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Judd captó la incoherencia en cuestión de milisegundos.

—Acabas de decir que las visiones son desde la perspectiva de él.

—Lo son.

—Entonces, ¿cómo pudiste verlo, pelirroja?

Aunque la voz de Vaughn no reflejaba ira, Faith sabía que tenía que estar preguntándose por qué ella no se lo había contado antes.

—No quería ver —susurró, tan bajo que apenas se pudo percibir sonido alguno.

Él levantó un brazo para rodearle los hombros desde atrás y Faith supo que la había oído.

—No estás sola.

Una promesa en la que se envolvió como si de una coraza se tratara, aunque necesitó igualmente de toda su habilidad psi para impedir que la voz se le quebrara al revivir aquel horror.

—Vi su reflejo. —Un reflejo teñido en sangre, un espejo rojo rubí del osario de esa última visión.

—Entonces no hay duda… Faith tiene que estar presente —dijo Judd.

—Puede estar presente, pero no va a asomar la cabeza ni a llamar su atención.

El brazo de Vaughn era como acero sólido alrededor de sus hombros, en absoluto doloroso, pero inamovible.

—Vaughn —dijo en voz baja, aunque imaginó que Clay y Lucas podían escucharla igualmente—. Creo que deberíamos ir a dar un paseo.

Retiró el brazo y tomó a Faith de la mano.

—No tardaremos mucho —les dijo el centinela a los demás, luego no articuló más palabras hasta que se detuvieron a unos metros bosque adentro—. No voy a dejar que te pongas en peligro.

—El peligro que entraña la telepatía es escaso, casi nulo.

—Ya, bueno, puede que ese tipo no esté dentro de ese «casi». Él es diferente… ha sido capaz de atraparte en las visiones.

—Quizá —convino—. Pero eso no cambia nada.

Vaughn no respondió, el jaguar estaba presente en sus ojos, de modo que Faith le habló al animal:

—Una vez me preguntaste sobre la culpa. Te dije que no sentía nada. No era cierto. —Se obligó a romper otro muro del Silencio; hacer y sentir era fácil comparado con expresarse con palabras—. La culpa me acompaña de la mañana a la noche, está siempre conmigo. Soy una psi-c, pero no he podido salvarle la vida a mi propia hermana. Eso me convierte en una fracasada.

—No tenías forma de saber qué era lo que estabas viendo —dijo apretando los dientes.

—¡Aquí no tiene cabida la lógica, Vaughn! Tú lo sabes mejor que nadie —le presionó. Le pedía que recordara la culpa que él sentía por la muerte de Skye a pesar de que en aquel entonces no era más que un niño.

Vaughn le posó la mano en el cuello.

—Llegará el día en que no ceda, en que no razone ni actúe como un humano.

Faith se había percatado de aquello segundos después de conocerle.

—Pero ese punto en particular aún no ha llegado.

—Te quiero conmigo en todo momento. En cuanto algo se tuerza, te largas. Me da igual que tengas que convertirle el cerebro en gelatina. Te largas.

—No tengo intención de permitir que se me acerque lo suficiente como para hacerme daño. Seré una sombra, y saldré antes de que se dé cuenta.

* * *

El jaguar lanzaba zarpazos contra los muros de la mente de Vaughn mientras discutía los detalles con los otros.

—Hay una cosa más —dijo después de que hubieran aprobado un plan sencillo.

—El Consejo —intervino Sascha, inclinándose hacia delante—. A estas alturas ya tiene que saber que Faith ha desertado. Irán a por ella con todas las armas que tienen en su poder. Y al ser una psi-c, ella sabe demasiado.

El animal que moraba en Vaughn deseaba eliminar la amenaza y ocuparse de los miembros del Consejo de una vez por todas —un psi con el cráneo partido no podría hacerle nada a su compañera—, pero el hombre sabía que no era tan sencillo. En la actualidad, el Consejo era un monstruo con seis cabezas, pero con infinidad de tentáculos. Arrancar una cabeza haría que crecieran dos o tres más en su lugar. El único modo de destruirlo por completo era acabar con él de raíz. Y las únicas personas que podían llevar a cabo un cambio tan profundo eran los propios psi.

Faith apoyó el cuerpo contra el costado de Vaughn.

—Puede que haya algo que les frene.

La bestia se calmó al sentir la tibieza de Faith.

—¿Tienes una idea?

—No tanto una idea como una revelación —repuso con la voz cargada repentinamente de dolor—. Siempre me resultó extraño por qué fue asesinada Marine. Ese hombre obtiene un placer enfermizo preparando el asesinato que planea cometer al día siguiente, pero no hubo nada de eso con Marine. No la siguió. En este caso lo que le estimuló fue que yo viera nítidamente el resultado final: la falta de oxígeno dando paso poco a poco a la asfixia total.

—¿Es posible que tu hermana fuera una víctima al azar que mató porque se le presentó la oportunidad? —La voz de Judd Lauren hizo que el jaguar deseara gruñir… el gato comprendía la ligera diferencia entre un enemigo y un aliado incierto.

—No, no transmitía la sensación de que fuera algo apresurado o improvisado.

Vaughn detestaba escuchar el sufrimiento que teñía la voz de su compañera, pero sabía que solo el tiempo podía curar esas heridas. Aunque nunca llegarían a desaparecer, se convertirían en cicatrices, y eso era bueno, porque esas cicatrices te hacían más fuerte.

Sascha golpeó el suelo con el pie.

—¿Qué hacía tu hermana?

—Era una telépata cardinal. Especialista en comunicaciones para el clan psi.

—Mientras estaba en la red escuché rumores acerca de que tu clan realizaba bastantes trabajos confidenciales para el Consejo.

Las uñas de Faith se le clavaron en la piel.

—Y si estaba trabajando como experta en códigos para ellos, entonces estaba al corriente de todo lo que enviaban y recibían, conocía todos los secretos, hasta el último detalle de todos sus planes.

—Un gran inconveniente si ella decidía no jugar a ese juego. —Al fin y al cabo, Marine NightStar había sido hermana de su compañera, y Faith era demasiado inteligente, demasiado independiente y humana como para haber sido un buen pelele del Consejo.

De repente Faith meneó la cabeza violentamente.

—Esto no nos lleva a ninguna parte. Las revelaciones no suelen ser detalladas… tendremos que esperar y ver si podemos explorar la mente del asesino. Aunque el Consejo vaya a por mí, no lo hará antes de que le incapacitemos.

Clay cruzó los brazos.

—¿Cómo lo sabes?

—Lo sé —repuso con voz angustiada y muy, muy segura—. Disponemos de ese tiempo. La respuesta nos llegará mañana.

—¿Y si no llega? —preguntó Sascha quedamente.

—Entonces al menos Marine habrá sido vengada. —La furia visceral que la dominaba encontró a su igual en el corazón del jaguar—. Quiero que pague por lo que hizo.

Los hombres se miraron unos a otros y comprendieron. Tres cambiantes depredadores y un psi, que podría ser un diestro asesino, ninguno de los cuales encontraba nada objetable en la cólera de Faith. Era real, era verdadera, y sería satisfecha.

—Lo hará —aseveró Vaughn en nombre de todos—. Aunque para ello tenga que aplastarle el cráneo yo mismo.

* * *

—Vaughn.

Faith se encontraba al lado de su compañero mientras este trabajaba en una escultura. Vestido tan solo con unos vaqueros desgastados y con el cabello ambarino recogido descuidadamente en una coleta, era puro músculo y calor.

—¿Qué pasa, pelirroja?

Vaughn dejó las herramientas para acariciarle la piel con los nudillos. Un gesto colmado de ternura, aunque la expresión de sus ojos mostraba algo muy diferente.

—¿Por qué te pones a trabajar en esto ahora? —Pasó la mano sobre la curvada superficie de mármol—. Ven a la cama. Los dos necesitamos prepararnos mentalmente para mañana.

—Yo no soy un psi, cielo. —Su voz se tornó grave—. No tengo que serenar la mente.

Faith comprendió de repente.

—Estoy lista.

—Vete a dormir. —Cogió lo que parecía un cincel—. No tardaré en acompañarte.

Faith le quitó la herramienta de la mano y la dejó sobre el banco de trabajo.

—Tienes miedo de hacerme daño. —Algo así estaba mal entre compañeros, lo sabía sin necesidad de que nadie se lo enseñara—. Te asusta que vuelva a tener una crisis como la de ayer.

—Lo que hicimos ayer fue perfecto, pero no estás preparada para repetirlo. Y ahora mismo no tengo ternura que darte —declaró; brusco, áspero, tajante.

Faith le puso la mano sobre la dorada piel del pecho.

—Nunca vas a ser realmente un hombre dulce.

Vaughn se estremeció.

—No quería decir eso. Me gusta tu desenfreno, tu pasión, tu exigencia. —Notó que se le formaba un nudo al ver su mirada ardiente—. Haces que me sienta viva.

—Puedo ver lo mucho que sufres cuando tu mente se fragmenta.

—Pero me hago más fuerte cada vez que me amas. —Eso era algo que ahora comenzaba a comprender—. Si intentas contenerte, nos defraudas a ambos. Necesito satisfacerte del mismo modo que tú necesitas tocarme.

—Esta vez no estaré atado, y podrías no estar preparada para darme aquello que exigiré de ti. No estoy de humor para jugar.

Porque, comprendió Faith, era presa de un arrebato posesivo y protector que no dejaba espacio para andarse con tonterías. Podía sentir la intensa furia que lo dominaba a través del vínculo que los unía, podía sentir su pasión, su ferocidad.

—Muéstramelo —susurró dejando a un lado sus propios temores. Si al día siguiente el Consejo iba a buscarla, quería mirarle con la seguridad de una mujer que ha roto todas las reglas del Silencio y lo había hecho de forma absolutamente incuestionable—. No sufriré ninguna crisis —le juró a Vaughn y a sí misma.

La camiseta con la que tenía intención de dormir cayó hecha trizas a sus pies, Vaughn había movido las garras con tal rapidez que ni siquiera había tenido tiempo de respirar. Con el corazón en un puño, le vio guardar aquellas afiladas armas, plenamente consciente de que no le habían producido ni un solo arañazo. Luego, mirándola fijamente a los ojos, le deslizó las manos por la espalda introduciéndolas bajo la cinturilla de las braguitas para ahuecarlas sobre sus nalgas.

Faith jadeó al sentir sus pechos frotándose contra el torso masculino, plenos y doloridos. Apenas lo notó cuando sus braguitas desaparecieron de su cuerpo, tan aturdida como estaba por la increíble sensualidad impresa en los rasgos de Vaughn. El día anterior él había temido hacerle daño físicamente. Ese día ejercía un dominio absoluto de su fuerza… pero no de su deseo. A pesar de todo cuanto le había dicho, no estaba del todo segura de poder cumplir con sus demandas.

Él le deslizó la mano por la parte delantera del cuerpo, la aspereza de aquella piel sobre su ombligo le hizo contener el aliento. Luego se aferró a sus hombros cuando las yemas de sus dedos le rozaron los rizos del sexo.

—Eres tan suave —murmuró Vaughn, e introdujo los dedos en aquellos rizos para tomarla íntimamente.

De los labios de Faith brotó un grito que reverberó en las paredes de piedra.

Cuando frotó la parte blanda de aquella posesiva mano contra ella, Faith acompasó sus movimientos, ansiosa por experimentar esa sensación que jamás habría creído que fuera tan exquisita. A Vaughn le gustó, una sonrisa muy masculina se dibujó en esos labios tan sensuales.

—Más —exigió él—. Dame más.

Faith se puso de puntillas y su mano provocadora no se separó de ella, sino que se hundió en su blandura para capturar su carne más sensitiva de un modo que amenazaba con llevarla a una locura diferente. Apretando los muslos, le clavó las uñas en los hombros e intentó llegar a sus labios, pero Vaughn no cooperó. De modo que le mordió en el pecho y le dejó las marcas de las uñas en la espalda.

—Gata —dijo, complacido, al tiempo que apretaba los dedos y la hacía estremecer—. Voy a tomarte como he soñado.

En su cabeza se sucedieron imágenes en las que aparecía inclinada en la más sumisa de todas las posiciones, con el trasero desvergonzadamente alzado y los muslos separados para recibirlo. Faith no luchó contra el asalto erótico, sino que disfrutó de la seducción psíquica.

—Tienes que…

Deslizando dos dedos dentro de ella sin previo aviso, reclamó su pecho con la mano libre, marcando su piel a fuego.

—¿Que tengo qué?

—Antes ti… tienes que conseguir que me ponga en esa postura —le desafió incapaz de evitar que sus caderas se movieran sobre aquellos dedos intrusos.

Vaughn rió entre dientes y separó los dedos lo justo para intensificar el placer.

—Deberías saber que no es conveniente desafiar a un gato.

—Miau —bromeó Faith sintiendo que su cuerpo comenzaba a prepararse para la tormenta.

—Córrete para mí —le ordenó—. Quiero saborear tu entrega. —Movió los dedos a un ritmo más rápido, acariciándola de una forma muy íntima contra la que no tenía manera de defenderse.

Se sintió asaltada por un placer eléctrico y feroz, ardiente y ávido. Pero no estaba sufriendo una crisis, la sobrecarga salió disparada a través del vínculo de pareja hacia el fiero corazón de un jaguar más que capaz de soportar la avalancha de sensaciones. Una vez se recobró, Faith se encontró abrazada a él mientras este retiraba los dedos de dentro de su cuerpo. Su aroma almizcleño impregnó el aire, intenso, embriagador y absolutamente femenino. Y aunque la erección de Vaughn era como una llama sólida entre los dos, sabía de algún modo que su rendición había servido para aumentar su paciencia sensual.

Saciada e invadida por una sensación de languidez, no protestó cuando Vaughn la llevó del banco de trabajo hasta la cama y la acarició hasta conseguir que se pusiera de rodillas con las manos apoyadas sobre el colchón. Faith arqueó la espalda buscando su contacto mientras disfrutaba sintiendo cómo las manos de Vaughn descendían por su espalda, sus nalgas, hacia el interior de sus muslos. Abriéndola para recibirle. Entonces, cuando la empujó con la mano entre los omóplatos, Faith recordó las fantasías eróticas de su compañero y, apoyando los codos, agachó la cabeza sobre las sábanas y alzó el trasero.

Su mente era una tormenta eléctrica en esos momentos, pero se negó a claudicar. En su lugar, cada vez que el placer amenazaba con dominarla, se aferraba con fuerza al vínculo de pareja.

—Buena chica —murmuró Vaughn, con la mano en su trasero—. Me parece que sé lo que estás haciendo. Puedo sentirte aferrándote a mí en lo más profundo de mi ser.

No cabía la menor duda de que estaba complacido, pues podía percibirlo en la sensualidad indulgente que se traslucía en su voz. Sin pararse a pensar en las repercusiones de que lo que iba a hacer tuviera éxito, le envió una imagen erótica a través del vínculo solo para ver si podía hacerlo.

Vaughn apretó la mano.

—Cielo, puedo ver una imagen, pero creo que acabas de leerme la mente.

Fue el único aviso antes de que la asaltara con la boca, pura exigencia y fiero calor. Faith gritó nada más sentirle y llegó al orgasmo cuando la lamió de nuevo. Diez minutos después, se estremecía sin control mientras Vaughn la mantenía en esa posición aferrándola de las caderas. Era un hombre implacable. Pero tampoco entonces sufrió una crisis, su mente absorbió las sensaciones como si estuviera famélica.

—Aguanta —susurró roncamente, un soplo de aire rozando la carne sensible de forma exquisita.

Faith gimoteó… y Vaughn utilizó los dientes para capturar la carne inflamada del clítoris. Se sintió inundada por una negra oleada. El placer era tan intenso, tan increíblemente sensual que sollozó mientras se deshacía en mil pedazos, aferrándose al vínculo con una desesperación nacida de la más absoluta necesidad.

Entonces la tomó.

Caliente, duro, dominante, nada de lo anterior podía compararse con aquello. Mientras la reclamaba, se sintió marcada a un nivel que iba más allá del sexo y del deseo, se sintió conquistada, poseída.

«Es algo mutuo.» Aquel pensamiento fue de su mente a la de Vaughn, un sentimiento que no requería de palabras para ser comprendido.

—Oh, sí, cielo. Soy tuyo.

Resolló contra el cuello de Faith cuando se inclinó para besar aquel lugar en su garganta donde latía el pulso antes de erguirse, aferrándola de las caderas y montándola hasta llevarlos a ambos al éxtasis.

Ni siquiera entonces se derrumbó, no se volvió loca… no se quebró.

* * *

Solo unas horas después, Faith se encontraba junto al cuerpo tenso de Vaughn mientras aguardaban en el patio de la universidad privada donde ella había localizado a la víctima. No podía ver a los demás a través de las gafas de espejo, pero sabía que estaban allí, como sombras silenciosas con la misión de asegurarse de que se hiciera justicia.

Estaba nerviosa, más rebosante de energía física de lo que lo había estado nunca, la naturaleza salvaje de Vaughn se mezclaba con la suya a un nivel que iba más allá de la telepatía. Se estaba convirtiendo en un diminuto jaguar con cada contacto, y eso le parecía bien. A veces era necesario tener arrojo. Ese día, el arrojo la estaba ayudando a soportar el impacto de tantas mentes desprotegidas en su radio de alcance.

Mientras miraba el campus arbolado, a los estudiantes caminar solos o en grupos, Faith sintió que su resolución se convertía en granito. Si fracasaban, una mujer inocente perdería la vida, aquel campus quedaría para siempre teñido por una oscuridad que ninguna cantidad de jabón y agua serían capaces de limpiar y el fantasma de Marine jamás descansaría en paz.

Así que no iban a fracasar.

—Le cogeremos —le dijo Vaughn al oído, con voz ronca.

—¿Cómo es que siempre sabes lo que estoy pensando? —preguntó—. No te estaba trasmitiendo nada.

Después de hacer el amor de forma tan apasionada la noche pasada habían dedicado cierto tiempo a descubrir que, aunque Vaughn no podía escuchar sus palabras, sí podía leer con inequívoca exactitud las emociones que ella le enviaba a través del vínculo que los unía.

—Hay otras formas de saberlo y voy a pasarlo en grande mostrándotelas todas.

Tras sus jocosas palabras subyacía una nota acerada. El jaguar no estaba al mando en esos momentos, pero acechaba muy, muy cerca de la superficie. Porque ella podía estar en peligro.

—Vaughn, no soy débil. Puedo protegerme sola. —Mientras estuviera con él, no moriría como había hecho la hermana de Vaughn, pero tampoco le heriría refiriéndose abiertamente a un suceso que le había marcado tan profundamente. Sin embargo, podía intentar hablar sobre esas cicatrices de un modo indirecto—. Ayer no tuve ninguna crisis y hubo un tiempo en que lo habría creído imposible. Mi fortaleza aumenta con cada día que pasa. —Cierto era que, al ser una psi, no le habían enseñado nada acerca de las emociones, pero sí sobre estrategia. Esa habilidad podía usarse para hacer el bien tanto como para hacer el mal—. ¿Vaughn? —dijo al ver que él no respondía.

—¿Sí?

—No todo lo que tiene que ver con los psi es algo malo, ¿verdad?

Le causaba un gran dolor pensar que no había nada bueno en nadie que ella hubiera conocido, ni siquiera en su padre o en su hermana.

—Dios, no. Tú no lo eres.

—No estoy hablando de individuos. Los psi como raza han hecho cosas buenas, ¿no?

—En otro tiempo fueron las personas más asombrosas del planeta. —Su respuesta fue toda una sorpresa—. Piensa en tu don, por ejemplo. Sin él, la civilización podría haber sido destruida mil veces.

—Eso fue antes. ¿Y ahora?

—Crean más puestos de trabajo de los que pueden desempeñar los de su propia raza, dan empleo a millones de humanos e incluso a algunos cambiantes.

—Pero todo en puestos de menor relevancia.

—A veces ese empleo es la única diferencia entre vivir y morirse de hambre. Y los cambiantes no son muy diferentes en ese aspecto… los puestos de mayor relevancia en nuestras empresas siempre están ocupados por los miembros del clan.

—Pero no es demasiado, ¿verdad? —Faith veía la verdad a pesar de su inusitada delicadeza—. Los cambiantes han conservado la tierra hermosa y libre de polución y, en su mayoría, son los humanos quienes han adornado las paredes con obras de arte y llenado todos los rincones de música. ¿Cuál es el legado de los psi… infinitas torres de acero plenamente funcionales, empresas que negocian con el frío y vil metal… y el Silencio?

La revelación que tuvo fue inesperada y tan clara como la brillante luz de la mañana.

—Si no cambiamos, llegará el día en que la raza psi caiga en el olvido.

Y eso sería una tragedia. Nadie que hubiera visto la belleza de la PsiNet, su potencial, la impresionante energía de vida incluso en el Silencio, podría dudarlo.

—Entonces cambia el futuro, Faith. Cambia a los psi.

Una tarea formidable para una renegada que había desertado de la red.

—¿Estarás a mi lado?

—No puedo creer que me preguntes eso. —Gruñó socarronamente, pasándole el brazo alrededor del cuello y atrayéndola hacia él—. Por supuesto que estaré a tu lado, y también el clan. Somos una familia.

—Una familia. —Una palabra agridulce—. ¿Siempre?

Vaughn le mordió en el cuello.

—Siempre y más allá.

—Ya se acerca. —Las palabras salieron de su boca sin pensar.

Vaughn se apartó de ella y profirió un gruñido tan bajo que Faith no lo oyó en realidad, pero que hizo que el vello del cuerpo se le pusiera de punta.

—¿Qué…?

—Es una señal —susurró fingiendo que le mordisqueaba la oreja.

A juzgar por la forma en que había visto cómo le miraban las mujeres desde que había entrado en el campus, ella era probablemente el blanco de una considerable envidia femenina. Algo primitivo en ella se sentía complacida por eso, por el hecho de que aquella criatura salvaje y magnífica fuera suya. Vaughn no era dócil, ni lo sería jamás, pero estaba dispuesto a comportarse por ella. Y solo por ella.

—¿Puedes sentirle? —La silenciosa pregunta irrumpió en sus pensamientos. Le sorprendió hasta qué punto se había distraído cuando tenía un asunto tan importante entre manos. Vaughn provocaba cosas en ella que no era capaz de controlar.

—La revelación funciona con mi don. Es una especie de visión en un plano psíquico muy profundo. No estoy conectada telepáticamente con él. —Ese horror sucedía únicamente durante las visiones reales.

—Entonces, ¿cómo vas a encontrarle?

—Voy a expandir mis sentidos telepáticos. Soy una telépata de gradiente 6. —Muy poderosa, aunque ni remotamente comparable con lo que estimaba que era Judd—. Si topo con otro psi, retrocederé antes de que pueda seguirme. —No mencionó que algunas de esas mentes podrían seguirla con muchísima rapidez—. Pero si le rozo a él, intentaré establecer una ubicación física. En realidad no importa mucho si no puedo establecerla… Judd puede tomar la firma mental de mi mente y utilizar sus habilidades telepáticas más potentes para centrarse en la posición del asesino.

—No me gusta que ese jodido psi esté en tu mente.

—A mí tampoco. —Faith no creía que Judd se propusiera hacerle daño, pero era un extraño, una Flecha rebelde cuya lealtad no estaba clara—. Será un enlace superficial, una simple transferencia de datos.

—Si intenta algo, utiliza el vínculo.

El corazón le dio un vuelvo ante el grato recordatorio de que nunca más volvería a estar sola.

—Lo haré. Ahora, voy a iniciar la búsqueda. —Le transmitió el mismo mensaje a Judd.

—Puedo verte. —La voz masculina era tan nítida que sus sospechas sobre el gradiente de Judd se convirtieron en una certeza. Era posible que aquel hombre no tuviera ojos de cardinal, pero tenía que ser casi tan fuerte como uno—. Si mantienes un radio de exploración reducido, puedo localizarle casi inmediatamente después de que lo hagas tú.

Faith le susurró la sugerencia a Vaughn.

—Tendremos que cambiar de posición y ponernos al descubierto mientras exploro. Pero eso nos proporcionará un blanco inconfundible cuando lo encontremos. Judd no tendrá que entrar en mi mente.

Jamás habría imaginado la respuesta de Vaughn:

—Faith, este es tu mundo. ¿Qué opción crees que funcionará mejor?

—¿No vas a intentar desautorizarme?

—Solo si tu decisión te pone en peligro de forma innecesaria. —El gato se dejó entrever en su voz, grave y ronca—. No puedo proteger tu mente, pero sí que puedo mantener tu cuerpo a salvo.

Faith imaginó que aquello era lo máximo que iba a conseguir de su jaguar.

—Pues hagámoslo. Si empiezo a sentir que nos acercamos demasiado y no puedo encontrarle, pararemos. No quiero pintarme una diana en la frente. —Por primera vez en veinticuatro años estaba realmente viva, y no tenía intención de que eso cambiara.