y aplastar más cráneos psi cuando había hecho la entrega.
—Bien.
Quería que Faith se acostumbrara al vínculo, que no tuviera problema en utilizarlo para ver si él se encontraba bien. Eso era lo que hacían los compañeros. Él no podía ver el vínculo de pareja como Faith, pero podía sentirlo de un modo que no tenía explicación… si alguna vez ella sufría o estaba en problemas, él lo sabría.
Faith guardó silencio de nuevo. Vaughn salió con ella de la ducha y la secó primero a ella, y luego él mismo. Cuando la llevó hasta la cama, Faith no protestó. Y cuando la reclamó del modo más físico, se entregó a él por completo. Después, permanecieron unidos viendo cómo el alba se colaba en la habitación a través de unos delgados rayos de luz.
Faith se acomodó para apoyar la mejilla sobre su pecho y la mano sobre su corazón. Y entonces lloró. Vaughn le acarició el cabello y la espalda, sin saber qué más hacer para consolarla. Pero lo que sí sabía era que aquellas lágrimas calientes no tenían nada que ver con él. La envolvió en sus brazos y el jaguar le habló en roncos y callados murmullos.
Varios e interminables minutos después, Faith inspiró entrecortadamente.
—Han venido a por mí como si fuera un animal al que localizar y enjaular.
Vaughn apretó la mano que tenía enroscada en su cabello, pero no la interrumpió.
—Creía que… tal vez mi padre… desde luego que no, él es un psi. Quería recuperar su inversión. Le trae sin cuidado conocer qué decisiones he tomado, o que al matarte a ti acabaría también conmigo.
—No es tan fácil acabar conmigo, pelirroja.
—Es una estupidez, pero me siento traicionada por mi padre, aunque él nunca ha sido un padre de verdad para mí. ¿Cómo ha podido permitir que vengan a por mí de esa forma?
Vaughn no tenía respuestas que aliviaran su dolor. De modo que se limitó a abrazarla; a abrazarla y a decirle que para él no tenía precio. Al cabo de un rato, se quedó dormida. A salvo en su casa, en la que ningún psi podría entrar sin disparar un centenar de trampas, también él se dejó vencer por el sueño.
* * *
Faith se despertó a las nueve. Su cuerpo no deseaba dormir hasta tarde, a pesar de haber estado privado de descanso. Su gato, por otro lado, se quejó cuando ella se movió y le dijo que se estuviera quieta. Esa mañana era capaz de sonreír de nuevo, aunque su sonrisa era un tanto trémula, y se acurrucó a su lado mientras escuchaba el sonido de la cascada y disfrutaba del sol que se derramaba a través del ingenioso sistema de ventilación ideado por Vaughn.
La luz atravesaba unos fragmentos coloreados de cristal, cuidadosamente colocados para crear mosaicos sobre las alfombras. Su mente psi encontraba aquello complejo y hermoso. Tan organizado, pero diferente a cada minuto, mutando con el cambio de la luz. Estaba admirando los dibujos desde la cama cuando pitó el panel de comunicación empotrado en la pared. Sabiendo que Vaughn no iba a ceder, salió de debajo de su brazo y fue a responder la llamada. Definitivamente, tenían que poner algo que hiciera las veces de mesilla, pensó mientras respondía solo en modo audio.
La voz que le devolvió el saludo fue tan inesperada que no respondió hasta después de transcurridos diez segundos. En ese tiempo, Vaughn se había despertado por completo y se encontraba ya a su lado. Faith dejó que él tomara el resto de las decisiones. Pues para ella, la persona que estaba al otro lado de la línea era semejante a un fantasma.